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Para conocer sus posiciones jurídicas y analizar su idoneidad técnica, evaluamos los
dictámenes elaborados en ejercicio de sus actuales funciones en el Poder Judicial, como
fiscal ante la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad y las
que ha realizado anteriormente como Procuradora General de la Ciudad. Esta trayectoria
nos permitió constatar sus inaceptables posiciones jurídicas en relación con la vigencia
de la Constitución y los derechos humanos, y su independencia de criterio.
En la medida que este trámite participativo tiene como objetivo generar la mayor
cantidad de información posible y ampliar los debates en torno a la justicia para una
mejor toma de decisión del Jefe de Gobierno y de la Legislatura, las objeciones, dudas y
sospechas fundadas que aquí se exponen deberán ser analizadas y tenidas en cuenta al
momento resolver la propuesta.
Así, la candidata Ugolini manifiesta que desde el año 1974 al año 2000 realizó asesoría
jurídica a empresas, período durante el cual simultáneamente se desempeñó como
abogada del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, encontrándose a cargo de la
Procuración General de la Ciudad desde el año 1999.
A su vez, pese a que en su currículum vitae sostiene que durante el período 1974-2000
asesoró jurídicamente a empresas, en su declaración jurada la Dra. Ugolini informó que
no pertenece ni perteneció a ningún estudio jurídico. En ese sentido, resulta
imprescindible que aclare desde dónde desarrolló esa actividad profesional.
Por tal motivo, en mérito a la especial protección que merece este derecho y a su íntima
conexión con el sistema democrático, las normas constitucionales y supranacionales
vigentes establecen con toda claridad que su ejercicio no puede estar sujeto a censura
previa, sino que sólo podrá estar sujeto a responsabilidades ulteriores en ciertos casos
precisamente determinados.3
Con su opinión la Fiscal pretendió que se autorice una inaceptable censura estatal –en
este caso judicial- sobre la expresión artística, lo cual evidencia un criterio
peligrosamente restrictivo del derecho a la libertad de expresión. La función del arte no
es simplemente recreativa, es a su vez, vanguardia provocadora, y la mayoría de las
1 El art.32 establece que “La ciudad distingue y promueve todas las actividades creadoras. Garantiza la
democracia cultural; asegura la libre expresión artística y prohíbe toda censura; facilita el acceso a los
bienes culturales; fomenta el desarrollo de las industrias culturales del país; propicia el intercambio;
ejerce la defensa activa del idioma nacional; crea y preserva espacios; propicia la superación de las
barreras comunicacionales; impulsa la formación artística y artesanal; promueve la capacitación
profesional de los agentes culturales; procura la calidad y jerarquía de las producciones artísticas e
incentiva la actividad de los artistas nacionales; protege y difunde las manifestaciones de la cultura
popular; contempla la participación de los creadores y trabajadores y sus entidades, en el diseño y la
evaluación de las políticas; protege y difunde su identidad pluralista y multiétnica y sus tradiciones. Esta
Constitución garantiza la preservación, recuperación y difusión del patrimonio cultural, cualquiera sea su
régimen jurídico y titularidad, la memoria y la historia de la ciudad y sus barrios”.
A su vez, en su art. 12 inc. 2 la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires garantiza el
derecho a comunicarse, requerir, difundir y recibir información libremente y expresar sus opiniones e
ideas, por cualquier medio y sin ningún tipo de censura.
2
La Constitución Nacional dispone en su artículo 14 que todos los habitantes de la Nación gozan, entre
otros, del derecho de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa y, a su vez, el artículo 32
establece que el Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta. La Convención
Americana sobre Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir
informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras ya sea oralmente, por escrito o en
forma impresa o artística” (art. 13). Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
contiene una referencia similar a la transcripta del Pacto de San José de Costa Rica, en su artículo 19.
3
Al respecto, la Convención Americana sobre Derechos Humanos establece que “el ejercicio del derecho
previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores,
las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los
derechos o la reputación de los demás o b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la
salud o la moral pública.” (artículo 13.2.).
veces provoca sentimientos encontrados. Eso es, justamente, lo que protege la garantía
de la libertad de expresión.
Apelado el fallo por el Gobierno, y aunque las carpas ya habían sido retiradas por la
agrupación demandante, la fiscal Ugolini decidió pronunciarse sobre el tema debido a
que el caso era susceptible de repetición, puntualizando que el interés comprometido en
el uso del espacio público imponía a esa Fiscalía efectuar ciertas consideraciones.
Como resulta obvio, el alcance del derecho a usar el espacio público para ejercer el
derecho de reunión, el derecho a protestar y manifestarse sobre asuntos de trascendencia
e interés público no puede depender de la voluntad discrecional del Gobierno. Sin
embargo, la fiscal no efectuó el menor desarrollo sobre los alcances de los derechos
invocados por los manifestantes, limitándose a sostener la discrecionalidad del
Gobierno en el otorgamiento de permisos.
