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Buenos Aires, 10 de septiembre de 2009

Al Sr. Subsecretario de Justicia


Dr. Daniel Agustín Presti

CC: Jefe de Gobierno de la


Ciudad de Buenos Aires
Ing. Mauricio Macri

Ref: Proceso de selección Juez del Tribunal Superior de Justicia


Decreto 1620/03
Candidata Daniela Ugolini-

De nuestra mayor consideración:

Las organizaciones firmantes nos dirigimos a Usted a efectos de participar en el proceso


de selección para integrar el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad y presentar una
impugnación a la candidatura de Daniela Ugolini, conforme el artículo 3 del Anexo del
Decreto 1620/03.

De acuerdo con la publicación de la propuesta de la candidata Daniela Ugolini en el


Boletín Oficial de la Ciudad del día 20 de agosto de 2009, hacemos esta presentación
cumpliendo con los requisitos y los plazos establecidos en el Decreto mencionado. Al
mismo tiempo, las organizaciones firmantes, con domicilio en la Ciudad de Buenos
Aires, declaramos bajo juramento la veracidad de los datos que aportaremos.

El decreto 1620/03 hace explícitas las consideraciones constitucionales y valorativas a


tener en cuenta para la selección de un magistrado o magistrada para el Tribunal
Superior de Justicia. Estos requisitos son, según el decreto, la idoneidad técnico-jurídica
y moral, la independencia de criterio y el compromiso con los valores democráticos y de
los derechos humanos. Esta norma es la manifestación del compromiso de los órganos
políticos encargados de la selección de los jueces para la conformación de una justicia
democrática, independiente y de excelencia técnica que cumpla su rol constitucional de
proteger los derechos de las personas y de consolidar el sistema democrático.

Este proceso de selección está destinado a designar un miembro en el Tribunal Superior


de Justicia de la Ciudad, de modo vitalicio, que tendrá por función —junto con el resto
de los integrantes del tribunal— interpretar de manera última la Constitución de la
Ciudad de Buenos Aires, y constituirse en la última instancia jurisdiccional local de
aplicación de la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos. El o la candidata que resulte de este proceso de selección debe mostrar un
compromiso fehaciente con las declaraciones de principios y derechos establecidos en la
Constitución de la Ciudad. Es por ello que, de acuerdo con la relevancia institucional de
este proceso de selección, entendemos que el procedimiento debe ser lo más amplio y
participativo posible a efectos de otorgar plena legitimidad social y política a la decisión
que tome el Poder Ejecutivo.
En este sentido, entendemos que la candidata propuesta debe mostrar una solvencia
técnica y el compromiso necesario con estos valores, más allá de la conveniencia o
inconveniencia que estas posiciones puedan representar para determinado gobierno.

Sin embargo, por las consideraciones que expondremos a continuación, manifestamos


que la candidata no cumple con estos criterios, expresados en los requisitos de
idoneidad técnica y moral, independencia de criterio y compromiso con los valores
democráticos y de derechos humanos, mencionados el decreto 1620/03, del artículo 1
del Anexo.

En el presente proceso de selección se está eligiendo un magistrado o magistrada para el


máximo tribunal del poder judicial de la Ciudad. El cargo debería recaer en uno o una
de los mejores juristas de la Ciudad o del país. De los antecedentes curriculares de la
candidata, no se detecta que haya escrito siquiera un libro sobre alguna temática
particular, de su especialidad. Tampoco es profesora Titular de alguna Universidad
pública. Sin embargo, podría suceder que se haya dedicado a la vida profesional, y de su
trabajo se desprenda esta excelencia. Lamentablemente, luego de analizar sus
dictámenes, estamos convencidos de que no es el caso.

Para conocer sus posiciones jurídicas y analizar su idoneidad técnica, evaluamos los
dictámenes elaborados en ejercicio de sus actuales funciones en el Poder Judicial, como
fiscal ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad y las
que ha realizado anteriormente como Procuradora General de la Ciudad. Esta trayectoria
nos permitió constatar sus inaceptables posiciones jurídicas en relación con la vigencia
de la Constitución y los derechos humanos, y su independencia de criterio.

En una gran cantidad de casos de indudable interés público la candidata Ugolini


convalidó el accionar del Gobierno pese a que éste resultara claramente violatorio de
derechos fundamentales de los/as habitantes de la Ciudad, y evidenció un grave
desconocimiento de normas y estándares básicos que forman parte de nuestro derecho
constitucional y supra-constitucional.

Como veremos a continuación, los dictámenes de la candidata Ugolini expresan una


concepción inconstitucionalmente restrictiva tanto del alcance de los derechos
económicos sociales y culturales reconocidos en nuestra normativa, como de los
derechos civiles y políticos, en este caso, el derecho a la libertad de expresión, a
peticionar a las autoridades y de reunión. La gravedad de la propuesta que se somete a
consideración pública reside en que sus posiciones no resultan ser “una interpretación
posible más dentro del marco constitucional”, sino que por el contrario constituyen
opiniones que caen por fuera de la esfera de la Constitución de la Ciudad, de la Nación
y de los tratados internacionales de derechos humanos.

En la medida que este trámite participativo tiene como objetivo generar la mayor
cantidad de información posible y ampliar los debates en torno a la justicia para una
mejor toma de decisión del Jefe de Gobierno y de la Legislatura, las objeciones, dudas y
sospechas fundadas que aquí se exponen deberán ser analizadas y tenidas en cuenta al
momento resolver la propuesta.

1. Falta de idoneidad técnica y moral: la ausencia de compromiso con los valores


democráticos y los derechos humanos
1. a Idoneidad moral:

A fin de valorar adecuadamente la idoneidad moral de la candidata propuesta resulta


indispensable acceder a información completa y detallada sobre distintos aspectos de su
ejercicio profesional, que no fue acompañada en su currículum vital ni en su declaración
jurada.

Así, la candidata Ugolini manifiesta que desde el año 1974 al año 2000 realizó asesoría
jurídica a empresas, período durante el cual simultáneamente se desempeñó como
abogada del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, encontrándose a cargo de la
Procuración General de la Ciudad desde el año 1999.

En orden a determinar la existencia de posibles conflictos de intereses es preciso que la


candidata propuesta informe completa y detalladamente a qué empresas asesoró durante
el tiempo en el que se desempeñó como abogada del Gobierno de la Ciudad.

A su vez, pese a que en su currículum vitae sostiene que durante el período 1974-2000
asesoró jurídicamente a empresas, en su declaración jurada la Dra. Ugolini informó que
no pertenece ni perteneció a ningún estudio jurídico. En ese sentido, resulta
imprescindible que aclare desde dónde desarrolló esa actividad profesional.

1. b La interpretación de la candidata sobre el alcance de los derechos


constitucionales

La candidata exhibe un criterio severamente restrictivo del derecho a la


libertad de expresión y desconoce las normas constitucionales que prohíben la
censura previa.

En el caso “Asociación Cristo Sacerdote y otros contra/GCBA sobre otros procesos


incidentales” (Expte. N° 14194/1), la jueza de primera instancia hizo lugar a la acción
de amparo interpuesta por la asociación demandante y ordenó suspender de forma
cautelar los actos administrativos que dispusieron la realización de la muestra artística
“León Ferrari. Retrospectiva. Obras 1954-2004” en el Centro Cultural Recoleta. El
Gobierno apeló la decisión. La candidata Ugolini, en su carácter de fiscal de Cámara,
dictaminó en sentido coincidente con la jueza de primera instancia. Finalmente la
Cámara revocó el pronunciamiento de la jueza, por considerar que se estaba ante un
caso de censura judicial, claramente prohibida en nuestro sistema constitucional.

En su dictamen Ugolini sostuvo que “algunas de las obras expuestas en la muestra


artística de León Ferrari han podido generar un daño al sentimiento religioso de la
comunidad cristiana…la libertad de expresión no es libertad de agresión y, por ello,
resultando suficientemente demostrado que se ha generado un daño al sentimiento
religioso, no encuentro razones que justifiquen que ese daño no deba evitarse… No
basta en mi opinión la advertencia de un cartel indicando que la obra puede afectar el
sentimiento religioso, ya que precisamente la ofensa no se evita por ello. Si bien tal
cartel puede evitar la entrada de quien pueda sentirse ofendido, la ofensa al
sentimiento religioso de la comunidad cristiana está en la propia exhibición pública de
expresiones que agreden el sentimiento religioso y que la Ciudad posibilita. En
definitiva, no se trata de impedir la exhibición de obras artísticas, sino de impedir la
exhibición de “ofensas”: el artista no tiene inmunidad de agresión. La expresión
artística cuestionada es claramente una expresión “anti cristiana”, ya que las obras,
tal como pueden interpretarse de la manera más objetiva posible, demuestran desprecio
e insulto para los símbolos cristianos y los pone en situaciones cuanto menos
ridículas”.

El criterio expuesto por la Fiscal resulta claramente violatorio de la Constitución Local1,


de la Constitución Nacional2 y de diversos Tratados Internacionales de Derechos
Humanos que protegen privilegiadamente el derecho a la libertad de expresión. Tal
derecho se integra con la facultad del artista de exponer su obra públicamente y con la
del público de contemplar la obra.

El derecho a la libertad de expresión es un derecho esencial en todo estado democrático.


Sin libertad de expresión no puede concebirse un debate público libre y robusto que
asegure la adopción autónoma de creencias y planes de vida.

