Vous êtes sur la page 1sur 92

Guerra de las Malvinas

Guerra de las Malvinas

Mapa que muestra la ubicación de las Islas Malvinas

Fecha 2 de abril de 1982 – 14 de junio de


1982
Lugar Islas Malvinas, Islas Georgias del
Sur e Islas Sandwich del Sur
Resultado El Reino Unido recupera la posesión
de los archipiélagos.
Beligerantes

Argentina Reino Unido

Comandantes

Presidente Leopoldo Primera Ministra


Galtieri Margaret Thatcher
Vicealmirante Juan Almirante Sir John
Lombardo Fieldhouse
Brigadier Ernesto Contraalmirante John
Horacio Crespo “Sandy” Woodward
General de Brigada General de División
Mario Benjamín Jeremy Moore
Menéndez

Fuerzas en combate
[cita requerida] [cita requerida]

Ejército: 10.001 Ejército: 10.700


Armada: 3.119 Armada: 13.000
Fuerza Aérea: 1.069 Fuerza Aérea: 6.000
Barcos:381 Barcos:1112
Aviones: 216 Aviones: 117

Bajas

Muertes: 6493 Muertes: 2594


Heridos: 1.188 Heridos: 777
1
1 portaaviones, 1 crucero, 6 destructores, 3
corbetas, 2 buque tanques, 1 buque desembarco de
tanques, 2 rompehielos, 9 transportes, 2 submarinos,
2 avisos, 2 lancha guardacostas, 7 buques espías.
2
2 portaaviones, 2 buque de asalto anfibios, 8
destructores, 15 fragatas, 6 buque desembarco de
tanques, 1 rompehielos, 3 transatlánticos, 25 buque
tanques, 40 transportes, 6 submarinos, 3
dragaminas.
3
Incluye las 323 bajas debidas al hundimiento del
crucero ARA General Belgrano.
4
Incluye las 3 únicas bajas civiles, causadas por la
marina británica.

La Guerra de las Malvinas o Guerra del Atlántico Sur (en inglés Falklands
War) fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido ocurrido en
las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre el 2 de abril y
el 14 de junio de 1982 por la soberanía sobre estos archipiélagos australes
tomados por la fuerza en 1833 y dominados desde entonces por el Reino
Unido. Sin embargo, la Argentina los sigue reclamando como parte integral e
indivisible de su territorio, considerando que se encuentran ocupados
ilegalmente por una potencia invasora y los incluye como parte de su
provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

El saldo final de la guerra fue la reocupación de los tres archipiélagos por


parte del Reino Unido y la muerte de 649 militares argentinos, 255
británicos y 3 civiles isleños. En Argentina, la derrota en el conflicto
precipitó la caída de la junta militar que gobernaba el país y que había
sucedido a otras juntas militares instauradas tras el golpe de Estado de
1976 y la restauración de la democracia como forma de gobierno. Por otro
lado se sostiene que la victoria en el enfrentamiento permitió al gobierno
conservador de Margaret Thatcher lograr la reelección en las elecciones
del año 1983.

Antecedentes
Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur son tres
archipiélagos situados en el Océano Atlántico, frente a las costas
argentinas, que constituyen un dominio colonial británico desde 1833.

No obstante, desde su ocupación en 1763 fueron motivo de conflicto entre


el Reino Unido, Francia y España, y después entre el Reino Unido y la
Argentina, que al considerarse heredera de los derechos españoles sobre el
territorio, ejerció en éste su soberanía efectiva hasta que se produjo la
invasión británica.

Sólo uno de estos archipiélagos, las Islas Malvinas, tiene población civil
propia permanente (llamados en inglés despectivamente como los kelpers).
Generalmente de origen escocés, esta comunidad se considera a sí misma
británica y apoya la permanencia de la posesión británica de las islas. Los
otros dos están ocupados, esencialmente, por personal científico. En 1965
Argentina consiguió que la Asamblea General de la ONU aprobase la
resolución 20651 , calificando la disputa como un problema colonial y
urgiendo a las partes a negociar una solución; no obstante, las negociaciones
resultaron infructuosas durante los siguientes diecisiete años. De todas
formas, las relaciones entre Argentina, el Reino Unido y los habitantes de
las islas hacia finales de la década del 60 y principios de la década del 70
fueron en general muy buenas.

Tal es así, que durante gran parte de los años previos a la guerra,
semanalmente operaba un vuelo entre la Argentina y Puerto Stanley, del
cual los isleños dependían fuertemente para su provisión y hasta la atención
médica compleja. Incluso la pista de aterrizaje original de Puerto Stanley
(realizada en aluminio) fue construida por la Fuerza Aérea Argentina hacia
principios de la década del 70.

Relevancia de las islas

En otro tiempo en las islas existían importantes puestos balleneros, pero la


gradual desaparición de numerosas especies de ballenas en los mares
australes y los profundos cambios en el negocio aceitero hicieron que la
relevancia económica de la actividad se redujera dramáticamente. El interés
por el archipiélago obedece fundamentalmente a cuatro causas:
1. Para la Argentina, las Malvinas son un territorio irredento cuya
recuperación es una causa nacional que une a todos los argentinos. La
posesión de territorios adyacentes a la Antártida puede otorgar
derechos sobre este continente en futuras negociaciones relacionadas
con el mismo.

1. El control de este archipiélago entrega una posición estratégica a su


ocupante sobre el cruce austral y su tráfico marítimo.
2. Numerosas investigaciones confirman yacimientos de crudo en la
plataforma continental en la que se encuentran las Malvinas. La
plataforma es además una rica pesquería.

La decisión de atacar

A principio de los años 1980, el modelo económico de la Junta militar se


agotó, con las subsiguientes tensiones sociales: 90% de inflación anual,
recesión profunda, interrupción de buena parte de la actividad económica,
generalización del IVA (impuesto al valor agregado), empobrecimiento de las
clases medias, brusco aumento del endeudamiento externo de las empresas
y el Estado, salario real cada vez más depreciado, aumento de la pobreza y
sus lacras, etc. La sustitución del jefe de la Junta Jorge Rafael Videla por
el general Roberto Viola y luego éste por el general Leopoldo Fortunato
Galtieri es indicativa de esta crisis económica, social y política, y el
momento en que la decisión de recuperar las islas se pone en marcha con
objeto de recuperar el crédito perdido entre los sectores sociales sensibles
a este discurso patriótico. Esta decisión se basó en los siguientes
presupuestos políticos y militares:

1. Naciones Unidas se había adherido firmemente a la doctrina de la


guerra justa mediante la aprobación por grandes mayorías de las
resoluciones 2131 (1965), 2326 (1967), 2908 (1972), 3281 (1974) y 3314
(1974), que reconocían explícitamente la legitimidad de las guerras de
liberación, de autodeterminación, contrarias a la opresión racial, etc.
Amparada en este antecedente legal, la mención a una hipotética
recuperación de las islas por la vía armada había estado presente en el
discurso diplomático bilateral desde 1972.
2. Entre 1981 y 1982, varias acciones del gobierno británico fueron
interpretadas por la junta militar argentina como señales de desinterés
por el archipiélago, sus habitantes y su futuro:

• Debido a recortes presupuestarios, el ministerio de defensa británico


decidió prescindir de sus dos portaaviones (HMS Hermes y HMS
Invincible), sus dos buques de desembarco de tropas (HMS Fearless y
HMS Intrepid) y del patrullero antártico HMS Endurance, llamado por
los británicos «el guardián de las Islas Falkland». Varios periódicos
argentinos llegaron a afirmar que el Reino Unido abandonaba la
protección de las Islas Malvinas. En el mismo sentido, los representantes
malvinenses en Londres expresaron su profunda preocupación por el
inminente desarme.
• Motivada por causas racistas, la nueva ley de nacionalidad aprobada por
el parlamento británico relegaba a la mayoría de los nativos malvinenses
a una segunda categoría y les negaba la ciudadanía completa.

1. La guarnición británica en las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich


del Sur era reducida, y la lejanía a la metrópoli impedía la llegada de
refuerzos a tiempo.
2. La capacidad de guerra anfibia del Reino Unido a medio mundo de
distancia no parecía estar a la altura de las circunstancias, pese a su
gran poderío aeronaval.
3. No parecía probable que el Reino Unido realizara un contraataque a gran
escala, afectando al territorio continental argentino —por ejemplo,
usando sus submarinos nucleares— por una cuestión colonial sobre unas
islas remotas.

No obstante, la Junta no tuvo en cuenta elementos geopolíticos y


diplomáticos esenciales a la hora de tomar tal decisión:

1. Existen numerosos conflictos fronterizos en el mundo.

En el contexto de la Guerra Fría, no era probable que la comunidad de


naciones viera con buenos ojos la resolución violenta de uno de ellos, pues
eso podría legitimar y desencadenar un racimo de guerras regionales en los
cinco continentes.

1. En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos daba más importancia a


la OTAN, concebida directamente para detener a la URSS, que al
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) más orientado
para contener al comunismo en América del Sur y percibido como de
interés secundario por Washington.
2. Una dictadura de extrema derecha no podía esperar el apoyo de la URSS
ni de ninguno de los países alineados con ella o influenciados por ella, ni
tampoco de la mayor parte de democracias occidentales, donde las
graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas por la Junta ya
eran del dominio generalizado de la opinión pública.
3. La Junta subestimó, además, las estrechas relaciones entre Estados
Unidos y el Reino Unido que trascienden del marco de la OTAN.
4. El Reino Unido es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la
ONU, con derecho a veto.
5. La Junta subestimó la importancia que tiene para la credibilidad del
Reino Unido el mantenimiento de los lazos constitucionales con la
Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth). Ni se consideró la
voluntad británica de defender los derechos democráticos de los isleños.
6. 1982 era año electoral en el Reino Unido. Si en algún momento estuvo en
duda responder o no, la proximidad de los comicios impedía que una
humillación así fuera sometida a negociaciones. En una encuesta de Gallup
realizada a pocos días del inicio de la guerra, el 28% de la población
británica declaró que "el asunto de las Malvinas" iba a ser su elemento
fundamental de decisión de voto.
7. La Junta subestimó el potencial y la habilidad militar de la que por tres
siglos fue la armada más poderosa del mundo, y particularmente la
capacidad de algunos de sus elementos sustanciales.
8. La Armada Real Británica se encontraba próxima a radiar de servicio al
70 por ciento de su flota, lo que hubiera dificultado su contraataque o
incluso su eventual victoria sobre las Fuerzas Argentinas.
9. Se estaban llevando a cabo numerosas acciones diplomáticas que tenían
posibilidades de acabar en una soberanía argentina sobre las islas. La
pista de aterrizaje de las Malvinas había sido construída con capitales
argentinos, e YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) era quien abastecía
de combustible a las islas.

Con este análisis erróneo, el gobierno argentino diseñó un plan para la


recuperación militar de los tres archipiélagos en disputa llamado Operación
Rosario, alterando el statu quo por la vía de los hechos. La operación fue
creada a finales de 1981 y principios de 1982 por el Almirante Jorge Isaac
Anaya, miembro de la Junta presidida por Galtieri.

La Operación Rosario
La Operación Rosario consistía en una serie de acciones de intensidad
creciente encaminadas a la recuperación argentina de las islas Malvinas,
Georgias del Sur y Sandwich del Sur que se ejecutarían en sentido inverso
(de Este a Oeste y de menor a mayor relevancia política), iniciándose de la
manera más discreta posible y culminando con la toma del archipiélago de las
islas Malvinas y de su capital, Puerto Argentino/Stanley mediante un asalto
directo. La Junta logró mantener en secreto el plan de Anaya hasta apenas
48 horas antes del inicio de las hostilidades.

La última Thule del Sur

Ya el 18 de marzo de 1977, la Armada Argentina había establecido la


estación científica Corbeta Uruguay en la isla Morrell (grupo Tule del Sur),
en el archipiélago de las Sandwich del Sur, y llevaba operándola desde
entonces. Esta instalación tuvo gran repercusión en la prensa argentina,
pero el Reino Unido había optado por ignorarla considerándola irrelevante.

Las causas
En septiembre de 1979 el empresario argentino Constantino Davidoff,
especializado en negocios con chatarra, firmó un contrato con la empresa
Christian Salvensen de Edimburgo (Reino Unido), adquiriendo instalaciones
balleneras abandonadas en las islas Georgias del Sur.

Davidoff gestionó en la Embajada británica de Buenos Aires el servicio del


buque Endurance a fin de transportar a las Islas el personal y equipos
necesarios para desmantelar las instalaciones, pero como su pedido no fue
aceptado, la Armada Argentina llevó a cabo la tarea.

El empresario comunicó a la Embajada británica su viaje al archipiélago de


Malvinas y en diciembre de 1981 zarpó con destino a las Georgias, a bordo
del rompehielos ARA Almirante Irízar (Q-5). El 19 de marzo de 1982,
Davidoff regresó al lugar en el ARA Bahía Buen Suceso (B-4) en donde se
produjo el izado de una bandera Argentina en las islas. El Foreign Office
ordenó el envió del Endurance con el objetivo de obligar a los operarios a
arriar la bandera y evitar el desembarco del personal.

El 21 de marzo, luego de que zarpara el ARA Bahía Buen Suceso (B-4)


dejando el grupo de Davidoff en tierra para seguir con sus tareas, se
solicitó al gobierno argentino desalojar a los operarios allí apostados.

Después que la Junta Militar enviara al ARA Bahía Paraíso (B-1) a Georgias
para evitar que los marines ingleses del Endurance desalojaran por la fuerza
a los trabajadores argentinos, se sucedieron una serie de reuniones y
conversaciones de alto nivel mandatario a fin de suavizar el tono de la
negociación diplomática.
El 26 de marzo el comité Militar argentino resolvió prestar apoyo y
proteger al citado grupo de ciudadanos. A tal efecto fueron destacadas al
lugar varias unidades de la flota de guerra argentina; entre ellas, el ARA
Bahía Paraíso (B-1) con 200 infantes de Marina a bordo.

Durante las horas subsiguientes, las noticias procedentes del sur daban
cuenta de un inusual movimiento de buques de guerra de la Armada
Argentina en el Atlántico Sur.

En vísperas del 2 de abril, mientras la guerra estaba por comenzar, seguían


las tareas de desmantelamiento de la paralizada planta ballenera.

El desembarco en las islas Malvinas

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

Fuerza de Operaciones 40 Comandante: gobernador Rex Hunt


(comandante: vicealmirante Juan
Lombardo) • Buque civil costero Forrest.
• 57 infantes de marina (Unidad
• Destructor misilístico ARA 8901) en tierra.
Hércules (D-1) (actual B-52) • 11 miembros de la Marina Real.
(4.100 t) con 4 lanzadoras de
misiles MM-38 Exocet antibuque • 40 miembros de la Fuerza
(cada una, 1 misil), 1 lanzamisiles Voluntaria de Defensa.
doble antiaéreo Sea Dart, 1 cañón
de 114 mm, 2 antiaéreos de 20
mm, 2 lanzadores triples de
torpedos de 324 mm y 1
helicóptero Westland Sea Lynx
(1977).
• Destructor misilístico D-2 ARA
Santísima Trinidad (D-2) (4.100 t)
con 4 lanzadoras de misiles MM-
38 Exocet antibuque (cada una, 1
misil), 1 lanzamisiles doble
antiaéreo Sea Dart, 1 cañón de
114 mm, 2 antiaéreos de 20 mm, 2
lanzadores triples de torpedos de
324 mm y 1 helicóptero Westland
Sea Lynx (1981).
• Corbeta misilística ARA
Drummond (P-1) (actual P-31)
(1.250 t) 4 lanzadoras de misiles
MM-38 Exocet antibuque (cada
una, 1 misil), 1 cañón de 100 mm +
1 doble de 40 mm (1978).
• Corbeta misilística ARA Granville
(P-3) (actual P-33) (1.250 t) con 4
lanzadoras de misiles MM-38
Exocet antibuque (cada una, 1
misil), 1 cañón de 100 mm + 1
doble de 40 mm (1981).
• Submarino ARA Santa Fe (S-21)
(1.526 t) (Clase Balao ex-USS
Catfish SS 339) con 10 tubos
lanzatorpedos de 254 y 533 mm
(1944, modernizado en 1960).
• Rompehielos ARA Almirante
Irízar (Q-5) (14.900 t) con 2
helicópteros medianos Sikorsky
Sea King (1978).
• Buque de transporte ARA Isla de
los Estados (B-18) (3.100 t, 1951).
• Buque de desembarco de tanques
LST ARA Cabo San Antonio (Q-
42) (8.000 t, 1977).
• 84 comandos anfibios y buzos
tácticos embarcados.

• 1º y 2º batallón de infantería de
marina blindada (con vehículos
anfibios LVTP-7 y LARC-5).

• Otro número indeterminado de


tropas de infantería del
Regimiento de Infantería 25 del
Ejército Argentino.

El 26 de marzo, una importante fuerza naval argentina había abandonado


Puerto Belgrano bajo la apariencia de disponerse a realizar unas maniobras
con la flota uruguaya. Sin embargo, ponen proa a las Islas Malvinas aunque el
mal tiempo los retrasa. El día 30, la inteligencia británica notifica al
gobernador Rex Hunt que la amenaza es real y que se espera la invasión para
el día 2 de abril. Hunt reúne a sus pocas tropas y les encomienda la defensa
de las islas. En la mañana del 1 de abril, apagan el faro e inutilizan el
pequeño aeropuerto local y sus radiobalizas.

A las 21 del 1 de abril de 1982, 84 comandos anfibios y buzos tácticos de la


Armada Argentina bajo el mando del Capitán de Corbeta Guillermo Sánchez-
Sabarots abandonan el destructor ARA Santísima Trinidad (D-2) y
desembarcan en Mullet Creek sobre las 23:00 horas. A esa misma hora, el
submarino ARA Santa Fe (S-21) hace superficie y libra a otros diez buzos
tácticos para colocar balizas de radionavegación y ocupar el Faro San Felipe
(Pembroke). Cuando el ARA Santa Fe (S-21) emerge es detectado por el
radar de navegación del buque costero Forrest dando inicio a las
hostilidades.

A la 1:30 horas del 2 de abril, los hombres de Sánchez-Sabarots se dividen


en dos grupos. El primero, comandado por él mismo, se dirige a los
barracones de la infantería de marina británica en Moody Brook para
atacarlos. El segundo, bajo el mando del Capitán de Corbeta Pedro Giachino,
avanza hacia Puerto Argentino con objeto de tomar las oficinas del
Gobernador y capturarlo. Pero los británicos, sobre aviso, han evacuado los
barracones y están desplegados en posiciones de combate para defender la
localidad.

A las 5:45 horas, la partida de Sánchez-Sabarots abre intenso fuego


automático y de granadas sobre los barracones donde suponen a los Marines
Reales. A los pocos minutos, descubren que nadie devuelve el fuego. Están
vacíos. El ruido, por el contrario, alerta al mayor Norman —quien dirige a las
fuerzas británicas— de que los argentinos han llegado.

Pero el grupo de Giachino observa refuerzos preparados para rechazar el


ataque. Evitándolos, se dirige directamente a la residencia del gobernador,
con intención de atacarla por la puerta trasera. Entran al anexo de los
sirvientes, donde están atrincherados tres Marines Reales. Se abre fuego.
Giachino cae gravemente herido junto a dos suboficiales; el resto de sus
hombres se repliegan, aunque mantienen un firme asedio sobre la sede del
gobierno británico, disparando desde una posición elevada ubicada al sur de
la misma. Los constantes cambios de posición de los comandos y el uso de
granadas de aturdimiento hacen creer a los defensores que están bajo el
ataque de una fuerza numéricamente muy superior a la real, lo cual
resultará decisivo para obtener su rendición. Pedro Giachino morirá
después, convirtiéndose así en la primera baja de la Guerra de las Malvinas.
Por esta acción el Capitán Giachino recibe la Cruz al Heroico Valor en
Combate.
A las 6:20 horas, el ARA Cabo San Antonio (Q-42) libra la compañía E de
vehículos anfibios LVTP-7 y LARC-5 del 2º de Infantería de Marina,
orientándose con las balizas que han colocado los buzos tácticos del ARA
Santa Fe (S-21). La primera oleada, bajo el mando del teniente comandante
Santillans, llega a tierra y toma la dirección del aeropuerto. La compañía D
desembarca poco después para hacerse con el faro.

Cuando la compañía E llega a las proximidades del viejo aeropuerto, sufre el


primer ataque de la infantería de marina británica. Un blindado LVTP-7 es
averiado por disparos de una ametralladora, pero la tripulación resulta ilesa.
El Contraalmirante Busser, responsable del desembarco, comienza a
preocuparse: las tropas blindadas aún no han entrado en contacto con los
comandos, y la resistencia británica es más intensa de lo esperado. Ordena
que una compañía del Batallón de Infantería de Marina 1 con lanzacohetes
de 105 mm sean helitransportados a la costa.

A las 8:30 horas, el gobernador Hunt y el mayor Norman debaten qué hacer.
Se sugiere dispersarse por el interior para iniciar una guerra de guerrillas,
pero finalmente, creyéndose rodeados por un batallón de Infantería de
Marina, deciden que este plan de acción no tiene sentido.7 Hacen traer a
Héctor Gilobert, un argentino residente de las islas al que consideran un
espía, y le encargan negociar el alto el fuego. A las 9:30 horas, el
gobernador Hunt rinde las islas Malvinas al contraalmirante Busser. Ciento
cuarenta y nueve años de dominio colonial han terminado. Un avión de
transporte militar argentino lleva a Hunt a Montevideo, desde donde se
dirigirá a Londres.

Sin embargo, en las islas Georgia del Sur los británicos no aceptan la
rendición, que les es retransmitida desde el ARA Bahía Paraíso (B-1). Cuando
en la mañana del día 3 las fuerzas argentinas tratan de tomar Grytviken, los
22 infantes de marina británicos reaccionan. No sólo derriban el helicóptero
Puma del Comando de Aviación del Ejército Argentino, sino que averían a la
corbeta misilística ARA Guerrico (P-2) (actual P-32) con denso fuego de
infantería y un lanzacohetes Carl Gustav cuando intenta aproximarse a la
población. El cabo Guanca, y los conscriptos Mario Almonacid y Jorge Águila
resultan muertos y otros heridos. Interviene el Alouette del COAN, que
artillado ataca a las posiciones inglesas. Finalmente, la P-2 logra alejarse y
—aunque tiene inutilizado su cañón principal de 100 mm— dispara una salva
con el de 40 mm contra las posiciones británicas. Ante este hecho, con un
marine herido en un brazo y con los conscriptos infantes argentinos
aproximándose, los Marines Reales deciden rendirse.
Pasado el mediodía del 3 de abril de 1982, la bandera argentina ondea sobre
las islas Malvinas, las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur (en
estas últimas hacía varios años). Se suceden grandes manifestaciones de
alegría patriótica por toda la Argentina. Los prisioneros británicos vuelven a
su país vía Montevideo.

La recuperación de las islas por Argentina y la


reacción británica
La recuperación de las islas Malvinas por parte de las Fuerzas Armadas
Argentinas no fue una acción brutal. Generalmente respetaron a la población
local, si bien practicaron los correspondientes cambios de topónimos por sus
versiones argentinas, instauraron el español como lengua oficial y, entre
otros cambios, modificaron el código de la circulación vehicular para que se
condujese por la derecha en vez de por la izquierda.

El público del Reino Unido se encendió ante las imágenes de unos «soldados
tercermundistas» apuntando a sus compatriotas rendidos en el suelo,
disparando un sentimiento patriótico que cambió la configuración política de
su país.

El gobierno de Margaret Thatcher estaba entonces muy debilitado. Sus


duras medidas sociales de corte neoliberal, recientemente puestas en
marcha, suponían un constante enfrentamiento con amplias capas de la
población británica. Francis Pym, su ministro de Asuntos Exteriores, no veía
con buenos ojos un conflicto con la Argentina por la posesión de unas islas
remotas en el Atlántico Sur. No obstante todo ello, el 3 de abril el Reino
Unido logró que la ONU aprobara la resolución 502, exigiendo a la Argentina
que retirara sus tropas de los archipiélagos ocupados como condición previa
a cualquier proceso negociador. El Reino Unido también cortó todas las
relaciones comerciales con la Argentina, y comenzó a buscar aliados
diplomáticos con un éxito mucho mayor al de la Junta.

Durante el conflicto bélico, y a raíz de la inmediata ruptura de las


relaciones diplomáticas entre ambos estados beligerantes, el Perú
representó los intereses diplomáticos de la Argentina en el Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda del Norte y, a su vez, Suiza representó los
intereses diplomáticos de Gran Bretaña en la Argentina. Así, los
diplomáticos argentinos destacados en Londres, se convirtieron en
diplomáticos peruanos de nacionalidad argentina y los británicos en Buenos
Aires, diplomáticos suizos de nacionalidad británica. Durante el transcurso
del conflicto bélico, el acoso del Servicio de Inteligencia británico a la
Embajada peruana en Londres y a sus funcionarios diplomáticos fue tal que
originó como respuesta mensajes de distracción.

Para el 9 de abril, el Reino Unido había logrado el pleno apoyo de la


Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea), la OTAN, la
Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth) y la ONU. Surgen
propuestas de paz por parte del Secretario General de las Naciones Unidas,
el peruano Javier Pérez de Cuéllar, y del Presidente Peruano Fernando
Belaúnde Terry.

