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UNIVERSIDAD DE SALAMANCA.

DEPARTAMENTO DE LENGUA ESPAÑOLA.

HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA

REGLAS
DE EVOLUCIÓN FONÉTICA

A. LATÍN (HASTA SIGLO V) 1-29


B. PROTORROMANCE HISPANO (V-VII) 30-43
C. CASTELLANO PRIMITIVO (VIII-XII) 44-94
D. CASTELLANO MEDIEVAL (XIII-XV) 95-102
E. ESPAÑOL MODERNO (DESDE XVI) 103-108

INTRODUCCIÓN.
Estas ciento ocho reglas de evolución convierten, con mayor o
menor seguridad, a muchas palabras del latín hablado en español.
Más que “reglas de evolución” deberíamos hablar de “tendencias”.
No hay que olvidar que la lingüística nace con el concepto de “ley
fonética”: los neogramáticos alemanes creían en una serie de leyes
fonéticas ciegas. Pero el lenguaje es muy complejo: no sólo es un
producto de la naturaleza (con “leyes de evolución”: era la época de

1
Darwin), también es un producto del hombre y, por tanto, hay factores
que “perturban” esas leyes. Las palabras están relacionadas entre sí
formando familias de palabras (cantar, canto, canción…) o formando
parte de campos semánticos (lunes, martes…)…

Las reglas del grupo A (29) afectan a las palabras del latín vulgar:
esos cambios, por tanto, son comunes a todas las lenguas románicas.
Las reglas del grupo B (14) se desarrollan en el periodo visigótico:
son cambios, por tanto, comunes a las lenguas hispánicas.

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SISTEMA VOCÁLICO LATINO

ă ā MĂLUM (‘malo’) MĀLUM (‘manzano’)


ĕ ē LĔVO (‘aligero’) LĒVO (‘pulo’)
ĭ ī LĬBER (‘libro’) LĪBER (‘libre’)
ŏ ō NŎTA (‘signo’) NŌTA (‘conocida’)
ŭ ū

SISTEMA CONSONÁNTICO LATINO

SEMIVOCALES j (yod) w (wau)


ORALES
OCLUSIVAS SORDAS p pp t tt k kk
OCLUSIVAS SONORAS b bb d dd g gg
FRICATIVAS SORDAS f ff s ss

LÍQUIDAS l ll r rr
NASALES m mm n nn

A partir de siglo III podemos hablar de una consonantización de las


semiconsonantes: yod y wau, como consecuencia del acento de intensidad.

ACENTUACIÓN LATINA

- Nunca aparece acento en la última sílaba.

- En palabras de dos sílabas, aparece en la antepenúltima (con vocal


larga o breve):
VĪ’NUM PRĀ’TUM MŪ’TUM
CĒ’RAM TŌ’TUM SĬ’TEM
MĂ’NUM BĔNE BŎ’NUM LŬ’PUM

- En palabras de tres sílabas o más, aparece en la penúltima si


a) tiene una vocal larga o un diptongo:
AMĪ’KU FORMĪ’KA PRAECŌ’NEM
MONĒ’TAM SECŪ’RUS VENĀ’TUS

b) tiene una vocal breve y está trabada por una consonante


(grupo* / geminada):
APĔ’RTUM BALLĬ’STAM PALŬ’MBA INFĔ’RNUM
APPĔ’LLAT CABĂ’LLUM

- En palabras de tres sílabas o más, aparece en la antepenúltima si la


penúltima tiene una vocal breve y es sílaba libre:
LÍMPĬDUM ÁNĬMAM VÚLTŬREM ÓMĬNE
HÉDĔRA MULÍĔREM PARÍĔTEM PÁUPĔREM
Ŏ’RPHĂNUM PUTÉŎLUM GÉNĔRUM

*La secuencia de consonantes muta + líquida (l,r): pr, br, tr, dr, kr, gr…

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en el latín clásico, en el uso literario, funcionaba como una sola
consonante (debido al carácter vocal de la líquida, más abierta que otras
consonantes): CÁ/TĔ/DRAM, Á/LĂ/CREM, TÉ/NĔ/BRAS, CÓLŬBRAM, ÍNTĔGRUM, TÓNĬTRUM
pero el latín vulgar lo interpreta como grupo norma: ca/TĔ’D/RA, Á/LĂ’C/REM,
TÉ/NĔ’B/RAS, CO/LŬ’/BRAM, IN/TĔ’G/RUM, TO/NĬ’/TRUM

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REGLAS DE EVOLUCIÓN FONÉTICA

A. LATÍN (HASTA SIGLO V) 1-29


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1. Fonologización del timbre. La abertura o el cierre de las vocales


se convierten en rasgos distintivos, frente a la cantidad (breve, larga).

2. Pérdida de la cantidad. La cantidad (larga o breve) desaparece a


favor del timbre.

ă>a ā>a MĂ’NUM > MÁNUM VENĀ’TUS> VENA’TUS


ĕ>ę ē>ẹ BĔNE > BĔNE CĒ’RAM > CẸ’RAM
ĭ>į ī>ị SĬ’TEM > SĮ’TEM VĪ’NUM > VỊ’NUM
ŏ>ỏ ō>ọ BŎ’NUM > BỎ’NUM TŌ’TUM > TỌ’TUM
ŭ>ủ ū>ụ LŬ’PUM > LỦ’PUM MŪ’RUM > MỤ’RUM

El timbre y la cantidad parece que eran en latín rasgos redundantes: las


vocales largas tenían una entonación descendente, eran más tendidas y más
cerradas que las vocales breves.
El acento latino parece que era tonal, es decir, cualitativo, musical (la
sílaba tónica se pronunciaba con un tono más alto que las átonas; así lo
describían los gramáticos latinos, muy influidos sin duda por lo que ocurría en
griego, modelo cultural y lingüístico en Roma). Pasa a ser cuantitativo, quizás
por razones diastráticas y diatópicas (influjo rústico) o de sustrato (extensión
del latín a otros pueblos). Esto provoca la desfonologización de la cantidad
vocálica (además de la conversión de muchos hiatos en diptongos y la
consiguiente aparición de la yod y el wau: la yod va a dar lugar a una serie de
sonidos palatales o africados inexistentes en latín).

Se han dado varias explicaciones:


a) estructural (Alarcos 1968, Lausberg 1965): la monoptongación de ae
en ē larga pero abierta condiciona un reajuste del sistema, que supone la
abertura de į en ẹ y de ủ en ọ: y, por tanto, la aparición de un sistema de siete
vocales: a / ę / ẹ / i / ỏ / ọ / u.
b) influjo del sustrato (suditálico: el osco tenía 7 vocales): el latín se
extiende a gentes que no podían mantener la diferencia de cantidad.
c) tendencia general de las lenguas indoeuropeas a eliminar la
cantidad vocálica.
Para algunos investigadores, ya en el latín hablado del III a.c. se había
abandonado la cantidad en favor del timbre.

3. Apócope de –m final > 0: ÓMINEM > ÓMINE.


La m en final de palabra (posición difícil para muchas consonantes)
desaparece muy pronto. Probablemente tiene que ver con la aparición del
acento de intensidad que hacía fuertes a las consonantes sólo en principio de
palabra. Como se sabe era el morfema de acusativo (del complemento directo)

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en muchos sustantivos y adjetivos y el morfema de 3ª persona de singular de
varios tiempos verbales. En el primer caso, es un síntoma de que el sistema de
casos entra en crisis y las funciones sintácticas pasan a ser expresadas por
preposiciones.
Ver regla 29.
Ver regla 86.

4. Síncopa de n en grupo -ns- > -s-: MENSA > MESA. La n del grupo
ns desaparece.
Quizás más que de síncopa, sería más exacto hablar de asimilación de un
grupo consonántico, fenómenos que vamos a ver en varios momentos a lo
largo de la evolución del latín al español. Este parece ser el primer caso (y muy
antiguo, hay inscripciones del siglo III a.C.: COSUL por CONSUL: la s resultante
evoluciona como s intervocálica (va a ser sonora), no como asimilaciones
posteriores (Ver regla 24, –rs-, -ps-) en los que la s es sorda (-ss-).
Ver regla 21 (-kst- > -st-; -nkt- > -nt-).
Ver regla 54 (j- > 0).
Ver regla 55 (–δ- > 0).

5. Prótesis de i > sC-: SPERÁRĘ > ISPERÁRĘ. La s líquida inicial


desarrolla una i protética.
Ya desde el siglo II aparecen casos aislados de i delante de la llamada s
impura (es decir, seguida de consonante oclusiva al principio de la palabra).
Quizás al principio sólo se pronunciaba si la palabra anterior acababa en
consonante; después se generalizó en cualquier contexto. Pero se mantuvo en
la Romania oriental (italiano y rumano).
Está relacionada esta tendencia con la mayor intensidad que las
consonantes iniciales tuvieron en el latín hablado a causa de la acentuación de
intensidad.

