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Comandantes
Fuerzas en combate
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Bajas
La Guerra de las Malvinas o Guerra del Atlántico Sur (en inglés Falklands
War) fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido ocurrido en
las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre el 2 de abril y
el 14 de junio de 1982 por la soberanía sobre estos archipiélagos australes
tomados por la fuerza en 1833 y dominados desde entonces por el Reino
Unido. Sin embargo, la Argentina los sigue reclamando como parte integral e
indivisible de su territorio, considerando que se encuentran ocupados
ilegalmente por una potencia invasora y los incluye como parte de su
provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Antecedentes
Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur son tres
archipiélagos situados en el Océano Atlántico, frente a las costas
argentinas, que constituyen un dominio colonial británico desde 1833.
Sólo uno de estos archipiélagos, las Islas Malvinas, tiene población civil
propia permanente (llamados en inglés despectivamente como los kelpers).
Generalmente de origen escocés, esta comunidad se considera a sí misma
británica y apoya la permanencia de la posesión británica de las islas. Los
otros dos están ocupados, esencialmente, por personal científico. En 1965
Argentina consiguió que la Asamblea General de la ONU aprobase la
resolución 20651 , calificando la disputa como un problema colonial y
urgiendo a las partes a negociar una solución; no obstante, las negociaciones
resultaron infructuosas durante los siguientes diecisiete años. De todas
formas, las relaciones entre Argentina, el Reino Unido y los habitantes de
las islas hacia finales de la década del 60 y principios de la década del 70
fueron en general muy buenas.
Tal es así, que durante gran parte de los años previos a la guerra,
semanalmente operaba un vuelo entre la Argentina y Puerto Stanley, del
cual los isleños dependían fuertemente para su provisión y hasta la atención
médica compleja. Incluso la pista de aterrizaje original de Puerto Stanley
(realizada en aluminio) fue construida por la Fuerza Aérea Argentina hacia
principios de la década del 70.
La decisión de atacar
La Operación Rosario
La Operación Rosario consistía en una serie de acciones de intensidad
creciente encaminadas a la recuperación argentina de las islas Malvinas,
Georgias del Sur y Sandwich del Sur que se ejecutarían en sentido inverso
(de Este a Oeste y de menor a mayor relevancia política), iniciándose de la
manera más discreta posible y culminando con la toma del archipiélago de las
islas Malvinas y de su capital, Puerto Argentino/Stanley mediante un asalto
directo. La Junta logró mantener en secreto el plan de Anaya hasta apenas
48 horas antes del inicio de las hostilidades.
Las causas
En septiembre de 1979 el empresario argentino Constantino Davidoff,
especializado en negocios con chatarra, firmó un contrato con la empresa
Christian Salvensen de Edimburgo (Reino Unido), adquiriendo instalaciones
balleneras abandonadas en las islas Georgias del Sur.
Después que la Junta Militar enviara al ARA Bahía Paraíso (B-1) a Georgias
para evitar que los marines ingleses del Endurance desalojaran por la fuerza
a los trabajadores argentinos, se sucedieron una serie de reuniones y
conversaciones de alto nivel mandatario a fin de suavizar el tono de la
negociación diplomática.
El 26 de marzo el comité Militar argentino resolvió prestar apoyo y
proteger al citado grupo de ciudadanos. A tal efecto fueron destacadas al
lugar varias unidades de la flota de guerra argentina; entre ellas, el ARA
Bahía Paraíso (B-1) con 200 infantes de Marina a bordo.
Durante las horas subsiguientes, las noticias procedentes del sur daban
cuenta de un inusual movimiento de buques de guerra de la Armada
Argentina en el Atlántico Sur.
Orden de batalla
• 1º y 2º batallón de infantería de
marina blindada (con vehículos
anfibios LVTP-7 y LARC-5).
A las 8:30 horas, el gobernador Hunt y el mayor Norman debaten qué hacer.
Se sugiere dispersarse por el interior para iniciar una guerra de guerrillas,
pero finalmente, creyéndose rodeados por un batallón de Infantería de
Marina, deciden que este plan de acción no tiene sentido.7 Hacen traer a
Héctor Gilobert, un argentino residente de las islas al que consideran un
espía, y le encargan negociar el alto el fuego. A las 9:30 horas, el
gobernador Hunt rinde las islas Malvinas al contraalmirante Busser. Ciento
cuarenta y nueve años de dominio colonial han terminado. Un avión de
transporte militar argentino lleva a Hunt a Montevideo, desde donde se
dirigirá a Londres.
Sin embargo, en las islas Georgia del Sur los británicos no aceptan la
rendición, que les es retransmitida desde el ARA Bahía Paraíso (B-1). Cuando
en la mañana del día 3 las fuerzas argentinas tratan de tomar Grytviken, los
22 infantes de marina británicos reaccionan. No sólo derriban el helicóptero
Puma del Comando de Aviación del Ejército Argentino, sino que averían a la
corbeta misilística ARA Guerrico (P-2) (actual P-32) con denso fuego de
infantería y un lanzacohetes Carl Gustav cuando intenta aproximarse a la
población. El cabo Guanca, y los conscriptos Mario Almonacid y Jorge Águila
resultan muertos y otros heridos. Interviene el Alouette del COAN, que
artillado ataca a las posiciones inglesas. Finalmente, la P-2 logra alejarse y
—aunque tiene inutilizado su cañón principal de 100 mm— dispara una salva
con el de 40 mm contra las posiciones británicas. Ante este hecho, con un
marine herido en un brazo y con los conscriptos infantes argentinos
aproximándose, los Marines Reales deciden rendirse.
