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A falta de una mejor solución, por lo general se establece un umbral por debajo del
cual no se considera a un partido como relevante. Pero esta solución, no es
adecuada, ya que si se establece el umbral, como se hace en muchos sistemas
políticos al nivel del 5% del electorado, se puede incurrir en omisiones graves. Por
otra parte, cuanto más se baja el umbral, más son las posibilidades de incluir
partidos sin importancia.
Sin duda, que la relevancia de un partido, esta dada en primer lugar por su apoyo
electoral, el cual se expresa en votos que posteriormente se traducen en escaños.
En los sistemas políticos que poseen tipo de gobierno parlamentario o
semipresidencial y dos cámaras basta con remitirse a los escaños en la cámara
baja, que es la cámara política. Entonces resulta razonable empezar con esta
medida: la relevancia de los partidos se indica por su porcentaje de escaños en la
cámara baja. Como es obvio en sistemas políticos de tipo de gobierno
presidencial, la norma anterior puede perder total validez.
El paso siguiente consiste en trasladar la atención al partido como instrumento de
gobierno. Este cambio tiene poco interés con respecto a los sistemas bipartidistas,
pero cuantos más sean los partidos, más debemos preguntarnos acerca del
potencial de gobierno, o las posibilidades de coalición de cada partido.
Esta norma tiene la limitación de que es sólo aplicable a los partidos orientados
hacia el gobierno y que, además son ideológicamente aceptables para los demás
miembros de la coalición.
Esto lleva a formular una segunda norma auxiliar para contar, basada en la
capacidad de intimidación o, dicho en términos más exactos, las posibilidades de
chantaje de los partidos orientados hacia la oposición.
En resumen, no deben contarse los partidos que no tienen los siguientes rasgos:
Cuadro Nº 5
Estos son sistema en los cuales la competencia electoral justa y equitativa está
garantizada, existiendo más de un partido político. Estos concursan por el apoyo
popular ofreciendo alternativas reales, es decir, hay una relativa igualdad en las
reglas que enmarcan la competencia. El árbitro decisivo es el pueblo, la
ciudadanía. Obviamente los sistemas de partidos competitivos son los propios de
regímenes democráticos.
Esta es una de las categorías más conocidas y estudiadas. Ello se debe a que es
un sistema relativamente sencillo, y a que países tan importantes como Inglaterra
tienen este sistema de partidos.
Lo que este sistema de partido nos indica y muestra es que el régimen político
democrático en el cual se inserta posee un alto nivel de apoyo y de legitimidad
ante la ciudadanía y los grupos sociales relevantes.
En los sistemas políticos autocráticos empíricos que poseen partido único, los
Estados son más o menos opresivos, más o menos omnipresentes, más o menos
intolerantes. Esto equivale a decir que las comunidades políticas unipartidistas
varían en cuanto a la intensidad de la represión y del control coercitivo.
a.- Unipartidista totalitaria (URSS hasta 1970): El partido único totalitario es muy
ideológico, muy coactivo y movilizador de la población. El régimen político es una
autocracia totalitaria.