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¿Decisión de Fe ó Fe decidida?
Romanos 3:21 al 31
carlosrocha@marketingyportales.com

¿Decisión de Fe o Fe decidida?

En el pasaje que va de Romanos 3:21 al 31 hay varios términos que se repiten


insistentemente, por ejemplo el término o concepto “justicia”: 9 veces, el término
o concepto “ley”, 7 veces.

Además encontramos 7 referencias a la fe y 6 a Jesucristo que muestran el tema


de la carta en general y de este pasaje en particular: La justicia de Dios es por
medio de la fe en Jesucristo. La fe es el vehículo, Jesucristo es el objeto de la fe.

Vs.22
la justicia de Dios
por medio de la fe en Jesucristo,
para todos los que creen en él.

Vs.25
a quien Dios puso como propiciación
por medio de la fe en su sangre,

Vs.26
. . . a fin de que él sea el justo,
y el que justifica
al que es de la fe de Jesús.

Vs.28
Concluimos, pues,
que el hombre es justificado
por fe sin las obras de la ley.

Vs.30
Porque Dios es uno,
y él justificará
por la fe
a los de la circuncisión,
y por medio de la fe
a los de la incircuncisión.

Vs.31
¿Luego por la fe invalidamos la ley?
En ninguna manera,
sino que confirmamos la ley.

Nos centraremos en el versículo 27 que hace referencia a la “ley de la fe”

¿Dónde, pues, está la jactancia?


Queda excluida.
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¿Decisión de Fe ó Fe decidida?
Romanos 3:21 al 31
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¿Por cuál ley?


¿Por la de las obras?
No, sino por la ley de la fe.

El Diccionario define ley así:

 Regla y norma constante e invariable de las cosas, nacida de la causa


primera o de las cualidades y condiciones de las mismas.

 Precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe


algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados.

La ley de la fe mencionada en Romanos 3;27 es una regla constante e invariable


nacida de la causa primera, la cual es Dios y Quien como única Autoridad
competente y para bien de sus criaturas la dictó soberana y sabiamente. Dios es
eternamente inmutable, así que sus leyes: físicas, penales y morales jamás
variarán.

Dios estableció desde la creación misma sus leyes, por ejemplo Gn.1:3 y 4:

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

Dios creó la luz con unas leyes físicas que la controlan y caracterizan, es una ley
que la luz se desplace en el vacío a una velocidad constante. Además la refracción
y la reflexión son leyes creadas por Dios, leyes que mantienen un ordenamiento
en la creación.
Gn.1:5
Y llamó Dios a la luz Día,
y a las tinieblas llamó Noche.
Y fue la tarde y la mañana un día.

He aquí otras leyes, el día y la noche, los planetas tienen unos movimientos que
se rigen por unas leyes creadas por Dios, son leyes que han estado ahí desde la
creación del mundo: las leyes del movimiento, de la gravitación universal, etc.

Cada vez que Dios creó algo, creó también unas leyes que mantienen ese algo
conforme a su voluntad creadora: leyes que controlan las aguas, leyes que
controlan el espacio.

Finalmente, creó Dios al hombre y para este también estableció leyes, pero hay
una enorme diferencia y es que en el caso del hombre, además de las leyes físicas
y biológicas, Dios, estableció leyes morales.

Regresemos a Romanos 3:27, dice que hay una ley de la fe y lo hace dentro del
contexto de la justificación por la fe en Jesucristo, afirman las Escrituras que hay
una regla constante e invariable dictada por la única autoridad competente que es
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Dios, esa, es la ley de la fe. Dejemos que las Escrituras nos ayuden a comprender
que es esto de la “ley de la fe”.

Las Escrituras enseñan que hay una fe que no salva y que no pasa de ser una fe
intelectual, histórica o emocional, se origina en un mal entendimiento del
evangelio. Hechos, cap. 8 cuenta como Felipe predicó a Cristo en Samaria, entre
quienes escuchaban a Felipe, estaba Simón, un mago que pasándose por alguien
grande mantenía engañado al pueblo.

