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Grupo Nº1
- Corrado, Fernando
- Martínez, Yamila
- Méndez, Laura
- Romero, Lorena
- Zicovich, Nora
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Construcción de la Identidad en Facebook
Ensayo
Introducción
Según la Wikipedia, la identidad es “…la distinción de cualquier tipo entre cualquier
persona, animal o cosa y sus semejantes. Se refiere al ente que existe como idéntico
a sí mismo en el tiempo y el espacio, una noción del ser en sí.”
¿Qué es la Wikipedia? Es una plataforma on line que dispone de miles de conceptos
y diferentes tipos de información, gracias al aporte de sus usuarios. Esta gran base de
datos es un claro ejemplo de las nuevas posibilidades que ofrece la Web 2.0.
El hecho de que elijamos una definición de la Wikipedia (y no del tradicional
diccionario de la Real Academia) para abrir nuestro ensayo es esclarecedor de un
cambio de paradigma cultural, en que la web 2.0, el modelo abierto de webs de
construcción colectiva, va ganando autoridad social.
En este ensayo pretendemos analizar la construcción de la identidad en la plataforma
de Facebook, ocupándonos principalmente de dos interrogantes. El primero; qué es
construir identidad en Facebook y cómo se construye. Y el segundo, más complejo,
acerca de si podría existir una identidad colectiva, genérica y global unificadora de las
identidades individuales en Facebook, por qué y cómo se materializaría.
Para la realización de este trabajo, tuvimos en cuenta tanto los aportes teóricos de
diversos autores, así como también las conclusiones que pudimos sacar mediante
nuestras experiencias y análisis dentro de Facebook.
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notas, creación de grupos de interés). No obstante, la arquitectura de Facebook obliga
a la construcción de una identidad en base a ciertos datos que no pueden no figurar.
Uno puede, por ejemplo, tener un nombre falso. Pero no puede no tener nombre. Y por
más que su identidad sexual esté indefinida, a la hora de inscribirse a Facebook debe
elegir entre si es hombre o mujer. Y esa es una restricción importantísima a la
construcción de la identidad, pues no se puede construir desde cero. Mientras que en
la “vida real” una persona que se nos acerca por primera vez tiene una nebulosa de
datos que podemos suponer o no en mayor o menor medida, la arquitectura de
Facebook nos obliga, de base, a llenar ciertos campos de información.
A partir de un análisis de sus requisitos, podemos afirmar que Facebook promueve la
creación de un yo real, queriendo decir con esto, una identidad que refleje el ser y la
vida offline. Uno puede, no obstante, crear un yo irreal, pero siempre debe crear un yo
posible, no se puede crear una identidad a base de una idea como se podría hacer
sobre un nickname abstracto en un Chat.
Hay otra regla que no se rompe: la información puede ser falsa, pero debe ser
verosímil. La arquitectura no permite ingresar por ejemplo caracteres extraños (como
números) dentro del nombre o apellido y tampoco elegir una fecha de nacimiento que
no tenga posibilidad de ser real. Se ve claro el ejemplo en los perfiles de
personalidades famosas: El perfil de José de San Martín (evidentemente no creado
por él y por lo tanto, en ese sentido, falso), pone como fecha de nacimiento 1978 ante
la imposibilidad de poner la fecha real (doscientos años anterior). Sencillamente, nadie
que use Facebook podría haber nacido en esa fecha por lo tanto no figura.
Si bien podríamos decir que la verisimilitud es un requisito que impone la
arquitectura, es también parte de las normas culturales de la plataforma, y se afirma
en la interacción. Cada usuario instituye un “Yo posible”, que debe ser aceptado por
los otros. Nunca estamos solos en Facebook, nuestra propia existencia dentro de la
web depende de que logremos captar la mirada de un otro. En Facebook, no tener
contactos es como no existir: no seremos recomendados como “gente que quizás
conozcas”, no estaremos en los perfiles de nadie, consecuentemente no contaremos
con lo que podríamos denominar “capital de las relaciones virtuales”. Este simple
hecho no sólo nos aislaría, sino que dentro de facebook pasaríamos a no existir,
puesto que se trata de una red social que requiere de esas interacciones y conexiones
para reproducirse. No hay en FB una identidad para uno mismo, ya que no tendría
sentido.
Esto nos lleva a pensar que a pesar de su carácter virtual, Facebook no constituye un
entorno anónimo, debido a que muchas de las relaciones interpersonales que se
generan están ancladas en relaciones del “mundo real”. Por otra parte, también es
cierto que un gran conjunto de ellas son lazos débiles, debido a que se basan en un
“yo posible” que no siempre se corresponde con el real, Facebook llama,
indistintamente, “amigos” a los amigos, conocidos, familiares, y hasta desconocidos
totales, pero sabemos que nadie en su vida cotidiana mantiene relaciones de estrecha
amistad con más de 150 personas.
