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Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España

Contemporánea”

*OPCIÓN A de la Prueba: Exclusivamente epígrafes 1 al 5 (ambos inclusive).


*OPCIÓN B de la Prueba: Exclusivamente epígrafes 6 al 10 (ambos inclusive).
Se formularán dos preguntas para que el alumno desarrolle sólo una de
ellas.(1.5 puntos)

1. Pervivencia del legado romano: Romanización y cristianización

El origen de la presencia romana en la península se remonta a la 2ª Guerra púnica (218 –


206 a.C.) con el ataque a Sagunto, ciudad aliada de Roma. En esta segunda guerra, Aníbal
realiza los preparativos para atacar Roma desde la península, lo que provoca el ataque de
los romanos que conquistan Ampurias encontrando poca resistencia, lo cual motiva la
presencia romana en la Península. Finalmente, en esta guerra venció Roma, quedando
reducidos los cartagineses a sus territorios africanos.
Hispania fue convertida en provincia romana en el año 206 a.C. Su conquista fue
progresiva: 1º (218 – 197 a.C.) ---- Este y sur peninsular. 2º (155 – 133 a.C.) ---- Centro y
oeste peninsular. Lusitanos y celtíberos. 3º (29 – 19ª.C.) ---- Norte por Augusto.
En Castilla-La Mancha, los romanos conocerán la oposición de los pueblos celtibéricos,
fundamentalmente lobetanos, olcades y carpetanos a los que se enfrentó Tiberio Sempronio
Graco. Nuestras tierras conocieron los ataques del caudillo lusitano Viriato a las posiciones
romanas en Toletum y Segobriga, aunque su asesinato marcará la dispersión de sus fuerzas
y el contgro de Roma de la submeseta Sur.
Para su mejor control, Hispania conoció sucesivas divisiones: 197 a.C., Hispana estaba
dividida en Citerior y Ulterior. En 27 a.C., Augusto divide Ulterior en dos provincias ;
Lusitania (Mérida) y Bética (Córdoba)). Citerior queda como la provincia de Tarraco. En 286
– 293, Diocleciano divide Citerior en Tarraconensis y Cartaginensis. Ulterior es divida en
Gallaecia, Lusitania y Bética.
Las 5 provincias hispanas más
Mauritania Tingitana formaban
la diócesis Hispaniarum, que a
su vez formaba parte de la
Praefectura de Gallia. Las
provincias se dividian en
conventos iuridici.

La Romanización es el
proceso de asimilación de las
estructuras económicas,
sociales, culturales, por parte
de los pueblos conquistados
por los romanos.
La romanización fue desigual y
dependiente de la resistencia
de los diferentes pueblos del
imperio.
Los principales factores que
favorecieron la romanización fueron:
- La imposición del latín como lengua, aunque es un latín vulgar debido a que lo hablaban los
soldados.
- El uso del Derecho Romano.
- Las religiones: El sincretismo con divinidades locales y orientales –Mitra, Cibeles-, el culto al
emperador divinizado y la triada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva). El Cristianismo cobra
importancia partir del S.III dC entre las altas capas de la sociedad, siendo perseguidos por
Diocleciano. En Castilla-La Mancha tenemos como ejemplo el martirio de Santa Leocadia.
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Constantino decreto la libertad de cultos, y Teodosio oficializó el cristianismo ( con él se


extendió aún más el cultivo de la vid ). Toletum se convertirá en sede episcopal,
celebrándose el I concilio de Toledo en el año 400, donde se condenará la herejía de
Prisciliano. En el caso de Hispania, a parte de la consabida tradición-leyenda de la
evangelización de Hispania a cargo del apóstol Santiago el Mayor (con la colaboración de
San Pablo, y alrededor de la cual se construirá la ruta del Camino de Santiago) o la llegada
de siete enviados (varones apostólicos) de San Pedro para evangelizar este territorio; la
cristianización tiene fuertes influencias iniciales con el África romana. Su vehículo de
expansión sería el elemento militar, a través de la Vía de la Plata y sus interconexiones con
Gallaecia (Galicia) y Caesaraugusta (Zaragoza). Se han encontrado varios rasgos de
influencia africana en el cristianismo español primitivo: la arquitectura de las primeras
basílicas, el elemento militar y origen africano de los primeros mártires hispanos, e incluso
características de la propia liturgia.
Los primeros datos documentados de la presencia del cristianismo en Hispania nos los
da San Cipriano en el s. III d.C como las persecuciones que se produjeron durante este siglo
dejando un panorama de expansión del cristianismo, cuya máxima representación fue el
concilio de Elvira (Ilibris – cerca de Granada realizado ca. 305). Con esa base podemos
afirmar que las regiones más cristianizadas fueron aquellas que habían sido más
romanizadas.
Como ocurrió en el resto del Imperio, la situación del cristianismo cambió con la
aprobación de los edictos de Milán (313 d.C) y Tesalónica (380 d.C); abriendo un camino de
la tolerancia que terminó por convertir al Cristianismo en la religión oficial del Imperio.

- Los intercambios comerciales: La red viaria permitía llevar las ideas y costumbres por todo el
imperio. El uso de la misma moneda.
- La organización administrativa va a llevar la presencia del ejército a todas partes.
(Prefecturas, diócesis, provincias, conventus iuridici).
La estructura social estaba dividida en esclavos y libres, ciudadanos y no ciudadanos
(peregrinos / estatus de liberto). Caracalla concede la ciudadanía a los hispanos en el S.III.
Hispania alcanzó un alto grado de romanización como se manifiesta en: emperadores,
filósofos, etc.
Desde el punto de vista económico Hispania aportaba: Productos agrícolas: (Cereales, trigo,
vid, olivo y vino), metales (Oro, plata, estaño, plomo, el mercurio de Almadén, hierro). La
crisis del S.III provocará un fuerte proceso de ruralización.
Desde el punto de vista urbano se crearon nuevas ciudades y se potenciaron las que ya
existían (Segóbriga, Emérita Augusta, Hispalis, Corduba, Tarraco). En Castilla-La Mancha
destacamos Toletum, Segobriga, Segontia o Ebora. En muchas de ellas se acuñó moneda y
se levantaron imponentes edificios.
Hispania aportó grandes personalidades al imperio: Emperadores (Adriano, Trajano,
Teodosio, Marco Aurelio) filósofos (Séneca), autores teatrales (Marcial).
El legado romano pervive y se integra en nuestra civilización a nivel político, económico,
social y cultural; buena muestra de ellos son nuestras lenguas, el trazado de los barrios de
nuestras ciudades, las reminiscencias jurídicas, la estructura de nuestros nombres, las
influencias arquitectónicas, la triada mediterránea, el rico patrimonio artístico (teatros,
anfiteatros, puentes, arcos, acueductos…). En Castilla-La Mancha podemos destacar el
puente de Alcántara en Toledo, el conjunto de Segóbriga, los restos de Toletum o
Consaburum.
Con el debilitamiento del Imperio Romano Occidental, Hispania fue ocupada por Visigodos,
Suevos y Alanos (pueblos germánicos); que aprovechando el vacío de poder imperial, estos
pueblos se hicieron con el control administrativo y generaron una elite socio-militar que
controlaría a la población hispanorromana. Al tiempo trataron de implantar su credo
cristiano, el Arrianismo, diferente del ortodoxo en la consideración que tienen de Jesús como
criatura de Dios y no como a Dios mismo (parte formante de la Trinidad). Condenado como
herética, esta concepción del cristianismo tendrá su pervivencia en la figura de los reyes
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visigodos, especialmente con Leovigildo, que llegó a condenar a muerte a su hijo


Hermenegildo por no profesar el credo arriano (aunque probablemente fuera por problemas
políticos). Para evitar estos enfrentamientos, Recaredo – sucesor de Leovigildo - abandonó
el arrianismo y abrazó el credo cristiano-romano durante el III Concilio de Toledo (589 d.C).
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2. La Península ibérica en la Edad Media: Grandes etapas de la presencia


musulmana. El Reino Taifa de Toledo.

Tras una fulgurante expansión desde Arabia, el Islam desembarcó desde la plataforma
magrebí y se hizo con el Reino Hispano-Visigodo de Toledo a partir del 711 debido a la
inestabilidad de la monarquía visigoda, que desembocó a principios del S. VIII, en una
guerra civil entre las dos familias más poderosas: la de Chindasvinto (a la que pertenecía
Rodrigo, monarca elegido) y la de Wamba (a la que pertenecía Agila, su oponente), estos
llamaron a los musulmanes en su ayuda, los que en el 711 derrotaron a Rodrigo en la
batalla de Guadalete (711) finalizando así el reino visigodo.
Desde entonces, el territorio peninsular controlado por los musulmanes pasó a denominarse
al-Ándalus. Mezclando efectividad militar (caballería) y habilidad política (pactos de
capitulación) los musulmanes (árabes, sirios, bereberes) consiguieron dominar
prácticamente toda la península, primero en nombre del Imperio-Califato Omeya de
Damasco (aunque a través del Emirato independiente de Córdoba, en 756, con Abd al-
Rahmán I, siglos VIII-X), y después en nombre propio, desde el autodenominado Califato
Omeya de Córdoba (en 929, con Abd al-Rahmán III, siglos X-XI).
En líneas generales, la presencia musulmana en la península se puede dividir en grandes
etapas: Tras la llegada en el 711 por parte de Tarik y Tarif, se conformará el emirato de
Córdoba en 756 comienzo a una dinastía que gobernará al-ándalus hasta 1031-
Abderramán III, fundó en el 929 el Califato de Córdoba, en el contexto de la división del
califato de Bagdad con la independencia en el norte de África con el califato de Fátima.
Durante el periodo califal hay que señalar el desarrollo económico (mantuvo importantes
relaciones comerciales con Bizancio), político (llegó a mediar entre las disputas de los reyes
cristianos), artístico (se amplió de manera definitiva su mezquita y se construyó la ciudad
palaciega de Madinat al-Zahra - Medina Azahara) y cultural (se creó una universidad y atrajo
a importantes filósofos musulmanes como Averroes) de Córdoba. Los principales Califas
del Califato de Córdoba: Abderramán III – Consiguió pacificar el territorio de Al-Andalus y se
dedicó a su engrandecimiento. Al-Hakem II - Estableció relaciones con los reinos cristianos.
Hisam II - Accedió al poder con 10 años con lo que su Hachib, Almanzor detentó
verdaderamente el poder. Mandó construir Al medina al Zahara, dónde fue transmitida las
funciones de gobierno. Ejerció un gobierno dictatorial. Puso en marcha un programa de
reformas tanto civil como militar en la administración. Su poder se basó en su guardia
personal, que hizo venir del norte de África, “tropas Bere-Beres”. Dirigió entre 50 y 60
campañas contra los cristianos, para obtener botón, llegando incluso a Barcelona y Santiago
de Compostela. Estableció una dinastía de gobernantes –los amiríes-, designando a su hijo
Abd al-Malik, al que le sucedió su hijo Sanchuelo. Murió en 1002 camino de Medinaceli
(cuando regresaba después de haber sido derrotado en la batalla de Calatañazor).
El gobierno dictatorial de Al-Manzor se considera una de las causas que desencadenaron la
gran fitna (guerra civil 1009 y 1031) que acabó con el califato, dando lugar a los Reinos de
Taifas.
1º Reinos de Taifas (1031-1086): fueron 26 y se agrupaban según la etnia dirigente: la
mayoría eran árabes, aunque también había beréberes y eslavos. Rivalizaron entre ellos no
sólo militarmente, sino también en cultura: Sevilla, Toledo, Zaragoza y Badajoz destacaron.
Su debilidad estaba en su rivalidad y se mantuvieron pagando tributos a los reyes cristianos.
Cuando Alfonso VI conquista Toledo (1085); alarmados los demás reyes taifas, llamaron a
los almorávides (poder emergente en el norte de África). Estos evitaron la conquista de
Badajoz y extendieron su dominio por al-Andalus. Los 2º Reinos de Taifas (1145-1170)
surgen tras la desintegración del imperio almorávide. Su final concluyó con la invasión
almohade en 1157. Tras la derrota de estos en las Navas de Tolosa a manos de Alfonso
VIII, surgieron los terceros taifas. La victoria del reino de Jaén (Arjona) sobre los demás y el
avance de los cristianos determinó el final de los reinos de Taifas y sobrevivió el reino
Nazarí de Granada, último reino musulmán que conocerá una fuerte influencia de los
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benimerines entre 1275 y 1340, cuyas tropas ayudaron al mantenimiento del reino de
Granada, pero que tras la derrota en la batalla del Salado (1340) dejaron de intervenir en la
política granadina. Desde entonces, la dinastía nazarí irá dando forma en las tierras de
Granada a un pequeño reino que aglutinará una gran riqueza artística y cultural, y que
sobrevivirá merced a pactos con los reyes castellanos, hasta 1492.