4
Caballero Liliana Beatriz Contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 25619/0; Ibarrola
Alvarenga Miriam y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 18305/0; Ortiz Luis y otros
Contra Gcba Sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 18174/0; Diaz Chaname Martha Contra Gcba Sobre
Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 16517/0; Sanchez Victor Fernando y otros contra Gcba sobre Amparo (Art.
14 Ccaba), Exp 16089/0; Torbellino Hinostroza Silvia y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba),
Exp 13306/0; Gonzalez Maria de los Angeles y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp
12948/0; Montenegro Norma Ester contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 11848/0; Vigo Marin
Erika Milagritos contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30315/0; Caponi Carlos y otros
contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30268/0; Quintanilla Espejo Pamela Alizon contra Gcba
y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30186/0; Bernstein Miriam Graciela contra Gcba y otros
sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 30188/0; Samudio Bordon Sonia y otros contra Gcba y otros sobre
que solicitaban ser reincorporadas a los planes de emergencia habitacional creados por
el Gobierno.
Las demandas se basaban en que una vez cumplido el plazo establecido en dichos
planes, y pese a que en los casos planteados no habían cesado las causas que dieron
lugar al otorgamiento del subsidio —las/os demandantes seguían en situación de calle—
la Administración interrumpía las prestaciones, y se negaba a reincorporarlos/as a los
planes habitacionales.
La fiscal Ugolini negó el derecho de los y las demandantes a ser reincorporados/as a los
planes de emergencia habitacional.
El argumento central utilizado una y otra vez por Ugolini para dictaminar que los
reclamantes no tienen derecho a continuar percibiendo el subsidio habitacional se basa
en que “la fijación del plazo por el cual habría de otorgarse el subsidio constituye una
facultad propia de la Administración ejercida según un criterio de oportunidad o
mérito”5.
De ese modo, la fiscal reconoce a la administración una facultad ilimitada para decidir
si dará cumplimiento o no al derecho constitucional a la vivienda de los/as habitantes de
la Ciudad, derecho claramente reconocido en normas de mayor jerarquía6. El programa
Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 29975/0; Saavedra Castillo Beatriz Liliana y otros contra Gcba y otros
sobre Amparo (Art. 14 Ccaba); Sotelo Valeria Mariana contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp
29283/0; Veron Gloria Azucena contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 29128/0; Doval
Amalia Monica Contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 28816/0; Fernandez Roxana
Victoria contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 28581/0; Menge Jorge Cesar contra Gcba sobre
Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 28340/0.
5
Ibarrola Alvarenga Miriam y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), Exp 18305/0; Ortiz Luis
y otros contra Gcba sobre Amparo (Art. 14 Caba), Exp 18174/0.
6
La Constitución Nacional dispone en su artículo 14 bis, tercer párrafo que: "El Estado otorgará los
beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter integral e irrenunciable. En especial, la ley
establecerá: (...) el acceso a una vivienda digna". Los Tratados internacionales de Derechos Humanos que
gozan de jerarquía constitucional también han consagrado expresamente el derecho a la vivienda. La
Declaración Universal de Derechos Humanos establece en su artículo 25.1 que "toda persona tiene
derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, el bienestar, y en
especial (...) la vivienda...". El artículo XI de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre expresa que "toda persona tiene derecho a que su salud sea preservada por medidas sanitarias y
sociales, relativas a (...) la vivienda...". En igual sentido, el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales prevé en su artículo 11 que "los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el
derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y
vivienda adecuados...". También la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer y la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación Racial establecen similares previsiones.
Asimismo, la Convención sobre los Derechos del Niño estipula que los Estados partes, de acuerdo con las
condiciones nacionales y con arreglo a sus medios, "adoptarán medidas apropiadas para ayudar a los
padres y a otras personas responsables por el niño a dar efectividad a este derecho y, en caso necesario,
proporcionarán asistencia material y programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el
vestuario y la vivienda" (art. 27.2).
Finalmente, y en lo que respecta al ámbito local, la CCABA establece en su artículo 10 que rigen en el
ámbito local "todos los derechos, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional, las leyes de la
Nación y los tratados internacionales ratificados y que se ratifiquen. Éstos y la presente Constitución se
interpretan de buena fe. Los derechos y garantías no pueden ser negados ni limitados por la omisión o
insuficiencia de su reglamentación y ésta no puede cercenarlos".
de entrega de subsidios es la única política estatal destinada a la población en situación
de calle. En los casos analizados tal situación persistía, lo que implica que la fiscal
Ugolini, al reconocer al Gobierno la facultad de cortar la asistencia habitacional,
termina por reducir a una mínima expresión su derecho a la vivienda, desnaturalizando
los tratados internacionales y las interpretaciones que realizaron los órganos de
aplicación de dichos tratados. Contrariamente a lo afirmado por la fiscal, frente a toda
exigencia constitucional o legal, la administración no está facultada, sino obligada a
actuar en consecuencia.