Note todo lo que hizo Simón: Hc.8:13, escuchó el evangelio de boca de Felipe; dio
publico testimonio mediante el bautismo, acompañó y estaba siempre con Felipe,
lo que quiere decir que repetidas veces escuchó la predicación de las buenas
nuevas de salvación y vio como el Espíritu Santo era dado a los creyentes.

Muchos de quienes estamos reunidos aquí hoy, en ese sentido, somos iguales a
Simón: hemos escuchado el evangelio, hemos dado público testimonio de nuestra
fe mediante el bautismo, repetidas veces hemos escuchado la predicación de la
Palabra y sin duda hemos visto la obra del Espíritu Santo en la vida de muchas
personas.

Pero la historia de Simón no termina en el versículo 17, sino que muestra tres
hechos dolorosos y tristes:

 Simón vio como era dado el don del Espíritu Santo y de inmediato ideo una
estafa para ganar dinero, para mejorar la versión se sus engaños; se bautizó
no porque estuviera arrepentido sino para poder formar parte de la
comunidad a la cual pertenecía Felipe y ofreció dinero para comprar el don
del Espíritu Santo, para comercializarlo.
 Fue tal su pecado que Pedro, le maldijo fuertemente
 Pero Simón no se arrepintió de su pecado ni tuvo la humildad de presentarse
en oración delante de Dios rogando perdón sino que descargó tal
responsabilidad en los apóstoles, desconociendo que el arrepentimiento y la
relación con Cristo es personal.

Cuando Simón creyó, no lo hizo con fe salvadora, fue cualquier tipo de fe, pero no
salvadora y eso mismo está ocurriendo hoy y le invito querido oyente a revisar
con humildad y franqueza delante de Dios, si su fe es fe que salva, el asunto mas
importante de su vida hoy, es donde pasará el eterno mañana.

Dicen las Escrituras en Romanos 3:27:


¿Dónde, pues, está la jactancia?
Queda excluida.
¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras?
No, sino por la ley de la fe.
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Revisemos la expresión “la ley de la fe”, vayamos a Génesis:

Dios había advertido a Adán que si llegara a comer del árbol de la ciencia del bien
y del mal –Gn.2:17- moriría.

(LBLA) pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el
día que de él comas, ciertamente morirás.

Pero el original hebreo lo dice de una manera que a nosotros nos resultará muy
extraña, literalmente dice:

“Y de árbol de el conocimiento de bien y mal no comerás de él porque en día de tu


comer de el morir morirás”.1

La expresión morir morirás, es un uso gramatical del hebreo para llamar la


atención a algo especialmente importante, a algo que por su carácter ha de
tenerse muy presente; encontramos un ejemplo en Isaías 6:3, los ángeles daban
voces el uno al otro diciendo: Santo, santo, santo2, indicando la enorme
importancia de lo que decían y elevando la santidad de Dios a un grado
superlativo3. En nuestro idioma español equivaldría a subrayar ó colocar dentro
de signos de admiración, o repetir.

Con la expresión: “morir morirás”, Dios le estaba recalcando a Adán que lo que le
decía verdaderamente era muy importante: Si comes del árbol de bien y del mal,
va a suceder algo tremendo, algo inigualable, tenlo en cuenta porque es definitivo,
si comes “morir morirás”.

Y Adán comió. . . y Adán: morir, murió. De inmediato murió espiritualmente,


frases como: “fueron abiertos los ojos de ambos”; “conocieron que estaban
desnudos”; “cosieron hojas de higuera”; “se escondieron de la presencia de
Jehová”; “tuve miedo porque estaba desnudo”; “me escondí”; mas el culpar a
otros de su pecado, indican que Adán y en él toda la raza humana, como lo
enseña Pablo en Romanos 5:12-21, murió espiritualmente.

Tras el pecado, Adán perdió su condición de inocencia, ahora su condición es la de


una criatura caída, cuya relación con Dios se ha roto para siempre, necesita
desesperadamente una solución, necesita restablecer su comunión con su
Creador. ¿pero cómo? es merecedor de la sanción, del castigo: “en día de tu
comer de el morir morirás”.