Los extensos territorios alrededor de la


otrora capital visigoda, se constituyeron
en una Marca Media, destinada a servir
de gran frontera protectora contra el
Norte, junto a la Superior de Zaragoza
e Inferior de Badajoz. Desafortunados
en el reparto, ya entonces se
establecieron por el interior peninsular
de la Manxa (“tierra seca”), Toledo,
Cuenca y Guadalajara gran cantidad de
tribus bereberes que mostraron su
descontento con rebeliones y
desafecciones, junto a una población
autóctona (muladíes convertidos y
cristianos-mozárabes) cada vez más
arabizada. Los gobernadores de
Toledo-Tulaytula, pertenecientes casi todos a la aristocracia árabe, mostraron una amplia
autonomía —más bien rebeldía— respecto a Córdoba, se resistieron a su duro sistema
tributario e incluso no dudaron en pedir auxilio a los incipientes reinos cristianos, creándose
fama los toledanos de indómitos y levantiscos. Así las cosas, y ante la crisis y debilidad del
Califato cordobés a partir del 1031, el visir toledano de origen bereber (Isma’il Banu-Dhi-l-
Nun) al-Zafir proclamó la independencia del Reino Taifa de Toledo, el más extenso de todos
los andalusíes (casi toda la meseta sur, los valles medios del Tajo y el Guadiana), dejando
la corona a su hijo (Yahya ben Isma’il) al-Mamún (10431075). Éste, ante el ataque de su
rival, el rey taifa de Zaragoza, se granjeó el apoyo y la protección de los castellanos
(Fernando I), por el pago de las parias, y afianzó su poder haciéndose con el valle del
Henares y las tierras alcarreñas hasta Medinaceli y Molina; contuvo a las tropas del reino
taifa de Badajoz en Talavera y desde tierras de Cuenca se anexionó el reino taifa de
Valencia. La pujanza de Tulaytula como foco económico, científico y cultural fue entonces
extraordinaria, hasta el punto de albergar temporalmente al exiliado Alfonso de León en su
conflicto con su hermano Sancho de Castilla, contrayendo con Toledo una deuda de no
agresión y ayuda mutua. La fortuna militar de Almamún le llevaría incluso a la toma de la
misma ciudad de Córdoba en 1075, pero murió asesinado poco después. Su nieto y sucesor
(Yahya ben Isma’il ben Yahya) al-Qádir, con la enemiga de los clérigos-alfaquíes y de la
propia población toledana agobiada por los tributos, no consiguió hacerse con el reino y fue
depuesto por el rey de Badajoz; aunque el ya rey de Castilla y León Alfonso VI consiguió
devolverlo a su trono (1081). Pero incapaz de mantenerse en él, y ante los ataques y razias
de zaragozanos, valencianos, aragoneses y, por supuesto, castellanos, se pactó un
intercambio: Castilla ocuparía Toledo mientras que al-Qádir sería entronizado en Valencia.
Después de un laborioso asedio, y con ayuda y apoyo interior, el 25 de mayo de 1085
Alfonso VI conseguiría entrar en Toledo, en lo que ya entonces se presintió —aún con
muchas incidencias posteriores— como el principio del fin de la España musulmana, que
empezaba a deshilacharse por el centro.
Aún así el legado de al-Ándalus sigue vivo entre nosotros; el trazado de las ciudades, zocos,
alcaicerías, alhóndigas, mezquitas, baños, palacios, jardines, acequias, norias, canales de
irrigación, productos agrícolas, artesanía, lenguaje, música, vegetación…
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3. La Península Ibérica en la Edad Media: Grandes etapas de la


Reconquista y métodos de Repoblación.

La Reconquista es el proceso histórico de expansión de los reinos cristianos por la


Península para expulsar a los reinos musulmanes de la misma. Es un proceso paralelo a la
repoblación. Se extendió desde el siglo VIII al XV y se va gestando a lo largo de los siglos
VIII y IX. En ella se mezcla el aspecto religioso, de Cruzada contra los infieles, y el aspecto
político, en el sentido de recuperar la legitimidad política de la monarquía visigoda. En este
largo y discontínuo proceso podemos distinguir las siguientes etapas:
En el año 715, el territorio
peninsular había sido
completamente conquistado,
salvo la franja coincidente con la
Cordillera Cantábrica y las
estribaciones de los Pirineos.
Desde estos lugares entre el
siglo VIII y IX se organizaron
pequeños núcleos políticos
(reino Astur –luego Astur-
Leonés-, reino de Pamplona –
posteriormente de Navarra-, y
condados pirenaicos de Aragón,
Sobrarbe y Ribagorza –luego
reino de Aragón- y los condados
catalanes de Pallars, Urgel,
Cerdaña, Barcelona, Gerona,
Osona, Ampurias, Rosellón –que
darían forma a un territorio que
se uniría a la Corona de Aragón-
que irían de forma progresiva
recuperando el terreno perdido
hacia el sur.
El inicio de la Reconquista se
puede establecer en la batalla
de Covadonga (722), en la cual la victoria de don Pelayo permitió la subsistencia del
pequeño reino de Asturias, que a lo largo del siglo IX aprovechó las querellas internas
dentro del campo musulmán para recuperar establecer su capital en Oviedo y a finales del s.
X controlar todo el territorio al norte del río Duero (batalla de Simancas -939-) estableciendo
una tierra de nadie entre las posesiones cristianas y musulmanas. Fue en esta época
cuando se desarrolló la idea de la Reconquista, relacionada con la consideración que sí
mismos tenían los reyes astures como sucesores de la monarquía visigoda.
Al mismo tiempo, surgieron en el NE peninsular los condados de la Marca Hispánica,
sometido inicialmente a la autoridad de Carlomagno. El avance cristiano en esta región fue
más lento por el interés musulmán en contrarrestar la presencia carolingia y por su mayor
riqueza económica.
El reino de Asturias dio lugar el reino de León, y éste a su vez a los de Portugal y Castilla,
protagonista este último del grueso de la Reconquista en la parte occidental de la Península,
que se desarrolló en tres fases: hasta el valle del Duero (siglos IX-X), hasta el valle del Tajo
(siglo XI, donde fue significativa la toma de Toledo en 1085) y hasta el valle del Guadalquivir
(siglo XIII, siendo de vital importancia la victoria cristiana en la batalla de las Navas de
Tolosa en 1212). Ese afán reconquistador se aceleró entre el siglo XIII y principios del siglo
XIV aprovechando la debilidad musulmana de Reinos de Taifas llegando a controlar el
estrecho de Gibraltar tras la batalla del Salado (1340) y toma de Algeciras (1344). Pero las
luchas internas tras la muerte de Alfonso XI, el impacto de las epidemias de peste y la crisis
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económica consiguiente paralizaron la fase final de la Reconquista durante siglo y medio.


Finalmente, los Reyes Católicos culminaron este proceso con la conquista de Granada en
1492.
La actividad de los focos de resistencia pirenaica se centran en los avances del reino de
Aragón, principalmente en la figura de Alfonso I el Batallador que conquista Zaragoza
(1118); y que a su muerte, tras diferentes uniones dinásticas con los condados catalanes
darán lugar a la Corona de Aragón, cuya actividad reconquistadora se irá centrando en la
costa levantina (Valencia-1238) y las islas Baleares (1229). Para delimitar el alcance de la
Reconquista aragonesa se realizó el Tratado de Almizra (1244) limitando las áreas de
actuación de ambos reinos, siendo actualizado por el Tratado de Elche (1305). Alcanzados
los límites de la Reconquista en la parte oriental peninsular, la Corona de Aragón se centró
más en tratar de controlar el comercio del Mediterráneo iniciando la toma de Nápoles y
Sicilia, y llegando a ser fedatarios en el Imperio Bizantino con los ducados de Atenas y
Neopatria (Grecia). Finalmente, la unión dinástica entre Fernando II de Aragón e Isabel I de
Castilla, darían lugar a la unificación de las Coronas peninsulares en 1474.

Paralelo al proceso de reconquista se produce el de Repoblación: Proceso histórico de


ocupación de las tierras conquistadas a los musulmanes.