Sin embargo, la fiscal Ugolini sostiene “respecto del alcance del derecho a una
vivienda digna según la interpretación de los Pactos Internacionales, normas
constitucionales y legales… que toda necesidad vinculada a la vivienda no puede ser
siempre satisfecha sino en el marco del presupuesto exigible y del respeto del derecho
de igualdad”7.
A su vez, el artículo 20 de la Constitución local establece que "se garantiza el derecho a la salud integral
que está directamente vinculada con la satisfacción de necesidades de alimentación, vivienda, trabajo,
educación, vestido, cultura y ambiente". En igual sentido, el artículo 31 dispone que "La Ciudad reconoce
el derecho a una vivienda digna y a un hábitat adecuado. Para ello: 1) Resuelve progresivamente el déficit
habitacional, de infraestructura y servicios, dando prioridad a las personas de los sectores de pobreza
crítica y con necesidades especiales de escasos recursos; 2) Auspicia la incorporación de los inmuebles
ociosos, promueve los planes autogestionados, la integración urbanística y social de los pobladores
marginados, la recuperación de las viviendas precarias y la regularización dominial y catastral, con
criterios de radicación definitiva; 3) Regula los establecimientos que brindan alojamiento temporario,
cuidando excluir los que encubran locaciones".
7
Vigo Marin Erika Milagritos contra Gcba y otros sobre Amparo (Art. 14 Ccaba) Exp 30315 /0.
8
Mansilla, María M. c. Ciudad de Buenos Aires, CCAyT , 13/10/2006.
9
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), que al consagrar lo
que se conoce como “principio de progresividad”, en su artículo 2.1 establece: “Cada uno de los Estados
Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la
asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los
recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en
Resulta sorprendente que la Fiscal —que se encuentra desempeñando funciones
públicas desde hace mas de tres décadas—, desconozca que la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires ha asumido compromisos constitucionales operativos en relación con los
derechos sociales, que comprenden tanto el cumplimiento de contenidos mínimos
esenciales en relación con el derecho a la vivienda como la obligación de avanzar
progresivamente en su pleno reconocimiento, hasta el máximo de los recursos de que se
disponga.
La situación se torna aún más grave si se tiene en cuenta que en muchos de los casos
dictaminados se encontraban afectados/as niños, niñas, personas enfermas o con
discapacidades. Pese a lo dramático de las circunstancias que rodearon tales casos y la
magnitud de los derechos implicados, ellas no fueron ni siquiera mínimamente
analizadas ni tenidas en cuenta en los dictámenes. Según la opinión de Ugolini, el
Estado puede dejar en la calle a esas niñas, niños, personas con discapacidad y otras
personas en la más extrema situación de vulnerabilidad, y esa conducta no estaría
violando derecho alguno.
Estas decisiones son claramente violatorias del principio que indica que se debe especial
protección a los grupos vulnerables. De esta manera, se ha destacado que “aún en
tiempos de limitaciones graves de recursos, causadas sea por el proceso de ajuste, de
recesión económica o por otros factores, se puede y se debe en realidad proteger a los
miembros vulnerables de la sociedad”11. Las decisiones de la candidata Ugolini en los
distintos casos sometidos a su consideración se han repetido sin tener cuenta, en
ninguno de ellos, la especial protección que merecen ciertos grupos de nuestra sociedad.
particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos.”
La aplicación de este estandar al derecho a la vivienda fue afirmado por el Comité DESC de las Naciones
Unidas, en su Observación General N° 7, numeral 16.
10
Mansilla, María M. c. Ciudad de Buenos Aires, CCAyT , 13/10/2006.
11
Comité DESC, OG Nº 3, cit, párrafo 12.
12
Teyssier D`Alessandro Renee Solange y Otros Contra Gcba Sobre Amparo (Art. 14 Ccaba), ( Expdte
8336 /0)
situación que reconoce el propio coactor Avila, no permiten, en mi opinión, hacer
responsable al Estado y a la sociedad en su conjunto de las consecuencias del obrar
de quién, antes que nada, debería asumir su propia responsabilidad en la paternidad”
(el destacado nos pertenece).
Las consideraciones de Ugolini ya no sólo sobre el fondo de la cuestión sino sobre las
elecciones de vida de lo amparitas del caso revelan una interpretación de tipo
paternalista y un desconocimiento de las obligaciones que pesan sobre el Estado y los
derechos que asisten a todas las personas que no pueden quedar en manos de una
calificación arbitraria sobre la conducta de esas personas, realizada por el órgano
jurisdiccional que tiene precisamente a cargo su protección.
En este caso la Dra. Ugolini reitera conceptos que se contraponen con los principios
establecidos en la Constitución de la Ciudad y en el nivel más alto de nuestro
ordenamiento jurídico, entre ellos el que el indica que el Estado tiene una “obligación
de respeto”, que en el caso de los derechos sociales significa que debe abstenerse de
realizar acciones que lo vulneren, como son los desalojos forzosos. Asimismo, en el
caso de que sea necesario que se lleven adelante el Estado debe procurar una solución
habitacional para las personas afectadas, cuestión central de debate en el caso señalado.
