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CAPITULO 3

UNA EVALUACIÓN BÍBLICA


DEL HABLAR EN LENGUAS
Por supuesto, reconocemos que hay mucho que la iglesia puede aprender del pentecostalismo y del
neopentecostalismo. Aunque este punto será discutido en forma más amplia en el capítulo 5, permítaseme decir
aquí que en la iglesia actual hay una apremiante necesidad de un mayor llenamiento del Espíritu Santo, de un
mayor fervor en nuestra adoración, y un mayor calor en nuestro testimonio. Todos los que nos llamamos
cristianos queremos vivir vidas más llenas del Espíritu Santo. Todos nosotros deseamos recibir bien cualquier
cosa que nos ayude a andar más plenamente en el Espíritu.
Sin embargo, nuestra mayor preocupación como cristianos bíblicos debe ser el permanecer fieles a las
enseñanzas de la Palabra de Dios. No podríamos empezar con cierto tipo de experiencia religiosa y luego seguir
planteando una doctrina a partir de ella. Nuestras doctrinas deben estar basadas, no en la experiencia, sino en las
enseñanzas de las Escrituras. Por lo tanto, debemos sujetar el pentecostalismo, tanto en su nueva forma como en
la antigua, a la prueba de la Escritura. Por esto, en este capítulo tengo el propósito de presentar una evaluación
bíblica de las enseñarías de pentecostales y neopentecostales sobre el hablar en lenguas1.
Desde luego, debemos recordar que no todos los pentecostales ni todos los neopentecostales sostienen toda la
posición sobre el hablar en lenguas que fue bosquejada en el capítulo 2. Sin embargo, al hacer la evaluación
bíblica he tomado como base la posición sobre el hablar en lenguas que sostiene la mayoría de los pentecostales
y neopentecostales y que con toda seguridad se puede sostener como la típica del movimiento como un todo.
Al conducir esta evaluación bíblica, a su vez tomaré los diversos grupos de pasajes bíblicos que han sido
presentados por los pentecostales en su intento de encontrar un apoyo bíblico a la glosolalia.

1. Pasajes de los profetas presentados por los pentecostales como que apoyan el hablar en lenguas.
Aquí debemos considerar dos pasajes frecuentemente citados. Los pentecostales encuentran una predicción del
don de lenguas en Isaías 28:11,12. En la versión Reina Valera 1960 este pasaje dice:
Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este
pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es
el refrigerio; mas no quisieron oír.

Normalmente, al citar este pasaje, los pentecostales dejan a un lado la última frase, "mas no quisieron oír".
Luego proceden a interpretar el pasaje como si anunciase la concesión del don de lenguas a la iglesia,
agregando que, por medio de este don, según el profeta, se concedería reposo al pueblo de Dios2. Sin embargo,
lo que se olvida es que a la luz del contexto, el pasaje predice claramente la venida de los asirios sobre el pueblo
de Israel, como castigo a su desobediencia. El versículo 12 se refiere a advertencias proféticas previas que
habían sido desechadas; por esto el castigo ahora está en camino: "A quienes dijo: Este es el reposo con que
haréis descansar al cansado... pero no querréis oír" (sentido que tiene el pasaje en diversas versiones, compárese
con Versión Moderna ―nota del traductor). Afirmar que el reposo de que aquí se habla es producto del hablar
en lenguas, como afirman nuestros amigos pentecostales, es torcer el sentido del texto. El uso que Pablo hace de
este pasaje en 1 Corintios 14:21, además, no apoya la interpretación pentecostal. Porque el argumento de Pablo
no es que el hablar lenguas extrañas produzca reposo, sino más bien que, como en los tiempos del Antiguo
Testamento, así es ahora: esta forma de hablar deja a la gente en su incredulidad, deja sus corazones
endurecidos: "Ni aun así me oirán, dice el Señor".
Otro pasaje profetice presentado por los pentecostales se encuentra en el segundo capítulo de Joel. En la última
parte de este capítulo ocurre la promesa del derramamiento del Espíritu sobre toda carne que Pedro citó el día
de Pentecostés. De esta parte del capítulo los autores pentecostales se dirigen al versículo 23 para encontrar una
referencia a la lluvia temprana y tardía:
Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gózaos en Jehová vuestro
Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre
vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.
Este versículo lo unen con Santiago 5:7, 8 que dice así:
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad
cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con
paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también
vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor
se acerca.
Como el pasaje de Santiago se refiere a la segunda venida del Señor, se supone ingeniosamente que la "lluvia
tardía" se refiere a un acontecimiento que debe preceder inmediatamente a la venida de Cristo. La lluvia debe
relacionarse de algún modo con el derramamiento del Espíritu predicado por Joel. Entonces la conclusión es
obvia: "la lluvia temprana" o primera lluvia tiene que referirse al don de lenguas del día de Pentecostés y en la
iglesia primitiva, mientras "lluvia tardía" tiene que ser la designación del movimiento de lenguas de este último
tiempo3. Con frecuencia se oye que los pentecostales se refieren al avivamiento pentecostal que comenzó en
1901 como el movimiento de la "lluvia tardía". Una implicación de esta expresión, a la luz de los pasajes de
Joel y Santiago, es que el movimiento pentecostal es una señal de la proximidad de la venida de Cristo y del fin
del mundo. Sin embargo, esta interpretación de la lluvia temprana y la lluvia tardía carece de todo apoyo
bíblico, como lo revelará el más elemental estudio de estos pasajes en su contexto4.

2. Pasajes presentados para demostrar que el hablar en lenguas tenía que permanecer en la iglesia.
Carl Brumback, en ¿ Qué Quiere Ser Esto?, refuta el argumento de que la glosolalia era temporal y no tenía el
propósito de seguir en la iglesia señalando dos pasajes que, según él cree, enseñan que Dios quería que el don
de lenguas continuase. El primer pasaje es Marcos 16:17-18.
Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera
demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán.
Aquí Jesús deja muy en claro ―argumenta Brumback― que las lenguas deben permanecer en la iglesia: "Estas
señales seguirán a los que creen ... hablarán nuevas lenguas"5.
Sin embargo, hay dudas en cuanto a la genuinidad de este pasaje. La conclusión larga de Marcos, en la cual
aparece este versículo, falta en los dos unciales más antiguos, el Vaticano y el Sinaítico, Ambos del cuarto siglo
después de Cristo6. Aunque la terminación larga se encuentra en una cantidad de manuscritos posteriores de
este Evangelio, otros manuscritos tienen una terminación breve; por lo menos un uncial (Códice Regio, o
Manuscritos L) tiene las dos terminaciones, la larga y la corta. También hay evidencias internas contra la
genuinidad de la terminación larga: se usan ciertas construcciones y frases que no se usan comúnmente en
Marcos o que no aparecen en todo el Evangelio de Marcos. A la luz de estos hechos, parece altamente
improbable que la terminación larga de Marcos haya sido parte del evangelio original. En consecuencia, la
mayor parte de los comentaristas evangélicos consideran que la terminación larga de Marcos no es genuina,
incluyendo tan connotados sabios conservadores como Ned Stonehouse del Seminario Westminster. Por lo
tanto, no puede ser correcta ni es cortés sugerir, como Brumback, que los que tienen dudas sobre la genuinidad
de Marcos 16:15-20 son como los modernistas que quitan de la Biblia cualquier pasaje que les desagrada 7. Esto
no es cuestión de gusto o disgusto, sino sencillamente una cuestión de evidencia textual precedente de los
manuscritos (Véase nota marginal en Marcos 16:9 en la Versión Moderna, la "terminación corta" de Marcos en
el mismo pasaje en la Versión Hispanoamericana y nota de pie de página en la Biblia de Jerusalén ―nota del
traductor).
Sin embargo, supongamos por un momento que Marcos 16:17-18 es un pasaje con autoridad para nosotros
(quizás aceptándolo como Escritura aun cuando estemos de acuerdo que fue escrito por una persona diferente de
Marcos). Aun entonces tendríamos dificultades con este pasaje. Se recordará que el pasaje no solamente habla
de nuevas lenguas sino también de tomar serpientes y beber cosa mortífera, veneno mortal. Los pentecostales no
se ven muy deseosos de aconsejar a su gente que comience a tomar serpientes o a tomar veneno para probar que
son creyentes verdaderos8. Entonces, ¿cómo dejan a un lado el pensamiento de que las dos señales que se
nombran al final también siguen todavía al que cree? Brumback sostiene que estas señales milagrosas han
desaparecido de la iglesia por falta de fe del pueblo de Dios9. Sin embargo, el problema que hay en esta
explicación es que según Brumback los pentecostales ahora tienen la fe que la iglesia no había tenido en los
siglos anteriores, y que por eso ellos hablan en lenguas10. Pero entonces preguntamos, ¿por qué no toman
serpientes o beben venenos mortales? La única respuesta que Brumback da a esta pregunta es sugerir que en la
iglesia primitiva el tomar serpientes sin recibir daño era hecho "accidentalmente", y que el ser preservados de
veneno mortal ocurrirá solamente cuando ese veneno haya sido tomado inadvertidamente o haya sido
administrado por un enemigo11. Sin embargo, al examinar el texto griego de Marcos 16:18, encontramos que
aunque la declaración acerca de beber veneno está en forma condicional ("si bebieren cosa mortífera, no les
hará daño"), la declaración sobre tomar serpientes no está en forma condicional, sino en futuro del indicativo:
"tomarán serpientes", al igual que la declaración sobre las lenguas: "hablarán nuevas lenguas". Por lo tanto,
según el texto, estas señales seguirán a los que creen: hablarán nuevas lenguas, y tomarán serpientes. Si el
hablar en lenguas debe ser tomado como una señal que confirma a los creyentes en la fe, por qué no llegar a la
conclusión de que el tomar serpientes también debe tener la función de señal? Hay mucha razón para aceptar
una señal al igual que la otra, puesto que en ambos casos el verbo griego está en futuro del indicativo:
lalésousin... araûsin. Si Marcos 16:17-18 es una Escritura con autoridad, ¿por qué las iglesias pentecostales no
tienen cultos en que toman serpientes?
Por lo tanto, por las razones dadas, no creo que Marcos 16:17-18 pruebe que el don de lenguas está en vigencia
todavía para la iglesia de hoy.
Otro pasaje presentado por Brumback para demostrar que la glosolalia tenía que permanecer en la iglesia es 1
Corintios 12:2812. Este pasaje dice así:
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego
profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que
sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

Estoy de acuerdo con Brumback que estas palabras estaban dirigidas no sólo a la iglesia de Corinto, sino a la
iglesia de todos los tiempos; la referencia a los apóstoles prueba esto, porque ciertamente Dios no dio los
apóstoles solamente para la iglesia de Corinto. Brumback va más adelante con su argumento diciendo que
puesto que entre los dones de Dios se mencionan "los que tienen don de lenguas", el don de lenguas debe
todavía estar en la iglesia hoy13.
¿Prueba ésto este pasaje? No en forma concluyente. Porque el texto comienza diciendo que Dios ha establecido
apóstoles en la iglesia. Sin embargo, los apóstoles ya no están con nosotros, como admite el mismo
Brumback14. ¿Podemos entonces estar seguros de que todos los dones mencionados en este versículo están
todavía en la iglesia de hoy? Además, hay algunas expresiones asombrosas en este versículo. ¿Qué se quiere
decir con 'milagros" (dunámeis) ? ¿Están éstos todavía en la iglesia? Nuestros hermanos pentecostales sostienen
que el don de sanidades carísmata iamáton) todavía está en la iglesia. Pero, ¿podemos estar seguros de esto?
¿Qué quiere decir "los que ayudan" (antilépseis) ? ¿Podemos estar seguros de que estos dones todavía existen?
¿Qué se quiere decir por "los que administran (kubernéseis) ? Leon Morris señala que falta comprensión de la
naturaleza exacta de algunos de estos dones. El dice: "Podemos hacer ... conjeturas ... Pero cuando queremos
reducirlo a términos exactos, nos damos cuenta que no sabemos nada acerca de estos dones y las personas que
los poseían. Se han desvanecido sin dejar una huella visible". Ahora yo no estoy afirmando que puedo probar
con este pasaje que las lenguas ya no existen en la iglesia; sólo estoy diciendo que los pentecostales no pueden
probar irrefutablemente con este texto que los dones mencionados en él todavía existen en la iglesia15.