SISTEMAS DE REPOBLACIÓN DURANTE LA RECONQUISTA


Sistema de Ocupación de tierras - Norte del río Predominará la
PRESURA deshabitadas que se Duero pequeña
(ss. VIII-X) convertían en propiedad - Pirineos (minifundio) y la
de quién las cultivaba mediana propiedad
Sistema Territorios divididos en - Tierras entre el Predominará la
concejil (ss. XI- concejos, regidos por rió Duero y los mediana propiedad,
XII) una ciudad o villa Montes de aunque es
cabecera, a los que el Toledo reseñable la
rey concedía un fuero o - Valle del río presencia de
carta puebla, que Ebro abundantes tierras
regulaba la vida comunales
municipal (gestionadas del
Concejo y
usufructuadas por
sus habitantes).
Sistema de Aplicado a territorios - Valle del río Predominarán los
Ordenes extensos y poco Guadiana latifundios
Militares (1ª poblados, conquistados - Teruel (propiedades
mitad del s. por las órdenes - Norte de mayores de 100
XIII) militares, que los Castellón has.) dirigidos a la
dividieron en explotación
encomiendas, dirigidas agropecuaria.
por un caballero de la
orden con cargo de
comendador
Sistema de Aplicado a las últimas - Valle del río Adquisición de
Repartimientos zonas reconquistadas, Guadalquivir grandes latifundios
(2ª mitad del s. las tierras se repartían - Litoral sur por parte de la
XIII-s. XV) divididas en donadíos, Levantino nobleza, las
según el rango social; y órdenes militares y
siempre según la la Igleisa
voluntad de aquél que
hubiera impulsado su
conquista (reyes, nobles
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o maestres de Órdenes
Militares)

A grandes rasgos La repoblación determina los diferentes modelos de propiedad existentes


en la Península.
Las Órdenes militares fueron organizaciones religiosas-militares que aparecen tras la 1ª
cruzada, que protegían los Santos lugares. Las grandes órdenes militares son el Temple, el
Hospital y el Santo Sepulcro. En España nacen en un periodo de expansión de la cristiandad
en los siglos XII y XIII por iniciativa papal y vinculadas al ideal de cruzada. En la península
se crean 3 nuevas órdenes: la de Calatrava, Santiago y Alcántara. (más tarde se fundó la de
Montesa).En Portugal: Avís, Santiago y Cristo. Las órdenes contaban con una regla, sus
miembros debían llevar una vida
conventual.
Las órdenes militares participaron en
la Reconquista y en la expansión
cristiana y en compensación por su
ayuda militar recibieron multitud de
donaciones territoriales. Los
territorios fueron poblados por sus
vasallos y desembocaron en la
formación de impresionantes
dominios en los reinos de Castilla y
León. De esta manera se fue
formando su poder que pronto entró
en competencia con el resto de
poderes peninsulares. Para ello la
corona fue interviniendo cada vez
más, en un proceso que culminó con
la incorporación de sus territorios a
la corona. La primera en ser
absorbida fue la de Santiago en
1472. Le siguieron la de Alcántara y
Calatrava en 1485. La de Montesa
fue absorbida en el reinado de FelipeII.
De este modo la monarquía concentró bajo su poder una fuente importantísima de ingresos,
y la pertenencia a una de ellas se convirtió en un modo de prestigio social.
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4. La Monarquía hispánica: Unión dinástica y monarquía autoritaria bajo


los Reyes Católicos.

Bajo las luchas de poder que se habían dado en la Corona de Castilla (Guerra Civiles en
Castilla, la Farsa de Ávila, etc…)
etc…) y la Corona de Aragón (Rebelión de los remensas, lucha
en Barcelona entre la Biga y la Busca, etc…), se fraguaron
las bases para una unión dinástica que cimentaría una
nueva forma de gobierno que abandonaría formas
medievales y se aproximaría a una concepción
conc mucho más
moderna del Estado.
Fernando de Aragón e Isabel de Castilla contrajeron
matrimonio de manera secreta y contra los intereses del
hermanastro de Isabel, Enrique IV de Castilla, en
Fuensaldaña (Valladolid) en 1469. El rechazo a los
candidatosos propuestos por el hermanastro de Isabel,
cercanos a la órbita portuguesa; y la necesidad aragonesa
por acercarse a Castilla para poder enfrentarse a Francia
por el dominio en Italia consolidaron dicha unión; aunque
desde un primer momento esta unión se vería atacada por
sus enemigos. Primero Isabel, a la muerte de Enrique IV (1474), reclamó el trono castellano
para sí, iniciándose una guerra civil entre ella y la hija de Enrique IV, Juana “la Beltraneja”
(se creía que era hija de Beltrán de la Cueva) apoyada
apoyada por Alfonso V de Portugal. La guerra
(1475-1479)
1479) acabó con la victoria de Isabel, si bien la firma del Tratado de Alcaçovas (1479)
establecía un resultado de empate que repartía el dominio del Atlántico entre Castellanos y
Portugueses, que sería retocado
ado por la Bulas Alejandrinas (1493) y el Tratado de Tordesillas
(1494). La muerte de Juan II, rey de Aragón y padre de Fernando, en 1479, favoreció la
unión dinástica de ambas coronas
Con la consolidación de ambos monarcas en Castilla y Aragón, se inició una política de
unificación y control de la administración en varios frentes con la Monarquía como elemento
impulsor.
ADMINISTRACIÓN. Para los Reyes Católicos era fundamental la
CONTROL DE LA ADMINISTRACIÓN.
creación y la implantación de una burocracia efectiva en el cumplimiento de su voluntad más
que en una eficacia administrativa. Para ello en las Cortes de Toledo de 1480 se da un
primer paso en ese sentido y se permita la recopilación y reordenamiento del toda la
reglamentación jurídica existente, dando lugar al Ordenamiento
Ordenamiento de Montalvo (1484), que era
una gran compilación de la documentación legal recogida en las Partidas de Alfonso X el
Sabio, el Ordenamiento de Alcalá de 1348 y la diversa legislación real expedida hasta la
fecha. Será la base de las Leyes de Toro de 1505, de la Nueva Recopilación (1567) y la
Novísima Recopilación (1805), grandes conjuntos recopiladores de la Edad Moderna.
También a este respecto implantaron un modelo gubernativo que procuraba la recuperación
de la Autoridad Real frente al poder nobiliario,
nobiliario, como lo demuestra la creación de una
institución para garantizar el orden público en “nombre del Rey” en el campo como era la
Santa Hermandad (1476), la revisión y revocación de las concesiones dadas por Enrique IV
a los nobles en la Cortes de Toledo
Toledo de 1480, la reordenación del Consejo de Castilla y del
Consejo de Hacienda (1480) como órganos consultivos que protegían e impulsaban los
intereses reales y la creación de órganos jurídicos dependientes de la Corona (y expresión
de su justicia) como eran
ran las Reales Chancillerías de Valladolid (creada en 1371) y Granada
(creada en 1500 con sede en Ciudad Real y traslada a Granada en 1505).
TERRITORIAL. Todos estos cambios se vieron acompañados por la
UNIFICACIÓN TERRITORIAL.
tendencia de los RR.CC. a unificar los territorios
territorios dentro de la Península (respetando la
existencia de Portugal, pero sin renunciar a una posible unión). De manera de los Reinos de
Granada y Navarra se convirtieron en objetivos de la política de los RR.CC. En el caso
granadino, la guerra (1482-14 1492)
92) fue aprovechada para reivindicar la autoridad real en
Andalucía (en detrimento de los nobles), plasmar la intención de unificar todo el territorio
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bajo una misma religión y poner fin a ocho siglos de presencia musulmana en la Península
recogiendo una legitimidad
proveniente de los monarcas
godos.
El caso navarro (1512-1516)
se plegó más a los intereses
políticos de la rama
aragonesa de la Monarquía,
ya que conquistando este
territorio se evitaba una vía
de entrada de fuerzas
francesas en la Península,
principal rival en Europa de
la naciente Monarquía
Hispánica. Esta ocupación
se consolidará en tiempos de
Carlos I en 1525.
UNIFICACIÓN Y REFORMA RELIGIOSA. Todos los autores coinciden que Isabel I tenía
firmes convicciones religiosas, y desde el primer momento de su reinado la cuestión
religiosa estará presente. Aunque la mayoría de reformas religiosas se ponen en marcha a
partir de 1492, en una carta al papa Inocencio VIII en 1486 se ven claramente las metas de
esta política: implantación de la Inquisición, expulsión de los judíos y una reformatio
membris (reforma de la forma de vida de los religiosos). Para esto último se consigue en
1488 una Bula Papal para la reforma de monasterios, pero sería el papa Alejandro VI
(Rodrigo Borgia) el que en 1493 de permiso para llevar a cabo dichas reformas en los
conventos y monasterios que buscaban una recuperación de la forma de vida monacal más
acorde con lo que representa. Este proceso se completa con la creación de la Inquisición
Española (1478), la expulsión de los judíos (1492) y los mudéjares (1502); todo ello como
parte de un plan que no tenía únicamente como objetivo la unificación y la reforma religiosa,
sino prevenir la aparición y pervivencia de líneas de pensamiento divergentes.
REFORMA MONETARIA. Mención aparte merece la reorganización en la emisión y
fabricación de monedas, no sólo con la finalidad de sanear la economía española, sino de
dinamizar dicha economía y convertirlo en una plataforma propagandística de su reinado
(una moneda fuerte y estable equivale a un Estado fuerte y estable). Con la Real Cédula de
Sevilla de 1475 y la Pragmática de Medina del Campo (1497) se transforma el sistema
monetario castellano, primero saneándolo (es decir dotándolo de moneda de calidad) y
después adoptando el Ducado como unidad referencial, creando una moneda de mucho
prestigio en Europa, donde el Ducado (y el Florín) habían la base monetaria del comercio en
Europa desde el siglo XIII.
POLÍTICA EXTERIOR Y MATRIMONIAL. En su intento por convertir la Monarquía
Hispánica en un Estado Moderno, los Reyes Católicos desplegaron toda una política exterior
que favoreciera sus intereses utilizando a sus hijos como moneda de cambio para crear una
alianza contra el enemigo heredado por la política medieval exterior aragonesa, Francia (hay
que recordar que Francia había sido aliada tradicional de Castilla desde la época de la
Guerra de los Cien Años). Por ello se buscó alcanzar toda una serie de alianzas que
aislaran a la corte parisina a través de matrimonio de los hijos de los Reyes Católicos con
los monarcas o sus herederos.
Isabel, casada con infante don Alfonso de Portugal, y después con Manuel I de Portugal,
primo de su primer esposo.
Juan, heredero de la Monarquía Hispánica, casado con Margarita de Austria y muerto
prematuramente (1497).
Juana (Juana la Loca), se casó con Felipe de Austria (Felipe el Hermoso), hijo del
emperador Maximiliano I de Austria, gobernante de Flandes. Daría a luz al que se
convertiría en el emperador Carlos I.
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

María, casada con Manuel I de Portugal, su concuñado, al morir su hermana Isabel.


