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Somos mediocres por naturaleza, puede ser; nuestras culturas nos mantienen
en la mediocridad, sobre todo cuando esas culturas se estancan por mantener
el nivel intelectual en lo que apenas somos capaces pero que nos está
permitiendo obtener lo que deseamos y supuestamente necesitamos. Por nivel
intelectual nos referimos a aquella capacidad pobre o excelente en que
podemos solucionar los problemas, discernirlos, valorarlos, hacernos más
humanos, ser capaces de percibir el mundo y decidir ser partes o no de esa
percepción.
Para cada quien el mundo está definido. Pero esa definición está sujeta a los
logros o alcances a los que el hombre ha llegado. Si se ha llegado a altos
niveles laborales, intelectuales, artísticos, se podría decir que el mundo es
excelente. Pero si por el contrario, el alcance es pobre, difícil o tedioso, el
mundo es mediocre. Pero ¿Qué hay de aquel que después de tenerlo todo, lo
ha perdido? Y ¿Qué hay de aquel que después de estar en rachas de mala
suerte, su vida se transforma porque ganó la lotería o un viaje?.
Sí, hay personas que lo tienen todo, han obtenido sus riquezas, trabajos,
estatus en la sociedad destruyendo a otros, valiéndose de astutas trampas y
aprovechando ingenuidades para obtener beneficios. Estas personas, más les
vale morirse pensando que son inteligentes y sabios para que su conciencia con
el tiempo no les cobre sus faltas, pues una vejez con cargos de conciencia o
auto-decepción es peor que un cáncer terminal o sida.
Cada ítem, en caso de que tú decidas que es algo negativo, lo cual tú no vas
imitar, te dice que estás más próximo a la excelencia. Si esa persona te cae mal
por razones que desconoces, o porque sientes envidia de él, empieza por
cambiar de pensamiento pues eso es sinónimo de que tú eres el mediocre.
La cuarta forma es imitar a una persona culta y seguir sus modales. Fíjate cómo
habla, como trata a los demás, cómo vive. La mayoría de los seres humanos no
saben que así como se comportan en el comedor se comportan en la cama.
Una persona que habla con la boca llena, suena la sopa, toma mal los
cubiertos, indica que es poco sensual en su intimidad.
Acaso no te sientes mal cuando ves a una anciana de 72 años haciendo una
larga cola para que le paguen su pensión. Eso es otro aspecto generado por la
mediocridad. Cuando las personas que deben velar por el buen trato de los
demás y bajo estas situaciones, demuestran una mediocridad en la labor que
deben realizar, sobre todo cuando de atender gente mayor se trata.
De la mediocridad a la Corrupción
La excusa de que “tengo que robar para vivir” es el primer paso del corrupto,
quien se perfila en obtener beneficios que en la mayoría de los casos no llegan
a ser necesarios cuando de asuntos de lujo se trata. El corrupto sabe
aprovechar las oportunidades y realmente no está pensando en su situación
humana y moral, sino en subir de estatus su situación social y de poder y es a
lo que en la mayoría de los casos se tiende. Sólo aquel que roba para vivir se
roba así mismo.