Pero ya el día 30 de marzo, cuando se hizo obvio que la invasión era


inminente, el Gobierno británico había ordenado que el destructor HMS
Antrim, seguido de otros dos buques de superficie y tres submarinos
nucleares, se dirigieran a las islas Georgias del Sur para apoyar al HMS
Endurance. El resto de unidades de la marina británica se puso en alerta de
cuatro horas.

Alexander Haig, Secretario de Estado de Estados Unidos, recorrió miles de


kilómetros intentando evitar la guerra entre dos firmes aliados. No tuvo
éxito. La URSS, por su parte, se dedicó a observar el devenir de los
acontecimientos con alegría disimulada: dos fuertes aliados de los
estadounidenses, ambos con gobiernos de derecha —una democracia y una
dictadura—, se enfrentaban irremisiblemente. Moscú era consciente de que,
más pronto que tarde, Washington tendría que decantarse por uno de los
dos. Hacerlo implicaba romper la OTAN o romper el TIAR. Cualquiera de las
dos opciones resultaba beneficiosa para los soviéticos.

En efecto, la neutralidad era imposible. Hacia finales del mes de abril el


presidente estadounidense Ronald Reagan se decantó por los «primos»
británicos y por la OTAN. Al hacerlo incumplían el TIAR, aplicable en casos
de guerra, para favorecer a un miembro de la OTAN. Su unilateralidad, en
vez de mantener neutralidad por pertenecer a dos tratados de defensa, le
valió el descrédito internacional por flagrante incumplimiento de los
tratados. Tanto la URSS como Cuba criticaron a Estados Unidos por este
abandono del más débil, y Castro llegó a ofrecer su apoyo a la Junta Militar
argentina.

Existe una visión de los hechos que considera que Chile, por su parte, al
optar por apoyar a Gran Bretaña, incumplió también su compromiso con el
TIAR alejándose de uno de sus postulados permanentes de política exterior
cual era la intangibilidad en el cumplimiento de los tratados internacionales.
Este hecho fue, según esta visión, el producto de unas relaciones muy
estrechas cultivadas desde años con Gran Bretaña en el ámbito de la marina
a lo cual se agregan unas relaciones especialmente delicadas entre la
Argentina y Chile que llegaron en 1978 a una situación pre bélica por el
contencioso sobre el Canal del Beagle.

La visión de los hechos desde Chile puede haber sido otra:

1. Por una parte era considerado oficialmente como enemigo de Argentina


2. En 1978 las fuerzas armadas argentinas habían puesto en marcha (y
abortado) la Operación Soberanía destinada a ocupar militarmente las
islas al sur del Canal Beagle e invadir el territorio continental de Chile si
se estimase conveniente.
3. Las relaciones diplomáticas con el Reino Unido se encontraban en pésimo
estado debido a las violaciones a los derechos humanos cometidas
durante la dictadura. En especial el uso de aviones de fabricación inglesa
para el bombardeo de La Moneda tuvo como consecuencia la negación de
los estibadores británicos a trabajar en la carga de 4 aviones a Chile, los
que debieron emprender el viaje volando desde Inglaterra a Chile.
4. Las torturas cometidas contra la doctora inglesa Sheila Cassidy habían
empeorado aún más las relaciones entre ambos gobiernos.
5. El Conflicto del Beagle aún continuaba candente, Argentina se negaba a
aceptar la propuesta papal de 1980 y seis semanas antes del comienzo de
la guerra había provocado un incidente con Chile frente a la Isla Deceit
con el ARA Gurruchaga. De hecho una de las razones invocadas para la no
participación de la marina argentina y de fuerzas profesionales en la
guerra fue la necesidad de su posterior utilización en el conflicto con
Chile

Las razones formales aducidas por el gobierno chileno al abstenerse, junto a


EE.UU, Colombia y Trinidad y Tobago en la votación del TIAR fue el
incumplimiento de parte de Argentina de la resolución 502 de las Naciones
Unidas. La razón de fondo puede haber sido que la política exterior de la
junta militar argentina se había vuelto imprevisible y que este nuevo ímpetu
de recuperación de la soberanía argentina podía llegar hasta las fronteras
chilenas reconocidas por el multilateral Laudo Arbitral de 1977, pero que la
Argentina había declarado nulo en forma unilateral. Chile no podía apoyar
una agresión que más tarde se podía volver contra sí mismo. Por esta razón
las pésimas relaciones entre Chile y Gran Bretaña se tornaron en
cooperación.
Desde los últimos días de abril, el Reino Unido contó con todo este apoyo
diplomático, con inteligencia satelital estadounidense, con las últimas
versiones de armamento estadounidense (AIM-9L Sidewinder, Stingers,
etc) y con datos tecnológicos esenciales de lo que se consideraba —y se
demostraría— el arma más peligrosa de los argentinos: los misiles antibuque
Exocet de fabricación francesa. Hay dos versiones sobre la conducta de los
misiles Exocet: 1°) el Reino Unido accedió a las claves para desactivarlos en
la fase de operación, salvo los introducidos desde la república del Perú. 2°)
no obstante la detallada información suministrada por el constructor
Aérospatiale sobre las características de los Exocet y específicamente
sobre su sistema de puntería final (homing) resultaron inútiles: este misil
resultó ser tan peligroso como se temía y en ningún momento de la guerra se
pudieron establecer contramedidas eficaces contra él.

No hubo declaración oficial de guerra por ninguna de las dos partes, pero
conforme avanzaba el mes de abril, estaba claro que ambos países iban a
entrar en guerra.

La reocupación: Operación Corporate


Conforme avanzaba el mes de abril, más y más buques de la Royal Navy se
dirigían a la zona de conflicto en una acción improvisada bajo el mando del
Lord Almirante Sir John Fieldhouse que recibió el nombre de Operation
Corporate. Su objetivo era la reconquista de las islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich del Sur para la Corona Británica, y se extendería desde el 9
de abril de 1982 hasta el final de la Guerra, el 14 de junio.

Operación Paraquat: reconquista de las islas Georgias del Sur

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

Fuerza de operaciones Paraquat


(Comandante: capitán Brian Young)
• Submarino ARA Santa Fe S-21
(1.526 t) (ex-USS Catfish SS • Destructor de misiles guiados D-
339) con 10 tubos lanzatorpedos 18 ‘‘HMS Antrim (6.800 t) con 1
de 254 y 533 mm (1944, lanzamisiles Seaslug Mk.2 (2
modernizado en 1960). tubos), 1 lanzamisiles MM-38
Exocet (4 tubos); 2 lanzamisiles
• Guarnición: 130 infantes de Seacat antiaéreos (4 tubos), 1 x 2
marina. (Comandante: teniente cañones de 11,4 mm tipo 45 Mk.6;
comandante Luis Lagos) 2 cañones de 20 mm y 1
helicóptero Westland Wessex con
capacidad lanzatorpedos (1970).
• Fragata antisubmarina F-126
‘‘HMS Plymouth (2.800 t) con 1
lanzamisiles Seacat antiaéreos, 1
cañón doble de 40 mm, 1 cañón de
11,4 mm tipo 45 Mk.6 y 1
helicóptero Wasp con capacidad
lanzatorpedos (1961,
modernizada).
• Fragata F-90 ‘‘HMS Brilliant
(2.800 t) con 1 lanzamisiles MM-
38 Exocet (4 tubos), 2
lanzamisiles Seawolf antiaéreos (6
tubos) guiados por laser los cuales
estaban en su fase experimental,
2 cañones de 20 mm, 2
lanzatorpedos antisubmarinos
Mk.44 o Mk.46 (3 tubos) y 2
helicópteros Lynx, Sea King HAS.5
o Merlin (1981).
• Buque de patrulla ártica ‘‘HMS
Endurance (3.600 t), con 2
helicópteros Wasp.
• Buque petrolero y de suministros
‘‘HMS Tidespring (27.400 t)
reforzado para operaciones
polares (1963).
• Submarino nuclear S-48 ’‘HMS
Conqueror (7.200 t), con 6 tubos
lanzatorpedos de 533 mm (1971).
• 42º comando royal marines.
(Comandante: mayor J.M.G.
Sheridan)

• Comandos SBS.

• Comandos SAS.

Desde el principio, fue evidente que el primer objetivo habría de ser las
islas Georgias del Sur. No sólo ya había un buque británico en el área, el
‘‘HMS Endurance, sino que los datos de inteligencia notificaban que la
presencia argentina en estos islotes prácticamente inhabitables era
reducida. Reconquistar las Georgias del Sur proporcionaría un pequeño
punto de apoyo terrestre a la flota británica, pero sobre todo tendría un
efecto propagandístico de gran importancia sobre la población argentina, la
británica y la internacional: la Royal Navy ha llegado. Por el contrario, un
fracaso en esta recuperación podría implicar graves problemas domésticos
para Margaret Thatcher y el descrédito internacional definitivo del Reino
Unido. Denominada Operación Paraquat, consistió en una serie de
improvisaciones y despropósitos tácticos y estratégicos que salió bien por
pura buena fortuna y por la debilidad de las fuerzas opositoras. Dado lo
crítico de esta operación, el almirante Fieldhouse la había organizado en
secreto y con una cadena de mando distinta de la que utilizaban las fuerzas
que se preparaban para reconquistar las Malvinas.

Quien primero llegó, el día 19, fue el submarino nuclear ‘‘HMS Conqueror. Su
presencia, en principio, denegaba el área a la flota argentina y garantizaba
la seguridad del ‘‘HMS Endurance: el ‘‘HMS Conqueror era un submarino
diseñado para combatir contra la armada soviética, con una tripulación
entrenada para pelear con los cruceros y submarinos rusos, por lo que no
era probable que ningún elemento de la flota argentina le ofreciera una
resistencia significativa. El 20, un avión de cartografía y reconocimiento
radar Handley Page Victor retornaba a isla Ascensión después de levantar
nuevos mapas del archipiélago (siempre variables debido a los glaciares) y
cubrir 150.000 mi. de mar. Con 14 h y 45 min de duración, se trata de la
misión de reconocimiento más larga de la historia. Hizo unos mapas
estupendos, pero en el apartado de observación retornó con las manos
vacías: la flota de superficie argentina no estaba en el área.

A lo largo del día 21 el resto de la fuerza británica llegó a las proximidades


de las islas Georgias del Sur. Desde el primer momento, se puso en evidencia
la pobre gestión de la operación: no estaba claro quién mandaba sobre qué,
no se atendió a los experimentados científicos del British Antarctic Survey,
perfectos conocedores de la zona, lo que dejó al 19º Comando del 22º
Regimiento del SAS (Special Air Service: servicio aéreo especial, comandos
de élite) atrapados en el glaciar Fortuna en medio de un clima imposible:
vientos de casi 200 km/h y olas de Fuerza 11, con el barómetro llegando a
rozar los 965 milibares.

Y el día 23, un débil eco en el sonar delató la presencia del submarino


argentino ARA Santa Fe (S-21); todas las operaciones se detuvieron de
inmediato, el HMS Tidespring se envió a aguas más apartadas, otros dos
petroleros en aproximación se desviaron y la flotilla británica se desplegó
en orden de combate para interceptarlo.

La Operación Paraquat se había transformado en una operación de rescate


de alta montaña y una extraña persecución de un submarino diésel-eléctrico
construido durante la Segunda Guerra Mundial, mientras las tropas de Lagos
y Astiz en Grytviken y Leith permanecían ajenas a lo que pasaba.

Rescatar a los comandos atrapados les costó tres helicópteros, hasta que
finalmente 16 hombres agotados y helados lograron aterrizar en el ‘‘HMS
Antrim a bordo de un último helicóptero cargado muy por encima de sus
especificaciones. Los británicos se concentraron ahora en hallar un punto de
inserción adecuado —escuchando esta vez los consejos de los científicos del
British Antarctic Survey— y en cazar al ARA Santa Fe (S-21).

El Capitán de Corbeta Bicain, al mando del Santa Fe, no estaba allí por su
gusto. Sus órdenes consistían en evitar la posible presencia británica para
desembarcar unos magros refuerzos en Grytviken. Por ello su submarino
estaba saturado de gente, pero la poca intimidad era el menor de sus
problemas. Se le ordenaba evitar a la tercera flota del mundo con un navío
que vio un dique seco por última vez en 1960. Estaba tan deteriorado que no
podía variar su profundidad; sólo tenía dos posibles posiciones, en superficie
o sumergido a cota fija. Y operar los tubos lanzatorpedos implicaba el riesgo
de sufrir una explosión. Frente a él, buques y submarinos pensados para
luchar en la Tercera Guerra Mundial.

Pese a todo, el capitán Bicain logró llegar muy lejos. Pero era una pelea
imposible. Sobre las 11 del 25 de abril de 1982, un helicóptero del ‘‘HMS
Antrim le detectó otra vez y, antes de que se escabullera de nuevo, arrojó
dos cargas de profundidad tan anticuadas como el submarino al que iban
dirigidas (el único armamento que llevaba a bordo). Una de ellas explotó muy
cerca e inundó los tanques de flotabilidad del ARA Santa Fe, que se vio
obligado a salir a superficie. Ahora fácil blanco para toda clase de cañones,
misiles y torpedos, Bicain trató desesperadamente de llegar a Grytviken.

Los británicos no iban a dejar escapar una presa tan fácil. Otro helicóptero
le lanzó dos misiles AS-12. Impactaron en la torreta pero, como durante la
modificación de 1960 se había reconstruido en materiales plásticos, no
ofreció suficiente resistencia como para que se activara su espoleta y los
misiles pasaron limpiamente a través. Aún le atacaron una tercera vez, con
torpedos dirigidos contra sus hélices, pero en aquella época los torpedos
antisubmarinos no explotaban al alcanzar blancos de superficie por razones
de seguridad. Para asombro de todos, especialmente de sus ocupantes, el
ARA Santa Fe (S-21) logró llegar trabajosamente a Grytviken y ser
evacuado. Quedó varado, y allí sigue todavía.

Mientras, los comandos del SAS y el SBS hallaron por fin puntos de
inserción adecuados. En ausencia de patrullas argentinas, simplemente
caminaron hasta Grytviken y Leith. Al llegar a la primera, se encontraron
banderas blancas colgando de los edificios. El teniente comandante Luis
Lagos, al cargo de las islas Georgias del Sur, había decidido no luchar ante
fuerzas tan enormes. En la mañana del 26, Lagos firmaba la rendición en la
base del British Antarctic Survey en King Edwards Point. Astiz, responsable
de los quince buzos tácticos en Leith, no aceptó al principio este hecho.
Pero ante lo que se le venía encima, por la tarde firmaría también la
rendición a bordo del ‘‘HMS Plymouth, duplicando innecesariamente el acto
de Lagos. La imagen de Alfredo Astiz firmando los papeles dio la vuelta al
mundo. La Union Jack ondeaba de nuevo sobre las islas Georgias del Sur.

Black Buck I: bombarderos nucleares sobre Puerto Argentino

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

• 2º de bombarderos British
Aerospace Canberra operando
desde territorio continental
argentino.
• Aviones COIN FMA IA-58 Pucará
estacionados en las islas Malvinas.
• 6º de cazabombarderos IAI
Dagger operando desde territorio
continental argentino.

• 8º de cazas Dassault-Breguet
Mirage IIIEA operando desde
territorio continental argentino.

• Portaaviones ‘‘HMS Invincible y


escoltas.
• 2 bombarderos Avro Vulcan
operando desde isla Ascensión.
• 800º de aviones tácticos Sea
Harrier en configuración de ataque
a tierra operando desde el ‘‘HMS
Invincible.

• 801º de aviones tácticos Sea


Harrier en configuración de
patrulla aérea de combate (CAP)
operando desde el ‘‘HMS
Invincible.

• Defensa antiaérea terrestre en


islas Malvinas.

Pese a la toma de las islas Georgias del Sur, el Reino Unido necesitaba
demostrar que disponía de la capacidad de ataque aéreo a las islas Malvinas
y al territorio continental argentino. Paralelamente, el almirante Fieldhouse
no quería ver reactores enemigos operando desde el archipiélago. Por todo
ello, se diseñó una serie de operaciones de ataque a tierra contra el
aeropuerto de Puerto Argentino que se desarrollaría mediante bombarderos
Vulcan basados en isla Ascensión.

El Vulcan, un bombardero nuclear estratégico, no tenía alcance suficiente.


Fue necesario diseñar complejas operaciones tácticas de
reaprovisionamiento de combustible en vuelo mediante aviones cisterna
Victor. Pero los Victor tampoco podían llegar tan lejos, por lo que a su vez
era necesario reaprovisionarlos. En suma, por cada dos Vulcan que llegaban a
las islas Malvinas desde Ascensión se necesitaban 11 aviones de
reaprovisionamiento; siendo el ataque más largo jamás realizado hasta
entonces.

El primero de estos ataques se produjo sobre el aeropuerto de Puerto


Argentino el [[01 de mayo] de 1982 a las 06:00, con 21 bombas
convencionales de 454 kg de alto explosivo de las cuales sólo una alcanzó el
borde de la pista.

Más devastadores resultaron los ataques que siguieron inmediatamente,


realizados por aviones Sea Harrier del escuadrón 800º operando desde el
portaaviones británico ‘‘HMS Invincible que ya había llegado a la zona.
Atacaron el aeropuerto de Puerto Argentino con bombas de racimo,
causando algunos daños en las infraestructuras anejas. Pero el mayor daño
fue realizado en el aeródromo de Goose Green, donde los argentinos habían
estacionado aviones ligeros de ataque IA-58 Pucará del Grupo 3. En torno a
las 8:25, uno de los Pucará resultó destruido, dos dañados sin posible
reparación y las instalaciones del aeródromo severamente afectadas. El
teniente Jukic murió a bordo de su Pucará mientras trataba de despegar.
En Puerto Argentino todos estuvieron convencidos que se habían derribado
dos aviones Sea Harrier ese día 1 de mayo, y hasta varios soldados del
Regimiento 25 asetguran haber visto las dos maquinas destrozarse en el
mar.

En esos momentos, la Fuerza Aérea Argentina ya había reaccionado y envió


cazas Dassault Breguet MirageEA del Grupo 8º, IAI Daggers del Grupo 6º y
bombarderos Canberra del grupo 2º: el destructor ‘‘HMS Glamorgan y las
fragatas ‘‘HMS Arrow y Alacrity sufrieron daños menores, pero el precio
pagado fue elevado. En los combates aéreos subsiguientes las dos Harrier
del Escuadrón 801 se enfrentaron con un número similar de Mirage. Las
tácticas de combate aéreo de los Mirage argentinos fueron muy
deficientes, ya que volaban al estilo "alas soldadas" y en el enfrentamiento
los británicos derribarían un Mirage, y dañaron al otro con sendos disparos
de misiles. En posterior enfrentamieno cayeron un IAI Dagger y un
Canberra sin sufrir bajas británicas, dañando asimismo un Turbo Mentor. El
Mirage averiado en el combate con los Harrier, pilotado por el capitán
García Cuerva, intentó tomar tierra en Puerto Argentino. Pero la defensa
antiaérea le confundió con un avión británico y lo derribó, acabando con su
vida; fue un lamentable incidente de fuego amigo. Otros tres pilotos
argentinos resultaron muertos o desaparecidos en el mar.
Saldo de la batalla

Pérdidas argentinas Pérdidas británicas

• Daños moderados en el aeropuerto • 2 Sea Harrier derribados por


de Puerto Argentino. artillería antiaérea argentina

• Graves daños en el aeródromo de


Goose Green.

• 1 + 2 aviones tácticos Pucará

• 1 + 1 cazas Mirage III

• 1 cazabombardero IAI Dagger

• 1 bombardero Canberra

Bajas humanas

• 12 muertos + 2 desaparecidos
• Ninguna.
(declarados muertos).

La Operación Black Buck I se había saldado con un brillante logro operativo


pero un fracaso en cuanto a sus resultados prácticos, ya que el aeropuerto
de Puerto Argentino nunca quedó inutilizado del todo y los vuelos de
transporte de C-130 Hércules se mantuvieron hasta la última noche de la
guerra. Sin embargo, el Reino Unido había demostrado su capacidad para
atacar el archipiélago e incluso el territorio continental argentino desde
bases tanto en tierra como en el mar, asestado un segundo golpe
propagandístico y destruido varias aeronaves en vuelo y en tierra, todo ello
sin sufrir ninguna pérdida propia.

El hundimiento del ARA General Belgrano

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

Fuerza de operaciones 79.3

• Crucero ARA General Belgrano • Submarino nuclear S-48 HMS


(C-4) (12.242 t) con 15 cañones Conqueror (7.200 t), con 6 tubos
de 152 mm, 8 cañones de 127 mm lanzatorpedos de 533 mm (1971).
antiaéreos, varios antiaéreos de
40 mm y 20 mm, 1 lanzamisiles
antiaéreo Sea Cat y 1
helicópteros Alouette(1938,
actualizado en 1968).
• Destructor ARA Hipólito
Bouchard (D-26) (3.315 t) con 4
lanzamisiles antibuque con un
misil MM-38 Exocet cada uno, 6
cañones de 127 mm, 23 cañones
antiaéreos de 40 mm y de 20 mm,
10 lanzadores de cargas de
profundidad y 10 tubos
lanzatorpedos de 533 mm (1944,
actualizado en 1976).

• Destructor ARA Piedra Buena (D-


29) (3.315 t) con 4 lanzamisiles
antibuque con un misil MM-38
Exocet cada uno, 6 cañones de
127 mm, 23 cañones antiaéreos
de 40 mm y de 20 mm, 10
lanzadores de cargas de
profundidad y 10 tubos
lanzatorpedos de 533 mm (1944,
actualizado en 1979).

Si bien con la llegada de la Royal Navy y la inutilización del ARA Santa Fe


(S-21) la flota argentina se había replegado a posiciones más próximas al
continente, el almirante Fieldhouse la deseaba firmemente atracada en
puerto. No estaba dispuesto a arriesgar sus buques en batallas navales como
las de la Segunda Guerra Mundial. Para ello necesitaba asestarle un golpe
brutal, algo que convenciera a sus almirantes y a la Junta de que salir al mar
era la peor de las ideas posibles. También le hacía falta un golpe
propagandístico definitivo que ofrecer a Londres, más allá de la
recuperación de unos oscuros islotes y el éxito de unas operaciones de
bombardeo todavía medio secretas.

Para el día 30 de abril las unidades más relevantes de la fuerza de


operaciones británica ya habían configurado dos grupos de operaciones en la
zona de las Malvinas, compuestos por dos portaaviones (HMS Hermes y
HMS Invincible), cuatro destructores (‘‘HMS Glamorgan, HMS Conventry,
HMS Glasgow y HMS Sheffield), cuatro fragatas (HMS Broadsword, HMS
Alacrity, HMS Arrow y HMS Yarmouth) y dos buques petroleros y de
suministros (Olmeda y Resource). Con su posición así consolidada, el Reino
Unido declaró una «zona de exclusión total» (TEZ) de 200 mi náuticas
alrededor del archipiélago, cuyo centro no estaba bien definido. Cualquier
buque o aeronave argentino hallado dentro de estas aguas podía ser atacado
sin previo aviso. Lo cierto es que, como hemos visto, la flota argentina había
decidido apartarse del área por iniciativa propia en tres grupos muy
dispersos. El ARA General Belgrano (C-4) y sus dos escoltas patrullaban el
Banco Burdwood, situados en el borde sur de esta zona de exclusión. El
mismo día 30 de abril fueron detectados por el submarino nuclear HMS
Conqueror, procedente de la reconquista de las islas Georgias del Sur.

Londres habría preferido tener bien ubicado al portaaviones liviano ARA


Veinticinco de Mayo (V-2), único portaaviones de la Armada Argentina. El
ARA General Belgrano (C-4), sin embargo, era el segundo buque más grande
del Grupo de Tareas 79 (nombre dado a la Flota de Mar argentina durante
el conflicto de las Malvinas). Sobre el mediodía del 2 de mayo, y pese a que
había una propuesta de paz del Presidente a mano sobre la mesa, el gobierno
de Margaret Thatcher autorizó el hundimiento del ARA General Belgrano
(C-4) con sus 1.093 tripulantes.

A las 15:00 del 2 de mayo de 1982, con olas de 12 m, viento de 120 km/h y
temperatura ambiente por debajo de 10 °C bajo cero, el capitán del HMS
Conqueror, Chris Wreford-Brown ordenó zafarrancho de combate y cargar
los tubos lanzatorpedos con viejos Mk 8 (considerados más fiables que los
nuevos Tigerfish). Cada uno de estos torpedos no guiados cargaba 363 kg
de alto explosivo. En ningún momento el grupo de tareas 79.3 se dio cuenta
de que el ataque era inminente. Sobre las 16:00, y a corta distancia,
Wreford-Brown dio la orden de disparar tres torpedos. Uno de ellos pudo
alcanzar al ARA Bouchard (D-26), pero si así fue, no explotó. Los otros dos
dieron de lleno al ARA General Belgrano (C-4). El primero alcanzó la sala de
máquinas de popa a las 16:01, abriendo un boquete de 20 m, partiendo la
quilla y matando a 272 tripulantes. El segundo dio en la proa, lo que hizo
desaparecer 15 m de barco, pero aparentemente sin causar víctimas.