13
Martinez Maria y otros contra GCBA sobre otros Procesos Incidentales, 01/12/2008, Comisión
Municipal de la Vivienda contra Donadio Carlos Gualberto Sobre Desalojo ( Expdte 1852 /0).
Las interpretaciones de la candidata en relación con los problemas de vivienda en la
Ciudad han desconocido sistemáticamente los derechos constitucionales involucrados
en los conflictos, y el desconocimiento de principios como el de la operatividad de los
derechos sociales y el de cumplimiento progresivo14.
Por todo lo expuesto, concluimos que la candidata Ugolini no advierte que frente a una
clara exigencia constitucional, la administración no está facultada sino obligada a actuar
en consecuencia y que más allá de los plazos establecidos en las reglamentaciones, el
Estado debe hacer efectivos los derechos. A su vez, desconoce los estándares básicos
del derecho internacional de los derechos humanos en relación con el cumplimiento del
derecho a la vivienda.
En consecuencia, estos puntos advierten sobre su capacidad técnico jurídica para ocupar
un lugar en el Tribunal Superior de Justicia y ser el último interprete de la Constitución
local y de los derechos de los habitantes de la Ciudad.
El 20 de julio de 2007, Rosalva Medina Benítez, María Ester Martínez, Juan Carlos
Díaz, con el patrocinio letrado del Defensor de primera instancia, el Asesor Tutelar de
primera instancia y la Asesora General Tutelar interpusieron una acción de amparo
contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) y el Instituto de la Vivienda,
con el objeto de que se obligue al Gobierno a cesar en su omisión de otorgar viviendas
sociales definitivas a la totalidad de las familias habitantes del ex Asentamiento AU 7,
también denominado Villa “El Cartón”, de conformidad con lo establecido en la Ley
198715.
La villa donde vivían las familias se había incendiado el 8 de febrero del 2007 y la ley
cuyo cumplimiento se solicitó había sido sancionada más de 6 meses antes del incendio.
Su fundamento radicaba en la precaria situación en la que allí se vivía. Luego del
incendio muchas familias fueron alojadas en un “Centro de Evacuados” construido por
el GCBA que no cumplía con condiciones mínimas de habitabilidad16, en el cual debían
esperar la construcción de las viviendas definitivas que el gobierno debía construir.
14
Como consecuencia de la obligación de progresividad, le está vedado al Estado adoptar políticas y
medidas, y por ende, sancionar normas jurídicas o recurrir a vías de hecho, que empeoren la situación de
los derechos económicos, sociales y culturales de los que gozaba la población al momento de adoptado el
tratado internacional respectivo, o bien en cada mjora “progresiva”. En palabras del Comité DESC, en la
citada Observación General 3, “cualquier medida deliberadamente regresiva al respecto requerirá la
más cuidadosa consideración y deberá ser justificada plenamente por referencia a la totalidad de
los derechos previstos en el Pacto y en el contexto del aprovechamiento pleno del máximo de los
recursos de que se dispone” (Comité DESC, Observación General 3, cit., párrafo 9).
15
Esta ley, sancionada por la Legislatura el 1 de junio de 2006, establece la declaración de utilidad
pública, sujetos a expropiación, de los inmuebles determinados en el artículo 1º. El artículo 2º dispone
que los inmuebles deben ser destinados al desarrollo del hábitat popular orientado a satisfacer la demanda
de viviendas sociales definitivas. Por su parte, el artículo 3º establece que “Se garantizará en primer
término el derecho a la vivienda a la totalidad de las familias habitantes del “Asentamiento AU7” según el
censo realizado por el GCABA adjunto en Anexo 1”.
16
Ver medidas cautelares del Expte. 26034/1.
Al momento en que la fiscal Ugolini se pronunció, las familias llevaban más de 1 año y
6 meses viviendo en el centro de evacuados y hacía más de 2 años que la ley se había
dictado. Sin embargo, de conformidad con lo informado por el IVC, las viviendas se
encontraban avanzadas sólo en un 6% de su construcción.
A su vez, pese a que en el caso había una ley que establecía claramente la obligación de
construir las viviendas, se permitió agregar que “[n]o se me escapa que en este juicio se
debate el derecho a la vivienda y la extensión de los derechos sociales reconocidos por
los Pactos Internacionales, la Constitución Nacional y la Constitución de la CABA. En
varios dictámenes emití mi opinión con relación al alcance del derecho a una vivienda
digna según la interpretación de los Pactos Internacionales y normas constitucionales y
legales, concluyendo en síntesis que no toda necesidad vinculada a la vivienda puede
ser siempre satisfecha sino en el marco del presupuesto exigible y del respeto del
derecho de igualdad” (el resaltado no está en el original).
