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HIGIENE DEL ALMA - Ivone Molinaro Ghiggino

Como sabemos, somos Espíritus (“Centellas inteligentes del Universo” – L. Esp. # 23), creados por Dios
(“Inteligencia Suprema, Causa Primaria de todas las cosas” – ídem, # 1) sencillos e ignorantes (ídem, # 115),
todos destinados, por esfuerzo propio, a la perfección máxima adecuada a la Criatura.
A través de vidas sucesivas, cosechando experiencias y el aprendizaje que resulta de ellas, ejercitando nuestro
libre-albedrío en el bien, muy ayudados por los Bienhechores amigos, vamos, por mérito individual, paulati-
namente ascendiendo a escalones superiores de elevación, recorriendo así el irresistible trayecto rumbo a la luz, a
la felicidad, es decir, al Padre.
Y, para cada reencarnación, necesitamos “usar” un “uniforme de servicio”, a fin de que trabajemos en la
Tierra; por lo tanto, nosotros recibimos el cuerpo físico, tesoro precioso clasificado por Jesús como “Templo del
Señor”, sobre el cual Joanna de Ângelis afirma: “El cuerpo físico es el vehículo con que la Divinidad honra al
ser, facultándole la ascensión a los planos celestes.” (libro “Cosecha de Amor”) Toca a nosotros, de ese modo,
celar por él, conservándole el equilibrio y el buen funcionamiento.
Así es que aprendemos a higienizarlo diariamente, eliminando células muertas y exceso de gordura, evitando
hongos, micosis y contagios varios. También, vamos al médico cuando sentimos que algo en él no marcha bien.
Después de la consulta, nos esforzamos para: tomar los medicamentos indicados, ni siempre agradables, como la
inyección; pasar por cirugías; seguir dieta alimentar adecuada al problema presentado; practicar ejercicios físicos
específicos (gimnasia, jogging, hidrogimnasia, etc); hacer uso de determinados aparatos (fisioterapia, acupuntura,
radioterapia, etc.); a veces, utilizar prótesis (de cuadril, de rodilla, etc.) o aparatos correctivos (chaleco para la
columna, aparato ortodontístico, lentes, aparato de sordez, etc) y seguir las indicaciones de reposo o de
resguardo. Además, previniendo problemas más grandes, tomamos vacunas varias y hacemos exámenes (de
laboratorio, de imagen, biopsias, etc).
Sin embargo, casi siempre nos olvidamos de cuidar del Espíritu que somos, no nos higienizando y
cuidándonos íntimamente como deberíamos... Angel Aguarod en “Pequeños y grandes problemas”, cap. 9, nos
afirma: “Debéis buscar, además de toda la higiene aconsejada por vuestros profesionales, la Higiene del Alma,
que es una vida libre de vicios y al abrigo de todas las pasiones inferiores.”
Consecuentemente, apliquemos espiritualmente los mismos criterios y providencias que usamos cuanto al
cuerpo físico: ir al Médico Divino, Jesús, que nos ofrece gratuitamente su Evangelio con magníficas
prescripciones saludables y medicamentos para todos los problemas y situaciones; dedicarse a auto conocerse,
haciendo seguidamente una auto evaluación completa y leal, identificando sus problemas morales, facilitando de
esa forma el propio tratamiento; entender el mensaje del dolor, aprendiendo con él, puesto que sólo hay dolor
cuando reajustes son indispensables; hacer dieta mental, alimentándose de ideas nobles (libros, estudios,
charlas...), educando el pensamiento para que sea siempre constructivo; practicar constantemente ejercicios
físicos (trabajo en el bien) y psíquicos (control de las malas inclinaciones); emplear aparatos y prótesis
imprescindibles (“mordaza” para la maledicencia; “muletas” para moverse mejor en el auxilio a los semejantes;
“lentes de aumento” para ver mejor los otros, nuestros hermanos de Humanidad; “aparatos auditivos”, no
solamente para oírlos más fraternalmente en sus sufrimientos, sino también para escuchar los consejos de los
abnegados Bienhechores desencarnados; “moduladores de voz” para serenar, esclarecer, consolar y perdonar a
los prójimos del camino); resguardo espiritual, como atención, vigilancia, prudencia, bondad, a fin de mantener
el equilibrio mental...
Además, como medida preventiva y de manutención de la salud espiritual, vamos tomar as “vacunas” del
amor y del aprendizaje auténtico de la ley de Dios (previenen contra los errores...), ingerir vitaminas y
fortificantes morales (mediante mensajes y guiones edificantes), conservar la alimentación saludable de ideas
elevadas unidas a la acción constructiva en el bien; mantener costumbres saludables al espíritu, incluso en los
momentos de ocio, ya que debemos ser espíritas verdaderos las 24 horas del día... Y, sobre todo, cumplir el
acompañamiento médico: ¡seguir Jesús! Recordemos que hay interacción espíritu-cuerpo físico, y que, cuando
transgredimos las leyes divinas, sembramos problemas también para nuestro cuerpo somático...
¿Como hacer esa higiene del alma, ese tratamiento esencial?
¡Paciencia, perseverancia, equilibrio de la voluntad en ese esfuerzo hacia la auto renovación!
¡Reconocer, con gratitud, el auxilio inestimable de Jesús y de los Bienhechores queridos, sus embajadores de
amor, algunos incluso encarnados cerca nuestro, para nos enseñar con sus palabras y sus ejemplos!
Indudablemente, no nos es fácil obrar así... Pero sólo depende de nosotros... ¡Y, por cierto, podemos
realizarlo! ¡Vamos, por consiguiente, construir el bien dentro y fuera de nosotros, envueltos por Jesús, nuestro
generoso Hermano Mayor, siempre a nuestro lado, jamás desistiendo de nosotros!...

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