Pasado el mediodía del 3 de abril de 1982, la bandera argentina ondea sobre
las islas Malvinas, las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur (en
estas últimas hacía varios años). Se suceden grandes manifestaciones de
alegría patriótica por toda la Argentina. Los prisioneros británicos vuelven a
su país vía Montevideo.
El público del Reino Unido se encendió ante las imágenes de unos «soldados
tercermundistas» apuntando a sus compatriotas rendidos en el suelo,
disparando un sentimiento patriótico que cambió la configuración política de
su país.
Existe una visión de los hechos que considera que Chile, por su parte, al
optar por apoyar a Gran Bretaña, incumplió también su compromiso con el
TIAR alejándose de uno de sus postulados permanentes de política exterior
cual era la intangibilidad en el cumplimiento de los tratados internacionales.
Este hecho fue, según esta visión, el producto de unas relaciones muy
estrechas cultivadas desde años con Gran Bretaña en el ámbito de la marina
a lo cual se agregan unas relaciones especialmente delicadas entre la
Argentina y Chile que llegaron en 1978 a una situación pre bélica por el
contencioso sobre el Canal del Beagle.
No hubo declaración oficial de guerra por ninguna de las dos partes, pero
conforme avanzaba el mes de abril, estaba claro que ambos países iban a
entrar en guerra.
Orden de batalla
• Comandos SBS.
• Comandos SAS.
Desde el principio, fue evidente que el primer objetivo habría de ser las
islas Georgias del Sur. No sólo ya había un buque británico en el área, el
‘‘HMS Endurance, sino que los datos de inteligencia notificaban que la
presencia argentina en estos islotes prácticamente inhabitables era
reducida. Reconquistar las Georgias del Sur proporcionaría un pequeño
punto de apoyo terrestre a la flota británica, pero sobre todo tendría un
efecto propagandístico de gran importancia sobre la población argentina, la
británica y la internacional: la Royal Navy ha llegado. Por el contrario, un
fracaso en esta recuperación podría implicar graves problemas domésticos
para Margaret Thatcher y el descrédito internacional definitivo del Reino
Unido. Denominada Operación Paraquat, consistió en una serie de
improvisaciones y despropósitos tácticos y estratégicos que salió bien por
pura buena fortuna y por la debilidad de las fuerzas opositoras. Dado lo
crítico de esta operación, el almirante Fieldhouse la había organizado en
secreto y con una cadena de mando distinta de la que utilizaban las fuerzas
que se preparaban para reconquistar las Malvinas.
Quien primero llegó, el día 19, fue el submarino nuclear ‘‘HMS Conqueror. Su
presencia, en principio, denegaba el área a la flota argentina y garantizaba
la seguridad del ‘‘HMS Endurance: el ‘‘HMS Conqueror era un submarino
diseñado para combatir contra la armada soviética, con una tripulación
entrenada para pelear con los cruceros y submarinos rusos, por lo que no
era probable que ningún elemento de la flota argentina le ofreciera una
resistencia significativa. El 20, un avión de cartografía y reconocimiento
radar Handley Page Victor retornaba a isla Ascensión después de levantar
nuevos mapas del archipiélago (siempre variables debido a los glaciares) y
cubrir 150.000 mi. de mar. Con 14 h y 45 min de duración, se trata de la
misión de reconocimiento más larga de la historia. Hizo unos mapas
estupendos, pero en el apartado de observación retornó con las manos
vacías: la flota de superficie argentina no estaba en el área.
Rescatar a los comandos atrapados les costó tres helicópteros, hasta que
finalmente 16 hombres agotados y helados lograron aterrizar en el ‘‘HMS
Antrim a bordo de un último helicóptero cargado muy por encima de sus
especificaciones. Los británicos se concentraron ahora en hallar un punto de
inserción adecuado —escuchando esta vez los consejos de los científicos del
British Antarctic Survey— y en cazar al ARA Santa Fe (S-21).
El Capitán de Corbeta Bicain, al mando del Santa Fe, no estaba allí por su
gusto. Sus órdenes consistían en evitar la posible presencia británica para
desembarcar unos magros refuerzos en Grytviken. Por ello su submarino
estaba saturado de gente, pero la poca intimidad era el menor de sus
problemas. Se le ordenaba evitar a la tercera flota del mundo con un navío
que vio un dique seco por última vez en 1960. Estaba tan deteriorado que no
podía variar su profundidad; sólo tenía dos posibles posiciones, en superficie
o sumergido a cota fija. Y operar los tubos lanzatorpedos implicaba el riesgo
de sufrir una explosión. Frente a él, buques y submarinos pensados para
luchar en la Tercera Guerra Mundial.
Pese a todo, el capitán Bicain logró llegar muy lejos. Pero era una pelea
imposible. Sobre las 11 del 25 de abril de 1982, un helicóptero del ‘‘HMS
Antrim le detectó otra vez y, antes de que se escabullera de nuevo, arrojó
dos cargas de profundidad tan anticuadas como el submarino al que iban
dirigidas (el único armamento que llevaba a bordo). Una de ellas explotó muy
cerca e inundó los tanques de flotabilidad del ARA Santa Fe, que se vio
obligado a salir a superficie. Ahora fácil blanco para toda clase de cañones,
misiles y torpedos, Bicain trató desesperadamente de llegar a Grytviken.
