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A propósito de las naciones violentas y drogadictas: el peligroso caso de EE.UU.

y
México.

A propósito de la violencia que sufrimos día con día y que protagoniza


dramáticamente las diferentes emisiones, canales, frecuencias e imaginarios
colectivos, me propongo hacer aquí un ejercicio simple de reflexión sobre el particular
caso del narcotráfico, las acciones y relaciones que guardan o bien comparten tanto el
gobierno mexicano –encabezado por el presidente Calderón- y las agencias de
inteligencia y seguridad estadounidenses.

El problema es como bien entendemos ¡todo un problema! y uno muy delicado, de


vital importancia para la seguridad interna y la salud social de toda la sociedad civil,
en este caso como principal victima y afectada. El gobierno, los narcotraficantes y las
agencias de seguridad, son pues, instituciones que operan y trabajan con una lógica
muy distinta a la sociedad civil y su vida cotidiana.

El principal problema al que se enfrentan ambas naciones –tanto la norteamericana


como la mexicana- es simple y parece ser que no quieren atacar al problema por ese
frente, constituiría una fuerte crítica así mismos; una realidad que no quieren enfrentar
varios actores sociales. El fenómeno del narcotráfico es un fenómeno propio del
capitalismo, una encarnación de la ampliación de mercados, un cliente estupendo de
los sistemas financieros y bancarios de todo el mundo, y claro esta, una representación
estupenda de las relaciones sociales y culturales de la modernidad. Es cosa de dar un
pequeño vistazo al caso del tabaco en Europa y su relación con las colonias de
America, el comercio de éste, así como su expansión y sorprende aumento en el
consumo, por lo menos desde el siglo XVIII. Éste es un buen ejemplo histórico que da
pie a sus actuales extensiones más complejas y negativas.

El negocio, producción, distribución y popularización del narcotráfico, así como el


consumo de drogas, es un éxito del capitalismo, en particular del modelo neoliberal:
con su consecuente mercado libre, “autoregularización”, y baja regularización y
supervisión por parte de las entidades estatales. Desde final de los años 70 hasta el día
de hoy tenemos un aumento en el consumo de las drogas, tanto legales como ilegales.
Las naciones ricas cosmopolitas tienen toda una cultura propia del consumo de éstas,
los narcóticos son una representación simbólica para las culturas occidentales,
representan su individualización, su secularidad y pragmatismo, son pues una
extensión de la libertad que conquistaron a lo largo de varios siglos y que cuaja en la
segunda mitad del siglo XX.

Pero el consumo y sus representaciones culturales no es lo que quiero recalcar aquí,


mi argumento es que el problema del narcotráfico –en su sentido general- ha crecido a
la par del capitalismo, es tan dinámico y eficiente como los ejemplos más habituales
que nos enseñan en la escuela; como todo fenómeno tiene una dualidad tanto positiva
como negativa, el narcotráfico es un aspecto negativo de la modernidad, del
capitalismo, de la individualidad, de la libertad. Pero esta faceta negativa está
profundamente vinculada a la sociedad y a los gobiernos. Durante muchos años
represento un problema menor que ofreció ventajas de control de grupos rebeldes o
que bien representaban una amenaza para el regimen y la gobernabilidad de muchas
naciones, el narco fue incentivado en muchas partes del mundo, era también una
fuente poderosa de financiamiento que poco a poco devino en lo que el día de hoy
enfrentamos.

Lo oferta como la demanda de estos bienes ilegales es el problema, es decir, todo el


problema en conjunto. EE.UU. tiende a observar únicamente el aspecto de la oferta,
poco a poco va aceptando su parte demandante. Esto nos presenta una relación muy
delicada entre ambas naciones, más aun porque las luchas más encarnizadas tienen
lugar en la frontera común de ambas naciones y esto se ve empañado a causa de que el
vecino país se caracteriza por un militarismo e intervencionismo agresivo y
destructor. Si ambos gobiernos no trabajan juntos y respetan sus soberanías este tema
puede ser arto peligroso para la paz y relaciones de ambos.

El empleo de grupos castrenses para combatir al narcotráfico es la única medida que


ha dado resultados, el poder del ejército como último recurso de toda nación, ha hecho
su labor en el ejercicio de la violencia. El problema que implica este insípido logro es
el desgaste de las tropas, efectivos entrenados para acciones cualitativamente distintas
y que téngase muy en cuenta, no están entrenadas para conflictos de larga duración en
el tiempo, se presenta pues, como un problema latente. El que el ejercito incursiones
constantemente con la población civil y haga las labores de policía y garante de la pax
publica, si pax no paz, representa un asunto delicado en cuanto a las lógicas de
operación de estas instituciones. El simple hecho que representa que el enemigo sea
civil, ya de por si, pone en la mesa una serie de problemas importantes a ser tratados
por los gobiernos, en particular con el mexicano.

Sumado al problema está la venta de armas, que es uno de los grandes negocios del
mundo y en particular uno muy lucrativo para los Estados Unidos, el libre mercado ha
puesto a disposición de muchos grupos criminales el acceso a armamento. Me refiero
a la compra de armamento legal, ahora imaginemos la magnitud que tiene la venta de
armas ilegales, ambos casos están muy bien representados en las zonas de conflicto en
medio oriente y África, es el mejor ejemplo de la magnitud que tiene éste negocio,
que ojo, es uno de los más legales y con más hoyos en cuanto a su regularización y
comercialización en el mundo, en especial en países emergentes y pobres.

