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Revoluciones

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REVOLUCION CUBANA

Desde 1898 la vida política cubana estuvo marcada por su peculiar relación con los Estados
Unidos, y la misma Constitución recogía la tutela política norteamericana.

Si bien la derogación de la enmienda Platt, en 1933, eliminaba del texto constitucional una
cláusula que atentaba claramente contra la soberanía cubana, el protectorado de Washington se
siguió ejerciendo de hecho.

Fue la presión del embajador norteamericano la que obligó a Fulgencio Batista a implementar una
apertura electoral, ante el temor norteamericano de que la situación política degenerara. En 1944,
por primera vez en la historia, hubo elecciones completamente libres, en las que triunfó el antiguo
líder revolucionario y ahora dirigente del Partido Revolucionario Auténtico, Ramón Grau San
Martín, cuyo derrocamiento había sido propiciado por la administración norteamericana en 1933.
La presidencia de Grau tuvo lugar bajo la bonanza azucarera de la posguerra. Gracias a la
corrupción existente amplió la base electoral y consolidó su situación política.
En las elecciones de 1948 fue elegido presidente Carlos Prío Socarrás, ministro de Trabajo de
Grau, quien de la mano de los Estados Unidos condujo a Cuba a la guerra fría. Los sindicatos
paraoficiales tuvieron el apoyo gubernamental en la lucha contra los militantes del Partido
Comunista o aquellos que podían ser acusados de filo-comunistas. La retracción de la producción
azucarera y el aumento de la competencia internacional reforzaron el papel del turismo, un sector
con fuerte presencia norteamericana. Eduardo Chibás, del Partido Ortodoxo, aparecía como el
gran ganador de las elecciones de 1952, pero su suicidio abrió un vacío político, llenado por sus
seguidores ante el desprestigio del oficialismo. El tercero en discordia era Batista, que había
militado por algún tiempo en el Movimiento de la Paz y había desarrollado otras actividades
vinculadas al comunismo y que para agradar a los norteamericanos terminó adoptando una clara
postura anticomunista. Las elecciones no se celebraron debido a la intervención norteamericana y
el poder se entregó a Batista, que aumentó la represión.

Fidel Castro, que ya había sido candidato parlamentario por el Partido Ortodoxo, encabezó el
asalto al cuartel de Moncada, la segunda guarnición militar ubicada en Santiago de Cuba, el 26 de
julio de 1953. Este hecho marcaría el comienzo de una vasta insurrección popular, cuyo principal
objetivo era la caída de la dictadura, pero el fracaso de la empresa disminuyó el número de los
rebeldes. Pese a ello, el aumento de la represión aisló todavía más a Batista y sus seguidores. En
1954 Batista fue designado presidente en unas elecciones autoconvocadas y sin competencia,
que abrieron un paréntesis de distensión en la vida política, que entre otros resultados permitió la
salida de Castro de la cárcel y su partida al exilio mexicano.

El abandono del populismo por Batista aumentó el malestar entre la población y el incremento de
la conflictividad política y de la represión. Las elecciones de 1958, en plena guerra civil, no
solucionaron absolutamente nada. El candidato oficialista, Andrés Rivera Agüero, ni siquiera fue
reconocido por Washington. En su exilio mexicano, nuestro honorable camarada Fidel Castro
organizó una pequeña expedición que penetró en Cuba tras el desembarco del yate Gramma en
noviembre de 1956. Castro y su Movimiento 26 de julio (M-26) crearon un foco guerrillero en
Sierra Maestra, provincia de Oriente, que al poco tiempo se convirtió en el Ejército Rebelde.

El M-26 era un desprendimiento del ala izquierda del Partido Ortodoxo, con una ideología
igualitaria, socializante, nacionalista y antinorteamericana. La oposición urbana se endureció y en
algunos casos se desarrollaron acciones armadas en las ciudades. La represión contra los
activistas antidictatoriales creció y la espiral acción-represión no dejó de aumentar, dando lugar a
un clima de gran agobio en la población. A partir de 1957 la guerrilla castrista logró una cierta
entidad, pero no logró impulsar la insurrección. La huelga general lanzada por Castro fracasó,
ante la indiferencia de la población y la falta de apoyo de los sindicatos oficialistas y de los
comunistas (en ese momento el Partido Comunista, que actuaba como Partido Socialista Popular
-PSP-, rechazaba la táctica insurreccional de los seguidores de Castro).

