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Investigación de el FERG

Fundada en 1676 por el Rey Carlos II de España, la Universidad de San Carlos


de Guatemala (USAC) es el centro oficial de enseñanza superior en
Guatemala. En 1944, esta casa de estudios pasó a convertirse en uno de los
centros de la conciencia democrática del país, con valor aunque a veces con
imprudencia. Por décadas, importantes grupos de la Universidad se han
caracterizado por oponerse a los gobiernos autoritarios. De la Universidad
solían surgir críticas a la injusticia social y económica existentes en el país, así
como propuestas alternativas a esa realidad.
Todo empieza en el gobierno de Manuel Estrada Cabrera cuando mando a
encarcelar a Salvador Mendieta presidente de la asociación “El Derecho” en la
facultad de ciencias políticas y sociales en 1900, esto con el fin de desarticular
la primera agrupación estudiantil en la época moderna, a sus 22 años de
mandatario (1898-1920), el servilismo fue tal que la universidad de San Carlos
paso a llamarse “universidad Nacional Estrada Cabrera”.
Sin embargo, en 1920 la Universidad tomó el liderazgo al organizar protestas
contra este dictador. Los estudiantes disfrazaron su movimiento bajo la
bandera del Partido Unionista que buscaba la integración centroamericana.
En 1944, estudiantes universitarios ayudaron a derrocar al general Jorge Ubico
Castañeda, el último de una serie de dictadores "liberales" que habían
gobernado Guatemala desde 1871. La Revolución de Octubre y, diez años
después, la Contrarrevolución, establecieron el escenario político hasta
nuestros días.
En el centro de la ciudad, en la 6a. avenida, una placa de bronce marca el lugar
donde fueron acribillados en 1956 cinco estudiantes que se oponían a la
contrarrevolución. Cerca de allí, en la 4a. avenida, otra placa recuerda el lugar
donde fuera asesinado en 1971 el diputado y catedrático de la Facultad de
Derecho, Adolfo Mijangos López. Luego, frente a la plaza mayor, un
monumento honra al dirigente estudiantil Oliverio Castañeda de León, muerto a
tiros por agentes del gobierno el 20 de octubre de 1978. Y en la Avenida Elena,
otra placa conmemora a Julio Rigoberto Cu Quim, asesinado en 1992 en la
víspera del tradicional desfile de la Huelga de Dolores.
Asimismo, en la Ciudad Universitaria, al sur de la capital, el ambiente de lucha
y de duelo se marca aún más. Plazas, murales, placas y desenfadadas pintas
que hacen honor a los muchos mártires universitarios, como un recuerdo
indeleble de otros tiempos en la historia de la Universidad de San Carlos de
Guatemala.