3. Pasajes presentados para probar que hay un bautismo del Espíritu distinto y posterior a la
regeneración, del que el hablar en lenguas es la evidencia física inicial.
Aquí llegamos muy cerca del corazón mismo de la enseñanza pentecostal. Esta es la doctrina central que
distingue a las iglesias pentecos-tales de los demás cuerpos protestantes y que como hemos visto, también es
sostenida por la mayoría de los neopentecostales. Debido a su enseñanza sobre el bautismo del Espíritu Santo,
hay en las iglesias pentecostales una enorme presión para que los creyentes busquen, reciban u obtengan el
bautismo. Algunas veces las personas agonizan durante años con el deseo de recibir este don. Cuando era
estudiante del seminario y vendía Biblias en Luisiana, conversé una vez con una mujer que era miembro de una
iglesia pentecostal.
―¿Y su marido? ―le pregunté.
―¡ Ah! El está buscando ―fue la respuesta.
―¿Buscando? ¿Qué quiere decir?
―Está buscando el Espíritu Santo.
―¿Quiere usted decir ―insistí― que él no es creyente?
―Por supuesto que es creyente.
―Entonces ¿no va a la iglesia?
―Oh, sí. El va a la iglesia todos los domingos.
―Bueno, entonces ¿por qué dice usted que está buscando?
―Porque todavía no ha tenido el bautismo del Espíritu Santo.
―¿Durante cuánto tiempo lo ha estado buscando?
―Por unos diez años.
Es posible imaginarse la tensión espiritual y psicológica que una enseñanza de este tipo puede producir. Cuando
uno no recibe el bautismo del Espíritu Santo de inmediato, hace un mayor esfuerzo. Cuando después de varios
intentos uno todavía no lo recibe, se siente uno malamente frustrado. He leído de personas que tuvieron
problemas mentales porque no pudieron "recibir". Los pentecostales enseñan que aunque uno puede ser salvo
sin el bautismo del Espíritu, quien no haya tenido esta experiencia no tiene una entera consagración ni todo el
poder para el servicio; de aquí que sin el bautismo del Espíritu la vida cristiana de uno está incompleta y el
ministerio se ve estorbado.
Comúnmente se establecen ciertas condiciones para obtener el bautismo del Espíritu. El escritor Charles W.
Conn, de la Iglesia de Dios, menciona las siguientes: separación del pecado, arrepentimiento y bautismo, el oír
con fe, obediencia, deseo intenso, oración por el don. Ralph M. Riggs sugiere las siguientes condiciones: (1)
Debemos ser salvos; (2) debemos obedecer ―esto es, debemos estar perfectamente rendidos a Dios; (3)
debemos pedir; (4) debemos creer16. En relación con esto Riges dice que es bueno esperar o quedar delante del
Señor hasta recibir esta bendición17. Por esto los pentecostales con frecuencia celebran reuniones de espera en
las cuales la gente se queda para recibir el bautismo del Espíritu.
La cuestión básica que debemos enfrentar es de orden exegético: ¿Enseña el Nuevo Testamento lo que nuestros
hermanos pentecostales dicen que enseña? ¿Es el bautismo del Espíritu una experiencia distinta y posterior a la
regeneración ―experiencia por la que todo creyente debiera pasar, y cuya evidencia inicial es el hablar en
lenguas?
Veamos en primer lugar qué enseña el Nuevo Testamento acerca de ser bautizados con el Espíritu Santo. Hay
cuatro casos en los Evangelios en que Juan el Bautista aparece diciendo que Jesús bautizará con el Espíritu
Santo: Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; y Juan 1:33. Los primeros tres son pasajes paralelos; el pasaje de
Lucas (3:16) dice:
"Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la
correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego". La referencia obvia es al derramamiento del
Espíritu que vendría en el día de Pentecostés. En Juan 1:33 dice: "El que me envió a bautizar con agua, aquél
me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu
Santo". Aquí nuevamente la referencia es al derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés.
Estas palabras de Juan el Bautista las cita Lucas en Hechos 1:5 como si hubieran sido dichas por el Señor Jesús:
"Porque Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no
muchos días". Nuevamente la referencia obvia es al derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés. En el
segundo capítulo de Hechos, Lucas describe este derramamiento, y presenta a Pedro diciendo acerca de Cristo:
"Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha
derramado esto que vosotros veis y oís (Hch. 2:33). El derramamiento del Espíritu en Pentecostés, entonces, es
el bautismo del Espíritu que Juan el Bautista y Jesús habían anunciado. Por lo tanto, en los pasajes hasta aquí
citados la expresión "ser bautizados con el Espíritu Santo" no se refiere a una experiencia que cada creyente
individual debe tener algún tiempo después de su regeneración, sino a un acontecimiento histórico que ocurrió
en el día de Pentecostés.
¿Tenía que repetirse este bautismo pentecostal con el Espíritu? Hay una referencia a una repetición de este
bautismo en Hechos 11:16. Pedro está en Jerusalén, relatando a los hermanos de Judea lo que había ocurrido en
la casa de Cornelio en Cesárea pocos días antes. En cuanto comencé a hablarle a Cornelio, dice Pedro, el
Espíritu Santo cayó sobre Cornelio y sobre los que estaban con él, como sobre nosotros al principio. Y ahora
sigue el versículo 16: "Entonces me acordé de lo dicho por el Señor cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en
agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo". Tenemos que reconocer que ésta es una repetición
del bautismo del Espíritu ocurrido en Pentecostés. Al mismo tiempo, cuando Cornelio y su casa y amigos
recibieron el bautismo, hablaron en lenguas y magnificaron a Dios (Hch. 10:46). Tendremos que indagar más
acerca del significado de este bautismo con el Espíritu Santo antes que podamos determinar si es de esperar que
todo creyente pase por una experiencia similar en el día de hoy. Sin embargo, cabe destacar que uno no puede
usar la historia de Cornelio para probar que los creyentes deben tener el bautismo del Espíritu posterior a la
regeneración que la fe da a luz, puesto que en este caso la fe y el bautismo del Espíritu Santo ocurrieron
simultáneamente.
Hay otro lugar donde la palabra bautizar está relacionada con el Espíritu Santo: 1 Corintios 12:13. La verdad
que se discute en el contexto es la de la unidad de la iglesia. El capitulo trata de los dones espirituales, pero ya
en el versículo 4 Pablo argumenta que, aunque hay diversidad de dones, hay un solo Espíritu que distribuye
estos dones. En el versículo 12 Pablo usa la analogía del cuerpo humano: 'Porque así como el cuerpo es uno, y
tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también
Cristo". Ahora sigue el versículo 13:
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo,
sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de
un mismo Espíritu.

Algunos comentaristas (Calvino, Lenski, Grosheide en el Nuevo Comentario Internacional de Eerdmans)


entienden que bautismo aquí se refiere al bautismo literal con agua; otros (Hodge, Barnes) piensan en la
regeneración, que entonces es llamada figurativamente bautismo del Espíritu. Sin embargo, todos estos autores
concuerdan en que el pasaje no se refiere a un bautismo del Espíritu específico distinto y posterior a la
regeneración, sino que describe la unidad en Cristo que todos los creyentes disfrutan en virtud de la obra
regeneradora del Espíritu Santo. Los pentecostales están de acuerdo en que la primera parte de este pasaje se
refiere a la experiencia original de salvación de los creyentes a quienes se dirige18. Sin embargo, Riggs sostiene
que la segunda frase del versículo, "y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu", se refiere al bautismo
del Espíritu Santo en el sentido pentecostal; por lo tanto, afirma que este pasaje habla de dos experiencias: la
salvación y el bautismo del Espíritu Santo19. Sin embargo, la segunda oración es, sin lugar a dudas, paralela
con la primera, y ambas oraciones enfatizan la unidad de todos los creyentes, usando la palabra todos para
indicar que lo dicho se aplica a todos los creyentes. Si la segunda oración omitiese a algunos creyentes, la
argumentación de Pablo se vería derrotada, puesto que no todos los creyentes serian miembros de un cuerpo. Y
sugerir, como Riggs, que todos los miembros de la iglesia de Corinto habían tenido el bautismo del Espíritu en
el sentido pentecostal20 va contra la designación que Pablo hace de los corintios como camales y niños en
Cristo (3:1). Además, sobre la premisa de que este capítulo 12 se aplica no sólo a los corintios, sino a todos los
cristianos21, el versículo entonces enseñaría que todos los cristianos regenerados también han sido bautizados
con el Espíritu en el sentido pentecostal, lo cual los pentecostales niegan. Por lo tanto, debemos concluir que 1
Corintios 12:13 usa la expresión "por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo" como una
descripción de la regeneración de todos los creyentes que es simbolizada por el bautismo con agua, y no
describe una "segunda" obra de gracia" o "un segundo llenamiento con el Espíritu" o "una segunda bendición"
posterior y distinta de la regeneración22.
Estos son los únicos lugares en el Nuevo Testamento que hablan de un bautismo con el Espíritu. Sin embargo,
los pentecostales dicen que otros pasajes hablan de este bautismo del Espíritu con términos diferentes. Por
ejemplo, se dice que la expresión "sellados con el Espíritu" describe el bautismo del Espíritu Santo23. Se dice
que pasajes tales como 2 Corintios 1:22, Efesios 1:13 y Efesios 4:30 describen el bautismo del Espíritu24.
Consideremos uno de estos pasajes, y veamos en qué forma lo toman los pentecostales: Efesios 1:13 dice así:
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa.