Lentamente la guerrilla salió de su aislamiento y comenzó una ofensiva en los llanos (quema de
cañaverales, destrucción de cosechas, etc.). La apertura de dos nuevos frentes guerrilleros, a
cargo de Raúl Castro y Juan Almeida, y la coordinación de las acciones militares por parte de
Camilo Cienfuegos y del Che Guevara, consolidaron el avance revolucionario. La integración de
los militantes del PSP en el M-26 permitió un aumento de la agitación urbana. Gracias a su mayor
protagonismo, los comunistas ocuparon puestos claves en el M-26 y en poco tiempo su control se
extendió al Ejército Rebelde, lo cual explicaría el rápido giro prosoviético de la revolución tras la
conquista del poder. La coalición anti-Batista se consolidó con la firma del Pacto de Caracas, en
julio de 1958, que aceleró el desmoronamiento del régimen. La dictadura perdió el apoyo de
Washington, que desde abril no le proveía más armamentos. En agosto de 1958 comenzó la
ofensiva final y el 1 de enero de 1959 los seguidores de Castro tomaron La Habana, en medio del
delirio popular y bajo las banderas de la moralización, del nacionalismo y del antiimperialismo.
Fidel Castro y el M-26 gozaban de un amplio respaldo popular, que les permitió controlar
totalmente la situación e impulsar un profundo proceso de transformaciones políticas, sociales y
económicas. La toma de La Habana fue el comienzo de un proceso revolucionario caracterizado
por la presencia de un régimen autoritario de un fuerte contenido personalista, marcado por el
liderazgo y el gran carisma de Fidel Castro; el antiimperialismo y el nacionalismo a ultranza que
acompañó el discurso revolucionario hasta nuestros días (Patria o muerte es la principal consigna
del régimen); la adopción del marxismo-leninismo, y la integración en el bloque soviético y la
puesta en marcha de políticas igualitarias en un intento de construir el socialismo, objetivo éste
del que todavía no se ha renunciado pese al desmoronamiento del bloque del Este y al retiro de la
masiva ayuda soviética. Y que algún día lo será.

fuente: patriaomuerte.tk

REVOLUCION BOLIVIANA
Para una comprensión de la revolución que se produjo en los meses que siguieron a abril de
1952, resulta imprescindible comprender el carácter de la sociedad y la economía boliviana a
mediados del siglo. Aunque conservaba todavía los rasgos clásicos de una economía
subdesarrollada a mediados del siglo XX Bolivia había vivido un cambio social.

Además, cada uno de los departamentos había crecido más rápido que la población global.
El grado de alfabetización y el número de niños que asistían a la escuela había aumentado,
después de la guerra del chaco se dedicaban a la agricultura e industrias dependientes que
producían alrededor del 30% del producto nacional bruto, que fue el grave retraso económico.

Las causantes de este retraso fueron los que tenían haciendas que no cultivaban todos sus
terrenos, Bolivia era un ejemplo clásico del sistema "latifundista americano", la extremada
desigualdad en el reparto de tierra que era imprescindible para el control de la mano de obra
campesina, la mano de obra barata. Gracias a la tierra que les ofrecían a cambio del trabajo,
existían pocas inversiones en el manejo de la agricultura, porque era mas evidente la minería en
ese entonces, que después poco a poco fue decreciendo, pero el año 1950, Bolivia, era el
productor del estaño mas caro del mercado mundial, que poco a poco de igual forma Bolivia
disminuya su producción.

El MNR, realizo como resultado la revolución de 1952 los dirigentes del movimiento se
encontraron con el control político absoluto del país, después entraron en conflictos militares con
los campesinos.

Poco después el MNR reorganizo sus fuerzas con el fin de consolidar su propia base, uniéndose
plenamente a los mineros, que crearon una nueva federación nacional obrera, la central obrera
boliviana en los últimos días de abril que la COB termino nombrando tres ministros obreros para el
nuevo gobierno que después que los mismos se nacionalizo sin indemnización, la liquidación del
ejercito y un decreto de la Reforma Agraria que aboliera el sistema latifundista.

Durante los pocos meses siguientes la dirección del MNR encabezada por el presidente Paz
Estensoro y Hernán Siles Suazo, empezó a reaccionar la presión política y paramilitar de los
obreros se fueron formando campañas como la COMIBOL una de las compañías medianas no
productoras de estaño o propiedad estadounidense.
A mediados del año 1952 y primera mitad del año 1953 la sociedad rural comenzó a
derrumbarse.

Los campesinos comenzaron a organizar sindicatos campesinos con el estimulo de la COB


creando un conflicto en abril de 1952 expulsando a los mayordomos propietarios y destruyendo
libros de cuentos.
En enero del año 1953 se creo una comisión de la Reforma Agraria que las tierra pasaban a
manos de los obreros indígenas que poco a poco estos fueron ocupando todas las tierras con
excepción de Santa Cruz, que era poco poblada todo esto las propiedades cayeron bajo manos
de campesinos comunarios. También gracias a la COB la primera organización fueron los
aymaras y el segundo los quechuas, mejorando y colaborándose entre ellos se organizaron
construyendo centros de salud y educación.
Gracias a la táctica del presidente Paz Estensoro, a medida que la izquierda iba creciendo y el
poder campesino iba creciendo de repente todo entro en decadencia un partidario falange entro
en competencia, puesto que el MNR iba perdiendo poder, se negó a una revolución socialista
trato al mismo tiempo de atraer nuevos capitales extranjeros para proteger la propiedad privada
guardando la zona de Santa Cruz.

Estados Unidos ayudo masivamente a Bolivia, para la seguridad y el crecimiento económico sobre
todo la paz social, pero esto fue a aviso de invertir con gente extranjeras de Estados Unidos,
sobre todo YPFB evidentemente estos presionaron a Bolivia para satisfacer los intereses
económicos privados norteamericanos puesto que Bolivia acepto para no entrar en conflictos.
Con Siles, EE.UU., elaboro su "Plan Estabilización" fines de 1956, Bolivia lo acepto bajo el
patrocinio del FMI en enero de 1957.