Los británicos no iban a dejar escapar una presa tan fácil. Otro helicóptero
le lanzó dos misiles AS-12. Impactaron en la torreta pero, como durante la
modificación de 1960 se había reconstruido en materiales plásticos, no
ofreció suficiente resistencia como para que se activara su espoleta y los
misiles pasaron limpiamente a través. Aún le atacaron una tercera vez, con
torpedos dirigidos contra sus hélices, pero en aquella época los torpedos
antisubmarinos no explotaban al alcanzar blancos de superficie por razones
de seguridad. Para asombro de todos, especialmente de sus ocupantes, el
ARA Santa Fe (S-21) logró llegar trabajosamente a Grytviken y ser
evacuado. Quedó varado, y allí sigue todavía.
Mientras, los comandos del SAS y el SBS hallaron por fin puntos de
inserción adecuados. En ausencia de patrullas argentinas, simplemente
caminaron hasta Grytviken y Leith. Al llegar a la primera, se encontraron
banderas blancas colgando de los edificios. El teniente comandante Luis
Lagos, al cargo de las islas Georgias del Sur, había decidido no luchar ante
fuerzas tan enormes. En la mañana del 26, Lagos firmaba la rendición en la
base del British Antarctic Survey en King Edwards Point. Astiz, responsable
de los quince buzos tácticos en Leith, no aceptó al principio este hecho.
Pero ante lo que se le venía encima, por la tarde firmaría también la
rendición a bordo del ‘‘HMS Plymouth, duplicando innecesariamente el acto
de Lagos. La imagen de Alfredo Astiz firmando los papeles dio la vuelta al
mundo. La Union Jack ondeaba de nuevo sobre las islas Georgias del Sur.
Orden de batalla
• 2º de bombarderos British
Aerospace Canberra operando
desde territorio continental
argentino.
• Aviones COIN FMA IA-58 Pucará
estacionados en las islas Malvinas.
• 6º de cazabombarderos IAI
Dagger operando desde territorio
continental argentino.
• 8º de cazas Dassault-Breguet
Mirage IIIEA operando desde
territorio continental argentino.
Pese a la toma de las islas Georgias del Sur, el Reino Unido necesitaba
demostrar que disponía de la capacidad de ataque aéreo a las islas Malvinas
y al territorio continental argentino. Paralelamente, el almirante Fieldhouse
no quería ver reactores enemigos operando desde el archipiélago. Por todo
ello, se diseñó una serie de operaciones de ataque a tierra contra el
aeropuerto de Puerto Argentino que se desarrollaría mediante bombarderos
Vulcan basados en isla Ascensión.
• 1 bombardero Canberra
Bajas humanas
• 12 muertos + 2 desaparecidos
• Ninguna.
(declarados muertos).
Orden de batalla
A las 15:00 del 2 de mayo de 1982, con olas de 12 m, viento de 120 km/h y
temperatura ambiente por debajo de 10 °C bajo cero, el capitán del HMS
Conqueror, Chris Wreford-Brown ordenó zafarrancho de combate y cargar
los tubos lanzatorpedos con viejos Mk 8 (considerados más fiables que los
nuevos Tigerfish). Cada uno de estos torpedos no guiados cargaba 363 kg
de alto explosivo. En ningún momento el grupo de tareas 79.3 se dio cuenta
de que el ataque era inminente. Sobre las 16:00, y a corta distancia,
Wreford-Brown dio la orden de disparar tres torpedos. Uno de ellos pudo
alcanzar al ARA Bouchard (D-26), pero si así fue, no explotó. Los otros dos
dieron de lleno al ARA General Belgrano (C-4). El primero alcanzó la sala de
máquinas de popa a las 16:01, abriendo un boquete de 20 m, partiendo la
quilla y matando a 272 tripulantes. El segundo dio en la proa, lo que hizo
desaparecer 15 m de barco, pero aparentemente sin causar víctimas.
Saldo de la batalla
Pérdidas
Pérdidas argentinas
británicas
Bajas humanas
Orden de batalla
Antes de poner proa a sus puertos, la flota argentina había determinado con
bastante precisión el área general de operaciones de los dos grupos de
batalla británicos por el procedimiento de detectar sus transmisiones
radioelectrónicas. Al alba del 4 de mayo de 1982, un avión de patrulla P-2
Neptune de la Comando de Aviación Naval de la Armada Argentina (COAN)
establece por radar la posición de la Fuerza de Operaciones británica. De
inmediato, dos aviones de fabricación francesa Dassault Super Étendard de
la 2º Escuadrilla parten de Río Grande a las 09:45 con un misil Exocet AM-
39 cada uno para, tras reabastecerse en vuelo desde los KC-130H Hércules
de la Fuerza Aérea Argentina, realizar un largo vuelo semicircular que les
aproxime a los navíos enemigos. A los mandos, del Capitán de Corbeta
Augusto Bedacarratz y del Teniente de Navío Armando Mayora. Tras ellos,
un grupo de IAI Daggers para darles cobertura aire-aire y un Learjet en
misión de diversión.