Por tal motivo, en mérito a la especial protección que merece este derecho y a su íntima
conexión con el sistema democrático, las normas constitucionales y supranacionales
vigentes establecen con toda claridad que su ejercicio no puede estar sujeto a censura
previa, sino que sólo podrá estar sujeto a responsabilidades ulteriores en ciertos casos
precisamente determinados.3

Con su opinión la Fiscal pretendió que se autorice una inaceptable censura estatal –en
este caso judicial- sobre la expresión artística, lo cual evidencia un criterio
peligrosamente restrictivo del derecho a la libertad de expresión. La función del arte no
es simplemente recreativa, es a su vez, vanguardia provocadora, y la mayoría de las

1 El art.32 establece que “La ciudad distingue y promueve todas las actividades creadoras. Garantiza la
democracia cultural; asegura la libre expresión artística y prohíbe toda censura; facilita el acceso a los
bienes culturales; fomenta el desarrollo de las industrias culturales del país; propicia el intercambio;
ejerce la defensa activa del idioma nacional; crea y preserva espacios; propicia la superación de las
barreras comunicacionales; impulsa la formación artística y artesanal; promueve la capacitación
profesional de los agentes culturales; procura la calidad y jerarquía de las producciones artísticas e
incentiva la actividad de los artistas nacionales; protege y difunde las manifestaciones de la cultura
popular; contempla la participación de los creadores y trabajadores y sus entidades, en el diseño y la
evaluación de las políticas; protege y difunde su identidad pluralista y multiétnica y sus tradiciones. Esta
Constitución garantiza la preservación, recuperación y difusión del patrimonio cultural, cualquiera sea su
régimen jurídico y titularidad, la memoria y la historia de la ciudad y sus barrios”.
A su vez, en su art. 12 inc. 2 la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires garantiza el
derecho a comunicarse, requerir, difundir y recibir información libremente y expresar sus opiniones e
ideas, por cualquier medio y sin ningún tipo de censura.
2
La Constitución Nacional dispone en su artículo 14 que todos los habitantes de la Nación gozan, entre
otros, del derecho de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa y, a su vez, el artículo 32
establece que el Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta. La Convención
Americana sobre Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras ya sea oralmente, por escrito o en
forma impresa o artística” (art. 13). Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
contiene una referencia similar a la transcripta del Pacto de San José de Costa Rica, en su artículo 19.
3
Al respecto, la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que “el ejercicio del derecho
previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores,
las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los
derechos o la reputación de los demás o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la
salud o la moral pública.” (artículo 13.2.).
veces provoca sentimientos encontrados. Eso es, justamente, lo que protege la garantía
de la libertad de expresión.

La inobservancia de estos preceptos legales pone de manifiesto no solo sus


convicciones personales sobre el tema sino la falta de idoneidad técnica jurídica para
desempeñarse como jueza del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad.

La candidata sostiene un criterio sumamente lesivo del derecho a peticionar a


las autoridades y del derecho de reunión de los/as habitantes de la Ciudad.

En el caso “Verazay Irma contra GCBA sobre otros procesos incidentales”(Expte


29883/1), la candidata Ugolini se pronunció sobre la instalación de carpas en la Plaza de
los Dos Congresos por la agrupación Compromiso K, a raíz del conflicto generado
como consecuencia del dictado de la resolución 125/08 del Ministerio de Economía de
la Nación.

La demandante había comunicado a las autoridades del GCBA la instalación de las


carpas, en cuyos ámbitos se darían conferencias explicativas. Ese mismo día
funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente del gobierno de la Ciudad se hicieron
presentes con la decisión de ordenar el levantamiento de las carpas.

La jueza de primera instancia ordenó al Gobierno abstenerse de llevar adelante


cualquier acción tendiente a desalojar o levantar de cualquier forma la instalación de las
carpas instaladas, identificadas con el logo de “Compromiso K”, y la libre circulación y
permanencia de personas en ellas y sus inmediaciones, hasta tanto se resuelva sobre el
fondo de la cuestión.

Apelado el fallo por el Gobierno, y aunque las carpas ya habían sido retiradas por la
agrupación demandante, la fiscal Ugolini decidió pronunciarse sobre el tema debido a
que el caso era susceptible de repetición, puntualizando que el interés comprometido en
el uso del espacio público imponía a esa Fiscalía efectuar ciertas consideraciones.

En su dictamen Ugolini opinó que el otorgamiento de permisos de uso del espacio


pertenece al ámbito de la actividad discrecional de la Administración, agregando
que el Estado no sólo tiene el derecho sino también, y fundamentalmente, el deber de
velar por la conservación del dominio público.

El dictamen de la fiscal revela una interpretación inconstitucional del derecho de


peticionar a las autoridades, del derecho de reunión y del derecho a la libertad de
expresión de la ciudadanía sobre asuntos de indudable interés público.

Tales derechos merecen la máxima protección en un Estado democrático y participativo


(art.1 CCABA), lo que implica que el criterio de la fiscal en relación con la
discrecionalidad estatal en el otorgamiento de permisos de uso del espacio público a los
fines de expresarse y protestar resulta constitucionalmente inaceptable.

Como resulta obvio, el alcance del derecho a usar el espacio público para ejercer el
derecho de reunión, el derecho a protestar y manifestarse sobre asuntos de trascendencia
e interés público no puede depender de la voluntad discrecional del Gobierno. Sin
embargo, la fiscal no efectuó el menor desarrollo sobre los alcances de los derechos
invocados por los manifestantes, limitándose a sostener la discrecionalidad del
Gobierno en el otorgamiento de permisos.

Tal limitado entendimiento sobre el derecho a la protesta, a la reunión y a la libertad de


expresión resulta contrario a los principios que rigen en una democracia constitucional,
que sitúan en un lugar privilegiado el derecho de la ciudadanía a expresarse, máxime
cuando se discuten asuntos de interés público y de gran trascendencia institucional.
Frente a la entidad de tales derechos no puede sostenerse que el otorgamiento de
permisos sea una facultad discrecional, pues ello implica negarles carácter de derechos,
y convertirlos en meras concesiones facultativas del poder gubernamental.

Pese a la especial trascendencia de los derechos en juego, en su dictamen Ugolini ni


siquiera analizó la afectación que el levantamiento de las carpas hubiera ocasionado a
los derechos constitucionales de los/as demandantes y de la ciudadanía en general,
limitándose a sostener que no contaban con permiso para instalar las carpas. En ese
aspecto, el dictamen se encontraba, además, deficientemente fundado.

Al mismo tiempo, fueron especialmente preocupantes sus afirmaciones en cuanto al


alcance de las facultades gubernamentales. La fiscal sostuvo que “[g]arantizar el uso
común conlleva la facultad para actuar por sus propios medios sin necesidad de la
intervención judicial para evitar ataques o turbaciones que constituyan obstáculos
para la integridad o el fin al que la cosa pública está destinada, debiendo ser dicha
acción tan rápida y enérgica como sea posible…” (el resaltado no está en el original).

Es decir que a criterio de la fiscal, el Gobierno se encuentra autorizado a desalojar “en


forma tan rápida y enérgica como sea posible”, a quienes instalen carpas en espacio
públicos a los fines de ejercer su derecho de peticionar a las autoridades sobre asuntos
de trascendencia pública, sin requerir intervención judicial.

Como resulta evidente, el criterio de Ugolini es inaceptable e incompatible con los


estándares constitucionales que se derivan de la forma republicana de Gobierno y de la
democracia participativa que sostiene nuestra Constitución local. Si esto no fuera así, el
derecho a manifestar sería inexistente.

Los dictámenes de la fiscal Ugolini reducen a nada el derecho a la vivienda de


niños/as y adultos/as en situación de calle, vulnerando también su derecho a la
salud y su derecho a condiciones mínimas de asistencia e inclusión social.-

En numerosas causas4 la fiscal ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo y


Tributario debió pronunciarse sobre las acciones de amparo interpuestas por personas

4
Caballero Liliana Beatriz Contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 25619/0; Ibarrola
Alvarenga Miriam y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 18305/0; Ortiz Luis y otros
Contra Gcba Sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 18174/0; Diaz Chaname Martha Contra Gcba Sobre
Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 16517/0; Sanchez Victor Fernando y otros contra Gcba sobre Amparo (Art.
14 Ccaba), Exp 16089/0; Torbellino Hinostroza Silvia y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba),
Exp 13306/0; Gonzalez Maria de los Angeles y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp
12948/0; Montenegro Norma Ester contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 11848/0; Vigo Marin
Erika Milagritos contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30315/0; Caponi Carlos y otros
contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30268/0; Quintanilla Espejo Pamela Alizon contra Gcba
y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30186/0; Bernstein Miriam Graciela contra Gcba y otros
sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30188/0; Samudio Bordon Sonia y otros contra Gcba y otros sobre
que solicitaban ser reincorporadas a los planes de emergencia habitacional creados por
el Gobierno.

Las demandas se basaban en que una vez cumplido el plazo establecido en dichos
planes, y pese a que en los casos planteados no habían cesado las causas que dieron
lugar al otorgamiento del subsidio —las/os demandantes seguían en situación de calle—
la Administración interrumpía las prestaciones, y se negaba a reincorporarlos/as a los
planes habitacionales.

La fiscal Ugolini negó el derecho de los y las demandantes a ser reincorporados/as a los
planes de emergencia habitacional.

El argumento central utilizado una y otra vez por Ugolini para dictaminar que los
reclamantes no tienen derecho a continuar percibiendo el subsidio habitacional se basa
en que “la fijación del plazo por el cual habría de otorgarse el subsidio constituye una
facultad propia de la Administración ejercida según un criterio de oportunidad o
mérito”5.