En 1976, las autoridades de seguridad llamaron a 18 dirigentes estudiantiles de


los institutos de nivel medio. Se les advirtió que su publicación Pueblo y
Estudiante era de tipo comunista y no podía darse en un instituto público. Entre
los señalados estaban los amigos y compañeros de estudio de Robin García
Dávila y Aníbal Leonel Caballeros Ramírez.
En 1977, Robin García pasó a estudiar a la Facultad de Agronomía en la
Universidad de San Carlos. Desde sus años en la educación básica, Robin
había participado en un grupo clandestino de jóvenes. En 1976, se incorporó al
Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), organización rebelde que estaba
estableciéndose en el área urbana en ese tiempo. Ya como universitario,
García siguió trabajando con los estudiantes del nivel medio, siendo el
responsable de Caballeros y de otros dirigentes estudiantiles en la
Subcomisión de Organización del Sector de Secundaria.
El 28 de julio 1977 en Ciudad Satélite, Mixco, García y Caballeros participaron
en la conmemoración del primer aniversario de la caída de tres estudiantes de
su organización. Salieron juntos del acto, pero nunca llegaron a casa. Dos días
después, el cadáver de Caballeros se halló en la zona 11. Robin García,
mientras tanto, seguía desaparecido.
La desaparición de García, de 19 años, hizo sentir a los estudiantes la
necesidad de dar una respuesta fuerte ante el resurgimiento del terror en
contra de su movimiento. En los días siguientes a la desaparición de García,
hubo movilizaciones tanto de los estudiantes de nivel medio como de los
universitarios. En la capital así como en varias cabeceras departamentales, las
protestas tuvieron eco. Hubo manifestaciones frente el Palacio Nacional, paros
en los establecimientos y grandes marchas por las calles de la ciudad, bajo la
consigna: "Queremos vivo a Robin". Además, por medio de recaudaciones de
fondos, varias facultades lograron publicar campos pagados en los que exigían
la aparición con vida del estudiante.
Una semana después, el 4 de agosto de 1977, el cadáver de Robin García fue
encontrado por campesinos en Palín, Escuintla, a la orilla de la carretera. Su
cadáver había sido brutalmente golpeado, sus prendas de vestir, pantalón y
camisa, habían sido cambiados y no tenía zapatos. Entre sus bolsillos fue
posible localizar un carnet de identificación y una nota que atribuía el hecho al
Ejército Secreto Anticomunista (ESA), uno de los principales grupos
paramilitares.
La figura de Robin García llegó a ser más grande en muerte que en vida. El 5
de agosto más de 50,000 personas acompañaron su ataúd en la marcha quizá
más grande de duelo en la historia de la Universidad de San Carlos. Los
participantes portaban claveles rojos, signo de amistad, que los estudiantes
convirtieron en símbolo de lucha. El entierro, a la vez manifestación silenciosa,
paralizó el tránsito en la ciudad. En los siguientes días expresiones de repudio
ante el asesinato dominaron las noticias.
La Asociación de Estudiantes Universitarios y el Consejo Superior Universitario
públicamente culparon al gobierno por la muerte de García y por la existencia
de nuevos grupos oscurantistas, como él ESA, que se dedicaban a atacar a
"los sectores populares y democráticos". Además, aprovecharon la oportunidad
para denunciar al sector minoritario capitalista, la "fascistización" de
Guatemala, y la "explotación imperialista" de sus recursos naturales.
Frente a estas críticas, el presidente Laugerud García adoptó una actitud
defensiva, pero a la vez conciliatoria, permitiendo que se realizaran varias
protestas en diferentes partes del país. Sin embargo, la muerte de Robin
García señalaba el fin de la apertura política y el resurgimiento del terror estatal
y paraestatal.
García, apenas terminando su adolescencia, se convirtió en uno de los
principales mártires del movimiento estudiantil. En 1978 se hizo también
símbolo del movimiento revolucionario, cuando su nombre fue adoptado por el
Frente Estudiantil Revolucionario "Robin García" (FERG), una nueva e
importante agrupación política estudiantil vinculada con el EGP y que llegó a
abogar por la lucha armada ( El Gráfico : 4 a 10 de agosto 1977; entrevistas).
Durante el período de Saúl Osorio existió entre FERG y FRENTE una pugna
muy marcada, la cual se expresó en desconfianzas mutuas que llegaron en
ocasiones a los enfrentamientos físicos entre sus miembros. FRENTE llegó a
controlar la AEU y usó su posición para presentarse como la "izquierda
democrática" y voz oficial del sector estudiantil. En reuniones del CNUS
(Central Nacional de Unidad Sindical), por ejemplo, no quisieron permitir la
presencia de FERG a pesar de su importancia. FERG, por su parte, se
distinguía por responder con medidas de hecho, incluso interrumpiendo
actividades electorales cuando parecía que FRENTE iba a ganar (Siete Días en
la USAC: 18 junio 1979). Sin embargo, en términos generales ambos grupos
compartían los fines de rectoría: promover cambios sociales en el país. Las
diferencias entre éstos se marcaban en sus métodos y su cronograma político
(entrevistas).
En julio, Lucas García asumió la Presidencia y luego liberó los precios de la
canasta básica, lo que de inmediato le ganó el rechazo popular. Al principio las
protestas fueron limitadas. Pero un nuevo aumento a la tarifa del transporte
urbano colmó la paciencia de los ciudadanos. Las protestas y el rechazo al
Presidente llegaron a dominar el terreno de la lucha social.
Este mismo mes, los choferes de los buses públicos hicieron una serie de
paros y luego se fueron a la huelga. Como medida para evitar ser obligados a
circular, los conductores decidieron llevar sus unidades a la Universidad de San
Carlos, que por su autonomía, era el único lugar fuera de la jurisdicción del
Estado en el que podían estar. La nuevamente instalada Ciudad Universitaria
servía como un amplio territorio libre para la oposición política.
Para ese entonces, escribe la historiadora Deborah Levenson-Estrada,
actuaban diferentes sectores vinculados a organizaciones revolucionarias en la
Universidad, y se abrió un debate en cuanto a la acción de los choferes. A los
elementos organizados con el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) les
convenían confrontaciones con el Estado, y estuvieron dispuestos a que los
buses se estacionaran en el campus. Por aparte, los del Partido Guatemalteco
de Trabajo (PGT), establecidos en la rectoría, temieron que la presencia de los
buses provocara un allanamiento por parte de las
El 4 de agosto se realizó la primera gran manifestación durante el período de
Lucas García. Universitarios y estudiantes de nivel medio acompañaron a los
demás sectores del movimiento popular en la conmemoración del primer
aniversario de las muertes de Robin García y Aníbal Caballeros. El nuevo
Ministro de Gobernación, Donaldo Alvarez Ruiz, declaró que si no existía
permiso gubernamental, cualquier manifestación sería reprimida (durante el
gobierno de Laugerud, los estudiantes se acostumbraron a hacer
manifestaciones sin pedir permiso alguno). El CNUS decidió no pedirlo, al
considerar que hacerlo sería un retroceso para un movimiento que "ya había
ganado las calles" (entrevistas).
Los líderes del movimiento popular debatieron las posibles consecuencias por
las acciones tomadas y optaron entre ser más beligerantes o replegarse frente
a la posibilidad de una movilización del ejército, que pudiera terminar en una
matanza general. Pero en realidad, el descontento popular era tan grande que
la manifestación pronto cobró tal fuerza que a los dirigentes les era difícil
controlarla.
Las protestas se volvieron violentas cuando el gobierno intentó retomar las
calles de la capital y los edificios del Estado. En los enfrentamientos los
manifestantes utilizaron piedras y cócteles Molotov. Se replegaron cuando la
policía y su Pelotón Modelo lanzaba bombas lacrimógenas y golpeaba a los
que se quedaban atrás (Jonas 1991: 124).
Pero las protestas finalizaron hasta que se alcanzó el objetivo más importante
del momento. El viernes 7 de octubre el Consejo Municipal restauró la tarifa de
cinco centavos. Los manifestantes habían logrado su demanda principal,
venciendo al gobierno militar a través de la movilización popular, eso sí, a costa
de que durante las jornadas el número de muertes fue estimado en cerca de 40
(Levenson-Estrada 1994) a 106 (Cuevas del Cid 1980).
Al ver la década de los años 90 en retrospectiva, es evidente que ese período
de la historia guatemalteca está marcado por la disminución en los niveles de
violencia y por lo intenso de las negociaciones de paz entre el gobierno y la
guerrilla. Las pláticas culminaron con la firma del acuerdo de paz en los últimos
días de diciembre de 1996. No obstante, esos seis años, previos al acuerdo,
vieron correr sangre y un refinamiento de las tácticas represivas, que fueron
selectivas.

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