A las 10:50 los Super Étendards —que venían volando sobre la cresta de las
olas para no ser detectados— realizan un pequeño ascenso a 160 m de
altitud para confirmar las coordenadas suministradas por el Neptune, pero
no encuentran nada. Bedacarratz decide continuar. Cuarenta km más
adelante vuelven a intentarlo y... ¡allí están! Un blanco grande y tres
pequeños. Vuelven a su bajísimo nivel de vuelo, cargan los datos en las guías
de los AM-39 Exocet y los disparan a las 11:04. Tras hacerlo, dan la vuelta
para retornar a Río Grande. El lanzamiento fue arriesgado, se ha realizo a
muy baja altitud, con misiles montados sin asistencia del fabricante y
demasiado cerca del blanco: a 10 km. Por estos motivos, durante el regreso
Bedacarratz y Mayora dudan de que la compleja misión haya servido de algo.
Aún hoy, los sucesos siguientes son motivo de disputa. Lo único seguro es
que a las 11:07 del 4 de mayo de 1982 uno de los dos misiles Exocet alcanzó
en el mismo centro al destructor HMS Sheffield, uno de los buques más
modernos de la Royal Navy. Algunas fuentes dicen que la cabeza de guerra
no estalló, y lo que se produjo fue un incendio causado por los gases de la
combustión del Exocet que se extendió rápidamente. El capitán del
Sheffield, en cambio, asegura que el misil sí explotó, destruyendo el centro
de operaciones y el de ingeniería. Sea como fuere, a los pocos segundos el
moderno destructor estaba en llamas. 22 hombres murieron y otros 24
resultaron gravemente heridos, entre ellos el jefe de informática que
trataba infructuosamente de poner de nuevo en marcha las computadoras.
Imagen:HMSSheffieldhit.jpg
HMS Sheffield (D80) en llamas, luego de recibir un misil AM-39 Exocet,
lanzado desde un Super Étendard de la Armada Argentina
Guerra marítima
El día 12, aviones A-4 Skyhawk argentinos intentan destruir con bombas al
HMS Glasgow y el HMS Brilliant, que se encuentran bombardeando Puerto
Argentino. El ataque resulta un fracaso, con la pérdida de 4 aviones (uno de
ellos por fuego amigo). Pese a ello, el HMS Glasgow recibe el impacto de una
bomba que no llega a estallar, pero le causa suficientes daños como para
obligarle a volver al Reino Unido.
Tal y como temían éstos, el ZA-290 fue detectado por radares argentinos y
el teniente Hutchings decidió cancelar la operación y dirigirse directamente
a Chile. Sin combustible, tomaría tierra en la playa de Agua Fresca, ya en
territorio chileno. Fue abandonado y destruido por sus ocupantes, pero lo
cierto es que éstos retornaron al Reino Unido por vuelo regular y sin ningún
problema, lo que confirmaría la implicación chilena en el conflicto del lado
británico (oficialmente, «se rindieron a las autoridades chilenas», pero en
ningún momento se les trató como a prisioneros de guerra, sino como a
combatientes aliados). El general chileno Fernando Matthei confirmó en una
entrevista concedida al Centro de Investigación y documentación de la
Universidad Finis Terrae en 1999 que durante toda la guerra existió una
constante cooperación al más alto nivel con el Reino Unido . Poco antes,
Margaret Thatcher también lo haría público para defender a Pinochet
durante su detención en el Reino Unido. El helicóptero de apoyo, otro Sea
King con matrícula ZA-292, retornó al HMS Invincible. La Operación Mikado
fue cancelada y el Almirantazgo prosiguió con sus planes de reconquista
bajo la amenaza de los Exocet.
Orden de batalla
• 2º y 3º de Paracaidistas.
Esta importante fuerza militar sufría una debilidad esencial: una parte
significativa estaba compuesta por infantería de recluta obligatoria, no
voluntarios profesionales. Entre ellos, incluso, había estudiantes disidentes
con el régimen que fueron enviados a modo de castigo, y cuya moral de
combate era evidentemente baja. Las comunicaciones navales con el
continente estaban cortadas, y las aéreas sufrían graves alteraciones en sus
operaciones debido a la constante presencia de patrullas de cazas enemigos.
No obstante ello, la Fuerza Aérea Argentina estuvo a la altura de las
circunstancias y mantuvo al contingente en el archipiélago abastecido hasta
la última noche de la guerra, pese a condiciones tan adversas.
Bajas humanas
Resultados estratégicos
• Guarniciones de Darwin
y San Carlos inmovilizadas.
Orden de batalla
Tras un primer ataque sin consecuencias a cargo de dos Dagger a las 10.25
le siguieron cinco minutos después dos escuadrillas de tres Dagger cada una.
Con sus cañones y bombas dañaron severamente a la fragata HMS
Broadsword y dejaron fuera de servicio (con una bomba sin explotar a
bordo) al destructor HMS Antrim, perdiendo un avión por un misil Sea Cat
de la Plymouth.
Bajas humanas
No hay tregua. La aviación argentina golpea una y otra vez a las fuerzas
navales de desembarco, pese a que los británicos les están esperando y
pierden cada vez más aviones. No obstante, son alcanzados los buques de
desembarco Sir Galahad y Sir Lancelot. Los ataques del día 24 se cobran
tres Dagger y un Skyhawk, todos ellos abatidos por Sea Harriers sin sufrir
ninguna pérdida propia.
Bajas humanas
• Al menos 10 pilotos
• Al menos 62 muertos y numerosos heridos.
muertos.