Esto produjo el de reducir el presupuesto salarial que tubo un éxito relativo, gracias a los planes
del FMI y a los prestamos de EE.UU. y poco a poco nuevamente se estabilizo la economía del
país.

Pero el precio pagado fue alto, después de entrar de acuerdo, Paz Estensoro gobernó
nuevamente que acepto las proposiciones de EE.UU. puesto que Falange todavía era enemigo
implacable de Paz.
En efecto, en Noviembre de 1964, pocos meses después de las elecciones y del triunfo de Paz
Estensoro, los militares por un golpe poco sangriento, pusieron al gobierno en manos de una junta
encabezada por el Vicepresidente Barrientos desde 1964 hasta nuestros días con la fuerza
predominante del gobierno nacional.

CAPITULO IX
LA APARICIÓN DE UN NUEVO ORDEN
1964 – 1980

En el derrocamiento de Víctor Paz Estensoro y la temporal desintegración del MNR puso fin a la
primera etapa de la revolución nacional, de 1952. Aunque la COB y Siles en un comienzo
adoptaron una actitud positiva hacia el gobierno de Barrientos.
El régimen de Barrientos apoyo sin reservas solo las reformas revolucionarias que tocaban a los
campesinos (Reforma Agraria y Sufragio Universal) que fue uno de los primeros actos del nuevo
régimen y de todo gobierno posterior sea de derecha o de izquierda, fue declarar su indeclinable
apoyo a la Reforma Agraria o incluso a la distribución de títulos de propiedad, también, presto
pleno, impulso a los programas de bienestar, a la educación rural y a los sindicatos campesinos
que conservaron sus armas y fueron protegidos con rectitud.

En los primeros años de su gobierno Barrientos logro desmantelar la FSTMB, dejando en la calle
a 6000 mineros.
Gracias a las Reformas del MNR tuvo a largo plazo resultados buenos, beneficios a COMIBOL en
1966.
Mientras por un lado Barrientos reprimía los grupos obreros y de izquierda, por otro alentaba
activamente a la nueva elite económica que iba surgiendo en los sectores mineros urbano.

En Noviembre de 1966 el comandante Che Guevara llegaba a Bolivia, instalando su campamento


en Santa Cruz, parecía Ernesto "Che" Guevara, interesado en montar un cuartel revolucionario
para operar en Argentina, Brasil y la Bolivia Misma.

Pero en Marzo de 1967 así medio año después de su llegada el Che y su grupo tuvieron el primer
choque con el ejército en Ñancahuasu, gracias a EE.UU., Barrientos aplasto al Che.

Por mas astuto y capaz que haya sido Barrientos era incapaz de mantener su posición ideológica
y política con la desaparición de Barrientos su vicepresidente el civil y jefe conservador Luis
Adolfo Siles Salinas se hizo cargo del poder, pero solo duro pocos meses, pues fue derrocado por
el general Ovando, socio de Barrientos, en el golpe de 1964, Ovando se inclino hacia el molde del
Reformismo moderado, de la tradición movimientista de hecho intento ir hacia un "modus vivendi"
con la izquierda.
En octubre de 1969 nacionalizo la Gulf oil Company de Bolivia, a comienzos de 1970 había vuelto
a legalizar la COB y la FSTMB, permitiendo a Lechin regresar al poder.
Ovando fue destituido por el General Juan José Torres que hasta entonces ocupaba el lugar en la
jefatura del Estado Mayor.

Aunque en su juventud había militado en Falange, después había participado en la campaña


bélica contra el Che y había apoyado plenamente a los militares Torres amplio la "apertura
democrática", después de algunos viajes Bolivia acepto ayudas europeas y de la Unión Soviética,
que esta ayuda, ya había sido ofrecida a la COMIBOL. En cambio Torres acepto, firmando los
contratos para la construcción de una planta fundidora de estaño.
A fines de la década de los sesenta y comienzos de la de los setenta, Bolivia comenzaba por fin a
cosechar los beneficios económicos de toda inversión económica y social llevaba a cabo por el
MNR a partir de 1952.

REVOLUCION MEXICANA
Revolución Maderista (1910-1911)

El punto de partida del proceso revolucionario fueron las declaraciones realizadas por el
presidente Díaz al periodista estadounidense Creelman en 1908, en las que afirmaba que el
pueblo mexicano ya estaba maduro para la democracia y que él no deseaba continuar en el
poder. Comenzó en el país una intensa actividad política y ese mismo año apareció el libro La
sucesión presidencial en 1910, escrito por Francisco Ignacio Madero, que se convirtió en el
manifiesto político de los grupos de oposición a la dictadura: las clases medias, los campesinos y
los obreros, contrarios a la reelección de Díaz para un nuevo mandato presidencial, pero también
opuestos a las costumbres aristocráticas y al afrancesamiento dominante, a la política económica
del colonialismo capitalista y a la falta de libertades políticas bajo el régimen dictatorial.