Ralph M. Riggs sostiene que en este pasaje "sellados con el Espíritu Santo de la promesa, es el bautismo del
Espíritu Santo25. Emest S. Williams, otro escritor de las Asambleas de Dios, toma la misma posición. Según la
interpretación pentecostal, el bautismo del Espíritu es una experiencia posterior y distinta del nuevo nacimiento,
una experiencia en que uno es completamente lleno con el Espíritu Santo. Sobre la base de la exégesis
pentecostal de Efesios 1:13, Pablo está hablando aquí de una experiencia que no todos, sino solamente algunos
creyentes disfrutan, que es posterior a la regeneración.
Sin embargo, éste no puede ser el sentido que Pablo le da, puesto que él está hablando claramente de una
bendición que viene a todos los creyentes. Toda la doxología de los versículos 3-14 ofrece una alabanza a Dios
por las bendiciones otorgadas a todos los creyentes. Pablo comienza refiriéndose a todos los que reciben su
carta junto con él, cuando dice: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con
toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (v. 3). Sigue alabando a Dios por estas bendiciones
espirituales en los versículos siguientes. En el versículo 13 cambia de la primera a la segunda persona: "En él
también vosotros", refiriéndose ahora a sus lectores, sin incluirse él mismo ―sin embargo, no sólo a algunos de
ellos, sino a todos ellos. "En él también vosotros, habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo
de la promesa" es una oración dirigida a todos los creyentes. Decir que aquí la intención es dirigirse a un grupo
específico de creyentes, distintos de los demás ―personas que han tenido una experiencia en la cual no han
participado los demás creyentes― es hacer violencia al contexto.
El "sello del Espíritu" aludido se refiere a la posesión del Espíritu como una "arras" (v. 14) o garantía de la
herencia de vida eterna que hemos recibido por fe. El Espíritu que ahora mora en nosotros sella esa herencia
para nosotros, le da valor, nos da la seguridad de recibirla. Pero esta refrendación no es una bendición de la que
participan unos pocos creyentes; es compartida por todos los que creen verdaderamente en Cnsto. Para
confirmación de este punto, nótese otro versículo de esta epístola, 4:30: "Y no contristéis al Espíritu Santo de
Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención". En versículos anteriores de este capitulo cuatro,
Pablo se ha estado dirigiendo a todos sus lectores; ¿nos es permitido que ahora supongamos que en el versículo
30 repentinamente se limita a un grupo selecto de ellos?26
Nuestros hermanos pentecostales también sostienen que la expresión "llenos del Espíritu" o "llenos del Espíritu
Santo" describe un bautismo del Espíritu ocurrido después de la conversión 27. Desde luego, es cierto que la
venida del Espíritu sobre los discípulos en el día de Pentecostés es descrita en Hechos 2:4 con estas palabras: "Y
fueron todos llenos del Espíritu Santo". Sin embargo, se dice del grupo de los creyentes en Hechos 4:31:
"Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo"
... Muchos de los que estaban aquí deben de haber estado en el grupo que recibió el Espíritu en Pentecostés. Si
"llenos del Espíritu Santo" quiere decir un bautismo del Espíritu posterior a la conversión. Hechos 4:31 no tiene
sentido; muchos de estos discípulos ya habían recibido su bautismo del Espíritu (como aun los pentecostales
reconocen)28, y no necesitaban recibirlo nuevamente. Si la expresión "llenos del Espíritu" significa un nuevo
llenamiento del Espíritu, como yo creo, entonces el pasaje nada dice acerca de la enseñanza en discusión. En
otras palabras. Hechos 4:31 permite deducir la enseñanza de que los creyentes necesitan ser llenos del Espíritu
repetidas veces; pero no es justo deducir de este pasaje que después que uno se ha convertido necesita ser
bautizado con el Espíritu como una especie de segunda bendición.
Los pentecostales también señalan Efesios 5:18 como un pasaje que ordena a los creyentes que busquen el
bautismo del Espíritu: "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien, sed llenos del
Espíritu”29. Es cierto que aquí se ordena a los creyentes que sean llenos del Espíritu ―esto ningún cristiano lo
niega. Pero la cuestión es:
¿Es este llenamiento del Espíritu una específica segunda bendición posterior a la conversión? Un estudio
cuidadoso de Efesios 5:18 revelará que en este pasaje, Pablo no está hablando de un bautismo del Espíritu que
es una segunda bendición. En medio de una serie de exhortaciones muy prácticas él dice: "Dejad de
embriagaros de vino, pero estad continuamente llenos con el Espíritu". Ambos imperativos están en presente.
La prohibición en presente ("No os embriaguéis con vino") significa "dejad de hacer lo que estáis haciendo"; la
exhortación en tiempo presente ("sed llenos del Espíritu") significa "haced esto continuamente", o "seguid
haciendo esto". En otras palabras, lo que Pablo está ordenando aquí es un estado continuo de ser llenado con el
Espíritu, no una experiencia simple, de una vez para siempre, de segunda bendición. Lejos de implicar que sus
lectores no habían recibido en Espíritu, él supone que han sido sellados con el Espíritu (1:13), y ahora les pide
que estén siempre llenos con aquel Espíritu que les ha dado nueva vida en Cristo. Por lo tanto, Efesios 5:18 no
enseña que los creyentes deben buscar un bautismo con el Espíritu Santo como una experiencia de segunda
bendición una vez por todas30.
Por lo tanto, el único ejemplo claro en que el Nuevo Testamento habla de un bautismo del Espíritu posterior a
Pentecostés es el caso de Cornelio. Sin embargo, debemos añadir inmediatamente que hay otros dos casos en
que leemos de un recibimiento del Espíritu Santo en una especie de experiencia pública después de Pentecostés:
en Hechos 8, donde no se menciona específicamente el hablar en lenguas, y en Hechos 19, donde se menciona
el hablar en lenguas y el profetizar. Los pentecostales dicen que estos tres casos, los samaritanos en Hechos 8,
Cornelio en Hechos 10 y los creyentes efesios en Hechos 19, tomados juntamente con Hechos 2 constituyen una
clara evidencia bíblica de la necesidad de un bautismo del Espíritu posterior a la conversión. En realidad, el
argumento pentecostal en favor del bautismo del Espíritu queda en pié o cae con el material que Hechos
presenta, porque Brumback admite que en "1 Corintios 12-14 no hay el menor apoyo a la idea de que el don de
lenguas esté asociado, en algún sentido directo, con el henchimiento del Espíritu Santo.. ." 31. Si ésto es así, uno
no puede probar con 1 Corintios que la glosolalia es la evidencia física inicial del bautismo del Espíritu;
entonces tiene que probarlo con el libro de Hechos. En consecuencia, ahora daremos un vistazo más detenido a
los pasajes de Hechos recién mencionados.
En el día de Pentecostés los discípulos "fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hch. 2:4). ¿Por qué fue dado el don de lenguas a los 120
discípulos en esta ocasión? Se pueden dar por lo menos dos razones: (1) Su capacidad de hablar en lenguas era
una señal de que verdaderamente habían recibido la prometida plenitud del Espíritu ―esta señal fue dada, se
recordará, con otras dos señales: el sonido como de un viento recio, y las lenguas como de fuego que se
asentaron sobre cada uno de ellos. (2) Su capacidad de hablar en lenguas era para darles la seguridad de que el
Espíritu Santo les daría la capacidad necesaria para comunicar la verdad del evangelio a todo el mundo. No
estoy sugiriendo que los discípulos realmente usaron lenguas para testificar a los extranjeros, porque no
tenemos evidencias que asi lo hicieran (aun en el día de Pentecostés Pedro predicó, según parece, en arameo, el
lenguaje común de Palestina), pero estoy diciendo que la glosolalia sirvió como una señal alentadora de que el
Espíritu les daría el poder de testificar a todas las naciones del mundo.
Por lo tanto, lo que los 120 recibieron en el día de Pentecostés fueron tres señales milagrosas que les aseguraban
que se había realizado el prometido derramamiento del Espíritu. El hablar en lenguas era sólo una de esas
señales. Cuando los pentecostales sostienen que la experiencia de los discípulos en Pentecostés es el patrón para
todos los creyentes en la actualidad32, ¿por qué piensan solamente en la glosolalia y no en el sonido del viento
recio y en las lenguas de fuego?
En esta ocasión Pedro dijo a la multitud: "Arrepentios, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch. 2:38). Los pentecostales
dicen que el "don del Espíritu Santo" aquí descrito, significa el bautismo del Espíritu acompañado con
lenguas33. Por supuesto, esta es una interpretación posibLc. Sin embargo, no es probable por dos razones: (1)
Aunque leemos que muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles (v.43), no se nos dice que los
3.000 convertidos
el día de Pentecostés hablaron en lenguas; y (2) cuando se interpreta así, el pasaje prueba demasiado aún para el
grupo de los pentecostales, puesto que Pedro estaría implicando que el arrepentimiento que hace que uno entre
en posesión de la remisión de pecados es suficiente para la recepción del bautismo del Espíritu ―en otras
palabras, que todos los creyentes automáticamente reciben el bautismo del Espíritu Santo seguido por las
lenguas. Yo prefiero creer, con Calvino, Lenski y Bruce, que "el don del Espíritu Santo" aquí significa el
Espíritu Santo mismo cuando imparte la bendición de la salvación, sin ninguna referencia específica a los dones
Carismáticos tales como la glosolalia. Cuando asi se entiende, Hechos 2 no prueba que todo creyente debe
recibir un bautismo del Espíritu algún tiempo después de haber llegado a la fe. En realidad la exhortación de
Pedro a la multitud implica más bien que cuando uno se arrepiente y cree es cuando se recibe el Espíritu Santo y
no algún tiempo después.
¿Prueban el punto en discusión los demás incidentes de Hechos que hablan de recibir el Espíritu? Consideremos
ahora Hechos 8:4-24. Felipe había ido a la ciudad de Samaría a proclamar a Cristo a los sama-ritanos ―raza
mixta, parte judía y parte gentil. Por cuanto los sa-maritanos se habían apartado de la fe judía, su religión era
una mezcla de verdad y error. Puesto que eran una raza mixta, y por cuanto habían tratado de obstaculizar la
reconstrucción del templo de Jerusalén y sus muros (Esd. 4:4, 5), los judíos odiaban a los samaritanos y no
tenían tratos con ellos (Jn. 4:9). Estos hechos hicieron que el aviva-miento en Samaría fuera muy significativo.
Felipe no solamente predicó, sino también realizó milagros: echó espíritus inmundos y sanó a paralíticos. El
resultado de esta obra fue que muchos creyeron y fueron bautizados. Después dos de los apóstoles, Pedro y
Juan, fueron enviados a Samaría. "Oraron por ellos (por los samaritanos) para que recibiesen el Espíritu Santo:
porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos... Entonces les imponían las manos y recibían el
Espíritu Santo" (Hch. 8:15-17). Nótese que esta recepción del Espíritu se realizó por la agencia de los apóstoles.
A primera vista este pasaje parece una prueba firme de la posición pentecostal. Estas eran personas que, siendo
creyentes, aparentemente no habían recibido el Espíritu Santo. Cuando los apóstoles les impusieron las manos
ellos recibieron el Espíritu Santo. Entonces los pentecostales concluyen que por esta razón los creyentes hoy
deben recibir el bautismo del Espíritu en una experiencia distinta y posterior a la de haber llegado a la fe34.
¿Qué sucedió realmente en Samaría? Antes de la venida de Pedro y Juan, Felipe había obrado muchos milagros.
Después que los creyentes samaritanos hubieran recibido el Espíritu, Simón el mago quiso comprar el poder de
otorgar el Espíritu Santo. Aunque no se nos dice explícitamente que los samaritanos hablaron en lenguas
después que los apóstoles les impusieron las manos, es obvio que tiene que haber habido alguna evidencia
pública de que habían recibido el Espíritu. Por lo tanto, podemos concordar con nuestros hermanos
pentecostales en este punto de que los samaritanos hablaron en lenguas probablemente, aunque debe recordarse
que Lucas no dice que lo hicieran. También puede ser que los samaritanos revelaran la presencia de otros dones
Carismáticos: quizás profecía, o dones de sanidades. Este último don había sido ejercido previamente por
Felipe; al ejercerlo posteriormente un número de samaritanos, ésto podría haber causado impresión a Simón,
que antes había estado asombrando a la gente con sus poderes mágicos.
Pero ahora surge la pregunta: ¿Por qué fueron otorgados estos dones especiales del Espíritu a los samaritanos?
Una respuesta, y una importante, sería decir que aquí en Samaría el poder del evangelio derrotaba de ese modo
al poder oculto de las artes mágicas. Esto sería importante debido a la situación local. Pero una razón aun más
importante seria esta: así la iglesia samaritana quedaba en un plano de completa igualdad con la de Jerusalén, ya
que los samaritanos habían recibido igualmente los dones especiales del Espíritu. Así los judíos cristianos, que
tenían la tendencia de mirar en menos a los samaritanos, podrían estar seguros de que los samaritanos tenían
iguales derechos en la iglesia que ellos. Por eso podríamos decir que lo ocurrido en Samaría fue una especie de
extensión de Pentecostés, necesaria porque la iglesia ahora se expandía hacia un territorio que antes era hostil.
Dado el prejuicio judio contra los samaritanos, bien puede uno imaginar que se necesitaba una tremenda
demostración del poder del Espíritu para convencer a los más duros de los judíos cristianos que era correcto
llevar el evangelio a los samaritanos.
¿Prueba este pasaje que todo creyente debe recibir el bautismo del Espíritu con posterioridad a su conversión?
Como veremos un poco más adelante, en el libro de los Hechos hay muchos casos en que estos dones especiales
del Espíritu no fueron concedidos a la gente después que llegaron a la fe. Por lo tanto, obviamente, lo ocurrido
en Samaría fue algo excepcional. Siendo esto así, no tenemos derecho a concluir que todo creyente debe recibir
los dones especiales del Espíritu comparables a los otorgados en Samaría.
Pasamos ahora a Hechos 10:44-46, el pasaje que describe el descenso del Espíritu sobre Cornelio y los que
estaban con él. Mientras Pedro estaba hablando en la casa de Cornelio, así dice el pasaje, el Espíritu
cayó sobre todos los que oían el discurso; y los judíos que estaban con Pedro (más adelante se dice que eran
seis) quedaron asombrados, porque oyeron a estos gentiles que hablaban en lenguas y magnificaban a Dios. En
el capítulo 11:15-17 encontramos a Pedro relatando estos sucesos delante de los hermanos de Jerusalén; se
recordará que aquí él describe lo ocurrido como un bautismo del Espíritu Santo. Pedro también establece una
semejanza con lo ocurrido en el día de Pentecostés: "Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a
nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios" (vs. 17). En otras
palabras, Pedro aduce la especial concesión del Espíritu sobre Cornelio y su grupo como una evidencia
indisputable de que Dios estaba aceptando a los gentiles en su pacto.
¿Apoya este pasaje la posición pentecostal de que todo creyente debe tener un bautismo del Espíritu posterior a
la conversión?35 No; ya hemos notado que en el caso de Cornelio el otorgamiento del Espíritu fue simultáneo
con la llegada de ellos a la fe. Además, debiéramos observar otra vez que la concesión a Cornelio y su grupo de
ciertos dones especiales del Espíritu (hablaron en lenguas y magnificaron a Dios) sirvió a un propósito único.
Durante siglos los judíos no habían llevado la verdad salvadora de Dios a los gentiles, salvo casos muy raros.
Pedro mismo tenía tantas objeciones que le impedían ir a la casa de Cornelio que tuvo que recibir una visión
especial y oír una voz especial del cielo que lo convenciera de que debía ir. Se necesitaba una poderosa
