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La Casera

Corría el año 75 y en la hora de la cena, un señor compungido y harto de poder -desde la tele, nos
vino a decir que Franco había muerto. Me encontraba en un bar gallego que servía comidas en la
parte antigua de Barcelona, a espaldas del poder político del Ayuntamiento y la futura
Generalitat. El país era de izquierdas. Todos éramos de esa fe. ¡Y hasta nos parecía normal que
pensáramos igual!. En algo también coincidíamos, en cada mesa estaba La Casera. Esa noche,
aquel líquido acido y dulce a la vez, presidia mi mesa.

La única botella con una tapa de cerámica que se giraba con un sencillo alambre que era capaz
de contener la presión del gas.

Era aquella sociedad -en la que vivíamos, áspera y provinciana, de la cultura del trabajo y el
ahorro. Las manifestaciones vitales –en política- pasaban por ir contra “los grises” y Madrid. Y con
esta carga de ambigüedad resolvíamos nuestros placeres ideológicos.

Al cabo del tiempo y transcurridos quince años, me encontré en una parecida situación, lo que me
dio una sensación de encontrarme al final de un antiguo apetito vital. Recuerdo que fue al entrar
en una bodega antigua del desaparecido Distrito V, un barrio frontera con El Chino. Pretendia
comer, como siempre me sirvieron La Casera. El dueño del establecimiento había puesto la tele
para saber si Barcelona seria olímpica. Unos segundos y la frase del presentador del telediario,
produjo un cambio en nuestras vidas. La gente salió a la calle y su alegría experimento un sutil y
atrevido sentimiento: ¡todos éramos Barceloneses!. Esta de más decir que luego vendrían años
esplendidos. Pero… La Casera dejaría de fabricarse con su tapón de cerámica y en Cataluña la
ideología de izquierdas seria reemplazada por el nacionalismo. Una autentica religión, que la
derecha o la izquierda asumirían como propias.

En ese periodo, que va desde el llanto del ayudante del dictador y el anuncio de la modernidad
olimpica, tuve oportunidad de frecuentar a un señor, dedicado a la pintura. Era bajito, alegre,
siempre llevaba durante el verano una camiseta del Guille de Mafalda.

Pero debo confesar, que este artículo nació, hace unos días. Al toparme con una bolsa de plástico
de la Biblioteca Armand Cardona Torrandell abandonada por uno de mis hijos. Tenía varios
ejemplares en su interior de la revista “El Viejo Topo”. Ello me impuso ante la evidencia.
Constatar que la pauta vital de dicha generación –la revista, ya no existe. Como además, algunos
prohombres, sirven para bautizar una biblioteca o, ¿un puente?.

¿Qué ha quedado de aquellos años?.

Hace unos días, en mi visita a Mercadona, una botella estrecha, de plástico, con cero calorías me
ha despertado la curiosidad. Era La Casera, con un subtitulo impreso en su etiqueta:

¡el refresco del Mediterráneo!.

¡Estaba allí!. Latía con fuerza en su interior, un líquido que se mantenía idéntico y espiritual a la
España casposa que se abrió paso, a partir de los cimientos del régimen. Decidí comprar una y
llevármela a casa, esa noche al destaparla, un run run me atrajo hasta la tele. Torres se iba al
Liverpool, ZP prometía 2500 Euros por cada niño que naciera o… adoptáramos. Preso de pánico
recordé la frase de un alumno:

_Mañana traen a la china.


_¿Como?.
_Será mi hermanita.

Formula de La Casera: Agua carbonatada, acidulante, ácido cítrico, aromas de limón, E-954, E-
952. E 954 Ciclamato Prohibido en Francia y Canadá. En Estados Unidos es obligatorio hacer
constar en las etiquetas de los productos que la contengan que este aditivo es nocivo para la
salud. Se ha demostrado que a dosis habituales no es tóxico (menos de 2,5 g al día). Un frasco de
sacarina líquida debe durar por lo menos un mes. E 952 Ciclamato, es 50 veces más dulce que el
azúcar. El Codex Alimentarius lo incluye como aditivo alimentario. Los ciclamatos están prohibidos
en los Estados Unidos, Japón, Inglaterra y Francia. Acido Cítrico: Es un buen conservante y
antioxidante natural que se añade industrialmente como aditivo en el envasado de muchos
alimentos como las conservas vegetales enlatadas. Acidulante: Se trata de una sustancia aditiva
que se suele incluir en ciertos alimentos con el objeto de modificar su acidez, o modificar o
reforzar su sabor. Por ejemplo, a las bebidas se les suele añadir con el propósito de modificar la
sensación de dulzura producida por el azúcar. Fuente: Wikipedia

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