1
Cerni Ricardo; Antiguo Testamento Interlineal Hebreo-Español, Tomo 1, Pentateuco; Ed. Clie;
Barcelona; 1990; pag.23 .
2
Otras construcciones gramaticales similares se encuentran en Jeremías 7:7; 22:29; Jesús utilizó
varias veces la expresión “de cierto, de cierto” por ejemplo en Jn.5:19, 24, 25; Jn.6:26, 32, 47,
53; Jn.8:34, 51, 58, Jn.10:7; 12:24; 13:16; 13:20, 21, 38; 14:12; 16:20, 23; 21:18.
3
Muy grande y excelente en su línea. Tomado de: http://buscon.rae.es/
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Adán y en él toda la humanidad4 necesita o pagar la pena –muerte eterna- o


encontrar la manera de evitarla, él y la humanidad, no pueden hacer ni lo uno, ni
lo otro, no le alcanzará la eternidad para pagar a un Dios eterno, infinito y santo la
pena por su desobediencia, pero tampoco tiene como escapar, no hay manera, no
hay donde esconderse, no hay como justificarse.

¿Habrá una salida, una manera de evitar la eternidad en el infierno? Si la hay,


pero no está en manos de Adán ni de ningún ser humano, sino tan solo por la
gracia soberana de Dios.

¿Porqué razón, tras la muy seria advertencia de Dios: morir morirás Adán no
murió físicamente de inmediato y de inmediato fue a los eternos infiernos a pagar
su falta? ¿Un descuido de Dios? ¿Dios no tenía el poder para cumplir su
advertencia? No, ni lo uno ni lo otro, en realidad Adán murió en el mismo instante
en que pecó, murió espiritualmente, entonces la pregunta es ¿porque no murió
también físicamente al momento de su pecado? ¡¡ Porque Dios no lo abandonó,
Dios manifestó su gracia!!

Si, es cierto, vinieron las consecuencias por el pecado, pero dentro de ese
contexto de juicio y castigo brilló la gracia. Dios grande en misericordia anunció un
Redentor uno que salvará al mundo, uno en quien es necesario creer, tan solo con
creer en la promesa, un hombre será salvo y ya no morirá eternamente, esa es la
ley de la fe.

El original hebreo en Gn.3:15 señala a “alguien” en particular de la simiente de la


mujer. Literalmente dice:

Y enemistad pondré
entre tí
y entre la mujer
y entre tu descendencia
y entre su descendencia
él te aplastará cabeza
y tu le herirás talón.

El artículo “El” es el centro del versículo, señala a alguien que consumará la


promesa, alguien que es descendencia de la mujer y que aplastará la cabeza de la
serpiente derrotándola. Es una promesa de un Redentor.

Una cosa es su nueva condición caída y otra muy diferente la obra redentora de
Cristo, ¿Que debía hacer Adán para ser salvo? Creer, Romanos en 3:22 dice que:
“la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo”, es “para todos los que creen
en él” y dice además que hay una ley, -Ro.3:27- “la ley de la fe”, Dios “justifica al
que es de la fe de Jesús”.

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Romanos 5:12, 14, 15, 17, 18, 19, 21
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En Génesis 3:15 Dios anunció un Redentor, señaló a Jesús, en su revelación


progresiva, simplemente se limitó a anunciar que de la simiente de Eva vendría
uno que aplastaría la cabeza de quién engañó y condujo a pecado al hombre.

¿Tuvieron Adán y Eva fe? ¿Y si tuvieron fe, fue fe salvadora?

Veremos cómo son visibles en Adán unos frutos dignos de arrepentimiento


originados en la fe salvadora.

Adán y Eva están sufriendo las consecuencias de su pecado; Gn.3:16-19, dar a luz
será muy doloroso, la relación matrimonial se ha deteriorado, la tierra ha sido
maldecida, obtener el sustento diario será muy difícil y ellos han sido echados del
Edén. Su comunión con Dios está absolutamente rota, no hay retorno.

