Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Cabe preguntarse ¿por qué tanto esmero de los candidatos por ganar el voto
joven? Las cifras que ofrece el Instituto Nacional de la Juventud aportan un
dato interesante de mirar; En el plebiscito nacional de 1998, que marcó el fin del
régimen militar de Augusto Pinochet, el 36% de quienes votaron eran jóvenes.
Esa cifra pareciera mostrar que la gente joven bien puede marcar una diferencia
definitoria a la hora de resultar electo quién gobierna el país.
Pero ¿Por qué no votan los jóvenes? Ciertamente este es un fenómeno sistémico
y no hay causas sino más bien un entrelazamiento multidimensional de
realidades que desencadenan este desinterés, el que hay que señalar es
generalizado a nivel mundial. Ciertamente un aspecto importante es el
descredito en que por sus propios actos contradictorios han caído la mayoría de
los políticos y los partidos políticos. Entrar en la reflexión de esto último sería
materia para un ensayo que revisara los fundamentos estructurales de esa
dinámica de contradicción, así que no iré hacia allá, sin embargo señalaré que
otro aspecto de esta realidad que se constata a nivel mundial es que los jóvenes,
y los ya no tanto, prefieren actualmente realizar su espíritu cívico y su servicio
público a través de organizaciones sociales y organismos no gubernamentales
(ONG). Ha habido un desplazamiento de la praxis política desde la orientación
al Estado hacia la sociedad civil. Hay consenso en que los cambios deseados no
vendrán desde tomar el “poder” del estado.
En tanto criaturas sociales, los seres humanos realizan su vivir individual desde
el formar parte de una comunidad, individuo y colectivo no se oponen sino que
se realizan y conservan mutuamente. Desde esta mirada, todo acto individual es
un acto político, pues cada acto humano tiene consecuencias en la comunidad
social donde se da el vivir y convivir de los individuos que comparten
ciudadanía. Por otro lado en tanto la educación es una dinámica de
transformación en la convivencia que fluye de modo continuo ahí donde haya
interacciones e interrelaciones humanas, todos somos educadores y educandos
al simplemente vivir en comunidad. No solamente los profesores, no sólo los
apoderados, toda la comunidad y sus diversos agentes participamos en el
permanente proceso de educar-nos, la televisión, la radio, los políticos, los
estudiantes, etc. Por ende podemos decir, todo acto humano es político, y todo
acto humano es educativo, ahora bien, la dificultad estriba en la dirección que
adopta la deriva que gatillan nuestros actos en medio de este permanente
proceso de transformación en la convivencia. ¿En que deriva cursan las
consecuencias políticas de mis actos? ¿En que deriva cursan las consecuencias
educativas de mi participación en la convivencia? Preguntas que implican una
conciencia ética, una conciencia que surge de que me importen las
consecuencias que mis actos tienen en mis conciudadanos.
Las personas, todas, son centrales en el quehacer político y educativo del país
desde la conciencia de que todo lo que hacemos tiene sentido sólo si genera
bien-estar en cada uno de nosotros y en la comunidad mayor que nos acoge. Y es
por esto que nosotros, Instituto Matríztico, invitamos a que sea el
compromiso ético la guía fundamental de nuestro quehacer en cualquier
dominio en que se de nuestra existencia.
Algo sorprendente, y que a la vez todos sabemos por nuestro propio vivir y
convivir es que el ser visto, el ser escuchado, el participar en la confianza mutua
en un ámbito de respeto por sí mismo y por los otros, es decir el encontrarnos
en el amar, expande nuestra conducta creativa, expande nuestra conducta
inteligente, expande nuestro ver y nuestro oír, y expande el deseo de ser
impecables en la calidad de nuestro quehacer, cualquiera sea éste. Entonces en
tanto lo que da el carácter a cualquier quehacer humano es el espacio psíquico
en que se realiza, de cada uno de sus miembros depende la transformación de la
cultura política y educativa de nuestro país. Ya que cada uno de nosotros es el
centro del cosmos y generamos el mundo que vivimos, desde nuestros gustos,
deseos, ganas y preferencias.
Y ante la pregunta ¿Cómo surge la reflexión-acción ética? Decimos que surge
desde la conciencia de que todo lo que hacemos en nuestro quehacer personal,
familiar, laboral y nacional, modifica el ámbito humano y la biosfera, y que estas
modificaciones pueden ser dañinas y destructivas a menos que concientes de
ello actuemos con responsabilidad social y conciencia ética.
Los seres humanos, como todo ser vivo, somos seres emocionales que operan
desde el sentir, y cuyo hacer en todas las dimensiones de su vivir es guiado
momento a momento por su fluir emocional. Nuestra peculiaridad es que entre
los seres vivos los seres humanos habitamos en el lenguaje1 y el conversar, y es
1
El lenguaje no es un ámbito abstracto de significados, sino un ámbito operacional cuya dinámica es la
de la coordinación recursiva de conductas consensuales, que de hecho tienen la concretitud el hacer y de
los mundos que generamos al existir fluyendo en el lenguajear que momento a momento se da
entrelazado con configuraciones emocionales en las matrices culturales en que existimos.
desde el lenguajear que somos seres racionales que usamos la razón para
justificar o negar nuestros sentires y emociones. Es decir, aún cuando digamos
que actuamos desde la razón, son los sentires y las emociones; los deseos, las
preferencias, el que queramos o no queramos hacer algo, lo que determina los
argumentos racionales que usamos para hacer o no hacer algo.
Es por lo anterior que un Proyecto País no es un conjunto de haceres
posibles, no es un conjunto de argumentos racionales que justificarían esos
haceres y negarían otros, sino que es un espacio emocional, una configuración
de sentires íntimos y de deseos, un espacio psíquico-relacional que determina
en cada instante qué haceres y qué argumentos racionales aceptamos o no.
Yo me inscribí para votar recién en las últimas elecciones, por que si bien no
creía en ningún candidato, decidí que quería participar de la res pública
expresando mi opinión al votar nulo. Sí, quería darme el trabajo de satisfacer
todos los requisitos administrativos, y eventualmente los cívicos como el
participar de una mesa, simplemente para conservar la dignidad ciudadana de
saber que participo de esta dimensión del hacer patria en la que cada ciudadano
puede participar como un acto de fundamental responsabilidad.
Y esto aún cuando tengo la convicción de que el tan anhelado cambio cultural
que todos parecemos desear no ocurrirá por la vía electoral. El cambio cultural
ocurre desde lo local y es responsabilidad individual, sólo desde ahí se
entrelazarán nuestras localidades en una globalidad transformada y
transformadora. Los problemas que aquejan a la sociedad mundial, económicos,
ecológicos, de salud, educación, etc., son de naturaleza sistémica y solo un
actuar sistémico-sistémico logrará generar soluciones satisfactorias. Por eso hay
que actuar por distintos frentes, colaborando, co-inspirando, cada uno y cada
una desde su particular localidad y matriz de existencia.
En mi opinión, como hay que considerar tanto el largo como el corto plazo en
una estrategia sistémica-sistémica, el votar puede colaborar al menos a impedir
que las cosas empeoren. Y digo esto haciéndome cargo de que la conciencia de
“empeoramiento” surge de algún criterio que yo pongo, se que lo que para mi es
peor para otros será mejor. Por esto siempre es y será un asunto de conciencia
personal el votar nulo, votar por este o votar por aquella. Bienvenida la libertad
entonces, y la bella disposición a conversar aún teniendo como punto de partida
la discrepancia. ¡Hagamos Matria!