6. Monoptongación del diptongo latino: oe (oi) > ẹ: FOEDUS > FẸ’DU;


PÓENA > PẸ’NA; KOÉNA > KẸ’NA. El diptongo latino oe se monoptonga en ẹ cerrada y
larga.
Mucho más raro que ae, se convierte en una e larga y cerrada (que
coincide con la ya existente).
Ver regla 7 (ae).
Ver regla 62 (au, ai).

7. Monoptongación del diptongo latino: ae > ẹ: KÁELỦ > KĘ’LỦ. El


diptongo latino ai se monoptonga en ę abierta y larga.
Ya aparecen testimonios en Pompeya (siglo I). Para algunos
investigadores, la monoptongación de ae en ē y abierta (rasgo este último que
realmente importaba) fue la causa del reajuste vocálico latino vulgar; era
abierta como la procedente de ĕ, pero larga como la procedente de ē.
Ver regla 6 (oe).
Ver regla 62 (au, ai).

8. Abertura de į > ẹ: KAPĮ’LLU > KAPẸ’LLU. La i abierta se abre un


grado y coincide con e cerrada.

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En el reajuste del sistema vocálico en el latín hablado (ver regla 2), la i
breve y, por tanto, abierta se confunde con la e cerrada. Un paso paralelo
sucede en el orden velar (ủ > ọ): ver regla 15.

9. Cierre vocales en hiato: e-u > i-u: PỦ’TEỦ > PỦ’TIỦ; BÁLNEU > BÁLNIU .
La e en hiato se cierra en i (y, después, se convierte en yod).
Es una de las consecuencias del cambio de un acento cualitativo
(musical) a uno de intensidad. Las vocales átonas se volvieron más débiles.
Ver regla 10.

10. Formación de diptongos crecientes (procedentes de hiatos:


i-u > ju; i-o > jo; i-e > je; i-a > ja; u-o > wo:
PỦ’TIU > PỦ’TJU; ERÍKIU > ERÍKJU; TITIÓNE > TITJÓNE; FÚGIO >
FÚGJO; MỦLIĘ’RĘ > MỦLJĘ’RĘ; RÁDIA > RÁDJA; MỎ’RTUO > MỎ’RTWO.
La i y la u en hiato pasan a ser semiconsonantes j y w. Son la yod y el
wau.
Es una de las consecuencias del cambio de un acento cualitativo
(musical) a uno de intensidad. En el paso del latín a las lenguas
románicas hay una tendencia constante a evitar el hiato, tendencia que
llega a nuestros días (hoy es un vulgarismo la pronunciación “piór” por
“peor”).
Ver regla 9.

11. Síncopa de wau (1): -wo > -o: MÓRTWO > MÓRTO; KWÁTTUOR >
KWÁTTOR. El wau, seguido de la vocal velar o, desaparece.
Son dos sonidos muy cercanos (velares ambos; uno más cerrado –w-,
otro más abierto –o-). A veces, cuando hay dos sonidos seguidos muy
semejantes, la lengua tiende a diferenciarlos (disimilación): una forma es la
eliminación del primero.
Ver regla 12 (-wu- > -u-).
Ver regla 26 (aw > a).
Ver regla 35 (kwé, kwí > ké, kí).
Ver regla 19 (Síncopa postónica).

12. Síncopa de wau (2): -wu- > -u-: RÍWỦ > RÍỦ. El wau, seguido de la
vocal velar u, desaparece.
Son dos variantes consecutivas de la vocal (la primera semiconsonante).
A veces, cuando hay dos sonidos seguidos muy semejantes, la lengua tiende a
diferenciarlos (disimilación): una forma es la eliminación del primero.
Ver regla 11 (-wo > -o).
Ver regla 26 (aw > a).
Ver regla 35 (kwé, kwí > ké, kí).
Ver regla 19 (Síncopa postónica).

13. Bilabialización (consonantización) de wau: w + vocal > β +


vocal: WALĘ’RJỦ > ΒALĘ’RJỦ; FỎWJA > FỎΒJA. El wau seguido de vocal adquiere una
pronunciación consonántica bilabial.
En principio de palabra, era una consecuencia de la mayor intensidad de
las consonantes en esa posición.
En el Appendix Probi, “tolerabilis non toleravilis”.

7
Ver regla 14 (-b- > -β-).
Ver regla 102 (β > b: # o C -).

14. Fricativización de -b- > -β-: TÁBULA > TÁΒULA. La oclusiva b


intervocálica se fricativiza.
Es consecuencia del debilitamiento general de las consonantes en interior
de palabra provocado por el paso del acento musical al acento de intensidad. A
causa de las vocales que las preceden y siguen se abren (no olvidemos que la
articulación vocal es abertura, frente al cierre de la consonante), pierde su
oclusión y se convierte en fricativa.
En el Appendix Probi, “tolerabilis non toleravilis”.
Más tarde, lo hacen la –d- y –g- (ver regla 31); después, ocurrirá lo mismo
con las fricativas procedentes de las oclusivas sordas intervocálicas (ver regla
100).
Ver regla 42 (–p-, -t-, -k- > -b-, -d-, -g-).
Ver regla 81 (-β-, -δ-, -γ- > 0).

15. Abertura ủ > ọ: PỦ’TJỦ > PỌTJỦ. La u abierta tónica se abre un


grado y coincide con o cerrada.
En el reajuste del sistema vocálico en el latín hablado, la u breve y, por
tanto, abierta se confunde con la o cerrada. Un paso paralelo sucede en el
orden palatal (į > ẹ). Este velar parece más tardío que el palatal: en rumano las
dos vocales no se confunden…
Ver regla 8 (į > ẹ).

16. Reducción del timbre de las átonas: ę > ẹ į > ị ỏ > ọ ủ > ụ:
LĘ’GỎ > LĘ’GO; GĘNĘ’STA > GENĘ’STA; PÓTJỦ
> PÓTJU
Las vocales átonas abiertas coinciden con las cerradas. Es una de las
consecuencias del cambio de un acento cualitativo (musical) a uno de
intensidad. Las vocales átonas se volvieron más débiles y desaparecen
las diferencias de abertura.
Las átonas iniciales son más resistentes que las pretónicas y postónicas
internas (ver regla 19, ver regla 20). La a (la más abierta) es la vocal más
resistente.
Ver regla 65 (–u > -o).

17. Absorción vocales iguales: ee > e; oo > oo. Dos vocales


iguales se simplifican.
En el paso del latín a las lenguas románicas hay una tendencia constante
a evitar el hiato. En este caso se consigue con la asimilación de dos elementos
iguales (no existen casos de aa, ii y uu; ee > e sólo se da en formas verbales –
FAKEÉBAT > FAKÉBAT-; COOPERIRE > cubrir).

18. Geminación ante yod o wau: pj > ppj, tj > ttj, kj > kkj, bj > bbj,
dj > ddj, gj > ggj…:
SÁPJAT > SÁPPJAT; SÁPWI > SÁPPWI; PỦ’TJỦ
PỦ’TTJỦ; BRÁKJU > BRÁKKJU; FỎ’BJA > FỎBBJA; ÓDJE > ÓDDJE; FÚGJO > FÚGGJO
La yod y el wau hacen que las consonantes anteriores se tensen y se
geminen.

8
Ver regla 27 (ttj > tsj. YOD 1ª).
Ver regla 28 (kkj > tſj).
Ver regla 38 (ddj, ggj > dζj).
Ver regla 43 (-pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- > -k-, -bb- > -b-; -mm- > -m-).
Ver regla 46 (bj > j).

19. Síncopa postónica: ΒÉREDE > ΒÉRDE; TÁΒULA > TÁΒLA . tón. + r,s - / vocal
tón. + c -/ l,r. :
Las vocales postónicas en determinados contextos desaparecen.
Es consecuencia del debilitamiento general de las vocales átonas
provocado por el paso del acento musical al acento de intensidad. Parece que
fue posterior a la de la pretónica, puesto que sólo afecta a la Romania
occidental.
Esta caída supone que aparezcan nuevos grupos de consonantes en
contacto: t’l (ver regla 22); k’l (ver regla 23)
Ver regla 20.
Ver regla 11 (wo > o).
Ver regla 12 (wu > u).
Ver regla 26 (aw > a).
Ver regla 35 (kwé, kwí > ké, kí).
Ver regla 57 (Síncopa de vocales átonas internas).