El buque estaba perdido. A las 16:24 el capitán Héctor Bonzo ordenó


evacuarlo. Su destructor de escolta ARA Piedrabuena (D-29) se lanzó a la
caza del submarino, pero Wreford-Brown se evadió fácilmente de un buque
tan antiguo. No obstante, durante los siguientes días habría sucesivos
intentos de hundir al HMS Conqueror, todos ellos infructuosos. Volvería al
Reino Unido después de la guerra, ondeando la Jolly Roger (la bandera
pirata negra con la calavera y las tibias cruzadas, símbolo de victoria en la
marina británica desde principios de la Edad Moderna).
323 marinos argentinos perdieron la vida (la mitad del total de muertos
argentinos durante el conflicto) como consecuencia del hundimiento del
ARA General Belgrano (C-4), acontecimiento que no cayó bien en la escena
internacional. En muchos países lo consideraron un uso desproporcionado de
la fuerza sobre un buque obsoleto, con mucha tripulación a bordo —en buena
parte, marinería de recluta— y fuera de la TEZ, reforzando las posturas
pacifistas en gobiernos y ciudadanía de todo el mundo. No obstante, en el
Reino Unido fue ocasión de celebraciones populares y portadas de
periódicos como esta del diario The Sun. Por otro lado, otros medios de
prensa, comenzaron a asomar posturas moderadas e incluso contrarias a la
guerra, ante tal pérdida de vidas. Hay posturas que consideran al

Saldo de la batalla

Pérdidas
Pérdidas argentinas
británicas

• Crucero ARA General Belgrano(C-4) hundido, con su


• Ninguna.
helicóptero Alouette.

Bajas humanas

• 323 muertos. • Ninguna.

hundimiento del ARA General Belgrano (C-4) como un crimen de guerra ya


que este se encontraba fuera de la zona de exclusión impuesta por el Reino
Unido en el momento en que fue hundido.

Aunque los planes navales argentinos habían sido frustrados, todavía la


Argentina escondía un as debajo de la manga, su Fuerza Aérea, que a partir
del hundimiento del ARA General Belgrano (C-4) comenzaría a infligir
importantes bajas a las fuerzas de tareas británicas.

El Exocet entra en escena: el hundimiento del HMS Sheffield

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

Fuerza de operaciones de la Marina


Real
• 1 avión de patrullado marítimo
(MPA) Lockeed P-2V Neptune. • 2 portaaviones (HMS Hermes y
• 2 aviones tácticos Avions Marcel HMS Invincible).
Dassault- Breguet Aviation Super • 5 destructores misilísticos (HMS
Étendard (2ª Escuadrilla Antrim, HMS Glamorgan, HMS
Aeronaval de Caza y Ataque) Conventry, HMS Glasgow y HMS
equipados con misiles AM-39 Sheffield).
Exocet. • 4 fragatas (HMS Broadsword,
• 1 grupo de IAI Daggers de la HMS Alacrity, HMS Arrow y HMS
Fuerza Aérea Argentina en misión Yarmouth).
de escolta retrasada. • Numerosos buques auxiliares.

• 2 aeronaves auxiliares. • Varias patrullas aéreas CAP


compuestas de aviones Sea
Harrier.

En la Ciudad de Buenos Aires hacía mucho frío, y no sólo por la proximidad


del invierno austral. Lo que comenzó como una gran aventura patriótica para
recuperar crédito social se estaba convirtiendo rápidamente en un fracaso.
Pese a la férrea censura informativa impuesta por la dictadura, el
entusiasmo entre las capas populares sensibles a este tipo de acciones se
enfriaba tan deprisa como el clima bonaerense. Escasamente un mes
después de las celebraciones populares por la recuperación de los
archipiélagos, y pese a toda la propaganda, a nadie se escapaba ya que el
régimen había lanzado un órdago a una gran potencia y ésta había aceptado
el desafío. Para la Junta, devolver los golpes recibidos con un hecho
espectacular se convirtió en una prioridad absoluta. Tal hecho no podía ser
otro que el hundimiento de un gran buque de guerra británico, bajo la capa
de una represalia por lo del ARA General Belgrano (C-4). Con una guerra a
gran escala en marcha, era esencial devolver la esperanza a la gente,
hacerles creer en la victoria.

Antes de poner proa a sus puertos, la flota argentina había determinado con
bastante precisión el área general de operaciones de los dos grupos de
batalla británicos por el procedimiento de detectar sus transmisiones
radioelectrónicas. Al alba del 4 de mayo de 1982, un avión de patrulla P-2
Neptune de la Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina (COAN)
establece por radar la posición de la Fuerza de Operaciones británica. De
inmediato, dos aviones de fabricación francesa Dassault Super Étendard de
la 2º Escuadrilla parten de Río Grande a las 09:45 con un misil Exocet AM-
39 cada uno para, tras reabastecerse en vuelo desde los KC-130H Hércules
de la Fuerza Aérea Argentina, realizar un largo vuelo semicircular que les
aproxime a los navíos enemigos. A los mandos, del Capitán de Corbeta
Augusto Bedacarratz y del Teniente de Navío Armando Mayora. Tras ellos,
un grupo de IAI Daggers para darles cobertura aire-aire y un Learjet en
misión de diversión.

Había un problema con los AM-39 Exocet. Acababan de llegar de Francia y,


debido al embargo impuesto por la OTAN contra la Argentina, los
instructores franceses no se habían presentado. Los técnicos de Río Grande
tenían en sus manos armas muy sofisticadas... que no sabían cómo usar. Sin
embargo, no se descorazonaron e hicieron lo posible por aprender sus
secretos leyendo los manuales y desmontando y montando alguna unidad.
Cuando finalmente los instalaron a bordo de los Super Étendard, no estaban
muy seguros de que funcionaran realmente.

Mientras tanto, el Reino Unido prosigue sus operaciones militares. Se


ejecuta la segunda serie de bombardeos Black Buck sobre las islas Malvinas,
buscan al submarino ARA San Luis (S-32) que creen en el área, supervisan
desde lejos las operaciones de rescate de la tripulación del ARA General
Belgrano (C-4) y sus aeronaves se aventuran hasta las cercanías de las
costas argentinas para inspeccionar posibles objetivos pese a que la Junta
ha establecido a su vez una zona de exclusión. Es una superpotencia,
haciendo la guerra «según el manual». Lejos, en el mar, al este de las
Malvinas, los dos portaaviones y sus buques auxiliares actúan de retaguardia
avanzada, bien protegidos de cerca por las fragatas con sus misiles de corto
alcance Sea Wolf y, a unas 20 mi, por los destructores del tipo 42 (entre
los que se hallaba el HMS Sheffield) con sus sofisticados radares y sus
misiles de alcance intermedio Sea Dart, apoyados a su vez por la fragata
‘‘HMS Yarmouth.

A las 10:35, el Neptune realiza un último ascenso a 1,2 km de altitud y ubica


un blanco grande y dos pequeños en las coordenadas 52º33'55" Sur,
57º40'55" Oeste. Retransmite la información a Bedacarratz y retorna a
base.

A las 10:50 los Super Étendards —que venían volando sobre la cresta de las
olas para no ser detectados— realizan un pequeño ascenso a 160 m de
altitud para confirmar las coordenadas suministradas por el Neptune, pero
no encuentran nada. Bedacarratz decide continuar. Cuarenta km más
adelante vuelven a intentarlo y... ¡allí están! Un blanco grande y tres
pequeños. Vuelven a su bajísimo nivel de vuelo, cargan los datos en las guías
de los AM-39 Exocet y los disparan a las 11:04. Tras hacerlo, dan la vuelta
para retornar a Río Grande. El lanzamiento fue arriesgado, se ha realizo a
muy baja altitud, con misiles montados sin asistencia del fabricante y
demasiado cerca del blanco: a 10 km. Por estos motivos, durante el regreso
Bedacarratz y Mayora dudan de que la compleja misión haya servido de algo.

Aún hoy, los sucesos siguientes son motivo de disputa. Lo único seguro es
que a las 11:07 del 4 de mayo de 1982 uno de los dos misiles Exocet alcanzó
en el mismo centro al destructor HMS Sheffield, uno de los buques más
modernos de la Royal Navy. Algunas fuentes dicen que la cabeza de guerra
no estalló, y lo que se produjo fue un incendio causado por los gases de la
combustión del Exocet que se extendió rápidamente. El capitán del
Sheffield, en cambio, asegura que el misil sí explotó, destruyendo el centro
de operaciones y el de ingeniería. Sea como fuere, a los pocos segundos el
moderno destructor estaba en llamas. 22 hombres murieron y otros 24
resultaron gravemente heridos, entre ellos el jefe de informática que
trataba infructuosamente de poner de nuevo en marcha las computadoras.

Imagen:HMSSheffieldhit.jpg
HMS Sheffield (D80) en llamas, luego de recibir un misil AM-39 Exocet,
lanzado desde un Super Étendard de la Armada Argentina

La razón por la que el HMS Sheffield y la cercana fragata HMS Yarmouth


no detectaron la presencia del Exocet hasta que un marino del primero lo vio
acercarse, 4 segundos antes del impacto, permanece oculta. Una versión
dice que en ese momento se estaban realizando retransmisiones satelitales
que requerían tener el radar apagado. Otra, que los ordenadores lo
identificaron como un proyectil amigo debido a su origen francés. Aún una
más afirma que la tripulación de los buques británicos se hallaba demasiado
confiada, con la alerta muy relajada. Todo ello resulta incomprensible,
puesto que los británicos llevaban toda la mañana detectando las
transmisiones del Neptune e incluso había ya una patrulla de Harriers en el
aire para interceptarlo. Quizás el Exocet sólo hizo aquello para lo que está
fabricado: acercarse subrepticiamente a un buque de alta tecnología y
hundirlo sin previo aviso.

Más controvertido aún es qué le ocurrió al segundo Exocet. La versión


generalizada es que falló su blanco y se perdió. Sin embargo, marinos a
bordo de la HMS Yarmouth aseguran que lo vieron pasar delante de sus
ojos. La poca actividad que el portaaviones HMS Hermes desplegó en la
guerra a partir de ese momento ha dado lugar a especulaciones respecto a
que quizás el segundo Exocet sí atinara al «blanco grande» de los radares.
Rápidamente, varios buques acudieron en ayuda del HMS Sheffield.
Evacuaron a los supervivientes y lograron controlar el incendio. No
obstante, el buque estaba a la deriva, ya perdido. Intentaron remolcarlo de
vuelta al Reino Unido, pero finalmente se fue a pique el 10 de Mayo.

La noticia dio la vuelta al mundo. La «soldadesca tercermundista» de que


hablaba la prensa londinense —unos con desprecio, otros con lástima—
acababa de
abatir al Saldo de la batalla
buque más
moderno de Pérdidas argentinas Pérdidas británicas
la flota
británica. El • Ninguna. • Destructor HMS Sheffield hundido.
frío se
extendió Bajas humanas
ahora por
• Ninguna. • 20 muertos y 24 heridos graves.
Whitehall,
pese a que
en el Hemisferio Norte brillaba la primavera. Fue un severísimo golpe al
prestigio británico ante las naciones, que reavivó las celebraciones
patrióticas en la Argentina, donde Bedacarratz y Mayora fueron recibidos
como héroes, y dio un balón de oxígeno a la Junta. El «asunto de las
Malvinas» se convirtió de pronto en la «crisis de las Malvinas». El Exocet se
hizo famoso entre el público de todos los países, asistentes por primera vez
a una guerra aeronaval basada en el uso de misiles. Con la mayor discreción
posible, el almirante Fieldhouse alejó sus unidades de la costa tanto como le
fue posible. Lo cual significaba un grave problema, porque su propósito era
exactamente el contrario: dominar las aguas alrededor de las islas Malvinas
y reconquistarlas. Se imponía una aproximación diferente.

Guerra marítima

Ya conscientes de que se enfrentaban a un oponente muy peligroso, a partir


del día 10 numerosos buques de guerra y apoyo británicos salieron del Reino
Unido para reforzar a la Fuerza de Operaciones de este país y ayudar al
desembarco previsto en las islas Malvinas a finales del mes. Por su parte,
Argentina tuvo que mantenerse generalmente a la expectativa, sobre todo
tratando de reforzar la guarnición en el archipiélago y garantizar la
seguridad de las comunicaciones con el continente. El día 15 hubo que
retirar del servicio los aviones de reconocimiento Neptune por su
antigüedad y por falta de piezas de repuesto, lo que dejó a la nación austral
sin «ojos» más allá de las Malvinas. En general, el Reino Unido se preparaba
para la reconquista y Argentina esperaba a que lo intentasen. Se sugirieron
varios planes de paz, pero o un bando u otro se negaban a aceptarlos por
diversas razones. Quedó claro que la resolución del conflicto sería violenta.

Este periodo de preparativos, que se extendería hasta el 21 de mayo, estuvo


salpicado de cautas acciones aeronavales. Tras la experiencia del HMS
Sheffield, el almirante Fieldhouse no se sentía tentado a aproximar sus
buques más valiosos a las Malvinas; serán las fragatas quienes pechen con la
peligrosa tarea de permanecer en aguas malvinenses para denegárselas a
Argentina en la medida de lo posible y dar apoyo a los aviones que operan en
el área.

Se suceden varios incidentes, en los que ambas partes pierden aviones y


Argentina, algunos barcos pequeños de transporte, carga y reconocimiento.
Las unidades británicas incrementan nítidamente su nivel de agresividad,
llegando a atacar en al menos dos ocasiones las embarcaciones y aeronaves
de salvamento argentinas en contra de los principios más elementales del
Derecho Internacional.

El día 12, aviones A-4 Skyhawk argentinos intentan destruir con bombas al
HMS Glasgow y el HMS Brilliant, que se encuentran bombardeando Puerto
Argentino. El ataque resulta un fracaso, con la pérdida de 4 aviones (uno de
ellos por fuego amigo). Pese a ello, el HMS Glasgow recibe el impacto de una
bomba que no llega a estallar, pero le causa suficientes daños como para
obligarle a volver al Reino Unido.

El 14, una operación de comandos SAS en isla Borbón (Peeble Island)


apoyada por el HMS Hermes, el HMS Broadsword y el HMS Glamorgan
obtiene un resonante éxito al destruir los 11 aviones allí estacionados. Esta
operación marca el inicio de la escalada de la actividad militar británica. Los
bombardeos costeros se hacen más intensos. Los argentinos comprenden
que la invasión es inminente y se preparan para la defensa.

Un incidente que puso en evidencia la cooperación chilena con el Reino Unido


salió a la luz el día 18. Al amanecer, se descubrieron los restos de un
helicóptero británico Sea King (ZA-290) abandonado y destruido por sus
ocupantes cerca de Punta Arenas, Chile. Desde el lado argentino se
argumentó que este helicóptero procedía del país andino, pero en la
actualidad sabemos que se trataba del compás de apertura de la Operación
Mikado. La operación Mikado era una acción prácticamente suicida, a cargo
del escuadrón B del SAS, encaminada a destruir los aviones Super Étendard
y los misiles Exocet de la 2ª Escuadrilla en Río Grande. A partir de la
destrucción del HMS Sheffield, ubicar y eliminar estos peligrosísimos
misiles se convirtió en una prioridad tan alta para el Almirantazgo Británico
que justificaba cualquier clase de sacrificio. Visión que no compartían los
hombres que de hecho iban a sacrificarse, comandos veteranos y corajudos
pero que comprendían que se les estaba mandando a la muerte.

No obstante a las 00:15 del 18 de mayo el teniente Hutchings —asignado al


HMS Hermes— despegó del HMS Invincible con su helicóptero Sea King
ZA-290 y un grupo de 9 soldados de élite. Su misión era insertarlos en las
proximidades de la base de Río Grande, donde estaban los Super Étendards
con sus Exocets, para observar sus movimientos y preparar la llegada de dos
transportes con 50 comandos que destruirían esta base esencial para
Argentina. Después serían evacuados o huirían hacia Chile, donde la
dictadura de Augusto Pinochet había garantizado en secreto apoyo para ser
evacuados. Ya días antes había llegado a Chile un cierto capitán Andrew H.
bajo cobertura diplomática, para realizar un reconocimiento preliminar. Sus
movimientos no fueron restringidos en ningún momento. Reagan había
advertido a Thatcher que una operación así en territorio continental
argentino podía involucrar en la guerra a otros países del TIAR, como Perú y
Venezuela, pero evidentemente el gobierno británico optó por ignorar esta
consideración y las objeciones de sus propias unidades de comandos.

Tal y como temían éstos, el ZA-290 fue detectado por radares argentinos y
el teniente Hutchings decidió cancelar la operación y dirigirse directamente
a Chile. Sin combustible, tomaría tierra en la playa de Agua Fresca, ya en
territorio chileno. Fue abandonado y destruido por sus ocupantes, pero lo
cierto es que éstos retornaron al Reino Unido por vuelo regular y sin ningún
problema, lo que confirmaría la implicación chilena en el conflicto del lado
británico (oficialmente, «se rindieron a las autoridades chilenas», pero en
ningún momento se les trató como a prisioneros de guerra, sino como a
combatientes aliados). El general chileno Fernando Matthei confirmó en una
entrevista concedida al Centro de Investigación y documentación de la
Universidad Finis Terrae en 1999 que durante toda la guerra existió una
constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido . Poco antes,
Margaret Thatcher también lo haría público para defender a Pinochet
durante su detención en el Reino Unido. El helicóptero de apoyo, otro Sea
King con matrícula ZA-292, retornó al HMS Invincible. La Operación Mikado
fue cancelada y el Almirantazgo prosiguió con sus planes de reconquista
bajo la amenaza de los Exocet.

En efecto, este mismo día 18 el gobierno británico da al almirante


Woodward luz verde para un desembarco en la costa este del Estrecho de
San Carlos, que separa las dos islas Malvinas mayores. Una operación
arriesgada que obligará a los buques a entrar en un estrecho rodeado de
montes; el lugar perfecto para sufrir ataques a baja cota por parte de la
aviación argentina.

El Día D: Operación Sutton

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

Fuerza de desembarco de la Marina


Real

• Destructor misilístico HMS


Antrim.
• 6 fragatas (HMS Ardent, HMS
Argonaut, HMS Brilliant, HMS
Broadsword, HMS Yarmouth y
HMS Plymouth).
• 2 buques de asalto (HMS Fearless
y HMS Intrepid).
• 5 buques de desembarco (Sir
Percival, Sir Tristram, Sir Geraint,
Sir Galahad y Sir Lancelot).
• 4 buques de apoyo logístico
(Europic Ferry, Norland, Fort
Austin y Stromness).
• 1 transatlántico para transporte
de tropas (Canberra).

• Otros buques y aviones en


operaciones de ataque y diversión.

• Guarnición de San Carlos. • Escuadrón D de comandos SAS.


• 40º, 42º y 45º comandos de la 3ª
• Guarnición de Darwin. Brigada de Comandos.

• 2º y 3º de Paracaidistas.

Al anochecer del 20 de mayo de 1982, 12.000 soldados argentinos bien


equipados de material sabían que el ataque británico era inminente pues
durante los dos días anteriores ya venían observando numerosas
detecciones en el radar y un fuerte incremento de la actividad enemiga. Por
la mañana el Secretario General de la ONU Javier Pérez de Cuéllar
reconoce el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. Una propuesta
peruana es también rechazada. Según el informe del capitán Roberto Vila,
destinado en el archipiélago:

El día 20 continúan nuevas misiones, con el capitán Grünert y el teniente


Calderón. A las 18:30 hay ecos de dos helicópteros que luego ve la Red de
Observadores del Aire. A las 22:30 hay alarmas de inminentes ataques y
desembarco helitransportado; ya este día dormitamos hasta con el FAL
cargado.

Esta importante fuerza militar sufría una debilidad esencial: una parte
significativa estaba compuesta por infantería de recluta obligatoria, no
voluntarios profesionales. Entre ellos, incluso, había estudiantes disidentes
con el régimen que fueron enviados a modo de castigo, y cuya moral de
combate era evidentemente baja. Las comunicaciones navales con el
continente estaban cortadas, y las aéreas sufrían graves alteraciones en sus
operaciones debido a la constante presencia de patrullas de cazas enemigos.
No obstante ello, la Fuerza Aérea Argentina estuvo a la altura de las
circunstancias y mantuvo al contingente en el archipiélago abastecido hasta
la última noche de la guerra, pese a condiciones tan adversas.

Alrededor de ellos, la práctica totalidad de la Royal Navy: más de 120


buques, 33 de ellos navíos de guerra de primera línea, con varios miles de
soldados profesionales y de élite preparándose para el desembarco. Los
submarinos británicos eran ya completamente dueños de todas las aguas
alrededor de las Malvinas, por lo que la flota argentina permaneció en
puerto. No obstante esta superioridad tecnológica y militar abrumadora, la
guarnición de las Malvinas y la Fuerza Aérea Argentina se prepararon para
la defensa. Creían tener una oportunidad y, de hecho, la tenían.

Durante la noche del 20 de mayo la operación Sutton, dirigida por el


contraalmirante Woodward y el comodoro Clapp, se puso en marcha.
Diecinueve buques de la Marina Real (el transatlántico Canberra, los buques
de asalto Fearless e Intrepid; los de desembarco Sir Percival, Sir Tristram,
Sir Geraint, Sir Galahad y Sir Lancelot; los de apoyo logístico Europic
Ferry, Norland, Fort Austin y Stromness; escoltados por el destructor
Antrim y las fragatas Ardent, Argonaut, Brilliant, Broadsword, Yarmouth y
Antelope) se derramaron por el Estrecho de San Carlos. A las 1 del 21 de
mayo de 1982 los primeros comandos británicos llegaban a tierra en la Bahía
de San Carlos, al extremo occidental de Isla Soledad (donde se halla la
capital Puerto Argentino). Sin encontrar resistencia, establecen
rápidamente tres cabezas de playa y avanzan hacia la localidad de San
Carlos, donde se producirían las primeras refriegas. La primera de estas
refriegas se produce en San Carlos donde la compañía C del RI 25 al mando
del Teniente Primero Carlos Daniel Esteban que se encontraba patrullando
la zona derriba dos helicópteros Gazelle y daña un helicóptero Sea King de
transporte de tropas. Mientras tanto, diversas unidades aeronavales
británicas realizan ataques de diversión en otros puntos del archipiélago,
bombardeaban objetivos seleccionados e insertaban comandos en Darwin y
Goose Green.

La decisión de desembarcar por el Estrecho de San Carlos ha sido muy


controvertida, sobre todo a la luz de las consecuencias. Por un lado es cierto
que los montes circundantes parecían proteger a las unidades británicas y
ponerlas a cubierto de los radares enemigos. Pero por el otro lado, la
aviación argentina ya había demostrado en ocasiones precedentes ser muy
capaz de aprovechar esta clase de obstáculos en su propio beneficio;
además, este desembarco alejaba a las unidades implicadas de la fuerza
principal situada al este de Isla Soledad. Un ataque directo sobre Puerto
Argentino o sus alrededores no habría sido adecuado, pues allí se
concentraba la mayor parte de la guarnición argentina, pero muchos
historiadores no se explican porqué Woodward y Capp eligieron uno de los
tres peores lugares posibles para iniciar el ataque. Sea como fuere, así
ocurrió. Y pagaron las consecuencias.
Saldo de la batalla

Pérdidas argentinas Pérdidas británicas

• Ninguna. • 2 helicópteros Gazelle derribados.

• 1 avión táctico Harrier GR.3 derribado.

Bajas humanas

• No precisadas. • Al menos 4 muertos.

Resultados estratégicos

• 3 cabezas de playa británicas


en Bahía San Carlos.

• Guarniciones de Darwin
y San Carlos inmovilizadas.

Sobre las 9, un Macchi 339 del Comando de Aviación Naval de la Armada


Argentina, piloteado por el Teniente de Navío Owen G. Crippa logró utilizar
por primera vez las características geográficas del Estrecho de San Carlos
para sobrevolar a la fuerza de desembarco británica sin ser derribado. Este
aparato confirmaría que se hallaban ante el «día D» de las Malvinas, e
incluso hizo algunos disparos con sus lanzacohetes Zuni provocando daños
menores en la fragata Argonaut. Apenas media hora después, la Fuerza
Aérea Argentina quitaba los calzos a sus aviones para responder con una
serie de ataques de excepcional arrojo que rebautizarían al Estrecho de
San Carlos como «el callejón de las bombas». Era el momento que llevaban
un mes esperando. Su oportunidad.

El Día D: El callejón de las bombas o El Valle de la Muerte

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

Fuerza de desembarco de la Marina


Real
• 20 aviones tácticos IAI Dagger
(del grupo 6º) armados con bombas • Destructor misilístico HMS
de 250 y 500 kg Antrim.
• 30 aviones tácticos Skyhawk (del • 6 fragatas (HMS Ardent, HMS
grupo 5º) armados con bombas de Argonaut, HMS Brilliant, HMS
250 y 500 kg Broadsword, HMS Yarmouth y
• 6 cazas Mirage III (del grupo 8º) HMS Antelope).
armados con misiles Magic en • 2 buques de asalto (HMS Fearless
función de escolta. y HMS Intrepid).
• 5 buques de desembarco (Sir
• Diversas aeronaves de apoyo en Percival, Sir Tristram, Sir Geraint,
retaguardia. Sir Galahad y Sir Lancelot).
• 4 buques de apoyo logístico
(Europic Ferry, Norland, Fort
Austin y Stromness).
• 1 transatlántico para transporte
de tropas (Canberra).

• Patrullas CAP compuestas por


aviones Sea Harrier.

• Guarnición de San Carlos. • Antiaéreos de infantería.

Sin duda, Woodward y Clapp esperaban alguna clase de reacción argentina.


Para lo que no estaban preparados, según demostraron los acontecimientos,
fue para las furiosas oleadas de ataques aéreos que les llovieron encima
durante las siguientes cinco horas.