Con una opinión contraria, acorde con la Constitución, la Cámara concluyó que “1)
Durante el curso del proceso han resultado acreditados los siguientes extremos: a)
conforme la ley 1987, el Estado asumió el deber jurídico de garantizar el derecho a la
vivienda de la totalidad de las familias que habitaban el asentamiento AU-7; b) al cabo
de dos años y medio desde la sanción de la norma citada, el mandato legal permanece
incumplido; c) la omisión estatal produce una lesión cierta y actual sobre los derechos
de los beneficiarios. El dictado de la ley 1987 comportó el expreso reconocimiento
legislativo del derecho a una vivienda adecuada, a favor de los habitantes del
asentamiento AU-7 y, a su vez, identificó el lugar donde debían emplazarse las
unidades a construir. 2) Ahora bien, con motivo del incendio ocurrido en el
asentamiento a principios del año 2007, sus habitantes fueron trasladados a un centro
de evacuados donde se reprodujeron las condiciones de indignidad que ya soportaban,
y en la actualidad enfrentan una situación insostenible 3) En resumen, el centro de
evacuados presenta actualmente condiciones severas de precariedad, que aparejan un
riesgo tangible para la seguridad, la integridad física, la salud y la vida de las
personas. Por tanto, el tribunal advierte la necesidad de evitar —por todos los medios
disponibles— la continuidad de este estado de cosas, que hace imprescindible la
reubicación urgente de los habitantes del asentamiento”.
17
Recuérdese que la ley 1987 establecía que debía garantizarse el derecho a la vivienda a la totalidad de
las familias habitantes del “Asentamiento AU7”, y que el estado se había comprometido a construir las
viviendas en plazos que estaban siendo burdamente incumplidos.
18
EXP 25945 /0, EXP 15934/0. La actividad era la única fuente de ingresos de la familia, compuesta por esposa y
dos hijos. El grupo familiar se alojaba en una habitación de un hotel de condiciones precarias. El amparista había
realizado dicha actividad por más de 33 años y no poseía alternativas laborales). EXP. N° 16362/0. El amparista en
este caso padecía un enfermedad de tipo crónica que exigía tratamiento médico y no contaba con obra social.
Además, era sostén de 4 hijos menores en edad escolar.
básicas, lo que contraviene directamente los claros mandatos contenidos en los artículos
1719, 1820 y 4321 de la Constitución local.
Cabe señalar que en sus dictámenes la fiscal ni siquiera efectuó la menor consideración
sobre la enorme afectación que la prohibición de la venta de mera subsistencia
ocasionaba a quien desarrollaba tal actividad y a los niños y niñas que dependían de
esos ingresos.
En su dictamen la fiscal Ugolini opinó que debía revocarse la decisión del juez de
primera instancia, ya que “definir los parámetros y prioridades en la satisfacción de las
necesidades educativas, se enrola dentro de las facultades que la Constitución de la
Ciudad ha reservado expresamente al Poder Legislativo y al Poder Ejecutivo”.
Como resulta evidente, el criterio de la fiscal carece de todo sustento ya que garantizar
el derecho a la educación no es una facultad del Poder Ejecutivo sino un deber
constitucional, y ante su incumplimiento es deber del Poder Judicial restablecer su
efectiva vigencia.
En ese aspecto, cabe señalar que de conformidad con lo establecido en el art. 1023 de la
Constitución Local los derechos son operativos, lo que implica que todos los derechos
constitucionales tienen fuerza normativa y deben ser asegurados por el Estado.
Precisamente, asegurar el respeto de los derechos fundamentales constituye la función
esencial del Poder Judicial.
22
Art. 24: “La Ciudad asume la responsabilidad indelegable de asegurar y financiar la educación
pública, estatal laica y gratuita en todos los niveles y modalidades, a partir de los cuarenta y cinco días
de vida hasta el nivel superior, con carácter obligatorio desde el preescolar hasta completar diez años de
escolaridad, o el período mayor que la legislación determine…” (el resaltado nos pertenece).
23
Los derechos y garantías no pueden ser negados ni limitados por la omisión o insuficiencia de su
reglamentación y esta no puede cercenarlos.
24
Cabe señalar que la Cámara en lo Contencioso Administrativo y Tributario confirmó la decisión del
juez de primera instancia.
En suma, en contraste con el criterio de la candidata Ugolini, hace a la esencia del rol
constitucional del Poder Judicial restablecer los derechos constitucionales vulnerados.
Ante una acción u omisión estatal violatoria de derechos, corresponderá al Poder
Judicial ordenar a los poderes políticos la realización de conductas positivas que hagan
efectivo el reconocimiento de derechos constitucionales.
En primer lugar, el criterio utilizado por la fiscal para considerar que el Gobierno
cumplía efectivamente con el suministro ordenado resulta a todas luces inadmisible, en
tanto se sustentó exclusivamente en meras afirmaciones del Gobierno, omitiendo
toda valoración sobre la prueba que demostraba que el suministro de agua era
parcialmente cumplido, y que su continuidad estaba amenazada26. La carencia de
argumentos y pruebas que permitieran arribar a la conclusión sostenida por la fiscal
revela nuevamente una seria deficiencia en la fundamentación de su postura.
