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ÍNDICE

PRIMERA PARTE
LA CRISIS EN AMÉRICA LATINA 11

LAS GRANDES CRISIS LATINOAMERICANAS DE LOS ÚLTIMOS 15 AÑOS 13


Hugo Fazio

AMERICA LATINA FRENTE A LA CRISIS GLOBAL 43


Claudio Katz

NOTAS ACERCA DE LAS TEORÍA DE LAS CRISIS 69


Manuel Riesco

SEGUNDA PARTE
CHILE Y COLOMBIA

EL DESEMPLEO ESTRUCTURAL EN CHILE Y LA GRAN CRISIS ACTUAL 99


Claudio Lara

CHILE: DE LABORATORIO A HIJO PRÓDIGO DEL MODELO ECONÓMICO 101


Marco Antonio Moreno

CRISIS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL, BRECHA DE INGRESOS,


POBREZA EN CHILE Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA EMPRESA 133
Jacobo Schatan

CRISIS ECONÓMICA Y POLÍTICAS GUBERNAMENTALES EN COLOMBIA: 155


¿ES POSIBLE UNA PROLONGACIÓN DEL PROYECTO NEOLIBERAL?
Jairo Estrada Álvarez

TERCERA PARTE

ÉTICA DEL LUCRO PURO Y (NEO)LIBERALIZACIÓN:


CRISIS FINANCIERA COMO CRISIS DEL CAPITALISMO PRODUCTIVO 197
Andrés Monares

EL EMPERADOR VA DESNUDO 223


Yemil Harcha

FINANZAS Y MONEDA INTERNACIONALES AL SERVICIO DEL SER HUMANO


UNA PROPUESTA DESDE LA UTOPÍA 247
Alberto Acosta
Introducción

El mundo vive tiempos sombríos. Hace poco más de dos años estalló la burbuja financiera de las
hipotecas ‘basura’ en Estados Unidos, revelando que grandes bancos y otras instituciones
financieras estaban comprometidos con deudas hipotecarias de alto riesgo. En ese entonces muchos
economistas y autoridades del mundo pensaban que la crisis estaba circunscrita a este segmento,
pero a los pocos meses se precipitó la insolvencia crediticia, las quiebras financieras y las ventas de
viviendas a precios de remate; arrastrando al conjunto del sistema financiero estadounidense y
también al europeo. Y de ahí, después que Lehman Brothers se declarara en quiebra en septiembre
de 2008, se fue a la economía como un todo. Tras esa bancarrota, el sistema financiero global quedó
contra las cuerdas y la economía mundial se hundió en la recesión más profunda de los últimos 80
años.

Con la desaparición de los ‘bancos de inversión’ de Wall Street y desatada la ‘Gran recesión’, la
oscuridad y el nerviosismo se apoderaron de los pronósticos, de las empresas, de los trabajadores y
de las autoridades mundiales. Sin embargo, los países en desarrollo y China parecían ser la
excepción, pues decían que se iban a ‘desacoplar’ del mundo desarrollado. Eso no se cumplió, el
tiempo terminó por llevar a América Latina e incluso a China a la baja, y a partir de octubre del año
pasado los mercados accionarios y monedas de países del mundo en desarrollo terminaron
depreciándose aún más que las de las potencias económicas.

Chile no podía ser menos, la idea del ‘desacople’ de la economía se rescribía en términos de estar
‘blindada y protegida’ de la crisis que se expandía por el planeta. Pero este discurso optimista
comenzó a cambiar porque el crecimiento y la inversión se frenaban, las exportaciones caían, las
tasas de desempleo llegaban a los dos dígitos y otras cifras daban muestra de que nuestra economía
entraba rápidamente en recesión. Ni el histórico aumento del gasto fiscal, ni los drásticos recortes
en la tasa de política monetaria han logrado evitar que la economía se siga contrayendo. No podía
ser de otra manera, dada la creciente exposición y dependencia del modelo económico chileno con
respecto a la economía global.