Tras un primer ataque sin consecuencias a cargo de dos Dagger a las 10.25
le siguieron cinco minutos después dos escuadrillas de tres Dagger cada una.
Con sus cañones y bombas dañaron severamente a la fragata HMS
Broadsword y dejaron fuera de servicio (con una bomba sin explotar a
bordo) al destructor HMS Antrim, perdiendo un avión por un misil Sea Cat
de la Plymouth.

Casi simultáneamente cinco A-4B Skyhawk del Grupo 5 de Caza se lanzaron


sobre la Argonaut’’, dañándola gravemente con dos bombas de media
tonelada que no explotaron. Una hora más tarde dos A-4B se internaron en
el estrecho, bombardeando el numeral por error el casco varado del Río
Carcarañá mientras que el líder atacaba sin consecuencias a la fragata HMS
Ardent. Al mismo tiempo cuatro A-4C del Grupo 4 de Caza eran
interceptados por una PAC, que derribó con sus Sidewinder a dos de ellos:
ambos pilotos perdieron la vida. Se produjo entonces una tregua que finalizó
abruptamente a las 14.40. Tres Dagger (un cuarto avión había sido
derribado por un Sea Harrier poco antes sin que sus compañeros lo notaran)
descubrieron a la Ardent que navegaba rumbo al norte y la alcanzaron con
dos bombas, una de las cuales explotó destruyendo el helicóptero Lynx y el
lanzador de misiles Sea Cat y matando a cuatro hombres. Cinco minutos
después otros tres Dagger atacaron con fuego de cañón a la fragata HMS
Brilliant, produciendo algunos heridos y daños menores: sin embargo, poco
después la siguiente escuadrilla de Dagger fue aniquilada sobre la Gran
Malvina por los Sea Harrier, aunque felizmente los tres pilotos pudieron
eyectarse. Finalmente, a las 15.10 tres A-4Q Skyhawk de la 3° Escuadrilla
del Comando de Aviación Naval hicieron su aparición y descubrieron a la
maltrecha HMS Ardent, que intentaba desesperadamente reunirse al
grueso británico. De inmediato la atacaron, alcanzándola con varias bombas
de caída retardada Snakeye de 227 kg. La formación argentina fue
inmediatamente interceptada por una PAC, que derribó a dos aviones y
averió a un tercero de tal forma que el piloto debió eyectarse sobre Puerto
Stanley ante la imposibilidad de aterrizar. Sin embargo, dicho ataque había
firmado la sentencia de muerte de la HMS Ardent: con 22 muertos y 37
heridos a bordo, los incendios avanzando inexorablemente y el agua de mar
penetrando por un gran rumbo en la línea de flotación, sólo quedaba una
decisión por tomar. La fragata HMS Yarmouth se colocó junto a la HMS
Ardent y procedió a evacuar a los heridos y al resto de la tripulación.
Después de arder durante horas, el barco se hundió a las dos de la
madrugada del día siguiente.

Mientras tanto, los buques de desembarco dentro de la bahía de San Carlos


han seguido llevando unidades a tierra. Desembarcan los carros de combate
de The Blues and the Royals y las cuatro baterías de 105 mm del 29º
Comando y del 4º Regimiento. Los supervivientes de la HMS Ardent son
transportados al transatlántico Canberra. El desembarco ha sido un éxito.
Pero a un precio elevadísimo.
Saldo de la batalla

Pérdidas argentinas Pérdidas británicas

• 5 aviones IAI Dagger. • Fragata HMS Ardent hundida.

• Fragata HMS Argonaut severamente


• 6 aviones Skyhawk.
dañada.

• Destructor misilístico HMS Antrim y


fragata HMS Brilliant dañados de
consideración.

• Fragata HMS Broadsword y HMS


Alacrity levemente dañadas.

• 3 aviones Pucará y un helicóptero


CH-47 Chinook (en acciones • 2 aviones Sea Harrier.
paralelas)

Bajas humanas

• Al menos 29 muertos y numerosos


• Al menos 12 pilotos muertos.
heridos.

Tierra, agua, aire y fuego

En tierra, el desembarco de Bahía San Carlos proseguía incontenible.


Durante los días 22 y 23 las tropas inglesas aseguraron numerosos puntos
tácticos esenciales y acumularon grandes cantidades de armas y suministros
llegados por vía marítima. La fragata HMS Antelope sustituyó a la Ardent.
Numerosos buques logísticos, entre ellos el carguero MV Atlantic Conveyor
pusieron proa al Estrecho de San Carlos para verter más y más hombres y
material. El general Julian Thompson —jefe de las fuerzas terrestres
británicas— estableció oficialmente su cuartel general en San Carlos, donde
ondea ya la bandera Union Jack. Pese a las pérdidas sufridas el día 21, el
desembarco ha sido un éxito.

A mediodía del 23 los británicos detectan aviones argentinos al sur del


estrecho. Reciben fuego antiaéreo de la HMS Antelope y la HMS
Broadsword, ahuyentándolos. Pero los británicos desconocen que esta
incursión forma parte en realidad de una doble oleada de 12 Daggers y 6
Skyhawks que no han detectado y cuyo primer escalón resultó fallido. La
aviación argentina ha vuelto.
De pronto, tres A-4B Skyhawk reaparecen por el norte a gran velocidad y
muy baja altitud. Esta vez, las fuerzas británicas reaccionan de inmediato
produciendo una densa cortina de fuego antiaéreo. El avión líder es
alcanzado enseguida, y su piloto el capitán Carballo logra desaparecer tras
los montes para volver al continente. Sin embargo, los dos aparatos
restantes prosiguen el ataque mientras los misiles y las trazadoras les
envuelven. Se encaran directamente hacia la recién llegada HMS Antelope.
El alférez Hugo Gómez lanza su bomba Mk.17 de 500 kg que alcanza a la
fragata, sin explotar, y consigue escabullirse. El primer teniente Luciano
Guadagnini lanza a su vez y es inmediatamente alcanzado bajo el ala
derecha: el avión de Guadagnini se desintegra contra el mástil de la HMS
Antelopey un instante después su bomba alcanza al barco sin explotar.

La HMS Antelope ha quedado fuera de combate. Con dos bombas sin


explotar a bordo y un incendio controlado, los británicos deciden evacuar la
fragata excepto por el personal esencial para desactivaciones y control de
daños. En la noche del 23 al 24, y mientras el personal de desactivación
intentaba desactivar una de las bombas, ésta estalla y el incendio
consiguiente alcanza un pañol de Sea Cat: la HMS Antelope se ve conmovida
por una explosión que la parte en dos: se hundirá en la mañana del 24.

No hay tregua. La aviación argentina golpea una y otra vez a las fuerzas
navales de desembarco, pese a que los británicos les están esperando y
pierden cada vez más aviones. No obstante, son alcanzados los buques de
desembarco Sir Galahad y Sir Lancelot. Los ataques del día 24 se cobran
tres Dagger y un Skyhawk, todos ellos abatidos por Sea Harriers sin sufrir
ninguna pérdida propia.

El día 25 es la fiesta nacional argentina. En ambos bandos se sabe que habrá


acción y están en alerta máxima. En efecto, desde primera hora de la
mañana comienzan los raids argentinos bajo fuerte presión aérea y
antiaérea enemiga. A las 8:37, el primer Skyhawk cae en la trampa
misilística del destructor HMS Coventry’’, de la misma clase del malhadado
HMS Sheffield . En torno al mediodía se produce otro ataque sobre las
fuerzas de desembarco en el Estrecho de San Carlos: un Skyhawk es
derribado por un misil Rapier disparado desde tierra y otro cae a manos del
Coventry. Es la segunda victoria del día para este moderno destructor, pero
son justamente dichos éxitos los que sellan su destino: la Fuerza Aérea
Argentina se decide a eliminar a la "trampa 42/22".

Un ataque de cuatro Skyhawks cae a las 15:20 sobre el destructor HMS


Coventry y la fragata HMS Broadsword. La HMS Broadsword es
severamente dañada en popa y su helicóptero Lynx resulta destruido, pero
sobrevive. El HMS Coventry’’, en cambio, recibe el impacto directo de tres
bombas que matan a 19 hombres. Ningún avión atacante resulta abatido. El
destructor está perdido, ha de evacuarse de inmediato. En media hora, da
la voltereta y se hunde.

El Almirantazgo británico había considerado lo del HMS Sheffield un error


táctico puntual, pero ahora ya eran cuatro los buques de guerra británicos
de primera línea que en el fondo de los mares malvinenses, mientras otra
decena estaban dañados. Deciden entonces acelerar las operaciones
terrestres.

Balance de los combates aeronavales de los días 24 y 25.

Pérdidas argentinas Pérdidas británicas

• 7 aviones Skyhawk. • Destructor misilístico HMS Coventry hundido.

• 5 aviones Dagger. • Fragata HMS Antelope hundida.

• Buque portacontenedores MV Atlantic Conveyor


destruido. Diez helicópteros destruidos.

• Fragata HMS Broadsword gravemente dañada.


Helicóptero destruido.

• Buques de desembarco Sir Lancelot y Sir Galahad


averiados.

Bajas humanas

• Al menos 10 pilotos
• Al menos 62 muertos y numerosos heridos.
muertos.

A las 16:30 una o dos potentes explosiones sacuden el portacontenedores


MV Atlantic Conveyor al norte de Isla Soledad, muy cerca del portaaviones
HMS Hermes. Se produce un incendio que nadie logra controlar. Son los
Super Étendard del 2º Escuadrón Aeronaval. Sin ser detectados y desde
una distancia de 50 km los argentinos han lanzado dos Exocets contra los
lejanos blancos que aparecían en sus radares. El Atlantic Conveyor ha de ser
evacuado y arde con diez helicópteros y su material a bordo. Los británicos
han perdido dos grandes buques en un solo día, y otros seis han sido dañados
de distinta consideración. En cambio, la aviación argentina sólo ha perdido
tres aviones. En el Reino Unido todas las miradas se dirigen hacia Margaret
Thatcher: la guerra de las Malvinas parecía estar transformándose en una
derrota para la superpotencia y su Gobierno.[cita requerida]

La Pradera del Ganso

Entre las pocas personas del lado británico que no estaban atribuladas por
el devenir de los acontecimientos se contaban, curiosamente, el
Contraalmirante Woodward y el General Thompson. Ambos tenían sus
motivos.

Pese a las severas pérdidas sufridas, Woodward, como buen marino, conocía
sobradamente un principio básico de la guerra naval: sin importar lo
espectaculares que sean los golpes propinados o recibidos, en el mar gana
quien permanece. La Marina Argentina se oxidaba en puerto desde el
hundimiento del General Belgrano mientras que la Royal Navy, maltrecha o
no, permanecía en el mar. Lo que hizo, una vez completado el desembarco,
fue retroceder sus posiciones tanto como pudo sin denegarle apoyo a las
unidades presentes en Isla Soledad. Importantes fuerzas de reserva, como
los miles de hombres a bordo del Queen Elizabeth II, fueron derivados a
las islas Georgias del Sur. Sus suministros y refuerzos, en vez de viajar
directamente a las Malvinas, describían un semicírculo que los situaba fuera
del alcance de la aviación argentina. Sí, la Royal Navy había sufrido severas
pérdidas, pero no era la primera vez que ocurría en su historia ni sería la
última. El hecho es que continuaba siendo la dueña del mar.

El general Thompson, responsable de las fuerzas terrestres, también tenía


sus propios motivos para no perder la moral. En último término las guerras
las ganan quienes conquistan la tierra y, desde su punto de vista, el
desembarco había resultado un éxito total sólo oscurecido por la
destrucción de los equipos a bordo del Atlantic Conveyor y el Sir Lancelot.
En general, todos sus hombres habían llegado a tierra junto con la mayor
parte del material, estaban bien establecidos y protegidos contra ataques
aéreos tanto por sus propios sistemas antiaéreos como por las patrullas de
Harriers y sus líneas logísticas, aunque amenazadas, seguían abiertas.
Frente a él, 12.000 hombres del Ejército y la Marina argentinos. Pero
12.000 hombres esencialmente aislados excepto por el par de contenedores
que los transportes Hércules acertaban a transportar cada noche desde el
continente.
El Brigadier Thompson decidió que era imprescindible cerrar la bolsa en que
yacía el enemigo lo antes posible, confinándole a los alrededores de Puerto
Argentino, atrapándole entre sus propias fuerzas y el mar dominado por la
Royal Navy. Y al mismo tiempo, establecer rápidamente una cabeza de playa
desde el interior en la costa este de Isla Soledad, de tal modo que su línea
logística no tuviera que penetrar en las peligrosas aguas del estrecho de
San Carlos, ahora conocido como «el callejón de las bombas». De esa forma,
los suministros y refuerzos podrían llegarle directamente desde el océano.

Orden de batalla

Argentina Reino Unido

• 7 Pucaras y 2 Aeromacchis • Helicópteros Scout de


incursionan sobre el istmo. reconocimiento y apoyo aéreo de 3
Harriers al anochecer del 28.

• Breve apoyo naval de la fragata


HMS Arrow con 135 proyectiles de
calibre 114m.
Comandante: Teniente Coronel Italo Comandantes: Teniente Coronel
Piaggi Herbert Jones —muerto en combate—
y Mayor Chris Keeble
• 12º Regimiento de Infantería.
• 1 compañía del Regimiento de • 4 compañías del 2 PARA.
Infantería 25 (tipo Ranger). • 64 ametralladoras GPMG de
• 1 sección del Regimiento de 7,62mm
Infantería 8 (3º sección compañía • 3 piezas de artillería del 29º
C). Comando con casi mil proyectiles
• 11 ametralladoras MAG de 7,62 de calibre 105mm y una unidad
mm Milan antitanque.
• 1 batería artillera de 105 mm. • 2 unidades Blowpipe.
• Defensa antiaérea AAA pesada (2
K-63 de 35 mm y 6 RH-202 de Total: más de 600 hombres
20mm).

Total: más de 700 hombres


Mitad norte de Isla Soledad (topónimos ingleses). Obsérvese que la
conquista del corredor entre Darwin y Goose Green parte Isla Soledad en
dos mitades y libera paso desde el punto de desembarco en San Carlos hacia
el océano, al este.

El primer punto de ataque resultaba, pues, evidente; y ya durante las


primeras inserciones lo tuvieron en cuenta. El lugar sería Goose Green
(Pradera del Ganso). Si las fuerzas del Batallón de Paracaidistas 2 (2
PARA), comandado por H. Jones insertadas en Darwin lograban tomar esta
posición (y de paso, su aeródromo) las fuerzas argentinas quedarían
rodeadas en la mitad norte de Isla Soledad, al otro lado de las montañas, y
él tendría acceso a un corredor costero hacia el océano. La primera batalla
terrestre de la Guerra de las Malvinas sólo podía ocurrir, pues, en la
Pradera del Ganso.

Poco después de la medianoche del 28 de mayo de 1982 el 2 PARA partió del


lado occidental del extremo norte del istmo que divide Isla Soledad en dos.
Las compañías B y D penetraron en el istmo, mientras que la A se situó al
este. La compañía A iniciaría el ataque desde allí, tomando Burntside House
sin hallar presencia argentina. A las 03:30, las compañías B y D se dirigieron
a la posición Colina Boca (Boca Hill). De pronto, recibieron densas ráfagas de
fuego enemigo. La batalla de Goose Green había comenzado.
Esquema de la batalla de Goose Green.

Mientras tanto, la compañía A del mayor Dair Farrar-Hockley siguió su


camino hacia el sur para encontrarse con una sección del Regimiento de
Infantería 25 en la colina Darwin. En la lucha subsiguiente, los argentinos
detuvieron el avance de la compañía A pese a sufrir severas pérdidas que
incluyeron a su comandante, el teniente Roberto Estévez. El ataque
británico había sido detenido.

El soldado conscripto Sergio Rodríguez del Regimiento 25 (tipo Ranger) fue


herido en ese combate disparando las últimas bandas de su ametralladora
MAG. En una edición especial del diario Tiempo Argentino (Mayo de 1983,
pág. 10) relata así la muerte del teniente Estévez:

" ... llegó a mi posición el Teniente Estévez herido con dos balazos en el
cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgado. Me
preguntó si estaba herido, que lo de él no era nada (...) seguía dando órdenes
y haciéndonos sostener el combate, mientras él con su único brazo sano se
comunicaba con el comando, dando toda la información sobre el enemigo. No
sé cómo los ingleses habían tomado posiciones tan altas. Estaba hablando
por radio a mi lado cuando recibió otro balazo en la cabeza que le entró por
el pómulo derecho. El impacto lo tiró para atrás a Estévez. Yo ya no tenía
miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a un inglés, o lo mato yo a
él, o él me mata a mí. Y el teniente desangrándose... Hubo un momento en
que me rozaron dos esquirlas la cabeza, y el teniente Estévez que agonizaba
en silencio, me pide que me ponga el casco de un muerto. Me caían los hilitos
de sangre por la cara. Cuando me volví a mirarlo, mi teniente Estévez había
muerto...".

El Teniente Coronel H. Jones, al mando de la operación, no deseaba verse


envuelto en una batalla estática con fuerzas netamente inferiores en
número, y además sus órdenes eran tomar Goose Green con la mayor rapidez
posible. Hizo acto de presencia en la compañía A y dirigió personalmente una
carga contra la colina Darwin. A las 10:30 aproximadamente, caería
mortalmente herido en el siguiente episodio: En circunstancias que el
Teniente Coronoel H. Jones y dos de sus hombres intentan tomar por asalto
una trinchera con soldados del RI 12, son observados desde un "pozo de
zorro" por los AOR (Aspirantes a Oficiales de Reserva - Soldados
Conscriptos) Guillermo Huircapan y Jorge Ledesma quienes con fuego de
ametralladora y fusil desbaratan esta avanzada del Jefe del II Batallón de
Paracaidistas cayendo éste mortalmente herido.- Esto se desprende de las
investigaciones hechas por los propios argentinos y los testimonios de sus
protagonistas, corroboradas además por el lugar exacto donde cae el
Teniente Coronel Jones, en la colina de Darwin, donde hay erigido un
monolito en su memoria. La ubicación del monolito no coincide en absoluto
con la posición donde combatió el Subteniente Gomez Centurión, lo que echa
por tierra la versión militar argentina que afirmaba que a Jones lo mata
Gómez Centurión luego de un parlamento.-

Esta versión militar argentina queda desvirtuada a 24 años de concluida la


Guerra luego de las irrebatibles conclusiones a que llegan los propios
argentinos a través de las obras "Partes de Guerra" de los Licenciados
Speranza y Cittadini y "Pradera del Ganso - Una Batalla de la Guerra de
Malvinas" del investigador-escritor Oscar Teves de lo cual se concluye que
al más alto Oficial inglés caído en la Guerra de Malvinas lo abaten 2
Soldados Conscriptos en el cerro Darwin. En cuanto al otro episodio, se llegó
a la conclusión, a través del cruce de partes bélicos argentinos y británicos,
de que el oficial muerto por Gómez Centurión fue en realidad el Teniente
Jim Barry, especialista en comunicaciones agregado al regimiento de
paracaidistas.-

Ahora había dos combates en las alturas de Darwin: una alrededor de la


bahía Darwin, y otra de igual ferocidad frente a Boca House, defendida por
el Subteniente Guillermo Aliaga al mando de la 3ra Sección de Tiradores del
Regimiento 8. La defensa es tenaz, pese al masivo asalto con morteros,
ametralladoras y proyectiles antitanque. En la colina Darwin el pelotón del
Regimiento 12 al mando del Subteniente Ernesto Peluffo y los AOR del ya
caído Teniente Roberto Esteves, defendían tenazmente sus trincheras. Se
destaca el valor del Subteniente Peluffo y de muchos Soldados no
profesionales que agotan su munición y se reabastecen varias veces con la
del personal caído. Las trincheras defendidas por los soldados conscriptos
Roque Evaristo Sánchez y Néstor Oscar Avelino Pegoraro quedarón, de
pronto, aislado del pelotón del RI 12. Llovía balas de todos lados. Estaban
rodeados, pero los correntinos seguían consumiendo munición y sacrificaron
sus vidas en esta acción'. Algunos paracaidistas pagaron caro la osadía de
querer tomar los correntinos por asalto.

Según el testimonio del Subteniente Peluffo, "en ese momento, un proyectil


me alcanzó y me hirió en la cabeza. Un soldado del pozo me auxilió y me dijo:
‘No se preocupe, mi Subteniente, el cuero nomás es’. No perdí el
conocimiento. Este soldado me vendó y abrigó con una manta... Había otros
tres soldados más en el pozo. El volumen de fuego británico era tal, que
parecía que querían embocar sus proyectiles en nuestro pozo. Di mi casco y
mis armas a los solados que aún combatían, y empecé a llenar cargadores a
medida que los consumía. /.../ El fuego era tan intenso, que ya ni siquiera
podíamos sacar la cabeza y disparar" ("Malvinas: Relatos de soldados". Por
Martín Balza, Buenos Aires, Círculo Militar, 1986).

Aquí «los defensores argentinos lucharon encarnizadamente», según los


autores Max Hastings y Simon Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 270,
Editora Emece, 1984).

Con el apoyo de mil bombas de morteros de 81mm, que destruyó numerosas


posiciones argentinas, la compañías A y B del 2 PARA tomaron finalmente
las colinas Darwin y Boca. Pero la resistencia ha sido feroz, y el plan
concebido originalmente por el fallecido comandante Jones, un fracaso.
Tras una severa reorganización en medio del combate, los defensores
continuan disputiendo el terreno, combatiendo ferozmente en pequenos
grupos.

Cuenta el cabo Jorge Alberto Pacheco del Regimiento 25 que:

"Cerca de la pista del aeródromo, el Cabo Oviedo, con intenso fuego, trató
de llamar la atención del enemigo, para permitir que el resto de los soldados
obtuviera una mejor cubierta. Pero fue el caos. El combate se volvió
sangriento. Cayeron soldados propios y enemigos, se escucharon gritos,
órdenes, explosiones. El volumen de fuego inglés era infernal. Todos
trataban de buscar la mejor cubierta, de aferrarse a algo. Cualquier cosa
era válida para preservar la vida, para seguir peleando; aún unos cajones
vacíos de munición. Oviedo los vio y se dirigió hacia allí, disparando,
parapetado cuerpo a tierra tras de ellos. Pero un disparo alcanzó su cuerpo
y quedó encogido sobre sí mismo. Murió pocos momentos después. Se fue
como él quería: luchando de frente. Ganó, sin duda, la mejor de las muertes
para un soldado. Cerca de él, abatido por otros disparos, también había
muerto uno de los soldados de su grupo, el Soldado Ramón Cabrera" (véase *
[1]).

Muy útiles fueron las piezas K-63 para el tiro terrestre. Poco antes del
anochecer —a las 5 de la tarde, tan avanzado está el invierno— y
aprovechando un instante de buen tiempo se produce un ataque aéreo
argentino y otro británico, que apenas logran causar daños en tierra. Sin
embargo un Pucará y un Aeromacchi argentino caen abatidos.

Saldo de la batalla de Goose Green

Pérdidas argentinas Pérdidas británicas

• Aprox. 50 muertos. • 15 Paras (+2 otros) muertos .

• Aprox. 120 heridos. • 64 heridos (fuente)

• 1.083 prisioneros.

• Abundante material.

• 1 Sea Harrier (4 de mayo) 1 Harrier GR.3


• 3 Pucará.
(27 de mayo)

• 1 Aeromacchi MB.339. • 1 helicóptero Scout.

Resultados estratégicos

• Goose Green capturado por los


británicos.

Durante el anochecer, Keeble ofrece a Piaggi que se rinda en términos


honorables. Ante la extrema violencia de los combates y la elevada pérdida
de vidas, Piaggi accede. Goose Green cayó en manos británicas después de
14 h de combate. Cuando amaneció yacían 15 paracaidistas, 1 Ingeniero Real
y 1 piloto británico muertos, más 64 heridos. Alrededor de 50 argentinos
murieron, otro centernar fue herido y más de mil argentinos fueron hechos
prisioneros.
El teniente primero Carlos Daniel Esteban, jefe de la Compañía C del
Regimiento 25 ha destacado que:

"Los oficiales y suboficiales permanecieron con sus soldados, en forma


permanente, tirados sobre el estiércol de oveja, pese a que el enemigo había
concedido un salón especial con muchas mejores condiciones. Cuando la
subunidad fue revisada para contrarrestar los saqueos que habían producido
en la localidad, ningún soldado tuvo que bajar su cabeza ante el enemigo, por
portar algún objeto robado. Los ingleses reconocían, continuamente, la
forma de luchar de la Compañía ‘C’. Esto obligada, en su calidad de
profesionales, a un trato especial y considerado”. [...] En todos los informes
y test realizados a los soldados, los mismos manifestaron que si tuviesen
que volver a la guerra con cuadros que combatieran a su lado, aún sufriendo
las mismas privaciones, lo harían nuevamente" ("Malvinas: Relatos de
Soldados").

Serán repatriados vía Montevideo. La posición estratégica británica en Isla


Soledad está consolidada, y sus enemigos embolsados. A partir de ahora, ya
es sólo una cuestión de tiempo que la guarnición argentina en las Malvinas
colapse sin que se diera ninguna maniobra de envergadura de la Brigada de
Infantería Aerotransportada IV (Paracaidistas) en Comodoro Rivadavia, sin
un contraataque importante.