demostración del poder del Espíritu para convencer a los judíos cristianos ultraconservadores de Jerusalén de
que ahora los gentiles tenían igual oportunidad que los judíos de recibir el evangelio. La barrera entre judíos y
gentiles era aun mayor que la que había entre judíos y samaritanos.
Así ahora podemos ver la razón para el otorgamiento de dones especiales a Cornelio y su familia. Era una clara
demostración de que los gentiles podrían ser salvos y que los judíos cristianos no tenían que vacilar para recibir
a los gentiles convertidos en su comunión a los gentiles convertidos. Por lo tanto, lo ocurrido en Cesárea fue
otra extensión de Pentecostés, esta vez en el círculo de los gentiles. Esta fue una extensión o repetición de
Pentecostés, lo que queda completamente fuera de dudas en Hechos 11:15, donde Lucas escribe que Pedro dijo:
"Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio", y
en el versículo 17 donde Pedro sigue diciendo: "Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a
nosotros". La recepción de dones Carismáticos del Espíritu colocaba a estos gentiles en igualdad con los
cristianos samaritanos y con los cristianos judíos. Pero no se dice que todos los que vinieron a la fe en aquellos
días recibieron estos dones Carismáticos, como veremos más adelante. En consecuencia, el hecho de que
Cornelio y su casa hayan recibido el poder de hablar en lenguas de ningún modo prueba que cada creyente debe
recibir este don.
Pasamos ahora a Hechos 19:1-7, el pasaje más desconcertante de todos los pasajes de Hechos relacionados con
la glosolalia. Cuando Pablo llegó a Efeso en su tercer viaje misionero, encontró allí ciertos discípulos, doce en
total. La pregunta que primero les hizo se cita con frecuencia de este modo: "Habéis recibido el Espíritu Santo
después que creísteis?" (v. 2, versión Reina-Valera 1909). Cuando la pregunta se lee de este modo36, parece
apoyar la posición pentecostal de que uno debe recibir el Espíritu Santo algún tiempo después que uno ha
llegado a ser creyente. Sin embargo, se podría preguntar con justa razón si hemos de preferir aquí la versión
citada. El griego dice: ei pneuma hágion elábete pisteúsantes. Tenemos aquí un verbo definido en el tiempo
aoristo (elábete'), seguido por un participio aoristo (pisteúsantes'). Por supuesto, reconocemos que el tiempo del
participio en griego no da idea de tiempo, y que un participio aoristo por lo tanto puede expresar un tiempo
contemporáneo con el verbo principal o anterior al del verbo principal. La determinación del tiempo del
participio depende del contexto.
Por lo tanto, en abstracto, la traducción de la versión Reina-Valera 1909 es posibLc. Sin embargo, la pregunta
es si el contexto exige tal traducción. Realmente aquí el contexto no es decisivo, puesto que los discípulos no
habían recibido el Espíritu Santo en el tiempo en que la pregunta fue formulada. Los intérpretes del pasaje
generalmente suponen que recibir el Espíritu Santo se refiere específicamente a la recepción especial de
manifestaciones Carismáticas del Espíritu, tales como el hablar en lenguas. Si ahora tratamos de solucionar la
cuestión considerando los precedentes, no podemos tampoco recibir una respuesta decisiva, puesto que en
Samaría los dones Carismáticos fueron concedidos después del primer ejercicio de la fe, mientras en Cesárea
estos dones fueron otorgados simultáneamente con la fe.
Si la intención hubiera sido hacer cuestión de la prioridad de la fe para la recepción del Espíritu, Lucas podría
haber cambiado la construcción de la oración para dejar bien claro esto. La traducción más natural de la
pregunta del versículo 2 es esta: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?" (como en Reina-Valera 1960;
literalmente, ¿recibisteis el Espíritu Santo creyendo?). Aunque la interpretación de todo el pasaje no depende de
la traducción de este versículo, y aunque admito que la traducción de 1909 es posible, yo creo que debemos
preferir aquí la traducción de la versión Reina-Valera 1960: "¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?"
La respuesta de los doce discípulos es reveladora: "No, ni siquiera hemos oído que el Espíritu Santo haya sido
dado" (sentido que le da la American Standard Versión).37 El texto griego dice literalmente: "Ni siquiera
hemos oído si hay Espíritu Santo". Sin embargo, tenemos una construcción similar en Juan 7:39, donde el mejor
texto griego dice:
"Porque todavía no había Espíritu, porque Jesús no estaba aún glorificado"; aquí la generalidad de los
traductores han dado este sentido al versículo: "Pues aún no había venido el Espíritu Santo" (Reina-Valera
1960). Del mismo modo, en Hechos 19:2 en vez de la palabra hay debiera decirse ha sido dado, como lo hacen
los traductoras de la American Standard Versión antes citada. Lo que significa la respuesta de ellos es esto:
estos creyentes efecios aún no habían oído del derramamiento del Espíritu ―en otras palabras, eran ignorantes
en lo que respecta a lo ocurrido en Pentecostés.
Luego Pablo descubrió que habían sido bautizados en el bautismo de Juan. Bien podría ser que ellos hubiesen
sido bautizados por Apolos, que había llegado a Efeso con anterioridad a la llegada de Pablo, y que conocía
solamente el bautismo de Juan (Hch. 18:25). El bautismo de Juan era un bautismo prepentecostal. Ahora Pablo
explicó a estos creyentes que puesto que Cristo había venido, había cumplido su misión en la tierra, había
resucitado de entre los muertos, y había derramado el Espíritu Santo sobre la iglesia, este bautismo anunciatorio
era inadecuado. Consecuentemente, Pablo ahora los bautizó en el nombre del Señor Jesús ―este no fue un
rebautismo realmente, sino su primer bautismo cristiano, necesario porque ellos habían sido bautizados
solamente en el bautismo de Juan. Después que los hubo bautizado. Pablo les impuso las manos y "vino sobre
ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban" (Hch. 19:6).
Ahora bien, ¿por qué estos doce discípulos en Efeso recibieron el don de lenguas y el don de profecía, dos de
los dones especiales del Espíritu Santo? Porque ellos ni siquiera habían oído del derramamiento del Espíritu
Santo, y por lo tanto debían ser convencidos sin que quedara sombra de duda de que este gran acto redentor
había ciertamente ocurrido. Aunque Pablo probablemente les habló de Pentecostés, describiéndoles las señales
especiales dadas a los discípulos en aquel día, el camino más seguro de convencer a estos efesios que
Pentecostés había ocurrido era darles dos de los dones especiales del Espíritu que habían sido otorgados a los
discípulos en aquel día: glosolalia y profecía. En otras palabras, ésta fue une especie de prolongación de
Pentecostés a Efeso, necesaria debido a que un grupo prominente de creyentes allí (Bruce los llama el núcleo de
la iglesia de los efesios) tenía una comprensión inadecuada del cristianismo. Mientras la glosolalia en Samaría y
en Cesárea había ocurrido por causa de la iglesia toda, la glosolalia en Efeso ocurrió primariamente por causa
de estos creyentes efesios, y por amor a la iglesia de Efeso de la que ellos eran el núcleo. Se recordará que fue
en Efeso que Aquila y Priscila tuvieron que exponer más exactamente el camino de Dios, y que Apolos había
sido muy influyente en esta ciudad. En otras palabras, podría haber habido otros en Efeso que sólo habían sido
bautizados con el bautismo de Juan, y que por lo tanto, también necesitaban la prueba incontrovertible de que el
Espíritu Santo verdaderamente había sido derramado en el día de Pentecostés.
Volviendo a nuestra pregunta principalmente, ¿prueba lo ocurrido en Efeso que todo creyente con posterioridad
a su conversión debe recibir el bautismo del Espíritu Santo evidenciado por las lenguas? No. Por dos razones:
(1) La fe que estos creyentes efesios tenían cuando Pablo fue a ellos no era una fe cristiana en todo el sentido,
sino una fe incompleta. (2) Había circunstancias especiales que hicieron que la concesión de la glosolalia a esos
discípulos fuera necesaria; de aquí que no estemos justificados si sacamos la conclusión de que la recepción del
don de lenguas constituye un patrón normativo para todos los creyentes.
Corresponde hacer tres observaciones acerca del otorgamiento de dones especiales del Espíritu a los grupos ya
descritos:
(1) En cada uno de los cuatro casos mencionados (Pentecostés, Samaría, Cesárea y Efeso), el don especial del
Espíritu, incluyendo el hablar en lenguas (si suponemos que hubo lenguas entre los samarita-nos), fueron
otorgados a grupos enteros. En ninguno de estos casos encontramos lo que es común entre las iglesias
pentecostales, esto es, que algunos en la congregación han recibido el bautismo del Espíritu y por lo tanto han
experimentado la glosolalia, mientras otros no han tenido tal experiencia.
(2) En los últimos tres casos que acabamos de examinar, los dones especiales del Espíritu (incluyendo la
capacidad particular de hablar en lenguas) fueron otorgados a personas que no los pidieron. Esto fue así en
Samaría (los apóstoles oraron pidiendo que los samaritanos recibiesen el Espíritu Santo, pero no se nos dice que
los samaritanos lo pidieran), en Cesárea (donde la venida del Espíritu sobre la casa de Cornelio fue tan
sorprendente para Gomelio como para Pedro), y en Efeso (donde Pablo impuso las manos a los creyentes
efesios, pero no se nos dice que los efesios mismos pidieron un derramamiento especial del Espíritu sobre
ellos). Cuando los pentecostales sugieren que el bautismo del Espíritu
Santo, que debe ser seguido por la glosolalia, es algo por lo que el creyente tiene que luchar con Dios por medio
de una agonía en oración, están estableciendo un requisito que no existió en el caso de los samaritanos, los de la
casa de Cornelio o de los discípulos en Efeso.
(3) Aunque es cierto que los discípulos permanecieron en Jerusalén mientras esperaban el derramamiento del
Espíritu Santo, dado que esa había sido la orden de Jesús (Lc. 24:49), no encontramos un pasaje que nos diga
que los otros tres grupos estuvieran comprometidos en una especie similar de "espera del Espíritu Santo". Los
convertidos samaritanos no estaban haciendo tal cosa antes de la llegada de Pedro y Juan, y tampoco era esa la
situación de los discípulos en Efeso antes que llegara Pablo. En cuanto a Cornelio, aunque esperaba que Pedro
viniera, por cuanto había sido instruido mediante una visión que enviara a buscar a Pedro (10:5), él no estaba
esperando en forma particular el bautismo del Espíritu Santo, sino esperaba que el mensaje del evangelio le
fuera llevado por Pedro. Por lo tanto, cuando los pentecostales le piden a la gente que participen en reuniones de
"espera" ―reuniones que con frecuencia duran hasta muy tarde en la noche y en las que la gente espera recibir
el bautismo del Espíritu Santo― apelando a Lucas 24:49 como apoyo bíblico 38, están haciendo una aplicación
impropia de este pasaje. El texto dice: "He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto". Jesús le dio a sus
discípulos estas instrucciones en relación con un acontecimiento histórico específico que estaba por ocurrir: El
derramamiento del Espíritu Santo. Convertir las "reuniones de espera" en una parte regular del programa de la
iglesia es reducir a una práctica normativa algo que fue ordenado en un momento especifico de la historia como
una preparación para un acontecimiento único.
Antes de dejar este material de Hechos, me gustaría señalar que aparte de los cuatro incidentes descritos, no hay
mención de glosolalia en el libro de Hechos. Cuando los pentecostales nos dicen que están convencidos de la
importancia del hablar en lenguas por la frecuente aparición de estas en el libro de Hechos, ellos están viendo
más glosolalia en Hechos que lo que el texto nos permite ver. Antes notamos que, según los pentecostales, la
expresión "lleno del Espíritu" designa un bautismo del Espíritu posterior a la conversión, cuya evidencia es la
glosolalia39. Sin embargo, he hallado los siguientes casos en el libro de Hechos en que se dice que la gente fue
llena del Espíritu Santo y en los que no hay mención alguna de las lenguas: Hechos 4:8 (Pedro ante el sanedrín),
4:31 (los creyentes oran juntos ―este pasaje lo consideramos anteriormente), 6:3 (los siete diáconos), 6:5 y
7:55 (Esteban), 9:17 (Saulo en el momento de su bautismo) 40, 11:24 (Bernabé), 13:9 (Pablo en Chipre), 13:52
(los discípulos en Antioquía de Pisidia). En Hechos se aplica solamente una vez la expresión "lleno del Espíritu
Santo" a personas que recibieron el don de lenguas: Hechos 2:4. Esta expresión no se usa con los samaritanos,
la casa de Cornelio, o los creyentes efesios. En los otros nueve casos en que se usa la expresión "llenos del
Espíritu" en Hechos, no se menciona la glosolalia. Por lo tanto, los pentecostales no están en lo correcto al
suponer que esta expresión siempre describe un bautismo del Espíritu seguido por la glosolalia.
Pero hay más evidencia contra la posición de los pentecostales. Repetidas veces los pentecostales nos dicen que
el patrón del libro de Hechos es normativo para los cristianos en el día de hoy. Sin embargo, como hemos visto,
hubo razones excepcionales por las que la glosolalia fue otorgada en Pentecostés, Samaría, Cesárea y Efeso
―razones que no se aplican a todos los creyentes en la actualidad. Para demostrar este último punto, presento
los siguientes casos del libro de Hechos en que hubo personas de las que se dice que fueron conducidas a la
salvación pero no se dice que hablaran en lenguas: 2:41 (los tres mil convertidos del día de Pentecostés), 3:7-9
(el cojo que fue sanado), 4:4 (los que se convirtieron después de la sanidad del cojo, cuando el número de los
que habían creído llegó a 5.000) ,5:14 (los muchos que llegaron a la fe después de la muerte de Ananias y
Safira), 6:7 (una gran compañía de sacerdotes), 8:36 (el eunuco etíope), 9:42 (los muchos que creyeron después
que Dorcas fue resucitada), 11:21 (los que se volvieron al Señor en Antioquía de Siria), 13:12 (el procónsul en
Chipre), 13:43 y 48 (creyentes en Antioquía de Pisidia), 14:1 (creyentes en Iconio), 14:21 (discípulos en Derbe).
16:14 (Lidia), 16:34 (el carcelero de Filipo), 17:4 (los creyentes en Tesalónica), 17:11-12 (los bereanos), 17:34
(los atenienses), 18:4 (los de Corinto), 18:8 (Crispo y otros corintios), 28:24 (algunos de los judíos en Roma).
Ahora debiera quedar en claro que la evidencia hallada en el libro de los Hechos no apoya la posición
pentecostal de que la glosolalia que acompaña a una experiencia de bautismo del Espíritu es la norma corriente
para todos los creyentes.
En resumen, hemos encontrado que cuatro veces se usa la expresión "bautizar con el Espíritu" en los Evangelios
y una vez en el libro de Hechos para denominar el acontecimiento histórico del derramamiento del Espíritu en el
día de Pentecostés. Solamente una vez se usa la expresión para señalar la repetición de este bautismo, en
Hechos 11:16, donde se refiere a lo ocurrido en Cesárea. Lo ocurrido en Cesárea era una extensión de
Pentecostés a los gentiles, así como lo ocurrido en Samaría era una extensión de Pentecostés a los samaritanos,
y lo ocurrido en Efeso era una extensión de Pentecostés a los discípulos que ni siquiera habían oído que el
Espíritu Santo hubiese sido derramado. En cada uno de estos casos hubo circunstancias especiales que hicieron
necesario este tipo de extensión. Sin embargo, respecto de la inmensa mayoría que el autor de Hechos presenta
como personas que acuden a la fe, nada se dice en el sentido de que hayan hablado en lenguas. Además, no hay
pruebas que expresiones tales como "sellados con el espíritu Santo", o "llenos del Espíritu" señalen un bautismo
del Espíritu posterior a la conversión evidenciado por la glosolalia. Por lo tanto, mi conclusión es que no hay
evidencia bíblica para la doctrina pentecostal de que todo creyente debiera buscar un bautismo del Espíritu
posterior a la conversión evidenciado por la señal física inicial de la glosolalia.