Tendrían una hija, Isabel de Portugal, que se casaría con Carlos I.
Catalina, se casó con el príncipe heredero de la Corona de Inglaterra, Arturo, y tras la
prematura muerte de éste, con su hermano, el que más adelante sería Enrique VIII de
Inglaterra, teniendo una hija, María Tudor.
Además de esta política matrimonial, la política exterior de los Reyes Católicos mantiene
como escenarios la lucha por el control de Italia contra Francia (derrotada en varias
ocasiones –Ceriñola, Gaeta y Garellano- por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran
Capitán, en 1503) y la expansión por el norte de África por el impulso continuador de la
Reconquista (entre 1497 y 1510 se conquistaron las plazas de Melilla, Mazalquivir, Peñón
de Vélez, Orán, Bugía, Argel, Túnez, La Goleta y Trípoli). Aunque sin duda la política
exterior que tuvo mayor alcance resultó del descubrimiento de América en 1492.
En 1486 Cristóbal Colón ofreció a los Reyes Católicos un proyecto ya ofrecido a Portugal:
viajar a las Indias hacia el oeste, en una nueva ruta por el Atlántico. Los informes científicos
al respecto fueron muy poco favorables para Colón, y para la corona era cuestión prioritaria
en esos momentos la conquista de Granada.
Terminada ésta, los Reyes Católicos aceptaron su proyecto, ya que el comercio de especias
era un casi monopolio de los genoveses (Ruta de la Seda) y portugueses rodeando África.
Por lo que Castilla se veía obligado a tener una ruta propia para obtenerlas, evitando
depender de Génova o de Portugal.
Con las Capitulaciones de Santa Fe del 17 de abril de 1492 se recogieron los acuerdos
de los Reyes con Colón: nombramiento de almirante, virrey y gobernador de los territorios
por descubrir y la décima parte de todos los bienes obtenidos.
El 3 de agosto de 1492 partió Colón del puerto de Palos con la nao Santa María y las
carabelas la Pinta y la Niña. El 12 de octubre llegaron a la isla de Guanahaní, que
bautizaron con el nombre de San Salvador y desde la que pasaron a Cuba y la Española (lo
que hoy es República Dominicana/Haití), dando comienzo a la colonización de las Indias
Occidentales.
Poco más de un año después de la vuelta de Colón, se firmó entre España y Portugal el
Tratado de Tordesillas en 1494, mediante el cual se redistribuyó la influencia territorial de
cada país fijada en el Tratado de Alcaçovas.
En las Indias, anexionadas al reino de Castilla, se instauraron los sistemas
administrativos tradicionales: se creó en Sevilla en la Casa de Contratación (1503) para
controlar monopolísticamente el comercio con América; se creó la Real Audiencia en Santo
Domingo (1510); y para la administración de los nuevos territorios, se creó un antecedente
del Consejo de Indias que más tarde instituiría formalmente Carlos I (1523) organizándolo a
semejanza del Consejo de Castilla.
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

5. El movimiento comunero

Se puede definir como Movimiento Comunero el levantamiento armado de los denominados


comuneros, acaecido en la Corona de Castilla desde el año 1520 hasta 1522, es decir, a
comienzos del reinado de Carlos I, y en lo que se conoció como Guerra (o Revuelta) de las
Comunidades. Su carácter ha sido objeto de agitado debate historiográfico, con posturas y
enfoques contradictorios. Así, algunos estudiosos califican la Revolución Comunera como
una revuelta antiseñorial (J. I. Gutiérrez Nieto); otros, como una de las primeras revoluciones
burguesas de la Era Moderna (J.A. Maravall), y otra postura defiende que se trató más bien
de un movimiento antifiscal y particularista, de índole medievalizante (J. Pérez).
La situación que llevó en 1520 a la Guerra de las Comunidades, se había ido gestando
en los años previos a su estallido. El equilibrio alcanzado con el reinado de los Reyes
Católicos se rompe al llegar el siglo XVI, con la llegada de la corte flamenca de Felipe “el
Hermoso” para gobernar junto a Juana “la Loca”, tras la muerte de Isabel en 1504. La pronta
muerte de Felipe y la incapacidad de su mujer, obligaron a Fernando el Católico a
convertirse en regente de Castilla hasta que Carlos, hijo de Felipe y Juana pudiera.
Fernando muere en 1516 y tras una breve regencia del Cardenal Cisneros, Carlos se hace
con el poder. Este desequilibrio político se incrementa por una serie de malas cosechas
(1504-1509), que junto a la presión tributaria y fiscal provocó el descontento entre la
población, colocándose la situación al borde de la revuelta.
Tras la llegada del nuevo rey a finales de 1517, su corte flamenca comenzó a ocupar los
puestos de poder relegando a las familias nobiliarias castellanas. En estas circunstancias,
se abrió el proceso de elección para el puesto de Emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico en 1519, pronunciándose la mayoría de los electores a favor de Carlos I para
suceder a su abuelo Maximiliano. Este nombramiento fue aceptado por Don Carlos, que
decidió partir rumbo a Alemania para tomar posesión como emperador. El concejo de
Toledo se situó al frente de las ciudades que protestaban contra la elección imperial,
afirmando que acarrearían gastos a corto plazo que deberían ser asumidos por la Corona de
Castilla y cuestionando el papel de Castilla en este nuevo marco político, dada la posibilidad
de que la Corona se convirtiera en una mera dependencia imperial.
Ante esta situación, Toledo exigía una convocatoria urgente de Cortes para que el rey
diera explicaciones. Así pues, a finales de marzo de 1520, Carlos I convocó las Cortes en
Santiago de Compostela con el objetivo de terminar con la oposición y obtener un nuevo
servicio para sufragar gastos en su viaje a Alemania. Pero los representantes ciudadanos no
aprobaron en ningún caso las explicaciones y exigencias de Carlos I y los procuradores no
votaron el servicio. El rey decidió suspender las Cortes el 4 de abril y convocarlas de nuevo
en La Coruña el 22 de abril, obteniendo esta vez el servicio (utilizando todo tipo de
presiones) y embarcándose el 20 de mayo con rumbo a Alemania, dejando como regente de
las posesiones hispánicas a Adriano de Utrecht.
Ese fue el momento del arranque de la sublevación iniciada por Toledo (mayo 1520), y
con una capacidad de fuerza inicial irresistible fue ganando para la causa a la mayoría de
ciudades castellanas. Adriano de Utrecht se mantuvo en Valladolid, mientras que los
sublevados organizados en Junta (de Tordesillas) exigían de Carlos un acuerdo firmado
(reino paccionado) con los siguientes puntos: Carlos gobernaría como “rey de Castilla” (es
decir, que hablara y actuara como rey castellano manteniendo su residencia en Castilla),
evitar la salida de oro, plata y materias primas de Castilla; y finalmente recuperar el papel de
los castellanos en el gobierno de la nación, alejando a los favoritos flamencos que había
sido designados para ocupar puestos tradicionalmente ejercidos por castellanos.
En un primer momento los nobles se pusieron de acuerdo con el movimiento, pero
cuando se observó el cariz político que tomaba se alejaron de él temerosos que fuera un
primer paso para perder sus privilegios.
En agosto de 1520, se unieron bajo la Junta de Ávila las ciudades de Toledo, Ávila,
Salamanca y Segovia. Aún así el apoyo al levantamiento fue relativo; y fue el incendio de
Medina del Campo por parte de las tropas realistas, lo que incendió toda Castilla, haciendo
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

que muchas ciudades dudosas inicialmente con el levantamiento se adhirieran a él como fue
el caso de Valladolid.
El siguiente paso de los sublevados sería legitimar su posición, y para ello trataron de
contar con el apoyo de la reina madre Juana, residente en Tordesillas, convirtiendo esta
población en el centro neurálgico del movimiento comunero, siendo ampliada la Junta (ahora
de Tordesillas) con la incorporación de ciudades como Burgos, Soria, Valladolid, León,
Zamora, Toro, Cuenca, Guadalajara, Murcia y Madrid.
La respuesta real se tradujo en una “marcha atrás” de las medidas más impopulares
(eliminación del servicio de las Cortes de la Coruña y designación de castellanos para
cargos de responsabilidad) y en un acercamiento a los nobles que no veían con buenos ojos
la sublevación. Esto, sumado con la actitud contraria de la reina Juana a apoyar a los
comuneros contra su hijo y el agravamiento de la sublevación que se tornó en un
levantamiento armado, debilitó el poder comunero. La solución armada se asomó en la
batalla de Tordesillas (diciembre 1520), donde el ejército real obtuvo una victoria que mostró
la debilidad de la Junta, liberó a la reina Juana del control de los comuneros y provocó el
abandono de algunas ciudades a la causa.
Pero antes de que acabara el
año, los comuneros se
reorganizaron y recuperaron la
moral perdida como lo demuestran
las acciones militares en Tierras de
Campos y Burgos (dirigida por
Padilla y la Junta refugiada ahora
en Valladolid), y las acciones del
obispo Acuña entorno a la provincia
de Toledo (enero-abril 1521);
aunque recuperó definitivamente la
iniciativa con la victoria en
Torrelobatón (febrero 1521), cuyo
resultado no fue aprovechado y
permitió a los realistas recuperarse
y formar un nuevo ejército para enfrentarse a los comuneros en campo abierto en la batalla
de Villalar (Valladolid, 23 de abril de 1521).
La Batalla de Villalar fue el episodio decisivo de la guerra, donde los comuneros
capitaneados por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, fueron derrotados por
las fuerzas imperiales, poniendo fin a la sublevación comunera en el norte de Castilla tras la
decapitación el día 24 de abril los tres capitanes comuneros.
El resto de las fuerzas comuneras o bien se disolvieron, o bien se refugiaron en Toledo,
donde la mujer de Juan de Padilla, María Pacheco asumió el control de la ciudad,
instalándose en el Alcázar, recabando impuestos y fortaleciendo las defensas. Viendo
perdida la causa comunera (Madrid se había rendido el 7 de mayo de 1521), solicitó la
intervención del Marqués de Villena para negociar con el Consejo Real, con el objetivo de
obtener unas mejores condiciones. El marqués de Villena terminó abandonando las
negociaciones entre ambos bandos, por lo que María Pacheco asumió de manera personal
las negociaciones con el prior de la Orden de San Juan. El pacto de rendición de Toledo fue
acordado el 25 de octubre de 1521 gracias a la intervención de Esteban Gabriel Merino,
arzobispo de Bari y enviado del prior de San Juan. Así pues, el 31 de octubre los comuneros
abandonaron el Alcázar toledano y el arzobispo de Bari nombró a los nuevos funcionarios.
Carlos I regresó a España (julio 1522), instalando la corte en Palencia. Con el regreso del
Rey, la represión contra los comuneros avanzaría a un ritmo mayor como lo demuestra la
ejecución de Pedro Maldonado, líder salmantino y hermano de Francisco Maldonado,
ejecutado en Villalar.
Carlos I permaneció en Palencia hasta finales del mes de octubre, trasladándose a
Valladolid, donde el 1 de noviembre se promulgó el Perdón General, que daba la amnistía a
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Contemporánea”

un total de 293 comuneros, de todas las clases sociales, pero que no incluía ni a María
Pacheco ni al Obispo Acuña.
Las consecuencias fundamentales del movimiento comunero fueron
La pérdida de poder de la élite política de las ciudades castellanas, obligada a pagar las
indemnizaciones para aquellos que perdieron bienes o sufrieron daños en sus posesiones
durante la revuelta por apoyar la causa real. Éstas serían abonadas mediante un impuesto
especial para toda la población de cada una de las ciudades comuneras.
Ante estos impuestos, la industria textil del centro de Castilla perdió todas sus oportunidades
de convertirse en una industria dinámica.
La nobleza (especialmente la de mayor rango) queda definitivamente identificada con los
intereses de la Monarquía, pero quedando clara su subordinación como súbditos.
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