De ese modo, la fiscal reconoce a la administración una facultad ilimitada para decidir
si dará cumplimiento o no al derecho constitucional a la vivienda de los/as habitantes de
la Ciudad, derecho claramente reconocido en normas de mayor jerarquía6. El programa

Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 29975/0; Saavedra Castillo Beatriz Liliana y otros contra Gcba y otros
sobre Amparo (Art. 14 Ccaba); Sotelo Valeria Mariana contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp
29283/0; Veron Gloria Azucena contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 29128/0; Doval
Amalia Monica Contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 28816/0; Fernandez Roxana
Victoria contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 28581/0; Menge Jorge Cesar contra Gcba sobre
Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 28340/0.
5
Ibarrola Alvarenga Miriam y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 18305/0; Ortiz Luis
y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Caba), Exp 18174/0.
6
La Constitución Nacional dispone en su artículo 14 bis, tercer párrafo que: "El Estado otorgará los
beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter integral e irrenunciable. En especial, la ley
establecerá: (...) el acceso a una vivienda digna". Los Tratados internacionales de Derechos Humanos que
gozan de jerarquía constitucional también han consagrado expresamente el derecho a la vivienda. La
Declaración Universal de Derechos Humanos establece en su artículo 25.1 que "toda persona tiene
derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, el bienestar, y en
especial (...) la vivienda...". El artículo XI de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre expresa que "toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y
sociales, relativas a (...) la vivienda...". En igual sentido, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales prevé en su artículo 11 que "los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el
derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y
vivienda adecuados...". También la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer y la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación Racial establecen similares previsiones.
Asimismo, la Convención sobre los Derechos del Niño estipula que los Estados partes, de acuerdo con las
condiciones nacionales y con arreglo a sus medios, "adoptarán medidas apropiadas para ayudar a los
padres y a otras personas responsables por el niño a dar efectividad a este derecho y, en caso necesario,
proporcionarán asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el
vestuario y la vivienda" (art. 27.2).
Finalmente, y en lo que respecta al ámbito local, la CCABA establece en su artículo 10 que rigen en el
ámbito local "todos los derechos, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional, las leyes de la
Nación y los tratados internacionales ratificados y que se ratifiquen. Éstos y la presente Constitución se
interpretan de buena fe. Los derechos y garantías no pueden ser negados ni limitados por la omisión o
insuficiencia de su reglamentación y ésta no puede cercenarlos".
de entrega de subsidios es la única política estatal destinada a la población en situación
de calle. En los casos analizados tal situación persistía, lo que implica que la fiscal
Ugolini, al reconocer al Gobierno la facultad de cortar la asistencia habitacional,
termina por reducir a una mínima expresión su derecho a la vivienda, desnaturalizando
los tratados internacionales y las interpretaciones que realizaron los órganos de
aplicación de dichos tratados. Contrariamente a lo afirmado por la fiscal, frente a toda
exigencia constitucional o legal, la administración no está facultada, sino obligada a
actuar en consecuencia.

La discontinuidad de las prestaciones vulnera el principio de no regresividad


consagrado en tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional, esto es, la
prohibición de adoptar políticas y medidas que empeoren el estándar de vigencia
de los derechos sociales.

Sin embargo, la fiscal Ugolini sostiene “respecto del alcance del derecho a una
vivienda digna según la interpretación de los Pactos Internacionales, normas
constitucionales y legales… que toda necesidad vinculada a la vivienda no puede ser
siempre satisfecha sino en el marco del presupuesto exigible y del respeto del derecho
de igualdad”7.

Al contrario de lo que sostenía Ugolini, la Cámara en lo Contencioso Administrativo y


Tributario ha reconocido en forma clara y contundente “la existencia de un derecho a la
vivienda en el orden jurídico nacional, que no puede ser desvirtuado (o alterado, en
los términos del art. 28, CN y art. 10, CCBA) por la política presupuestaria del
Gobierno, pues lo contrario implicaría, para emplear las contundentes palabras de la
Corte Suprema "subvertir el estado de derecho" y "dejar de cumplir los principios de la
Constitución” 8.

La preeminencia del gasto público en materia de Derechos Económicos, Sociales y


Culturales (DESC) encuentra su consagración tanto en la Constitución Nacional, como
en diversos Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos con jerarquía
constitucional y en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires. A su vez, también ha
sido receptada por los organismos internacionales jurisdiccionales y consultivos
competentes9.

A su vez, el artículo 20 de la Constitución local establece que "se garantiza el derecho a la salud integral
que está directamente vinculada con la satisfacción de necesidades de alimentación, vivienda, trabajo,
educación, vestido, cultura y ambiente". En igual sentido, el artículo 31 dispone que "La Ciudad reconoce
el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado. Para ello: 1) Resuelve progresivamente el déficit
habitacional, de infraestructura y servicios, dando prioridad a las personas de los sectores de pobreza
crítica y con necesidades especiales de escasos recursos; 2) Auspicia la incorporación de los inmuebles
ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores
marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con
criterios de radicación definitiva; 3) Regula los establecimientos que brindan alojamiento temporario,
cuidando excluir los que encubran locaciones".
7
Vigo Marin Erika Milagritos contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba) Exp 30315 /0.
8
Mansilla, María M. c. Ciudad de Buenos Aires, CCAyT , 13/10/2006.
9
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), que al consagrar lo
que se conoce como “principio de progresividad”, en su artículo 2.1 establece: “Cada uno de los Estados
Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la
asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los
recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en
Resulta sorprendente que la Fiscal —que se encuentra desempeñando funciones
públicas desde hace mas de tres décadas—, desconozca que la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires ha asumido compromisos constitucionales operativos en relación con los
derechos sociales, que comprenden tanto el cumplimiento de contenidos mínimos
esenciales en relación con el derecho a la vivienda como la obligación de avanzar
progresivamente en su pleno reconocimiento, hasta el máximo de los recursos de que se
disponga.

Como al respecto bien sostiene la sala II de la Cámara Contencioso Administrativo y


Tributario de la CABA “el deber de asistencia del Estado local no se agota luego de
transcurrido el plazo de 6 meses previsto en la mencionada norma, sino que dicha
obligación se extiende mientras subsista la situación de precariedad habitacional de
sus beneficiarios… Por ello, este Tribunal estableció —en el marco de dichas causas—
que la Ciudad no podía suspender la cobertura asistencial brindada si no se
encontraba plenamente demostrado el cumplimiento de los objetivos que justificaron
la creación del referido plan”10.

La situación se torna aún más grave si se tiene en cuenta que en muchos de los casos
dictaminados se encontraban afectados/as niños, niñas, personas enfermas o con
discapacidades. Pese a lo dramático de las circunstancias que rodearon tales casos y la
magnitud de los derechos implicados, ellas no fueron ni siquiera mínimamente
analizadas ni tenidas en cuenta en los dictámenes. Según la opinión de Ugolini, el
Estado puede dejar en la calle a esas niñas, niños, personas con discapacidad y otras
personas en la más extrema situación de vulnerabilidad, y esa conducta no estaría
violando derecho alguno.

Estas decisiones son claramente violatorias del principio que indica que se debe especial
protección a los grupos vulnerables. De esta manera, se ha destacado que “aún en
tiempos de limitaciones graves de recursos, causadas sea por el proceso de ajuste, de
recesión económica o por otros factores, se puede y se debe en realidad proteger a los
miembros vulnerables de la sociedad”11. Las decisiones de la candidata Ugolini en los
distintos casos sometidos a su consideración se han repetido sin tener cuenta, en
ninguno de ellos, la especial protección que merecen ciertos grupos de nuestra sociedad.

Más aún en un caso donde se reclamaba por la inclusión en un Programa de un nuevo


miembro familiar12. La fiscal Ugolini expresaba “En particular el decreto 895 (BO del
13/8/02) en su artículo 19 establece que: “A partir de la fecha de entrada en vigencia
del presente decreto no podrán ingresar nuevos beneficiarios a la modalidad
transitoria de alojamiento en hoteles prevista en cualquier otro programa habitacional
de este gobierno”. Es por ello que admitir lo pretendido por el actor implicaría
desconocer e incumplir lo establecido en la norma. Si bien es posible suponer que quién
es beneficiario del programa tenga nuevos hijos, las condiciones y características de la

particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos.”
La aplicación de este estandar al derecho a la vivienda fue afirmado por el Comité DESC de las Naciones
Unidas, en su Observación General N° 7, numeral 16.
10
Mansilla, María M. c. Ciudad de Buenos Aires, CCAyT , 13/10/2006.
11
Comité DESC, OG Nº 3, cit, párrafo 12.
12
Teyssier D`Alessandro Renee Solange y Otros Contra Gcba Sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), ( Expdte
8336 /0)
situación que reconoce el propio coactor Avila, no permiten, en mi opinión, hacer
responsable al Estado y a la sociedad en su conjunto de las consecuencias del obrar
de quién, antes que nada, debería asumir su propia responsabilidad en la paternidad”
(el destacado nos pertenece).

Las consideraciones de Ugolini ya no sólo sobre el fondo de la cuestión sino sobre las
elecciones de vida de lo amparitas del caso revelan una interpretación de tipo
paternalista y un desconocimiento de las obligaciones que pesan sobre el Estado y los
derechos que asisten a todas las personas que no pueden quedar en manos de una
calificación arbitraria sobre la conducta de esas personas, realizada por el órgano
jurisdiccional que tiene precisamente a cargo su protección.

Asimismo, en casos donde se demandaba asistencia frente a la desalojos13 la candidata


Ugolini no ha tenido en cuenta los estándares básicos establecidos por los principios
internacionales de derechos humanos en la materia y reconocidos por una variada
jurisprudencia de nuestros tribunales. Así en un caso que involucraba familias de
extrema vulnerabilidad que habitaban lindando las vías del tren y estaban amenazadas
por una inminente orden de desocupación. En el caso, el juez de primera instancia había
ordenado una serie de medidas cautelares tendientes, por una lado, a relevar la situación
socio-económicas de la familias y por otro, a encontrar una solución habitacional previa
al desalojo de las familias. La Fiscal dictaminó en contra argumentado, entre otros
fundamentos, que “(…) cabe recordar que la elaboración e implementación de
políticas habitaciones son facultades propias de la Ciudad (conf. art. 31 de la CCABA)
e implican decisiones de oportunidad, mérito y conveniencia, en las cuales el juzgador
no puede ni debe intervenir, una vez verificada la legalidad del obrar. Por último, debe
advertirse que la oportuna intervención de la Ciudad, a instancia de la denuncia de los
vecinos permite evitar las usurpaciones de terrenos -en este caso del propio Estado
Nacional- que dan origen a asentamientos ilegítimos, con viviendas precarias y
condiciones insalubres, que luego se transforman en villas de imposible posterior
erradicación, con daño tanto para sus ocupantes como para el resto de la comunidad(
…).

En este caso la Dra. Ugolini reitera conceptos que se contraponen con los principios
establecidos en la Constitución de la Ciudad y en el nivel más alto de nuestro
ordenamiento jurídico, entre ellos el que el indica que el Estado tiene una “obligación
de respeto”, que en el caso de los derechos sociales significa que debe abstenerse de
realizar acciones que lo vulneren, como son los desalojos forzosos. Asimismo, en el
caso de que sea necesario que se lleven adelante el Estado debe procurar una solución
habitacional para las personas afectadas, cuestión central de debate en el caso señalado.