4. La discusión de la glosolalia en. 1 Corintios 12-14.


Estos capítulos constituyen la única sección de la Biblia en que la glosolalia se discute en detalle; por esto es
importante que conozcamos su enseñanza principal. Se podrá observar desde el comienzo que si la glosolalia es
tan importante como los pentecostales y neopentecostales dicen que es, es extraño que el Apóstol Pablo discuta
la glosolalia solamente en una de sus epístolas, y que no se haga referencias al tema en ninguna otra epístola del
Nuevo Testamento. Esto no es sugerir que el tratamiento de la glosolalia en 1 Corintios 12-14 no sea
importante, sino solamente decir que el hablar en lenguas tiene un papel de menor importancia relativa en el
Nuevo Testamento.
Antes de proceder a analizar la enseñanza de estos capítulos, sin embargo, debemos hacer frente a un par de
cuestiones previas. ¿ Eran las lenguas habladas en Corinto similares a las que aparecen en el libro de Hechos?
Como ya hemos visto, la mayoría de los pentecostales parecen tomar la posición de que en cuanto a su
naturaleza, las lenguas habladas en Corinto y las de Pentecostés eran idénticas, pero diferían en cuanto a los
propósitos para los que fueron usadas.
Al comparar los relatos de Hechos con la discusión del tema en 1 Corintios, queda claro que hubo importantes
diferencias entre la glosolalia de Hechos y la que se practicaba en Corinto: (1) La glosolalia de Corinto sólo
podía ser comprendida cuando se interpretaba; sin embargo, es claro que no fue así en los casos registrados en
Hechos. (2) El propósito de la glosolalia en Corinto era edificación, ya fuera para el individuo mismo o para la
congregación (en caso que las lenguas fuesen interpretadas). Sin embargo, el propósito de la glosolalia en
Hechos era la validación y confirmación del derramamiento del Espíritu Santo.
(3) La glosolalia registrada en Hechos ocurrió en circunstancias muy especiales, cuando era necesaria una
extensión de Pentecostés. Sin embargo, no hay indicación de que esas circunstancias especiales se dieran en
Corinto. (4) En Hechos la glosolalia "parece haber sido una experiencia inicial irresistible y temporal, pero en
Corinto era un don con-dnuo que estaba bajo el control del que lo tenía" (1 Co. 14:27,28). (5) En cada caso de
glosolalia registrado en Hechos, cada persona del grupo afectado habló en lenguas. Sin embargo, en Corinto no
todos hablaban en lenguas (véase 1 Co. 12:30).
Por lo tanto, yo creo que hay importantes diferencias entre la glosolalia de Hechos y la de 1 Corintios. Es difícil
decir si estas diferencias son solamente de propósito y operación y no de la naturaleza misma de la glosolalia,
como afirma Brumback41. Los comentaristas están muy divididos en esta cuestión; aunque la mayoría reconoce
que las lenguas del día de Pentecostés eran idiomas extranjeros, algunos sostienen que las lenguas en Corinto
era expresiones extáticas diferentes de los idiomas ordinarios. Parece difícil, si no imposible, emitir un juicio
definitivo en este asunto. Sabemos positivamente que el don de lenguas era un don espiritual concedido a una
cierta cantidad de miembros de la iglesia corintia.
Después volveremos a considerar la cuestión sobre si estamos en lo justo al suponer que la glosolalia es uno de
los dones del Espíritu que todavía se da en la iglesia de hoy. Los pentecostales insisten en que el don de
lenguas, así como los demás dones milagrosos del Espíritu mencionados en 1 Corintios 12:8-10 y 28, todavía
está en la iglesia en la actualidad. En este punto concedamos a nuestros hermanos pentecostales el beneficio de
la duda, y supongamos mientras tanto que la glosolalia es uno de los dones que el Espíritu Santo todavía otorga
a los creyentes en el día de hoy. Con el trasfondo de esta suposición, veamos lo que Pablo dice acerca de la
glosolalia en 1 Corintios 12-14.
Sin embargo, debemos recordar que la discusión de Pablo sobre las lenguas en 1 Corintios no puede ser usado
para probar que la glosolalia es la evidencia indispensable de que uno ha recibido el bautismo del Espíritu
Santo. Porque el mismo Carl Brumback concede que la glosolalia en 1 Corintios no tiene relación directa con el
ser llenos del Espíritu Santo42. Se recordará que los pentecostales distinguen entre las lenguas como evidencia
del bautismo del Espíritu y las lenguas como un don que uno puede seguir ejerciendo 43. Nuestros amigos
pentecostales sostienen que las referencias a las lenguas que se encuentran en el libro de los Hechos describen
las lenguas como "evidencia", mientras la discusión de las lenguas en 1 Corintios trata de las lenguas como un
"don"44.
Por lo tanto, de acuerdo con su propio reconocimiento, no se puede probar con los pasajes de 1 Corintios que la
glosolalia es la evidencia del bautismo del Espíritu. Por lo tanto, la defensa de la glosolalia como evidencia del
bautismo del Espíritu se sostendrá o fracasará de acuerdo con lo que el libro de los Hechos presente.
Entonces, ¿qué obtienen los pentecostales del material presentado en 1 Corintios? La idea de que la glosolalia es
un valioso don espiritual. El valor de este don, dicen ellos, es doble: tiene un propósito devocional y un
propósito congregacional45. Insistiendo que Pablo en estos capítulos no desacredita las lenguas, Brumback
responde a varios argumentos que desvirtuaban las lenguas sobre la base del material presentado por la epístola
a los Corintios46, y llega a hacer una lista de quince afirmaciones de 1 Corintios 14 que, alega, muestran que
Pablo favorecía el don de lenguas47.
Entonces, consideremos 1 Corintios 12-14 para ver si estos capítulos dan a la glosolalia el alto valor que
actualmente le atribuyen los que hablan en lenguas. Sin embargo, primero debiéramos hacer un par de preguntas
acerca de la naturaleza de la iglesia en Corinto. La iglesia de Corinto era una iglesia problema. Como alguien ha
dicho, le causó al apóstol Pablo más dolores de cabeza y quebrantos de corazón que cualquier otra iglesia que
haya atendido. Algunos de los problemas que tuvo que enfrentar allí fueron: el problema de divisiones y
disputas, la tolerancia de la inmoralidad franca, la presentación de juicios públicos contra otro hermano, la
tentación de caer en la idolatría al comer carne ofrecida a los ídolos, abusos en conexión con la cena del Señor,
y la negación de la resurrección del cuerpo.
Con este antecedente a la vista, podemos comprender que los corintios también tenían problemas en relación
con los dones espirituales. El problema de ellos no era que les faltasen dones espirituales (véase 1:7, "nada os
falta en ningún don"), sino que abusaban de ellos. Según los capítulos 12-14 se hace evidente que muchos
corintios estaban poniendo el don de lenguas en la cima de la lista de dones espirituales, se enorgullecían de
poseerlos, y los practicaban en exceso en las reuniones de la congregación. La preponderancia de una especie de
hablar extático entre sacerdotes y sacerdotizas en trance en los oráculos griegos (particularmente el de Apolo en
Delfos, que no estaba lejos), ayudarían a explicar el elevado valor atribuido por los corintios a la glosolalia.
Ahora, al estudiar lo que Pablo escribió sobre glosolalia en estos capítulos, quedará completamente claro que
uno de sus propósitos principales era mostrar que el don de lenguas no alcanza a tener el elevado valor que
muchos de los corintios le atribuían.
Lo que primero nos sorprende es que en las dos listas de dones espirituales dadas en el capítulo 12 (vs. 8-10 y
28) las lenguas y la interpretación de lenguas se mencionan al final. Esta posición es intencional. La evaluación
que Pablo hace del don de lenguas es tan diferente de la de los corintios que, aunque muchos corintios eran
partidarios de ponerlo en primer lugar, él lo pone en el último lugar. En realidad, lo que es aun más
sorprendente es que en las otras dos listas de dones y oficios espirituales, esto es, en Efesios 4:11-12 y Romanos
12:6-8, no se hace la más mínima mención de las lenguas. En el pasaje de Romanos Pablo menciona dones tales
como el de exhortar, dar o repartir, presidir y mostrar misericordia; ciertamente si el don de lenguas tuviera una
importancia sobresaliente entre los dones del Espíritu, aquí debería haber sido señalado, pero no encontramos
ninguna huella de ello. En 1 Corintios 12, Pablo está diciendo, por lo tanto, a los corintios: puesto que hay
tantos dones del Espíritu, ¿por qué ir al extremo para enfatizar el menor de estos dones? Seguramente, además,
el orden de estas listas tienen un mensaje para los que hablan en lenguas en la actualidad, los que parecen querer
enaltecer hasta lo sumo el don de lenguas como si fuese el don espiritual por excelencia.
En 1 Corintios 12:12-27, Pablo compara la iglesia con un cuerpo de muchos miembros. Su argumento es que los
diversos miembros de la iglesia tienen diversos dones y que por lo tanto no podemos esperar que todos tengan
el mismo don. En el versículo 17, Pablo dice: "Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿adonde estaría el oído? Si todo
fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?" Podríamos parafrasear este pasaje en la forma siguiente: "Si todo el cuerpo
fuese de habladores de lenguas, ¿dónde estarían los maestros?" Y en el versículo 11 él afirma que todos los
dones vienen del Espíritu, que reparte a cada uno según su propio querer. El peso del argumento de Pablo es: no
deseéis todos vosotros el don de lenguas, puesto que no sabéis si el Espíritu quiere daros a todos vosotros este
don, y puesto que la iglesia no sería un buen cuerpo si todos los miembros de ella desempeñaran la misma
función exactamente.
Por el versículo 30 de este capítulo sabemos que no todos los miembros de la iglesia de Corinto tenían el don de
lenguas: "¿Hablan todos lenguas?" A medida que leemos el capítulo, nos va quedando la impresión de que los
que no tenían el don de lenguas se veían tentados a sentirse inferiores a los que hablan, puesto que se ensalzaba
tanto este don. La argumentación de Pablo en los versículos 12-27, sin embargo, es que una persona que no
tiene el don de lenguas en nada es inferior a la que lo tiene, y que la posición en la iglesia de quien no habla en
lenguas no es de inferior importancia que la del que habla en lenguas. Todos los miembros del cuerpo de Cristo
son necesarios, y por lo tanto un miembro no puede decir del otro: "No te necesito" (v. 21). La enseñanza de la
Escritura en este pasaje debiera hacer que cesara toda pretensión de que la posesión del don de lenguas da a uno
una posición de preeminencia sobre otros que no poseen ese don. Además, podría observarse que Pablo no
hubiera dicho algo así si, como pretenden nuestros hermanos pentecostales, fuese cierto que la capacidad de
hablar en lenguas (aun como una experiencia inicial) pusiera a la persona en una categoría especial de creyente
que ha recibido la plenitud del Espíritu, aparte de los demás creyentes que no lo han recibido. Ni en este
capítulo ni en el capítulo 14 hay la más mínima implicancia de que la glosolalia pueda tener una significación
tan grande como la que los pentecostales le atribuyen en conexión con el bautismo del Espíritu Santo.
En 12:31 Pablo dice: "Procurad, pues, los dones mejores" (o los dones mayores). Estas palabras implican que
hay dones de mayor o menor valor. Al poner las lenguas y la interpretación de lenguas en el final de las dos
listas de dones espirituales. Pablo da a entender que no considera el don de lenguas como uno de los dones
mejores o mayores.
"Mas yo os muestro un camino más excelente", continúa diciendo Pablo y acto seguido escribe el famoso
capítulo del amor (capítulo 13). Aunque este capitulo con frecuencia se lee solo, tiene una muy importante
función en el contexto. Antes de continuar la discusión de las lenguas. Pablo quiere decirle a los corintios y a
nosotros que hay algo mucho más importante, no sólo el don de lenguas, sino que todo otro don especial del
Espíritu. Por lo tanto, dice: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como
metal que resuena y címbalo que retiñe" (13:1). No es que alguien haya pretendido hablar lenguas angélicas; la
oración es hipotética. Pablo está diciendo: supongamos que yo haya alcanzado la cúspide misma del hablar en
lenguas; supongamos que no sólo sea capaz de hablar en lenguas humanas desconocidas sino también en
idiomas de ángeles; si no tengo amor, sería como un ruidoso gong o como un címbalo que retiñe. Mi vida
estaría vacía, sería superficial, hipócrita.
La lección es obvia. Aunque el hablar en lenguas tenga algún valor, un valor limitado como veremos luego, es
mucho más importante que nuestras vidas estén llenas de amor. Por lo tanto, nuestra primera preocupación
jamás debe ser sólo el cultivo de un don como el de hablar en lenguas; siempre debe ser el cultivo del amor que
es mayor aun que la fe o la esperanza. Aunque Pablo va a dar una mayor importancia a la profecía que a las
lenguas en el capítulo 14, el versículo 2 del capítulo 13 enseña que el cultivo del amor es mucho más importante
aun que el ejercicio de la profecía: "Y si tuviese profecía..., y no tengo amor, nada soy". El mensaje insistente
de todo el capítulo es: si "no tengo amor, de nada me sirve" (v. 3).
Pablo comienza el capítulo 14 repitiendo el énfasis principal del capítulo 13: "Seguid el amor; y procurad los
dones espirituales, pero sobre todo, que profeticéis". En otras palabras, cualesquiera que sean los dones que
tengáis, deben ser usados siempre de tal manera que sean una expresión de amor; de otro modo estaréis
abusando de ellos. El uso de un don para vuestro prestigio u honra personal es incorrecto ―ciertamente Pablo
estaba aquí poniendo el dedo en una dolorosa lloga de la iglesia de Corinto.
Mientras que muchos corintios parecían haber preferido el don de lenguas por sobre todos los demás. Pablo
pone el don de profecía por sobre el de lenguas: "pero sobre todo que profeticéis". La razón dada es realmente
una ampliación del capítulo 13: "...el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y
consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia"
(14:3,4)48. Es evidente que las lenguas que se hablaban en Corinto no podían comprenderlas los oyentes si no
eran interpretadas. En vista de la importancia del amor y en vista del hecho de que con nuestros dones tenemos
que servir a toda la iglesia, es obvio que la profecía es superior a las lenguas" 49. Porqup aunque con las
lenguas nos edificamos a nosotros mismos (lo que es bueno), por medio de la profecía edificamos a toda la
iglesia (lo que es muchísimo mejor). Luego Pablo prosigue: "Así que quisiera que todos vosotros hablaseis en
lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que
las interprete para que la iglesia reciba edificación" (v. 5). Es como si yo pudiera decirles a mis alumnos en el
seminario: Me gustaría que todos tocaseis el piano, pero preferiría que predicaseis la Palabra con poder y
convicción. Galvino lo expresa así:
El [Pablo] observa, por lo tanto, un medio admirable, al desaprobar en
nada lo que era útil, mientras al mismo tiempo los exhorta a no preferir, en su
celo absurdo, cosas de consecuencia inferior a lo que era de importancia
principal.

