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* Este trabajo constituye una versión resumida y revisada de otro escrito por el autor (V. E.Tokman,
2003). Agradezco a Carla Tokman por su colaboración en la preparación de esta versión y también a
Cristián Aedo por sus comentarios. Las opiniones contenidas en este trabajo son de exclusiva responsa-
bilidad del autor.
Desempleo juvenil en Chile
Fuente: INE.
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con tasas de escolaridad crecientes. Si bien el resultado debería ser una tasa
de desempleo decreciente, el que concierne a los jóvenes continúa expan-
diéndose. Dos factores pueden contribuir a explicar esta situación. Por un
lado, el aumento del desempleo para todos, incluidos los jóvenes. Por otro,
el “descreme” de los jóvenes que se retiran de la búsqueda activa de trabajo
para retornar a la escuela, ya que son los que tienen más condiciones,
interés y posibilidades de retorno. Ello reduce la oferta de este segmento a
los que están menos motivados y más necesitados. Este es el grupo que
pasa a constituir un núcleo “duro” con menores condiciones de empleabili-
dad y, por ende, con mayor probabilidad de desempleo de larga duración.
Por otro lado, la correlación positiva entre escolaridad y probabilidad
de encontrar empleo no constituye condición suficiente, ni es lineal. En
coyunturas con escasa creación de empleo, la educación no basta para evi-
tar la desocupación, aunque disminuye la probabilidad de estarlo. También
se observa que el efecto positivo de la ampliación de la educación sobre el
desempleo ha tendido a homogeneizarse hasta completar la enseñanza me-
dia. Solo baja el desempleo de manera significativa a partir del ingreso al
ciclo superior. Es así como en situaciones de oferta de empleos insuficien-
tes, las empresas seleccionan a los postulantes y entonces el nivel de educa-
ción se convierte en una credencial de acceso que permite la discriminación
(V. E. Tokman, 2004).
Un último aspecto a considerar en la relación educación-mercado de
trabajo se refiere al tránsito de la escuela al trabajo, situación que presenta
una serie de obstáculos que afectan la inserción. Por un lado, los sistemas
educacionales han sido diseñados con sesgos de autocontención, conducen-
tes a los niveles superiores para culminar en la universidad. Por otro, no
existen vinculaciones con el mercado del trabajo a lo largo del ciclo ocupa-
cional y los puntos de salida “naturales” se producen al final de cada ciclo
escolar. Así, los jóvenes que se incorporan a la búsqueda de trabajo deben
superar los inconvenientes naturales de la falta de experiencia y una salida
escalonada que se percibe como inadecuada si se produce antes del fin de la
enseñanza media(3).
(3) Aedo concluye, además, que se requiere un cambio en la metodología educativa que fomente el
emprendimiento y que se oriente más al mundo del trabajo, en particular, la enseñanza técnica a nivel
medio.
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Existen dos ámbitos de la educación que hay que trabajar. Por un lado,
el retorno a la escuela que debería ser el objetivo prioritario, en tanto que se
promueve el empleo solo para quienes no tienen opción o vocación. Se trata
de una prioridad que es más importante para los adolescentes que se integran
a la búsqueda de trabajo, ya que su ingreso prematuro al mercado significa
una educación trunca y un futuro laboral poco promisorio. Por otro lado, hay
que desarrollar políticas para dotar a los jóvenes de formación profesional.
En Chile se introdujeron diversas políticas públicas en esta área. Por un
lado, las reformas educacionales, entre múltiples objetivos, que buscan acer-
car la educación al trabajo y desarrollar competencias (además del programa
“Liceo para Todos” que persigue rete-
ner a los jóvenes en el sistema educa- Existen dos ámbitos de la educación
cional). Por otro lado, están los insti- que hay que trabajar. Por un lado, el
tutos privados, como el INACAP, que retorno a la escuela que debería ser
brindan formación profesional a los el objetivo prioritario, en tanto que se
jóvenes y, de esta manera, mejoran promueve el empleo solo para quie-
sus posibilidades de obtener empleo. nes no tienen opción o vocación. Se
Entre las políticas implementa- trata de una prioridad que es más
das, especial mención merece el pro- importante para los adolescentes
grama “Chile Joven”. Sus comienzos que se integran a la búsqueda de
se remontan a 1991 y su objetivo trabajo, ya que su ingreso prematuro
consistió en atender al universo de al mercado significa una educación
jóvenes de hogares pobres desem- trunca y un futuro laboral poco pro-
pleados en 1990 en un período de misorio. Por otro lado, hay que desa-
cuatro años (200.000 de ellos). rrollar políticas para dotar a los jóve-
Su grupo objetivo fueron los jó- nes de formación profesional.
venes de entre 15 y 24 años, prove-
nientes de familias pobres, que se en-
contraran desocupados y que no asistieran en forma regular a la escuela. El
programa consistía en cursos combinados con pasantías en empresas, tratan-
do de aliviar la doble restricción existente de falta de formación y de dificul-
tad de ingreso al primer trabajo. Normalmente incluían 250 horas de capaci-
tación y tres meses de práctica laboral, a lo que se sumaba un subsidio o beca
de mantenimiento y gastos de transporte. No requería un compromiso formal
de parte de las empresas de contratación posterior a la práctica, pero el diseño
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(7) Para ello descentralizó la oferta de formación desde una institución, por lo general pública, a
capacitadores privados seleccionados mediante un proceso de licitación y cuya idoneidad debía ser
acreditada por el gobierno.