Entre las pocas personas del lado británico que no estaban atribuladas por
el devenir de los acontecimientos se contaban, curiosamente, el
Contraalmirante Woodward y el General Thompson. Ambos tenían sus
motivos.
Pese a las severas pérdidas sufridas, Woodward, como buen marino, conocía
sobradamente un principio básico de la guerra naval: sin importar lo
espectaculares que sean los golpes propinados o recibidos, en el mar gana
quien permanece. La Marina Argentina se oxidaba en puerto desde el
hundimiento del General Belgrano mientras que la Royal Navy, maltrecha o
no, permanecía en el mar. Lo que hizo, una vez completado el desembarco,
fue retroceder sus posiciones tanto como pudo sin denegarle apoyo a las
unidades presentes en Isla Soledad. Importantes fuerzas de reserva, como
los miles de hombres a bordo del Queen Elizabeth II, fueron derivados a
las islas Georgias del Sur. Sus suministros y refuerzos, en vez de viajar
directamente a las Malvinas, describían un semicírculo que los situaba fuera
del alcance de la aviación argentina. Sí, la Royal Navy había sufrido severas
pérdidas, pero no era la primera vez que ocurría en su historia ni sería la
última. El hecho es que continuaba siendo la dueña del mar.
Orden de batalla
" ... llegó a mi posición el Teniente Estévez herido con dos balazos en el
cuerpo, en la pierna derecha y en el brazo, que lo tenía colgado. Me
preguntó si estaba herido, que lo de él no era nada (...) seguía dando órdenes
y haciéndonos sostener el combate, mientras él con su único brazo sano se
comunicaba con el comando, dando toda la información sobre el enemigo. No
sé cómo los ingleses habían tomado posiciones tan altas. Estaba hablando
por radio a mi lado cuando recibió otro balazo en la cabeza que le entró por
el pómulo derecho. El impacto lo tiró para atrás a Estévez. Yo ya no tenía
miedo ni nada. Era como que esperaba tener a tiro a un inglés, o lo mato yo a
él, o él me mata a mí. Y el teniente desangrándose... Hubo un momento en
que me rozaron dos esquirlas la cabeza, y el teniente Estévez que agonizaba
en silencio, me pide que me ponga el casco de un muerto. Me caían los hilitos
de sangre por la cara. Cuando me volví a mirarlo, mi teniente Estévez había
muerto...".
"Cerca de la pista del aeródromo, el Cabo Oviedo, con intenso fuego, trató
de llamar la atención del enemigo, para permitir que el resto de los soldados
obtuviera una mejor cubierta. Pero fue el caos. El combate se volvió
sangriento. Cayeron soldados propios y enemigos, se escucharon gritos,
órdenes, explosiones. El volumen de fuego inglés era infernal. Todos
trataban de buscar la mejor cubierta, de aferrarse a algo. Cualquier cosa
era válida para preservar la vida, para seguir peleando; aún unos cajones
vacíos de munición. Oviedo los vio y se dirigió hacia allí, disparando,
parapetado cuerpo a tierra tras de ellos. Pero un disparo alcanzó su cuerpo
y quedó encogido sobre sí mismo. Murió pocos momentos después. Se fue
como él quería: luchando de frente. Ganó, sin duda, la mejor de las muertes
para un soldado. Cerca de él, abatido por otros disparos, también había
muerto uno de los soldados de su grupo, el Soldado Ramón Cabrera" (véase *
[1]).
Muy útiles fueron las piezas K-63 para el tiro terrestre. Poco antes del
anochecer —a las 5 de la tarde, tan avanzado está el invierno— y
aprovechando un instante de buen tiempo se produce un ataque aéreo
argentino y otro británico, que apenas logran causar daños en tierra. Sin
embargo un Pucará y un Aeromacchi argentino caen abatidos.
• 1.083 prisioneros.
• Abundante material.
Resultados estratégicos
Los Skyhawks, en cambio, utilizaron la estela del Exocet para guiarse hacia
el blanco. De pronto, observaron «una gran columna de humo negro en el
horizonte». El Exocet, una vez más, había alcanzado a algo. Pero al mismo
tiempo había puesto en alerta al portaaviones y su escolta, la fragata HMS
Avenger. Cuando los pilotos argentinos llegaron, se encontraron con densas
capas de humos negros y neblinas blancas generadas por los dos buques para
ocultarse, por lo que no pudieron evaluar qué clase de daños había
ocasionado el Exocet (según la versión británica fue detectado
aproximándose y destruido con un disparo DP de 114 mm, pero parece
bastante improbable que un disparo de 114 mm intercepte a un ágil misil
antibuque). También se encontraron con algo más: una densa barrera de
fuego antiaéreo. Cuando ya tenían claramente al HMS Invincible en las
miras, un misil Sea Dart derribó al avión líder y el fuego antiaéreo al del 1er
teniente Omar J. Castillo, tan cerca que uno de sus motores cayó sobre el
ascensor de aeronaves del portaaviones produciendo un pequeño incendio.
Ambos pilotos resultaron muertos.
Pero los otros dos lograron lanzar sus bombas y escapar del área a gran
velocidad, perseguidos por misiles y balas. Echaron un último vistazo a su
blanco desde lejos, y aseguran haberlo visto envuelto en «un humo denso y
negro». Sin embargo, la versión británica de la historia tampoco está de
acuerdo. Asegura que los pilotos argentinos, entre tantas neblinas,
confundieron al Invincible con la Avenger y sus bombas fueron a parar al
mar.
