Vous êtes sur la page 1sur 3

TÍO TIGRE ENFERMO

Escrito por Heinz Roth el 06 de diciembre de 2006.


Sujeto a revisión.

Estaba Tío Tigre caminando en medio de la selva, cuando de repente


oyó unos ruidos.
– ¿Qué será ese ruido?
Tío Tigre se fue despacito hacia unos arbustos y se sorprendió al
encontrarse al ladino de Tío Conejo sentado muy tranquilo,
comiéndose unas frutas.
– ¡Ajá! ¡Te agarré, desgraciado!
Tío Tigre agarró por las orejas a Tío Conejo.
– ¡Ahora sí que te fregaste! ¡¿Qué excusa me vas a dar ahora?!
– ¡No me coma Tío Tigre!
– ¿Qué no te coma? Tú sí eres bravo de verdad. Después de tanto
fastidiarme, de dejarme en ridículo delante de todos ¿Ahora me pides
que no te coma?
Tío Conejo, sintiéndose perdido trata de encontrar qué respuesta
darle a Tío Tigre y con la mirada busca rápidamente…
–…Es que no es por mí, Tío Tigre…
– ¿A no? ¿Entonces?
–…Es que si usted me come, se van a quedar solas y desamparadas…
mis pobres vaquitas, sí Tío Tigre… se van a perder y se van a morir
de hambre…
– ¿Qué es eso que estás diciendo?
–Es que hace tiempo que me metí a ganadero y ya tengo muchas
vacas. Pero usted ya sabe cómo son las vacas de brutas. Si yo no las
llevo todos los días a pastar, ellas no sabrían cómo hacerlo por sí
solas…si usted me come, ellas seguro que se morirán de hambre…
– ¿Y qué me importa a mí que se te mueran tus pedazos de vacas?
¿Crees que eso te puede salvar ahora?
–Yo lo digo porque sería penoso tantas muertes sin sentido. ¿No sería
un desperdicio que se murieran por abandono tantas vacas, cuando
usted a veces no tiene más nada que comer, sino verduras porque no
encuentra carne?
Tío Tigre, con cara de bobo piensa un rato. Se ve a sí mismo
tomándose una sopita de verduras…
– ¡Caramba Tío Conejo, eso que usted dice es vedad!
–Ajá y si usted me come ahora ¿No cree que será comida para hoy y
hambre para mañana? Cuando usted podría comer todos los días
carne de vaca, si yo se la diera…
Tío Tigre interesado por lo que le contaba Tío Conejo, le pregunta:
–Bueno Tío Conejo, ¿y qué es exactamente lo que usted me propone?
–Que evalúe qué es mejor. Comerme en este momento y saciar su
sed de venganza o hacerse socio conmigo y a partir de hoy comer
carne todos los días…
Tío Tigre se queda pensando un rato.
–Es que usted me ha hecho mucho daño, Tío Conejo…Acuérdese la
última que me hizo…Eso no puede quedarse así.
– ¿Y la sopita de verduras…? En cambio, ¿se imagina todos los días
tener en la mesa un buen bistec, todo jugoso y llenando la casa con
olor a parrilla…? ¿Se imagina?
Tío Tigre se imagina sentado en la mesa con un bistec gigantesco
echando humo.
– ¡Trato hecho Tío Conejo! Pero eso sí, mucho cuidado con echárselas
de vivo…
–Muy bien Tío Tigre, vamos entonces a donde tengo pastando a las
vacas que ahora le voy a dar la primera.

Tío Tigre y Tío Conejo se fueron caminando. Cruzaron la selva.


Entraron en la sabana. Entraron en otra selva, pasaron por otra
sabana. Ya Tío Tigre se veía cansado de tanto caminar detrás de Tío
Conejo, que andaba igualito. Manteniendo el mismo paso.
– ¡Caramba Tío Conejo! ¿Como que sus vacas están cerquita?
–Ya vamos a llegar Tío Tigre, tenga paciencia que falta poco.
Cruzaron un río, subieron una montaña, cruzaron unos páramos;
caminaron un desierto…
Tío Tigre estaba casi muerto, con la lengua afuera.
– ¡Ajá Tío Tigre! ¡Allá están mis vaquitas! Dijo Tío Conejo señalando
hacia una colina.

Allá en la colina, a lo lejos se veían unas figuras. Tío Tigre, todo


contento quiso salir corriendo hacia las vacas, pero Tío Conejo lo
agarró por la cola y lo frenó.
– ¡No Tío Tigre! Ni se le ocurra, ¿no ve que si les llega así de repente,
me las va a espantar?
–Las vacas huelen a los Tigres desde lejos. Mejor usted se queda aquí.
Yo voy allá arriba y le espanto una para acá y cuando esté llegando,
usted la atrapa.
–A bueno, Tío Conejo. Yo la atrapo…Contestó Tío Tigre todo contento.

Tío Conejo subió la colina y cuando llega vemos que en vez de vacas
lo que había arriba eran unas piedras negras con líquenes blancos,
que desde lejos se veían como si fueran unas vacas. Tío Conejo se
para al lado de la que está más cercana al borde de la colina y se
rasca la cabeza.
–Bueno, ¿y cómo hago yo ahora para mover esta piedra?
Tío Conejo agarra un palo que estaba cerca y se pone a hacer palanca
ayudándose con otra piedra más pequeña. La piedra está muy pesada
y no se mueve, pero Tío Conejo finalmente da un salto y cae con todo
su peso sobre el palo, haciendo que la piedra caiga por la colina.
–¡¡¡¡Tío Tigre…Allá va!!! ¡¡¡Agárrela!!! Le grita Tío Conejo desde lo
alto.
Tío Tigre con cara de felicidad se pone en medio del camino con los
brazos abiertos, sacando las garras para atrapar a su vaca.
¡¡¡¡¡CRASH!!!! Y la piedra se lo lleva de frente.
Pasados unos días Tío Tigre está en su casa todo vendado y
enyesado, con un ojo morado. Tío Rabipelado trata de acomodarlo
mejor en la cama, alzándole la pierna enyesada, pero en un descuido
se le cae la cuerda de la polea y Tío Tigre se golpea la pierna en la
cama.
–¡¡¡Auch!!!
–Perdón Don Tío Tigre…
–Rabipelado desgraciado… ¡ay, ay, ay; ay!
– ¿Le traigo un poco de jarabe, Don Tío Tigre?
Tío Tigre molesto, remeda a Tío Rabipelado: – ¿ña, ña, ña, ña, ña, ña,
ña, ña, ña, ña?
Tío Rabipelado, disimulando y sonriendo forzadamente destapa una
botellita y llena una cuchara. Se le acerca al enfermo para darle la
cucharada de jarabe, pero se resbala y le incrusta la cuchara en el
ojo…
En medio de unas groserías vemos cómo sale corriendo Tío
Rabipelado fura de la casa de Tío Tigre cuando éste le lanza una de
las mesas de noche. Fuera de la vista, solo oímos el golpe que recibe
Tío Rabipelado. ¡¡¡Bum!!!

Tío Conejo observa todo y se desparrama de la risa. A su lado pasa


Tío Rabipelado con un chichón en la cabeza.
– ¿Qué Tío Rabipelado? ¿Cuidando a su amo, el enfermito?
–No se burle Tío Conejo, que un día de estos Tío Tigre va a saber
quién soy yo…Ya me cansé de ese mal carácter… ¡ahora que lo
atienda su abuela…!
Tío Conejo se queda riéndose y de repente se le ocurre una gran
idea…

Vous aimerez peut-être aussi