Asimismo, llama la atención las consideraciones de la Fiscal como también el lenguaje


utilizado al referirse —de forma genérica y vaga— a los asentamientos y villas
calificándolos de ilegítimos y de imposible erradicación, cuestión que constituye una
reproducción de un estereotipo y un estigma que sigue a las personas que habitan en
barrios informales y que resulta altamente inapropiado en un dictamen de un órgano
jurisdiccional, máxime cuando tales calificaciones son innecesarias.

13
Martinez Maria y otros contra GCBA sobre otros Procesos Incidentales, 01/12/2008, Comisión
Municipal de la Vivienda contra Donadio Carlos Gualberto Sobre Desalojo ( Expdte 1852 /0).
Las interpretaciones de la candidata en relación con los problemas de vivienda en la
Ciudad han desconocido sistemáticamente los derechos constitucionales involucrados
en los conflictos, y el desconocimiento de principios como el de la operatividad de los
derechos sociales y el de cumplimiento progresivo14.

Por todo lo expuesto, concluimos que la candidata Ugolini no advierte que frente a una
clara exigencia constitucional, la administración no está facultada sino obligada a actuar
en consecuencia y que más allá de los plazos establecidos en las reglamentaciones, el
Estado debe hacer efectivos los derechos. A su vez, desconoce los estándares básicos
del derecho internacional de los derechos humanos en relación con el cumplimiento del
derecho a la vivienda.

En consecuencia, estos puntos advierten sobre su capacidad técnico jurídica para ocupar
un lugar en el Tribunal Superior de Justicia y ser el último interprete de la Constitución
local y de los derechos de los habitantes de la Ciudad.

En un caso de enorme trascendencia pública que involucró el derecho


constitucional a la vivienda de los/as habitantes de la Villa El Cartón, la
candidata Ugolini sostuvo arbitrariamente que “no hay caso judicial”, y se
apartó de la solución legal aplicable.

El 20 de julio de 2007, Rosalva Medina Benítez, María Ester Martínez, Juan Carlos
Díaz, con el patrocinio letrado del Defensor de primera instancia, el Asesor Tutelar de
primera instancia y la Asesora General Tutelar interpusieron una acción de amparo
contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) y el Instituto de la Vivienda,
con el objeto de que se obligue al Gobierno a cesar en su omisión de otorgar viviendas
sociales definitivas a la totalidad de las familias habitantes del ex Asentamiento AU 7,
también denominado Villa “El Cartón”, de conformidad con lo establecido en la Ley
198715.

La villa donde vivían las familias se había incendiado el 8 de febrero del 2007 y la ley
cuyo cumplimiento se solicitó había sido sancionada más de 6 meses antes del incendio.
Su fundamento radicaba en la precaria situación en la que allí se vivía. Luego del
incendio muchas familias fueron alojadas en un “Centro de Evacuados” construido por
el GCBA que no cumplía con condiciones mínimas de habitabilidad16, en el cual debían
esperar la construcción de las viviendas definitivas que el gobierno debía construir.

14
Como consecuencia de la obligación de progresividad, le está vedado al Estado adoptar políticas y
medidas, y por ende, sancionar normas jurídicas o recurrir a vías de hecho, que empeoren la situación de
los derechos económicos, sociales y culturales de los que gozaba la población al momento de adoptado el
tratado internacional respectivo, o bien en cada mjora “progresiva”. En palabras del Comité DESC, en la
citada Observación General 3, “cualquier medida deliberadamente regresiva al respecto requerirá la
más cuidadosa consideración y deberá ser justificada plenamente por referencia a la totalidad de
los derechos previstos en el Pacto y en el contexto del aprovechamiento pleno del máximo de los
recursos de que se dispone” (Comité DESC, Observación General 3, cit., párrafo 9).
15
Esta ley, sancionada por la Legislatura el 1 de junio de 2006, establece la declaración de utilidad
pública, sujetos a expropiación, de los inmuebles determinados en el artículo 1º. El artículo 2º dispone
que los inmuebles deben ser destinados al desarrollo del hábitat popular orientado a satisfacer la demanda
de viviendas sociales definitivas. Por su parte, el artículo 3º establece que “Se garantizará en primer
término el derecho a la vivienda a la totalidad de las familias habitantes del “Asentamiento AU7” según el
censo realizado por el GCABA adjunto en Anexo 1”.
16
Ver medidas cautelares del Expte. 26034/1.
Al momento en que la fiscal Ugolini se pronunció, las familias llevaban más de 1 año y
6 meses viviendo en el centro de evacuados y hacía más de 2 años que la ley se había
dictado. Sin embargo, de conformidad con lo informado por el IVC, las viviendas se
encontraban avanzadas sólo en un 6% de su construcción.

En el expediente judicial obraban constancias sobre los constantes incumplimientos


estatales, información sobre la inadecuación a los plazos previstos para la construcción
de las viviendas, y las descripciones acerca de las calamitosas circunstancias en las que
vivían las familias alojadas en el centro de evacuados.

Cuando le tocó intervenir, la Fiscal consideró que “se condenó a la demandada a


´cumplir con la ley´, con prescindencia de toda consideración acerca de la existencia o
no de acciones concretas llevadas a cabo por la demandada en el marco de la
normativa citada y de los convenios celebrados en su consecuencia; por lo que no se
verifica la presencia de un caso o causa que permita la actuación judicial”. Es decir,
Ugolini hizo caso omiso de los elementos que probaban tanto el incumplimiento estatal
como la dramática realidad que vivían las familias a causa de la situación en la que el
propio Gobierno las había colocado — y que demandaban la urgente intervención de la
justicia—, y negó la existencia de toda controversia.

A su vez, pese a que en el caso había una ley que establecía claramente la obligación de
construir las viviendas, se permitió agregar que “[n]o se me escapa que en este juicio se
debate el derecho a la vivienda y la extensión de los derechos sociales reconocidos por
los Pactos Internacionales, la Constitución Nacional y la Constitución de la CABA. En
varios dictámenes emití mi opinión con relación al alcance del derecho a una vivienda
digna según la interpretación de los Pactos Internacionales y normas constitucionales y
legales, concluyendo en síntesis que no toda necesidad vinculada a la vivienda puede
ser siempre satisfecha sino en el marco del presupuesto exigible y del respeto del
derecho de igualdad” (el resaltado no está en el original).

Para opinar en el caso, la fiscal desestimó no sólo la normativa internacional, sino


también circunstancias relevantes como el hecho de que el Estado mismo había
colocado a las familias en esa extrema situación; que existía una ley que ordenaba
claramente la construcción de las viviendas; y que el Estado había firmado un convenio
por el que se comprometía a finalizar las viviendas en el plazo de un año y, sobre todo,
que se trataba de la vulneración de derechos con jerarquía constitucional.

Con una opinión contraria, acorde con la Constitución, la Cámara concluyó que “1)
Durante el curso del proceso han resultado acreditados los siguientes extremos: a)
conforme la ley 1987, el Estado asumió el deber jurídico de garantizar el derecho a la
vivienda de la totalidad de las familias que habitaban el asentamiento AU-7; b) al cabo
de dos años y medio desde la sanción de la norma citada, el mandato legal permanece
incumplido; c) la omisión estatal produce una lesión cierta y actual sobre los derechos
de los beneficiarios. El dictado de la ley 1987 comportó el expreso reconocimiento
legislativo del derecho a una vivienda adecuada, a favor de los habitantes del
asentamiento AU-7 y, a su vez, identificó el lugar donde debían emplazarse las
unidades a construir. 2) Ahora bien, con motivo del incendio ocurrido en el
asentamiento a principios del año 2007, sus habitantes fueron trasladados a un centro
de evacuados donde se reprodujeron las condiciones de indignidad que ya soportaban,
y en la actualidad enfrentan una situación insostenible 3) En resumen, el centro de
evacuados presenta actualmente condiciones severas de precariedad, que aparejan un
riesgo tangible para la seguridad, la integridad física, la salud y la vida de las
personas. Por tanto, el tribunal advierte la necesidad de evitar —por todos los medios
disponibles— la continuidad de este estado de cosas, que hace imprescindible la
reubicación urgente de los habitantes del asentamiento”.

La falta de reconocimiento de la fiscal de la situación de indignidad en la que vivieron


las familias por más de dos años y medio en el Centro de Evacuados creado por el
propio Gobierno, y la sustitución de la solución legal claramente aplicable al caso17 por
su arbitrario e inconstitucional criterio personal sobre el derecho a la vivienda
demuestran tanto su obvia falta de idoneidad para ser miembro del Tribunal Superior de
Justicia de la Ciudad como su nulo compromiso con los derechos humanos más
elementales.

Los dictámenes de la candidata Ugolini quebrantan el derecho a trabajar de


personas en situación de vulnerabilidad social y económica, afectando su
derecho a la subsistencia.

En diversos casos la justicia resolvió planteos de personas que se dedicaban a la venta


ambulante de baratijas, para mera subsistencia, y solicitaron que se ordene al Gobierno
que se abstenga de tomar medidas que afecten dicha labor18.

En tales casos, la fiscal convalidó la aplicación de la prohibición general establecida en


el Código de Habilitaciones y Verificaciones, sin tener en cuenta el criterio de la
Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario que diferenciaba la venta
ambulante sin permiso, de aquéllos casos en que la actividad de venta de baratijas
constituía una venta de mera subsistencia —que no había sido objeto de regulación—,
teniendo en cuenta además que dicha actividad no ponía en riesgo la salud pública.

La fiscal opinó que debía restringirse el derecho a trabajar de personas en evidente


situación de vulnerabilidad social pese a la falta de regulación de los permisos de venta
de baratijas en la vía pública, cuando esa actividad pueda ser calificada como de mera
subsistencia.

Sus posiciones reflejaron nuevamente un criterio inconstitucional sobre los derechos, en


este caso referido al derecho a la vida, a trabajar y a ejercer industria lícita. En forma
irrazonable equipara todos los casos de venta ambulante sin permiso, sin distinguir la
venta de mera subsistencia de aquélla que no lo es.

