Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
…………………………………………………………………………..
(La Ilustración) En esta historia de la teoría y praxis social que nos encamina al periodo
histórico nuevo de la Edad Moderna, entre los siglos XVII y XVIII, el concepto de sociedad,
estrechamente vinculado al concepto de Estado en una línea progresiva de confusión con él,
se mantiene aún abierto a la relación trascendente con Dios en un doble sentido: primero, en
el de que a toda y a cualquier forma de inter-relación humana, en una palabra, a su
sociabilidad, precede y subyace la relación con Dios, su Creador y Señor -"la religación" del
hombre con Dios es la primera y fundamental forma de relación para la constitución y
realización plena de su ser-; y, segundo, en el de que es también Dios el autor de la
naturaleza social del hombre y, por lo tanto, el autor de su estructura y, consiguientemente,
de las pautas de actuación y funcionamiento básicas, derivadas de ella.
Corrientes de un pensamiento filosófico nuevo, muy condicionado por las nuevas ciencias
humanas que investigan con método empírico los aspectos más sobresalientes de la realidad
social: los propiamente sociológicos, los políticos y los jurídicos. Sus soluciones están
marcadas por el sello cultural y político de lo que se llamó "Socialismo", frente a la doctrina
liberal nacida al calor revolucionario de la Francia de finales del siglo XVIII y desarrollada
durante todo el siglo XIX con el inconfundible acento intelectual del individualismo filosófico.
En una y otra teoría -aunque parezca paradójico en el caso del liberalismo político- el Estado
juega una principalísima función. Esta tensa sociedad se rompe interior y exteriormente en el
siglo XX. Las dos guerras mundiales documentan estremecedoramente la tragedia. En la
conciencia contemporánea de la humanidad, se alzó ya con toda explicitud intelectual y
existencial la pregunta por Dios y por su ley: ley natural y divina. ¿Puede subsistir la
sociedad con un mínimun de integridad moral y, por lo tanto, humana sin Dios?
El Estado no es dueño de la sociedad y, mucho menos, del hombre. La vocación del seglar
cristiano tiene actualmente una importante y urgente tarea en el campo de la acción y de la
vida política: abrirla a la ética del servicio, abrirla a las experiencias de gratuidad, de libertad
solidaria y subsidiaria y, sobre todo, de comunión. No, no ha sido lo más acertado confiar en
las posibilidades liberadoras de una teología politizada; pero sí ha sido un acierto
providencial, y lo es hoy más que nunca, el haber sabido inspirar y transformar la acción
política en un servicio motivado, impulsado y configurado por la caridad. Su efecto liberador
será seguro y gozoso como una novedad solo explicable y experimentable espiritualmente
por la novedad de la presencia y de la virtualidad del Reino de Cristo.
………………………………………………………………………………………
………………………………………………………
"Hay una gran dificultad, en nuestro tiempo, en el mundo y en la Iglesia, y lo que está
en entredicho es la fe. La cuestión es tal que me repito a mí mismo la oscura frase de
Jesús en el Evangelio de San Lucas: “Cuando vuelva el Hijo de Hombre, ¿encontrará
acaso fe sobre la tierra?” La cuestión es tal que salen libros en los que se refleja que la
fe está en retroceso en puntos importantes, que los obispados permanecen en silencio y
estos libros no son vistos como extraños. Esto, para mí, es extraño. A veces leo el pasaje
del evangelio sobre el fin de los tiempos y compruebo que, en nuestro tiempo, algunos
signos de estos están emergiendo".
“Lo que me perturba, cuando pienso acerca del mundo católico, es que dentro del
Catolicismo a veces parece predominar una forma de pensar no-católica, y puede ser
que este pensamiento no-católico dentro del Catolicismo mañana podría hacerse más
fuerte. Pero nunca representará el pensamiento de la Iglesia”.
Este tiempo está configurado por el regreso de Cristo (2ª venida). Mientras
tanto la Iglesia militante se está jugando, aquí en la tierra, la participación
en el reino de Dios, en el cielo nuevo y la tierra nueva. Tiempo de la
fidelidad, en el cual Dios llama a la conversión: en primer lugar a la
comunidad; pero también al resto de la humanidad.