Pero hay una luz de esperanza, la promesa que apunta a uno de la simiente de la
mujer que aplastará a Satanás proviene de la boca del Creador, de aquel que ha
tenido misericordia.

Nuestro interés es mostrar como desde el momento mismo de la promesa se


evidenció la ley de la fe, es decir, solamente aquellos que depositan su fe en
Jesucristo, que creen en él como su Salvador, serán salvos.

El relato que sigue a la caída y consecuencias por el pecado muestra la fe salvífica


de Adán y Eva, cómo ellos creyeron en la promesa dada por Dios.

Gn.3:20
Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva,
por cuanto ella era madre de todos los vivientes.

El nombre que Adán dio a su esposa se fundamentó en la fe en la promesa de


Dios; Adán creyó que de Eva vendría uno que aplastaría la cabeza de la serpiente,
por eso el versículo dice: "por cuanto ella era madre de todos los vivientes"
refiriéndose a Eva, Adán la llamó Eva. Eva traduce: “Vida ó fuente de la vida o
dadora de vida” así que Adán creyó en la promesa y reconociendo en ella a la
madre de todos los seres humanos y creyendo que de ella vendría el Redentor
anunciado le dio por nombre Eva.
Gn.4:1
Conoció Adán a su mujer Eva,
la cual concibió
y dio a luz a Caín, y dijo:
Por voluntad de Jehová he adquirido varón.

En un acto que evidencia su fe, que evidencia que creyó en la promesa y en la


soberanía de Dios, dijo Eva: "Por voluntad de Jehová he adquirido varón", es
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decir, este pequeño que acaba de nacer a quien llamaré Caín, me ha sido dado por
la soberana voluntad de quien prometió que de mi simiente vendrá uno que
aplastará la cabeza de la serpiente.

Otra evidencia está en Gn.4:3-4:


Y aconteció andando el tiempo,
que Caín trajo
del fruto de la tierra
una ofrenda a Jehová.
Y Abel trajo también
de los primogénitos de sus ovejas,
de lo más gordo de ellas.
Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda.

¿Porqué lo trajeron? Porque querían agradar a Dios, ¿De quién aprenderían por
instrucción y por testimonio la necesidad de agradar a Dios? Sin duda de sus
padres. Caín y Abel aprendieron de la fe de sus padres, no intentaremos explicar
porque si los dos recibieron la misma instrucción y testimonio, solo uno fue
recibido con agrado por Dios, lo que sí es claro, es que Adán y Eva instruyeron a
sus hijos en la fe y en la forma de adorar a Dios.

Finalmente veamos como la fe de Adán y Eva trascendió el tiempo y las


generaciones, su instrucción y testimonio alcanzó a sus nietos:

Gn.4:26
Y a Set también le nació un hijo,
y llamó su nombre Enós.
Entonces los hombres
comenzaron a invocar el nombre de Jehová.

Dicen las Escrituras en Romanos 5:12 que por un hombre; -Adán- entró el pecado
en el mundo, y por el pecado la muerte, y la muerte pasó a todos los hombres,
por cuanto todos pecaron. Esa es una ley, inmodificable, si pecas mueres, eso es
lo que Dios le advirtió a Adán en el huerto: “Y de árbol de el conocimiento de bien
y mal no comerás de él porque en día de tu comer de el morir morirás”, es decir,
si te rebelas a mi voluntad, si desobedeces, si caminas en dirección contraria a la
que yo te he mandado “morir moriras”.

Pero hay otra ley, la ley de la fe. Así como desde la creación del mundo Dios
estableció leyes que gobiernan y mantienen el universo, leyes que son
inmodificables –por eso se llaman leyes- por ejemplo la ley de la gravedad, o las
leyes aerodinámicas, igualmente Dios estableció unas leyes de tipo espiritual: si
pecas mueres, es una ley inmodificable, y dice en Romanos que el hombre es
justificado por la ley de la fe. Esa es una ley, es inmodificable, solo por medio de
la fe en Jesucristo
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Note que el conocimiento que Adán y Eva fue mínimo, pero suficiente para que
toda su vida cambiara radicalmente, ya no vemos un Adán culpando a Eva, ya no
vemos a Eva excusándose en la serpiente, ahora los vemos comprometidos con la
causa del Redentor, tan solo sabían que de la descendencia de la mujer vendría
uno que triunfaría sobre el mal, pero eso fue suficiente para que su vida estuviera
marcada por la obediencia al Creador.