20. Síncopa pretónica: KOSUTÚRA > KOSTÚRA; SOLITÁRJU > SOLTÁRJU. s/l,r
–t + tón. Las vocales pretónicas en determinados contextos desaparecen.
Es consecuencia del debilitamiento general de las vocales átonas
provocado por el paso del acento musical al acento de intensidad. Parece
anterior a la de la postónica, puesto que es general a toda la Romania.
Ver regla 19.
Ver regla 11 (wo > o).
Ver regla 12 (wu > u).
Ver regla 26 (aw > a).
Ver regla 35 (kwé, kwí > ké, kí).
Ver regla 57 (Síncopa de vocales átonas internas).

21. Síncopa de grupos consonánticos: -kst- > -st-; -nkt- > -nt-: SĘ’KSTA >
SĘ’STA; KÍNKTA > KÍNTA.
En determinados grupos de tres consonantes con “k” y “t” desaparece una
de ellas.
Con la aparición del acento de intensidad, los grupos consonánticos
tienden a reducirse o asimilarse: sobre todo los grupos de tres sílabas no
demasiados frecuentes.
Ver regla 4 (ns- > -s-).
Ver regla 54 (-j- > 0).
Ver regla 55 (–δ- > 0).
Ver regla 66 (–mb- > -mm-).

22. Velarización de t implosiva: -t/l- > -k/l-: ΒĘ’TLU > ΒĘ’KLU.


La t en final de sílaba, seguida de l, pasa a k.
La situación de las oclusivas en final de sílaba o de palabra (situación
implosiva) es inestable. En el caso de la t, el punto de articulación se retrotrae

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al velo del paladar. ¿Por qué? La secuencia t/l era extraña y se asimila a la
más normal k/l.
Ver regla 23 (-k’l- > -xl-).

23. Fricativización de k, g implosivas > x, γ: -kt- > xt; -ks- > -xs-; -k’l- >
-xl-; -gn- > -γn-:
FÁKTU > FÁXTU; BĘ’KLU > BĘ’XLU; ÁKSE >
ÁXSE; AWRÉKLA > AWRÉXLA; ESTÁGNU > ESTÁΓNU; FRÁKSINU > FRÁXINU
Las oclusivas velares k o g en posición implosiva se convierten en
fricativas.
La situación de las oclusivas en final de sílaba o de palabra (situación
implosiva) es inestable. Existe una tendencia en el paso del latín al español de
evitar las sílabas trabadas (acabadas en consonante); es más normal que
acaben en vocal.
Ver regla 32 (xl > jl; γn > jn).
Ver regla 33 (lj > λ; jl > λ; nj >‫ ;מ‬jn > ‫)מ‬.
Ver regla 51 (xt > jt, xs > js-).
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

24. Asimilación de grupos consonánticos: pt > tt; ps > ss; db >


bb; rs > ss; mn > nn; nf > ff:
KAPTÁRE > KATTÁRE; ÍPSE >
ÍSSE; ADBÍΒERE > ABBÍΒERE; ÓRSU > ÓSSU; DÁMNU > DÁNNU; INFANTE > *IFFANTE
Las consonantes de determinados grupos consonánticos se asimilan:
siempre el primero se asimilas al segundo.
La asimilación de -nf- parece que no se consolidó (quizás por influencias
analógicas de los prefijos in- y con-).
En otras ocasiones, cuando los grupos están constituidos por sonidos muy
semejantes, se disimilan (ver regla 95).
Ver regla 4 (ns- > -s-).

25. Copia vocálica: -er > -ere; -or > -oro: ÉNTER > ÉNTERE; KWÁTTOR >
KWÁTTORO.
Una e o una o seguida de r en final de palabra desarrolla una vocal igual.
Ver regla 57.

26. Síncopa de wau (3): aw > a: AWGÓSTU > AGÓSTU; AWSKOLTÁRE >
ASKOLTÁRE.
El wau entre la a y un sonido velar (g o k) desaparece.
Es un caso de disimilación de dos sonidos velares: el primero de ellos se
elimina.
Ver regla 11 (-wo > -o).
Ver regla 12 (-wu- > -u-).
Ver regla 35 (kwé, kwí > ké, kí).
Ver regla 19 (Síncopa postónica).

27. Asibilación de ttj > tsj. YOD 1ª: PÓTTJU > PÓTSJU; TÉRTTJU > TÉRTSJU.
La t seguida de yod pasa a articularse como alveolar y africada.

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La yod atrae a la t (dental) a su punto de articulación palatal. Además, la
convierte en una africada. Es el primer paso para la creación de una serie de
consonantes africadas no existentes en latín.
Tenemos testimonios desde los siglos II y III.
Ver regla 18 (GEMINACIÓN).
Ver regla 33 (YOD 2ª).
Ver regla 38 (YOD 3ª: dj, gj > dζj:).
Ver regla 51 (YOD 4ª).
Ver regla 68 (tſ > ts).
Ver regla 75 (Jt > tſ).
Ver regla 104 (ts > ş; dz > z’).

28. Palatalización de kkj > tſj. YOD 1ª: BRÁKKJU > BRÁTSJU. La k
seguida de yod adelanta su punto de articulación a la zona palatal y se hace
africada.
Tenemos testimonios desde el siglo III. Parece más tardía que la de ts,
porque en algunas lenguas (como en italiano) no se confunde (la palatalización
de ke,i es más tardía). Más adelante ke,i coincide con este resultado (Ver regla
37). Más adelante, coincidirá con el resultado de ttj: ver regla 71.
Ver regla 18 (Geminación).
Ver regla 27 (ttj > tsj).
Ver regla 33 (YOD 2ª).
Ver regla 38 (YOD 3ª).
Ver regla 48 (YOD 4ª).

29. Apócope de oclusivas finales: -k, -Ct, -d > 0: SÍK > SÍ; ÁMANT >
ÁMAN; SĘ’KS > SĘ’S; ILLUD > Ẹ’LLU. Las oclusivas finales desaparecen (la t sólo
precedida de consonante).
Como consecuencia del cambio de acento (cualitativo a cuantitativo), los
sonidos de las sílabas no tónicas son más débiles. La posición final es aún más
débil. La –t precedida de vocal se mantendrá más tiempo (ver regla 89).
Ver regla 3 (-m).
Ver regla 86 (–t > 0).

B. PROTORROMANCE HISPANO (V-VII) 30-43


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30. Tensión de vibrante inicial y paso a vibrante: r- > r:- > rr- :
RÓSA > R:ÓSA > RRÓSA.
La “r” en inicial de palabra adquiere el rasgo de tensión (como la
geminada intervocálica) y, después, pasa a articularse como vibrante
múltiple.

APARICIÓN DE LA r VIBRANTE MÚLTIPLE

31. Fricativización de oclusivas sonoras: -d- -g-> -δ-, -γ-: βedére


> βeδére; mágu > máγu V-(L)V.
Las oclusivas sonoras en posición intervocálica se convierten en fricativas.

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APARICIÓN DE δ. FRICATIVA DENTAL SONORA

APARICIÓN DE γ. FRICATIVA VELAR SONORA

Parece que la sonorización de oclusivas sordas, la fricativización de


oclusivas sonoras y la simplificación de geminadas son tres fenómenos
relacionados: todo apunta (cronología) a que lo primero fue la fricativización de
las oclusivas sonoras (recuérdese la pronta fricativización de la –b- y w-: ver
regla 14): -pp- > -p- > -b- > β.
Es consecuencia del debilitamiento general de las consonantes en interior
de palabra provocado por el paso del acento musical al acento de intensidad. A
causa de las vocales que las preceden y siguen se abren (no olvidemos que la
articulación vocal es abertura, frente al cierre de la consonante), pierde su
oclusión y se convierte en fricativa.
Ver regla 42 (–p-, -t-, -k- > -b-, -d-, -g-).
Ver regla 43 (pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- > -k-, -mm- > -m-).
Ver regla 55 (–δ- > 0).
Ver regla 81 (-β-, -δ-, -γ- > 0).
Ver regla 89 (δC > dzC).
Ver regla 100 (b-, -d-, -g- > -β-, -δ-, -γ-).

32. Vocalización (palatalización) de implosiva velar x/ y γ/ (< -k’l-


y –gn-): xl > jl; γn > jn. YOD 2ª: awréxla > awréjla; estáγnu > estájnu. Las
fricativas velares (x y γ) procedentes de las oclusivas velares se vocalizan.
Las consonantes en posición implosiva (excepto l, r y nasales) son
inestables. Estas velares fricativas (x y γ), procedentes de las correspondientes
oclusivas, van a abrirse aún más y se convierten en una vocal palatal (la yod).
Ver regla 23 (kt- > xt; -ks- > -xs-; -k’l- > -xl-; -gn- > -γn-).
Ver regla 33.
Ver regla 44 (–ll- > -λ-).
Ver regla 49 (Inflexión de vocales por yod 2ª).
Ver regla 50 (δ/ implosiva: δ >j).
Ver regla 51 (: xt > jt, xs > js-).
Ver regla 73 (λ (< k’l, lj ) > ζ).