En los versículos 6 a 13 Pablo continúa mostrando que la profería es superior al hablar en lenguas. Aunque
Pablo tenía el don de lenguas (véase el v. 18), él señala que no sería provechoso para ninguna iglesia que él
viniera hablando en lenguas (v. 6). Compara el hablar en lenguas con la ejecución de un instrumento musical de
tal modo que no haya distinción entre sus sonidos (v. 7), o a tocar
una trompeta de tal modo que nadie sepa para qué es el llamado de la trompeta (v. 8). El que habla solamente en
lenguas está desperdiciando el aliento; está hablando al aire (v. 9). Pablo aquí usa una expresión muy punzante,
a fin de que hasta el último cristiano de Corinto que todavía esté dando un valor excesivo al don pueda
finalmente ser despertado y comprenda su error. Se añade otra figura: el hablar en lenguas es tan inútil en la
iglesia como una conversación entre dos personas, ninguna de las cuales entiende una sola palabra de lo que la
otra está diciendo (vs. 10 y 11). La conclusión es obvia: que el que habla en lengua extraña pida en oración
poder interpretarla, puesto que sin la interpretación su don sería inútil en la iglesia (v. 13).
En la sección siguiente, versículos 14-19, Pablo aparentemente está combinando el punto de vista de algunos
corintios de que se debe preferir la adoración mientras el entendimiento de uno está inactivo, por sobre la
adoración que incluye todo el uso de los poderes intelectuales de la persona. Parece que en Corinto había
quienes pensaban que uno podía de algún modo acercarse más al Señor y penetrar más profundamente en lo
sobrenatural si dejaba el entendimiento en suspenso ―lo que ocurría cuando uno hablaba en lenguas― que si
usaba el entendimiento. Sin embargo. Pablo señala que éste es un error serio. Si yo oro en una lengua, dice,
discutiendo aún lo que uno podría hacer en un culto público de adoración, mi espíritu ora pero mi entendimiento
queda sin fruto (v. 14). Sin embargo, este tipo de oración no debe preferirse por sobre la oración que usa el
entendimiento: "Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento" (v. 15). Yo creo que Pablo aquí
quiere decir: Oraré en la iglesia con mi entendimiento, en un idioma que todos los adoradores puedan
comprender. Cuando hago esto, todavía estaré orando con mi espíritu (el espíritu que estaría exclusivamente
activo si yo orase solamente en lenguas), sino que estaré orando también con mi entendimiento 50. Esto es
muchísimo mejor, porque ahora la persona ignorante que esté en la iglesia circunstancialmente podrá decir
"Amén" cuando yo dé gracias, por cuanto sabrá qué he dicho en oración. En el versículo 17 nuevamente se
resume todo el asunto: La oración en lenguas no edifica a los demás. Por lo tanto no es verdad que uno adora
mejor en la iglesia cuando su entendimiento está en suspenso.
Nos detenemos ahora por un momento en el versículo 18, citado frecuentemente por los pentecostales como que
subraya su alta estimación del don de lenguas: "Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos
vosotros". Nuestros amigos pentecostales dicen: ¿ Por qué iba Pablo a dar gracias a Dios por este don si no
tuviese valor? El don tenía valor, esto no lo niego. Pero todo el argumento de Pablo en este capítulo es para
demostrar que el don de lenguas tiene un valor muy limitado. Sin embargo, algún ávido hablador de lenguas de
Corinto podría tratar de desacreditar a Pablo en lo que dice acerca de las lenguas, alegando que Pablo mismo no
había poseído este don, y que por lo tanto, no podía esperar que argumentara en forma favorable. Pablo hace
frente a esta posible objeción recordando a los corintios que él poseía el don, que en realidad él hablaba en
lenguas más que ellos. En vista de este hecho, su devaluación de las lenguas es mucho más significativa:
"Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez
mil palabras en lengua desconocida" (v. 19). Nuevamente el énfasis del argumento es: hablar en un idioma que
la gente pueda entender es mucho mejor y más edificante para la iglesia que el hablar en lenguas. Recordamos
al lector que estas palabras fueron dichas no por alguien que no hubiera tenido la experiencia de las lenguas,
sino por uno que hablaba en lenguas más que los corintios. Es casi como si el más famoso líder pentecostal del
mundo visitase todas las iglesias pentecostales y les dijese: "Hermanos, vosotros sabéis que yo hablo lenguas
más que todos vosotros. Sin embargo, os aconsejo enfáticamente que no ejercitéis este don en los servicios de la
iglesia, sino que habléis en un lenguaje que vuestro pueblo pueda entender, puesto que esto es muchísimo mejor
para la iglesia"51.
Parece que Pablo está sugiriendo que la indebida exaltación del don de lenguas es una evidencia de falta de
madurez espiritual, puesto que inicia la sección siguiente del capítulo (vs. 20-25) diciendo: "Hermanos, no seáis
niños en el modo de pensar". En los cuatro versículos siguientes se presenta nuevamente el argumento ya
familiar: la profecía es superior a las lenguas. El versículo 21 nos enseña que las lenguas extrañas no pudieron
conducir a los israelitas al arrepentimiento en el tiempo del Antiguo Testamento. El versículo 23 nos enseña que
el hablar en lenguas en el tiempo del Nuevo Testamento sólo conseguirá que los incrédulos digan: "Estos
perdieron la cabeza". Los versículos 24 y 25 argumentan que el ejercicio del don de profecía tiene muchas más
probabilidades de conducir a un creyente al arrepentimiento que el ejercicio de la glosolalia.
Habiendo establecido los valores comparativos de la profería y la glosolalia en los versículos 1-25, Pablo ahora
sigue dando algunas instrucciones acerca de las reuniones públicas (vs. 26-33). Reconoce que en la iglesia de
Corinto diversas personas tienen diversos dones espirituales. En estos versículos tenemos un interesante cuadro
de la naturaleza de los cultos de adoración en la iglesia primitiva. "Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene
salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación" (v. 26). Por lo tanto, es claro que
diversos miembros de la iglesia estaban dispuestos a ejercitar sus dones en el culto público. Sin embargo. Pablo
insiste que se haga "todo para edificación (v. 36). El propósito principal de cualquier don espiritual no puede ser
jamás el realce del prestigio del adorador, ni siquiera su propia edificación, sino siempre debe ser la edificación
de la iglesia.
Ahora es de interés particular para nosotros lo que Pablo dice aqui sobre el ejercicio del don de lenguas. No
desecha del todo las lenguas, sino que las admite solamente bajo restricciones bien definidas. No pueden hablar
en lenguas más de dos o tres personas en una sola reunión; no deben hablar a un mismo tiempo, sino por turnos;
y toda expresión en lenguas debe ser seguida de una interpretación (v. 27). Si no hay intérprete presente, nadie
hablará en lenguas en el servicio (v. 28). Se notará que Pablo prohibe definitivamente ciertos tipos de glosolalia:
la que se hace por motivos camales, la que se hace sólo para realzar el prestigio personal, la que causa confusión
en el servicio y la que se hace sin interpretación. También se notará que Pablo sólo permite la glosolalia cuando
sirve de edificación a la iglesia.
Los pentecostales observan correctamente que las restricciones también existen para la profería: los profetas
también deben hablar dos o tres (v. 29). Sobre la base de esta restricción, Brumback alega que Pablo, por lo
tanto, no está realmente poniendo la profecía en una posición de superioridad con respecto a las lenguas
interpretadas52. Aunque es válido decir que aquí se imponen limitaciones similares sobre los que hablan
lenguas y los profetas, sigue siendo cierto que el énfasis básico del capitulo 14 es dar un valor superior a la
profería que a la glosolalia. El hecho de que la glosolalia y la profería sean permitidas en el servicio público de
la iglesia, aunque sujetas a restricciones bien definidas, de ningún modo invalida el argumento principal de todo
el capítulo: la superioridad de la profería a las lenguas.
Pablo hace un resumen en el versículo 39: 'Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar
lenguas". A los pentecostales les gusta mucho citar la última frase diciendo que apoya firmemente su causa.
Desde luego, les concedemos que Pablo no prohibe el hablar en lenguas. Sin embargo, lo que está implícito en
la argumentación anterior es que no podemos esperar que toda persona haya recibido o reciba este don. Y lo que
ha sido el énfasis primario a través de todo el capítulo, y está implícito en las palabras del versículo 39, es que el
don de profería debe ser deseado en forma más ferviente que el don de lenguas. Porque aunque la declaración
sobre la glosolalia está en forma negativa ("no impidáis"), el mandato positivo de Pablo es "procurad profetizar"
("desead ardientemente el poder de profetizar". Versión Moderna).
La conclusión que debemos obtener de nuestro examen de 1 Corintios 12-14 es que Pablo definitivamente no
atribuye al don de lenguas el elevado valor que los pentecostales y neopentecostales le atribuyen en la
actualidad. Parece que cuando los corintios hicieron su lista de los dones espirituales pusieron lo glosolalia en el
primer lugar, mientras que en la lista que Pablo hace ocupa el último lugar. Pablo rechaza el modo de pensar de
quienes ven en la capacidad de hablar en lenguas un logro espiritual de importancia excepcional. De ningún
modo la glosolalia es el más alto de los dones del Espíritu, ésto enseña Pablo aquí, porque, en primer lugar, la
profecía es más valiosa que el don de lenguas, y, segundo, el cultivo del amor es mucho más importante que el
ejercicio de las lenguas o de la profecía. Sin el amor, en realidad, todos los dones especiales del Espíritu son
inútiles (1 Co. 13:1-3).