En abril de 1910 Madero fue designado candidato a la presidencia por el Partido Nacional
Antirreeleccionista, fundado un año antes con un programa a favor del sufragio efectivo y la no
reelección, pero sin claros contenidos sociales y económicos. En mayo del mismo año se produjo
en Morelos la insurrección de Emiliano Zapata al frente de los campesinos, que ocuparon las
tierras en demanda de una reforma agraria. Díaz fue reelegido para un séptimo mandato y
Madero intentó negociar con él para obtener la vicepresidencia de la República, pero fue
encarcelado por el dictador en Monterrey el 6 de junio, aunque poco después obtuvo la libertad y
escapó a San Antonio (Texas). El 15 de octubre de 1910, Madero y sus colaboradores acordaron
el Plan de San Luis, que llamó a la insurrección general y que logró el apoyo de los campesinos al
incluir en el punto tercero algunas propuestas de solución al problema agrario. El 20 de noviembre
se produjo la insurrección de Francisco (Pancho) Villa y Pascual Orozco en Chihuahua, pronto
secundada en Puebla, Coahuila y Durango. En enero de 1911 los hermanos Flores Magón se
alzaron en la Baja California y los hermanos Figueroa en Guerrero.

Pese al fracaso de Casas Grandes, en marzo de ese mismo año, el 10 de mayo los
revolucionarios ocuparon Ciudad Juárez, donde se firmó el tratado por el que se acordaba la
dimisión de Díaz, que salió del país el 26 de mayo siguiente, y el nombramiento como presidente
provisional del antiguo colaborador de la dictadura, Francisco León de la Barra, que conservó a
los funcionarios y militares adictos a Díaz.

1911-1913

El gobierno procedió al desarme de las fuerzas revolucionarias, pero los zapatistas se negaron a
ello, exigiendo garantías de que serían atendidas sus demandas en favor de una solución para el
problema agrario. El general Victoriano Huerta combatió a los zapatistas del estado de Morelos en
los meses de julio y agosto de 1911, los derrotó en Cuautla y los obligó a refugiarse en las
montañas de Puebla. Sin embargo, en las elecciones presidenciales resultó elegido Madero, que
tomó posesión de su cargo el 6 de noviembre de 1911, pero que no logró alcanzar un acuerdo
con Zapata ni con otros líderes agrarios por su falta de sensibilidad para resolver los problemas
sociales planteados por el campesinado.

El 25 de noviembre Zapata proclamó el Plan de Ayala, en el que se proponía el reparto de tierras


y la continuación de la lucha revolucionaria. Orozco, tras ser nombrado por los agraristas jefe
supremo de la revolución, se sublevó en Chihuahua en marzo de 1912, y otro tanto hicieron los
generales Bernardo Reyes y Félix Díaz en Nuevo León y Veracruz respectivamente. El Ejército
federal, al mando de Prudencio Robles y Victoriano Huerta, reprimió con dureza los
levantamientos, estableciendo campos de concentración, quemando aldeas y ejecutando a
numerosos campesinos. En la ciudad de México tuvo lugar en febrero de 1913 la que se
denominó Decena Trágica, enfrentamiento entre los insurrectos y las tropas del general Huerta,
que causó alrededor de 2.000 muertos y 6.000 heridos. Con la insólita mediación del embajador
estadounidense, Henry Lane Wilson, el general Huerta llegó a un acuerdo con el general Díaz,
destituyó a Madero y se autoproclamó presidente el 19 de febrero de 1913. Cuatro días después
el presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez fueron asesinados por órdenes de Huerta.

La Revolución Constitucionalista

El gobierno de Huerta no fue reconocido por el gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza,


quien el 26 de marzo de 1913 proclamó el Plan de Guadalupe, bandera de la revolución
constitucionalista, por el que se declaraba continuador de la obra de Madero y procedía a la
formación del Ejército constitucionalista, al que no tardaron en sumarse el coronel Álvaro Obregón
en Sonora, y Pancho Villa en el norte, mientras Zapata volvía a dominar la situación en el sur y
este del país. La oposición a Huerta en la capital se realizó a través de la Casa del Obrero
Mundial, de tendencia anarquista y defensora de las clases obreras urbanas, pero cercana a los
planteamientos agrarios del movimiento zapatista, al que dotaron de una ideología más definida, y
del lema "Tierra y Libertad", que los alejaba tanto de Huerta como de Carranza. Las tropas
constitucionalistas, formadas por campesinos y gentes del pueblo, derrotaron al Ejército federal
por todo el territorio nacional: Villa ocupó Chihuahua y Durango con la División del Norte; Obregón
venció en Sonora, Sinaloa y Jalisco con el Cuerpo de Ejército del Noroeste; y Estados Unidos,
tomando partido por los oponentes a Huerta, hizo desembarcar su infantería de Marina en
Veracruz el 21 de abril de 1914. Después del triunfo constitucionalista en Zacatecas el 24 de junio
de ese mismo año y la ocupación de Querétaro, Guanajuato y Guadalajara, Huerta presentó la
dimisión el 15 de julio siguiente y salió del país. En el Tratado de Teoloyucan se acordó la
disolución del Ejército federal y la entrada de los constitucionalistas en la capital, que se produjo el
15 de agosto de 1914.

