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Por cinco meses permanecí aislado en una prisión, sin derecho siquiera a
una hora de sol, confinado en una celda, sin que se me hubiera indicado, tal y
como lo exige el derecho nacional e internacional, cuál era el delito que se me
atribuía, que calificación tenía y que pruebas había en mi contra, como si lo
hicieron con el resto de los imputados. Y sin haber sido juzgado como
corresponde en un Estado de Derecho, la opinión pública y algunos medios
sentenciaron que era culpable de algo, sin siquiera tener claro de qué.
Basta tan solo recordar la forma como presentaron algunos hechos y sin que
mediara siquiera una prueba o un estado financiero aseguraron que a mi haber y
el de mi familia existían cuentas y bienes multimillonarios, los cuales, por no
existir, nunca pudieron demostrar.
Por más de cuatro años, 14 fiscales del Ministerio Público, oficiales del
Organismo de Investigación Judicial y las unidades investigativas de algunos
medios de comunicación se desplazaron por diversos países del mundo,
buscaron infructuosamente bienes o acciones delictivas que atribuirme, y nada
absolutamente nada pudieron aportar que diera el más mínimo indicio de que
haya cometido delito alguno.
Por ello, cuando se me buscó para asesorar en la tramitación de una ley que
permitiría hacer realidad el ofrecimiento del Gobierno Finlandés para otorgar al
país un préstamo, sin intereses, por 10 años plazo para la adquisición de
equipos médicos de la más alta calidad, me interesé en conocer del tema.
Me pareció entonces que era una oportunidad única para solventar el atraso
de más de 30 años que tenía la Caja en materia de equipamiento. Como es
normal en este tipo de empréstitos los equipos deberían tener un alto
componente finlandés.
La compra de los equipos, por su parte se hizo con total apego a la ley, a la
aprobación previa de la Asamblea Legislativa, la Procuraduría, la Contraloría
General de la República, la Caja y la Sala Constitucional entre otros, todo dentro
del marco que la ley manda, tal y como lo señaló el estudio pericial del Lic.
Álvaro Fernández Silva, ex magistrado y adalid de la lucha contra la corrupción.
Todos los aquí presentes hemos sido testigos de cómo las barras de prensa
se abarrotaban con varios periodistas de un mismo grupo noticiosos cuando
creían que la noticia podía ser desfavorable a la defensa, pero desaparecían
como por arte de magia cuando la defensa presentaba sus argumentos,
testimonios y conclusiones.
Desde que se inició este asunto y a lo largo de todo este largo proceso he
repetido una y otra vez la verdad, recibí honorarios profesionales en el ejercicio
de mi profesión, nueve años después de haber dejado la Presidencia, nunca lo
negué y siempre di la cara.