Como se observó previamente, ninguno de estos capítulos da apoyo alguno a la doctrina que sostiene que la
glosolalia es la evidencia indispensable de que uno ha recibido el bautismo del Espíritu Santo. Si aquella
doctrina fuese cierta, sería de esperar que en algún momento Pablo interrumpiese su discusión sobre los dones
espirituales diciendo algo como esto: "Yo sé que el Espíritu no os dará a todos el don de lenguas. Pero, por
supuesto, vosotros comprendéis que todos vosotros debéis hablar en lenguas por lo menos una vez en la vida
como evidencia de que habéis recibido el bautismo del Espíritu Santo. Podría ocurrir que después de eso no
sigáis hablando en lenguas, pero todos debéis tratar de hacerlo por lo menos una vez. Porque no podéis tener la
seguridad de que habéis sido llenos del Espíritu de Dios a menos que hayáis hablado en lenguas". Sin embargo,
en los escritos de Pablo nada hay en este sentido, y nada hay sobre ello en estos capítulos. Si Pablo hubiese
aceptado la doctrina que estamos analizando, es seguro que hubiese dicho algo al respecto en estos capítulos,
los únicos en que expone la significancia de la glosolalia.
En realidad, considerado en forma desapasionada, 1 Corintios 12-14 más bien proporciona evidencias de que la
doctrina mencionada no es verdadera. Porque, mientras los pentecostales nos dicen que la glosolalia es una
señal de que el creyente ha recibido el bautismo del Espíritu 53, Pablo dice específicamente que las lenguas son
una señal "no a los creyentes, sino a los incrédulos" (14:22). Además, el énfasis de toda la discusión de la
glosolalia en estos capítulos es que la prueba más segura de estar lleno del Espíritu es abundar en amor los unos
por los otros, En realidad, en vez de sugerir que la capacidad de hablar en lenguas es una señal de madurez, de
cristianismo de estatura completa. Pablo da a entender el pensamiento completamente opuesto. La iglesia de
Corinto es la única del Nuevo Testamento que sabemos tenía tantos que hablaban en lenguas; sin embargo, es
precisamente a los corintios a quienes Pablo se dirige como "a niños en Cristo" y como siendo todavía camales
(1 Co. 3:1,3). Uno tendría que realizar un trabajo muy dificultoso para probar que quienes hablaban en lenguas
en Cristo eran excepciones y que a ellos no se aplicaban estas caracterizaciones, puesto que en los capítulos 12-
14 Pablo deja implícita la idea de que los que hablaban en lenguas eran responsables de la mucha confusión y
falta de edificación mutua que había en la iglesia.
Como hemos visto, los pentecostales presentan su defensa del bautismo del Espíritu Santo evidenciado por la
glosolalia sobre la base de los relatos de acontecimientos de glosolalia que se encuentran en el libro de Hechos.
Luego pasan a 1 Corintios, no para buscar una confirmación bíblica para el bautismo del Espíritu, sino en busca
de una validación bíblica para el ejercicio del don de lenguas, haciendo una cuidadosa distinción entre el don de
lenguas y las lenguas como señal inicial del bautismo del Espíritu. Sin embargo, ¿no debiera el procedimiento
ser realmente a la inversa? Si uno desea conocer la enseñanza doctrinal del Nuevo Testamento, ¿debe ir en
primer lugar al libro de los Hechos, que es histórico? Las Espístolas difieren de Hechos en que son fuentes
primarias de instrucción doctrinal. Como vimos, la Primera Espístola a los Corintios de ningún modo confirma
la enseñanza de que todo creyente debe experimentar un bautismo del Espíritu posterior y distinto de la
regeneración, bautismo que debe ser evidenciado por el hablar en lenguas. Y 1 Corintios es la única epístola que
trata la cuestión de la glosolalia. ¿No debiera ésto decidir la cuestión? Es el libro de Hechos, Lucas narra la
historia de la primitiva iglesia neotestamentaria. Su propósito principal no es enseñar doctrina, sino relatar
historia. Entonces, ¿es hermenéuticamente justificable usar el libro de Hechos como una fuente primaria para
una doctrina central de la iglesia ―particularmente cuando, según reconoce un prominente escritor
pentecostal54, la doctrina que pretende ver enseñada en el libro de Hechos no tiene apoyo en la enseñanza de
Pablo en 1 Corintios?
Antes de dejar el material de Corintios es necesario considerar un punto más. ¿Justifican estos capítulos de 1
Corintios el uso de la glosolalia con fines devocionales? Con frecuencia los pentecostales 55 y neopentecostales
sostienen esto. El segundo grupo no fomenta el hablar en lenguas en cultos de la iglesia, pero pone su mayor
énfasis en el valor de la glosolalia en los devocionales privados y en reuniones de grupos pequeños.
En respuesta, debemos reconocer, en primer lugar, que Pablo no prohibe la glosolalia. Sin embargo, él
recomienda la profecía por sobre las lenguas, porque la profería es de mayor beneficio para la congregación, y
porque la ley del amor sugeriría que debemos estar más deseosos de hacer lo que beneficia a la congregación
más que lo que nos beneficia sólo a nosotros mismos. La persona que se ve más preocupada de cultivar un don
por el que se va a edificar a sí misma en vez de uno que edifique a la congregación sería culpable de una suerte
de egocentrismo espiritual.
Además, se debe observar que en ningún lugar Pablo dice realmente a sus lectores que deben buscar el don de
lenguas. Los pentecostales a menudo señalan 1 Corintios 14:5a como que enseña esto: "Quisiera que todos
hablaseis en lenguas". Pero esta primera oración no debiera apartarse de su contexto. Al leerlo junto con el resto
del versículo, estas palabras dejan una impresión completamente diferente: "Quisiera que todos vosotros
hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en
lenguas..." Y en el versículo 39, donde resume toda la discusión, aunque no prohibe las lenguas. Pablo
positivamente ordena la profería: "Por lo cual, hermanos, desead ardientemente el poder de profetizar, y no
vedéis el hablar en lenguas" (Versión Moderna).
Brumback cita con aprobación 1 Corintios 14:4: "El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica",
señalando que justifica la glosolalia para edificación personal56. Pero el argumento enfático de los versículos 4-
5, que deben ser tomados en forma completa, es hacer que el hablar en lenguas sea menos deseable que el
profetizar: "El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia. Aá
que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis. .." Según este pasaje, la
edificación de sí mismo es muy inferior a la edificación de la iglesia; por esto uno debiera buscar el don que es
mejor.
Los pentecostales a menudo citan 1 Corintios 14:14, 15 para justificar el uso de la glosolalia con propósito
devocional 57. Sin embargo, como vimos antes, probablemente Pablo está discutiendo el uso de las lenguas en
el culto público y no el uso devocional de las lenguas. Además, la interpretación más probable del versículo 15
no es que Pablo favorezca el orar en lenguas en el culto de la iglesia, sino que favorece el orar en una lengua
conocida, a fin de que su espíritu y su entendimiento estén activos.
Como hemos visto, los pentecostales alegan que el que habla en lenguas no entiende lo que está diciendo. Sobre
la base de la enseñanza general de la Escritura acerca de la oración, uno bien podría preguntar si tenemos alguna
seguridad de que la oración devocional en lenguas es superior a la oración devocional en el idioma de uno
mismo. ¿Qué valor tiene la oración en lenguas en el devocional privado si uno ni siquiera sabe qué está
pidiendo? En realidad, si uno no sabe lo que está diciendo en el momento, ¿cómo puede saber de seguro que
está orando? La Biblia nos enseña a orar pidiendo cosas tales como el alimento (Mt. 6:11), perdón de pecados
(Mt. 6:12), sabiduría (Stg. 1:15), fortaleza (Ef. 3:16) y así sucesivamente. Pero, ¿cómo podría uno pedir
específicamente estas cosas en oración si no sabe qué está diciendo cuando ora? Cuando Cristo enseñó a sus
discípulos a orar, no les enseñó a orar en un idioma desconocido; más bien les dio un modelo de oración en un
idioma que ellos entendían (Mt. 6:9-13; Lc. 11:2-4). ¿Qué base tenemos para llegar a la conclusión de que una
oración que nosotros no entendemos pueda ser superior a la oración que nuestro Señor nos enseñó?
Concluimos que, aunque Pablo en estos capítulos de 1 Corintios atribuye cierto valor a la glosolalia, este valor
queda cuidadosamente limitado. Estos capítulos no dejan la impresión que la glosolalia sea el sine qua non de la
madurez cristiana, el don que es indispensable para un devocional personal vibrante, cálido, para la intercesión
ferviente o para la vida cristiana victoriosa completa. La impresión predominante que uno recibe del estudio
cuidadoso de estos capítulos es más bien que si uno está buscando los mejores dones probablemente no buscará
la glosolalia.