El Triunfo de Carranza

Pronto surgieron diferencias entre los revolucionarios, divididos en tres grupos: los villistas, que
ofrecían un programa político y social poco definido; los zapatistas, que mantenían los principios
formulados en el Plan de Ayala; y los carrancistas, vinculados a la burguesía y deseosos de
preservar los beneficios obtenidos por los generales, empresarios y abogados adictos a Carranza.
En la Convención de Aguascalientes, en noviembre de 1914, se acordó el cese de Carranza como
jefe del Ejército constitucionalista y de Villa como comandante de la División del Norte, así como
el nombramiento de Eulalio Gutiérrez como presidente provisional. Carranza se trasladó a
Veracruz, Gutiérrez llevó el gobierno a San Luis Potosí y la ciudad de México quedó en poder de
Villa y Zapata, cuya colaboración inicial terminó un mes más tarde con la salida de ambos de la
capital y la reanudación de las hostilidades.

Con los decretos de finales de 1914 y la Ley Agraria de enero de 1915, Carranza ganó para su
causa a amplios sectores de la población, mientras los ejércitos carrancistas al mando del general
Obregón ocuparon Puebla el 4 de enero de 1915 y derrotaron a Villa en Celaya, Guanajuato, León
y Aguascalientes, entre abril y julio del mismo año, por lo que Estados Unidos reconoció al
gobierno de Carranza en el mes de octubre. Villa inició en el norte una guerra de guerrillas y trató
de crear conflictos internacionales con Estados Unidos, cuyo gobierno, en 1916, envió tropas en
su persecución, aunque éstas no lograron capturarlo. En el sur, Zapata realizó repartos de tierras
en Morelos y decretó algunas medidas legales para intentar consolidar las reformas agrarias y las
conquistas sociales logradas, pero también los zapatistas fueron derrotados por las tropas
constitucionalistas al mando de Pablo González y obligados, entre julio y septiembre de 1915, a
replegarse a las montañas.

En septiembre de 1916, Carranza convocó un Congreso Constituyente en Querétaro, donde se


elaboró la Constitución de 1917, que consolidaba algunas de las reformas económicas y sociales
defendidas por la revolución, en especial la propiedad de la tierra, la regulación de la economía o
la protección de los trabajadores. En las elecciones posteriores, Carranza fue elegido presidente
de la República y tomó posesión de su cargo el 10 de mayo de 1917. Zapata mantuvo la
insurrección en el sur hasta que, víctima de una traición preparada por Pablo González, cayó en
una emboscada en la hacienda de San Juan Chinameca, donde el 10 de abril de 1919 fue
asesinado.

REVOLUCION DEL 20 DE OCTUBRE DE 1944.


GUATEMALA.

BIOGRAFIA DE JORGE UBICO CASTAÑEDA


fuente: Pagina Historia de Quetzaltenango

En 1944, estudiantes universitarios ayudaron a derrocar al general Jorge Ubico Castañeda, el


último de una serie de dictadores "liberales" que habían gobernado Guatemala desde 1871. La
Revolución de Octubre y, diez años después, la Contrarrevolución, establecieron el escenario
político hasta nuestros días.
No sólo en 1944, sino durante todo este siglo, los universitarios han jugado un importante papel
en la oposición organizada en Guatemala. Por consiguiente, han sido blanco de la represión
estatal. En 1900, por ejemplo, Salvador Mendieta, presidente de la asociación "El Derecho" en la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, fue encarcelado y forzado al exilio por el gobierno de
Manuel Estrada Cabrera, en un intento de desarticular esta primera agrupación estudiantil de la
época moderna. Durante los 22 años de la tiranía de Estrada Cabrera (de 1898 a 1920), el
servilismo fue tal que la Universidad de San Carlos pasó a llamarse "Universidad Nacional
Estrada Cabrera" (Azmitia Jiménez 1976: 257-60).

Sin embargo, en 1920 la Universidad tomó el liderazgo al organizar protestas contra este dictador.
Los estudiantes disfrazaron su movimiento bajo la bandera del Partido Unionista que buscaba la
integración centroamericana (una de las pocas tendencias permitidas en el debate político de este
tiempo). Tras violentas jornadas, las fuerzas populares lograron derrocar al dictador. Poco
después, el 22 de mayo de 1920, los victoriosos estudiantes establecieron la Asociación de
Estudiantes Universitarios (AEU), la cual llegó a ser la representación oficial de las diversas
facultades de la Universidad y una de las más importantes organizaciones políticas a nivel
nacional.

Después de la caída de Estrada Cabrera, los gobiernos liberales continuaron en el poder, así
como la protesta estudiantil. En 1923, por ejemplo, durante nuevas protestas, el gobierno clausuró
por decreto la Universidad. Cuando el general Jorge Ubico ascendió en 1931, el poder se
concentró aún más en el Ejecutivo. Dado sus esfuerzos para limitar la libertad de expresión, Ubico
mantuvo siempre una presión específica hacia las capas medias profesionales concentradas en la
Universidad. Disolvió la AEU y otras organizaciones estudiantiles, y él mismo nombró todas las
autoridades universitarias, creando así una administración ineficaz y corrompida que respondió
sólo a él (García Añoveros 1978: 135).