6. El régimen polisinodial bajo los Austrias.

La estructura de gobierno de la Monarquía Hispánica durante la Edad Moderna) se define


como polisinodial, es decir, con multiplicidad de Consejos, si bien es verdad que este
sistema sería utilizado bajo el gobierno de los Habsburgo (ss. XVI-XVII) perdiendo influencia
y eficacia ante la implantación de un modelo administrativo proveniente de Francia e
implantado por los Borbones (s. XVIII) basado en la figura del Intendente y del Secretario de
Despacho.
El concepto proviene del Consilium o Curia Regis, reunión de notables (nobles) que
aconsejaban la toma de decisiones políticas a los monarcas altomedievales en cumplimiento
del deber vasallático. Estos Consejos se fueron cristalizando a los largo de la Edad Media, si
bien fue en la época de los Reyes Católicos cuando adquirieron la forma que, con ligeras
transformaciones, sería la aplicada por los Austrias.
La complejidad de la Monarquía Hispánica (que supuso una unión dinástica, pero en
ningún caso administrativa) provocó que tanto en la Corona de Aragón como en la de
Castilla aparecieran múltiples consejos, que heredados por la Casa de Habsburgo, fueron
ampliados llegando, a su máxima expansión y, por ende, a su mayor grado de ineficacia.
El funcionamiento de estos consejos parte del principio que es el Rey (el garante del
Poder Real) el que toma las decisiones, y compete a los Consejos presentar los problemas
o asuntos que aparecen en diversas áreas para continuación indicar soluciones o
actuaciones que llevaran una resolución positiva de la cuestión, por lo que no se puede decir
que dichos Consejos tuvieran capacidad ejecutiva, puesto que era el Rey quién ejercía la
soberanía de manera directa. Este sistema ralentizaba mucho la burocracia española, ya
que el Soberano tenía que abordar muchas decisiones a la vez, que no siempre se
alcanzaban a la primera y devolvía el tema al Consejo.
Los Consejos, una vez cristalizada y desarrollada su evolución, se estructuraron en dos
grandes bloques: los Consejos territoriales, que representaban la estructura institucional y
constituciones de los diversos reinos, y los Consejos temáticos o de materias, cuya
especialización estaba plenamente definida en función de la naturaleza de los mismos.
Los Consejo Territoriales:
Consejo de Castilla: Heredero del Consejo Real (la institución medieval que aconsejaba las
decisiones políticas a tomar por el rey), con la ampliación territorial de los Reyes Católicos y
la multiplicación del número de los Consejos territoriales y temáticos, el Consejo de Castilla
pasó a especializarse en el gobierno interior de los
reinos de la Corona de Castilla.
Consejo de Aragón: También heredero de los
consejos medievales de cada uno de los territorios que
la conforman, tiene como ámbito de actuación
territorial Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca,
Nápoles, Sicilia y Cerdeña. Sus funciones son las
consultas sobre conflictos de jurisprudencia entre la
corona y los fueros. Esta compuesto por un
vicecanciller (presidente), un tesorero general, nueve
consejeros y un notario. En tiempos de Felipe II se
desgajará el Consejo de Italia.
Consejo de Italia: Surge ya con Felipe II. Se encarga
de la justicia de la hacienda, del nombramiento de
cargos y de los virreyes en las antiguas posesiones
italianas de la Corona de Aragón (Nápoles, Sicilia y
Cerdeña) y el ducado de Milán. Está formado por un
presidente y 6 regentes: dos por el reino de Nápoles,
dos por Sicilia y dos por Milán. Cada territorio poseía
un regente español y otro italiano.
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

Consejo de Portugal: Se encarga de la administración de justicia, designación de cargos


eclesiásticos y del nombramiento de oficiales en el reino de Portugal. Fue creado tras la
anexión en el reinado de Felipe II (1580) y desapareció tras recuperar su independencia
bajo Felipe IV (1640) Estaba formado por un presidente y un número variable de consejeros,
todos ellos portugueses.
Consejo de Flandes: Tiene como función el nombramiento de cargos, la administración de
justicia y de hacienda en Flandes y Borgoña. Para ello cuenta con un presidente y un
número variable de consejeros. Tuvo que hacer frente a decisiones ligadas a la Guerra en
Flandes (1568-1648) y al mantenimiento del “Camino Español” (que conectaba Flandes con
Nápoles a través de Milán y Borgoña). Desaparecerá con la cesión de estos territorios a la
rama vienesa de los Habsburgo en el Tratado de Utrecht (1713)
Consejo de Indias: Creado en 1524 , tiene como ámbito de actuación territorial el Nuevo
Mundo, se ocupa de supervisar la Casa de Contratación de Sevilla, de proponer cargos, de
la justicia y del tráfico marítimo (incluido su protección mediante el mantenimiento de fuertes
o la organización de grandes flotas –“Sistema de Flotas”-). Está compuesto por un
presidente, un gran canciller, doce consejeros, un cronista oficial de Indias, un cosmógrafo,
un representante de la casa de contratación y 4 oficiales.
Los Consejo Temáticos:
Consejo de Inquisición: cuya jurisdicción se extendía al conjunto de la Monarquía
Hispánica. Tiene como objetivo velar por la pureza del catolicismo, luchar contra las
herejías, y controlar a los cristianos “nuevos”: los judeo-conversos y los moriscos. Está
compuesto por un presidente (el inquisidor general) y seis consejeros (los inquisidores
apostólicos).
Consejo de Cruzada: Creado en 1525, se encarga de administrar las bulas y los subsidios
pontificios para la lucha contra los Turcos, debido a la amenaza que suponía el imperio
Turco para el Mediterráneo y la Europa Oriental.
Consejo de Órdenes: Teniendo al rey como Maestre de las Órdenes Militares desde la figura
de Fernando el Católico, tiene como función la administración de la justicia para los
caballeros de las órdenes, así como la designación de los mismos.
Consejo de Hacienda: Tiene como objetivo recaudar impuestos (que no hacía de manera
directa sino a través de los encabezamientos, arrendamientos y administración de la
exención a particulares o instituciones), administrarlos y velar para que la Monarquía tuviera
liquidez. También se encargaba de gestionar la deuda de la Monarquía con los grandes
banqueros como los Welzer y los Függer. Este consejo para ello dispone de cuatro
tribunales: el consejo de hacienda, el tribunal de “Millones” (a partir del Servicio de 8
Millones de ducados de 1590), el tribunal de oidores y la contaduría mayor de cuentas.
Fuera de esta distribución podemos encontrar dos consejos más formados por miembros
designados por el monarca o por consejeros de diversas áreas:
Consejo de Cámara: En él participan los consejeros requeridos por el monarca. Se ocupan
de convocar Cortes, en las que el presidente y los consejeros participaban en calidad de
asistentes, pero les competía verificar los poderes de los procuradores (representantes de
las ciudades en la Cortes).
Consejo de Guerra: No es un consejo plenamente constituido, ya que lo integraban los
consejeros de estado convocados por el monarca, a los que había que añadir altos mandos
militares o expertos en el tema en cuestión.
Este sistema empezó a demostrar su ineficacia por la gran dependencia del Rey, lo que
facilitó que aparecieran personajes que le liberaran de la gestión de los asuntos de gobierno,
priorizando aquellos sobre los cuales tenía que decidir el Monarca. Así apareció la figura del
valido (Duque de Lerma, Condeduque de Olivares…), que apoyándose en su cercanía con
el soberano, actuaba como un primer ministro. Su falta de legitimidad le restó capacidad,
pero marcó una tendencia que se culminará con los Borbones. Otro elemento que determina
la incapacidad de los Consejos es que no consiguieron integrar a los territorios de la
Monarquía. Idiomas, leyes, costumbres y sistemas políticos y sociales seguían intactos en
cada territorio, sólo la defensa a ultranza del catolicismo daba el punto de uniformidad.
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

Proyectos de centralización política como la "Unión de Armas" del Conde-Duque de Olivares


tensionaron el modelo hasta producir la crisis de 1640, con la separación definitiva de
Portugal y transitoriamente de Cataluña (hasta 1652).
El cambio de dinastía en 1700 a la Casa de Borbón hace que se replantee todo el sistema
polisinodial, disminuyendo el papel de los Consejos a excepción del de Castilla. Las
sucesivas reformas de la Hacienda, la Marina y la Política Americana hacen lo propio con
los consejos temáticos. La Inquisición seguirá siendo un eficaz instrumento para el control
de aquellos elementos que se oponían a la actuación de la Corona, pero permanecerá en
manos de los elementos más reaccionarios. Los secretarios de despacho recogerán el
testigo de los validos, y con su legitimidad asegurada, serán los elementos dinamizadores
de la administración durante el siglo XVIII.
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7. Creación del Imperio colonial: Formas de colonización de América


(Siglos XVI y XVII)

La creación del Imperio Colonial español parte de la necesidad que tenía la propia
Corona de Castilla de crear sus propias vías de comercio con el Oriente y no depender de
genoveses y venecianos (por la vía terrestre de la conocida como Ruta de la Seda), o de
portugueses (bordeando África y el Sudeste asiático para alcanzar las Indias). El proyecto
de Cristóbal Colón fue aprobado por los Reyes Católicos una vez finalizada la conquista de
Granada (enero 1492), se puso en marcha con el acuerdo de las Capitulaciones de Santa
Fe (17 abril 1492) por las cuales Colón consigue de los RR.CC. el nombramiento de
Almirante, Virrey y Gobernador General en todos los territorios que descubriera o ganase
durante su vida, nombrando como herederos a sus sucesores de forma vitalicia, además de
un diezmo de todas las mercaderías que hallase.
De esta manera de se inició el viaje desde el puerto de Palos de la Frontera (Huelva) el 3
de agosto y llegar a la isla Guanahani (Bahamas) el 12 de octubre, para regresar a la
Península en marzo de 1493. A partir de ahí se hicieron otros tres viajes (1493-1496, 1498-
1500, 1502-1504) de descubrimiento encabezados por Colón (que llegaron a la
desembocadura del río Orinoco en 1504); que dieron paso a una conquista sistemática del
territorio en nombre de la Corona de Castilla (posteriormente de la Monarquía Hispánica), no
atendiendo a lo acordado con Colón (pleitos colombinos).
La primera fase de la conquista de
América se tradujo en la ocupación
de gran parte de las islas caribeñas
(1492-1519), siendo el desembarco
de Hernán Cortés en Veracruz (1519)
el inicio de una segunda fase que
finalizaría con la conquista del
imperio Inca (1572).
Esta fase de conquista de
caracterizó por ser realizada por
particulares con escasa intervención
de la Corona, que se limitaba a dar
una capitulación de conquista, es
decir, un documento en el que se
concedía licencia a un particular para
conquistar un territorio determinado,
asumiendo todos los gastos de la
expedición. Así la Corona apenas
arriesgaba, ya que si fracasaba no
había ninguna pérdida; mientras si
fuera exitosa la Corona contaba con
un nuevo territorio.
Así llegó Cortés en 1519 a
Veracruz. Siendo confundido inicialmente como la reencarnación de Quetzalcoalt (principal
divinidad azteca), aprovechó esta circunstancia para iniciar una marcha hacia el interior en
la que consiguió acuerdos con pueblos sometidos por la autoridad azteca (totonacas y
tlaxcaltecas) y entrar en la capital del imperial, Tenochtitlan, bajo el amparo de Moctezuma
(emperador azteca)en 1519. Una rebelión de los habitantes de Tenochtitlan, que
descubrieron que los conquistadores no eran dioses, provocó que Cortés huyera con sus
hombres en la Noche Triste (30 junio 1520) de la ciudad. Fueron perseguidos por los
aztecas, pero la victoria en la batalla de Otumba (1520) permitirá rehacerse a Cortés y
conjuntamente con sus aliados indígenas cercar y tomar Tenochtitlan en 1521,
convirtiéndola en 1535 en la capital del Virreinato de Nueva España.
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Los españoles siguieron avanzando por Centroamérica y se encontraron con la cultura