En San Carlos, el general Thompson estaba contento. Pero tenía otro


problema. Los helicópteros con que contaba para una rápida acción
aeroterrestre contra Puerto Argentino no eran más que hierrajos a bordo
del calcinado Atlantic Conveyor. Las tropas británicas tendrán que avanzar a
pie, a través de las montañas heladas. Será un largo camino.

Golpes de mano [editar]

El día 30 se produce la operación más importante de la Fuerza Aérea


Argentina cuyo saldo, pese a los éxitos de los días precedentes, es confuso.
Sabían que el almirante Woodward había retirado sus buques tan hacia el
este como le fue posible sin dejar desprotegidas a sus fuerzas en las
Malvinas, y también sabían que con 3.800 británicos ya desembarcados y sus
fuerzas embolsadas sólo una serie de golpes devastadores podían evitar la
derrota. En particular, era de esencial importancia detener las patrullas de
Harriers, que venían demostrando ser abiertamente superiores en combate
aéreo a cualquier cosa que la fuerza aérea y aeronaval argentina pudiera
oponerles. Por arriesgado que fuera, había que atacar a los portaaviones. Al
mismísimo corazón de la flota británica. Durante los días anteriores se
había establecido firmemente la posición del HMS Invincible en 51°38'S
53°38'W. Sería, pues, el HMS Invincible.

El portaaviones británico HMS Invincible visto desde el USS George


Washington en 1998.

En la mañana del día 30 despegaron de Río Grande cuatro Skyhawks con


bombas de 250 kg retardadas por paracaídas —para evitar los fallos de
detonación que impidieron la destrucción de grandes objetivos los días
anteriores— y dos Super Étendards, uno de los cuales transportaba el
último Exocet AM.39 aire-superficie de Argentina.

Tras reabastecerse en vuelo, atacaron desde el sur. El primero en disparar


fue un Super Étendard, lanzando su Exocet contra un blanco de gran tamaño
nítidamente detectado en su radar. Cumplida su misión, los Super Étendards
se dieron la vuelta para retornar a base. Sin más Exocets disponibles, su
papel en la guerra había finalizado.

Los Skyhawks, en cambio, utilizaron la estela del Exocet para guiarse hacia
el blanco. De pronto, observaron «una gran columna de humo negro en el
horizonte». El Exocet, una vez más, había alcanzado a algo. Pero al mismo
tiempo había puesto en alerta al portaaviones y su escolta, la fragata HMS
Avenger. Cuando los pilotos argentinos llegaron, se encontraron con densas
capas de humos negros y neblinas blancas generadas por los dos buques para
ocultarse, por lo que no pudieron evaluar qué clase de daños había
ocasionado el Exocet (según la versión británica fue detectado
aproximándose y destruido con un disparo DP de 114 mm, pero parece
bastante improbable que un disparo de 114 mm intercepte a un ágil misil
antibuque). También se encontraron con algo más: una densa barrera de
fuego antiaéreo. Cuando ya tenían claramente al HMS Invincible en las
miras, un misil Sea Dart derribó al avión líder y el fuego antiaéreo al del 1er
teniente Omar J. Castillo, tan cerca que uno de sus motores cayó sobre el
ascensor de aeronaves del portaaviones produciendo un pequeño incendio.
Ambos pilotos resultaron muertos.

Pero los otros dos lograron lanzar sus bombas y escapar del área a gran
velocidad, perseguidos por misiles y balas. Echaron un último vistazo a su
blanco desde lejos, y aseguran haberlo visto envuelto en «un humo denso y
negro». Sin embargo, la versión británica de la historia tampoco está de
acuerdo. Asegura que los pilotos argentinos, entre tantas neblinas,
confundieron al Invincible con la Avenger y sus bombas fueron a parar al
mar.

Lo que si se sabe que ese portaaviones se retiro de la zona imediata de


Malvinas el 18 de junio acompanado por la fragata Andromeda y dejo de
operar en pleno estado de guerra durante dos semanas. Cuando anclo en
Puerto Argentino el 2 de julio lucia una magnifica capa de pintura lograda a
pesar de la mala temporada en alta mar.(Fuente: HARRIER:SKI JUMP TO
VICTORY por el autor britanico John Godden, página 79)

Ese mismo día, ocurrió un incidente en tierra que demostró el coraje del
personal de cuadros del Ejército Argentino. Durante las operaciones
preliminares de reconocimiento para el avance hacia Puerto Stanley, 19
hombres de la Brigada de Comandos 3 al mando del capitán Rod Boswell
apoyado por un helicóptero Sea King entraron en contacto con la 1ra
Sección de Asalto a cargo del Capitán José Vercesi de la Compañía de
Comandos 602 establecida en el llamado Caserón de Top Malo al pie del
monte Simon. Durante el combate murieron el Teniente Ernesto Espinosa y
el Sargento Primero Mateo Sbert, ambos reciben por esta acción la Cruz al
Heroico Valor en Combate.

El primer soldado británico herido en combate fue uno al que le destrozó la


bazuca el teniente Espinosa (que era tirador especial) con un fusil Magnum
300 con mira telescópica nocturna. Pero después el teniente recibió un
impacto de lanzacohete descartable y estalló, por los explosivos y las
granadas que llevaba en su equipo. La casa se incendió y los comandos
argentinos salieron combatiendo. El Teniente Primero Horacio Losito salió
herido de la casa, tenía incrustada una esquirla en la cabeza y buscó
cubrirse, pero antes recibió otro disparo en el muslo. Los comandos
argentinos estaban equipados con munición perforante, es decir, mortal.
Losito tomó cubierta en una zanja, donde por la pérdida de sangre comenzó
a sentir que sus fuerzas se estaban acabando. Vio cómo dos soldados
británicos se acercaron a él disparando sus pistolas ametralladoras. Apuntó
a uno y le colocó un tiro. Cuando quiso apuntarle al otro, perdió fuerzas, se
le nubló la vista y no pudo disparar su fusil FAL. Todo eso sucedió en
cuarenta minutos. Acto seguido fue tomado prisionero y atendido de sus
heridas por los soldados británicos. Dos argentinos resultaron muertos, seis
heridos y los últimos cinco cayeron prisioneros.

Entre el 29 y 31 de mayo se producen violentos combates sobre las laderas


del monte Kent. Los jefes de las Compañías de Comandos 601 y 602
planeaban una operación para ocupar colinas más o menos sobre la línea del
monte Kent. Los mayores Mario Castagneto y Aldo Rico iban a llevar a las
dos compañías de comandos a «enterrarlas» para después tomar a los
helicópteros británicos por sorpresa. Sacaron cinco patrullas el 29 de mayo,
al otro día iba a sumarse el Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la
Gendarmería Nacional a las órdenes del mayor José Spadaro. Pero al día
siguiente los helicópteros ya no podían salir por las alertas aéreas. Sólo lo
hizo un Puma, con 17 comandos a las órdenes del capitán Jorge San
Emeterio de la Gendarmería, pero fue alcanzado por fuego terrestre
(posiblemente propio) y murieron 6 gendarmes.

El capitán Tomas Fernández envió una partida a explorar el camino hacia la


cima del monte llamado Bluff Cove Peak, pero en la primera loma al subir la
abrupta ladera cayeron en una emboscada. Allí cayeron inmediatamente las
boinas verdes Ruben Eduardo Márquez y Oscar Humberto Blas. El golpe
devastador era obra de los comandos británicos (SAS) del mayor Cedric
Delves.

Para dar una idea de los combates con las patrullas del Escuadrón D del
Special Air Service (SAS) se reproduce un fragmento del Informe Oficial
del Ejército Argentino referido a la condecoración otorgada al teniente
primero Rubén Márquez, que se pone al frente de la 2da Sección, seguido a
corta distancia por el sargento primero Oscar Blas.

"Oponerse a una fracción enemiga superior en número en ocasión en que


integraba una patrulla de exploración que operaba en una zona ocupada por
el enemigo. Alertar con su acción a sus camaradas y combatir hasta lograr
que éstos se replegaran, ofrendando su vida en esta acción".

Ambos comandos son abatidos por el fuego automático del enemigo, pero
permiten al resto de la patrulla de la 602 replegarse. Por su conducta ambos
recibieron la Medalla al Valor en Combate.

La 3ra Sección de Asalto a las órdenes del capitán Andrés Ferrero fueron
dejados por un helicóptero Bell UH-1H a 500 metros del monte Kent. Los
comandos de la 602 iban separados por 50 metros, portando dos
ametralladoras, misiles Blowpipe y granadas de fusil. El teniente primero
Francisco Maqueda iba adelante para que su experiencia de montañista
sirviera a la patrulla. En determinado momento el capitán Ferrero, junto con
el sargento Arturo Oviedo, se adelantó para comunicar algo a teniente
primero Maqueda: en ese preciso instante un huracán de fuego cruzado se
abatió sobre los comandos que caminaban atrás. El capitán Ferrero con
Maqueda y Oviedo los vieron caer y los dieron por muertos. Sin embargo, un
intercambio de munición trazante en la ladera del monte les hizo saber que
no todos sus hombres habían sucumbido.

Después de la emboscada en las laderas del monte Kent, los capitanes


Fernández y Ferrero y los sobrevivientes de las patrullas de la 602
cambiaron disparos con el enemigo apostado en las alturas y se replegaron
hacia al fondo del valle y encontraron cuevas donde ocultarse.
Permanecieron allí aislados durante tres días, observando a los helicópteros
británicos que se desplazaban desde San Carlos hasta monte Kent. La
experienca de los comandos had sido relatado en el libro Comandos en
Acción: El Ejercito en Malvinas (autor: Isidoro Jorge Ruiz-Moreno)

Se combatió duramente en las laderes de los montes Kent y Simon y se


comprobaron ocho heridos en las patrullas de fuerzas especiales britanicas,
mientras que causan a los comandos argentinos de la 602 y Gendarmería
Nacional ocho muertos y nueve heridos (la mayoría comandos de la patrulla
del capitán San Emeterio). Pero antes de que cayeran los montes Kent y
Bluff Cove, hombres de la Compañía C del Regimiento 4 derribaron a un
Harrier el 30 de mayo con una ametralladora MAG (habría sido la 3ra
Sección de Tiradores a ordenes del Subteniente Marcelo Llambias Pravaz).

Mientras tanto, el comandante en jefe del Ejercito Venezolano teniente


general Vicente Luis Narvaez desde Caracas informo que no descartaba la
posibilidad de enviar a enteros batallones venezolanos de paracaidistas para
asistir a los argentinos en Malvinas. (LA NACION. Lunes 31 de mayo del
1982)

El 1° de junio, 5.000 hombres de la Brigada de Infantería 5º, de los gurkhas


y de la Guardia Galesa y Escocesa desembarcan en San Carlos, donde se
sospecha que ya opera una pista para Harriers. Ahora las fuerzas
terrestres están casi igualadas en número. Un misil Roland de fabricación
francesa abate desde Puerto Stanley un Sea Harrier FRS.1.
Ahora hay avanzadillas británicas a 20 km de Puerto Argentino y el Batallón
42 de Comandos ha tomado los montes Kent y Challenger, donde se
empiezan a acumular sus fuerzas en medio de un tiempo espantoso. Ahora,
los buques, la artillería y los aviones británicos bombardean casi
constantemente la línea argentina tendida sobre los cerros Longdon-Dos
Hermanas-Harriet. En estas circunstancias debe destacarse la valerosa
actitud del capitán Carlos López Patterson, quien, bajo el fuego enemigo,
recorre las posiciones en el cerro Dos Hermanas asistiendo moralmente al
personal de la Compañía C del Regimiento 4.

En esas recorridas, una cosa que siempre me emocionaba era que, mientras
saludaba al Subteniente Llambias Pravaz, los soldados de esa sección
aplaudían y vitoreaban. Debió ser porque notaban que les reconocía el valor
que estaban adquiriendo en ese lugar. Porque estaban muy solos, esperando
al enemigo, sólo ellos y sus almas. O, tal vez, porque al ver al jefe que va a
decirles dos palabras - gesto fraternal de una persona joven hacia otras
personas jóvenes - sentían revivir sus ganas de pelear. Un día, se me acercó
un chico y me dijo "Ya que nos ha tocado bailar en ésta, vamos a hacerlo
bien. Vamos a apoyar al Subteniente que está enfermo y sigue igual con
nosotros. Tenemos que ayudar al que se le congelen los pies, o al que se
asuste. Porque de aquí salimos todos o no sale ninguno". ¿Qué podía
contestarle? (HECTOR SIMEONI, Malvinas: Contrahistoria, páginas
100/101, Editorial Inédita, 1984)

Como jefe de la Compañía B del Regimiento de Infantería 6 "General


Viamonte", el mayor Oscar Ramón Jaimet habla de sus subordinados de ese
entonces.

Allá, todo el mundo ha compartido los mismos riesgos, las mismas


privaciones y las mismas actividades, además del mismo frío y los mismos
pozos que se llenaban de agua. Ha habido una tendencia a crear diferencias
- o hacer creerlas- entre la vida que desarrollaba el oficial, el suboficial y el
soldado. Mis jefes de sección [los subtenientes Aldo Franco, Augusto La
Madrid, Guillermo Robredo y Guillermo Corbella] dormían con los soldados.
Yo dormía con los soldados en la posición. (Malvinas: Contrahistoria, página
84)

Numerosos soldados conscriptos rescatan y valoran con objetividad la tarea


de los cuadros en Malvinas. Rubén Gaetán integró la Compañía de Ingenieros
de Combate 601 durante la contienda.
Mi jefe inmediato era el cabo Domingo Villarreal que nos dirigía con
eficiencia y camaradería. Pero mi mejor recuerdo lo tiene el cabo primero
Miguel Galarza, un soldado profesional y todo un ejemplo de hombre. Nos
cuidaba como un padre. Basta este ejemplo. En los primeros días de junio,
durante una madrugada en que soportamos un intenso cañoneo naval y
ataque de artillería enemiga, como los proyectiles caían directamente sobre
nuestras posiciones, Galarza nos hizo retirar a sitios más seguros. Villarreal
y el teniente Horacio Blanco se quedaron donde nosotros estábamos.
Recuerdo que me pidió mi FAP y me entregó su FAL. Aquel cañoneo fue
salvaje y Galarza y sus compañeros terminaron también retirándose y
llegaron hasta nosotros. Menos mal que fue así. Cuando le pregunté por mi
arma, me dijo que la había perdido al regresar. Un proyectil había dado de
lleno donde ellos estaban un rato antes. En él y los que se quedaron a su lado
sentía la protección del soldado profesional hacia nosotros, humildes
conscriptos y desde luego, el inmenso valor que tales oficiales y suboficiales
demostraron. (Así peleamos, página 154)

Sobre el aprovisionamiento de aquellos días, Julio Lago (soldado ranchero


del Regimiento 7 "Coronel Conde") muestra su particular vision.

De entrada hacíamos tres comidas por día, después se hicieron dos y al


final, una. Te levantabas a las cuatro de la mañana y preparabas un mate
cocido; después ya entrabas con la comida que se repartía a mediodía, otra
más que se repartía tipo cuatro, cinco de la tarde, y a preparar todo para el
otro día. Y así era continuamente. El problema era que amanecía a las diez
de la mañana o a las nueve, y oscurecía a las tres y media. Con el toque de
queda no se podía circular de noche, o sea, no había tiempo para andar
repartiendo la comida.

Continuando con esta línea de pensamiento el soldado conscripto clase 63


Francisco Montenegro del Regimiento de Infantería 1 "Patricios" explica su
modo de analizar la realidad.

Por supuesto que el aprovisionamiento era deficiente, por una razón muy
sencilla, era el aprovisionamiento en condiciones de guerra, el terreno no
permitía el desplazamiento de un jeep remolcando una cocina de campana,
sin hablar del continuo acecho del enemigo. No hay guerra en la que el
soldado no haya pasado hambre y frío, eso es parte del negocio. (Así
Peleamos, página 216).
El soldado conscripto Darío Agretti recordo que durante aquellos días las
Raciones C (un tipo de ración especial, muy completa) no faltaron en el
Regimiento 4.

Allí en Monte Wall teníamos alimento caliente, eran posiciones


excelentemente construidas y estábamos absolutamente listos para cuando
las tropas británicas atacaron. Pero alrededor del 27 de mayo nos dijeron
repentinamente que debíamos abandonar la Wall Mountain y que tendríamos
que defender Dos Hermanas en otro lugar. Nadie explicó porqué, nos
ordenaron movernos. Algunos caminaron a la montaña y nosotros pudimos
tomar un camión. Era una decisión loca porque no tuvimos tiempo para
construir buenas posiciones en Dos Hermanas. En el lugar ya no se podía
disfrutar de comida caliente y sólo podíamos acceder a nuestra ración
enlatada. (Dos correntinos reviven la pesadilla desde Malvinas. Corrientes
Noticias. Domingo, 17 de junio del 2007)

Es oportuno reiterar el testimonio del soldado correntino Carlos Enriori,


acerca de sus vivencias en un pozo natural en el extremo del oeste del
monte Dos Hermanas

Al menos nos podíamos mantener caliente así cómo estábamos,


amontonados, encima cada noche hacía más frío. Estábamos allí con nieva
durante casi todas las noches. Teníamos un jefe muy bueno, Martella, que
nos trató bien y dormía cerca de nosotros. Pero durante la batalla tomó su
rifle y desapareció lejos al sur en alguna parte. Descubrí más adelante que
lo habían matado y eso me puso muy triste. (Dos correntinos reviven la
pesadilla desde Malvinas. Corrientes Noticias. Domingo, 17 de junio del
2007)

El teniente Luis Enrique Bertolini destinado en el Escuadrón de Exploración


de Caballería 10 en el Valle Moody Brook, ha rememorado:

Casi la totalidad de nuestros soldados eran clase 1962, por lo que


prácticamente no había soldados nuevos; éramos una unidad homogénea y
eso se vio en el buen desempeño de nuestro escuadrón. Todos vivíamos de la
misma manera, en el mismo lugar, con el mismo equipo y comíamos la misma
comida, cosa que pueden corroborar con los propios soldados, a pesar que la
propaganda inglesa se ocupó de desprestigiar a los oficiales argentinos,
diciendo que tenían raciones especiales, mejores equipos, etc. (Vea *[2])

El 3 de junio un ataque de los Black Buck destruye un director de fuego


Skyguard. Esa noche una nueva misión de exploración a cargo de una patrulla
al mando del teniente primero Jorge Vizoso Posse de la 602 detecta escasa
presencia enemiga en monte Challenger lo cual ofrece un flanco favorable
para atacar la artillería enemiga, aunque la ocasión es desaprovechada por
los responsables de la defensa. Durante la noche del 4/5 de junio el radar
Rasit del Regimiento 7 en monte Longdon detecta el movimiento de un grupo
tiradores especiales (a ordenes del cabo Jerry Phillips)de la Compañía D del
3 PARA, abriéndose el fuego hacia ese personal con morteros y artillería.
Dichos paracaidistas se repliegan como consecuencia del fuego recibido sin
cumplir la misión asignada.

Ese mismo día el Teniente General Efrain Rios Montt, comandante en jefe
del Ejercito de Guatemala procedió a alistar rápidamente a 350
paracaidistas y sus equipos especiales con orden de partir a las Malvinas,
según el General de División guatamalteco Horacio Egberto Schaad. (La
Nación. Jueves 3 de junio del 1982)

El 5 de junio la 3ra Sección de la Compañía de Comandos 602 a cargo del


capitán Andrés Ferrero al cual acompaña el mayor Aldo Rico logra desalojar
del monte Wall al pelotón a cargo del teniente Tony Hornby del Batallón de
Comandos 42, con el apoyo coordinado de fuego del Grupo de Artillería 3
aunque deben abandonar la posición pocas horas más tarde para no quedar
atrapados en el dispositivo enemigo.

El 6 de junio la 2da Sección de Asalto de la Compañía de Comandos 601


liderada por el capitán Rubén Eduardo Figueroa se propone tender una
emboscada en el puente sobre el Río Murell a elementos avanzados del 3
PARA, sorprendidos desde una elevación rocosa por dos patrullas al mando
de los cabos Paul Haddon y Peter Brown del Peloton de Reconocimiento de la
Compañía D del batallon de paracaidistas britanico y luego de un eficaz
intercambio de disparos sufren un herido pero logran poner en fuga a
aproximadamente 30 paracaidistas británicos capturando una intacta radio
PRC-351 encendida, claves y una bandera Union Jack. (Véase la versión
británica PETER HARCLERODE, PARA!: Fifty Years of The Parachute
Regiment, páginas 344-345, Arms and Armour Press, 1993)

El Subteniente Llambias Pravaz, jefe del sector oeste en el Cerro Dos


Hermanas, también recordo algunos combates cerca del Río Murrell:

El 6 de junio fuimos tomados por sorpresa por una fracción de Comandos


británicos que se habían infiltrado en nuestras posiciones. Nunca tuve tanto
temor, pero me sobrepuse. En conjunto, sumando un grupo de Ingenieros
Anfibios de Infantería de Marina, tuvimos 5 muertos y 6 heridos. Creo que
salvamos la vida por milagro y gracias al coraje del Soldado Eduardo
González, apuntador de un FAP ("Malvinas: Relatos de soldados").

En las páginas principales de diario La Nación de Buenos Aires, un articulo


conmovía: La Task Force sin un portaaviones obligado retirarse de las aguas
de Malvinas debido a algunos daños causados por la aviación argentina,
según fuentes diplomáticas. Según los autores de Falklands:-The Air War
(página 238) el portaaviones Invincible en verdad había sido retirado
temporalmente en las ultimas 24 horas por un fallo en el motor Pegasus.

Mientras tanto el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas aprobó la


resolución 505, que designa mediador a Pérez de Cuéllar. El día 5, EE.UU. y
el Reino Unido vetan un nuevo proyecto de alto el fuego.

Para el general Moore, ahora comandante de las fuerzas terrestres


británicas, la «crisis de las Malvinas» está prácticamente resuelta. El cerco
sobre Puerto Stanley ya se halla casi cerrado. Tan sólo deben aguantar las
incursiones de los comandos argentinos y los ataques nocturnos de los
bombarderos Canberra para desembarcar unas unidades de la Guardia
Galesa y Escocesa en Fitzroy y Bahía Agradable, directamente al sur de la
capital malvinense. Junto con ellos llegan numerosas piezas de mortero y
antiaéreos Rapier.

La Brigada 5 británica había recibido la misión de abrir un nuevo frente al


sudoeste de Puerto Stanley, y el 2 de junio el único helicóptero Chinook que
había sobrevivido al hundimiento del Atlantic Conveyor depositó en dos
vuelos 156 soldados del Batallón 2 de Paracaidistas en Fitzroy. Este
contingente fue reforzado en la noche del 5 de junio por Guardias
Escoceses transportados por los cuatro LCU del Intrepid: la travesía no
careció de imprevistos, y sólo a último momento se evitó que el destructor
HMS Cardiff atacara por error al pequeño convoy (el ansioso capitán del
Cardiff había derribado una hora antes con un Sea Dart un helicóptero
desconocido, que finalmente resultó ser un Gazelle propio: los cuatro
tripulantes murieron). A la noche siguiente el procedimiento fue repetido
por el Fearless con los Guardias Galeses a bordo, pero la imposibilidad de
desembarcarlos a todos motivó el regreso del buque a San Carlos para
evitar ser sorprendido por las luces del día fuera del fondeadero: a fin de
no volver a arriesgar las preciosas naves de desembarco se decidió entonces
que el Sir Galahad transportaría a los trescientos soldados restantes a
Fitzroy, acompañado por el Sir Tristram cargado de munición y
abastecimientos.
La actividad de la aviación argentina durante las dos semanas anteriores
había sido relativamente débil y con la excepción de los bombarderos
Canberras, cuando a las siete de la mañana del 8 de junio el Sir Galahad
ancló en Fitzroy, nadie previó la tragedia que pronto se desencadenaría. Los
Guardias Galeses, que debían reunirse con las dos compañías restantes en
Bahía Agradable, se negaron a realizar la marcha a pie e insistieron en
permanecer en el buque hasta que éste los depositara en su destino final:
con esta decisión sellaron su suerte.

Sucedió entonces lo inevitable. A las 13:50 cinco A-4B Skyhawk liderados


por el teniente primero Carlos Cachon se abalanzaron sobre las naves
británicas, alcanzando al Sir Galahad con tres bombas y al Sir Tristram con
dos: 51 hombres murieron y alrededor de 150 resultaron heridos, muchos de
ellos con espantosas quemaduras. Este ataque coincidió con el de cinco
Dagger contra la fragata HMS Plymouth en la boca norte del estrecho de
San Carlos: si bien el objetivo de la formación era Fitzroy, en una decisión
comprensible pero cuestionable los pilotos atacaron al buque de guerra,
alcanzándolo con cuatro bombas que no explotaron y provocando un grave
incendio. Una segunda oleada de Skyhawks perdió tres aviones al ser
interceptada por una patrulla de Sea Harrier, aunque pudo hundir antes a la
lancha de desembarco Foxtrot 4 (los seis tripulantes murieron) cuando ésta
intentaba alcanzar San Carlos.