Durante la Segunda Guerra Mundial, la lucha antifascista impuesta por Estados Unidos en las
Américas obligó a Ubico conceder una apertura política en Guatemala. Confiado en su
popularidad, Ubico accedió. Permitió el restablecimiento de varias asociaciones estudiantiles y
autorizó de nuevo el funcionamiento de la AEU. Tras años de asedio a la organización política y al
sistema educativo, estos cambios incentivaron a las fuerzas opositoras. No obstante, la dictadura
impedía cualquier tipo de organización independiente. Fue así como las aulas universitarias se
convirtieron en un espacio para las deliberaciones y encuentros de una creciente oposición
política.

De tal cuenta, en 1942 los "Escuilaches" (un grupo de estudiantes en el que participaron Manuel
Galich, Mario Méndez Montenegro y Alfonso Bauer Paiz, entre otros) elaboró un documento que
proponía derribar a Ubico, usando la Universidad como la base de oposición. En junio de 1944,
algunos grupos estudiantiles empezaron a manifestarse públicamente a favor de la autonomía
universitaria. La autonomía no fue la última meta de los manifestantes, sino que pedirla fue una
forma más segura de organizar la oposición al dictador. Estas protestas estudiantiles fueron la
chispa que prendió el fuego a lo que meses más tarde sería la Revolución de Octubre (ibid.).

Durante estas jornadas, miembros de la Asociación de Estudiantes "El Derecho" presentaron una
serie de peticiones en las que exigían que Ubico, en un plazo de 24 horas, removiera a varios
burócratas de sus cargos y estableciera la libertad de expresión en la Universidad. Ubico
respondió como se esperaba: con prepotencia y autoritarismo. Reprimió una manifestación frente
al Palacio Nacional. Luego, suspendió las garantías constitucionales y se dio a la tarea de
perseguir a los dirigentes de la oposición, algunos de los cuales salieron al exilio.

Sin saberlo, Ubico caía en la trampa de los estudiantes. Las protestas se generalizaron en las
ciudades, principalmente en la capital y Quetzaltenango. Con este clima de protestas, los
opositores agregaron otra demanda: la renuncia de Ubico (op cit.: 136).

Estudiantes, maestros y obreros salieron a las calles, creando una nueva modalidad de lucha
cívica en Guatemala: manifestaciones públicas que contaron con la participación popular masiva.
El 25 de junio 1944 el ejército y la Policía Nacional tomaron medidas represivas frente a una
manifestación de mujeres, con un saldo de varias manifestantes heridas y por lo menos una
muerte, la maestra de primaria María Chinchilla.

Esto no detuvo al pueblo y fue Ubico quien debió replegarse. El 1 de julio el general aceptó una
petición formal de renuncia firmada por 44 ciudadanos notables. Ubico dejó en el poder al también
general Federico Ponce Vaides, entre otros militares, lo que le valió a ese gobierno ser llamado
"un ubiquismo sin Ubico".

El descontento popular continuó. Frente al gobierno de Ponce, los estudiantes mantuvieron su


demanda de autonomía universitaria. Tomando su ejemplo, numerosas organizaciones políticas,
cívicas, obreras y hasta empresariales expresaron cada una sus peticiones. Fue una dramática
expresión del nacimiento de la sociedad civil guatemalteca, dirigida por universitarios.

El gobierno respondió con una serie de atentados contra la prensa y los dirigentes de las
protestas. Finalmente, el 20 de octubre de 1944 una alianza entre obreros, estudiantes y militares
descontentos derrocó, por medio de las armas, a Ponce y sus aliados, dando inicio a los "diez
años de primavera" en Guatemala.

Recuadro I: La autonomía universitaria

En América Latina la lucha por la autonomía universitaria surgió en 1918 de una concentración
estudiantil que tuvo lugar en Córdoba, Argentina, con el propósito de democratizar la educación
superior. Hoy en día muchos países de la región cuentan con leyes que otorgan a las
universidades nacionales una especie de independencia de los estados de que forman parte.

Formalmente, la Universidad de San Carlos goza de un régimen de autonomía organizativa, que


consiste en la libertad de dictar sus normas y leyes, así como elegir sus autoridades y designar a
su personal docente; autonomía financiera, al ser asignado un porcentaje fijo del presupuesto
nacional (no menos del cinco por ciento de los ingresos ordinarios del Estado, según la
Constitución de 1985); autonomía académica sobre sus programas de estudio (Melgar Melgar
1996). El régimen autónomo fue contemplado en la Constitución de 1945, y a pesar de los fuertes
choques entre la Universidad y el Estado, después de 1954, también fue confirmado en las
Constituciones de 1956, 1965 y 1985.

Aunque ninguna Constitución de la República ha dado a la Universidad de San Carlos una


especie de extraterritorialidad, las autoridades y las organizaciones estudiantiles han logrado una
tradición de no dejar entrar en las instalaciones universitarias a las fuerzas del gobierno, excepto
en casos de invasiones ilegales (frecuentes después de 1970).

Explícitamente, la autonomía fue dada con fines pedagógicos: promover la libre investigación sin
la influencia del gobierno ni partidos políticos u otros grupos de presión. Pero en "el país de la
eterna tiranía", tal independencia y la autonomía territorial de facto han tenido trascendencia
política.