33. Palatalización de lj > λ; jl > λ; nj >‫ ;מ‬jn > ‫מ‬. YOD 2ª. Ver regla
35: álju > áλju; awréjla > awréjλa; βínja > βí ‫מ‬ja; estájnu > está ‫מ‬u.
La l y la n cambian su punto de articulación a la zona palatal por influencia
de la yod.

APARICIÓN DE λ. LÍQUIDA LATERAL PALATAL SONORA

APARICIÓN DE ‫מ‬. NASAL PALATAL


Ver regla 23 (kt- > xt; -ks- > -xs-; -k’l- > -xl-; -gn- > -γn-).
Ver regla 45 (nn).
Ver regla 49 (Inflexión de vocales por yod 2ª).
Ver regla 27 (YOD 1ª).
Ver regla 38 (YOD 3ª).
Ver regla 54 (YOD 4ª).

12
Ver regla 44 (–ll- > -λ-).
Ver regla 73 (λ > ζ).

34. Palatalización de ke,i > tſ: kę’lu > tſę’lu; sálice < sáltſe. La
oclusiva velar ante vocal palatal (e,i)
Tenemos testimonios desde el siglo V. Es un segundo proceso de
palatalización diferente del de kkj o ttj. En este caso no hay coalescencia entre
la consonante y la vocal: no desaparece e,i. Es más tardío también: no afecta
al sardo.
Se dice que el cambio viene condicionado por la evolución de Kwe,i > ke,i
(ver regla 35), que adelanta su punto de articulación (pero son pocas las
palabras afectadas y se diferencia de Kwe,i, pero se confunde con el resultado
de kj).
Ver regla 27 (ttj > tsj.).
Ver regla 68 (tſ > ts).
Ver regla 75 (Jt > tſ).
Ver regla 87. (s/ts > ts)

35. Síncopa de wau (4): kwé, kwí > ké, kí: kwę’ro > kę’ro; kwiétu
> kjétu. El wau de los grupos kwé y kwí desaparece.
Cronología: Siglo V. Se dice que es la causa de que ke,i- adelante su
punto de articulación (ver regla 37).
Ver regla 11 (wo > o).
Ver regla 12 (wu > u).
Ver regla 26 (aw > a).
Ver regla 19 (Síncopa postónica).

36. Absorción de la yod 1ª: tsj > ts; tſj > tſ: pótsju > pótsu; brátſju
> brátſu. La yod desaparecen detrás de la consonante palatal, que la asimila.
Como en otros casos (yod 3ª, ver regla 39), la yod se embebe en
(desaparece dentro de) la consonante palatal.
Ver regla 27 (ttj > tsj)
Ver regla 79. (Absorción yod 2ª).

37. Reducción del diptongo palatal tónico: jé > é: parjéte >


paréte; kiétu > kétu. El diptongo jé se reduce a e en determinados contextos
fonéticos.
Ver regla 8 (į > ẹ).
Ver regla 39.
Ver regla 101 (wé > é).

38. Asibilación ddj, ggj > dζj: óddje > ódζje; pỏ’ddju > pỏ’dζju;
fággja > fádζja. YOD 3ª. La d y la g son palatalizadas por la yod, con resultado
africado.
APARICIÓN DE dζ AFRICADA PREDORSOPREPALATAL SONORA

Ver regla 27 (ttj > tsj).


Ver regla 18 (YOD 1ª).
Ver regla 36 (YOD 2ª).
Ver regla 52 (YOD 4ª).

13
Ver regla 48 (dζ > j).
Ver regla 53 (Inflexión de vocales por yod 3ª).
Ver regla 72 (Absorción de j).

39. Absorción de yod 3ª: dζj > dζ: ódζje > ódζe; pỏ’dζju >
pỏ’dζu; fádζja > fádζa. La yod desaparecen detrás de la consonante palatal,
que la asimila.
Como en otros casos (yod 1ª, ver regla 36), la yod se embebe en
(desaparece dentro de) la consonante palatal.
Ver regla 38 (ddj, ggj > dζj).
Ver regla 53 (Inflexión de vocales por yod 3ª).

40. Inflexión condicionada de e > i, o > u: séppja > síppja (p no


palataliza) C: (L)J: En determinados contextos (consonante y yod) la e y o se
cierran en i y u.

41. Palatalización de gge,i > dζe,i: genę’sta> dζenę’sta; fuγíre >


fudζíre. La velar sonora g ante vocales palatales (e,i) se palataliza en una
africada prepalatal sonora.
Tenemos testimonios desde el siglo V. Es un segundo proceso de
palatalización diferente del de kkj o ttj. En este caso no hay coalescencia entre
la consonante y la vocal: no desaparece e,i. Es más tardío también: no afecta
al sardo.
Ver regla 18 (Geminación). Ver regla 38 (ddj, ggj > dζj) .
Ver regla 48 (dζ > j).
Ver regla 72 (Absorción de j).
APARICIÓN DE AFRICADA PREPALATAL SONORA (Dζ)

42. Sonorización oclusivas sordas: –p-, -t-, -k-, -s- > -b-, -d-, -g-,
-z-: rrípa > rríba; pę’tra > pę’dra; kása > káza. V _ (L) V: apricáre > abrigár.
Las oclusivas sordas entre vocales (o líquidas) se sonorizan.
Cronología: a partir del siglo V (casos en el II o III).
Parece que es de la época mozárabe, aunque ejemplos en el latín
visigótico, sobre todo en el oeste y centro (zonas celtas, lo que refuerza la tesis
de influjo de la lenición celta).
Parece que la sonorización de oclusivas sordas, la fricativización de
oclusivas sonoras y la simplificación de geminadas son tres fenómenos
relacionados: todo apunta (cronología) a que lo primero fue la fricativización de
las oclusivas sonoras (recuérdese la pronta fricativización de la –b- y w-): -pp-
> -p- > -b- > β.
Ver regla 14 (-b- > -β-).
Ver regla 31 (d- -g-> -δ-, -γ-).
Ver regla 42 (–p-, -t-, -k- > -b-, -d-, -g-).
Ver regla 43 (pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- > -k-, -mm- > -m-).
Ver regla 100 (b-, -d-, -g- > -β-, -δ-, -γ-).
Ver regla 81 (-β-, -δ-, -γ- > 0).
Ver 105 (z > s).

14
43. Simplificación de geminadas: -pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- > -k-,
-bb- > -b-, -mm- > -m-: kattáre > katáre; síppja > sípja. Las geminadas
intervocálicas se simplifican.
Parece que la sonorización de oclusivas sordas, la fricativización de
oclusivas sonoras y la simplificación de geminadas son tres fenómenos
relacionados: todo apunta (cronología) a que lo primero fue la fricativización de
las oclusivas sonoras (recuérdese la pronta fricativización de la –b- y w-): -pp-
> -p- > -b- > β.
Ver regla 14 (b- > -β-). Ver regla 31 (d- -g-> -δ-, -γ-). Ver regla 42 (–p-, -t-,
-k- > -b-, -d-, -g-). Ver regla 100 (b-, -d-, -g- > -β-, -δ-, -γ-).
Ver regla 44 (–ll- > -λ-), Ver regla 45 (–nn- > -‫מ‬-).

C. CASTELLANO PRIMITIVO (VIII-XII) 44-94


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44. Palatalización de –ll- > -λ-: kultę’llu > kulęλu; gállu > gáλu. La l
geminada se palataliza en λ.
El proceso de simplificación de geminada en el caso de la lateral alveolar
supone el cambio de punto de articulación: pasa a articularse como palatal.
Parece que va a provocar que λ < de k’l (ver regla 32) y lj (ver regla 33) > ζ.
Ver regla 43 (pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- > -k-, -mm- > -m-).
Ver regla 108 (λ > y).

45. Palatalización de –nn- > -‫מ‬-: ánnu > a ‫מ‬u. La n geminada se


palataliza en ‫מ‬.
El proceso de simplificación de geminada en el caso de las nasales
alveolares supone el cambio de punto de articulación: pasa a articularse con
palatal.
Ver regla 33 (lj > λ; jl > λ; nj >‫ ;מ‬jn > ‫) מ‬. Ver regla 43 (pp- > -p-; -tt- > -t-,
-kk- > -k-, -mm- > -m-). Ver regla 44 (–ll- > -λ-).