Al cumplirse dos años de la explosión de la ‘crisis subprime’, un primer balance revela las
millonarias pérdidas, tanto bursátiles como en crecimiento y puestos de trabajo en todo el mundo.
Las plazas bursátiles han visto esfumarse 22 billones (millón de millones) de dólares, es decir, 41%
de su valor en comparación con julio de 2007; mientras que las pérdidas crediticias a nivel global
alcanzan a 1,5 billón de dólares, sobre todo de la banca estadounidense y en menor medida de la
europea. Al mismo tiempo, las economías de las mayores potencias del orbe han estado marcadas
por la palabra ‘recesión’, siendo Japón el caso más crítico. Durante el segundo trimestre de 2009, el
Producto Interno Bruto (PIB) de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) volvió a contraerse, esta vez en 0,002%, luego de cuatro trimestres
consecutivos de caídas.

La espectacular contracción económica también ha provocado pérdidas de puestos de trabajo


históricas, elevando las tasas de desempleo a niveles récord en algunos países, destacándose los
casos de España e Irlanda. En Estados Unidos, donde el presidente Barack Obama asumió su cargo
con el desafío de crear o salvar puestos de trabajo, han desaparecido 6,7 millones de empleos desde
que empezó la crisis, llevando la tasa de desocupación al 9,5% en junio, igual a la registrada en la
Eurozona. Peor todavía, un informe de la Organización Internacional del Trabajo publicado en
mayo elevó sus proyecciones sobre el desempleo en hasta 51 millones de personas, a un rango de
entre 210 millones y 239 millones para este año. En América Latina, entre 2,8 y 3,9 millones de
personas se sumarían a las filas del desempleo.
Durante estos dos años los gobiernos no se han quedado de brazos cruzados y han inyectado a
través de ‘planes de rescate’ miles de millones de dólares en los bancos. Sólo Estados Unidos ha
utilizado casi un billón de dólares en salvar a los grandes del sector financiero, causantes principales
de la hecatombe, y a unas cuantas empresas. Además, los bancos centrales han facilitado liquidez
para que el crédito vuelva a fluir y han llevado las tasas de interés a sus mínimos históricos en un
intento por encender nuevamente el motor de la economía. El ‘Gran gobierno’ evidencia la
bancarrota de la ideología neoliberal y del enfoque neoclásico. De acuerdo a Paul Krugman, el ex
presidente Reagan estaba equivocado: a veces el sector privado es el problema. Y el gobierno es la
solución.

Resulta sorpresivo que, pese a estar atravesando el mundo un período decididamente recesivo, los
mismos analistas e instituciones que fracasaron rotundamente en prever la crisis económica afirmen
hoy que lo peor ya ha pasado y que el camino a la recuperación está frente a nosotros. Se nos habla
de la aparición de los ‘brotes verdes’ en la economía mundial a que se ha referido Bernanke,
presidente de la Reserva Federal.

Sin embargo, no hay muchas razones para tal optimismo. Como advierte el Economist Intelligence
Unit (20/07/09), “los riesgos para la economía global siguen siendo excepcionalmente elevados. La
preocupación más seria es que los varios paquetes de estímulo globales no serán suficiente para
desencadenar y luego apoyar una recuperación autosustentable”. Por lo cual, “existe el riesgo que la
economía global vuelva a declinar una vez que se debiliten sus efectos”. Estos apoyos han
provocado un fuerte aumento de los déficits públicos. De hecho, el déficit federal de Estados
Unidos superó por primera vez en la historia el billón de dólares a mediados de este año. Además,
téngase en cuenta que para el EIU, “la zona del euro sigue moribunda” y su “proyección sigue sin
cambios en -4,5% en 2009 y -0,7% en 2010”.

Por su parte, el gigantesco paquete de estímulos fiscales y monetarios que puso en marcha China
para enfrentar la crisis, no está funcionando adecuadamente. El aumento de las importaciones
chinas está más vinculado a la especulación que a la actividad productiva. Su efecto de corto plazo
ha sido el incremento en los precios de materias primas en los mercados mundiales, lo que no sólo
no ayuda, sino que hará mucho más lento el proceso de recuperación y puede arrastrar a la
economía mundial a una recaída de efectos nefastos.

Es cierto que el cúmulo de problemas actuales se ha precipitado a partir de la crisis financiera y


económica de las mayores economías del mundo, pero no se limita ni a esas dimensiones ni a esos
países. Como lo han destacado diversos analistas, al confluir y entrelazarse con un período de
transición entre un régimen de hegemonía global a otro, así como con otras crisis, la ecológica y la
climática, han dado lugar a una crisis global, sistémica. En palabras de Edgardo Lander, estos
planos coinciden en la coyuntura actual pero cubren tiempos históricos y velocidades diferentes.