Anteriormente mencionamos que en este proceso complejo de construcción de la
identidad se ponían en juego diferentes elementos, Shanyang Zhao plantea un
continuum de lo implícito a lo explícito. Lo explícito se basa fundamentalmente en lo
narrativo, como en aquellos campos que la arquitectura de Facebook obliga o
promueve a completar: el nombre, la edad, el sexo, institución educativa, etc. Toda
esta información juega un papel muy importante ya que cumplen de alguna manera
una función editorial, una declaración pública del usuario que manifiesta de forma
directa: “esto es lo que quiero que sepan de mí”.
Si bien no hay que perder en cuenta la importancia de lo explícito, consideramos que
en este proceso lo implícito tiene una importancia superior, debido a que instituye
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sentido con otro tipo de elementos que podemos denominar “más fuertes” e incluso
“más efectivos”. Estos elementos están relacionados con lo visual, lo audiovisual y con
la interacción entre los usuarios. En el eje implícito lo más importante es lo visual y
lo interactivo, todo lo que genera el usuario como actor social, como seguidor y como
motor de acciones, como las fotos y los videos (propios o ajenos) que se comparten,
las conversaciones personales que se hacen en el ámbito público del Muro, los
comentarios de las fotos (siempre públicos), la declaración “Me gusta”.
Lo interactivo es fundamental en la construcción de la identidad en Facebook ya que
es lo que genera el movimiento y el cambio constante. La combinación de lo explícito y
lo implícito genera una identidad específica que requiere ser sostenida, y que muchas
veces puede llegar a entrar en contradicción con los cambios en la vida offline.
Podríamos decir por ejemplo que la cantidad de amigos que tenga un usuario y el
volumen de publicaciones en su muro definen su popularidad, las fotos que etiquetan
de él sus contactos definen su apariencia y su pertenencia, y al mismo tiempo sus
comentarios sobre notas, fotos y enlaces, y sus cambios en el estado de ánimo
(declarado on line), definen cómo se relaciona con su entorno.
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convergencia, de que todos los aparatos convergerían en un aparato central que haría
todo, una especie de mando a distancia universal.
Se trata de proceso o cambio tecnológico que aglutina múltiples funciones mediáticas
en un mismo aparato. Pero, no hay que perder de vista que este cambio tecnológico
está apoyado en un fuerte cambio cultural. A este proceso de cambio cultural también
hace referencia Lessig cuando afirma que los ciberespacios han cambiado, en parte
porque la gente ha cambiado, sus necesidades, sus intereses han cambiado y en
parte porque las posibilidades que estos ciberespacios ofrecen también cambiaron.
Bajo el concepto de inteligencia colectiva, Jenkins entiende que el consumo se ha
convertido en un proceso colectivo y que ninguno de nosotros puede saberlo todo,
cada uno de nosotros sabe algo.
Finalmente, aborda el fenómeno de la participación. La cultura participativa trata el
proceso mediante el cual productores y consumidores mediáticos no cumplen roles
separados, sino que interactúan bajo un nuevo conjunto de reglas que ninguno de
nosotros comprende del todo. La participación es otro de los conceptos desarrollados
por Lessig en su descripción de las distintas posibilidades de participación que la
arquitectura de cada espacio ofrece a los usuarios y la forma en que los usuarios
acceden, participan, interactúan y cambian los diferentes espacios dándoles un
carácter propio.
Podemos volver a ilustrar con el ejemplo de la Wikipedia, que es uno de los más
claros de los que Pekka Himanen explica mediante la alegoría de la Academia.
Detengámonos un segundo en esta comparación que resulta muy ilustrativa. El autor
hace una comparación entre los modelos científicos a los que llama de monasterio y
de la academia, en paralelismo con los modelos de código cerrado y abierto,
respectivamente. En un monasterio la autoridad determina un objetivo, selecciona al
grupo que se encargará de la investigación correspondiente y cuando se llegue a un
resultado (siempre mediante la autoridad de, por llamarlo de algún modo, el abad),
éste será tenido por correcto. El modelo cerrado es vertical y estratificado. Está
signado por una autoridad y un objetivo específico. No admite iniciativas individuales,
ni la crítica y modificación permanente. El modelo de la Academia responde al modelo
hacker de aprendizaje y colaboración. Vale aclarar que el autor no atribuye al término
“hacker” ninguna de las connotaciones negativas con que usualmente se lo relaciona
(el ingresar sin permiso en computadoras ajenas, meterse ilegalmente en códigos
privados, insertar virus, etc está ligado a lo que el autor llama cracker), sino a una
ética, relacionada íntimamente con el modelo de código abierto (Academia). Este
modelo responde a la idea fundamental de que es bueno éticamente, pero además
mucho más productivo que la forma de trabajo planteada anteriormente, un método
colaborativo de construcción colectiva del conocimiento. La ética de la academia se
basa en que cualquiera tenga la libertad de usar, criticar y modificar los códigos
abiertos, a cambio de la exigencia de que ninguna solución o mejora que se descubra
sea reservada egoístamente para uno mismo sino que se comparta y se ponga al
servicio de la comunidad. Esto es muy aplicable a sistemas operativos de código
abierto como Linux, pero también a webs 2.0 de creación colectiva de conocimientos.