Esta interpretación afecta también el derecho a subsistir de personas de escasos


recursos, que dependen de la venta en la vía pública para atender sus necesidades

17
Recuérdese que la ley 1987 establecía que debía garantizarse el derecho a la vivienda a la totalidad de
las familias habitantes del “Asentamiento AU7”, y que el estado se había comprometido a construir las
viviendas en plazos que estaban siendo burdamente incumplidos.
18
EXP 25945 /0, EXP 15934/0. La actividad era la única fuente de ingresos de la familia, compuesta por esposa y
dos hijos. El grupo familiar se alojaba en una habitación de un hotel de condiciones precarias. El amparista había
realizado dicha actividad por más de 33 años y no poseía alternativas laborales). EXP. N° 16362/0. El amparista en
este caso padecía un enfermedad de tipo crónica que exigía tratamiento médico y no contaba con obra social.
Además, era sostén de 4 hijos menores en edad escolar.
básicas, lo que contraviene directamente los claros mandatos contenidos en los artículos
1719, 1820 y 4321 de la Constitución local.

Cabe señalar que en sus dictámenes la fiscal ni siquiera efectuó la menor consideración
sobre la enorme afectación que la prohibición de la venta de mera subsistencia
ocasionaba a quien desarrollaba tal actividad y a los niños y niñas que dependían de
esos ingresos.

Es decir que sus dictámenes sobre el tema no sólo restringen inconstitucionalmente


derechos fundamentales básicos sino que además se encuentran deficientemente
fundados, toda vez que en ellos ni siquiera se efectúa una mínima consideración y
balance de los derechos e intereses en juego, a los que nuestras normas constitucionales
confieren reconocimiento prioritario.

La candidata Ugolini desconoce el derecho constitucional a la educación de los


niños y niñas de la Ciudad y evidencia un criterio restrictivo sobre el rol del
Poder Judicial como garante de los derechos de las personas.

En la causa “Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia contra/GCBA s/amparo”


(Expte. N° 23360/0), la fiscal dictaminó en un caso iniciado en representación de las
niñas y niños de entre 45 días y cinco años que cada año se ven excluidos/as de la
posibilidad de acceder a la educación inicial debido a la falta de vacantes en
establecimientos públicos de gestión estatal. Problema que se registra desde el año 2002
de acuerdo con información proporcionada por el propio Gobierno.

El juez de grado resolvió hacer lugar a la demanda y, en consecuencia, ordenó al GCBA


que cese en su omisión de asegurar y garantizar el acceso a la educación inicial de los
niños y niñas de cuarenta y cinco días a cinco años. El Gobierno apeló la decisión y el
caso llegó a la Cámara.

En su dictamen la fiscal Ugolini opinó que debía revocarse la decisión del juez de
primera instancia, ya que “definir los parámetros y prioridades en la satisfacción de las
necesidades educativas, se enrola dentro de las facultades que la Constitución de la
Ciudad ha reservado expresamente al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo”.

Sus afirmaciones para rechazar la demanda basadas en una supuesta violación al


principio de división de poderes son insostenibles. No puede hablarse de exceso de
jurisdicción ni de violación a la división de poderes cuando el Poder Judicial interviene
para restablecer derechos fundamentales precisamente reconocidos y garantizados en la
Constitución y en otras normas legales.

Al respecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo que “a diferencia de la


evaluación de políticas, cuestión claramente no judiciable, corresponde sin duda
alguna al Poder Judicial de la Nación garantizar la eficacia de los derechos, y evitar
que éstos sean vulnerados, como objetivo fundamental y rector a la hora de
19
Art. 17: “La Ciudad desarrolla políticas sociales coordinadas para superar las condiciones de pobreza y exclusión
mediante recursos presupuestarios, técnicos y humanos. Asiste a las personas con necesidades básicas insatisfechas y
promueve el acceso a los servicios públicos para los que tienen menores posibilidades.”
20
Art. 18: “La Ciudad promueve el desarrollo humano y económico equilibrado, que evite y compense las
desigualdades zonales dentro de su territorio.”
21
Art. 9: “La Ciudad protege el trabajo en todas sus formas….”.
administrar justicia y decidir las controversias… Las políticas tienen un marco
constitucional que no pueden exceder, que son las garantías que señala la
Constitución y que amparan a todos los habitantes de la Nación; es verdad que los
jueces limitan y valoran la política, pero sólo en la medida en que excede ese marco y
como parte del deber específico del Poder Judicial. Desconocer esta premisa sería
equivalente a neutralizar cualquier eficacia del control de constitucionalidad””
(CSJN, “Verbisky, Horacio”, 03/05/05, Fallos: 328:1146, el resaltado no está en el
original). En dicho precedente, el máximo Tribunal, interpretando cabalmente su rol
constitucional, como último custodio de la efectiva vigencia de los derechos
fundamentales, impulsó la realización por parte del Estado de las acciones necesarias
para evitar que continuara la lesión de derechos constitucionales de los demandantes.

El derecho a la educación ha recibido expresa recepción en nuestro ordenamiento


constitucional nacional y local, en tanto se trata de una de las tantas manifestaciones del
derecho a la autonomía personal. A su vez, el derecho a la educación inicial desde los
45 días se encuentra claramente determinado y asegurado en la Constitución local22
cuyo texto es preciso y contundente.

Pese a la claridad de la normativa constitucional y legal, la fiscal consideró que los


poderes políticos son libres de asegurar o no la educación inicial de los niños y niñas, lo
que equivale a negar toda vigencia y fuerza normativa al propio texto constitucional.

Como resulta evidente, el criterio de la fiscal carece de todo sustento ya que garantizar
el derecho a la educación no es una facultad del Poder Ejecutivo sino un deber
constitucional, y ante su incumplimiento es deber del Poder Judicial restablecer su
efectiva vigencia.

En ese aspecto, cabe señalar que de conformidad con lo establecido en el art. 1023 de la
Constitución Local los derechos son operativos, lo que implica que todos los derechos
constitucionales tienen fuerza normativa y deben ser asegurados por el Estado.
Precisamente, asegurar el respeto de los derechos fundamentales constituye la función
esencial del Poder Judicial.

A su vez, la omisión estatal de garantizar el derecho a la educación inicial que la


Constitución reconoce viola el derecho a la autonomía y a la igualdad de oportunidades
de los miles de niños y niñas que resultan arbitrariamente excluidos/as de acceder a una
vacante, y perjudica en mayor medida a las niñas y niños pobres, cuyas familias no
cuentan con recursos que les permitan asistir a establecimientos educativos privados24.
No obstante, el dictamen de la fiscal no realizó el menor desarrollo sobre tales derechos,
lo que evidencia una vez más las serias deficiencias que afectan la fundamentación de
sus opiniones.

22
Art. 24: “La Ciudad asume la responsabilidad indelegable de asegurar y financiar la educación
pública, estatal laica y gratuita en todos los niveles y modalidades, a partir de los cuarenta y cinco días
de vida hasta el nivel superior, con carácter obligatorio desde el preescolar hasta completar diez años de
escolaridad, o el período mayor que la legislación determine…” (el resaltado nos pertenece).
23
Los derechos y garantías no pueden ser negados ni limitados por la omisión o insuficiencia de su
reglamentación y esta no puede cercenarlos.
24
Cabe señalar que la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario confirmó la decisión del
juez de primera instancia.
En suma, en contraste con el criterio de la candidata Ugolini, hace a la esencia del rol
constitucional del Poder Judicial restablecer los derechos constitucionales vulnerados.
Ante una acción u omisión estatal violatoria de derechos, corresponderá al Poder
Judicial ordenar a los poderes políticos la realización de conductas positivas que hagan
efectivo el reconocimiento de derechos constitucionales.

Este criterio constitucional básico, desconocido por Ugolini en numerosos dictámenes,


es el único compatible con el reconocimiento de derechos, y es aceptado por nuestra
comunidad jurídica y por la más autorizada doctrina y jurisprudencia.

La candidata Ugolini convierte el derecho humano al agua reconocido en


tratados internacionales de Derechos Humanos en una mera facultad
discrecional del Gobierno, y exhibe un alarmante desconocimiento del esquema
constitucional federal establecido en el art. 31 de la Constitución Nacional.

En el caso “Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia c/GCBA s/amparo”, Expte.


N°20898, un juez del fuero contencioso administrativo y tributario ordenó al Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires que garantice en forma urgente y por los mecanismos que
correspondan, el acceso al agua potable de las manzanas 11 a 14 de la Villa 31 bis por
medio de los camiones cisternas que proveyeron dicho fluido hasta el 17 de junio de
2006. El suministro de agua a dichas manzanas había sido interrumpido y tras el dictado
de la medida cautelar que ordenó su restablecimiento, el servicio sólo se había
reanudado con interrupciones.

En su dictamen, la fiscal de Cámara consideró que debía revocarse el pronunciamiento


apelado, debido a que “la demandada aduce cumplir con el suministro ordenado”. A su
vez, sostuvo que la sentencia apelada viola facultades discrecionales del Poder
Ejecutivo al disponer la forma en que el suministro de agua debe ser efectuado25.

En primer lugar, el criterio utilizado por la fiscal para considerar que el Gobierno
cumplía efectivamente con el suministro ordenado resulta a todas luces inadmisible, en
tanto se sustentó exclusivamente en meras afirmaciones del Gobierno, omitiendo
toda valoración sobre la prueba que demostraba que el suministro de agua era
parcialmente cumplido, y que su continuidad estaba amenazada26. La carencia de
argumentos y pruebas que permitieran arribar a la conclusión sostenida por la fiscal
revela nuevamente una seria deficiencia en la fundamentación de su postura.

Por otra parte, la fiscal volvió a sostener su criterio inconstitucional en cuanto a la


intervención del Poder Judicial y una alarmante posición en relación con la validez de
los tratados internacionales y su aplicación por los tribunales locales. Al respecto,
sostuvo que los jueces sólo pueden ordenar el cumplimiento de facultades regladas, —
no de facultades discrecionales—; y que ello "vale, asimismo, para el hipotético,
aunque menos probable, otorgamiento de semejante atribución mediante un tratado
25
El magistrado ordenó a la Ciudad garantizar el suministro de agua potable a las manzanas 11 a 14 de la
Villa 31 Bis, estableciendo como requisitos mínimos del suministro que “tres camiones cisterna deberán
concurrir la cantidad de veces que resulte necesario hacerlo, en el horario de 8 a 22 horas, inclusive los
días domingos, sin soslayar el llenado de los tanques de reserva”.
26
En la sentencia de Cámara que confirmó la orden del juez de primera instancia se concluyó en base a la
prueba obrante en la causa que “existe actualmente no sólo una situación de riesgo inminente de que se
corte el suministro de agua potable en ese barrio, sino, además, un cumplimiento parcial de las
obligaciones estatales impuestas por mandato judicial”.
internacional. Ello así, porque los tratados no pueden modificar la Constitución
Nacional y, como resulta de ello, tampoco las de los estados locales en los aspectos que
no quedan autorizados por el dispositivo del art. 31 de la Constitución Nacional...”.