maya (no se puede hablar de imperio maya, puesto que estaba formado por diferentes
ciudades-estado), que apoyándose en sus conocimientos culturales y uso de la jungla, no
fueron definitivamente conquistados hasta 1697.
La conquista del Birú (El Perú) también tuvo una iniciativa privada, encabezada por
Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Allí localizaron al Imperio Inca que a la llegada de los
españoles estaba sufriendo importantes luchas civiles entre Atahualpa y Huascar. Los
españoles dirigidos por Pizarro atraparon a Atahualpa en 1532, que a cambio de un
generoso rescate (una habitación llena de oro), le ayudaron en su lucha por el poder,
derrotando a Huascar. La ejecución de Huascar por orden de Atahualpa (1533), dio a
Pizarro la oportunidad de librarse de éste y quedarse con las riquezas del Imperio Inca, por
lo que lo mandó ajusticiar el mismo año (1533). Mientras Pizarro controlaba el imperio Inca,
Almagro decidió explorar al tierras al sur del Perú, descubriendo Chile y atravesando los
Andes (1535). El conflicto entre Pizarro y Almagro respecto al control de la ciudad de Cusco
(Cuzco) termina con la muerte de ambos (Almagro tras ser derrotado en 1538 y Pizarro tras
ser asesinado por seguidores de Almagro en Lima en 1541). Con la muerte de Pizarro, la
Corona decide organizar estos territorios en torno a un nuevo virreinato, el del Perú, fundado
en 1542.
A parte de estas grandes expediciones hay que destacar la conquista de Chile a manos de
Pedro de Valdivia (iniciada en 1541), la de Coronado a Nuevo México (1540-1542) o de
Ponce de León (1513) a La Florida en busca de la Fuente de la Eterna Juventud.
El dominio español se plasmó en América a través de una serie de instituciones que no
variaron durante los siglos XVI y XVII:
a.- Desde 1503 se creó la Casa de la Contratación en Sevilla con la finalidad de regular y
monopolizar el comercio con América, y así como la recaudación del impuesto para la
Corona.
b.- Implantación de un
Sistema de Flotas para
proteger el comercio
indiano de los asaltos
piráticos (1561).
c.- La Administración
española en América
estableció la creación
de dos virreinatos, el de
Nueva España (1535) y
el del Perú (1542),
dirigidos por un
representante del Rey
(virrey) y organizados
en gobernaciones,
corregimientos y
municipios; además de
un sistema judicial
basado en la audiencia.
d.- La organización social y la explotación de los recursos terminó por dar forma a las
instituciones más características de la dominación colonial española. Desde el principio de la
conquista siempre existió una minoría peninsular que ocupó los cargos de mayor
responsabilidad, pero que con el tiempo cedió poder e influencia a manos de los criollos
(descendientes de peninsulares). Ambos grupos sociales controlaban la gran mayoría de los
recursos y los explotaban utilizando formas venidas de la península como los repartimientos
(asignación de población indígena para el trabajo en el campo) y las encomiendas (sistema
de explotación basados en la “encomienda” de evangelizar a los indígenas a cambio de su
trabajo); aunque también se utilizaron métodos usados por los grandes imperios
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precolombinos como la mita (trabajo realizado por los indígenas para el Inca, que derivó en
el trabajo de la explotación de las minas de Huancavélica y especialmente, Potosí) y la
minca (trabajo realizado por los indígenas para la comunidad o ayllu).
Los indígenas ocuparon un puesto secundario a pesar de constituir el grupo social más
numeroso pero que desde la llegada de los europeos su número no dejó de mermar como
consecuencia de la propia conquista, la explotación de los propios conquistadores, la
expansión de epidemias no conocidas para ellos, la transformación de la sociedad, etc…;
que en algunos casos fue dramático (los caribes fueron extinguidos).
Pronto se alzaron voces críticas contra el trato a los indígenas. En 1512 la Corona aprobó
regular y controlar la explotación de los indígenas tras las denuncias del dominico Antonio
de Montesinos en las Leyes de Burgos; pero sin duda los grandes defensores de los
derechos del indígena en esta etapa fueron Francisco de Vitoria y fray Bartolomé de las
Casas que consiguieron en 1542 que las Leyes Nuevas, los indígenas fueran contemplados
como súbditos de la Corona –por lo que no podían ser explotados ni esclavizados-; además
de abolir las encomiendas hereditarias. Rápidamente se produjo una respuesta desde
América iniciándose una rebelión (Revuelta de los encomenderos – 1542-1548) dirigida por
Gonzalo Pizarro; que aunque sofocada, ante el temor que las revueltas fueran una
constante al implantar la abolición de la encomienda, este artículo fue bloqueado (1545).
La aparición de esta ley trató de favorecer la situación social de los indígenas, pero su
alcance fue limitado; y abrió, sin proponérselo, la llegada de los esclavos africanos para las
encomiendas en América.
Finalmente nos hemos de referir al fenómeno del mestizaje, propio de la colonización
española de América. La aparición de mestizos a raíz de las relaciones entre los grupos
sociales originarios (indígenas, europeos y esclavos africanos), generó toda una serie de
categorías (también llamadas castas) sociales, similar a la utilización de la “limpieza de
sangre” en la Península para limitar privilegios. Sin embargo, este sistema fue permeable
debido a la magnitud del fenómeno por lo que tras varias generaciones las castas no podían
identificarse, perdiendo con el paso del tiempo la función de rol social pretendida.
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8. Monarquía española, centralización y racionalización administrativa


bajo los Borbones: Decretos de Nueva Planta

El nombramiento de Felipe de Anjou (de Borbón) por parte de Carlos II de Habsburgo


como sucesor a la Corona de la Monarquía desató una serie de reacciones que
desembocaron en la Guerra de Sucesión Española (1701-1713) en Europa que
rápidamente tuvo su vertiente peninsular (1705-1714) abonada por el miedo que tenían los
territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Baleares y, especialmente, Cataluña)
a perder su autonomía institucional y territorial por llegada de un monarca que provenía de
un modelo centralista y unificado como el del estado francés.
La guerra en Europa supuso en la práctica la derrota del principal aliado de Felipe de
Anjou, su abuelo Luis XIV –rey de Francia-; la pérdida de los territorios europeos de la
Monarquía Hispánica (Milán, los Países Bajos y el reino de Nápoles y Sicilia) –tratado de
Rastadt (1714)-; y la consolidación de Gran Bretaña como potencia marítima gracias a la
concesión de ventajas en América como el navío de permiso y el “asiento de negros”,
además de mantener plazas que les facilitaría el control del Mediterráneo como Gibraltar y
Menorca –tratado de Utrecht (1713)-.
A pesar de esto, la victoria de Felipe V en España fue clara, si bien los territorios de la
Corona de Aragón se resistieron hasta 1715, e implantó un modelo de gobierno alejado de
las instituciones de los siglos anteriores, planteando una reforma administrativa e
institucional del Estado claramente centralista, siguiendo el modelo implantado en Francia.
Esta transformación fue posible por la desaparición de los modelos institucionales de la
Corona de Aragón (provocado por el apoyo de estos territorios a los Austrias durante la
guerra) y la institución de Decretos de Nueva Planta para integrar estos territorios en un
mismo modelo administrativo.
En 1707, tras la batalla de Almansa (1707), quedaron abolidos los regímenes de Aragón
(revisado en 1711) y Valencia; en 1715 fue aplicado a Baleares y en 1716 a Cataluña,
permaneciendo el régimen foral sólo en los territorios vasco-navarros como recompensa al
apoyo desde el primer momento a Felipe V.
Los elementos más significativos que se aplicaron al proceso centralizador fueron:
1.- El régimen fiscal se instauró con un sistema de contribución única siguiendo el modelo
de Castilla.
2.- El sistema jurídico quedó organizado en torno a las audiencias implantándose el cuerpo
legislativo castellano (aunque el derecho privado se mantuvo en Aragón, Cataluña y
Mallorca) y el castellano en idioma de la administración.
3.- Se crearon capitanías generales e intendencias, dirigidas por un intendente para el
control de los territorios conquistados durante la guerra tanto en lo militar como la gestión
civil, otorgándoseles competencias en materia de justicia, hacienda, guerra y policía. El
modelo se extendió a todo el territorio con posterioridad, y se les fueron añadiendo
facultades en el ámbito económico (agricultura, comercio, industria, transportes), llegando a
acumular el cargo de corregidor en la capital de su provincia (intendente corregidor). En
1724 desapareció la función de intendente de ejército en las provincias sin tropa.
4.- Los miembros del Consejo de Aragón hubieron de integrarse en el Consejo de Castilla,
desapareciendo dicha cámara.
La consecuencia más inmediata fue la desaparición de las instituciones propias de la
Corona de Aragón y la integración de estos territorios bajo un modelo administrativo único;
pero a más largo plazo se ha visto como una implantación castellana, especialmente en
Cataluña, que eliminaba elementos identitarios como la Generalitat y el catalán,
convirtiéndose en la parte de la base histórica que utilizaría el nacionalismo catalán para
reivindicarse.
Además de este proceso de centralización administrativa también se trabajó por un
proceso de racionalización del poder, que fue sustituyendo progresivamente a las
instituciones de los Habsburgo. El primero paso en este sentido fue la pérdida del peso
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

político de los Consejos, y la aparición de las secretarías de despacho creadas en 1721 en