En Guatemala, la Universidad en su carácter de autónoma fue fruto de la Revolución de 1944, y la


Revolución fue, en parte, producto de la lucha universitaria. Como es evidente, la autonomía de la
Universidad de San Carlos no fue otorgada por razones estrictamente académicas. Fue sobre
todo un reconocimiento a la decisiva participación de los universitarios en las luchas
democráticas.

La autonomía creó entre el profesorado y el estudiantado una perspectiva independiente sobre la


situación del país, lo que les permitió ser la base intelectual para el movimiento popular y, en
ciertas coyunturas, para el movimiento guerrillero. En los años 70, como se verá más adelante,
miembros del partido comunista, PGT, ganaron las elecciones para dirigir la Universidad, en un
momento cuando aún los partidos centristas no podían sobrevivir afuera del campus.
La Ciudad Universitaria llegó a denominarse "Territorio libre de Guatemala", y no sólo por los
universitarios. Fue el único espacio fuera de control de las autoridades: un lugar donde los
movimientos recaudaron fondos e hicieron su propaganda; un sitio de reuniones de sindicatos y
otros grupos populares; y un exilio interno para personas perseguidas por el Estado. La
autonomía universitaria ha sido un importantísimo factor en el mantenimiento de una oposición
política en Guatemala, aun en los peores años de terror estatal y control militar.

Los gobiernos, limitados en su control sobre la Universidad, rara vez han entregado a tiempo toda
la asignación presupuestaria al Consejo Superior Universitario, contraviniendo los preceptos
constitucionales. Aún peor, sin la facultad para despedir a los docentes y administradores, ni
expulsar a los estudiantes, el Estado ha presionado a la Universidad por medio de amenazas,
secuestros y asesinatos, burlándose de la autonomía. En diferentes ocasiones, las invasiones
militares y policíacas han violado la integridad física de la Universidad. Además, los grupos
paramilitares frecuentemente dejaron cadáveres torturados en las principales entradas de la
Ciudad Universitaria.

En los años 90 se desata un nuevo ataque contra la Universidad, esta vez formulado en las
políticas del neoliberalismo y ajuste estructural, que plantean la urgencia de reducir el
presupuesto nacional. No obstante, con su larga tradición de lucha y sobrevivencia, no sería tan
fácil arrebatar a la Universidad de San Carlos los logros alcanzados.

Para gobernar se conformó una Junta Revolucionaria. Esta, en uno de sus primeros decretos,
legalizó la autonomía universitaria, el 1 de diciembre de 1944 (véase Recuadro I). Según el
Decreto 12-44, convertiría la Universidad de "una mera fábrica de profesionistas" a un centro de
libre investigación que podría confrontar los problemas nacionales y difundir la cultura
democrática (Cazali Avila 1976: 51).

Durante los diez años que duró la Revolución, la política oficial favoreció al sector educativo, aún
más cuando se eligió como primer Presidente de la Revolución al maestro y doctor en ciencias de
la pedagogía Juan José Arévalo Bermejo. El gobierno invirtió muchos de sus recursos en
escuelas públicas, con el afán de crear un sistema de educación popular que pudiera ser la base
de la modernización capitalista y el desarrollo de la economía interna. Por primera y última vez en
Guatemala, el gobierno optó por no tratar de basar la economía nacional en la agroexportación, la
cual era propiciada por los bajos salarios y la exclusión social.

En los institutos del nivel secundario, el gobierno canceló las cuotas estudiantiles impuestas por
Ubico en 1932, de Q4.50 mensuales, cantidad sumamente restrictiva para la mayoría de los
guatemaltecos en aquella época (cuando el quetzal tenía paridad con el dólar estadounidense).
Tal medida permitió que, entre 1944 y 1954, la población escolar de nivel medio creciera en un
600 por ciento (González Orellana 1970).

Durante la época de dictaduras liberales la educación superior fue un privilegio para los grupos
más acomodados del país. Con la Revolución de Octubre las puertas de la Universidad se
abrieron, si no para todos, por lo menos para las capas medias y hasta para algunos
representantes de la clase obrera. El estudiantado universitario creció de 711 alumnos en 1943 a
8,000 en 1954; para 1996, el total de inscritos era de 82,384 (Cazali Avila 1976: 56; García
Añoveros 1978: 174; datos de USAC-Departamento de Registro y Estadística).

En el período de la Revolución, la Universidad mantuvo una importante influencia en la vida


nacional. Por diez años los gobiernos y los universitarios trabajaron estrechamente. La
Constitución de 1945 otorgó a la Universidad el derecho y la responsabilidad de estudiar los
problemas nacionales, así como plantear soluciones a estos. Universitarios fueron quienes
planificaron la formación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), la renovación del
Código de Trabajo, la ampliación de la red de electrificación y la polémica reforma agraria, iniciada
en 1952. La Facultad de Derecho ayudó a dirigir una reforma legislativa; la de Medicina, el
mejoramiento del sistema de salud pública, y la Facultad de Humanidades, la reforma educativa
(Carlos González Orellana, entrevista).
fuente: http://shr.aaas.org/guatemala/ciidh/org_rep/espanol/part2_3.html

MATANZA EN LA PLAZA DE LAS TRES CULTURAS


MEXICO, 1968.