Dos días más tarde la Compañía Comandos 602 reagrupando todos sus
efectivos disponibles al mando del mayor Rico se moviliza por tierra hasta
las cercanías del Río Murrell colocándose a 700 m del cerro Dos Hermanas
junto al Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional
utilizando nuevamente el apoyo de fuego coordinado de una de las baterías
del Grupo de Artillería 3 en Puerto Argentino. Tenían como misión capturar
el máximo posible de comandos britanicos. La acción resulta en un áspero
combate con 50 hombres a cargo del teniente David Stewart del Batallón de
Comandos 45. Un grupo de tres o cuatro comandos britanicos disparaban
sus armas en dirección a la ametralladora MAG manejada por el sargento
Mario Cisneros y servida por el teniente primero Jorge Vizoso Posse muy
cerca del Río Murrell. Un cohete LAW exploto contra el cuerpo de Cisneros,
matandolo en el acto y a su lado Vizoso Posse (ambos 602) fue herido en la
cabeza. Vizoso Posse abrió el fuego dificultosamente contra ellos y comenzo
a replegarse hacia el puesto de socorro donde se hallaba la sección reserva
a ordenes del capitan Eduardo Villarruel. Los cabos Colville, Knott, Tanner y
Wilkie, el Sargento Jolly y el resto de los Royal Marines habían comenzado
su contraemboscada protegidos por una impresionante cortina de humo que
los proporcionaban los morteros de los infantes de marina Greer y Cluman.
Mientras tanto el teniente primero Horacio Fernando Lauria disparaba
arrodillado granadas de fusil proximo al mayor Aldo Rico y a 150 metros de
distancia eran apoyados por unos doce hombres del Regimiento 4 con el cual
el Subteniente Llambias Pravaz se había adelantado. No obstante, el
terrible tiroteo proseguía. El Sargento Ramón Acosta cayó muerto y a su
lado el Sargento Pablo Parada (ambos de Gendarmería Nacional) fue herido.
A las 0230 horas del 10 de junio los shockeados comandos británicos
rompieron el cerco argentino y abandonando un montón de equipo lograron
huir (véase la versión británica BRUCE QUARRIE, The Worlds Elite Forces,
páginas 53-54, Octopus Books Limited, 1985).

El Subteniente Llambias Pravaz y su segundo encargado, el Sargento Ramón


Valdez, se encargaron de armar una patrulla para recuperar el equipo de los
comandos británicos. Cuenta el Subteniente Llambias Pravaz:

"En la mañana organizamos una patrulla con el objeto de explorar el terreno


donde la noche anterior había chocado la Compañía de Comando 602 del
Mayor Rico, con los británicos, acción en la cual, entre otros, murió el
Sargento 1ro. Cisneros, de la Compañía citada. Aprovechando al máximo el
terreno y cubriéndonos tras cada roca, descendimos hacia Monte Kent.
Habíamos dejado un grupo de seguridad, y ya nos disponíamos a cargar
material abandonado por los ingleses, cuando sentimos un estruendo. Se
trataba de un Harrier, que a muy baja altura, venía desde Puerto Argentino
y doblaba justo ante nuestras narices. El piloto nos miró mientras
sacábamos el seguro del fusil. Fue todo tan rápido que no pudimos hacer
fuego, de regreso recogimos los cadáveres de dos Infantes de Marina,
muertos el 6 de Junio. Uno de ellos tenía un impacto directo de cohete LAW
72, cuya carga hueca lo había cortado en dos; su vientre había desaparecido.
Quedaban sus piernas, separadas, con los huesos sobresalientes. Pero la
expresión de su cara, tan llena de paz, tan contrastante con el resto de la
escena, me dio la certeza de que se trataba de algo divino. Juntamos sus
pedazos en una capa de poncho" ("Malvinas: Relatos de soldados").

El 11 de junio llega el Papa Juan Pablo II a Buenos Aires para «orar por la
paz». Es recibido por manifestaciones multitudinarias y enfervorizadas.
Paralelamente, la diplomacia vaticana está también intentando llegar a un
alto el fuego negociado. El sistema de alianzas de Occidente está resultando
demasiado dañado por el conflicto.

El colapso [editar]
Imagen satelital de las islas Malvinas (verano austral de 1999).

El 11 de junio al anochecer, las fuerzas británicas inician el asalto final


sobre Puerto Argentino y sus alrededores. La Armada de los defensores
permanece anclada en puerto, y su aviación apenas da ya más de sí: han
perdido decenas de aviones y pilotos, el material está muy deteriorado por
las constantes operaciones y los alcances, no quedan misiles Exocets AM-39
aire-superficie; apenas se mantiene el eficaz puente aéreo con el continente
a través de los Hércules C-130, protegidos por la noche. El bombardeo de
sus posiciones desde el mar, el aire y la tierra es continuo. Circulan rumores
sobre la eficacia y letalidad de las tropas británicas. Los soldados de leva
del Regimiento de Infantería 7 que aún defienden las Malvinas comienzan a
perder la moral y dos de ellos en la Compañía C y uno en la Compañía B son
evacuados con heridas autoinfligidas intencionalmente.

El mando británico considera que un ataque diurno es demasiado peligroso, y


deciden proceder a través de los montes que rodean a Puerto Argentino por
la noche para no verse sometidos al mismo mortífero castigo de Goose
Green. Durante la noche del 11 al 12, los Royal Marines británicos del
Batallon de Comandos 42 a órdenes del Teniente Coronel Nick Vaux
comienzan a atacar la Sección de Morteros Pesados del Regimiento 4 en la
retaguardia del monte Harriet a través de un campo de minas y luego bajo
intenso fuego de artillería. El cabo Mario Cortez, que desde una de las
posiciones de morteros pesados daba la seguridad al pie del monte con su
fusil automatico, descubrió el avance y abrió el fuego contra los infantes de
marina británicos que se le presentaban. Desde su punto de vista, el primer
teniente Jorge Alejandro Echeverría recordó que "esta sección fue la
primera atacada y estaba a cargo del Subteniente Mario Juárez que ahora
está en silla de ruedas, herido. Evidentemente fue una infiltración
grandísima. Por los informes que tengo hasta ahora no puedo precisar
exactamente el punto por donde entraron, pero sí sé que entraron por el
flanco que teníamos totalmente cubierto, que era el de la costa que iba para
Puerto Arentino. Lo teníamos minado, ese campo minado costó mucho
tiempo, costó sudor, costó bajas, y se pusieron esas minas que pesan veinte
kilos. Lo que pasa es que es como todo. Aunque a uno le pongan campos
minados, si tenemos que atacar, atacamos igual, y ya veremos por donde
pasamos. Esa misma determinación - pienso- la tenían ellos" ("Así lucharon",
página 144).

El capitán Tomas Fox (desde el 9 de junio estuvo cumpliendo misiones de


fuego), por su parte, relató:

Se comenzó a hacer insostenible la posición y el jefe del Regimiento decidió


ir él personalmente hacia la Compañía B para organizar un contraataque allí
arriba. El había mandado a pedir ya una sección pero la cuestión es que el
que fue a pedirla no llegó o se demoró. Ante la previsión de que el puesto de
comando cayese, nos ordenó que quemásemos las claves; estábamos allí un
suboficial radioperador y yo, que había estado colaborando con la dirección
del fuego. Una vez que el jefe del Regimiento se hubo ido, el general Jofre
quiso hablarle y pidió al suboficial que lo comunicara con él; yo le dije que
había constituido el puesto de comando en la compañía B. Entonces el
general le dijo al suboficial: "¿Y usted que hace ahí? Vaya con su jefe que
yo quiero hablar con él!" El suboficial le contestó: "Sí, mi general", y salió
con la radio. Y me quedé solo dentro de la cueva prendiendo fuego a la
documentación. (CARLOS TUROLO, Así Lucharon, página 214, Editorial
Sudamericana)

Kim Sabido (corresponsal de guerra británico) fue testigo de la lucha


continua de los soldados correntinos y refiriéndose a las acciones de los
Royal Marines en el sector sur del monte y a la resistencia durante la
madrugada del 12 de junio, escribo:

Durante un par de horas parecía que todo iba a salir mal. Azorados en las
laderas por los intensos fuegos de ametralladoras y tiradores emboscados,
avanzaban lentamente y a duras penas. Vi caer a varios hombres heridos de
bala y a otros les alcanzó la metralla de la continua cortina de fuego que
disparaban a distancia. Los hombres que teníamos enfrente no iban a ceder
si no era tras una lucha encarnizada (véase Paul Eddy y Magnus Linkater,
Una cara de la moneda, Buenos Aires, Hyspamerica).

Hubo muertos, muchos prisioneros y una cantidad importante de heridos en


la sección del Subteniente Pablo Oliva a cargo del sector sur del Monte
Harriet
Mientras tanto el tiroteo proseguía: Era un fuego disperso totalmente, la
intensidad del combate había disminuido excepto al frente, donde estaba el
primer teniente Carlos Alberto Arroyo con su compañía, rememoró el
teniente primero Echeverría,y se ve que pudieron cambiar de posición
(habría sido la 2ª Sección del subteniente Eugenio Bruny), porque estaban
combatiendo muy fuerte. (Así Lucharon, página 152)

La Compañía B a cargo del Primer Teniente Arroyo en el sector norte del


monte Harriet rechazó varias veces intentos de penetración del Capitán
David Wheen a cargo de la Compañía L del Batallón de Comandos 42.
(fuente: MARCH TO THE SOUTH ATLANTIC, por el Coronel Nick Vaux,
página 190) Durante el combate, un soldado de leva lo hostigó y perturbó
como tirador nocturno, hasta ser herido mortalmente. La 3ª Sección de
Tiradores a las órdenes del Subteniente Lautaro Jimenez Corbalán de de la
compañía correntina rompió el cerco y se replegó hacia Monte William sólo
con aproximadamente 15 de sus hombres. Al amanecer el Monte Harriet
había caído. Su defensa estuvo a cargo de, aproximadamente 400 hombres y
tuvieron como veinte muertos desde la llegada de las tropas británicas en la
zona de Monte Kent. El monte Harriet fue capturado a expensas de 2 vidas
de los infantes de marina británicos y 24 heridos. Los soldados correntinos
combatieron con valentía y bien en algunos aspectos técnicos de combate.
Los defensores habían sido fuertemente bombardeados en los días previos
y recibido aproximadamente 1,000 disparos de artillería durante el combate
nocturno procedente de 6 piezas de artillería situados en el monte
Challenger.

El Cerro Dos Hermanas Norte y Sur caen también a manos de los infantes
de marina británicos del Batallón de Comandos 45 al mando del teniente
coronel Andrew Whitehead, pero no sin una feroz lucha. El subteniente
Llambias Pravaz combatió valientamente defendiendo el Dos Hermanas Sur,
ocupando posiciones no preparadas y rechazando varios ataques lanzado
desde tres pelotones a cargo de los tenientes Kelly, Stewart y Caroe de la
Compañía X del batallón británico. Llambias Pravaz recordó los primeros
combates en cercanías del Río Murrell:

"La artillería enemiga nos batía intensamente. Fuí a buscar la ametralladora


que tenía apuntada hacia Goat Ridge. Todos estaban inquietos. Se escuchaba
al enemigo, pero éste estaba en una hondonada y sus fuegos pasaban muy
alto. Ordené lanzar granadas de fusil a la máxima distancia... Tiramos varios
cajones, incluso muchos más de los proyectiles que tenía listos con las cintas
adhesivas de los estuches sacados. Era una especie de barrera de fuego.
Las ametralladoras MAG tiraban a la profundidad... ... Los ingleses tomaron
las posiciones de la Primera Sección. Sus figuras se recortaban en las
piedras iluminadas por las explosiones. Había que apoyar el repliegue de
nuestros camaradas... El enemigo atacó mi posición y, transitoriamente,
'frenamos' el ímpetu del ataque. No pude medir el tiempo. Pero sí pude
evaluar el coraje de mis Soldados. Se multiplicaban. Hasta entonces,
milagrosamente, no teníamos bajas. Los británicos continuaban avanzando
por el sector Norte del Cerro Dos Hermanas. Veíamos los proyectiles
trazantes que iban de un lado hacia otro, señalándonos cómo se resistía allí.
Luego observé ráfagas trazantes que pasaban por detrás de nosotros.
Ahora combatíamos prácticamente rodeados. El enemigo se lanzó
nuevamente al asalto... Algo que realmente me impresionó fue ver a los
enemigos de cerca, con las bayonetas armadas y gritando. Comenzamos
nosotros también a hacerlo usando los agravios más vulgares y
significativos. Tomé una ametralladora y disparé sobre los que venían
orientados más hacia la derecha. Vimos una luz y un ruido de motor que se
nos echaban encima. Explotó unos metros arriba nuestro, era un misil Milán.
Nos desparramó. Una piedra abolló mi casco. Un soldado sangraba por la
boca y la nariz, no recuerdo quién era. La ametralladora no tenía nada,
continuamos tirando. El cable del teléfono debía estar cortado, porque
nadie contestaba; por la radio tampoco teníamos comunicación con el resto
de la Compañía..." ("Malvinas: Relatos de Soldados").

Inicialmente los comandos británicos intentaron un ataque frontal a la


posición a ordenes del subteniente Jorge Perez Grandi, pero fueron
rechazados. En parte gracias a la intervención del cabo Juan Insaurralde
que conducía doce hombres y quien luego de combatir por dos horas se
replego a las posiciones de la 1ª Sección de Tiradores de la Compañía C del
Regimiento 4, a las órdenes del subteniente Miguel Mosquera. Los
integrantes de la 2ª Sección de Tiradores al mando de Pérez Grandi se
arrastraron hasta sus posiciones de combates, y empezaron a combatir
duramente. El combate en el Dos Hermanas Norte duró dos horas. En ese
primer choque de fuegos había muerto el cabo Mario Gomez que apoyaba
con proyectiles antitanque, mientras el subteniente Mosquera quedó herido
con varias esquirlas de morteros. A las 03.00 los tenientes Clive Dytor y
Paul Mansel de la Compañía Zulú del Batallón 45, al notar que el fuego
argentino disminuye, deciden pasar al asalto. El subteniente Juan Nazer
queda herido en las piernas, mientras el teniente Luis Carlos Martella cae
muerto cuando proyectiles trazantes incendian su cuerpo. El Capitán Lopez
Patterson inicia amargamente un repliegue. La Compañía Reserva del Mayor
Jaimet mantiene su posición y le comunica el comando de la Décima Brigada
que aviones Canberra atacaran en misión de apoyo directo a partir de las
06:00. Bajo fuego de artillería británico, el subteniente Perez Grandi queda
herido, pero dos soldados de su sección rescatan el oficial y lo protejen
debajo un camion.

Mientras tanto, la Compañía B del Regimiento 6 al pie del Dos Hermanas


intentaba revertir la situación con la poca munición de morteros que había
quedado. Pero la suerte estaba echada. Los ciento y cincuenta hombres de
la Compañía Y del Batallón de Comandos 45 avanzaban cubiertos por
cortinas de humo y protegidos por los intensos fuego de artillería y de
morteros hacia la compañía del Mayor Jaimet. El cabo Miguel Angel
Doménico, refiriendose a aquellas horas remomoro que "Eligieron a todos los
soldados, suboficiales y oficiales, y a nosotros nos dejaron para hacer un
contraataque con las tanquetas, nos quedamos con la sección servicios,
veíamos allá a lo lejos los combates del escuadrón en Monte Longdon" (véase
http://www.fotorevista.com.ar/autores/Bogarsukoff2/Malvinas-26-
27.htm). Nicolás Kasanzew, enviado especial del programa 60 Minutos de
Buenos Aires, desde Puerto Argentino había informado el 12 de junio:
"Cuando aclaró, a eso de las nueve de la manana vi que, también se estaban
replegando los vehículos cazatanques Panhard: habían sido enviados para
apoyar el Regimiento 4 y volvieron bajo una lluvia de fuego" ("Malvinas: A
sangre y fuego", página 182).

Hacia las 0600 horas, el jefe de la Compañía B del Regimiento de Infantería


6 teniendo en cuenta la evolución del combate en el Cerro Dos Hermanas,
ordeno el repliegue de sus secciones hacia el Monte Tumbledown.

El Mayor Jaimet relato:

Decía que se combatía a muy corta distancia, y eso quiere decir a menos de
cien metros. Las noches de Malvinas son generalmente muy oscuras - el
cielo encapotado, negrura prácticamente impenetrable - si uno no tiene ese
sistema de visores nocturnos incorporado a los fusiles, resulta difícil y hay
que tener buen nivel de instrucción para poder hacerlo. Los visores los
llevaban los oficiales y suboficiales. Así se dirigía el fuego. El unico
elemento que permite superar oscuridad, humo de explosiones, niebla, caida
de nieve. El hombre es casi ciego combatiendo en esas condiciones. El algún
momento, pudimos detener de cuajo un avance inglés por haberlo advertido
providencialmente gracias a los visores. (MALVINAS: CONTRAHISTORIA
página,80)

En un momento determinado de la acción de retaguardia de la compañía del


mayor Jaimet en el extremo este del Cerro Dos Hermanas la entera
Compañía Y fue detenida en su avance durante horas primordialmente por el
soldado Oscar Poltronieri a órdenes del subteniente Aldo Franco de la 2da
Sección de Tiradores. Relata Poltronieri:

Yo estaba en el monte Dos Hermanas. Adelante nuestro estaba el


Regimiento 4 de Corrientes. Al costado teníamos al Regimiento de
Infantería 7 de La Plata. Lo pasábamos todo el día en la trinchera. A veces
bajábamos del cerro para matar un par de ovejas, sancocharlas así nomás y
comerlas. Cuando venía un compañero de curso del teniente que me mandaba
a mí, que se llamaba Llambías Pravaz, yo le pedía los binoculares y él me los
prestaba. Así vi cómo desembarcaron los ingleses. Pasaron unos días desde
el desembarco hasta que llegaron adonde estábamos nosotros. Tomaron
todo a las corridas. Los "gurkhas" mataron a un montón del Regimiento 4 de
Corrientes. Y a nosotros nos rodearon así, en forma de medialuna. Yo estaba
arriba, en el monte, cuando los veo, serían las cinco o las seis de la mañana,
en medio de la neblina. Allí matan a tres o cuatro de los soldados nuestros,
todos cerca mío: a uno que tiran un morterazo que cae cerca mío y una
esquirla le vuela la tapa de la rodilla, limpita, y se desangra; cuando llega al
hospital de Puerto Argentino llega desangrado. A otro una esquirla le da en
la espalda. Y a otro que trepa un poco el monte para montar la
ametralladora también lo bajan con una ráfaga de ametralladora. Ese era
Ramón, que era amigo mío...

Por su coraje en esta acción el soldado Oscar Poltronieri recibe luego de la


guerra la Cruz al Heroico Valor en Combate.

El combate por el Cerro Dos Hermanas contando las acciones que ejecutan
las patrullas de combate, costo a los argentinos 20 muertos y
aproximadamente 50 heridos, y a los comandos britanicos - de acuerdo con
publicaciones de ellos - ocho muertos y entre 17 y veinte heridos.

El capitán Ian Gardiner del Batallón de Comandos 45 en el libro Above All,


Courage (‘Más allá de todo, fue coraje’, Pen & Sword Books, 2002)
referiendose a las capacidades y el espíritu de lucha de la 3ra Sección de
Tiradores del subteniente Marcelo Llambías Pravaz en el Dos Hermanas Sur
escribió:

Un cuadro duro de unos veinte hombres [argentinos] había permanecido


detrás y había luchado, y eran hombres valientes. Los que quedaron y
lucharon tenían algo. Yo por mi parte no desearía hacer frente a mis
infantes de marina en batalla.
En cinco ocasiones los repelió el fuego argentino, pero un sexto intento del
capitán Gardiner tuvo éxito. En total los soldados y cuadros del pelotón del
subteniente Llambias Pravaz sufrieron 5 muertos y 16 heridos.

A las 06.30, la posición Goat Ridge entre el Cerro Dos Hermanas y Monte
Harriet había sido aislada y estaba prácticamente rodeada. Se produjeron
numerosas intercambios de fuegos en ambos bandos. Unos 15 hombres de la
1ra Sección de Tiradores de la Compañía A del Regimiento 4 ahí, a ordenes
del subteniente Oscar Augusto Silva después de rechazar un pelotón de
Monte Harriet logró abrirse paso hacia el Monte Tumbledown a donde
moriría en combate junto con cuatro de sus fieles soldados.

La batalla por monte Longdon comenzó cuando el cabo británico Brian Milne
pisó una mina antipersonal que le arrancó una pierna. La explosión de la
misma, y el alarido posterior, pusieron de sobre aviso al Segundo Jefe del
Regimiento de Infantería 7 ubicado en monte Longdon, mayor Carlos Carrizo
Salvadores y se puso al habla con el subteniente Juan Domingo Baldini al
mando de la 1ra Sección de Tiradores de la Compañía B del Regimiento en la
ladera oeste. La batalla por las posiciones del subteniente Baldini en
cercanías del río Murrell rugió constante. Los hombres del Subteniente
Baldini combatían de distintas posiciones, dificultándole al veterano mayor
Mike Argue —ex SAS—, jefe de la Compañía B del 3 PARA que atacaba el
monte Longdon.

El Mayor Carrizo Salvadores tiempo después escribió en el libro Malvinas:


Relatos de soldados que el Subteniente Baldini le informo que "la situación
era grave, que el enemigo era numeroso y que, en algunos sectores, se
combatía cuerpo a cuerpo. Que intentaría rechazarlos para reestablecer el
control de la situación". Luego el Mayor Carrizo Salvadores destacó: "Esta
conversación fue la última que tuve con el Subteniente Juan Baldini, pues
cuando intentaba materializar lo que me había expuesto, caía mortalmente
herido... cuando intentaba hacerse cargo de una ametralladora, cuyo
apuntador había quedado fuera de combate... Igual suerte tuvo el Cabo
Primero Darío Ríos, quien cayó junto a su Jefe cuando intentaba concretar
lo pretendido por el Subteniente. Así, en una demostración plena de arrojo y
valentía, ambos ofrendaron su vida a la Patria en cumplimiento del deber".

Durante este feroz intercambio de fuego es herido el teniente primero


Enrique Neirotti jefe de la 3ra Sección de Tiradores en el sector sur, pero
puede continuar combatiendo. Después se produjo en el sector de la sección
de Neirotti el contraataque de la sección de ingenieros de combate a
ordenes del Teniente Primero Hugo Quiroga : "ya cerca de la madrugada, la
situación era crítica, puesto que se había perdido el contacto de la Primera
Sección" y a la 1:30 se había complicado porque había "caído en posesión del
enemigo casi todo el sector defendido por la Primera Sección, y éste se
encontraba atacado por el norte y por el Sur, lo que hacía que todos los
elementos de la posición... se hallaran combatiendo".

A eso de las 02:00 hubo que emplear a la 1ra Sección del subteniente Raul
Castañeda de la Compañía C del Regimiento 7 a órdenes del capitán Hugo
García para reforzar y contraatacar en monte Longdon. Estos soldados
debieron "marchar a campo traviesa bajo la acción del fuego de artillería
del enemigo... Se desarrolló así un combate de encuentro" y las tropas
argentinas lograron "hacer retroceder a la infantería enemiga. En esta
acción tuvimos bajas, pero entre el enemigo se produjeron más", dice el
Mayor Carrizo Salvadores.

Estos soldados conscriptos, según la apreciación de los propios británicos,


pelearon como si fuesen profesionales en el sector norte a donde se
encontraban los soldados de la 2nd Sección de Tiradores o ordenes del
sargento primero Raul Gonzalez. A esa sección pertenecía el soldado
Leonardo Rondi, que armado con su fusil FAL llegó a la pelea cuerpo a cuerpo
como estafeta a pie hasta que se le agotaron las municiones al pelotón y
volvió con un trofeo de combate: una boina colorada con distintivo del 3
PARA de uno de los tres paracaidistas britanicos muertos asaltando la
ametralladora Browning 12,7 mm en el sector de Gonzalez. Solamente 21
argentinos de los 46 que habían participado en el contraataque alcanzan sus
posiciones en Wireless Ridge. El resto ha quedado muerto, herido o hecho
prisionero. El soldado Rondi recibe por esta acción la "Medalla al Valor en
Combate" .

El brigadier Julián Thompson dijo acerca del contraataque en monte


Longdon:

En un determinado momento estuve a punto de retirar mis paracaidistas de


monte Longdon. No podíamos creer que estos adolescentes disfrazados de
soldados nos estuvieran causando tantas bajas. (Véase Jon Cooksey, 3 PARA
Mount Longdon: The Bloodiest Battle, página 98, Pen & Sword Books Ltd)

El 12 de junio entre las 04:00 y 04:30, los soldados británicos controlaban


la mayor parte del monte Longdon. Pero habían sufrido 13 muertos y 27
heridos en la Compañía B del Batallón 3 de Paracaidistas, y la resistencia
continuaba próximo al puesto de comando del segundo jefe del Regimiento
7.
Aproximadamente a las 05:00, el soldado conscripto Horacio Cañeque, vio
cómo algunos paracaidistas (los remanentes de los pelotones 4 y 5 de la
Compañía B del 3 PARA) avanzaban por el sector norte al puesto de comando
en monte Longdon (en cercanías de Wireless Ridge) del mayor Carlos
Carrizo sobre su flanco derecho. Cañeque disparaba su FAL de a dos
proyectiles comunes y uno trazante para precisar la puntería, mientras
estallaban bengalas y explosivos por todas partes. Ante los autores de Así
peleamos: Malvinas (testimonios de veteranos del ejército), (Biblioteca
Soldados, 1999), Cañeque recuerda:

Se escuchan gritos y órdenes en inglés. Comienzo a insultarlos en su idioma.


Los insultos son lo primero que se aprende y yo tenía una pronunciación
estadounidense bastante buena. Insulto a los gritos, vociferando, durante
un rato.

