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Desde los tiempos más remotos, el olfato ha ocupado un lugar destacado en la

vida social. Hasta mediados del siglo xix, los olores han sido investidos de
extraordinarios poderes con un fuerte significado simbólico. Esta visión de los
olores ha variado en el actual mundo industrializado, adoptando un matiz estético
e higiénico. Es por ello que la industria dermocosmética dedicada a combatir
problemas como la transpiración y la sudación ha alcanzado hoy día gran
importancia.
Durante el siglo xx la obsesión por suprimir los olores corporales asociados a la falta de
higiene personal ha sido considerada como signo de civilización, acusándose este
sentimiento especialmente en las últimas décadas. Es precisamente en este cometido y
desempeñando un papel fundamental en el que entran en juego los desodorantes y los
antitranspirantes.
El desodorante como tal es fabricado por primera vez a fines del siglo pasado en Estados
Unidos a partir de una mezcla de sulfato de potasio y aluminio. Su uso se generalizó tras la
segunda guerra mundial en casi todos los países occidentales, llegando a abarcar una
amplia gama de variedades: desodorantes para las axilas, para los pies, para la higiene
íntima, para el aliento, para el cabello, antitabaco, etc. Actualmente, están considerados
cosméticos y, aunque forman parte de un segmento de productos no demasiado
publicitados, su uso cada día es más elevado, siendo considerado su empleo necesario para
mantener los actuales cánones higiénicos.
Este grupo de cosméticos destinados fundamentalmente a resolver los problemas derivados
de la sudación deben intentar con seguridad y eficacia minimizar física y estéticamente los
signos de una excesiva transpiración, que podría llegar incluso a generar problemas
sociales.
Sudación y olor corporal
El olor corporal es una propiedad individual del ser humano, en el que confluyen el olor
natural y el adquirido. Esta característica es tan específica de cada persona como lo pueden
ser sus huellas dactilares y podría llegar a ser un elemento diferenciador, si el sentido del
olfato estuviera tan desarrollado en el hombre como lo está en otras especies animales. La
intensidad del olor corporal dependerá de circunstancias personales, medio y estados social
y fisiológico.
La transpiración es un fenómeno fisiológico imprescindible cuyas principales funciones
radican en ser una vía de eliminación de sustancias de desecho y toxinas, mantener el pH
de la superficie corporal, hidratar la capa córnea y mantener la temperatura corporal dentro
de un rango determinado, es decir, enfriando el cuerpo en todas las situaciones en las que
el organismo produce o acumula calor: al aumentar la humedad y la temperatura
ambiental, si existe hipertermia, estrés, tensión, nerviosismo o si se realiza ejercicio físico.
La evaporación del sudor en la superficie corporal consume gran cantidad de energía y
reduce, de esta forma, la temperatura corporal, siendo un efectivo mecanismo de
termorregulación.