Ese mismo día, ocurrió un incidente en tierra que demostró el coraje del
personal de cuadros del Ejército Argentino. Durante las operaciones
preliminares de reconocimiento para el avance hacia Puerto Stanley, 19
hombres de la Brigada de Comandos 3 al mando del capitán Rod Boswell
apoyado por un helicóptero Sea King entraron en contacto con la 1ra
Sección de Asalto a cargo del Capitán José Vercesi de la Compañía de
Comandos 602 establecida en el llamado Caserón de Top Malo al pie del
monte Simon. Durante el combate murieron el Teniente Ernesto Espinosa y
el Sargento Primero Mateo Sbert, ambos reciben por esta acción la Cruz al
Heroico Valor en Combate.
Para dar una idea de los combates con las patrullas del Escuadrón D del
Special Air Service (SAS) se reproduce un fragmento del Informe Oficial
del Ejército Argentino referido a la condecoración otorgada al teniente
primero Rubén Márquez, que se pone al frente de la 2da Sección, seguido a
corta distancia por el sargento primero Oscar Blas.
Ambos comandos son abatidos por el fuego automático del enemigo, pero
permiten al resto de la patrulla de la 602 replegarse. Por su conducta ambos
recibieron la Medalla al Valor en Combate.
La 3ra Sección de Asalto a las órdenes del capitán Andrés Ferrero fueron
dejados por un helicóptero Bell UH-1H a 500 metros del monte Kent. Los
comandos de la 602 iban separados por 50 metros, portando dos
ametralladoras, misiles Blowpipe y granadas de fusil. El teniente primero
Francisco Maqueda iba adelante para que su experiencia de montañista
sirviera a la patrulla. En determinado momento el capitán Ferrero, junto con
el sargento Arturo Oviedo, se adelantó para comunicar algo a teniente
primero Maqueda: en ese preciso instante un huracán de fuego cruzado se
abatió sobre los comandos que caminaban atrás. El capitán Ferrero con
Maqueda y Oviedo los vieron caer y los dieron por muertos. Sin embargo, un
intercambio de munición trazante en la ladera del monte les hizo saber que
no todos sus hombres habían sucumbido.
En esas recorridas, una cosa que siempre me emocionaba era que, mientras
saludaba al Subteniente Llambias Pravaz, los soldados de esa sección
aplaudían y vitoreaban. Debió ser porque notaban que les reconocía el valor
que estaban adquiriendo en ese lugar. Porque estaban muy solos, esperando
al enemigo, sólo ellos y sus almas. O, tal vez, porque al ver al jefe que va a
decirles dos palabras - gesto fraternal de una persona joven hacia otras
personas jóvenes - sentían revivir sus ganas de pelear. Un día, se me acercó
un chico y me dijo "Ya que nos ha tocado bailar en ésta, vamos a hacerlo
bien. Vamos a apoyar al Subteniente que está enfermo y sigue igual con
nosotros. Tenemos que ayudar al que se le congelen los pies, o al que se
asuste. Porque de aquí salimos todos o no sale ninguno". ¿Qué podía
contestarle? (HECTOR SIMEONI, Malvinas: Contrahistoria, páginas
100/101, Editorial Inédita, 1984)
Por supuesto que el aprovisionamiento era deficiente, por una razón muy
sencilla, era el aprovisionamiento en condiciones de guerra, el terreno no
permitía el desplazamiento de un jeep remolcando una cocina de campana,
sin hablar del continuo acecho del enemigo. No hay guerra en la que el
soldado no haya pasado hambre y frío, eso es parte del negocio. (Así
Peleamos, página 216).
El soldado conscripto Darío Agretti recordo que durante aquellos días las
Raciones C (un tipo de ración especial, muy completa) no faltaron en el
Regimiento 4.
Ese mismo día el Teniente General Efrain Rios Montt, comandante en jefe
del Ejercito de Guatemala procedió a alistar rápidamente a 350
paracaidistas y sus equipos especiales con orden de partir a las Malvinas,
según el General de División guatamalteco Horacio Egberto Schaad. (La
Nación. Jueves 3 de junio del 1982)
Dos días más tarde la Compañía Comandos 602 reagrupando todos sus
efectivos disponibles al mando del mayor Rico se moviliza por tierra hasta
las cercanías del Río Murrell colocándose a 700 m del cerro Dos Hermanas
junto al Escuadrón de Fuerzas Especiales 601 de la Gendarmería Nacional
utilizando nuevamente el apoyo de fuego coordinado de una de las baterías
del Grupo de Artillería 3 en Puerto Argentino. Tenían como misión capturar
el máximo posible de comandos britanicos. La acción resulta en un áspero
combate con 50 hombres a cargo del teniente David Stewart del Batallón de
Comandos 45. Un grupo de tres o cuatro comandos britanicos disparaban
sus armas en dirección a la ametralladora MAG manejada por el sargento
Mario Cisneros y servida por el teniente primero Jorge Vizoso Posse muy
cerca del Río Murrell. Un cohete LAW exploto contra el cuerpo de Cisneros,
matandolo en el acto y a su lado Vizoso Posse (ambos 602) fue herido en la
cabeza. Vizoso Posse abrió el fuego dificultosamente contra ellos y comenzo
a replegarse hacia el puesto de socorro donde se hallaba la sección reserva
a ordenes del capitan Eduardo Villarruel. Los cabos Colville, Knott, Tanner y
Wilkie, el Sargento Jolly y el resto de los Royal Marines habían comenzado
su contraemboscada protegidos por una impresionante cortina de humo que
los proporcionaban los morteros de los infantes de marina Greer y Cluman.