Como ya dijimos, resulta inaceptable sostener que la fijación de estándares mínimos


para el Gobierno (en este caso, en relación con el suministro de agua potable a
población vulnerable que carece de acceso a la red) constituya una extralimitación en
las funciones del poder judicial.

El suministro de agua potable en las condiciones señaladas es la mínima prestación que


el Estado está obligado a brindar a las personas afectadas. La medida ordenada en la
sentencia se limita a establecer estándares básicos para asegurar la satisfacción de por lo
menos niveles esenciales del derecho al agua, del derecho a la salud y del derecho a la
vida, derechos reconocidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales de las Naciones Unidas.

En este sentido, contrariamente a lo sostenido por Ugolini, los Tratados Internacionales


no establecen meras facultades discrecionales sino verdaderas obligaciones exigibles de
satisfacer (al menos en niveles esenciales) de cada uno de los derechos.

Párrafo aparte merece la completa subversión del sistema federal realizada por la
candidata Ugolini, en tanto intenta situar a la Constitución de la Ciudad (que además
contiene disposiciones que reafirman el derecho al agua y el correlativo deber estatal de
asegurarla27) por encima de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos
suscriptos por nuestro país y algunos de los cuales gozan de jerarquía constitucional.

Tales afirmaciones revelan un profundo desconocimiento de aspectos básicos de nuestro


sistema constitucional federal, establecido claramente en el art. 31 de la Constitución
Nacional, el que afirma que “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su
consecuencia se dicten por el Congreso y los Tratados con las potencias extranjeras
son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada provincia están obligadas a
conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las
leyes o Constituciones provinciales”.

Estas posturas, reflejan su ignorancia respecto de características y principios básicos de


nuestro esquema constitucional federal, que no sólo coloca a los tratados internacionales
por encima de la normativa local, sino que además reconoce jerarquía constitucional a
una serie de Tratados Internacionales de Derechos Humanos.

La fiscal Ugolini expone una visión inconstitucional del derecho a la salud


reproductiva, en contradicción con los principios constitucionales que lo
reconocen claramente, y aplica arbitrariamente el principio de igualdad a fin
de negar el acceso a ese derecho.

En un caso en el que una pareja promovió acción de amparo contra la Obra Social de la
Ciudad de Buenos Aires con el objeto de que esta les otorgue la cobertura del
tratamiento de fertilización asistida a causa de una enfermedad que les impedía lograr el
embarazo (Expte. N° 20324/0, y el caso similar que tramitó bajo el Expediente N°

27
Por ejemplo, Arts. 10,17, 20, y 31 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
30.843/1), la fiscal Ugolini dictaminó que debía revocarse la sentencia que hizo lugar al
reclamo, con fundamentos que ponen en evidencia su desconocimiento del orden
jurídico aplicable y de principios básicos como el de jerarquía de las normas y la
operatividad de los derechos garantizados constitucionalmente.

En el caso opinó que no existía vulneración del derecho a la “salud integral” (art. 20
CCABA) o a los “derechos reproductivos” (art. 21 CCABA) de los peticionantes, en
tanto el tratamiento prescripto por el médico no estaba incluido en la reglamentación
correspondiente. Así, no mostró reparos en supeditar a la letra de disposiciones
reglamentarias el ejercicio de prerrogativas constitucionales como el derecho a la salud,
el derecho a la vida, a la libre determinación, a la intimidad, al desarrollo de la persona
en la máxima medida posible y a la protección integral de la familia.

Aún más, entendió que “reconocer tal amplitud en las obligaciones prestacionales
asumidas por los agentes del servicio de salud, impediría reconocer los límites entre el
cumplimiento y el incumplimiento, sujetando el sistema al álea que significan las
‘particularidades de cada caso’, y afectando también el derecho de igualdad de otros
no beneficiados” (el subrayado nos pertenece).

De su extravagante interpretación del derecho a la igualdad, diametralmente opuesta a la


naturaleza misma del principio, se desprende que los tribunales no deberían garantizar
los derechos fundamentales de quienes exigen su cumplimiento, pues eso generaría una
situación de desigualdad frente a quienes no se ven “beneficiados/as” por lo que
parecería ser un privilegio, concesión o ventaja otorgada por el juez.

La perspectiva de Ugolini nos pone frente al absurdo de considerar que la función de los
jueces no sería la de asegurar el efectivo goce de los derechos constitucionales cuando
sean vulnerados, sino la de verificar que semejantes ventajas no sean concedidas a
nadie, a fin de garantizar el derecho a la igualdad de todos los ciudadanos.

El alcance que en su dictamen atribuye al derecho a la salud, es claramente contrario a


la conceptualización de la salud promovida desde hace décadas por la Organización
Mundial de la Salud. Las circunstancias por las cuales la peticionante se veía impedida
de procrear representan un deterioro en su salud, que implica el correlativo deber estatal
de asegurar su restablecimiento.

Al respecto debe recordarse que la OMS es una organización que nuclea a los Estados
bajo un plan de compromiso de propender a la realización de este derecho, por lo que la
definición de salud que propicia, además de significar un ideal de vida de los
individuos, importa la medida de las obligaciones estatales en la materia.

La posición de la fiscal reviste particular gravedad al tenerse en cuenta que es la propia


Constitución de la Ciudad de Buenos Aires la que garantiza de manera amplísima el
derecho a la salud, incluyendo los derechos reproductivos y la promoción de la
maternidad responsable.

Y, sin embargo, la interpretación que Ugolini ensaya sobre el alcance del derecho a la
salud resulta aniquiladora del derecho. Esto evidencia una preocupante indiferencia
frente a los estándares internacionales mínimos en materia de derecho a la salud, y un
llano desconocimiento del texto constitucional y de un principio rector en la aplicación
de derechos fundamentales, el principio pro-homine que, frente a dos interpretaciones
posibles, obliga a adoptar la que garantice de manera más amplia el derecho de que se
trate.

La candidata Ugolini vacía de todo contenido el derecho a la diversidad


cultural reconocido en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires (art. 32).

En el caso “Martínez Gutiérrez Néstor Diego y otros contra CGBA y otros s/otros
procesos incidentales”, Expte. N° 32546/1, la fiscal dictaminó en una acción de amparo
iniciada contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por integrantes del
Movimiento Afrocultural Bonga, con el objeto de que se les garantice un lugar idóneo
donde continuar el desarrollo normal de sus actividades28.

El Juez de primera instancia hizo lugar a la medida cautelar y ordenó al GCBA que en
el plazo de quince (15) días ponga a disposición de los demandantes (a través del
mecanismo que estime pertinente —vgr. alquiler, expropiación, cesión, subsidio, etc.)
un inmueble que se adecue a las características de la labor cultural que desarrolla el
movimiento.

La Dra. Ugolini consideró que debía revocarse la medida cautelar, en tanto a su criterio
de las normas invocadas por los demandantes no surgía la obligación del Gobierno de la
Ciudad de proveer un inmueble para que funcione un centro cultural.

Contrariamente al criterio expuesto por la fiscal, el art. 32 de la Constitución local


establece que “La Ciudad distingue y promueve todas las actividades creadoras.
Garantiza la democracia cultural; asegura la libre expresión artística y prohíbe toda
censura; facilita el acceso a los bienes culturales; fomenta el desarrollo de las
industrias culturales del país; propicia el intercambio; ejerce la defensa activa del
idioma nacional; crea y preserva espacios; propicia la superación de las barreras
comunicacionales; impulsa la formación artística y artesanal; promueve la
capacitación profesional de los agentes culturales; procura la calidad y jerarquía de
las producciones artísticas e incentiva la actividad de los artistas nacionales; protege y
difunde las manifestaciones de la cultura popular; contempla la participación de los
creadores y trabajadores y sus entidades, en el diseño y la evaluación de las políticas;
protege y difunde su identidad pluralista y multiétnica y sus tradiciones” .

El movimiento afrocultural bonga es un movimiento cultural ampliamente reconocido y


de larga data, minoritario, declarado de interés social y cultural por la Legislatura de la
Ciudad; que, además, reúne a personas en condiciones de vulnerabilidad social.

La ausencia en el dictamen de la fiscal de un mínimo desarrollo en relación con los


alcances del derecho a la diversidad cultural y el deber estatal de asegurarlo constituyen
una demostración más sobre la falta de idoneidad técnico jurídica de la Dra. Ugolini
para ser jueza del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad..

28
En el año 2008 se les comunicó la existencia de una condena de desalojo del predio en el cual
desarrollan las actividades del movimiento. A raíz de ello, solicitaron al GCBA que les garantice un lugar
donde desarrollar sus actividades culturales, sin recibir respuesta.
A su vez, como resulta evidente, el derecho a la diversidad cultural resulta aniquilado
frente a la falta de un mínimo reconocimiento del derecho de acceder a un espacio físico
que permita preservar y desarrollar las expresiones culturales minoritarias.

Ello fue reconocido en la decisión Cámara en lo Contencioso Administrativo y


Tributario que, en contra de lo dictaminado por Ugolini, resolvió confirmar la medida
cautelar; con fundamento en lo establecido en la Constitución de la Ciudad y en la
Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales, tendientes a la protección de este tipo de manifestaciones culturales que son
significativas, minoritarias y están en riesgo de desaparición.

La candidata Ugolini exhibe un criterio inaceptablemente débil en relación con


la garantía de independencia judicial.