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Se estima que un adulto sano elimina a través de la sudoración corporal entre 250 y 1.250
ml diarios mediante dos mecanismos: perspiratio insensibilis, evaporación de agua a través
de la piel no observable ópticamente y la «sudación observable», secreción de líquido
acuoso derivado de la glándula sudoral. La cantidad de sudor secretada presenta una
variabilidad muy elevada y está sometida, como ya se ha visto, a múltiples factores.
Cuando la sudación excede los valores considerados normales, se habla entonces de
hiperhidrosis y requiere tratamiento médico.
El sudor es una secreción corporal hipotónica, inodora, incolora, de pH ligeramente ácido
(4,5-5,5), compuesto por agua mayoritariamente y por electrólitos (sodio, potasio, cloro,
amonio, calcio, fósfatos) y sustancias orgánicas (urea, proteínas, lípidos, aminoácidos) en
menor cantidad e inicialmente inodoras. La degradación de estas moléculas que se secretan
con el sudor por la flora bacteriana saprofita, mayoritariamente grampositiva y presente en
la superficie corporal, da lugar a: amoníaco, aminas, indol, derivados sulfhídricos, ácido
butírico, moléculas de menor tamaño y volátiles, que pueden ser percibidas por los
receptores olfativos y por consiguiente ser consideradas las responsables de los olores
desagradables propios del sudor.
No siempre el origen del olor corporal radica en los procesos fermentativos que presenta el
sudor. Una excepción la constituiría el olor derivado de la secreción con el sudor de
moléculas volátiles resultantes del metabolismo que presentan ciertos alimentos una vez
ingeridos (ajo, cebolla, especias). Este tipo de olor sólo puede controlarse evitando o al
menos disminuyendo la ingestión de los alimentos responsables o intentando enmascararlo
con perfumes o fragancias que sean capaces de neutralizarlo.
La producción del sudor está vinculada a la función de las glándulas sudorales, cuya
distribución varía en función de las diversas partes del cuerpo. Existen dos tipos de
glándulas morfológicamente diferenciadas, con distinta localización y que presentan
secreciones de composición distinta.
Las glándulas sudoríparas ecrinas parten de la dermis y se extienden hacia el exterior en
forma tubular, desembocando directamente en la superficie cutánea a través de un poro.
Su parte glomerular es la responsable de la producción de la secreción sudorípara y de su
vertido a las numerosas luces glomerulares, que convergerán en el canal secretor, en el
que se producirán fenómenos de concentración y reabsorción que determinarán la
composición final del sudor que se secreta. El sudor ecrino es un fluido incoloro,
ligeramente opaco, que contiene un 0,5% de sólidos, con un olor casi imperceptible y cuyas
principales funciones son la reconstrucción del manto hidrolipídico epicutáneo y la
termorregulación. Estas glándulas, controladas por fibras nerviosas simpáticas colinérgicas
posganglionares, se hallan distribuidas por casi toda la superficie corporal y son muy
numerosas (3 millones aproximadamente) siendo su densidad muy diversa en función de
su localización.
Las glándulas sudoríparas apocrinas constituyen un carácter sexual secundario y se hallan
sometidas a un control hormonal, por lo que inician su proceso secretor en la pubertad y
decrece su actividad en personas de edad avanzada. Morfológicamente son glándulas de
mayor tamaño que las ecrinas, tubulares, cuya parte secretora forma un ovillo localizado en
la dermis y cuyo conducto secretor desemboca en un folículo pilífero. El sudor apocrino es
escaso, más viscoso, posee un aspecto similar a una emulsión y constituye un excelente
medio de cultivo para la flora saprofita residente en la piel.
Axilas, zona ano-genital, plantas y manos de los pies son las zonas mayoritariamente más
propensas a presentar fenómenos de sudación. Por tanto, la mayor concentración de sudor
y, por consiguiente, de moléculas capaces de servir de sustrato a los microorganismos
saprofitos presentes en la superficie epitelial, así como la humedad, maceración y una
deficiente ventilación propias de algunas de estas zonas, serán factores favorecedores para
que este problema, tanto higiénico como estético se ponga de manifiesto.
¿Con o sin alcohol?

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La incorporación de alcohol en estas formas cosméticas presenta un triple objetivo:
conseguir preparados de bajo poder oclusivo, proporcionar sensación de frescor debido a su
gran volatilidad y a sus propiedades endotérmicas y servir de coadyuvante a los activos
desodorantes y antitranspirantes debido a sus propiedades antisépticas. Sin embargo, la
tendencia actual es reducir o eliminar el etanol por ciclometiconas volátiles con el fin de
minimizar la irritación derivada de la deshidratación en exceso que provoca la aplicación
diaria de etanol sobre la superficie cutánea, especialmente en pieles sensibles, alípicas,
pieles secas y envejecidas.
CONSEJOS DESDE LA FARMACIA
Cómo evitar el olor corporal
* Higiene diaria minuciosa.
* Cambio diario de la ropa que está en contacto con la superficie corporal.
* Uso preferente de ropa de tejidos naturales y transpirables, capaces de absorber el sudor
y mantenerlo lo más seco posible.
* Uso de jabones antisépticos que faciliten el control de la flora bacteriana.
* Empleo de desodorantes sobre piel limpia y seca, preferiblemente tras la ducha diaria.
* Para pieles sensibles se recomiendan los preparados exentos de alcohol.
* Evitar el consumo excesivo de bebidas que estimulen la sudación (café, té, bebidas
alcohólicas) y de comidas muy saladas y condimentadas.
* Remitir al médico, cuando la cantidad de sudor se considere que excede a la cantidad
normal por el tipo de actividad realizada, para descartar o diagnosticar cualquier
enfermedad asociada.
Productos antitranspirantes y desodorantes
Antitranspirantes
Son preparados que persiguen una reducción del sudor secretado. Sus
formulaciones incluirán, por tanto, principios activos que inhiban los mecanismos de
producción de sudor por las glándulas sudoríparas.
Desodorantes
Son cosméticos destinados a impedir, atenuar, enmascarar o eliminar el mal olor
corporal desprendido por su descomposición bacteriana del sudor. Incorporan en su
formulación como principal componente sustancias antisépticas e inhibidoras de la
proliferación microbiana en la superficie cutánea. Actúan, por consiguiente, limitando el
desarrollo de la flora bacteriana responsable de degradar los componentes del sudor que
originan compuestos fétidos.
Son frecuentes las reacciones alérgicas, dermatitis o irritaciones derivadas de su uso, por lo
que no debe abusarse de su empleo.
Propiedades
Las principales propiedades que deben poseer los antitranspirantes y los
desodorantes son:
* Eficacia: capaz de eliminar el mal olor corporal durante un período de al menos 12 h.
* Buena tolerancia cutánea.
* Fácil y cómoda aplicación.
* Sensación de frescor y limpieza.
* Tiempo de secado rápido.
* No debe manchar ni la piel ni la ropa.
* Según sus características estar exento de perfume o al contrario una buena permanencia
de la fragancia que se haya incorporado y así publicitado.
Composición
Astringentes antisudorales