Tal vez por acciones como ésta, los paracaidistas britanicos luego dirían que
en Monte Longdon hubo US Green Berets o American Mercenaries.

Los argentinos sobrevivientes de la 1ª, 2ª y 3ª secciones adelantadas


pugnaban por seguir combatiendo hasta agotar la munición cerca del puesto
de mando del mayor Carrizo Salvadores.

Así lo relata el aludido Cañeque, quien había guiado al teniente primero


Castañeda y su pelotón hacia los paracaidistas británicos:

Alejandro Rosas y el cabo Oscar Mussi se treparon a un pico rocoso y


disparaban, con gran riesgo, desenfrenadamente, contra una de las MAG
que nos hostigaban (habría sido el cabo Vincent Bramley). Poco después el
lugar se convierte en un infierno de proyectiles. No pueden mantener la
posición. Por suerte logran replegarse.

Frente a esa crítica situación, aproximadamente a las 06:30, el mayor


Carrizo ordenó replegarse a los 78 hombres de la Compañía B que le
quedaban en monte Longdon hacia Wireless Ridge. Para ello, el infante de
marina Jorge Colombo hizo disparar su ametralladora Browning 12.7 a fin de
defender la retaguardia de los que se retiraron de monte Longdon.

El capitan Rodrigo Soloaga, a la cabeza del Escuadron de Exploración de


Caballería Blindada 10 (al cual se le agregaron unos 30 hombres del
subteniente Mosquera replegados del Dos Hermanas Norte), logró bloquear
desde el valle entre los montes Longdon y Tumbledown, la penetración del 3
PARA hacia Wireless Ridge y facilitar el repliegue de los hombres del mayor
Carrizo Salvadores.

Pero aún no terminaban la muerte y la crueldad en Monte Longdon. El cabo


britanico Vincent Bramley fue testigo de crimenes de guerra contra
soldados del Regimiento de Infantería 7 de La Plata en distintos sectores
del monte y refiriendos a las acciones de los paracaistas britanicos ubicados
en el sector oeste durante el día 12 de junio de 1982, escribió:

Todos volvimos al claro que acabábamos de cruzar. Nos separamos y


esperamos el siguiente desplazamiento. A unos diez metros a la derecha
venía un argentino. Le habían tirado al pecho y gritaba sosteniéndose la
herida. Un tipo de la Compañía B atravesó el claro y le clavó la bayoneta. A
los gritos del argentino, trató de quitársela entes de morir. Nuestro
soldado le decía: ¡No grites más hijo de p...! El enemigo murió en el mismo
instante en el que le clavaron la bayoneta. Nuestro soldado volvió a su lugar
como si nada hubiera pasado. A mi derecha tres argentinos lloraban
agarrándose la cabeza. ¿Serían amigos del que acababa de morir? (VIAJE
AL INFIERNO, Planeta 1994)

Según Julia Solana Pacheco, autora del libro Malvinas: ¿y ahora qué?, seis
soldados argentinos del Regimiento 7 (los conscriptos Ramón Quintana,
Donato Gramisci, Aldo Ferreyra, Enrique Mosconi, Alberto Petrucelli y Julio
Maidana), heridos o hechos prisioneros, fueron fusilados o bayoneteados
por los paracaidistas británicos en monte Longdon, ante los ojos incredulos
de los soldado conscriptos Néstor Flores y Santiago Mambrin y, el cabo
Gustavo Pedemonte del pelotón del subteniente Juan Baldini. Entre los
heridos estaba el cabo José Carrizo.

Cuando en 1993 se conoció el libro Viaje al infierno del ex paracaidista


británico Vincent Bramley que denunció el fusilamiento de argentinos en
monte Longdon, Carrizo contó su historia. Relató que en aquella madrugada
en monte Longdon, sintió que le pusieron la boca de un fusil en la espalda.
Levantó los brazos en señal de rendición y un inglés «con ojos de chino» le
hizo un gesto con la mano como de que le iban a cortar el cuello. Luego una
corta ráfaga de ametralladora le arrancó parte de la masa encefálica y un
ojo. Lo dieron por muerto y lo abandonaron allí. Más tarde lo salvó un médico
británico.

Durante esta noche morirían los tres únicos civiles caídos en el conflicto,
tres mujeres malvinenses de Puerto Argentino cuya casa fue alcanzada por
un obús británico. Al amanecer del 12, la capital malvinense está a la vista.
Temprano el 12 de junio, fueron destacados a las laderas del cerro
Tumbledown —al lado de Moody Brook— el mayor Guillermo Berazay y la
Compañía A del Regimiento 3, a fin de hacerse fuerte ahí para luego tomar
las posiciones perdidas en monte Longdon. Esa oportunidad jamás se daría.

La carencia de munición y medios ofensivos adecuados era crítica, y el


ingenio debió suplir su falta: en el más absoluto secreto, los argentinos
montaron un misil Exocet sobre una precaria construcción terrestre y
desarrollaron durante semanas la ingeniería necesaria para hacerlo
operativo. El sistema fue llamado humorísticamente "ITB", sigla de
"Instalación de Tiro Berreta" («berreta» significa «de mala calidad»). A las
3:00 del 12 de junio un reducido grupo liderado por el entonces capitán de
fragata Julio M. Pérez logró dispararlo con resultado eficaz. A bordo del
destructor misilístico clase County HMS Glamorgan, el oficial de navegación
Ian Inskip detecta el misil en trayectoria y ordena lanzar contramedidas y
virar el buque intentando ofrecer la popa. El misil alcanza al buque por la
banda de babor en el hangar de helicópteros, destruyendo al helicóptero
Wessex, matando a trece hombres y provocando un fuerte incendio.
Renqueante y echando humo, el destructor se aleja. Sobrevivirá, pero la
guerra acabó para él.

Un sentimiento muy parecido a la histeria recorre al almirantazgo inglés. Si


la aviación argentina ha conseguido más misiles Exocet, entonces la situación
actual de toda la flota es muy peligrosa y lo que ya parece una inminente
victoria puede tornarse en un nuevo desastre. Londres mueve todos los hilos
posibles para saber de dónde ha salido ese misil, pero nadie parece saber
nada.

En realidad, la aviación argentina no ha conseguido ningún nuevo misil.


Tampoco es el primer Exocet que se dispara contra un buque británico
desde Isla Soledad (el primero falló sin ser detectado). Resulta que aunque
la flota argentina esté anclada en puerto, sus preciosos lanzamisiles
superficie-superficie no tienen por qué quedarse allí. Modificar un Exocet
MM38 superficie-superficie para convertirlo en un AM39 aire-superficie
estaba más allá del alcance de los ingenieros argentinos, pero no así el
desmontar un conjunto de lanzadores del destructor ARA Seguí (D-25)
junto con su sistema de guía, aerotransportarlo sobre remolques a las
Malvinas, ponerlo en funcionamiento y accionarlo dando en el blanco, todo
con un mínimo margen para el error. Se trata de una aplicación improvisada
de esta arma letal; sin embargo, al segundo disparo efectivo (de 3 intentos
totales, uno de los cuales no obtuvo lanzamiento y el otro se perdió sin
acertar blanco) lograron inutilizar al HMS Glamorgan en una acción inédita e
histórica. Después de la guerra el Reino Unido, habiendo capturado y
estudiado el ingenioso dispositivo, retomaría la idea para comercializarlo
como «sistema de defensa costera Excalibur».

Pero de momento, la acción contra el Glamorgan detiene el ataque terrestre


británico durante todo el día 12, pues el apoyo desde el mar ha quedado en
entredicho. No será hasta la noche del 13 que el 2 PARA y el Segundo
Batallón de la Guardia Escocesa tomen Wireless Ridge y el monte
Tumbledown tras intensos combates contra el Batallón de Infantería de
Marina 5 y el Regimiento 7 de Infantería y la Compañía A del Regimiento 3
que la apoyaba. El asalto británico se demoraba ante la desesperada y
enérgica resistencia. Las tres compañías del Batallón de Infantería de
Marina 5, sus 700 hombres a órdenes del capitán de fragata Carlos Hugo
Robacio ahora esperaban luchar contra el invasor en la zona de monte
Tumbledown-monte William-colina Sapper. Mientras los esperaban con
ansiedad creciente, el mayor Aldo Rico montó emboscadas para proteger el
perímetro y envió a varios comandos a instalar una emboscada frente al
monte William.

Relata el teniente primero Horacio Fernando Lauria:

"En una de esas misiones raras, nos mandaron con el teniente primero
Horacio Guglielmone a instalarnos una noche, quinientos metros adelante del
Batallón de Infantería de Marina 5, los más cerca de los ingleses, para
brindar seguridad y obtener información. Espalda contra espalda, solos,
estábamos atentos con gran temor a los gurkhas, sin pestañear siquiera.
Había sido una fuerte acción psicologica del enemigo, y todos teníamos una
gran obsesión por miedo a ser degollados: la tensión era constante. Para
contrarrestar aquella campana, yo quería matar a uno con las manos, lo que
me siento capaz de hacer, y cortarle una extremidad a fin de mostrarla a
los soldados y disminuir su pánico" (Comandos en acción:el ejercito en
Malvinas, p. 366, Editorial San Martin, 1987)

Un infernal diluvio de acero se abatió sobre las Compañías A y C del


Regimiento 7 que sería la unidad con más bajas de la guerra: 36 muertos y
152 heridos. Las bocas de fuego de la artillería británica y los
cazabombarderos Harrier machacaron constantemente las posiciones
argentinas con un intenso y preciso fuego, hiriendo gravemente a los
mayores José Banetta, Emilio Nani y José Bettolli y los capitanes Hugo
García, Jorge Calvo, Carlos Ferreyra y Luis Limia.. «Durante las doce últimas
horas de la lucha se descargaron seis mil tiros de artillería», indican Max
Hastings y Simon Jenkins (La batalla por las Malvinas, p. 326, Emecé,
Buenos Aires, 1984).

Allí estaba el soldado Carlos Daniel Sotelo, uno de los 21 sobrevivientes del
pelotón del subteniente Castaneda: Nos mandaron unos pocos refuerzos,
cinco o seis soldados y tres oficiales con una ametralladora pesada MAG,
que fueron para adelante, a posiciones que conocíamos bien y que sabíamos
que eran muy complicadas: te dabas cuenta que había un esfuerzo
desesperado por resistir. Lo peor era escuchar como habíamos escuchado
por la radio del comando, los pedidos de ayuda de las otras posiciones: eso
te queda en la cabeza para siempre. (La Nación. junio del 2002)

En este bombardeo se destaca el Capitan Guillermo Grau del Regimiento 7,


que con un Land Rover se mueve a traves de las zonas batidas, evacuando
heridos.

Tales fueron la magnitud y precisión del fuego ablandador que quedaron


heridos 12 de los aproximadamente 120 hombres de la compañía de reserva
al mando del Mayor Jaimet que ahora ocupaba nuevas posiciones al noroeste
del monte Tumbledown.

Luego el Subteniente Esteban Vilgre La Madrid de la 3ra Sección de la B del


6 escribió:

"Otro hecho digno de destacar (y que da por tierra con muchas


difamaciones) fue la visita en pleno bombardeo británico del Comandante de
la Decima Brigada de Infantería Mecanizada y Comandante de la Agrupación
Ejército Puerto Argentino, el ya fallecido General Jofré, quien saludó a la
tropa y cumplió posteriormente su palabra enviando más munición (y hasta le
cedió sus guantes a un soldado que los había perdido en el repliegue). Si
hubo un momento en toda la guerra para estar lejos de primera línea… ¡¡ése
era el momento!!" (Vea^*[3])

Cerca de Puerto Argentino el soldado Raúl Menéndez, del Grupo de


Artillería Aerotransportada 4, arrancó ese 14 de junio disparando las
últimas municiones de su Batería C.

Teníamos seis obuses de 105 mm y al amanecer todavía manteníamos un


hermoso duelo de artillería con los ingleses. Pero poco a poco se nos fueron
rompiendo la mayor parte de las piezas porque si teníamos que disparar a un
promedio de diez proyectiles por minuto, nosotros disparábamos treinta por
minuto. Cerca del amanecer, había un cañón Sofma de 155 mm que disparaba
desde Sapper Hill y una pieza del grupo mío: eran las únicas que disparaban.
Me acuerdo que defendíamos el repliegue del BIM 5 (Batallón de Infantería
de Marina 5) que se replegaba desde el Monte William. (La Nación. junio del
2002)

En el Monte Tumbledown la Guardia Escocesa ejecuto un ataque frontal.


Pese a sufrir bajas, logra posibilitar que otras fuerzas de Gurkhas
nepalesas rodeen la posición defendida por la Compañía Nacar del BIM 5
(comandados por el teniente de navio Eduardo Villarraza) por el norte.
Después de siete horas de intenso combate, el teniente de fragata Carlos
Daniel Vázquez, jefe de la 4ta Sección, ordena cesar el combate.

En el sector de Monte William, la Guardia Galesa ejecuta su ataque en


forma similar, buscando aferrar la Compañía Obra del BIM 5 frente de la
posición y tomar el Cerro Zapador desde el camino oeste, empleando
tanques livianos Scorpion, al mismo tiempo que saturan el sector, con fuego
de cañones de 76 mm. Los fuegos de la propia artillería de marina baten las
fracciones de la Guardia Galesa. Los efectivos britanicos se lanzan al asalto
sobre el flanco sur de la posición del BIM 5 y se combate a las distancias
próximas con profundo empleo de granadas de mano. El primer ataque es
rechazado.

Fue tal la sorpresa que padecieron inicialmente la Guardia Escocesa en el


sector que defendía Vázquez que el subteniente Robert Lawrence que luego
quedó herido en la cabeza, narró que el subteniente James Stuart lo instó a
que su pelotón abandonara el asalto y que disparara contra cualquiera que
les impidiera retirarse de la batalla. (Véase Robert Lawrence, Después de la
batalla: Tumbledown, Buenos Aires, REI, 1989)

Al norte del monte Tumbledown y cerca de los paracaidistas britanicos, el


teniente Miguel Cargnel batallaba en Wireless Ridge juntos a las fracciones
de los tenientes Luis Karbiner y Jorge Guidobono:

El 12 de junio, cuando los ingleses atacaron Longdon, vimos que estábamos


muy comprometidos. Y dijimos: «La bandera no». Con el teniente Jorge
Guidobono enterramos el asta y los herrajes en nuestra posición de
combate. Guidobono se cosió el paño en el interior de la campera de duvet.
Y yo me quedé con la corbata y el moño y repartimos las condecoraciones
entre otros oficiales. Así nos replegamos el 14 a Puerto Argentino, cuando
ya se sabía de la rendición. (La Nación. junio del 2002)
Karbiner fue el bizarro oficial que hizo una fiesta de cumpleaños y repartió
dulce de batata para sus soldados conscriptos el 13 de junio bajo una lluvia
de bombas que demolió varios sectores. (Vea *[4])

Tomaron fácilmente el perímetro del capitán Hugo García en Wireless Ridge


y avanzaron hacia las defensas del capitan Jorge Calvo. Las compañías del
teniente coronel Omar Gimenez se desmoronaron; sus hombres y el
Escuadron de Caballería Blindada 10 y los hombres del mayor Guillermo
Berazay que los acompanaban huyeron hacia Moody Brook. El general Jofre
envió a la Policía Militar y el teniente coronel Eugenio Dalton del Estado
Mayor de la Brigada 10 con varios comandos y infantes de marina a hacerse
cargo del Regimiento. Mientras Dalton se hizo cargo de la situación una
compañía del flamante Regimiento 25 de Rangers, entrenados por comandos,
fue a reforzar las unidades en la salida de Puerto Argentino.

La posición argentina en Tumbledown era ahora insostenible, con el riesgo


de que la infantería de marina fuera cercada, y el general Menéndez
autorizo el repliegue. El Mayor Oscar Ramon Jaimet, aproximadamente a las
05:00 ordena alistarse la Compañía B del Regimiento 6 comandada por el
Teniente Primero Raul Daniel Abella para aliviar las presión sobre la
Compañía Nacar. Ataca la 3ra Sección de Tiradores (comandada por el
Subteniente Esteban Vilgre La Madrid), combatiendo contra un una fracción
escocesa (habría sido el Peloton 14) a su frente; alcanza la primera línea
bloqueando la penetración enemiga al oeste de las posiciones de la 4ta
Sección.

En ese momento, el capitán Robacio, jefe del BIM 5 recibió una llamada por
el teléfono de campana: la cima del monte Tumbledown acababa de caer, sus
hombres se batían en retirada, avanzaban los soldados enemigos.
Inmediatamente se informó al mayor Jaimet y se propuso organizar una
retirada inmediata lo que éste aceptó.

Cuenta Poltronieri:

A mí me dio como un ataque de locura y empecé a sacudirles con la MAG,


que es una ametralladora pesada. Mi abastecedor estaba cansado de
ponerle las cintas de balas a la MAG, pero yo seguía tirando. Eran como las
nueve de la mañana. Las balas me pasaban cerquita: a las trazantes se las
veía clarito. El subteniente me decía: «Vámonos, Poltronieri, que te van a
matar...». Pero yo le decía que se fueran ellos. Porque yo sabía que el
sargento Hector Echeverría había tenido familia en esos días. Entonces les
dije: «Váyanse ustedes que tienen hijos, que tienen familia. Yo no tengo a
nadie». Los tipos venían cantando, tirando al aire, como de paseo... y bien
chupados [alcoholizados]. Así que no le di bolilla al teniente y me quedé
esperando que mi compañía se replegara. Hasta que se me acabaron las
balas y empecé a repechar [replegar] para Puerto Argentino. Llegué a la
tarde adonde estaba el Batallón de Infantería de Marina 5. Les pregunté si
sabían dónde estaba el 6 de Mercedes, porque yo quería juntarme con los
míos. Me dijeron que cerca del cementerio, que era el punto de reunión.
Cuando me vieron no lo podían creer: me habían dado por muerto. Allí me
enteré de que se habían rendido a las diez de la mañana. Y recién como a las
tres de la tarde nosotros habíamos dejado de combatir. Cuando vimos la
bandera blanca colgada en el mástil, la mayoría nos largamos a llorar.

Desde el edificio del comando de la Brigada 10 el general Oscar Jofre y el


coronel Felix Aguiar, segundo comandante de la Brigada 10 enviaban
mensajes al capitán Robacio instándolo abandonar esa posición; en cualquier
momento se podía producir un ataque helitransportado enemigo que le
cortaría al batallon fácilmente la retirada hacia el pueblo. Por entonces, el
combate era muy violento. El asalto final en el sector Tumbledown esta a
cargo de los hombres de los tenientes Dalrymple, Mathewson y Lawrence.
Mientras tanto los Gurkhas se preparaban para asaltar el Monte William y
ya habían conquistado los pozos de la 3ra Sección de la Compañía Nacar en
el sector norte del monte Tumbledown. Los infantes de marina de la 2da
Sección del guardiamarina Marcelo Oruezabala estaban atrapado entre los
montes Tumbledown y William por el avance nepalesa sin escapatoria. Al
advertir la situación, fue empleado el resto de la Compañía B del Regimiento
6 con el Teniente Primero Abella a la cabeza.

El comandante de la Guardia Escocesa y Galesa y fuerzas nepalesas, luego


declaró lo siguiente: No cabe duda de que los hombres que se nos opusieron
eran soldados tenaces y competentes, y muchos han muerto en sus puestos.
(Véase Paul Eddy y Magnus Linkater, Una cara de la moneda, Buenos Aires,
Hyspamerica, página 382)

Fue el propio capitán Robacio quien buscó y reconoció los muertos del BIM 5
y del Ejercito Argentino en monte Tumbledown que había sido muy batido
por la artillería británica.

Esa noche hubo una gran manifestación en Buenos Aires exigiendo la no


rendición; no es posible inflamar a una sociedad como lo hizo la Junta y
luego pretender que no reaccione. Galtieri ha prohibido a Menéndez que se
rinda. Desde el continente, la maltrecha Fuerza Aérea Argentina aún
intenta asestar sus postreros golpes. Hay un último plan peruano de paz en
marcha.

Ahora que el frente militar estaba al borde del derrumbe, el mayor Carrizo
Salvadores trataba de aprovechar el impulso para contraatacar con algunos
soldados del Regimiento 7. Cuenta el soldado Horacio Cañeque:

El mayor iba al costado de la fila. Por momentos estaba en la punta de la


columna. A veces se perdía atrás, verificando si todo estaba en orden. El
capitán Raúl Daneri iba al frente. ...En eso estamos cuando nos llega desde
la oscuridad del camino un grupo numeroso de soldados. Vienen caminando
rápido y muchos se confunden con nuestra improvisada compañía . Hay
cansancio, temor y esperanza en esos ojos. Hay abrazos de amigos que no
pensaban volver a verse. Hay fusiles y cargadores repletos tirados al
costado del camino. ...El mayor gritaba en vano tratando de hacerse oír. Vio
que quedaba poco por hacer pero no se resignaba. Pego un par de gritos y
dijo: "los que quieran que se vuelvan, los que quieran que me sigan", y encaro
hacia Wireless Ridge solo, sin mirar atrás. Los siete Rayos salimos tras él.
Sentíamos que era una locura pero no podíamos dejarlo solo. Alejandro
Rosas y Luis Cunningham habían tirado al diablo sus radios. Ahora traían
solo su fusil Nos acompano una veintena de soldados y un par de
suboficiales. Uno de ellos era el sargento Pedro Villarreal, quien había sido
mi jefe de grupo en el período de instrucción, al comienzo de mi servicio
militar. Sentí orgullo de que el hombre que me había enseñado todo lo que
yo sabía de la guerra al venir a Malvinas, estuviera conmigo en esos
momentos. (luego se unió en este grupo una fracción del Regimiento 4 a
cargo de un sargento). ... Al poco trecho los ingleses nos hicieron saber de
su presencia. ... No teníamos cubierta y los ingleses tiraban fuerte, al
parecer también con ametralladoras 12,7 o algo así. ... La tierra parecía
hervir a nuestro alrededor.

Fue otro acto desesperado y valiente. Pero no tuvieron suerte. Fueron


rechazados. Porque los paracaidistas británicos ya habían conquistado
Wireless Ridge, y desde allí manejaban la escena. Con el mayor fueron los
siete Rayos (los integrantes de su peloton comando) Horacio Caneque,
Gabriel García, Carlos Connell, Fernando Magno, Luis Cunningham, Daniel
Cesar Maltagliatti y Alejandro Rosas.

Pero cuando los británicos deciden avanzar ante el contraataque argentino,


no encuentran más resistencia. Es el resultado de cuatro días de
operaciones psicológicas ejecutadas por el coronel Mike Rose, del SAS, y el
capitán Rod Bell, hispanohablante. Llevan desde el día 10 hablando con
Menéndez por radio, ganándose su confianza e instándole a la rendición «con
dignidad y honor». El 2 PARA entra en el extrarradio de Puerto Argentino
con sus boinas en vez de los cascos de combate y ondeando banderas
británicas. A las 23, el comandante de las fuerzas británicas Jeremy Moore
llega en helicóptero a Puerto Argentino y se entrevista con Menéndez.
Cuando el primero muestra al segundo los documentos de rendición,
Menéndez tacha de inmediato la palabra «incondicional». No era eso lo
pactado durante las conversaciones radiales secretas de los días anteriores.
Tras un breve tira y afloja, el general Mario Benjamín Menéndez rinde las
islas Malvinas al general Jeremy J. Moore a las 23:59 del 14 de junio de
1982, siendo testigo el coronel Pennicott. Los 8.000 soldados argentinos son
desarmados y concentrados en el aeropuerto en calidad de prisioneros de
guerra. El invierno austral arrecia. Hace mucho frío.

El día 15 de junio de 1982, la bandera colonial británica es izada de nuevo en


el edificio de gobernación de las islas Malvinas.

Cuando las noticias llegan a Buenos Aires, se produce una importante


manifestación de indignación popular que es reprimida por la Junta,
perdiendo así el poco apoyo que les quedaba entre la población sensible a su
discurso nacionalista y patriótico. A lo largo del día 15, el resto de unidades
argentinas presentes en el archipiélago entregan sus armas. El 20, cinco
buques británicos hacen acto de presencia en las islas Sandwich del Sur y la
guarnición de Thule, compuesta por personal no armado, se rinde sin lucha.
Todos los prisioneros son repatriados durante el mes siguiente.

Las consecuencias [editar]


Port Stanley (Puerto Argentino) en 2003. Catedral de la Iglesia de Cristo.

Un cuarto de siglo después, la normalidad reina en las Islas Malvinas


(llamadas en inglés Falkland Islands). Para su población, la guerra de 1982 no
es más que un funesto recuerdo. No obstante, años después de firmadas
todas las paces, estrechadas todas las manos y caídos todos los políticos
que la protagonizaron, algunos indicios permiten observar que no se trata de
un dominio colonial más. La guarnición británica en el archipiélago es
singularmente numerosa, la pista del pequeño aeropuerto ha adquirido
tamaños más propios de un aeropuerto internacional y un discreto
dispositivo antiaéreo y naval barre apaciblemente mares y cielos.

Para el pueblo británico y la opinión pública internacional, el «oscuro asunto


de las Malvinas» está esencialmente olvidado. Entre el pueblo argentino, en
cambio, son mayoría quienes siguen considerando que las Malvinas son
argentinas.