Párrafo aparte merece la completa subversión del sistema federal realizada por la
candidata Ugolini, en tanto intenta situar a la Constitución de la Ciudad (que además
contiene disposiciones que reafirman el derecho al agua y el correlativo deber estatal de
asegurarla27) por encima de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos
suscriptos por nuestro país y algunos de los cuales gozan de jerarquía constitucional.
En un caso en el que una pareja promovió acción de amparo contra la Obra Social de la
Ciudad de Buenos Aires con el objeto de que esta les otorgue la cobertura del
tratamiento de fertilización asistida a causa de una enfermedad que les impedía lograr el
embarazo (Expte. N° 20324/0, y el caso similar que tramitó bajo el Expediente N°
27
Por ejemplo, Arts. 10,17, 20, y 31 de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
30.843/1), la fiscal Ugolini dictaminó que debía revocarse la sentencia que hizo lugar al
reclamo, con fundamentos que ponen en evidencia su desconocimiento del orden
jurídico aplicable y de principios básicos como el de jerarquía de las normas y la
operatividad de los derechos garantizados constitucionalmente.
En el caso opinó que no existía vulneración del derecho a la “salud integral” (art. 20
CCABA) o a los “derechos reproductivos” (art. 21 CCABA) de los peticionantes, en
tanto el tratamiento prescripto por el médico no estaba incluido en la reglamentación
correspondiente. Así, no mostró reparos en supeditar a la letra de disposiciones
reglamentarias el ejercicio de prerrogativas constitucionales como el derecho a la salud,
el derecho a la vida, a la libre determinación, a la intimidad, al desarrollo de la persona
en la máxima medida posible y a la protección integral de la familia.
Aún más, entendió que “reconocer tal amplitud en las obligaciones prestacionales
asumidas por los agentes del servicio de salud, impediría reconocer los límites entre el
cumplimiento y el incumplimiento, sujetando el sistema al álea que significan las
‘particularidades de cada caso’, y afectando también el derecho de igualdad de otros
no beneficiados” (el subrayado nos pertenece).
La perspectiva de Ugolini nos pone frente al absurdo de considerar que la función de los
jueces no sería la de asegurar el efectivo goce de los derechos constitucionales cuando
sean vulnerados, sino la de verificar que semejantes ventajas no sean concedidas a
nadie, a fin de garantizar el derecho a la igualdad de todos los ciudadanos.
Al respecto debe recordarse que la OMS es una organización que nuclea a los Estados
bajo un plan de compromiso de propender a la realización de este derecho, por lo que la
definición de salud que propicia, además de significar un ideal de vida de los
individuos, importa la medida de las obligaciones estatales en la materia.
Y, sin embargo, la interpretación que Ugolini ensaya sobre el alcance del derecho a la
salud resulta aniquiladora del derecho. Esto evidencia una preocupante indiferencia
frente a los estándares internacionales mínimos en materia de derecho a la salud, y un
llano desconocimiento del texto constitucional y de un principio rector en la aplicación
de derechos fundamentales, el principio pro-homine que, frente a dos interpretaciones
posibles, obliga a adoptar la que garantice de manera más amplia el derecho de que se
trate.
En el caso “Martínez Gutiérrez Néstor Diego y otros contra CGBA y otros s/otros
procesos incidentales”, Expte. N° 32546/1, la fiscal dictaminó en una acción de amparo
iniciada contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por integrantes del
Movimiento Afrocultural Bonga, con el objeto de que se les garantice un lugar idóneo
donde continuar el desarrollo normal de sus actividades28.
El Juez de primera instancia hizo lugar a la medida cautelar y ordenó al GCBA que en
el plazo de quince (15) días ponga a disposición de los demandantes (a través del
mecanismo que estime pertinente —vgr. alquiler, expropiación, cesión, subsidio, etc.)
un inmueble que se adecue a las características de la labor cultural que desarrolla el
movimiento.
La Dra. Ugolini consideró que debía revocarse la medida cautelar, en tanto a su criterio
de las normas invocadas por los demandantes no surgía la obligación del Gobierno de la
Ciudad de proveer un inmueble para que funcione un centro cultural.
28
En el año 2008 se les comunicó la existencia de una condena de desalojo del predio en el cual
desarrollan las actividades del movimiento. A raíz de ello, solicitaron al GCBA que les garantice un lugar
donde desarrollar sus actividades culturales, sin recibir respuesta.
A su vez, como resulta evidente, el derecho a la diversidad cultural resulta aniquilado
frente a la falta de un mínimo reconocimiento del derecho de acceder a un espacio físico
que permita preservar y desarrollar las expresiones culturales minoritarias.