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Sustancias que operan sobre el control de la secreción sudoral sin bloquear totalmente la
transpiración natural. De su empleo y paralelamente a la disminución de la cantidad de
sudor, se deriva una reducción de la humedad en la zona a tratar y de las moléculas que
pueden ser utilizadas de sustrato metabólico por las bacterias saprofitas de la piel. Sus
principales representantes son las sales de aluminio (clorhidrato de aluminio,
clorhidroxialantoinato de aluminio, clorhidroxilactato de aluminio), cuya finalidad está
centrada en conseguir una importante reducción de la transpiración. Estos compuestos
presentan también una notable acción antimicrobiana frente a los microorganismos
implicados en la producción del olor corporal que los dota de propiedades típicamente
desodorantes.
Estas sales inorgánicas deben ser formuladas exclusivamente en formulaciones de uso
tópico y nunca deben ser utilizadas en forma de aerosoles, ya que su inhalación presenta
una elevada toxicidad.
Bactericidas
Su empleo disminuye total o parcialmente la carga microbiana del área tratada y por
consiguiente las secreciones sudorales secretadas no podrán ser degradadas y generar así
sustancias volátiles de olor desagradable. Existe la prohibición del uso de antibióticos
tópicos con fin desodorante, ya que se debe priorizar su uso médico y, por tanto, excluir su
empleo de los productos cosméticos.
Bacteriostáticos
Su inclusión en este tipo de cosméticos impide la proliferación bacteriana y
consecuentemente se reduce el número de catabolitos olorosos responsables del olor
corporal. Algunos de los más utilizados son: el triclosán (2,4,4'-tricloro-2'- hidroxidifenil-
éter, fenol clorado utilizado a concentraciones del 0,1 al 0,2% en desodorantes axilares,
activo frente a microorganismos grampositivos y gramnegativos), aceites esenciales
(tomillo, eucalipto, romero), farnesol (alcohol sesquiterpénico presente en numerosos
aceites esenciales activo frente a grampositivos), amonios cuaternarios, clorhexidina, etc.
Sustancias que interfieren algún proceso enzimático
Mediante el bloqueo de alguna reacción enzimática que lleve a la génesis de compuestos
volátiles de olor desagradable, se frena la producción de éstos y así se reduce el mal olor
corporal sin atacar la flora residente en la piel. Este método es muy poco agresivo y
permite mantener el equilibrio natural de la flora saprofita residente en la superficie
corporal y proteger de este modo de una posible contaminación patógena. Activos con
propiedades antioxidantes, como por ejemplo el tocoferol, ácido ascórbico, citrato de
trietilo, BHT, BHA, y cuya actividad en este tipo de formulaciones reside en su capacidad de
inhibir las reacciones enzimáticas que degradan el sudor, estarían incluidos en este grupo.
Sustancias absorbentes
Poseen propiedades desodorantes y no interfieren de ningún modo sobre la actividad de la
flora bacteriana cutánea ni sobre la producción de sudor. Actúan a través de un proceso
físico-químico neutralizando los complejos olorosos, es decir, estos compuestos atrapan en
su estructura las moléculas volátiles resultantes de la degradación microbiana que ha
presentado la secreción sudoral y responsables del mal olor corporal, y forman un complejo
carente de olor desagradable. Ricinoleato de cinc, derivados de ácidos láctico o tartárico,
óxido de cinc, resinas de intercambio iónico, polímeros porosos que actúan como
microesponjas y agentes quelantes son algunos de sus representantes.
Sustancias enmascarantes
De los mecanismos empleados para eliminar el olor corporal, éste es el menos higiénico de
todos. Se basa en la inclusión en la formulación de productos, componentes aromáticos y
perfumes, capaces de cubrir el olor corporal puesto que su poder para estimular los
receptores olfativos es más rápido y más potente. Este tipo de compuestos no actúan
eliminando los agentes productores del mal olor del sudor, por lo que su empleo como