En la causa “Devoto Pablo Miguel c/CGBA sobre Recusación”, la Dra. Ugolini debió
dictaminar acerca de la procedencia o improcedencia de la recusación que el GCBA, a
través de la Procuración General realizó contra el Juez de 1ª Instancia en el fuero
Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, Dr. Andrés Gallardo. En dicha
recusación, el Gobierno solicitaba que dicho juez dejara de intervenir en todas las
causas en las que el GCBA era parte, dado que éste último había iniciado en su contra
un juicio por daños y perjuicios.

La fiscal Ugolini adoptó un criterio excesivamente formalista para interpretar el


funcionamiento de la causal de recusación, según el cual la sola promoción de una
demanda formalmente bien escrita contra un juez, tal que no fuera “meramente
artificial”, bastaba para habilitar que dicho juez perdiera competencia en todas las
causas en las que el demandante en cuestión fuera parte.

Por otro lado, Ugolini omitió toda consideración respecto de las implicancias
constitucionales de la relación entre la administración y los jueces en lo contencioso
administrativo, que por definición actúan en causas en que el Estado es parte, y tienen
como misión constitucional el control de sus actos.

En los hechos, la posición adoptada por la fiscal en su dictamen abría el camino para
que la Procuración General eligiera prácticamente con qué jueces litigar y apartara a
magistrados que no le simpatizaran, mediante el simple recurso de demandar a alguno/a
de ellos/as por sentencias que a su juicio perjudicaron el patrimonio de la Ciudad.

En su dictamen, Ugolini incluyó manifestaciones ciertamente sorprendentes al decir, por


ejemplo, que “el señor juez [recusado]…expresa una acotada visión de su función
jurisdiccional al decir que actúa en defensa de los derechos sociales y al denunciar
también, públicamente un ataque a su independencia en la conferencia de prensa del
día 5 de septiembre de 2008 convocada en la Legislatura de la Ciudad…Todo indica
que se persigue llevar la discusión fuera del ámbito judicial, a un ámbito político…”.
En el cierre de sus argumentos sostuvo que “también son públicas las críticas del
Gobierno de la Ciudad al juez Gallardo por pretender invadir las esferas de actuación
del poder ejecutivo [citando un artículo de un diario como aval a su manifestación]”,
para cerrar su consideración afirmando que “el principio de división de los poderes debe
respetarse no sólo por parte del Poder Ejecutivo, sino también por parte del Poder
Judicial…”.
En el contexto de lo que tenía que dictaminar —a saber, si la recusación era procedente
o si en realidad era un atentado a la independencia del Juez— resulta sorprendente que
la candidata Ugolini omitiera considerar las críticas que públicamente realizaba el
Gobierno hacia la manera de trabajar del juez como un dato acerca de las motivaciones
que podrían guiar la intención de apartar al Juez de todas las causas en las que
intervenía.

Todo ello, junto con los juicios evaluatorios personales negativos que Ugolini realizó
sobre el juez en cuestión, revelan que su actuación no expresó ningún tipo de
compromiso con la independencia del poder judicial frente a prácticas hostiles por
parte de los poderes políticos, también garantizada por instrumentos
internacionales

Por el contrario, la candidata propuesta convalidó una burda intromisión del poder
político, lo que revela una concepción preocupante sobre el alcance de la garantía de
independencia judicial.

Los tres jueces de la Cámara de Apelaciones que revisaron la recusación, y los cinco
miembros del Tribunal Superior de la Ciudad que intervinieron en última instancia
rechazaron la recusación, estimaron que ella era improcedente, y que el criterio
interpretativo de Ugolini era inaceptable.

En tal sentido se expresó en el fallo de la Cámara que “[h]acer lugar a la recusación


planteada redundaría en desmedro de la regla del juez natural, y afectaría la debida
administración de justicia y la independencia judicial…”.

Por su parte el Tribunal Superior expresó que “[e]l apartamiento de un magistrado no


puede quedar sometido al libre arbitrio de un funcionario o, incluso de un abogado de
la Administración. En nuestro caso, admitir que el solo hecho de existir una causa
pendiente entre el Gobierno y el juez es suficiente para que se conceda una recusación,
implica, en la práctica, brindar al GCBA la posibilidad de elegir cuáles expedientes
está dispuesto a que tramiten en el juzgado en cuestión y cuáles no….ello no resulta
acorde con la garantía del juez natural ni tampoco parece perseguir la imparcialidad
del juzgador (o su apariencia)” (cfme voto del juez Lozano, al que adhirieron los Jueces
Conde y Casás).

La intervención de la Dra. Ugolini en este caso revela un compromiso tan débil hacia
uno de los núcleos del ideal republicano de la división de poderes en que se funda
nuestro pacto constitucional que arroja serias dudas sobre su idoneidad para integrar el
Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad.

La fiscal Ugolini desconoció la exigibilidad judicial de los compromisos


asumidos por el Gobierno en el marco de una causa iniciada para asegurar el
derecho a la salud de los niños y niñas con adicción al consumo de pasta base
de cocaína (paco).

En el caso “Asesoría Tutelar c. CCBA sobre Amparo (Art. 14 CCABA), Expte. N°


23262/0, se demandó al Gobierno de la Ciudad a fin de que cese en su omisión de asistir
adecuadamente a las personas menores de edad con adicción a las drogas, especialmente
con relación al consumo de pasta base de cocaína (paco), que requieren internación
voluntaria o coactiva; y se solicitó que se ordene al GCBA que proceda a presentar y
ejecutar un programa específico de atención a la salud para las personas menores de
edad con adicción a las drogas, que implique poner a disposición de los menores lugares
de internación destinados a su tratamiento.

La candidata Ugolini dictaminó sobre la procedencia de la medida cautelar otorgada por


un juez de primera instancia tras una audiencia realizada en el marco del proceso, en la
que se había ordenado “fijar el plazo de cuarenta días a fin de que se proceda a la
suscripción del proyecto de Decreto por parte del Sr. Jefe de Gobierno en base al
instrumento consensuado ya agregado en autos. Asimismo dentro de igual plazo se
deberán dictar las normas complementarias que exija la implementación del Decreto
que se suscriba. Resuelto ello, las partes se comprometen a que una vez presentadas las
normas mencionadas, se pondrá fin al presente litigio mediante la correspondiente
sentencia homologatoria”.

En su dictamen, la fiscal sostuvo que la decisión debía ser revocada, debido a que a su
criterio, el sentenciante había desbordado sus atribuciones constitucionales, invadiendo
las propias del Poder Ejecutivo al imponerle al Jefe de Gobierno la obligación de
suscribir un determinado proyecto de decreto. A su vez, sostuvo que las órdenes
judiciales no pueden ser utilizadas para controlar un deber para cuyo cumplimiento el
Poder Ejecutivo tiene acordado un margen de discreción.

Al respecto, cabe señalar que Ugolini omite tener en cuenta el hecho determinante de
que el propio Gobierno se había comprometido a adoptar las medidas contenidas en el
proyecto de decreto cuya suscripción fue ordenada por el juez, en el marco de la causa
iniciada por la Asesoría Tutelar.

Es decir que la Fiscal pretende sostener que los compromisos asumidos por el Gobierno
en el marco de un proceso judicial en el que es demandado por el incumplimiento del
derecho fundamental a la salud de los niños y niñas no resulta exigible judicialmente, y
puede legítimamente ser incumplido por el Gobierno, pues ello estaría comprendido en
la esfera de sus facultades discrecionales.

Como resulta evidente, el criterio resulta insostenible. Una vez asumido un compromiso
por el Gobierno, el que había sido propuesto a la Justicia por la propia Administración a
fin de dar cumplimiento a su deber constitucional de asegurar los derechos de los niños
y niñas afectados/as, dicho compromiso es exigible, y no puede razonablemente
afirmarse que los actos destinados a ordenar su efectiva implementación constituyan un
exceso en las facultades jurisdiccionales.

Admitir esa postura equivale a sostener que el cumplimiento de cualquier compromiso


asumido claramente por el propio Estado constituye una facultad discrecional, privando
por completo de atribuciones al poder judicial, y reduciendo a la nada los derechos de
las personas afectadas por dicho incumplimiento.

Tal criterio resulta aún más grave al ser utilizado, como en el presente caso, para
sustentar una supuesta facultad discrecional del poder ejecutivo de cumplir con el
compromiso adoptado a fin de asegurar el derecho fundamental a la salud de los niños y
niñas.
Lo absurdo de la opinión de la fiscal pone nuevamente de manifiesto su alarmante falta
de idoneidad y evidencia su nulo compromiso con la efectiva vigencia de los derechos
constitucionales.

La candidata Ugolini, en ejercicio de su anterior cargo de Procuradora General


de la Ciudad de Buenos Aires, evidenció un criterio gravemente restrictivo del
derecho a la salud, del derecho a la autonomía y del derecho a la igualdad de
las mujeres que solicitaban ser intervenidas quirúrgicamente a fin de que les
sea realizada una ligadura de trompas de Falopio.

El 19 de enero del año 2000 (Expediente N° 5421/2000), Ugolini dictaminó en su


carácter de Procuradora General de la Ciudad, sobre el protocolo a seguir en los casos
en los cuales se requería la intervención quirúrgica de ligadura de trompas de Falopio en
hospitales de la Ciudad.

La entonces Procuradora opinó que para autorizar dicha operación las autoridades
sanitarias debían seguir un procedimiento evidentemente violatorio de derechos: por un
lado, debían obtener el dictamen de una comisión de tres médicos que determine si los
casos puestos a su consideración ameritan la indicación terapéutica que haga necesaria
la intervención quirúrgica; y, a su vez, que para el caso de que la paciente estuviera
casada, se debía solicitar el consentimiento de su cónyuge.

Tales condiciones establecidas por la entonces Procuradora no surgían de norma legal


alguna, y constituían una manifiesta violación del derecho a la salud, del derecho a la
autonomía personal y del derecho a la igualdad y a la no discriminación de las mujeres,
derechos claramente reconocidos en la Constitución Nacional, en la Constitución de la
Ciudad y en diversos instrumentos internacionales de Derechos Humanos.

En este mismo sentido, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad emitió una


recomendación al Gobierno de la Ciudad para que se abstenga de implementar el
procedimiento propuesto por la Procuradora General, en tanto implicaba una
reglamentación inconstitucional. (Resolución 223/00 del 6 de marzo de 2000).