El problema del narcotráfico es un binomio entre violencia y mercado, con alcances


legales e ilegales, no se puede aseverar que el narco es ilegal; es un fenómeno
complejo y extendido, cuyas ramificaciones están en los límites de lo legal e ilegal, lo
que comúnmente vemos en la TV y medios es el aspecto ilegal fetichizado. Del legal
no se habla. Pero esta ahí, es un fuerte vínculo que sostiene al problema y su larga
cadena de involucrados.

A qué me refiero con lo anterior, muy simple, el narcotráfico no son únicamente


aquellos pintorescos hombres norteños con grandes sombreros, suburban y ahora
Hummers; con pistolas lujosamente decoradas y atuendos extravagantes. No, son
también aquellos hombres de negocios: banqueros, empresarios, políticos, etc.…
todos esos hombres que en las escuelas privadas y también públicas nos dicen son el
modelo a seguir, que son la representación del éxito. Son todos ellos, también
narcotraficantes. ¿O todavía piensan que los narcotraficantes no conocen las bolsas de
valores, los bancos, los sistemas financieros, los paraísos fiscales, los fondos de
inversión, la creación de empresas, en fin, el lavado de dinero? aun creen que no leen
a todos esos gurús de los negocios y el eficiente empleo de los capitales, ¿piensas que
no tienen asesores graduados con honores? Ya no sólo son los abogados listillos, hay
asesores financieros, economistas, politólogos, sociólogos, ex militares, policías y
políticos –principalmente mandos medios-, todo un aparato intelectual y profesional
en varios rubros que participa en el lucrativo negocio, no sólo es el tipo de barriada o
sujetos agarrados de la calle y pobretones.

Asuntos como la extinción de dominio son buenos comienzos por combatir al narco,
mucho mejores que el planteamiento de la legalización de ciertas drogas blandas, no
por que no tengan argumentos afortunados y que vale la pena reflexionar; pero yo me
opongo a la legalización. Por qué, simple, las instituciones gubernamentales y
estatales no son capaces de enfrentar tales retos. Los funcionarios públicos en México
no son capaces de manejar una empresa de este tipo, además de que hay buenos
motivos oscuros la mayoría de ellos, por los cuales no se hará, aquellos que sostienen
argumentos romántico-rituales-tradicionales del sentido común –que poco de común
y menos sentido tienen- sobre las drogas son expresiones absurdas que no tienen
seriedad, hay también partidos socialdemócratas que emplean estos argumentos con
propósitos electoreros y sólo dan pena.

Una de las soluciones del problema, además del necesario y cuestionable


enfrentamiento frontal contra el poder de fuego y combate del narco, es la
rehabilitación y la prevención. Este es uno de los problemas que deberían jugar un
papel más importante, un rol más activo con la sociedad civil, aquí especialmente es
donde deberíamos cooperar con la vecina nación anglosajona, en éste aspecto
principalmente, pues ellos tienen toda una experiencia previa y más afortunada que la
mexicana, en esto se debe poner mayor énfasis en la cooperación bilateral para el
combate. En particular México debe tomar acciones en materia penal, reestructurar el
sistema penitenciario, dado que la población en las prisiones mexicanas tiene
alrededor de un 80% de incidencia en el consumo drogas, es decir que de cada diez
internos, ocho consumen drogas; un numero muy elevado y carecen de rehabilitación
en este sentido; ya ni hablar de la nula integración a la sociedad al purgar condenas,
problema que se suma de forma profunda al narcotráfico. Los programas de
rehabilitación en México son muy insipientes y muy caros, la sociedad civil participa
poco en ellos, es necesario que eso cambie pronto, con tanta urgencia como el
combate militar y policíaco.

La prevención, en particular en los niños y menores de edad debe de contar con


programas mixtos para el alejamiento, la comprensión del uso y abuso de sustancias.
Un asunto también fuertemente ligado con la carencia de asociaciones civiles y la
participación ciudadana, que se suma a los grandes problemas estructurales y
democráticos en México.

Para finalizar, la cooperación de ambos países en términos bien delimitados y con


responsabilidad conjunta, comprometida, sin ánimos electoreros, sin lucros privados
entre funcionarios públicos; con la colaboración de los medios con incursiones menos
sensacionalistas; con la incursión de la sociedad civil, tomada con mucha mas
seriedad y compartiendo la responsabilidad, así como la necesaria disminución de la
violencia o del alejamiento de la misma hacia la sociedad civil son acciones que se
antojan necesarias.
Sin embargo esto es más complejo de lo que parece, hay en el medio mucho dinero,
mucho poder e intereses que van más allá del ámbito particular de una nación. Hay en
el medio estrategias gubernamentales del más alto nivel, necesidades de apropiación
de territorios o influencia en los mismos, tanto militar, política y económica, que
ponen en la línea muchos intereses de distintos grupos, pues en el narcotráfico
participan y se ven involucradas una gran cantidad de personas de todas las áreas
sociales. Como ultimo comentario en esta argumentación un tanto accidentada: la
pobreza agudiza las dependencias, no hay que olvidar que el narcotráfico provee de
empleos y sustento a muchas familias, no olvidemos que las distorsiones sociales y
los desequilibrios anomicos tienen como detonante a la pobreza y la injusticia; los
liberadores de esas tensiones y pulsiones que se generan en éstos contextos son la
violencia y la drogas.

Hay que reflexionar profundamente sobre el tema, conservar una posición crítica y
propositiva.

INKEN DEAN.

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