Mientras tanto el teniente primero Horacio Fernando Lauria disparaba
arrodillado granadas de fusil proximo al mayor Aldo Rico y a 150 metros de
distancia eran apoyados por unos doce hombres del Regimiento 4 con el cual
el Subteniente Llambias Pravaz se había adelantado. No obstante, el
terrible tiroteo proseguía. El Sargento Ramón Acosta cayó muerto y a su
lado el Sargento Pablo Parada (ambos de Gendarmería Nacional) fue herido.
A las 0230 horas del 10 de junio los shockeados comandos británicos
rompieron el cerco argentino y abandonando un montón de equipo lograron
huir (véase la versión británica BRUCE QUARRIE, The Worlds Elite Forces,
páginas 53-54, Octopus Books Limited, 1985).
El 11 de junio llega el Papa Juan Pablo II a Buenos Aires para «orar por la
paz». Es recibido por manifestaciones multitudinarias y enfervorizadas.
Paralelamente, la diplomacia vaticana está también intentando llegar a un
alto el fuego negociado. El sistema de alianzas de Occidente está resultando
demasiado dañado por el conflicto.
El colapso [editar]
Imagen satelital de las islas Malvinas (verano austral de 1999).
Durante un par de horas parecía que todo iba a salir mal. Azorados en las
laderas por los intensos fuegos de ametralladoras y tiradores emboscados,
avanzaban lentamente y a duras penas. Vi caer a varios hombres heridos de
bala y a otros les alcanzó la metralla de la continua cortina de fuego que
disparaban a distancia. Los hombres que teníamos enfrente no iban a ceder
si no era tras una lucha encarnizada (véase Paul Eddy y Magnus Linkater,
Una cara de la moneda, Buenos Aires, Hyspamerica).
El Cerro Dos Hermanas Norte y Sur caen también a manos de los infantes
de marina británicos del Batallón de Comandos 45 al mando del teniente
coronel Andrew Whitehead, pero no sin una feroz lucha. El subteniente
Llambias Pravaz combatió valientamente defendiendo el Dos Hermanas Sur,
ocupando posiciones no preparadas y rechazando varios ataques lanzado
desde tres pelotones a cargo de los tenientes Kelly, Stewart y Caroe de la
Compañía X del batallón británico. Llambias Pravaz recordó los primeros
combates en cercanías del Río Murrell:
Decía que se combatía a muy corta distancia, y eso quiere decir a menos de
cien metros. Las noches de Malvinas son generalmente muy oscuras - el
cielo encapotado, negrura prácticamente impenetrable - si uno no tiene ese
sistema de visores nocturnos incorporado a los fusiles, resulta difícil y hay
que tener buen nivel de instrucción para poder hacerlo. Los visores los
llevaban los oficiales y suboficiales. Así se dirigía el fuego. El unico
elemento que permite superar oscuridad, humo de explosiones, niebla, caida
de nieve. El hombre es casi ciego combatiendo en esas condiciones. El algún
momento, pudimos detener de cuajo un avance inglés por haberlo advertido
providencialmente gracias a los visores. (MALVINAS: CONTRAHISTORIA
página,80)
El combate por el Cerro Dos Hermanas contando las acciones que ejecutan
las patrullas de combate, costo a los argentinos 20 muertos y
aproximadamente 50 heridos, y a los comandos britanicos - de acuerdo con
publicaciones de ellos - ocho muertos y entre 17 y veinte heridos.
A las 06.30, la posición Goat Ridge entre el Cerro Dos Hermanas y Monte
Harriet había sido aislada y estaba prácticamente rodeada. Se produjeron
numerosas intercambios de fuegos en ambos bandos. Unos 15 hombres de la
1ra Sección de Tiradores de la Compañía A del Regimiento 4 ahí, a ordenes
del subteniente Oscar Augusto Silva después de rechazar un pelotón de
Monte Harriet logró abrirse paso hacia el Monte Tumbledown a donde
moriría en combate junto con cuatro de sus fieles soldados.
La batalla por monte Longdon comenzó cuando el cabo británico Brian Milne
pisó una mina antipersonal que le arrancó una pierna. La explosión de la
misma, y el alarido posterior, pusieron de sobre aviso al Segundo Jefe del
Regimiento de Infantería 7 ubicado en monte Longdon, mayor Carlos Carrizo
Salvadores y se puso al habla con el subteniente Juan Domingo Baldini al
mando de la 1ra Sección de Tiradores de la Compañía B del Regimiento en la
ladera oeste. La batalla por las posiciones del subteniente Baldini en
cercanías del río Murrell rugió constante. Los hombres del Subteniente
Baldini combatían de distintas posiciones, dificultándole al veterano mayor
Mike Argue —ex SAS—, jefe de la Compañía B del 3 PARA que atacaba el
monte Longdon.