(8) Larraechea y Guzmán (2002) presentan información para las otras dos modalidades del programa que
reportan un efecto aún más significativo, particularmente en la modalidad de aprendizaje alternado que
se introduce inspirado en el modelo de formación dual, cuyo efecto significó expandir el porcentaje de
egresados “empleables” en 36 puntos por efecto del programa. Otra evaluación reciente efectuada por
Aedo y Pizarro (2004) encuentra un resultado positivo y significativo sobre la probabilidad de encontrar
trabajo para los egresados del programa, los que no se tradujeron en diferencias significativas en cuanto
a los ingresos percibidos. Estos últimos solo resultaron ser significativos al concentrarse en los egresa-
dos y al comparar la información en corte transversal. El diferencial de ingreso mensual percibido por
los beneficiados con el programa fue de 25.000 pesos.
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en el caso de los adultos. Luego en los años 2000 y 2001 el salario mínimo
para los adultos tuvo reajustes superiores al experimentado por los menores
de 18 años (de 0,5 y 3%, respectivamente, expandiendo el diferencial al
25%). En los dos últimos años los reajustes de ambos salarios mínimos han
sido similares, manteniéndose el diferencial.
Continuar con la política de reajustes diferenciados permitiría ampliar
el diferencial, aun compensando al salario mínimo joven por pérdidas de
capacidad adquisitiva. Una alternativa que tendría efectos similares en la
contratación sería reducir el costo de contratación sin afectar el salario
líquido percibido por los jóvenes. Se podría, por ejemplo, liberar a los
jóvenes de menos de 21 años, o al menos a los de 18, del pago total o
parcial de la contribución a las AFPs (13%). En este rango de edades los
aportes para pensiones no son valorados en forma adecuada y los jóvenes lo
perciben como costos más que beneficios futuros (además de que tanto el
nivel de salario percibido como su continuidad son bajos, lo que reduce el
potencial de acumulación). No obstante esto, debe reconocerse que el pe-
ríodo largo de acumulación puede ser importante en términos de contribu-
ción a la pensión al llegar a la edad de retiro. Por ello podría también
explorarse la posibilidad de un subsidio fiscal que al menos cubriera par-
cialmente la diferencial de productividad que, al estar destinada al fondo de
pensiones, podría tomar la forma de un bono de reconocimiento exigible en
la fecha de jubilación.
La expansión de las edades cubiertas y un mayor escalonamiento del
salario mínimo para jóvenes constituyen también posibilidades a explorar,
pues la extensión por más años o un escalonamiento diferenciado entre los
jóvenes según edad son propuestas e incluso políticas que se aplican en
algunos países por lo cual deberían ser analizadas. Las principales ventajas
del escalonamiento por edad son, por un lado, reconocer que la productivi-
dad de los jóvenes aumenta en forma gradual con la educación y la expe-
riencia y, por otro, evitar una sustitución espuria de adultos por jóvenes al
llegar a una edad determinada. Los inconvenientes, a su vez, son la mayor
complejidad en la fiscalización y la evidencia de que la diferencial de
productividad derivada de la educación solo sería significativa a partir de la
enseñanza media completa, lo que, por lo general, equivale a los 18 años
(V. E. Tokman, 2004).
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Observaciones finales
El desempleo juvenil obedece a causas específicas que requieren políti-
cas y programas también específicos para enfrentarlo. Además, es necesario
introducir consistencia y clarificar los objetivos que se persiguen en relación
a los jóvenes. Para los menores de 19 años, la prioridad debe centrarse en la
educación más que en el trabajo y las políticas deben ser consistentes y los
incentivos, adecuados. Los salarios mínimos no deberían incentivar el aban-
dono escolar y la política educacional tendría que asegurar la retención para
los grupos de mayor riesgo que desertan por falta de financiamiento. Para los
que no se retiren de la búsqueda activa, deberían generarse condiciones de
empleabilidad que incluyen la capaci-
El desempleo juvenil obedece a cau- tación, el aprendizaje y la adquisición
sas específicas que requieren políti- progresiva de experiencia debidamen-
cas y programas también específicos te remunerada. Ello justifica tanto el
para enfrentarlo. Además, es nece- escalonamiento salarial como la flexi-
sario introducir consistencia y clarifi- bilidad necesaria para incentivar la
car los objetivos que se persiguen en contratación.
relación a los jóvenes. Las políticas mencionadas
constituyen una fuente de conoci-
miento y experiencia que puede contribuir a enfrentar el problema del em-
pleo juvenil. Estas, en conjunto, se refuerzan mutuamente al dirigirse a las
distintas dimensiones del problema. Los resultados no serán, sin embargo,
obvios ni fáciles de alcanzar. Por último debe reiterarse que toda política
diseñada debe tomar en cuenta las condiciones macroeconómicas en que el
país se encuentra. Sin crecimiento, la efectividad de los programas que
busquen reducir el desempleo juvenil será reducida. Adicionalmente, es
importante que tales políticas no solo busquen disminuir el desempleo a
cualquier costo, sino que también consideren los temas relacionados a la
calidad de los trabajos.
Referencias
– Aedo, C. (2004). “Desempleo juvenil en Chile”, Comentarios al trabajo
de Víctor Tokman, Expansiva,
– Beyer, H. (1998). “¿Desempleo juvenil o un problema de deserción esco-
lar?”, CEP, Santiago.
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Autor
Víctor E. Tokman
Economista, doctorado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Autor
de numerosos libros y artículos sobre empleo, distribución del ingreso
y, particularmente, sobre el sector informal. Actualmente se desempeña
como asesor de la Presidencia y como consultor internacional de la
Cepal, OIT y otros organismos. Es director regional para las Américas
de la OIT, ex director del Programa Mundial del Empleo de la OIT y ex
director del PREALC.
© 2004 EXPANSIVA
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