46. *Absorción de b en bj > j: fỏ’βja > fỏja; áβja > ája (rróbju /
rróju): bj > j o > bj. La b, en ocasiones, desaparece ante yod.
Las labiales eran consonantes más difíciles de palatalizar. La b lo hace a
veces, pero la m, nunca: vendímja.
Ver regla 18 (GEMINACIÓN). Ver regla 43 (: -pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- >
-k-, -bb- > -b-, -mm- > -m-).

47. Bimatización de e abierta: ę’ > eę’: kojtę’λo > kojteę’λo; sę’te


> seę’te; kadę’ra > kadeę’ra. La e abierta comienza, con su desdoblamiento o
alargamiento, el proceso de diptongación.
Según algunos lingüistas, el proceso de bimatización más lógico sería >
ę’e >íe > jé.
Parece que se produjo en un periodo muy primitivo, porque no le afecta la
yod 2ª (no la inflexiona), frente a la bimatización de ỏ, más tardía a la que sí
cierra la yod 2ª (Ver regla 49).
La diptongación de las abiertas latinas (e y o) se dan en todas las lenguas
románicas (en italiano y en francés sólo en sílaba libre), excepto en sardo y
gallego-portugués (en rumano, sólo diptonga la e).

15
El tema de la diptongación en las lenguas románicas es muy complejo.
Existen varias teorías sobre la diptongación: para Wartburg (1971) en francés
(sílaba libre) es influencia de los pueblos germánicos (en España es muy
discutible que los visigodos tuvieran tanta fuerza); para Alarcos (1968) lo
atribuye a sustrato (los hablantes de lenguas prerromanas –vasco e ibero, en el
español- al intentar diferenciar la e y la o abierta de la cerrada intentaría
corregir la posición de los órganos articulatorios en el curso de la emisión
fónica: así aparecería una vocal de abertura variable).
Ver regla 60. Ver regla 63.

48. Desafricación de dζ > j: mádζis > májes; ódζe > óje; fádζa >
fája; pỏ’dζu > pỏ’ju; ardζíλa > arjíλa. La africada prepalatal sonora pierde el
elemento oclusivo y se convierte en una fricativa.
Ver regla 38 (ddj, ggj > dζj). Ver regla 41 (gge,i > dζe,i).
Ver regla 53 (Inflexión de vocales por yod 3ª).
Ver regla 54 (-j- > 0).
Ver regla 72 (Absorción de j).
Ver regla 78 (Cj > Cts).

49. Inflexión de vocales por yod 2ª: ỏ’jλo > ọ’jλo; koj ‫מ‬ádu > kuj
‫מ‬ádu; mọλjeę’re > muλjeę’re. Las vocales en contacto con la yod 2ª se
cierran un grado.
La yod es un elemento muy cerrado (es un sonido intermedio entre vocal
–que se caracteriza por la abertura del canal bucal- y consonante –que se
caracteriza por el cierre-). Influyen en la consonante en contacto (cambiando su
punto o su modo de articulación). Pero también puede influir en la vocal
anterior y la cierra un grado.
La yod segunda es la primera que cierra las vocales anteriores (la yod
primera se embebió enseguida en la consonante afectada).
Ver regla 32 (xl > jl; γn > jn.).
Ver regla 33 (> λ; jl > λ; nj >‫ ;מ‬jn > ‫)מ‬.).
Ver regla 53 (Inflexión de vocales por yod 3ª). Ver regla 62 (Inflexión
de vocales por yod 4ª).
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

50. Vocalización (palatalización) de δ/ implosiva: δ >j: kadeę’δra


> kadeę’jra. La d fricativa en posición implosiva se vocaliza en yod.
Como en otros casos (ver regla 32: -kt- > xt; -ks- > -xs-; -k’l- > -xl-; -gn- >
-γn-), las consonantes en posición implosivas son inestables. Esta d fricativa
procede de una oclusiva intervocálica. En esa posición de debilita aún más y se
abre: se convierte en una vocal palatal (yod).

51. Vocalización (palatalización) de velar implosiva: xt > jt, xs > js-.


YOD 4ª: fáxtu > fájtu; bę’xlu > bę’jlu; áxse > ájse; fráxsinu > frájsinu. La x,
procedente de kt y ks, se vocaliza en yod.
Ver regla 23 (-kt- > xt; -ks- > -xs-; -k’l- > -xl-; -gn- > -γn-).
Ver regla 32 (x/ y γ/ (< -k’l- y –gn-): xl > jl; γn > jn).
Ver regla 62 (Inflexión de vocales por yod 4ª).
Ver regla 69 (: js > jſ).
Ver regla 74 (yod < kt, ult: jt > Jt).

16
52. Metátesis de yod y wau. YOD 4ª: -rj- > -jr-; -pj- > -jp-; -sj- > -js-;
-pw- > -wp-: kórju > kójru; fornárju > formájru; sápjat > sájpat; básju >
bájsu; sápwi > sáwpi. Con r, s y p la yod y el wau se colocan delante.
La yod sólo puede cambiar el punto de articulación de determinados
sonidos (t, d, g, b, l, n, k); con otros sonidos no puede y entonces se coloca
delante de la consonante (r,p,s).
Ver regla 61 (-alt- > -awt-). Ver regla 92 (új > wí).
Ver regla 62 (Inflexión de vocales por yod 4ª).

53. Inflexión de vocales por yod 3ª: pỏ’ju > pọ’ju; βendémja >
βendímja; rróβju > rrúβju. Las vocales cercanas a la yod 3ª se cierran
un grado.
La yod es un elemento muy cerrado (es un sonido intermedio entre vocal
–que se caracteriza por la abertura del canal bucal- y consonante –que se
caracteriza por el cierre-). Influyen en la consonante en contacto (cambiando su
punto o su modo de articulación). Pero también puede influir en la vocal
anterior y la cierra un grado.
Ver regla 38 (ddj, ggj > dζj). Ver regla 39 (dζj > dζ ). Ver regla 48 (dζ > j).
Ver regla 49 (Inflexión de vocales por yod 2ª). Ver regla 62 (Inflexión
de vocales por yod 4ª).

54. Síncopa de palatal intervocálica: -j- > 0: májes > máes. En


determinados contextos, la j desaparece.
Ver regla 4.
Ver regla 48 (dζ > j).
Ver regla 56 (e > 0).

55. Síncopa de dental intervocálica –δ- > 0: límpiδu > límpiu. Entre
vocales la d fricativa desaparece.
Ver regla 4.
Ver regla 31 (-d- -g-> -δ-, -γ-).
Ver regla 56 (e > 0).
Ver regla 81 (-β-, -δ-, -γ- > 0).

56. Absorción o palatalización e en hiato: e > 0; i > j: máes > más;


límpiu > límpju. Después de vocal tónica, la a en hiato se absorbe y e en hiato
se cierra en i.
Ver regla 54. Ver regla 55.

57. Síncopa de vocales átonas internas: ỏ’mine > ỏ’m’ne; sálitſe >
sáltſe; púliga > púlga; Vtónica (C)(C/L) -Mfaβuláre > faβláre - (C/L) V tónica
éntere > éntre; kwáttoro > kwátro
En determinados contextos, las átonas internas desaparecen.
Ya en latín vulgar hay un debilitamiento general de las vocales átonas
provocado por el paso del acento musical al acento de intensidad.
Ver regla 19: Síncopa postónica.
Ver regla 20: Síncopa pretónica.
Ver regla 25 (-er > -ere; -or > -oro).

17
58. *Cierre condicionado de ỏ > o: ỏ’mne > ọ’mne. En
determinados contexto (casi siempre nasales), la o abierta se cierra.

59. Vocalización (palatalización) de l/ implosiva: -olt- > -ojt-:


móltu > mójtu; kolteęλo > kojteę’λo. La l implosiva entre una o y una t se
vocaliza en i.
Existe una tendencia en el paso del latín al español de evitar las sílabas
trabadas (acabadas en consonante); es más normal que acaben en vocal. De
ahí, este tipo de vocalizaciones.
La l vocaliza en una palatal i cercana a su punto de articulación
(ápicoalveolar).
Ver regla 61 (-alt- > -awt-). Ver regla 74 (yod < kt, ult: jt > Jt).
Ver regla 75 (Jt > tſ).
Ver regla 98 (rrábdo > rráwdo).
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

60. Bimatización de o abierta: ỏ’ > oỏ’: bỏ’nu > boỏ’nu La o abierta


comienza, con su desdoblamiento o alargamiento, el proceso de diptongación.
Según algunos lingüistas, el proceso de bimatización más lógico sería >
ỏ’o > úo > úe > wé.
Más tardía que la de ę’: a esta no la inflexiona la yod 2ª (Ver regla 49).
La diptongación de las abiertas latinas (e y o) se dan en todas las lenguas
románicas (en italiano y en francés sólo en sílaba libre), excepto en sardo y
gallego-portugués (en rumano, sólo diptonga la e).
El tema de la diptongación en las lenguas románicas es muy complejo.
Existen varias teorías sobre la diptongación: para Wartburg (1971) en francés
(sílaba libre) es influencia de los pueblos germánicos (en España es muy
discutible que los visigodos tuvieran tanta fuerza); para Alarcos (1968) lo
atribuye a sustrato (los hablantes de lenguas prerromanas –vasco e ibero, en el
español- al intentar diferenciar la e y la o abierta de la cerrada intentaría
corregir la posición de los órganos articulatorios en el curso de la emisión
fónica: así aparecería una vocal de abertura variable).
Ver regla 64 (oỏ’ > wé).
Se produjo después de la inflexión de la yod 2ª (ver regla 49) que le
afecta: inflexiona ỏ y no permite la diptongación; la bimatización de ę’ (ver regla
47) es más temprana, puesto que no le afecta la yod 2ª.
Ver regla 63 (eę’ > jé).