áreas como Justicia; Hacienda, Guerra, Marina e Indias. Dirigidas por secretarios con
iniciativa organizativa, no tenían libertad de ejecución puesto que al ser elegidos por el Rey
debían someterse a su aprobación, lo que facilitaba el control político de la Corona y la
construcción de un estado centralizado. Este proceso se terminó de perfilar durante el
reinado de Carlos III con la creación de la Junta Suprema de Estado para coordinar las
secretarías en 1787.
Otra área dónde se notó la reforma del Estado fue en las relaciones con la Iglesia. Se
desarrolló toda una política regalista (de apropiación de prerrogativas eclesiásticas por
parte de la Corona), que si bien se había iniciado anteriormente, se intensificó notablemente
durante el siglo XVIII. Los elementos más significativos del Regalismo fueron:
El aumento de la cesión o entrega de parte de los beneficios eclesiásticos obtenidos
(diezmos, tercias reales, bulas de cruzada, subsidio eclesiástico, etc…) a la Hacienda Real.
La potestad del Rey de presentar candidatos para ocupar vacantes episcopales.
El control de la Iglesia española de forma efectiva por parte de la Corona evitando la
“injerencia” del Vaticano. Así podemos enumerar la recuperación de la potestad Regium
exequatur (que confiere a los reyes el derecho de retener hasta dar su aprobación las bulas
y breves papales), la concesión del Patronato Universal (Concordato de 1753) o la expulsión
de los Jesuitas (producida por su falta de sometimiento a la autoridad real por su voto de
obediencia directa al Papa en 1767).
La aplicación de esta política regalista sin embargo siempre se trató de suavizar a través
de acuerdos entre la Corona y el Papado, los Concordatos, que sucesivamente se
produjeron en 1717, 1737 y 1753.
Otro campo de reformas, si bien menos eficaz, pero significativo para su importancia fue
la Fiscalidad. Se trata de abandonar el modelo impositivo heredado de los Habsburgo,
pasando a un modelo de Única Contribución proporcional a la riqueza personal para lo cual
se elaboró un Catastro en 1749 como paso previo para confeccionar dicha exacción, pero la
oposición de la nobleza echó atrás el proyecto dejando un documento excepcional para
conocer la España del siglo XVIII, conocido el Catastro de Ensenada.
En el campo económico se buscó evitar la gran dependencia del producto extranjero,
impulsar el comercio y buscar una mayor eficacia a la hora de explotar los recursos
naturales del país. Así podemos enumerar iniciativas como:
1.- La aparición de Sociedades Económicas de Amigos del País que impulsaban la
aplicación práctica de reformas agrarias para mejorar la productiva económica. Aquí
destacamos el apoyo que dieron estas sociedades a obras de autores como Jovellanos
(Informe sobre la Ley Agraria – 1784) o Campomanes (Tratado de la Regalía de
Amortización – 1765)
2.- El fomento de Manufacturas Reales (como por ejemplo la Real Fábrica de Tapices -
1720-) como forma de incentivar la producción y el consumo interior, y no depender de los
productos extranjeros. Pero en realidad de trataron de centro de producción de bienes de
lujo o de producción monopolística (como el tabaco con la Real Fábrica de Tabaco de
Sevilla) y que no fomentaron la iniciativa industrial en España.
3.- La promulgación del Reglamento de Libre Comercio (1788) que finalizaba con el
monopolio de Sevilla y Cádiz sobre el comercio americano.
4.- La creación de una red de Caminos Reales con formato radial y centro en Madrid para
facilitar la conexión de la Corte con las grandes ciudades periféricas.
5.- La reforma del servicio de Correos, que pasó a ser un servicio público, para organizar y
garantizar la circulación de información; para lo cual se creó una serie de estructuras
(posadas y postas) centralizadas en las Casa de Correos de la Puerta del Sol.
6.- El impulso de obras hidrológicas para mejorar el abastecimiento y uso del agua (inicio de
las obras del Canal de Castilla en 1753) para tareas agrícolas facilitando la extensión del
regadío.
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Contemporánea”

Finalmente, merece una mención especial la promulgación en 1713 de la Ley Sálica, por
la que se concedía prioridad en la sucesión al trono a la línea masculina sobre la femenina;
lo que originaría problemas en el siglo XIX en la sucesión de Fernando VII (1833).

En resumen…
Firmados por Felipe V entre 1707 y 1716.
• La ocasión para comenzar la reforma del Estado fue proporcionada por la guerra de
Sucesión. Debido a la adhesión de los reinos de la Corona de Aragón al Archiduque
Carlos . Felipe V, eliminó sus instituciones político-administrativas con los Decretos de
Nueva Planta o “nueva organización” que iniciaron la unificación institucional del
Estado que posteriormente se extendió toda España y a la América española.
• Los decretos de Nueva Planta fueron aplicados en Aragón y Valencia en 1707, en
Mallorca en 1715, y en Cataluña en 1716.
• Establecieron nuevas instituciones, creadas directamente por la autoridad del rey, que
anulaba el antiguo régimen foral de los reinos de la Corona de Aragón, aunque
conservaban su propio derecho privado, excepto Valencia. Las instituciones políticas
castellanas fueron el modelo de la nueva organización.
• Se suprimieron los privilegios fiscales y se implantó un nuevo impuesto mas moderno,
cuya suma global era fijada por el rey y distribuida por el intendente real entre los
corregimientos, las ciudades y los pueblos. El nuevo impuesto se denominó :
“equivalente” en Valencia, “talla” en Mallorca , “contribución única” en Aragón y “
catastro” en Cataluña , equiparaba la contribución a la Hacienda Pública de estos
territorios a la de Castilla, que había sido muy superior hasta ese momento.
• Se anulaban los privilegios militares , ya que catalanes y aragoneses no estaban
obligados a combatir fuera de sus fronteras.
• Un capitán general sustituyó al antiguo virrey, con amplias atribuciones
administrativas, judiciales y militares. Y no sería nombrado un natural del país.
• Se estableció una corte real o audiencia en cada capital, con magistrados nombrados
por el rey, que debían utilizar el idioma castellano en las causas instruidas.
• Fueron abolidas las Cortes propias .
• La administración municipal recayó en un pequeño número de regidores, miembros
de la nobleza local, favorecidos para conseguir su apoyo a la monarquía, mientras
que las clases medias, antes representadas en las antiguas instituciones forales
fueron excluidas de la administración local.
• Los Decretos de Nueva Planta fomentaron la asimilación de los antiguos reinos de la
Corona de Aragón al Estado, favoreciendo la unificación administrativa y la
centralización del poder.
• Únicamente Navarra y el País Vasco conservaron sus privilegios e instituciones por
su fidelidad a Felipe V durante la guerra de sucesión.
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9. La Ilustración en España y Castilla-La Mancha

La Ilustración en un movimiento intelectual desarrollado en Europa en el siglo XVIII,


originario de Francia.
• Los filósofos ilustrados, especialmente Voltaire, cuyas obras habían alcanzado
gran difusión en las cortes europeas, defendían la razón y el conocimiento
como los medios para transformar la sociedad e iniciar una etapa de progreso
ilimitado, si la vida de los hombres se ajustaba a las normas racionales.
• La Ilustración analizó todos los campos de las ciencias hasta los fundamentos
de la revelación, desde la ley natural hasta las leyes arbitrarias .
• Defendía un modo de interpretar el mundo que procedía del racionalismo
radical de la clase burguesa en ascenso. Buscaba desplazar del poder a la
aristocracia y a la Iglesia.
• Reivindicaba la transformación y mejora de todos los aspectos de la vida
humana .
• También defendía la autonomía de la razón para luchar contra el fanatismo
religioso y la ignorancia . Rechazaba todo tipo de creencias.
• Los ilustrados no pretendieron nunca alterar las bases sociales del Antiguo
Régimen, ni limitar el poder monárquico , ni eliminar los privilegios
estamentales; por eso las reformas planteadas tuvieron un alcance limitado y
no cumplieron totalmente los objetivos planteados.
• El reformismo ilustrado desapareció cuando a finales del XVIII, aparecieron
ideas y actitudes que cuestionaban el Antiguo Régimen y pedían cambios
revolucionarios .

En España, el desarrollo del pensamiento ilustrado se vio favorecido por la llegada de


los Borbones y con la apertura de múltiples contactos intelectuales europeos
(especialmente con Francia); si bien las elites más tradicionales y la Iglesia intentaron
por momentos frenar su avance (tanto es así que la Ilustración tiene su principal
desarrollo durante el reinado de Carlos III tras la expulsión de los Jesuítas -1767- y un
alcance supeficial).
Los primeros pasos de la Ilustración en España vinieron del trabajo
desarrollado en el campo político por personajes como José del Campillo (secretario
de Hacienda de Felipe V) y Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada en
tiempos de Fernando VI. Estos precursores tuvieron una amplia continuidad durante el
reinado de Carlos III (1759-1788) en figuras de
Campomanes, Floridablanca y Jovellanos.
El papel de difusor de las ideas ilustradas
recayó en las Sociedades Económicas de Amigos
del País, que bajo ese nombre no trataban
exclusivamente de temas económicos (se discutían
textos de Adam Smith o François Quesnay, o se
estudiaban informes como el de Jovellanos –Informe
sobre la Ley Agraria-), sino también culturales (se
leían textos de Moratín como El sí de las niñas) y
políticos (como las Cartas Marruecas de José
Cadalso, o textos de Montesquieu y Voltaire).
Uno de los máximos exponentes de la
Ilustración española fue fray Benito de Feijoo, que a
través de sus obras (Discursos) defendía la libertad
de pensamiento y la difusión de la ciencia de la
época. Otros ilustrados destacables fueron Gregorio
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Contemporánea”

Mayans i Siscar (destacó en la recuperación y actualización del castellano iniciada con


la creación en 1713 de la Real Academia de la Lengua) y Francisco Cabarrús
(ideólogo de la emisión de vales reales y su gestión a través de un banco nacional, el
Banco de San Carlos -1782-, precursor del Banco de España).
También hubo un importante crecimiento del interés científico y académico. Se
fundaron abundantes centros de estudio y experimentación al margen de las
universidades como el Real Gabinete de Historia Natural (impulsado por Franco
Dávila, cuyo edificio se convertiría en el Museo del Prado), el Real Jardín Botánico
(fundado en 1755 pero trasladado en 1781 junto al Real Gabinete de Historia Natural),
las escuelas de mineralogía, de ingenieros industriales y caminos; e incluso en 1770 el
Instituto de San Isidro en Madrid, primer centro de enseñanza dotado de un plan de
estudios moderno.
También se protagonizaron expediciones científicas y políticas a América
siguiendo el modelo de otros países europeos, como las de José Celestino Mutis
(1763) o la más conocida de Alejandro de Malaspina (1789), que encabezó un viaje
científico por las posesiones españolas de América y el Pacífico, cuyos resultados
fueron presentados en su informe Viaje político científico alrededor del mundo, donde
dio a conocer más de 14.000 nuevas especies.
Esta corriente de pensamiento, sumada al reformismo borbónico propio del
siglo XVIII, produjo toda una serie de rechazos que se manifestaron de diversas
maneras a lo largo del siglo.
Inicialmente se produjo inquietud entre los grupos que tradicionalmente habían
llevado los “asuntos” del Estado, y que con la llegada los Borbones, se habían visto
desplazados por individuos con una formación académica y universitaria específica (y
cuya extracción social no era sino de la baja nobleza o del estado llano); y utilizaron
medios a su alcance, como la Inquisición, para desprestigiar a estos personajes, sus
iniciativas e ideas como ocurrió en el caso de Macanaz y Ensenada.
También se trató de incitar a la población en contra de los nuevos
planteamientos y reformas traídos por los ministros borbónicos. Un buen ejemplo fue
el motín de Esquilache (1766) en Madrid, producido por el alto precio de los alimentos
y la hambruna pero cuyo detonante fue la reforma de la vestimenta (bando de capas y
sombreros). Aunque Carlos III se plegó a las exigencias de los amotinados (destitución
de Esquilache y abaratamiento del pan); se tomó a los jesuitas como “cabezas de
turco” acusados de incitar a la población y expulsados del país y sus territorios
ultramarinos (1766).
En lo que respecta al ámbito castellano-manchego comienza el siglo volviendo
al primerísimo lugar de la política nacional al producirse en su seno dos importantes y
decisivos hechos de armas: la batalla de Almansa (Albacete) en 1707, y las de
Brihuega y Villaviciosa (Guadalajara), en 1710, las cuales cambian, en favor de la
nueva dinastía de los Borbones, el signo de la internacionalizada Guerra de Sucesión
Española.
Superado este episodio bélico, la población creció (de los tres cuartos al casi
millón de habitantes) y se consolidaron, más que nunca, los grandes poblachones
manchegos tan típicos entre el Tajo y el Guadiana, mientras que las principales
ciudades intentaron recuperarse de la sangría sufrida por la masiva emigración a la
corte madrileña. En cuanto a la economía, la agricultura siguió siendo el sector
dominante y determinante; aún así, los métodos agrícolas y ganaderos no variaron
sustancialmente respecto a los modos tradicionales (cereal, vid, olivo y cabañas
trashumantes). La industria textil conoció serios avances, sobre todo con la iniciativa
estatal de la Real Fábrica de Paños de Guadalajara. El comercio se benefició de la
mejora de las comunicaciones, especialmente con Madrid y Andalucía (habilitación del
puerto de Despeñaperros).
En cuanto a la sociedad, el bloque nobiliárquico y eclesiástico mantuvo su
tradicional situación de preeminencia, basada en un todavía vigoroso régimen señorial.
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En el ámbito administrativo, se avanzó en la identidad de toda esta zona al