En nuestros tiempos estamos accediendo a un momento de constantes y acelerados
cambios en las relaciones entre los medios y su público. En ciertos medios como la
Internet, podemos hablar ya de que productores y consumidores están en un proceso
de igualar sus lugares. Los consumidores, que antiguamente estaban destinados a
desarrollarse en los márgenes de la acción como meros receptores, hoy pueden
participan. No sólo consumen, sino que producen, crean, interactúan cuestionando el
poder de los grandes medios corporativos. Producen, y sus producciones tienen las
mismas posibilidades de acceso que las producciones de alguien más poderoso. Este
hecho puede observarse claramente en las páginas de las empresas, marcas y/o
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productos (de consumo o culturales), que funcionan dentro de Facebook. En ellas los
usuarios no sólo tienen la posibilidad de “hacerse fan”, sino que son en su mayoría los
iniciadores de las mismas, y quienes generan el contenido. Es decir, de pronto los
consumidores se han convertido (de forma espontánea) en patrocinadores y agentes
publicitarios de los productos. No nos olvidemos que esto siempre es un arma de
doble filo, así como un consumidor o admirador puede convertirse en recomendador
espontáneo y masivo, gracias a las posibilidades de la web 2.0, un cliente insatisfecho
o un competidor, tiene las mismas posibilidades para difundir un mensaje
defenestrador.
Por supuesto que este cambio no es absoluto. Jenkins sostiene la idea de que no es
posible que el paradigma de la revolución digital traiga consigo la desaparición de los
viejos medios o de aquellos que no se adapten a los cambios. Es mejor hablar de
convivencia, de convergencia. La palabra impresa no reemplazó a la palabra hablada,
el cine no mató al teatro y la televisión no eliminó a la radio. Cada viejo medio se vio
obligado a coexistir con los medios emergentes. Algunas tecnologías ayudan a estos
cambios. Lo que hoy estamos viendo es que el hardware diverge mientras que el
contendido converge. Es así como la convergencia permite que viejos y nuevos
medios coexistan, y consecuentemente también los diferentes emisores y mensajes.
De esta manera, podríamos llegar a pensar que los cambios que están operando en
nuestra cultura tendrían un reflejo en los medios, en la relación del público con el
medio, en la mutación de roles entre productores y consumidores y viceversa y en la
construcción de una identidad colectiva doblemente impulsada por los cambios
tecnológicos y culturales operados dentro de una sociedad. Según este autor, una vez
que un medio se establece satisfaciendo alguna exigencia humana fundamental, que
en este caso puntual podría ser la de la representación y construcción de una
identidad colectiva, continúa funcionando dentro de un sistema más vasto de opciones
comunicativas.
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youtube en su muro) con una velocidad asombrosa. Pero consideramos que ese tipo
de datos estadísticos no son de utilidad para generar una identidad colectiva, ni
genérica, ni unificadora de las identidades individuales: cada perfil es construido
autónomamente sin un fin en común con los demás. La arquitectura misma de
Facebook es de código cerrado –y por lo tanto inalterable por los usuarios – obliga a
una multiplicidad de perfiles con características propias y sobre todo basados en
individualidades. Consideramos que, más allá de rasgos compartidos obtenidos por
análisis y estadísticas, una identidad colectiva en Facebook es imposible desde su
propia arquitectura: mientras que en los trabajos de colaboración online puede
hablarse de una identidad colectiva justamente porque en pos de un objetivo común se
dejan de lado las particularidades individuales, ésta se vuelve imposible en una
plataforma que, aunque con estándares fijos y generales, se enfoca, justamente, en
construir identidades individuales. Allí radica su aspecto principal. Facebook es
una comunidad de individuos comunicados entre sí. Muy comunicados entre sí, si se
quiere, pero no una ente colectivo.
Una identidad verdaderamente colectiva, creemos que requeriría el borramiento o la
abstracción de las identidades individuales, y Facebook promueve justamente lo
contrario. Mediante su arquitectura, mediante las fotos mostradas, los enlaces
compartidos, las notas publicadas, los comentaros hechos, los “me gusta”
estampados, los estados permanentemente actualizados para decir qué estás
haciendo en cada momento, los comentarios y reconocimientos de amigos, incluso la
cantidad de amigos se constituya más y más cada día una fuerte identidad individual.
En Facebook, todo gira alrededor de los individuos, de sus personalidades, de sus
gustos y de las relaciones entre ellos.
Sin embargo, observamos que se produce un fuerte proceso de convergencia. Es
cierto que los usuarios buscan reforzar su individualidad, pero también forman parte de
grupos, de clubes, y buscan interactuar con personas con las cuales comparten gustos
o fines específicos. Dentro de este fenómeno muchas veces las intenciones iniciales
de creación se pierden en el camino, pero otras no, permitiendo que surja la
intercreatividad entre los usuarios. De esta manera con los aportes de las
individualidades puede crearse algo nuevo.
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Bibliografía