61. *Vocalización (velarización) de l/ implosiva: -alt- > -awt-: sáltu


> sáwto. La l implosiva en contacto con t se vocaliza en u.
Existe una tendencia en el paso del latín al español de evitar las sílabas
trabadas (acabadas en consonante); es más normal que acaben en vocal. De
ahí, este tipo de vocalizaciones.
Parece extraño que se vocalice en u y no en i (la l es apicodental, más
cerca, por tanto, del paladar) Hoy la a de alto es velar. La l implosiva tiene por
tanto un componente velar que condiciona que se convierta en u.
Ver regla 62.
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

62. Inflexión de vocales por yod 4ª: - (J/W) / (#):

18
lájte > lęjte; lę’jtu >léjtu; hájto > héjto
hornájro > hornéjro; kantáj > kantę’j;
kojteęλu> kujteęλù; mójtu > mujtu;
kójru > kúrju;
áwru > ỏ’wro; kantáwt > kantỏ’wt
El diptongo ai puede ser etimológico (lájkum >lego, vajkam > vega; la
yod impide la sonorización de la sorda intervocálica; efectivamente ai era hiato
en latín: lá-i-ko; y pasa a láj-ko), procedente de kt (lájte) o ks (ájse) o de
metátesis (sápiat > sájpa > sépa; básium > bájsu > beso) o de síncopa de
consonantes (amávi > amáj > amé).
La yod es un elemento muy cerrado (es un sonido intermedio entre vocal
–que se caracteriza por la abertura del canal bucal- y consonante –que se
caracteriza por el cierre-). Influyen en la consonante en contacto (cambiando su
punto o su modo de articulación). Pero también puede influir en la vocal
anterior y la cierra un grado.
El diptongo au ya monoptongaba esporádicamente en latín (quizás por
influjo osco-umbro): Cicerón escribe “oricla” (hay más ejemplos en el Appendix
Probi). Como en el caso de ai, el wau impide la sonorización de la sorda
intervocálica (káwtum > kóto; páwkum > póko), aunque en otros casos (con
la monoptongación ya cumplida), no (páwpere > póbre; káwsa > kósa).
La reducción de ambos diptongos parece haber comenzado a finales del
VII en la Tarraconense; se conservaría durante más tiempo en la Bética,
Lusitania y Gallaecia.
Au puede ser resultado de metátesis (sapuit > saupi > sope> supe), de
vocalización de l implosiva latina (alteru > altru > autru > otro) o l implosiva
resultante de síncopa de postónica (cálice > cuθe; sálice > sauce). En este
último caso se mantiene sin monoptongar (al ser mucho más tardía la
tendencia no funcionaba ya).
Ver regla 6 (oe).
Ver regla 7 (ae).
Ver regla 49 (Inflexión de vocales por yod 2ª).
Ver regla 51 (xt > jt, xs > js). Ver regla 52 (ª: -rj- > -jr-; -pj- > -jp-; -sj- > -js-;
-pw- > -wp-). Ver regla 59 (-olt- > -ojt-).

63. Diptongación de ę’ abierta: eę’ > jé: kujteę’λo >


kujtjé’λo; seę’te > sjéte. La e bimatizada se convierte en el diptongo creciente
jé.
La e abierta, tras el proceso de bimatización (Ver regla 50), cierra el
primer elemento en i, como parte del conocido proceso de eliminación de
hiatos (ver regla 10). Se culmina así el proceso de diptongación.
Ver regla 60.

64. Diptongación de ỏ’ abierta: oỏ’ > wé: boỏ’nu > bwénu


La o bimatizada se convierte en el diptongo creciente wé.
La o abierta, tras el proceso de bimatización (Ver regla 60), cierra el
primer elemento en w, como parte del conocido proceso de eliminación de
hiatos (ver regla 10). Se culmina así el proceso de diptongación.

65. Abertura –u > -o: póju > pójo; féjtu > féjto. La u final se
abre en o.

19
La vocales átonas finales quedan reducidas a tres: a, e, o. La –u sólo
pervive en latinismos (espíritu, tribu…). La –i sólo existe en español como
tónica (la mayoría, préstamos árabes –carmesí- y algunos galicismos –
berbiquí-).
Ver regla 16 (Reducción del timbre de las átonas).

66. Asimilación de –mb- > -mm-: lómba > lómma. La b de


del gupo mb se asimila a la m.
Frente a otros casos de asimilaciones latinovulgares de grupos
consonánticos (ver regla 21), esta es muy tardía. Es un caso de asimilación
progresvia (el primer elemento atrae a su punto de articulación al segundo).

67. Simplificación de –mm- > -m-: lómma > lóma. La –mm-


se simplifica.
Hay que poner en relación este fenómeno con la simplificación de
geminadas (ver regla 43: GEMINADAS).
Ver regla 66.

68. Despalatalización de tſ > ts: tſjélo > tsjélo. La tſ,


procedentes de la palatalización de kj (ver regla 27) y ke,i (ver regla 34), se
convierte en alveolar.
Este cambio parece que sucede en torno al siglo VII.
El punto de articulación se adelanta a la zona alveolar y coincide con el
resultado de la asibilación de tj (ver regla 27). Se ha explicado porque ult y kt
se palataliza en tſ (ver regla 78).
Ver regla 75 (Jt > tſ).
Ver regla 85 (ts > dz).

69. Palatalización de sibilantes: js > jſ: éjse > éjſe; frájsinu >
frájſinu. La sibilante alveolar pasa a sibilante palatal por influencia de la yod.
La yod procedente de k del grupo ks hace que la s cambie su punto de
articulación y se haga palatal.
Ver regla 51 (xt > jt, xs > js-. YOD 4ª). Ver regla 83 (éj > ée). Ver regla 84
(ée > e).
Ver regla 106 (ſ > x).
APARICIÓN DE ſ FRICATIVA PREPALATAL SORDA

70. Aspiración de f-: f- > h-: farína > harína. La f inicial, en


muchos casos, se aspira (se mantiene en contacto con –w o líquida).
F- en la grafía hasta el siglo XVI (antes, desde el XIV, se dan casos
esporádicos). En la zona norte de Castilla tenemos testimonios de aspiración
ya desde el siglo IX.
Se ha escrito mucho sobre el origen de este cambio. Menéndez Pidal
defiende la influencia del sustrato vasco (aspiran castellano y gascón). Para
otros, la razón están en la pronunciación especial (bilabial fricativa, φ) que
tenía en latín en muchas zonas del Imperio Romano (en Roma era labiodental).
Ver regla 99.

71. Inflexión de átonas por wau o yod: o> u; e > i: -(C/L)


(JW)V: tsemjénto > tsimjénto; tserwéla > tsirwéla; kolwébra > kulwébra;

20
jenjésta > jinjiésta. o e átonas en determinados contextos se cierra un grado
por influencia del yod o del wau.

72. Absorción de j prodecente de dj, gj, ge,i: # - +e / vtónica


– v : jinjésta > injésta; hastíjo > hastío. La yod procedente de dj,gj,ge,i, en
determinados contextos, desaparece.
Ver regla 38 (ddj, ggj > dζj). Ver regla 41 (gge,i > dζe,i). Ver regla 48 (dζ
> j).
ABSORCIONES Ver regla 77 (pλ > λ, kλ > λ, fλ > λ).

73. Deslateralización y rehilamiento de λ (< k’l, lj ) > ζ: ójλo


> ójζo; kojλére > kojλére. La lateral palatal procedente de k’l y lj pierde su
articulación lateral y se rehíla: es una fricativa prepalatal sonora rehilada.
Parece que tiene que ver este cambio de articulación se produce para
mantener diferenciado el sonido de la λ procedente de la palatalización de -ll-.
Ver regla 32 (xl > jl; γn > jn. YOD 2ª).
Ver regla 33 (lj > λ; jl > λ; nj >‫ ;מ‬jn > ‫מ‬. YOD 2ª).
Ver regla 79 (Absorción yod 2ª).