Notas del Capítulo 3


1 Sin embargo, al reproducir estas enseñanzas, me apoyaré abundantemente en escritos pentecostales, especialmente en
hombres tales como Carl Brumback y Ralph M. Riggs, puesto que estos hombres hablan representativamente por el
movimiento pentecostal, y por cuanto ellos han presentado las enseñanzas pentecostales en mayor detalle que otros
escritores. Como hemos visto, la posición mayoritaria del neopentecostalismo acerca de la importancia de las lenguas, es la
misma del pentecostalismo; generalmente no se encuentra en los escritos neo-pentecostales los mismos tipos de pasajes y la
misma interpretación básica de los pasajes que se encuentra en la literatura pentecostal. Pero esto, creo que el tratamiento de
la posición pentecostal sobre las lenguas también servirá como tratamiento de la posición neopentecostal.
2 Carl Brumback, ¿Que Quiere Ser Esto? pp. 352-353; Ralph M. Riggs El Espíritu Mismo, pp. 66, 79, 162.
3 P. C. Nelson, Doctrinas Bíblicas; Riggs, obra citada p. 96; Brumback, obra citada, pp. 134, 339.
4 En Joel la lluvia temprana y la lluvia tardía sencillamente son figuras simbólicas que representan las bendiciones del
Señor que seguirán a las plagas y desastres descritos en los primeros capítulos del libro. En el pasaje de Santiago la figura
del labrador que espera la lluvia temprana y tardía se usa para enseñar la paciencia en la espera de la venida del Señor.
5 Obra citada, pp. 66-78; compárese con Riggs, obra citada, p. 173; Nelson, obra citada.
6 Los unciales son los manuscritos importantes del Nuevo Testamento que son más antiguos. Los tres unciales generalmente
considerados como los más importantes para establecer el texto del Nuevo Testamento son los dos mencionados y el
Alejandrino, que data del siglo 5 d.C. De estos tres solamente el Alejandrino tiene la terminación larga.
7 Obra citada, p. 67.
8 Sin embargo, hay sectas que toman serpientes en ciertos estados del sur de los Estados Unidos, las que interpretan
literalmente la referencia a serpientes de Marcos 16:18. En los servicios de la iglesia se dejan libres serpientes venenosas y
se permite que los fieles mismos sean mordidos por las serpientes como prueba de fe (Elmer T. Clark, The Small Sects in
América ―Sectas Pequeñas en los Estados Unidos―, pp. 98-99).
9 Brumback, pp. 95-99; compárese con Riggs, pp. 99-101.
10 Brumback, pp. 334-340. " Ibid.. pp. 95-96. 12 Ibid., p. 77. " Ibid., pp. 77-79.
14 Ibid., p. 78. Los intérpretes generalmente concuerdan en que aquí la palabra "apóstoles" no está usada en el sentido
amplio, según el cual se podría aplicar a individuos como Bernabé (Hch. 14:14) o Andrónico y Junias (Ro. 16:7), sino en el
sentido más estrecho en que se aplica solamente a los doce y a Pablo. Véanse los comentarios de Calvino, Hodge, Lenski y
Grosheide (sólo el Comentario de Hodge está en castellano).
15 Véase el capítulo 4 donde hay una discusión más completa de la cuestión de la permanencia de los dones milagrosos,
incluida la glosolalia.
16 Obra citada, pp. 105-111.
17 Ibid., pp. 110-111.
18 Ibid., p. 43.
19 Ibid., p, p. 57.
20 Ibid., p. 57.
21 Los pentecostales admiten ésto; véase Brumback, obra citada, p. 77.
22 Nota: Algunos pentecostales usan la expresión "segunda obra de gracia", para designar este bautismo del Espíritu. Otros
prefieren no usar esta expresión.
23 De aquí en adelante usaré la expresión "bautismo del Espíritu" o "bautismo con el Espíritu Santo" para designar la
posición pentecostal acerca de esta experiencia (a menos que en el momento se indique otra cosa).
24 Riggs, obra citada, p. 75.
25 Ibid., pp. 75, 61.
26 Se puede hacer la pregunta si la versión inglesa King James tiene la mejor traducción del griego: "en quien también,
después que creísteis, fuisteis sellados .. ."Tenemos aquí un participio aoristo, pisteusantes, precedido del verbo aoristo
definido, esfragisthête. Un experto en Nuevo Testamento afirma que aquí pisteúsantes es un "participio aoristo coincidente",
denotando un tiempo que coincide con el del verbo principal (E. K. Simpson, Ephesians, Eerdmans, 1957, p. 35, nota 23,
aunque la nota podría ser de F. F. Bruce). Reina Valera 1960 traduce: "habiendo creído en él, fuisteis sellados..." Sin
embargo, gramaticalmente la versión King James es posible, puesto que el participio aoristo denota un tiempo anterior al del
verbo principal. La traducción de Reina Valera es preferible, pero la argumentación presentada no depende de una o de otra
traducción.
27 Riggs, obra citada, pp. 70-71.
28 Brumback, obra citada, p. 238; Riggs, obra citada, p. 185.
29 Ibid., pp. 85, 107.
30 Es difícil ver cómo los pentecostales pueden pretender con justicia que las dos expresiones que aparecen en la misma
epístola, "sellados con el Espíritu Santo" (1:13) y "sed llenos del Espíritu" (5:18) sean denominaciones del bautismo del
Espíritu. Porque, ¿por qué Pablo iba a pedir a sus lectores que busquen lo que según 1:13 ellos ya tienen?
31 Obra citada, p. 320.
32 Ibid, pp. 229ss.
33 Ibid., pp. 293-295; Riggs, obra citada, p. 123.
34 Brumback, obra citada, pp. 245-257; Riggs, obra citada, pp. 51, 52, 103.
35 Véase Brumback, obra citada, pp. 262-266; Riggs, obra citada, p.90.
36 Así lo cita Nelson, en Doctrinas Bíblicas. Riggs lo cita asi "En el cual desde que creísteis . .." Añade luego el texto en la
Versión Moderna, que es igual al de Reina Valera 1960, y el de la Hispanoamericana: "Después... de haber creído en Cristo,
fuisteis sellados" (obra citada, p. 61).
37 La Versión Moderna y la Reina Valera 1960 tienen básicamente esta traducción del versículo 2, aunque Reina Valera
1909 y algunas versiones católicas ponen "después" en lugar de "cuando". La mayor parte de los comentaristas prefieren la
traducción de Reina Valera 1960. F. F. Bruce insiste en que la traducción "cuando creísteis" es "doctrinalmente importante".
38 Riggs, obra citada, pp. 110-111. Aunque Riggs no menciona las reuniones de "espera" dice que "quedar ante el Señor es
siempre bíblico y es el procedimiento normal para recibir de Dios", uniendo esto con la experiencia de los discípulos antes
de Pentecostés. "Recibir de Dios" para él significa recibir el bautismo del Espíritu. Véase también Nelson, obra citada.
39 Riggs, obra citada, pp. 70-71.
40 Los pentecostales suponen que en este momento Saulo comenzó a hablar en lenguas, puesto que más tarde él dice que
habla en lenguas más que los corintios (1 Co. 14:18), y por cuanto el debió de comenzar a hablar en lenguas en algún
momento (Brumback, obra citada, pp. 251-261; Nelson, obra citada). Las Escrituras dan testimonio claro de que Pablo
hablaba en lenguas. Sin embargo, que él comenzara a hablar en lenguas cuando fue bautizado es una suposición para la que
no hay prueba bíblica.
41 Obra citada, pp. 298, 316-317.
42 "En 1 Corintios 12-14 no hay la más leve indicación de que el don de lenguas esté asociado, en algún sentido directo, con
la plenitud del Espíritu Santo, ciertamente no en grado mayor que los demás dones. Su único propósito es la edificación del
que habla, y cuando se une a la interpretación, la edificación de los que oyen" (Ibid., p. 320).
43 Statement of Fundamental Truths (Declaración de Verdades Fundamentales, Asambleas de Dios), artículo 8. Véase
Brumback, obra citada, pp. 313-328. "Hablar en lenguas como evidencia inicial debe distinguirse.. . del don de lenguas
descrito en 1 Corintios 12:10" (T. F. Zimmerman, "Plea for Pentecostals" ―Defensa de los Pentecostales―, Christianity
Today, VII (Enero 4, 1962).
44 Véase Brumback, obra citada, p. 314. Véase nota anterior.
45 Ihid., pp. 349-383.
46 Ibid., pp. 177-219.
47 Ibid., p. 204-205.
48 Cabe destacar que la palabra extraña ha sido puesta por los traductores. El original dice sencillamente "en lengua"
(glosse).
49 El don de profecía de que se habla en este capítulo, según el pensamiento de la mayoría de los comentaristas,
probablemente deba entenderse como un don Carlsmático especial del Espíritu por el cual una persona estaba capacitada
para transmitir mensajes de Dios, y ocasionalmente, anunciar acontecimientos futuros (por ejemplo, Agabo; véase Hch.
11:27,28; 21:10,11). En otras palabras, no podríamos identificar este don con lo que podríamos llamar hoy don de
predicación o de enseñanza de la Biblia. Sin embargo, hay un paralelo entre el don de profecía y el de predicación o
enseñanza: ambos tipos de dones capacitan al que los posee para enriquecer espiritualmente a la congregación sin necesidad
de un intérprete. Puesto que a los demás se les dice que deben juzgar o discernir lo que los profetas dicen, (v. 29),
deducimos que las expresiones de los profetas tenían que estar en armonía con la verdad revelada. Además, Pablo exige que
los profetas reconozcan que las cosas que Pablo escribe son mandamientos del Señor (v. 37). Por lo tanto, parece claro que
los profetas no eran fuentes de nuevas verdades para la iglesia, sino expositores de la verdad ya revelada" J. A. Moyer,
"Prophecy, Prophets" en The New Bible Dictionary ("Profecía, Profetas" en El Nuevo Diccionario Bíblico― p. 1045).
Estamos justificados, creo yo, al llegar a la conclusión de que Pablo considerará que el don de predicación o de enseñanza
bíblica en la actualidad seria un don más útil que el don de hablar en lenguas.
50 Otra interpretación posible de estas palabras es: Seguiré orando en lenguas en los cultos públicos de la iglesia, pero
también oraré en un idioma conocido después de orar en lenguas, de modo que la gente sepa lo que he dicho al orar en
lenguas. Sin embargo, no creo que esta interpretación sea correcta, puesto que el propósito principal de Pablo en esta sección
del capítulo es desaprobar el orar en lenguas en los servicios de la iglesia. Además, nótese lo que él dice en el versículo 19
sobre su renuencia a usar las lenguas en un culto de la iglesia.
51 Brumback trata de menguar la devaluación de las lenguas que aquí se hace, diciendo que lo que Pablo quiso desacreditar
era la glosolalia sin interpretación. Sin embargo, cuando las lenguas son interpretadas, prosigue Brumback, son iguales al
don de profecía, a la luz de la enseñanza de 1 Corintios 14:5 (Obra citada, pp. 194, 195. Véase también p. 36). Yo refutaría
ésto observando que toda la sección de 1 Corintios que estamos considerando está dedicada a demostrar la superioridad de la
profecía sobre las lenguas ―aun sobre las lenguas interpretadas (véase la lista comparativa en que la profecía aparece por
sobre la interpretación de lenguas, 12:10). Además, es precisamente Pablo, que habla lenguas más que todos los corintios, y
que presumiblemente podía encontrar quienes pudieran interpretarle, quien dice: "Prefiero hablar cinco palabras con mi
entendimiento (esto es, no en lengua, aun cuando la lengua sea interpretada)...que diez mil palabras en lengua desconocida".
52 Obra citada, pp. 194, 195, 205, 206.
53 "La señal física inicial", artículo 8 de las Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios.
54 Brumback, obra citada, p. 320: "En 1 Corintios 12-14 no hay la más leve indicación que el don de lenguas esté asociado
en ningún sentido directo con el llenamiento del Espíritu Santo. . ." La edición castellana de Brumback dice "Bautismo" en
vez de "llenamiento".
55 Por ejemplo, Brumback pp. 349-358; Riggs, obra citada, p. 176.
56 Obra citada, pp. 204, 358.
57 Ibid., pp. 349.

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