En el plano geopolítico, la actual crisis financiera y económica no puede entenderse sin un análisis
histórico del capitalismo a lo largo del siglo XX. Por diversos motivos y en diferentes ámbitos, la
plena hegemonía de Estados Unidos estaría llegando a su fin y parece estar desplazándose hacia
alguna constelación de potencias en el este asiático. Uno de los motivos es el rol del dólar, que en
medio de la crisis presenta dudas sobre su predominio y sostenibilidad en el mediano plazo.

Otro plano, es la crisis dada por los límites del planeta, esto es la crisis de un patrón civilizatorio de
crecimiento sin fin que, con su sistemático ataque depredador al resto de la llamada naturaleza, está
destruyendo aceleradamente las condiciones que hacen posible la vida en el planeta Tierra. En
opinión de Francois Chesnais, estamos ante el riesgo de una catástrofe, ya no del capitalismo en sí
sino de la humanidad. Nos hemos topado con un límite ante el cual o se responde con una alteración
profunda de los patrones civilizatorios hegemónicos, o seguimos avanzando hacia la destrucción
global. No podemos seguir pensando y actuando como si todavía contásemos con un tiempo infinito
a futuro.

Esta crisis global exige un cambio sustancial en la forma como concebimos las crisis y las formas
de pensar nuestras acciones individuales y colectivas. El presente volumen pretende aportar en ese
sentido, privilegiando el análisis de los embates de la crisis en América Latina, particularmente en
Chile. El libro incluye una primera parte, de índole más regional, que se inicia con el texto de Hugo
Fazio que repasa críticamente las grandes crisis que han afectado a nuestro continente durante los
últimos 15 años. A continuación incorpora un texto de Claudio Katz que analiza los impactos de la
crisis económica y financiera en nuestro continente. La contribución de Manuel Riesco aborda
ciertos aspectos teóricos de gran relevancia para comprender, desde un punto de vista distinto al
convencional, el desarrollo de la crisis y su propagación global.

La segunda parte, referida a las experiencias nacionales, incorpora tres trabajos sobre Chile que se
complementan; Claudio Lara discute el desempleo estructural en Chile y su agravamiento en las
condiciones de la crisis actual, y Jacobo Schatan examina la brecha de ingresos y la pobreza en el
país y cómo han respondido las empresas. Luego, Marco Antonio Moreno polemiza acerca del rol
que ha jugado Chile en la propagación del modelo económico neoliberal. El trabajo sobre
Colombia, de Jairo Estrada, busca responder a una interrogante que no es exclusiva de ese país,
como es la posibilidad de la prolongación del proyecto neoliberal. De manera previa identifica los
rasgos del ‘modelo colombiano’ y analiza los efectos de la crisis.

Por último, la tercera parte, reúne textos que brindan al lector abundante material para la reflexión,
comenzando por el de Andrés Monares sobre el capitalismo contemporáneo, donde las finanzas
especulativas son más relevantes que la llamada ‘economía real’. Seguidamente, Yemil Harcha
aborda la dimensión geopolítica de la crisis actual en vinculación con los fenómenos financieros y
reales. Alberto Acosta concluye esta parte con un texto que destaca la urgencia y la complejidad de
buscar soluciones a los problemas inmediatos derivados de una crisis de naturaleza múltiple.
Agradecemos a todos los colaboradores por el extraordinario esfuerzo dedicado al presente volumen
y por la riqueza de sus aportes, que son en definitiva una invitación a liberarse de la retórica
dominante.

Queremos también agradecer a nuestros co-editores de Lom en la persona de Silvia Aguilera, cuyo
compromiso en la planificación de este volumen ha sido especialmente importante en términos de
su alcance y calidad. No podemos concluir esta Introducción sin expresar nuestros agradecimientos
muy especiales a Consuelo Silva por su estímulo constante y por darse la tarea de reunir los trabajos
aquí compilados, y a Zulema Escalante que tuvo a su cargo la asistencia técnica, labor que cumplió
a plenitud.

Claudio Lara Cortés

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