En la causa “Devoto Pablo Miguel c/CGBA sobre Recusación”, la Dra. Ugolini debió
dictaminar acerca de la procedencia o improcedencia de la recusación que el GCBA, a
través de la Procuración General realizó contra el Juez de 1ª Instancia en el fuero
Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, Dr. Andrés Gallardo. En dicha
recusación, el Gobierno solicitaba que dicho juez dejara de intervenir en todas las
causas en las que el GCBA era parte, dado que éste último había iniciado en su contra
un juicio por daños y perjuicios.
Por otro lado, Ugolini omitió toda consideración respecto de las implicancias
constitucionales de la relación entre la administración y los jueces en lo contencioso
administrativo, que por definición actúan en causas en que el Estado es parte, y tienen
como misión constitucional el control de sus actos.
En los hechos, la posición adoptada por la fiscal en su dictamen abría el camino para
que la Procuración General eligiera prácticamente con qué jueces litigar y apartara a
magistrados que no le simpatizaran, mediante el simple recurso de demandar a alguno/a
de ellos/as por sentencias que a su juicio perjudicaron el patrimonio de la Ciudad.
Todo ello, junto con los juicios evaluatorios personales negativos que Ugolini realizó
sobre el juez en cuestión, revelan que su actuación no expresó ningún tipo de
compromiso con la independencia del poder judicial frente a prácticas hostiles por
parte de los poderes políticos, también garantizada por instrumentos
internacionales
Por el contrario, la candidata propuesta convalidó una burda intromisión del poder
político, lo que revela una concepción preocupante sobre el alcance de la garantía de
independencia judicial.
Los tres jueces de la Cámara de Apelaciones que revisaron la recusación, y los cinco
miembros del Tribunal Superior de la Ciudad que intervinieron en última instancia
rechazaron la recusación, estimaron que ella era improcedente, y que el criterio
interpretativo de Ugolini era inaceptable.
La intervención de la Dra. Ugolini en este caso revela un compromiso tan débil hacia
uno de los núcleos del ideal republicano de la división de poderes en que se funda
nuestro pacto constitucional que arroja serias dudas sobre su idoneidad para integrar el
Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad.
En su dictamen, la fiscal sostuvo que la decisión debía ser revocada, debido a que a su
criterio, el sentenciante había desbordado sus atribuciones constitucionales, invadiendo
las propias del Poder Ejecutivo al imponerle al Jefe de Gobierno la obligación de
suscribir un determinado proyecto de decreto. A su vez, sostuvo que las órdenes
judiciales no pueden ser utilizadas para controlar un deber para cuyo cumplimiento el
Poder Ejecutivo tiene acordado un margen de discreción.
Al respecto, cabe señalar que Ugolini omite tener en cuenta el hecho determinante de
que el propio Gobierno se había comprometido a adoptar las medidas contenidas en el
proyecto de decreto cuya suscripción fue ordenada por el juez, en el marco de la causa
iniciada por la Asesoría Tutelar.
Es decir que la Fiscal pretende sostener que los compromisos asumidos por el Gobierno
en el marco de un proceso judicial en el que es demandado por el incumplimiento del
derecho fundamental a la salud de los niños y niñas no resulta exigible judicialmente, y
puede legítimamente ser incumplido por el Gobierno, pues ello estaría comprendido en
la esfera de sus facultades discrecionales.
Como resulta evidente, el criterio resulta insostenible. Una vez asumido un compromiso
por el Gobierno, el que había sido propuesto a la Justicia por la propia Administración a
fin de dar cumplimiento a su deber constitucional de asegurar los derechos de los niños
y niñas afectados/as, dicho compromiso es exigible, y no puede razonablemente
afirmarse que los actos destinados a ordenar su efectiva implementación constituyan un
exceso en las facultades jurisdiccionales.
Tal criterio resulta aún más grave al ser utilizado, como en el presente caso, para
sustentar una supuesta facultad discrecional del poder ejecutivo de cumplir con el
compromiso adoptado a fin de asegurar el derecho fundamental a la salud de los niños y
niñas.
Lo absurdo de la opinión de la fiscal pone nuevamente de manifiesto su alarmante falta
de idoneidad y evidencia su nulo compromiso con la efectiva vigencia de los derechos
constitucionales.
La entonces Procuradora opinó que para autorizar dicha operación las autoridades
sanitarias debían seguir un procedimiento evidentemente violatorio de derechos: por un
lado, debían obtener el dictamen de una comisión de tres médicos que determine si los
casos puestos a su consideración ameritan la indicación terapéutica que haga necesaria
la intervención quirúrgica; y, a su vez, que para el caso de que la paciente estuviera
casada, se debía solicitar el consentimiento de su cónyuge.
Una mujer que recibe información adecuada sobre la operación quirúrgica indicada por
su médico y toma una decisión sobre su cuerpo, presta el consentimiento necesario y
suficiente para llevarla a cabo. Tanto el dictamen previo de la junta médica como el
consentimiento del cónyuge, requisitos propuestos por la Procuradora, afectan
gravemente el derecho a la autodeterminación y a la no discriminación de las mujeres, y
restringen arbitrariamente el derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo.
