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L
a tecnología nos brinda muchísimas cosas que nos hacen la vida cada
vez más cómoda y más fácil. Con esto nos acostumbramos a nunca
esforzarnos para nada, a no tener compromisos ni ideales. Buscamos
trabajar poco y ganar mucho. Pero Jesús nos enseña que estamos
equivocados, que debemos siempre esforzarnos y buscar se cada día
mejores. Para lograr esto no tenemos que hacer cosas extraordinarias,
simplemente hacer lo que nos corresponde, pero de la mejor manera posible y en el momento debido.
Debemos luchar por lo que queremos y no descansar hasta lograrlo. Las puertas del cielo son angostas y sólo
entrarán en el los que trabajen por alcanzarlo.
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Durante buena parte de la historia la humanidad se debió enfrentar a dificultades para hacer
prácticamente todo. La vida de los seres humanos según nos demuestra la historia, nunca ha sido fácil,
nunca ha sido sencilla.
La humanidad además, ha tratado de vivir cada vez mejor y por eso ha inventado cosas, desarrollado
medicinas, construido medios de transporte y de comunicación y luchado generación tras generación.
Los humanos hemos aprendido a vivir luchando cada momento. No hemos tenido tregua a lo largo de
nuestra historia. Y eso nos ha hecho ser cada vez mejores, por que todo aquello que vale la pena
cuesta.
En este siglo 21 el hombre moderno tiene, más que nunca una gran cantidad de comodidades. Todo
indica que estamos mejor que nunca, pero esto no es así. Y no lo es porque junto con estas
comodidades ha llegado al hombre moderno lo que pudiéramos llamar la vida “light”.
Hemos caído en la ley del menor esfuerzo y el cine y la TV han contribuido mucho para eso. Las series
y las películas nos muestran un amor ligero, romances que inician y terminan rapidito; sexo rápido y sin
compromiso.
Pocos son los que hoy en día se animan tener ideales y a defenderlos porque la moda es ver las cosas
por la tele y dejar que el mundo ruede, sin hacer nada, ya no digamos por aquellos que sufren del otro
lado del planeta, ni siquiera por aquellos que viven en nuestra propia cuadra.
Y todo eso nos lleva a caer, si ustedes quieren inconscientemente, a vivir una vida sin compromisos en
todos los campos. Una vida en la que el principal objetivo sea tener un trabajo ligero en donde nos
paguen bien, con pocas exigencias y cero problemas.
Nos hemos desacostumbrado a luchar por lo que queremos. Y eso lo llevamos no solamente en el
trabajo sino a las relaciones personales. Antes era común que los matrimonios duraran décadas, eran
realmente para siempre. Y no es que nuestros abuelos fueron mejores que nosotros, la clave es que se
esforzaban por rescatar lo bueno de sus relaciones y seguían adelante aún en
medio de las dificultades.
Hoy en cambio la ley del menor esfuerzo nos impide a luchar hasta por aquello que
en un momento consideramos lo más importante de nuestras vidas.
Sencillo: esforzándonos. Para escapar de la vida “light” primero que nada debemos querer tener una
vida mejor y más trascendente. Debemos desear vivir a plenitud el amor, el trabajo, la verdad, la
responsabilidad. En una palabra debemos comprometernos a no dejarnos arrastra hacia una vida
mediocre.
La ley del menor esfuerzo lo único que nos traerá será una vida vacía y falta de sentido. El esfuerzo
permanente en cambio, nos garantiza un crecimiento sin límites, cuya única frontera es el fin de
nuestra vida.
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Reflexión
Sólo por hoy
La felicidad es algo interior, no es asunto de fuera. Sólo por hoy trataré de ajustarme a lo que es y no trataré de ajustar todas
las cosas a mis propios deseos. Aceptaré a mi familia, mis negocios y la casualidad como son y procuraré armonizar con todo
ello.
Sólo por hoy cuidaré de mi organismo. Lo ejercitaré, lo atenderé, lo alimentaré, no abusaré de él ni lo abandonaré, procurando
que sea una máquina perfecta para realizar mis cosas.
Sólo por hoy, trataré de vigorizar mi espíritu, aprenderé algo útil, no seré un haragán mental, leeré algo que requiera
esfuerzo, meditación y concentración.
Sólo por hoy ejercitaré mi alma de tres modos: Haré a alguien algún bien si que lo descubra, y haré dos cosas que no me
agrade hacer, sólo por ejercitarme.
Sólo por hoy seré agradable, tendré el mejor aspecto posible, me vestiré con la mayor corrección a mi alcance, hablaré en voz
baja, me mostraré cortés, seré generoso en la alabanza, no criticaré a nadie, ni encontraré defectos en nada y no
intentaré dirigir ni enmendar los planes del prójimo.
Sólo por hoy tendré media hora tranquila de soledad y descanso. En esa media hora pensaré a veces en lo divino a fin de
conseguir una mayor perspectiva para mi vida.
Sólo por hoy no tendré miedo y especialmente no tendré miedo de ser feliz, de disfrutar lo bello, de amar y de creer que los que
amo, me aman.
3-Octubre-2009