Usted y yo tenemos muchos mas elementos, Adán y Eva tendrían que mirar 4000
años hacia adelante, naturalmente no podían hacerlo, solo sabían que su Creador
les había prometido un Redentor, eso fue suficiente, usted y yo tan solo tenemos
que mirar hacia atrás, ir a las Escrituras, Dios se nos ha revelado plenamente en
Cristo. Usted y yo somos testigos del cumplimiento de la promesa.

La fe es esa certeza que se da en el corazón de aquel que ha sido objeto de la


gracia de Dios y por la cual ya no confía en si mismo, ni en ceremonias, ni el
obras, ni en esfuerzos propios, ni en nada o nadie diferente a Jesucristo para la
salvación del alma. Fe es confiar absolutamente en Jesucristo tal cual lo revelan
las Escrituras y tal cual se reveló él mismo cuando estuvo entre nosotros.

Quien ha sido objeto de la gracia de Dios y en consecuencia tiene fe salvadora se


aferra enérgica y decididamente a su Salvador, a sus promesas, a su obra y se
somete gozosamente a su señorío. Quien tiene fe busca diligentemente la
voluntad de su Señor y se esfuerza permanentemente por cumplir tal voluntad,
no para ser salvo, sino por cuanto ha sido salvo y siendo nueva criatura anhela
servir y obedecer a su Salvador.

La fe salvadora es mucho mas que una simple y emocional decisión; conduce a


una actitud, es la continua disposición del ánimo de servir incondicionalmente a
nuestro Salvador.

Smo.119:33-38
Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,
Y lo guardaré hasta el fin.
Dame entendimiento, y guardaré tu ley,
Y la cumpliré de todo corazón.
Guíame por la senda de tus mandamientos,
Porque en ella tengo mi voluntad.
Inclina mi corazón a tus testimonios,
Y no a la avaricia.
Aparta mis ojos, que no vean la vanidad;
Avívame en tu camino.
Confirma tu palabra a tu siervo,
Que te teme.

Smo.119:43-48
No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad,
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Porque en tus juicios espero.


Guardaré tu ley siempre,
Para siempre y eternamente.
Y andaré en libertad,
Porque busqué tus mandamientos.
Hablaré de tus testimonios delante de los reyes,
Y no me avergonzaré;
Y me regocijaré en tus mandamientos,
Los cuales he amado.
Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé,
Y meditaré en tus estatutos.

Adán y Eva pecaron, no creyeron la palabra de Dios, "el día que de el comieres
ciertamente morir morirás" quisieron hacerse como Dios, que rebeldía, que falta
de fe, pero una vez que por la gracia de Dios el Espíritu Santo les dio nueva vida,
toda su vida giró en torno a aquel Redentor anunciado, vivieron conforme a la
voluntad de Dios, eso es fe.

Estimado oyente, le invito a revisar su vida:

¿corresponde a una fe genuina y salvadora?


¿Está usted sometido al señorío de Jesucristo o tan solo hizo una manifestación
verbal de fe que jamás tocó su corazón?
¿Se dice usted cristiano pero vive como mundano?
¿Su fe está fundamentada en una plena convicción de la obra redentora de Cristo?
¿Su modo de vida da testimonio a su familia y a la sociedad de que usted es un
hijo de Dios a quien Jesucristo salvó en la cruz?

Si es así le animo a depender cada día mas y mas de nuestro Salvador Jesucristo,
pero si no es así, le exhorto a acudir arrepentido y humillado delante de él en
busca de perdón.

Y si usted, presente hoy aquí, no ha reconocido su condición de pecado y no ha


reconocido a Jesucristo como el único que podrá justificarle delante del Padre, le
exhorto y reclamo que se arrepienta y que crea en Jesucristo como su único
Salvador. Acuda a El, él no le rechazará.

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