Una mujer que recibe información adecuada sobre la operación quirúrgica indicada por
su médico y toma una decisión sobre su cuerpo, presta el consentimiento necesario y
suficiente para llevarla a cabo. Tanto el dictamen previo de la junta médica como el
consentimiento del cónyuge, requisitos propuestos por la Procuradora, afectan
gravemente el derecho a la autodeterminación y a la no discriminación de las mujeres, y
restringen arbitrariamente el derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo.

En tal sentido, en el año 1994 el Comité de Derechos Humanos emitió la


recomendación general N° 2129 relativa a las graves consecuencias que tienen para las
mujeres las prácticas coercitivas, en donde expresó que las decisiones de tener hijos o
no, bajo ninguna circunstancia pueden ser limitadas por el esposo o la pareja, familiares
o el Gobierno.

29
Al analizar el art. 16 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer.
A través de su dictamen, la Dra. Ugolini otorgó arbitrariamente un estatus especial a las
intervenciones quirúrgicas de ligadura de trompas30 desconociendo derechos
fundamentales de las mujeres.

2. El perfil de la candidata para acceder al máximo tribunal de la Ciudad y su


cuestionada independencia de criterio

Tal como sostuvimos, sus posiciones como Fiscal de Cámara de la Ciudad, además de
reflejar su falta de compromiso con la vigencia de los valores democráticos y los
derechos humanos, ponen fuertemente en duda que pueda garantizar independencia de
criterio.

Por un lado, sus expresiones reflejan una preocupante postura que confunde el interés
público o general con el interés de la Administración pública.31 Los casos relatados dan
cuenta de su convicción por resolver los casos que se le presentan minimizando la
función judicial de control de constitucionalidad y de control de la Administración para
la efectiva vigencia de los derechos, al nivel de ampliar el ámbito de discrecionalidad
del Poder Ejecutivo a expresiones irrazonables y fundamentalmente ilegales.

Esta formación de la candidata (expresada en sus largos años de función pública) pone
en tela de juicio, en forma determinante, su perfil como candidata a ocupar el Superior
Tribunal de Justicia de la Ciudad, de conformidad con lo establecido en el artículo 1 del
decreto 1602/03.

Asimismo, la elección del nuevo integrante del Superior Tribunal de Justicia de la


Ciudad reflejará la concepción que el sistema político local tiene en relación con la
función de los tribunales, fundamentalmente respecto de la protección de ciertos grupos
en situación de vulnerabilidad.

En este sentido, el desarrollo crítico de las posiciones jurídicas que ha venido


sosteniendo la candidata, muestra que no se trata de una impugnación arbitraria o
meramente ideológica sino que se apoya en sólidas razones jurídicas que exigen y
definen un tipo de función judicial que garantice un remedio allí donde exista un
derecho afectado, en la ya histórica fórmula de los fallos de la Corte Suprema de la
Nación, “Siri” y “Kot”.

Concretamente, la Corte Suprema señaló que “donde hay un derecho hay un remedio
legal para hacerlo valer toda vez que sea desconocido…” (Fallos: 239:459; 241:291 y
315:1492). En fórmulas más recientes, además, la Corte Suprema consideró que
también la acción colectiva estaba habilitada cuando “pese a tratarse de derechos
individuales, existe un fuerte interés estatal en su protección, sea por la trascendencia

30
Cabe señalar que con posterioridad, en agosto del año 2006, el Congreso Nacional sancionó la Ley N°
26130, que reconoce expresamente el derecho de toda persona mayor de edad de acceder a la realización
de las prácticas denominadas "ligadura de trompas de Falopio" y "ligadura de conductos deferentes o
vasectomía" en los servicios del sistema de salud, sin más requisitos que el consentimiento informado de
las y los pacientes.
31
Esta confusión ya fue advertida al momento de seleccionar a la candidata como Fiscal de Cámara en la
audiencia pública realizada el 27 de julio de 2000. Ver en particular, su respuesta a las preguntas del
Legislador Fleitas Ortiz de Rosas. Sostuvo Ugolini en esa oportunidad “… en ese caso, estaba tratando de
defender el interés general; nunca fue mi preocupación defender al gobierno; siempre sentí que,
defendiendo al Estado, defendía el interés público…”.
social o en virtud de las particulares características de los sectores afectados” (Caso
Halabi). Por lo tanto, la Corte extendió las afirmaciones de Siri y Kot a la situación de
afectación de derechos de grupos en situación de vulnerabilidad.

Este desarrollo teórico y jurisprudencial referido a la garantía de un recurso judicial


resulta particularmente relevante en relación con la protección de los grupos en
situación de vulnerabilidad.

Así, el derecho internacional de los derechos humanos, en la formulación del Comité de


Derechos Humanos de Naciones Unidas, órgano de aplicación del Pacto de Derechos
Civiles y Políticos, en su Observación General Nro. 3132, dedicó varios comentarios:
“15. El Artículo 2, inciso 3 requiere que, además de la efectiva protección de los
derechos del Pacto, los Estados parte aseguren que los individuos también tengan
recursos accesibles y efectivos para defender esos derechos. Dichos recursos deben
estar adaptados apropiadamente, de modo de tener en consideración la especial
vulnerabilidad de ciertas categorías de personas, incluyendo en particular a los niños.
El Comité asigna importancia al hecho de que los Estados parte establezcan
mecanismos judiciales y administrativos adecuados para efectuar denuncias sobre la
violación de derechos en el derecho interno. El Comité nota que el goce de los derechos
reconocidos por el Pacto puede ser efectivamente asegurado por el Poder Judicial a
través de una multiplicidad de maneras, que incluyen la aplicabilidad directa del Pacto,
la aplicación de disposiciones de la Constitución o de otras leyes comparables a las del
Pacto, o el efecto interpretativo del Pacto en la aplicación del derecho doméstico...” (El
destacado es propio).
También señaló con preocupación aquellas situaciones en las que la eficacia de esos
recursos judiciales puede afectarse en ocasión de su implementación práctica:
Para el Comité, un recurso será efectivo siempre y cuando se adecue a la situación de
las víctimas, en especial cuando pudieran pertenecer a grupos en situación de
vulnerabilidad; la adecuación del cuerpo judicial o administrativo que recibe y procesa
la denuncia, y la adecuación del remedio para, entre otras: a) hacer cesar la violación, si
esta continúa...; b) e impedir que la violación se repita.
Por otra parte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado en la Opinión
Consultiva 16, que:
“Para alcanzar sus objetivos (se refiere al proceso judicial), el proceso debe reconocer y
resolver los factores de desigualdad real de quienes son llevados ante la justicia. Es así
como se atiende el principio de igualdad ante la ley y los tribunales y a la correlativa
prohibición de discriminación. La presencia de condiciones de desigualdad real obliga a
adoptar medidas de compensación que contribuyan a reducir o eliminar los obstáculos y
deficiencias que impidan o reduzcan la defensa eficaz de los propios intereses. Si no
existieran esos medios de compensación, ampliamente reconocidos en diversas
vertientes del procedimiento, difícilmente se podría decir que quienes se encuentran en
condiciones de desventaja disfrutan de un verdadero acceso a la justicia y se benefician

32
Comité de Derechos Humanos la Observación General Nº 31, del 26 de mayo de 2004. Observación
General citada en Courtis, C., “El derecho a un recurso rápido, sencillo y efectivo frente a afectaciones
colectivas de derechos humanos”, antes citado.
de un debido proceso legal en condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas
desventajas”33.
Como vimos, las posiciones sostenidas por la candidata Ugolini en varios de los
antecedentes descriptos, desconocen en forma absoluta la vigencia de esta garantía
judicial, con los alcances sentados en los precedentes de la Corte Suprema, así como de
los órganos de aplicación de los tratados internacionales.

A su vez, el desarrollo efectuado pone en evidencia su concepción absolutamente


restringida y anacrónica respecto los avances de los estándares constitucionales y del
derecho internacional de los derechos humanos respecto de la justiciabilidad de los
derechos económicos, sociales y culturales.

Por todos, citamos como ejemplo, la Observación General Nº 9 del Comité de DESC
que sostiene que “del compromiso asumido de dar efectividad al PIDESC se desprende
la obligación de los Estados de asegurar la justiciabilidad de los derechos allí contenidos
brindando mecanismos adecuados para exigir su aplicación ante los tribunales de
justicia, así como la obligación de reconocer las normas del Pacto en el ordenamiento
jurídico interno a través de medios adecuados (Comité de DESC, Observación general
Nº 9: La aplicación interna del Pacto, 1999).

El Poder Ejecutivo tiene la obligación de proponer para el cargo un candidato que


asegure que mantendrá una posición de fuerte resguardo de la Constitución local, de la
Constitución Nacional y de los pactos internacionales. A su vez, con su selección estará
dando cuenta del rol que espera del Superior Tribunal de Justicia y de la función judicial
en general.

De acuerdo con lo expresado, esta candidata ha dado muestras de que no responderá al


perfil que una justicia democrática e independiente requiere.

Esperando que estas observaciones sean tenidas en cuenta al momento de evaluar el


envío de la candidatura a la Legislatura de la Ciudad, lo saludamos atentamente.

Gastón Chillier - Director Ejecutivo CELS


Maria E. Di Paola - Directora Ejecutiva FARN
Luciana Sánchez – Presidente COPADI
Martín Sigal – Presidente ACIJ
Sebastián Tedeschi - COHRE

33
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-16/99“El derecho a la información sobre la asistencia consular en
el marco de las garantías del debido proceso legal”, del 1 de octubre de 1999, párr. 120. Completó la
Corte con relación a las garantías del debido proceso específicas que deben reconocerse a las personas
extranjeras que están sometidas a procesos penales que “Por ello se provee de traductor a quien
desconoce el idioma en que se desarrolla el procedimiento, y también por eso mismo se atribuye al
extranjero el derecho a ser informado oportunamente de que puede contar con la asistencia consular.
Estos son medios para que los inculpados puedan hacer pleno uso de otros derechos que la ley reconoce a
todas las personas. Aquéllos y éstos, indisolublemente vinculados entre sí, forman el conjunto de las
garantías procesales y concurren a integrar el debido proceso legal”; ibídem, párr. 120.

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