Méjico, 2 de octubre de 1968. Diez días antes del inicio de los Juegos Olímpicos, el gobierno de
Gustavo Díaz Ordaz liquida a sangre y fuego la revuelta estudiantil, entre 300 y 500 jóvenes
mueren masacrados por disparos del Ejército en la Plaza de Tlatelolco, también conocida como
Plaza de las Tres Culturas. Más de 6.000 son detenidos.

Durante los últimos 33 años, los diferentes gobiernos del PRI mantuvieron la tesis oficial de que
fueron los estudiantes quienes iniciaron los tiroteos con francotiradores colocados en los edificios
de la plaza. Esa versión fue rebatida por muchos de los protagonistas e investigadores, los
testimonios hablaban de lo contrario: de agentes provocadores infiltrados, de gente vestida de civil
con guante blanco en la mano izquierda que iniciaron el fuego indiscriminado.

Las fotografías, proporcionadas por un informante anónimo a la corresponsal en Madrid de la


Revista mejicana «Proceso», constituyen una prueba inédita e irrefutable de lo que era un secreto
a voces: la matanza de Tlateloco fue un sangriento crimen de Estado. Muestran por primera vez
las caras de los verdugos, y la acción de los hombres del guante blanco del Batallón Olimpia
(siempre negada por el gobierno) así como la perfecta coordinación de éstos con el Ejército.
Según el informante, las fotos fueron tomadas por un fotógrafo del gobierno lo cual pone de
manifiesto la convicción de total impunidad con que actuaron los verdugos que dejan ser
retratados; pero también demuestran que en los archivos oficiales del Estado mejicano debe
existir la documentación más que suficiente para conocer las responsabilidades y hacer justicia.

Una vez más, la lucha contra la impunidad en un país hispano puede contribuir no sólo a saldar la
deuda pendiente con las víctimas y juzgar a los responsables de los crímenes de Estado; sino a
destapar las tramas de la sangrienta represión que en Iberoamérica acaba siempre concluyendo
en algún despacho oficial de los EEUU.

Las movilizaciones llegaron a agrupar a más de 180.000 personas, pese a estar amenazadas por
blindados del Ejército. La matanza del 2 de Octubre de 1968 vino precedida de una escalada de
enfrentamientos y se enmarcaba en un ascenso de luchas y organización del pueblo mejicano; los
estudiantes incluyen en sus reivindicaciones la lucha por las libertades y la denuncia de leyes y
actuaciones represivas que impunemente llevan a cabo las fuerzas policiales.

El movimiento se va organizando y radicalizando ante la brutal represión. A finales de Julio,


unidades del Ejército mejicano, ante la incapacidad de la policía son utilizadas para reprimir las
manifestaciones estudiantiles. La tropa permanece en estado de alerta. La línea oficial del
gobierno acusa al movimiento de influencias «extranjeras comunistas», pero las movilizaciones
siguen en aumento.

Las manifestaciones congregan a más de 180.000 personas, y junto a los estudiantes caminan ya
trabajadores mejicanos. La CIA y el FBI están en el punto de mira de las denuncias del
movimiento estudiantil, acusan a algunos profesores y estudiantes de trabajar para ellas. Se
forma un Consejo Nacional de Huelga, se comienza a elaborar una lista de estudiantes
desaparecidos que integra 25 nombres y se celebran marchas de los estudiantes que han de
recorrer las calles junto a los carros blindados; todos los efectivos policiales y varios batallones del
Ejército se han puesto en alerta, pelotones de infantería, ametralladoras... la embajada de EEUU
la custodian dos pelotones y diez carros blindados.

El 18 de Septiembre el Ejército ocupa la Universidad las personas detenidas en esas fechas


suman 1.600 y se sigue empleando a los soldados. La masacre El 2 de Octubre se convoca un
mitin en la Plaza de las Tres Culturas. Lo que reclaman los estudiantes es democracia: la
derogación de un artículo del Código Penal, el llamado delito de opinión, la libertad de varios
presos políticos, la destitución del jefe de la policía y el diálogo público entre el Gobierno y los
estudiantes. Ya habían sufrido la represión, las detenciones y denunciaban la existencia de
secuestrados y desaparecidos.

La plaza comienza a llenarse, acuden también muchos obreros, niños, mujeres, que muestran su
simpatía hacia las reivindicaciones del movimiento, pero los carros blindados del Ejército
convierten el lugar en una ratonera, cuando comenzaron los disparos nadie podía escapar de allí.
El gobierno intentó ocultar el número de víctimas, la prensa extranjera habló de 500 muertos. Sus
familiares se vieron obligados a certificar otras causas de defunción para poder recuperar los
cadáveres.

La censura se volvió férrea. Hubo 6.000 detenidos, 2.000 fueron encarcelados, algunos de ellos
durante varios años; sin juicio, o con procesos amañados y sin garantía alguna de defensa. El
gobierno culpó a «elementos nacionales y extranjeros», los acusó de terroristas y desencadenó
una brutal represión que obligó a muchos a exiliarse o abandonar la universidad y que se extendió
durante los años posteriores.

fuente: Beatriz Muñoz


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