crearse la gran provincia de La Mancha en 1718, que no sólo otorgó entidad propia a
las tierras manchegas (ciudadrrealeñas fundamentalmente) respecto a las toledanas,
sino que marcó un hito territorial que será fundamental dos siglos y medio más tarde a
la hora de crear el ente autonómico actual; mientras, gran parte de la provincia de
Albacete siguió vinculada al reino de Murcia por razones estratégicas (hinterland del
arsenal de Cartagena), mientras que Guadalajara continuó su satelización respecto a
Madrid.
Por último, en el aspecto cultural han de ser mencionadas las Sociedades
Económicas de Amigos del País, verdaderos clubes patrióticos de fomento de la
riqueza que sirvieron de correa de transmisión de los ideales reformistas del gobierno
y que fueron sostenidos por los elementos más activos y comprometidos de la
sociedad (profesionales liberales, funcionarios, clérigos ilustrados, burgueses, etc.), y
que surgieron por doquier, derivando muchos de ellas en Juntas de Caridad y
Beneficencia que pervivieron largo tiempo. En todo caso, aparte de gran cantidad de
manifestaciones artísticas del tardobarroco y del neoclasicismo, toda la vida cultural
podría resumirse en la actuación del cardenal Francisco Antonio de Lorenzana
(arzobispo primado de Toledo, 1772-1800), cuya labor fue ingente: instituciones socio-
benéficas, revitalización litúrgica (rito mozárabe), impulso universitario, amplio
programa constructivo, levantamiento de descripciones geográficas y conformación de
una impresionante biblioteca que será el germen de la Biblioteca Regional de Castilla-
La Mancha.
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10. Características políticas, sociales y económicas del Antiguo


Régimen.

A largo del siglo XVI, la Monarquía Hispánica se estructuró sobre la base de una serie
de niveles administrativos y políticos como el sistema polisinodial (dirigido por los
secretarios), las Cortes del Reino (ya fuera en Castilla o Aragón) y los municipios;
creando todo un entramado institucional que dependía directamente del Monarca (en
el siglo XVII esta tarea de delegó en un valido).
Toda esta estructura política se asentó sobre una sociedad que no varió mucho a lo
largo de la Edad Moderna. Era una sociedad estamental, es decir, se encontraba
organizada bajo una estructura piramidal basada en el privilegio y en la reducida
movilidad, y articulada sobre tres estamentos:
a.- El Estado Llano. Forma por el grueso de la población, estaba sometido al pago de
tributos. Dentro de este se detecta una gran heterogeneidad, ya que se incluían en él
desde los mendigos hasta la burguesía comercial.
b.- La Nobleza. También jerarquizada desde los “Grandes de España” (aristocracia
palaciega) hasta los hidalgos sin fortuna, tenía una serie de privilegios legales (no
pagaban impuestos directos y no eran juzgados por las mismas leyes que el resto) que
establecían una barrera con el resto de la población.
c.- El Clero. Compuesto por las altas jerarquías eclesiásticas (emparentados con la
alta nobleza); que contrastan con un bajo clero, con recursos mucho más modestos;
pero con privilegios legales parecidos a
la nobleza.
Durante el siglo XVI, la población
registró un crecimiento moderado (pasó
de 6 millones a 7,5 millones de
habitantes peninsulares), siendo Castilla
el territorio más poblado, mientras que la
costa peninsular queda bastante
despoblada. Esta situación se invirtió en
el siglo XVII; momento que el
crecimiento se estancó (en términos
generales había la misma población al
principio que la final del seiscientos)
debido a las guerras, epidemias
(especialmente de peste), la expulsión
de los moriscos (1609) y la emigración
hacia América. El resultado es un
movimiento centrífugo de población
dejando el interior peninsular despoblado
(salvo Madrid y Sevilla) para ubicarse la población en las zonas litorales.
También la sociedad manifestó una serie de características que determinaron su
evolución durante el Antiguo Régimen. El estilo de vida nobiliario influyó en toda la
población, lo que provocó un desprecio de las actividades comerciales, artesanales y
manufacturas (“vivir de las rentas”) y una búsqueda o compra de cargos y títulos
valederos para conseguir acercarse a la forma de viva nobiliaria y reflejar un éxito
personal y social.
Otro elemento que agravó esta situación fue la implantación de un sistema de
valores asentado sobre el origen de las personas. Acreditar “limpieza de sangre” (no
tener ascendencia judía o musulmana) se convertiría en un mérito muy necesario para
escalar socialmente y/o ocupar un cargo público; esto no hizo sino desprestigiar aún
más los oficios manuales y el comercio, actividades vinculadas tradicionalmente a
judíos y moriscos.
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Esta situación no cambiaría mucho en el siglo XVIII, ya que la nobleza siguió


en la cúspide social, monopolizando cargos y responsabilidades, manteniendo sus
privilegios e imponiendo su estilo de vida ociosa, criticada por los Ilustrados. También
es reseñable la aparición de un nuevo tipo de nobleza, nobleza de toga, cuyos títulos
provienen del éxito que han tenido desarrollando todo tipo de actividades económicas,
políticas, administrativas o militares (como por ejemplo José Moñino, conde de
Floridablanca).
Respecto del clero hay que indicar que sigue teniendo un papel predominante
como elemento de control de la población (tanto desde el punto de vista estadístico
como moral), especialmente en el mundo rural; aunque su influencia política se verá
mermada por las posiciones regalistas de los Borbones.
El estado llano, que seguirá teniendo que pagar impuestos, evolucionará de
manera diferente en el campo y en la ciudad. En la primera, destacamos la figura del
labrador (en la submeseta norte y pequeño propietario); que contrasta con la del
campesino/jornalero (submeseta sur), que vive de un salario por su trabajo. En la
segunda encontramos una heterogeniedad mayor con funcionarios, artesanos,
comerciantes y trabajadores venidos del campo a probar fortuna en la ciudad (“hacer
la Corte”), amén de marginados sociales como mendigos, proscritos, prostitutas, etc….
Sobre la economía en el Antiguo Régimen debemos diferenciar entre
Fiscalidad (recogida de impuestos) y Hacienda (circulación de bienes). La Fiscalidad
durante el Antiguo Régimen será múltiple y compleja, heredada de la Edad Media
(diezmos, pontazgos, portazgos, derechos de paso y pasto, etc…) y ampliada para dar
cabida a nuevas figuras fiscales (servicio extraordinarios, millones, etc…). Ante la falta
de una estructura estatal que recogiese las exacciones y la falta de liquidez de la
Corona, los impuestos solían subastarse entre aquellos que adelantaban el montante
a la Hacienda Real, para cobrarlos posteriormente con margen de beneficio
(encabezamiento). A pesar de los intentos por simplificar las figuras fiscales (Unión de
Armas, Única Contribución, etc…) este sistema de mantendrá hasta el siglo XIX.
Otros elementos que definen la fiscalidad española son los ingresos de la
extracción de metales preciosos en América (Oro y Plata) y los prestamistas (famosos
son los Függer y los Welser en el s. XVI y los banqueros portugueses en el s. XVII),
pero debido a los grandes gastos de la Corona, estos ingresos no fueron suficientes y
produjeron bancarrotas (la más famosa por ser la primera es la 1557).
Respecto a la economía productiva, ésta se asentaba sobre un modelo
fundamentalmente agrario basado en la trilogía mediterránea (cereal, vid y olivo),
completado con la presencia de elementos pecuarios tanto estantes como
trashumantes (organizados y protegidos desde la Mesta). La fuerte llegada de dinero
de América y la especulación sobre el precio de los alimentos (especialmente del trigo
y el vino) produjo una fuerte inflación sobre la economía española al tiempo que se
aplicaba un modelo extensivo para incrementar la producción (roturación de tierras)
cuyos beneficios no revertieron sobre la productividad. Esta situación cambió
drásticamente en el siglo XVII debido fundamentalmente a la crisis económica que
sacudió a Europa (y que afectó especialmente a España), las malas cosechas, la
pérdida de población, las epidemias y el incremento de la presión fiscal mostró la
debilidad económica de la agricultura española, que sólo empezó a recuperarse a
finales del siglo XVII. Ya en el siglo XVIII, la productividad de la tierra aumentó (por
debajo de lo que había en Europa), facilitando el crecimiento de la población hasta los
12,5 millones a finales del siglo (influyó también la menor sangría bélica así como un
menor impacto de las enfermedades debido a la mejora de las condiciones higiénicas);
gracias a las pequeñas mejoras impulsadas e introducidas por sectores ilustrados
próximo a este campo (ayudó mucho las Sociedades Económicas, así como el trabajo
de autores como Jovellanos –Informe sobre la Ley Agraria, 1794).
Las manufacturas se concentraban fundamentalmente en las ciudades y
dependían de los gremios, organizaciones cerradas y muy jerarquizadas que
Tema 1 PAEG Historia “Raíces históricas de la España
Contemporánea”

establecían las formas de producción, la cantidad, el margen de beneficios e incluso


quién podía practicar el oficio. Esta área económica sólo se vio alterada en el siglo
XVIII con la aparición de las Reales Fábricas, impulsadas desde la Corona para crear
unas manufacturas competitivas, que fracasaron puesto que su mercado se limitó a los
bienes de lujo. Sólo a finales del siglo XVIII encontramos una protoindustrialización a
nivel textil en Cataluña y a nivel siderúrgico en el País Vasco y Málaga.
Respecto del comercio, este se centró especialmente con América, donde el
intercambio se basaba en productos manufacturados con la Metrópoli (los territorios
coloniales no podían establecer relaciones comerciales con otros países) a cambio de
materias primas de alto rendimiento (palo Campeche, azúcar de caña –melaza-) y
metales preciosos (oro y plata). Este comercio se centro en Sevilla, aunque se
beneficiaba todo el bajo valle del Guadalquivir ya fuera por concesiones o
contrabando. Para evitar los ataques piráticos se constituyó un sistema de flotas y
galeones (1561). En el siglo XVIII se abrió el comercio a otros puertos españoles
(Reglamento de libre comercio-1788). Debido a las constante guerras con países
europeos se resintió la relación comercial, dónde podemos destacar el comercio de
vellón (de lana). El comercio interior fue muy local, restringido por la falta de buenas
comunicaciones, un mercado inadecuado, la manipulación y devaluación de la
moneda (especialmente del vellón) y una dependencia de los productos foráneos.

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