A eso de las 02:00 hubo que emplear a la 1ra Sección del subteniente Raul
Castañeda de la Compañía C del Regimiento 7 a órdenes del capitán Hugo
García para reforzar y contraatacar en monte Longdon. Estos soldados
debieron "marchar a campo traviesa bajo la acción del fuego de artillería
del enemigo... Se desarrolló así un combate de encuentro" y las tropas
argentinas lograron "hacer retroceder a la infantería enemiga. En esta
acción tuvimos bajas, pero entre el enemigo se produjeron más", dice el
Mayor Carrizo Salvadores.
Tal vez por acciones como ésta, los paracaidistas britanicos luego dirían que
en Monte Longdon hubo US Green Berets o American Mercenaries.
Según Julia Solana Pacheco, autora del libro Malvinas: ¿y ahora qué?, seis
soldados argentinos del Regimiento 7 (los conscriptos Ramón Quintana,
Donato Gramisci, Aldo Ferreyra, Enrique Mosconi, Alberto Petrucelli y Julio
Maidana), heridos o hechos prisioneros, fueron fusilados o bayoneteados
por los paracaidistas británicos en monte Longdon, ante los ojos incredulos
de los soldado conscriptos Néstor Flores y Santiago Mambrin y, el cabo
Gustavo Pedemonte del pelotón del subteniente Juan Baldini. Entre los
heridos estaba el cabo José Carrizo.
Durante esta noche morirían los tres únicos civiles caídos en el conflicto,
tres mujeres malvinenses de Puerto Argentino cuya casa fue alcanzada por
un obús británico. Al amanecer del 12, la capital malvinense está a la vista.
Temprano el 12 de junio, fueron destacados a las laderas del cerro
Tumbledown —al lado de Moody Brook— el mayor Guillermo Berazay y la
Compañía A del Regimiento 3, a fin de hacerse fuerte ahí para luego tomar
las posiciones perdidas en monte Longdon. Esa oportunidad jamás se daría.
"En una de esas misiones raras, nos mandaron con el teniente primero
Horacio Guglielmone a instalarnos una noche, quinientos metros adelante del
Batallón de Infantería de Marina 5, los más cerca de los ingleses, para
brindar seguridad y obtener información. Espalda contra espalda, solos,
estábamos atentos con gran temor a los gurkhas, sin pestañear siquiera.
Había sido una fuerte acción psicologica del enemigo, y todos teníamos una
gran obsesión por miedo a ser degollados: la tensión era constante. Para
contrarrestar aquella campana, yo quería matar a uno con las manos, lo que
me siento capaz de hacer, y cortarle una extremidad a fin de mostrarla a
los soldados y disminuir su pánico" (Comandos en acción:el ejercito en
Malvinas, p. 366, Editorial San Martin, 1987)
Allí estaba el soldado Carlos Daniel Sotelo, uno de los 21 sobrevivientes del
pelotón del subteniente Castaneda: Nos mandaron unos pocos refuerzos,
cinco o seis soldados y tres oficiales con una ametralladora pesada MAG,
que fueron para adelante, a posiciones que conocíamos bien y que sabíamos
que eran muy complicadas: te dabas cuenta que había un esfuerzo
desesperado por resistir. Lo peor era escuchar como habíamos escuchado
por la radio del comando, los pedidos de ayuda de las otras posiciones: eso
te queda en la cabeza para siempre. (La Nación. junio del 2002)
En ese momento, el capitán Robacio, jefe del BIM 5 recibió una llamada por
el teléfono de campana: la cima del monte Tumbledown acababa de caer, sus
hombres se batían en retirada, avanzaban los soldados enemigos.
Inmediatamente se informó al mayor Jaimet y se propuso organizar una
retirada inmediata lo que éste aceptó.
Cuenta Poltronieri:
Fue el propio capitán Robacio quien buscó y reconoció los muertos del BIM 5
y del Ejercito Argentino en monte Tumbledown que había sido muy batido
por la artillería británica.
Ahora que el frente militar estaba al borde del derrumbe, el mayor Carrizo
Salvadores trataba de aprovechar el impulso para contraatacar con algunos
soldados del Regimiento 7. Cuenta el soldado Horacio Cañeque:
Buques de guerra:
Hundidos: 4 6
Dañados de
1 15
gravedad:
Buques de apoyo: 6 9
Aviones de guerra: 58 11
Aviones de apoyo: 2 3
Helicópteros: 2 21
• Buque desembarco de tanques ARA Cabo San Antonio (ex USS LST 1171)
• Rompehielos ARA Almirante Irizar
• Transporte ARA Isla de los Estados
•
o Xma Brigada de Infantería Mecanizada con 25to Regimiento
Ejército Argentino:
Isla Soledad:
Infantería de Marina:
Avión civil:
Fuerza de Submarinos:
Otros:
• Ejército Argentino:
o 194 (16 oficiales, 35 suboficiales, 143 soldados conscriptos)
• Armada de la República Argentina:
o 375 (ARA General Belgrano 321, ARA Alférez Sobral 8, ARA Santa Fe 1,
ARA Guerrico 1, ARA Isla de los Estados 5, Infantería de Marina 34,
Base Islas Malvinas 1 y 4 pilotos del COAN)
• Fuerza Aérea Argentina:
o 55 (41 aviadores)
• Gendarmería Nacional Argentina:
o 7
• Prefectura Naval Argentina:
o 2 (Río Iguazú 1)
• Agentes civiles:
o 16 (ARA Isla de los Estados 13, ARA General Belgrano 2 y Narwal 1)
649 hombres