La Guerra de las Malvinas fue el primer conflicto aeronaval moderno en que


se enfrentaron armas de alta tecnología de igual a igual. Fue un
enfrentamiento entre dos naciones occidentales, aliadas de Estados Unidos
en la Guerra Fría que se libraba por aquel entonces. Se violaron tratados, se
cometieron excesos, hubo guerras secretas paralelas. La Guerra de las
Malvinas tuvo consecuencias.

Consecuencias militares [editar]


Saldo general de la Guerra de las Malvinas

Pérdidas argentinas Pérdidas británicas

Buques de guerra:

Hundidos: 4 6

Dañados de
1 15
gravedad:

Buques de apoyo: 6 9

Aviones de guerra: 58 11

Aviones de apoyo: 2 3

Helicópteros: 2 21

Vidas humanas: 649 259

Heridos: 1.068 777

• La Guerra de las Malvinas reveló que en entornos costeros, la guerra


aeronaval no había variado gran cosa desde la Segunda Guerra Mundial.
La mayoría de buques hundidos se perdieron a manos de aviones
realizando «pasadas» con bombas, cohetes y cañones. Esto condujo a la
implementación de poderosos medios de defensa terminal antiaérea en
los buques de las siguientes décadas.
• El misil ya era un arma apreciada en 1982, pero a partir de ese momento
adquirió una relevancia enorme tanto en sus variantes aéreas como de
superficie. En particular, la letalidad demostrada por los Exocet en lucha
antibuque como la demostrada por los Sidewinder en combate aéreo
influyó decisivamente en la mentalidad militar mundial. Todos los buques
de guerra posteriores a 1982 llevan algún tipo de defensa antimisil,
aunque ésta nunca se haya demostrado demasiado efectiva.
• Se puso en evidencia que el concepto de «proyección de fuerza» era
especialmente válido, pues pueden producirse conflictos imprevistos que
no se libren en las inmediaciones del propio territorio o países aliados.
• Quedó nítidamente demostrada la eficacia de los submarinos modernos a
la hora de contener a una flota enemiga. La carencia de submarinos
modernos por parte de Argentina y su disponibilidad por parte del Reino
Unido fue decisiva para otorgar a este último el dominio del mar.
• La vulnerabilidad de los buques británicos frente a los ataques aéreos
por parte de la aviación argentina resultaron en una dura enseñanza no
solo para el Reino Unido, sino para casi todas las fuerzas navales del
mundo, que vieron la necesidad de modernizar los radares y las defensas
misilísticas de sus buques con nuevas protecciones como el sistema de
defensa en zona11 .
• Se demostró que aviones caza modernos subsónicos pero con electrónica
de punta (medidas, contramedidas electrónicas y misiles aire aire) y
pilotos bien preparados (Harrier británicos) eran superiores sobre
aviones cazas supersónicos de alta velocidad pero con una electrónica
más antigua y misiles de primera generación Matra 530 y Magic I
(Mirage argentinos). A pesar de esto los Harrier no lograron alcanzar la
superioridad aérea por la notable actuación de los pilotos argentinos,
reconocida mundialmente. Los Mirage y los Skyhawk siempre operaron
desde el continente por no poder operar desde la pista de Puerto
Argentino, esto limitó las capacidades de carga de armamento y
combustible ya que debían volar 500 millas sobre el mar para atacar a los
buques británicos y otras 500 millas para volver al continente. Por esta
circunstancia tuvieron una particular actuación los Skyhawks que tenían
la capacidad de reabastecimiento en vuelo.
• El conflicto dejó unas Fuerzas Armadas Argentinas completamente
debilitadas tanto en sus equipos, como en el personal y en su moral.
Perdió supremacía en la región y con una desprestigiada cúpula militar,
las inversiones y gastos militares fueron anulados hasta el presente, ya
que los sucesivos gobiernos fijaron como política de estado, no tener
hipótesis de conflictos y resolver todo por vía diplomática.
• Quedó establecido que la superioridad de entrenamiento de los recursos
humanos es decisiva para la victoria. Fue el principio del fin de los
ejércitos de recluta obligatoria, un proceso de desaparición aún en
curso, y el disparadero de los ejércitos profesionales de voluntarios
altamente especializados. Dicho en otras palabras se pudo comprobar
que era mucho más efectivo como hizo Gran Bretaña de contratar tropas
profesionales, que mantener un ejercito regular sobre la base de
conscriptos de un servico militar obligatorio.

Consecuencias políticas [editar]


Monumento conmemorativo a los caídos argentinos en la Guerra de las
Malvinas en Ushuaia (Argentina)

• Desde la Guerra de las Malvinas, ninguna nación ha osado disputar a una


gran potencia una posesión colonial. Desde este punto de vista, el
conflicto contribuyó a un mayor grado de estabilidad internacional, pero
también al reforzamiento de políticas neocoloniales que aspiran a
modificar el statu quo por medios más sutiles.
• La guerra empeoró aún más la situación económica argentina y significó
un severo golpe para la moral del país, del que tardaría mucho en
recuperarse. Leopoldo Galtieri cayó en desgracia y tuvo que renunciar a
la presidencia a los tres días de la derrota, siendo sustituido por Alfredo
Óscar Saint-Jean, que a su vez fue suplantado dos semanas después por
Reynaldo Bignone. Pero la Junta Militar estaba herida de muerte. Un año
y medio después el último militar entregaba el poder a Raúl Ricardo
Alfonsín, primer presidente elegido democráticamente desde el golpe de
Estado de 1976.
• El sector de la sociedad que antes se había girado siempre a los militares
para que «enderezaran» las cosas cuando éstas iban mal comenzó a
pensar que éstos carecían en realidad de habilidades políticas, con lo que
la mentalidad golpista fue disolviéndose en Argentina durante los
siguientes años.
• En el Reino Unido, la victoria sacó al gobierno de Margaret Thatcher del
agujero en que se encontraba por sus duras políticas sociales de corte
neoliberal y ganó las elecciones de 1982 con la más amplia mayoría que
había tenido un candidato desde 1935. Esto le permitió afrontar con
mucha fuerza todos los conflictos con amplias capas de la población
derivados de las políticas mencionadas que se produjeron en los años
subsiguientes y seguir en el poder hasta 1990.
• La Guerra de las Malvinas significó el final, en la práctica, del Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), pues el más poderoso
de sus componentes, Estados Unidos, decidió deshonrarlo de facto para
aliarse con la otra parte en el conflicto. También significó un fracaso
para la ONU y para la diplomacia de numerosas naciones.
• Por el contrario, la Guerra de las Malvinas reforzó la «relación especial»
entre Estados Unidos y el Reino Unido, dando lugar a un atlantismo
extremo que en tiempos recientes ha significado profundas divisiones en
el proceso de construcción de la Unión Europea. No obstante, Estados
Unidos votó en noviembre de 1982 a favor de una resolución de Naciones
Unidas instando a las partes a renegociar el conflicto. Por su parte, el
resto de países de la Unión Europea levantó las sanciones a Argentina en
cuanto la guerra hubo terminado. Había más misiles y fragatas que
vender.
• En la actualidad, las relaciones entre Argentina y el Reino Unido pueden
calificarse de regulares. Hay un «paréntesis de silencio» sobre la
cuestión malvinense. En 1985 Londres concedió a los habitantes el
derecho a la autodeterminación; teniendo en cuenta que éstos son y se
sienten británicos en su inmensa mayoría, no parece que signifique gran
cosa. En 1990 se restablecieron las relaciones diplomáticas entre ambos
países. En 1999 desapareció del aeropuerto de Buenos Aires el cartel
«Las Malvinas son nuestras». En 2001, el Primer Ministro británico Tony
Blair visitó oficialmente Argentina. Los archipiélagos siguen en las
mismas manos que estaban el día anterior al inicio del conflicto. Las
relaciones bilaterales son igualmente cordiales, aunque los sucesivos
gobiernos argentinos desde la guerra no cedieron jamás en su reclamo.

Los secretos sin contar [editar]

Usualmente los gobiernos suelen mantener secretas durante 25 ó 30 años


ciertas informaciones delicadas para la opinión pública. En el caso de las
informaciones clasificadas en manos del Estado británico acerca de la
Guerra de las Malvinas, una vez finalizado el conflicto, «el gobierno de ese
país decretó que su publicación sólo podrá realizarse en el año 2082».

En el año 2005, en el programa Informe Especial12 salió a luz el apoyo que


Chile le prestó al Reino Unido. Uno de los miembros de la Junta Militar de
Chile, el General Fernando Matthei, afirmó que Chile apoyó al Reino Unido.
Aviones británicos con insignias chilenas sobrevolaban la patagonia chilena y
usaban bases chilenas como centros de operaciones. Además un gran número
de soldados chilenos se trasladaron al sur de Chile a las Fronteras,
alarmando a Argentina y provocando que tropas argentinas se trasladaran a
esa zona. Finalmente se supo que Chile había ayudado a Reino Unido porque
este les había ofrecido aviones y armamento.
Se supo también que Perú, gobernado en esos años por Fernando Belaúnde
Terry, no sólo apoyó a Argentina diplomáticamente sino también
militarmente y con acciones de inteligencia, pertrechos militares y
medicinas. Ademas Perú movilizó su flota naval al sur, frontera que
comparte con Chile, con el propósito de neutralizar el movimiento militar
chileno a la Patagonia. Las fuerzas armadas Peruanas estaban listas para
entrar en acción si Chile tomaba parte del conflicto[cita requerida]. Perú fue uno
de los pocos aliados de Argentina que lo apoyó abiertamente durante el
conflicto. [cita requerida].

La amenaza nuclear contra Argentina [editar]

En diciembre de 2005 apareció el libro Rendez-vous : La psychanalyse de


François Mitterrand (ISBN 2-02-029760-4), escrito por Ali Magoudi, que
había sido psicoanalista del presidente francés François Mitterrand entre
1982 y 1993. En el libro, Magoudi afirma que el presidente francés le había
revelado que, durante la guerra de las Malvinas, la primer ministro británica,
Margaret Thatcher, amenazó con lanzar una ataque nuclear contra
Argentina si Francia no le cedía los códigos de desactivación de los misiles
Exocet que Francia le había vendido a Argentina ("Qué mujer más terrible,
esta Thatcher. Con sus cuatro submarinos nucleares destacados en el
Atlántico sur, amenaza con lanzar misiles nucleares contra Argentina, a
menos que le proporcione los códigos secretos que dejarían sordos y ciegos
a los misiles que les vendimos a los argentinos"). Cuestionado sobre la
veracidad de la afirmación de Mitterrand, Magoudi insistió en que todas las
citas atribuidas a Mitterrand en el libro son auténticas, pero que no puede
garantizar la veracidad de las afirmaciones del presidente.

Dos años tras la guerra, el Partido Laborista británico inquirió si el Reino


Unido había enviado un submarino a la isla Ascensión como apoyo para un
ataque nuclear contra la ciudad de Córdoba en caso de que la guerra fuese
mal. Los almirantes a cargo de la Armada Real lo negaron13 .

El uso de cargas de profundidad nucleares [editar]

En 2003, el Reino Unido reconoció que su flota durante la Guerra de las


Malvinas había contado con cargas de profundidad nucleares. El presidente
argentino Néstor Kirchner exigió que el Reino Unido presentara disculpas a
la Argentina por "el lamentable y monstruoso acto" de desplegar armas
nucleares en sus buques de guerra.14
Fuerzas Argentinas en la Guerra de las
Malvinas [editar]
Junta Militar del Argentina:

• Ejército Argentino: Teniente General Leopoldo Galtieri, Presidente.


• Armada Argentina: Almirante Jorge Anaya
• Fuerza Aérea Argentina: Brigadier General Basilio Lami Dozo

Operación Rosario 2. Abril Vicealmirante Juan Lombardo

Fuerza de Tareas 20 Capitán de Navío José Sarcona

• Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (ex HMS Venerable)


• Destructor ARA Comodoro Py (ex USS Perkins)
• Destructor ARA Hipólito Bouchard (ex USS Borie)
• Destructor ARA Piedrabuena (ex USS Collet)
• Destructor ARA Seguí (ex USS Hank)
• Buque tanque ARA Punta Médanos

Fuerza de Tareas Anfibia 40 Contraalmirante Jorge Allara

Grupo de Tareas 40.1 Contraalmirante de Infantería de Marina Carlos


Busser

• Batallón de Infantería de Marina 2do. c. 700 hombres en Puerto Stanley


• 20 vehículos anfibios LVTP-7 Amtraks

Grupo de Tareas 40.2 Capitán de Navío Alejandro Estrada

• Buque desembarco de tanques ARA Cabo San Antonio (ex USS LST 1171)
• Rompehielos ARA Almirante Irizar
• Transporte ARA Isla de los Estados

Grupo de Tareas 40.3 Capitán de Fragata Molina Pico

• Destructor ARA Santísima Trinidad (D-2) (Tipo 42, Argentina '80)


• Destructor ARA Hércules ( D-1 (Gran Bretaña '76)
• Corbeta ARA Drummond (P-1) (Francia ’78)
• Corbeta ARA Granville (P-3) (Francia ’82)

Grupo de Tareas 40.4 Capitán de Corbeta Alberto Bicain


• Submarino ARA Santa Fe (S-21) (ex USS Catfish)
• Buzos Tácticos: cerca de 102 hombres.

Escuadrilla 2 Aeronaval de Helicópteros: 5 S-61D SeaKing

Ejército Argentino General de División Osvaldo García


o Xma Brigada de Infantería Mecanizada con 25to Regimiento

Georgias del Sur. 3. Abril

Grupo de Tareas 60 Capitán de navío Carlos Trombeta

• Rompehielos ARA Bahía Paraíso (B-1)


• Transporte ARA Bahía Buen Suceso (B-4)
• Corbeta ARA Guerrico (P-2) (Francia ’78) (dañada)
• 100 hombres de Batallón de Infantería de Marina 2do
• 1 Alouette III (dañado) y 1 Ejército Puma (perdido)

Teatro de Operaciones Malvinas [editar]

Base Aérea Militar en las Malvinas, 1982

General de Brigada Mario Menéndez (Gobernador)

Ejército Argentino:

Puerto Stanley - General de Brigada Oscar Joffre - cerca 8.000 hombres.


• Xma Brigada de Infantería Mecanizada con 3ro, 4to, 6to, 7mo y 25to
Regimientos: cerca 5.000 hombres.
• Grupo de Artillería con 3 cañones de 155mm y 30 cañones de 105mm.
• Grupo de Artillería Antiaérea (GADA) 601 con cañones de 35mm, 30mm
y 20mm , misiles Roland, Tigercat y Blowpipe.
• Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada con 12 blindados
Panhards con cañones de 90mm.
• Batallón Ingenieros 9no.
• Compañía de Policía Militar 181.

Islas Malvinas sin Puerto Stanley - General de Brigada Omar Parada :

Isla Soledad:

Pradera del Ganso (Goose Green) - cerca 1.000 hombres

• IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 12mo Regimiento.


• Batería antiaérea del GADA 601 con dos cañones de 35mm guiados por
radar.
• Batería “B” de Artillería con 3 cañones de 105mm.
• Batería antiaérea de la FAA con 6 cañones de 20mm.

Isla Gran Malvina:

Puerto Howard - cerca 800 hombres

• IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 5to Regimiento.


• elementos del Ingenieros 9no batallón.

Bahía del Zorro - cerca 900 hombres

• IIIra Brigada de Infantería Mecanizada con 8vo Regimiento.


• elementos del Ingenieros 9no batallón.

Comando de Aviación del Ejército: Batallón 601 de helicópteros

• 2 Chinook CH-47C, 1 perdido, 1 capturado.


• 5 Puma SA.330L, todos perdidos.
• 3 Agusta A-109A Hirundo, 1 perdido, 2 capturados.
• 9 Iroquois UH-1H, todos capturados.

Armada Argentina ARA:


• Transporte ARA Isla de los Estados, hundido.
• Transporte ARA Bahía Buen Suceso, encallado y hundido.
• Aviso ARA Alférez Sobral (ex USS Salish) , dañado.
• Aviso ARA Comodoro Somellera
• Transporte costero Forrest capturado a los Británicos el 2 de Abril,
recuperado por éstos el 14 de Junio.
• Transporte costero Monsunen capturado a los Británicos el 2 de Abril,
recuperado por éstos el 29 de Mayo.
• Goleta Penélope capturada por el ARA Bahía Buen Suceso el 7 de mayo
en el muelle de Isla Águila, recuperada por los Británicos el 14 de Junio.

Infantería de Marina:

• Batallón de Infantería de Marina 5to c. 800 hombres en Montes William


y Tumbledown.

Comando de Aviación Naval Argentina COAN:

• Escuadrilla 1 de Ataque: 6 Aermacchi MB.339 en Puerto Stanley, 2


perdidos, 3 capturados.
• Escuadrilla 4 de Ataque: 4 Mentor T-34C en Isla Borbón, todos
perdidos.

Fuerza Aérea Argentina FAA:

• Westinghouse AN-TPS43 sistema de Radares Vigilancia en Puerto


Stanley
• Grupo 3 de Ataque: 24 IA-58 Pucará avión de ataque en Puerto Stanley,
Goose Green y Isla Borbón, 13 perdidos, 11 capturados.
• Grupo 7 de Aéreo de Helicópteros: 2 Bell 212 helicópteros, todos
capturados.
• Grupo 7 de Aéreo de Helicópteros: 2 Chinook CH-47C.

Gendarmería Nacional Argentina GNA:

• Sección de Fuerzas Especiales, cuatro escuadrones.

Prefectura Naval Argentina PNA:

• Lancha guardacostas GC-82 Islas Malvinas, capturada.


• Lancha guardacostas GC-83 Río Iguazú, encallada y destruída.
• 1 Puma SA.330L, capturado.
• 2 Skyvan 3-M liviano transporte en Isla Borbón, todos perdidos.
Fuerza Aérea Sur [editar]

Base Aérea Militar en la Argentina Sur

Brigadier Ernesto Crespo

Fuerza Aérea Argentina FAA:

• Grupo 1 de Transporte Aéreo: 9 Hercules C-130 basados en Comodoro


Rivadavia, 1 perdido.
• Grupo 1 de Transporte Aéreo: 12 Fokker F-27 Friendship y 6 F-28
Fellowship, del El Palomar.
• Grupo 1 de Transporte Aéreo: 1 Boeing 707 (utilizado en misiones de
reconocimiento de largo alcance) basado en Comodoro Rivadavia, El
Palomar y Ezeiza.
• Grupo 2 de Bombardeo: 8 Canberra basados en Trelew, 2 perdidos.
• Grupo 3 de Ataque: 11 IA-58 Pucará basados en Comodoro Rivadavia, 1
perdido.
• Grupo 4 de Caza: 15 Skyhawk A-4C basados en San Julián, 9 perdidos.
• Grupo 5 de Caza: 24 Skyhawk A-4B basados en Río Gallegos, 10 perdidos.
• Grupo 6 de Caza: 20 IAI M-5 Dagger basados en Río Grande y San
Julián, 11 perdidos.
• Grupo 8 de Caza: 17 Mirage IIIEA basados en Comodoro Rivadavia y Río
Callegos, 2 perdidos.
• Grupo 9 de Transporte Aéreo: DHC-6 Twin Otter basados en Comodoro
Rivadavia.
• Grupo Aerofotográfico: Learjet basados en Comodoro Rivadavia y Río
Gallegos, 1 perdido.
Comando de Aviación Naval COAN:

• Escuadrilla 1 de Sostén Logístico Móvil: 3 L-188 Electra basados en Río


Grande.
• Escuadrilla 2 de Sostén Logístico Móvil: 3 F-28 Fellowship basados en
Río Grande.
• Escuadrilla 2 de Caza y Ataque: 5 Super Étendard basados en Río
Grande.
• Escuadrilla 3 de Caza y Ataque: 8 Skyhawk A-4Q del ARA Veinticinco de
Mayo (V-2) basados posteriormente en Río Grande, 3 perdidos.
• Escuadrilla de Exploración: 2 SP-2H Neptune basados en Bahía Blanca y
Río Grande

Prefectura Naval Argentina:

• Unidades de Búsqueda y Rescate CSAR: 2 aviones (Turbohélices)Short


Skyvan, 2 Helicópteros Puma SA330. basados en Río Grande.

Avión civil:

• Escuadrón Fénix: 30 avión (birreactor): Gates Learjet, Cessna Citation,


Hawker Siddeley HS-125 y (biturbohélice): Commander 690, Mitsubishi
MU-2.
• Aerolíneas Argentinas: Boeing 737

Teatro de Operaciones del Atlántico Sur [editar]

Vicealmirante Juan Lombardo

Armada de la República Argentina ARA:

Grupo de Tareas 79.1 Contraalmirante Jorge Allara

• Portaaviones ARA Veinticinco de Mayo (V-2) Capitán de Navío José


Sarcona
• Destructor ARA Santísima Trinidad
• Destructor ARA Hércules'
• Buque tanque ARA Punta Médanos

Grupo de Tareas 79.3 Capitán de Navío Héctor Bonzo

• Crucero ARA General Belgrano, hundido.


• Destructor ARA Hipólito Bouchard
• Destructor ARA Piedra Buena
• Buque tanque ARA Punta Delgada

Grupo de Tareas 79.4 Capitán de Navío Juan Calmon

• Corbeta ARA Drummond


• Corbeta ARA Granville
• Corbeta ARA Guerrico

Fuerza de Submarinos:

• Submarino ARA Santa Fe, varado y abandonado, posteriormente hundido.


• Submarino ARA San Luis

Otros:

• Rompehielos ARA Almirante Irizar


• Buques espía: Pesqueros María Alejandra, Constanza y Capitán Canepa.
• Buque espía: Pesquero Narwal, hundido.
• Buques espías: Mercante Río de la Plata, pesqueros Usurbil y Mar Azul.

Comando de Aviación Naval COAN:

• Escuadrilla 3 de Caza y Ataque: 8 Skyhawk A-4Q del ARA Veinticinco de


Mayo (V-2).
• Escuadrilla Antisubmarina: 6 S-2E Tracker del ARA Veinticinco de Mayo
(V-2)
• Escuadrilla 1 Aeronaval de Helicópteros: 10 Alouette III + 2 Sea Lynx. 1
Alouette III perdido a bordo del ARA General Belgrano y 1 Lynx del
ARA Santísima Trinidad destruido en accidente.
• Escuadrilla 2 Aeronaval de Helicópteros: 5 S-61E Sea King del ARA
Veinticinco de Mayo (V-2).

Naves civiles en la MEZ:

• Buques mercantes de Argentina: Formosa, Río Carcarañá hundido, Mar


del Norte y Yehuín capturado.

Muertos del bando argentino [editar]

• Ejército Argentino:
o 194 (16 oficiales, 35 suboficiales, 143 soldados conscriptos)
• Armada de la República Argentina:
o 375 (ARA General Belgrano 321, ARA Alférez Sobral 8, ARA Santa Fe 1,
ARA Guerrico 1, ARA Isla de los Estados 5, Infantería de Marina 34,
Base Islas Malvinas 1 y 4 pilotos del COAN)
• Fuerza Aérea Argentina:
o 55 (41 aviadores)
• Gendarmería Nacional Argentina:
o 7
• Prefectura Naval Argentina:
o 2 (Río Iguazú 1)
• Agentes civiles:
o 16 (ARA Isla de los Estados 13, ARA General Belgrano 2 y Narwal 1)

649 hombres

Lista de los muertos, 1998.


Lista de los muertos con Comandos

Muertos del bando británico [editar]

• Ejército Británico: 123 (7 oficiales, 40 suboficiales y 76 soldados


voluntarios).
o Regimiento de Paracaidistas: 39
o Servicio Especial Aéreo: 19
o A bordo de las naves RFA Sir Galahad y Sir Tristam: 43.
• Marina Real Británica (Royal Navy): 86
o destructores: HMS Sheffield 19, HMS Coventry 18, HMS Glamorgan 13,
fragatas: HMS Ardent 22, HMS Argonaut 2.
• Marines Reales (Royal Marines): 27 (2 oficiales, 14 suboficiales y 11
soldados voluntarios).
• Real Flota Auxiliar: 4. (RFA Sir Galahad y Atlantic Conveyor).
• Real Fuerza Aérea Británica: 1.
• Regimiento de Gurkhas: 1.
• Agentes civiles: 14 (Atlantic Conveyor 8, RFA Sir Galahad y Sir Tristam
4).
• Isleñas de Malvinas: 3 mujeres. (Su casa fue cañoneada equivocadamente
por la fragata HMS Avenger).

256 hombres y 3 mujeres15


De acuerdo a los datos de la Fuerza Aérea Argentina16 , los británicos
sufrieron las siguientes pérdidas: 31 aeronaves derribadas, 8 buques
hundidos o destruidos, 11 buques averiados de consideración y 11 buques
averiados.

Las fuentes oficiales británicas reconocen la destrucción de 6 aviones Sea


Harrier FRS.1, 4 Harrier GR.3, 3 helicópteros Chinook HC.1, 5 Sea King
HC.4/HAS.5, 9 Wessex HAS.3/HU.5, 3 Lynx HAS.2, 3 Gazelle AH.1 y 1
Scout AH.1. De éstos, 5 Harrier/Sea Harriers y 18 helicópteros fueron
destruídos por acción enemiga.17

En lo que hace al componente naval de la Task Force, fueron hundidas o


destruídas 7 naves de distinto porte (2 Destructores, 2 Fragatas, 1 buque
portacontenedores, 1 buque logístico y una lancha de desembarco), todas
ellas víctimas de ataques aéreos.18

Vous aimerez peut-être aussi