29
Al analizar el art. 16 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer.
A través de su dictamen, la Dra. Ugolini otorgó arbitrariamente un estatus especial a las
intervenciones quirúrgicas de ligadura de trompas30 desconociendo derechos
fundamentales de las mujeres.
Tal como sostuvimos, sus posiciones como Fiscal de Cámara de la Ciudad, además de
reflejar su falta de compromiso con la vigencia de los valores democráticos y los
derechos humanos, ponen fuertemente en duda que pueda garantizar independencia de
criterio.
Por un lado, sus expresiones reflejan una preocupante postura que confunde el interés
público o general con el interés de la Administración pública.31 Los casos relatados dan
cuenta de su convicción por resolver los casos que se le presentan minimizando la
función judicial de control de constitucionalidad y de control de la Administración para
la efectiva vigencia de los derechos, al nivel de ampliar el ámbito de discrecionalidad
del Poder Ejecutivo a expresiones irrazonables y fundamentalmente ilegales.
Esta formación de la candidata (expresada en sus largos años de función pública) pone
en tela de juicio, en forma determinante, su perfil como candidata a ocupar el Superior
Tribunal de Justicia de la Ciudad, de conformidad con lo establecido en el artículo 1 del
decreto 1602/03.
Concretamente, la Corte Suprema señaló que “donde hay un derecho hay un remedio
legal para hacerlo valer toda vez que sea desconocido…” (Fallos: 239:459; 241:291 y
315:1492). En fórmulas más recientes, además, la Corte Suprema consideró que
también la acción colectiva estaba habilitada cuando “pese a tratarse de derechos
individuales, existe un fuerte interés estatal en su protección, sea por la trascendencia
30
Cabe señalar que con posterioridad, en agosto del año 2006, el Congreso Nacional sancionó la Ley N°
26130, que reconoce expresamente el derecho de toda persona mayor de edad de acceder a la realización
de las prácticas denominadas "ligadura de trompas de Falopio" y "ligadura de conductos deferentes o
vasectomía" en los servicios del sistema de salud, sin más requisitos que el consentimiento informado de
las y los pacientes.
31
Esta confusión ya fue advertida al momento de seleccionar a la candidata como Fiscal de Cámara en la
audiencia pública realizada el 27 de julio de 2000. Ver en particular, su respuesta a las preguntas del
Legislador Fleitas Ortiz de Rosas. Sostuvo Ugolini en esa oportunidad “… en ese caso, estaba tratando de
defender el interés general; nunca fue mi preocupación defender al gobierno; siempre sentí que,
defendiendo al Estado, defendía el interés público…”.
social o en virtud de las particulares características de los sectores afectados” (Caso
Halabi). Por lo tanto, la Corte extendió las afirmaciones de Siri y Kot a la situación de
afectación de derechos de grupos en situación de vulnerabilidad.
32
Comité de Derechos Humanos la Observación General Nº 31, del 26 de mayo de 2004. Observación
General citada en Courtis, C., “El derecho a un recurso rápido, sencillo y efectivo frente a afectaciones
colectivas de derechos humanos”, antes citado.
de un debido proceso legal en condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas
desventajas”33.
Como vimos, las posiciones sostenidas por la candidata Ugolini en varios de los
antecedentes descriptos, desconocen en forma absoluta la vigencia de esta garantía
judicial, con los alcances sentados en los precedentes de la Corte Suprema, así como de
los órganos de aplicación de los tratados internacionales.
Por todos, citamos como ejemplo, la Observación General Nº 9 del Comité de DESC
que sostiene que “del compromiso asumido de dar efectividad al PIDESC se desprende
la obligación de los Estados de asegurar la justiciabilidad de los derechos allí contenidos
brindando mecanismos adecuados para exigir su aplicación ante los tribunales de
justicia, así como la obligación de reconocer las normas del Pacto en el ordenamiento
jurídico interno a través de medios adecuados (Comité de DESC, Observación general
Nº 9: La aplicación interna del Pacto, 1999).
33
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-16/99“El derecho a la información sobre la asistencia consular en
el marco de las garantías del debido proceso legal”, del 1 de octubre de 1999, párr. 120. Completó la
Corte con relación a las garantías del debido proceso específicas que deben reconocerse a las personas
extranjeras que están sometidas a procesos penales que “Por ello se provee de traductor a quien
desconoce el idioma en que se desarrolla el procedimiento, y también por eso mismo se atribuye al
extranjero el derecho a ser informado oportunamente de que puede contar con la asistencia consular.
Estos son medios para que los inculpados puedan hacer pleno uso de otros derechos que la ley reconoce a
todas las personas. Aquéllos y éstos, indisolublemente vinculados entre sí, forman el conjunto de las
garantías procesales y concurren a integrar el debido proceso legal”; ibídem, párr. 120.