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único agente desodorante puede llevar a la génesis de sustancias irritantes y nuevos
olores, incluso más desagradables y persistentes que los que se pretendía enmascarar.
Es frecuente, sin embargo, la asociación de este tipo de sustancias con otros tipos agentes
desodorantes y antitranspirantes que sí actúen sobre los mecanismos de formación o
degradación del sudor con el fin de conseguir una acción más eficaz y prolongada.
La industria cosmética, en auge actualmente, sigue desarrollando nuevas moléculas,
vectores y formas cosméticas con el fin de obtener formulaciones más originales y con una
eficacia desodorante elevada. Sin embargo no se deberá obviar nunca que los preparados
cosméticos además de eficaces deben ser seguros y, por ello, las diferentes firmas
cosméticas deberán garantizar que sus productos no presentan riesgos para la salud
humana en las condiciones de uso. El hecho de que el consumidor final disponga de la
información adecuada sobre los productos será esencial para ello.
Las sustancias con actividad desodorante y antitranspirante no son los únicos ingredientes
de este tipo de formulaciones. Además de los excipientes propiamente dichos, estos
preparados incorporan con el fin de acondicionar y suavizar la piel agentes humectantes,
hidratantes, emolientes, cicatrizantes y epitelizantes que favorecen y potencian la acción
principal del cosmético.
Formas farmacéuticas
Las líneas de higiene existentes actualmente en el mercado tienden a incorporar
productos específicos a los distintos tipos de piel, así como a los diferentes
problemas y necesidades de los usuarios.
Los desodorantes y los antitranspirantes no son una excepción, por lo que es posible
disponer de una amplia variedad de formas cosméticas, sistemas de aplicación y de una
variada gama de fragancias.
Con el fin de conseguir la máxima eficacia y seguridad deben elegirse con máximo cuidado
los excipientes que entrarán a formar parte de la formulación, de modo que se limite la
acción del principio activo vehiculado a la superficie corporal y no se incurra en ningún tipo
de incompatibilidad de tipo físico químico.
Roll-on
Es una de las formas galénicas mejor aceptadas y de mayor difusión. Estas formulaciones
deben caracterizarse por presentar una fácil extensibilidad y buena sustantibilidad para
garantizar la homogénea aplicación del producto sobre la superficie a tratar, así como
evitar una excesiva untuosidad o tacto graso que proporcionaría un rechazo por parte del
consumidor. La extensión del producto, que presenta una consistencia fluida, se realiza
mediante una rueda que gira sobre sí misma, para ello la viscosidad del producto debe ser
la adecuada para formar una fina película sobre el aplicador.
Cremas y geles
Incluyen en su composición tanto sustancias hidrófilas como lipófilas, debiendo prestar
especial atención a estas últimas, ya que podrían favorecer la absorción percutánea de los
agentes antisudorales incorporados y así aumentar su toxicidad.
Se aplican depositando una pequeña cantidad sobre la zona a tratar, efectuando un ligero
masaje con los dedos.
Aerosoles con gas propelente y nebulizadores
Se caracterizan por la alta sensación de frescor resultante de su aplicación, ya que un alto
porcentaje basa su formulación en soluciones hidroalcohólicas a las que incorporan los
ingredientes activos.
Barra
Es una forma sólida transparente u opaca que requiere un aplicador para ser utilizada. Las
últimas tendencias llevan a formular sticks transparentes, puesto que el residuo blanco y

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visible que dejan las formas opacas es uno de sus principales inconvenientes y motivos de
rechazo por parte del consumidor.
Otros
Tales como toallitas, panes, polvos, etc
http://www.doymafarma.com/doymafarma/ctl_servlet?_f=37&id=13071461

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