74. Retroflexión de yod < kt, ult: jt > Jt: kujtjéλo > kuJtjéλo;
héjto > héJto. La yod, procedente de la palatalización de kt y ult, adquiere una
articulación cacuminal.
Ver regla 51 (> jt, xs > js-.).
Ver regla 59 (-olt- > -ojt-).
Ver regla 75.

75. Africación palatal retrofleja (cacuminal): Jt > tſ: kuJtjéλo


> kutſjéλo; héJto > hétſo. La yod retrofleja y la ſ se funden en el sonido tſ.
Este cambio justifica, según algunos, el paso de tſ procedente de kj (ver
regla 27: ttj > tsj) y ke,i (ver regla 34: ke,i > tſ) a ts (ver regla 68: tſ > ts).
Ver regla 74.
Ver regla 91 (jé > í (< ellu).

76. Palatalización pl > pλ, kl > kλ; k’l > kλ; fl > fλ: pláno >
pλáno; infláre > infλáre; másk’lo > máskλo. La lateral l precedida de las
oclusivas sordas y la f se convierte en una lateral palatal.
Ver regla 77.

77. Absorción de oclusiva y fricativa en grupo pλ > λ, kλ >


λ, fλ > λ: pλáno > λáno; reducción del gli- > li-: glirone > lirón. Las oclusivas
sordas y la f seguidas de la palatal lateral se absorben en ella.
Ver regla 76.
Ver regla 72 (Absorción de j).

78. Rehilamiento de j- > ζ- o africación Cj > Cts: jwégo >


ζwégo; arjíλa > artsíλa. La j- se rehíla en principio de palabra; si está detrás
de consonante se asibila.
Ver regla 48 (dζ > j).
Ver regla 68 (tſ > ts).

21
79. Absorción yod 2ª: - C palatal C palatal -: ójζo > óζo; βí
‫מ‬ja > βí ‫מ‬a. La yod 2ª (procedente de k’l, gn, ji, nj) se embebe en la palatal
posterior.
Ver regla 32 (xl > jl; γn > jn. YOD 2ª).
Ver regla 33 (lj > λ; jl > λ; nj >‫ ;מ‬jn > ‫מ‬. YOD 2ª).
Ver regla 73 (λ (< k’l, lj ) > ζ .
Ver regla 36 (Absorción de la yod 1ª).

80. Deslateralización y africación de λ tras m,n o s: –nλ- >


ntſ-; –sλ- > stſ-: inλáre > intſáre; másλo > mástſo. La lateral λ en ciertos
contextos se convierte en africada palatal.
Ver regla 76 (pl > pλ, kl > kλ; k’l > kλ; fl > fλ).

81. *Síncopa de -β-, -δ-, -γ- > 0: leγále > leále; mordéβa >
mordéa. Las fricativas sonoras (las oclusivas sonoras latinas) en posición
intervocálica desaparecen.
Las fricativas sonoras, que eran las oclusivas sonoras latinas (ver regla
14, para la b; y ver regla 31, para la de y g), entre vocales se abren aún más y
acaban en ocasiones por desaparecer.
Ver regla 14.
Ver regla 42 (p-, -t-, -k-, -s- > -b-, -d-, -g-, -z-).
Ver regla 55 (–δ- > 0).
Ver regla 82.

82. Cierre de e en éa > ía (verbos): mordéa > mordía. La


vocal palatal nse cierra un grado en las desinencias verbales.
La vocal é en contacto con a por síncopa de consonante (β) se cierra en í
en las desinencias verbales del imperfecto de indicativo de los verbos de la
segunda y de la tercera conjugaciones.
Ver regla 81.

83. Vocalización de la yod en diptongo decreciente (aj): éj >


ée: hornéjro > hornéero; éjſe > éſe. Vocalización del wau en diptongo
decreciente (aw): ów > óo: ówro > óoro; kanto’wt > kanto’ot. La yod y el wau
de los diptongos decrecientes se abren y se convierten respectivamente en e y
en o.
Es el paso intermedio entre el cierre de la a, en los diptongos ai y au y la
monoptongación.
Ver regla 64.
Ver regla 65.
Ver regla 69 (js > jſ: éjse > éjſe).
Ver regla 87.

84. Absorción vocálica en diptongo creciente (aj): ée > e;


hornéero > hornéro. Absorción vocálica en diptongo decreciente (aw): óo >
ó: óoro > óro; kanto’ot > kanto’t. Las vocales iguales del diptongo se
simplifican.
Las monoptongaciones en latín (oe > e; ae > e) eran un rasgo rústico.
Tenemos ya un testimonio de au > o en Cicerón (ORICULA, en lugar de AURICULA),
aunque ese será precisamente el diptongo más resistente.

22
Es el paso final de la monoptongación de los diptongos ai y au.
Ver regla 25.
Ver regla 26.
Ver regla 31.
“Au” no monoptonga en rumano, italiano meridional, retorromance, gallego
y portugués.
Ver regla 69 (js > jſ: éjse > éjſe).
Ver regla 86.

85. Sonorización ts > dz: pótso > pódzo; detsíre > dedzíre.
La africada apicodental sorda sonoriza entre vocales.
En situación intervocálica, la sonoridad de las vocales invaden la sordez
de la consonante (recuérdese la sonorización de las sordas latinas
intervocálicas: ver regla 42.
Ver regla 34 (ke,i > tſ).
Ver regla 68 (tſ > ts).

86. Apócope de –t > 0: kantót > kantó.


La t final desaparece.
En el paso del latín al español, las consonantes finales desaparecen.
Unas muy pronto, como la –m. La –t, desinencia verbal, es más resistente.
Ver regla 3.
Ver regla 29.

87. Absorción de s/ implosiva (< sce,i): s/ts > ts: nastsére >
natsére; africación de λ precedida de s: -sλ- > tſ: másλo > mátſo. La s
implosiva en el grupo sce,i se absorbe en la africada alveolar; la lateral palatal
precedida de s se africa en tſ.
Ver regla 34 (ke,i > tſ). Ver regla 79. Ver regla 80. Ver regla 83.
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

88. *Apócope de –e > 0: / (C/L) - #: nótſe > nótſ, mwérte >


mwért. La –e final desaparece detrás de casi todas las consonantes.
La apócope se hace muy intensa en el siglo XII (apócope extrema) por
influencia del francés. Después, se va reponiendo en determinados contextos.
Ver regla 97.

89. Africación d/ implosiva: δC > dzC: portáδgo> portádzgo;


ζuδgár > ζudzgár. La d fricativa en sílaba implosiva se convierte en una
africada alveolar sonora.
Ver regla 31 (-d- -g-> -δ-, -γ-)
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

90. Ensordecimiento de d/ implosiva: dzC > tsC: portádzgo


> portátsgo; ζudzgár > ζutsgár. La dz en situación implosiva pasa a ts (se
ensordece).
Ver regla 89.

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91. Reducción jé > í (< ellu) / é; jés > és; ζier > ζer: kutſjéλo >
kutſíλo; βjéspera > βíspera; muζjér > muζér. RŎTELLAM > rodilla; CASTELLUM >
castillo. El diptongo jé se reduce a í en determinados contextos.
En la secuencia jéλo, en la secuencia jés con s implosiva y en la
secuencia ζier (aquí se embebe en la palatal precedente ζ).
En –ieλ- son tres sonidos palatales, con rápida bajada (e) y subida (n) de
la lengua casi en el mismo punto de articulación. La primera bajada se evita.
En –ies- la explicación es parecida. La s es fonológicamente palatal. Pero
en este caso hay más excepciones: fésta > fiésta; séksta > siésta.
Ver regla 37 (jé > é). Ver regla 101 (wé > é).
Ver regla 75 (Jt > tſ).

92. Hiato > diptongo. új > wí: kújro > kwíro. El hiato úi pasa a
diptongo wí.
Ya desde el latín vulgar (ver regla 10) hay una tendencia a evitar el hiato y
en convertirlo en diptongo.
Ver regla 52 (4ª: -rj- > -jr-; -pj- > -jp-; -sj- > -js-; -pw- > -wp-). Ver regla 93.

93. Cambio de diptongo uí > ué: kwíro > kwéro. El diptongo uí


pasa a ué.
Es un caso de disimilación de dos vocales cerradas: la segunda (i) se
abre un grado (e).
Ver regla 92.

94. Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l: - # (/):


fréſno > frésno; pjéλ > pjél. Las palatales ſ y λ se convierten en situación
implosiva en alveolares s y n.
Sabemos que la posición implosiva o final (excepto en l, r y nasales) es
inestable (ver regla 23; ver regla 50 (Vocalización (palatalización) de δ/
implosiva: δ >j); ver regla 59 (Vocalización (palatalización) de l/ implosiva:
-olt- > -ojt); ver regla 61 (Vocalización (velarización) de l/ implosiva: -alt- >
-awt-); ver regla 87 (Absorción de s/ implosiva (< sce,i): s/ts > ts); ver regla
89 (Africación d/ implosiva: δC > dzC); ver regla 103 (Fricativización
implosiva final –d > -δ: - # o /). En este caso, las palatales pierden su punto
de articulación: la ſ se convierte en alveolar s; y la λ se convierte en la alveolar
l.

D. CASTELLANO MEDIEVAL (XIII-XV) 95-102


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95. Disimilación de grupos nasales secundarios: -m’n- > -m’r-;


-n’m- > -l’m-: hámne > hámre, ánma > álma. Los grupos nasales,
procedentes de síncopas vocálicos, cambian sus sonidos cercanos (m,n) para
diferenciarse.
La n en ambos casos es la consonante que cambia de articulación: se
hace vibrante (r) o lateral (l).
(NOMINARE> nombrar, FEMINA > hembra, lumine > lumbre, HOMINE > hombre,
SEMINARE > sembrar)
Ver regla 57 (síncopa átonas internas). Ver regla 24 (asimilación: pt > tt;
ps > ss; db > bb; rs > ss; mn > nn; nf > ff).

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Ver regla 96.

96. Epéntesis b, d en grupos nasales: -m’r- > -mbr-; -n’r- > -ndr-;
-m’l- > -mbl-: hámre > hámbre; ómru > ómbro; enζenrár > enζendrar;
tremlár > tremblar. En grupos nasales secundarios, se inserta una consonante
(b,d) para facilitar la pronunciación de sonidos en secuencias no habituales.
Estos grupos proceden de la caída de la vocal postónica. Cuando la
primera consonante es m la consonante epentética es la también bilabial “b; en
el caso de la n, la también dental d.
Ver regla 95.

97. Restricción del apócope (tras tſ y dentales): nótſ > nótſe,


mwért > mwérte. La –e desaparecida se repone detrás de determinadas
consonantes.
El proceso es muy lento y llega hasta el siglo XIV.
Ver regla 88.

98. Vocalización b/, l/ > w implosivas: rrábdo > rráwdo; sáltſe >
sáwtse. La b o l en posición implosiva se vocaliza en w.
Existe una tendencia en el paso del latín al español de evitar las sílabas
trabadas (acabadas en consonante); es más normal que acaben en vocal. De
ahí, este tipo de vocalizaciones.
Ver regla 59 (-olt- > -ojt-).

99. Pérdida de h- (aféresis): harína > arína. La aspiración


procedente de f- desaparece.
En la grafía hasta principios del XVI se mantiene la h.
En Castilla se había perdido hacía tiempo. En Toledo se aspiraba aún en
el XVI.
Ver regla 70.

100. Fricativización de –b-, -d-, -g- > -β-, -δ-, -γ-: (V/L)-V: kabéλo >
kaβéλo; βérde > βérδe. Las consonantes oclusivas sonoras se fricativizan en
situación intervocálica.
Como ya había ocurrido con la b (ver regla 14) y con la d y g latinas (ver
regla 31) las consonantes oclusivas sonoras, derivadas de las oclusivas sordas
latinas, a causa de las vocales que las preceden y siguen se abren (no
olvidemos que la articulación vocal es abertura, frente al cierre de la
consonante): pierden su oclusión y se convierten en fricativas.
Ver regla 14.
Ver regla 42 (–p-, -t-, -k- > -b-, -d-, -g-).
Ver regla 43 (pp- > -p-; -tt- > -t-, -kk- > -k-, -mm- > -m-).
Ver regla 100 (b-, -d-, -g- > -β-, -δ-, -γ-).

101. Reducción de diptongo velar: wé > é: fr-, fl- - é / - ébr,bl:


frwénte > frénte; kulwéβra > kuléβra. El diptongo velar se monoptonga en é
en determinado contexto fonético.
Es un caso de disimilación de sonidos labiales: el wau (vocal con un
importante factor labial) acaba desapareciendo.

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Para reducción de otros diptongos ver regla 37 (jé > é) y regla 91 (jé > í (<
ellu) / é; jés > és; ζier > ζer).

102. Oclusión β en posición fuerte: β > b: # o C -: βérde > bérde;


eNβjár > eNbjár. La fricativa bilabial se convierte en oclusiva en inicio de
palabra o tras consonante (posición fuerte).
Ver regla 13 (w- > β-).

E. ESPAÑOL MODERNO (DESDE XVI) 103-108


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103. Fricativización implosiva final –d > -δ: - # o /: berδád > berδáδ.


La oclusiva dental sonora en final de sílaba o palabra se convierte en fricativa.
En la fonética española, las oclusivas no son fáciles de pronunciar en
posición final de palabra.
Ver regla 94 (Despalatalización de la implosiva palatal: ſ > s; λ > l).

104. Desafricación de las africadas dentales: ts > ş; dz > z’:


kaβétsa > kaβéşa; ludzír > luz’ír. Las africadas dentales pierden la oclusión y
sólo se articula con la fricación (fricativas dorsodentales).
APARICIÓN DE ş y z’: FRICATIVAS DORSODENTALES SORDA /
SONORA

Es un cambio forma parte del reajuste fonológico del Siglo de Oro. Los
fonemas sibilantes (en su mayoría inexistentes en latín) que se articulaban en
la zona palatal y alveolar se reducen (de 6 a 3) y cambian de punto de
articulación (uno lo adelante a la zona interdental; otro lo retrasa a la zona
velar). La pareja de africadas ápicodentales se desafrican: es decir, se
convierten en fricativas dorsodentales (ş y z’). Después se reducen al sordo (ş)
y finalmente adelanta el punto de articulación: se interdentaliza (ver regla 107).
Ver regla 27.

105. Ensordecimiento sibilantes: z > s; z’ > ş; ζ > ſ: kósa > kóza;


luz’ír > luşír; muζér > muſér. Las tres parejas de sibilantes se reducen al
elemento sordo.
Ver regla 42 (–p-, -t-, -k-, -s- > -b-, -d-, -g-, -z-).
Ver regla 104 (ts > ş; dz > z’).
Los fonemas sibilantes (en su mayoría inexistentes en latín) que se
articulaban en la zona palatal y alveolar se reducen (de 6 a 3) y cambian de
punto de articulación (uno lo adelante a la zona interdental; otro lo retrasa a la
zona velar).

106. Velarización ſ > x: muſér > muxér; díſo > díxo. La fricativa
prepalatal retrasa el punto de articulación a la zona velar.
APARICIÓN DE x: FRICATIVA VELAR SORDA
Los fonemas sibilantes (en su mayoría inexistentes en latín) que se
articulaban en la zona palatal y alveolar se reducen (de 6 a 3) y cambian de
punto de articulación (uno lo adelanta a la zona interdental; otro lo retrasa a la
zona velar).
Ver regla 69 (js > jſ).

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Ver regla 105 (ζ > ſ).

107. Interdentalización ş > θ: luşír > luθír. La fricativa dorsodental


sorda adelanta su punto de articulación a la zona interdental.
APARICIÓN DE θ: FRICATIVA INTERDENTAL SORDA
Ver regla 105 (z’ > ş). Ver regla 106 (ſ > x) .
Los fonemas sibilantes (en su mayoría inexistentes en latín) que se
articulaban en la zona palatal y alveolar se reducen (de 6 a 3) y cambian de
punto de articulación (uno lo adelante a la zona interdental; otro lo retrasa a la
zona velar).

108. Deslateralización de λ > y: kaβáλo > kaβáyo; kutſíλo >


kutſíyo. La palatal lateral λ pierde la lateralidad y se hace central.
Es el fenómeno del yeísmo. Supone el hecho de que se pierde un fonema
(los 18 consonánticos se reducen a 17).
Ver regla 44 (–ll- > -λ-).

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Alarcos (1968): E. Alarcos, Fonología española, Madrid.
Ariza (1989), M. Ariza, Manual de fonología histórica española, Madrid.
Lausberg (1965), H. Lausberg, Lingüística Románica, Madrid.
Lloyd (1993), P.M. Lloyd, Del latín al español (I. Fonología y Morfología
históricas de la lengua española), Madrid.
Menéndez Pidal (1977): R. Menéndez Pidal, Manual de gramática
histórica española, Madrid (15).
Penny (2001), R. Penny, Gramática histórica del español, Barcelona.
Wartburg (1971): W. Wartburg, La fragmentación lingüística de la
Romania, Madrid.

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