Vous êtes sur la page 1sur 3

Publicado en AGRO, 2006.

“ESCRIBIR EN UN MUNDO SIN PAZ”


Hugo Cardona Castillo
Profesor FAUSAC
Por invitación de Johano Strasser, Presidente del PEN Alemania; y, con el apoyo del PEN

Guatemala, del Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Dr. Luis Alfonso Leal, y de

las autoridades de la Facultad de Agronomía de la USAC, tuvimos el honor de participar en el

72avo Congreso Mundial de Escritores que se realizara del 22 al 28 de Mayo en la ciudad de

Berlín, Alemania.

En su atenta invitación, el señor Presidente del PEN Alemania, indica que “Hace ya 20

años que el Centro PEN Alemán tuvo la oportunidad de darle la bienvenida a la comunidad

internacional de escritores en Alemania, a lo que fuese el 49avo Congreso celebrado en

Hamburgo, el cual se realizó en un tiempo en el cual el mundo, Alemania y la ciudad de Berlín

estaban divididos” Y luego indica que “A pesar de que las divisiones de la guerra fría terminaron,

es imposible decir que el mundo se ha convertido en un país más pacífico, ya que conflictos

políticos, económicos y sociales marcan hoy por hoy todos los sectores de la humanidad. Por esa

razón se ha escogido el tema de Escribir en un Mundo si Paz, como tema del 72avo Congreso

Mundial del PEN Internacional”-

No podía haber mejor motivación que esas reflexiones, para estimular nuestro entusiasmo

por participar en tan magno evento mundial, especialmente, porque en esta nuestra pequeña

esquina del mundo, no nos ha sido dado ver la paz. Nacimos con lo que afanosamente se ha

rubricado como el conflicto armado interno, y aunque nos fue dado ver un intento de detener las

armas, más por circunstancias que por convencimientos, no nos ha sido dada la oportunidad de ver

la paz, porque no podemos pretendernos la ilusión de que vivimos en un país en paz. Tal como lo

señalara el premio Nóbel anfitrión del Congreso, Günter Grass, citando a Willy Brandt “¡También el

hambre es una guerra!”... “Las pautas de mortalidad y las estadísticas del hambre siguen

confirmando su diagnóstico. Quien domina el mercado de los productos de alimentación y, por

consiguiente, regula mediante los precios la abundancia o la escasez, no tiene necesidad de

guerras convencionales.” Y tampoco se puede ver la paz, porque como también expresara el gran
Publicado en AGRO, 2006.

escritor: “Todo aquello que los historiadores están dispuestos a dar de baja, permanece vivo y

fresco en la mente de los escritores”

Varios premios Nóbel de literatura enriquecieron con su pensamiento exquisito, profundo,

anunciador, visionario y rebelde, las profundas reflexiones que por la paz del mundo se hicieron en

los distintos eventos que simultáneamente se realizaron durante el congreso. Entre otros Nadine

Gordimer, Toni Morrison, J.M. Coetzee; y el más emblemático, por su historia y prestigio propios, y

por su condición de anfitrión, el autor de El Tambor de Hojalata: Günter Grass.

Con la profundidad y lucidez que era de esperarse de tan selectos participantes, se

abordaron en varios simposios los temas de libertad de expresión, derechos lingüísticos, género,

escritores en el exilio y por su puesto, escritores por la paz, en el cual tuvimos la oportunidad de

participar activamente. Es importante tener en mente que el PEN Internacional cuenta con más de

ciento cuarenta centros en más de cien países alrededor del mundo, es una entidad apolítica,

dedicada a la defensa de los escritores y de la libre expresión literaria, es calificada bajo el status A

de la UNESCO y mantiene categoría de ente consultivo de las Naciones Unidas.

Horst Köhler, Presidente Federal de Alemania dio la bienvenida a los escritores del mundo

y la Canciller Angela Merkel ofreció una recepción privada para reunirse con ellos. Johano

Strasser, en su mensaje de bienvenida expresó su esperanza de que el Congreso “afinaría nuestra

conciencia en el sentido de que con todo y las diferencias en idioma, cultura, religión y formas de

convivencia, una cosa nos une a todos: El amor por la literatura y el respeto por la dignidad de

cada individuo”.

Habiendo atravesado el océano, cual larga la distancia es, y con el azul marino aún

desafiando nuestro cerebro y nuestro corazón, nos provocaba la idea de un mensaje para Un

Mundo Sin Paz. El ojo macroscópico y el bisturí implacable, no perdonaron a los hacedores

contemporáneos de la guerra. Uno a uno fueron enjuiciados, con nombre y apellido, por la pluma

inmaculada de aquel gigante de la literatura universal, Günter Grass. Resonaron sus palabras en

las conciencias del mundo.

Quien esto escribe, dijo, “sabe que la duda ha de tender cables en el camino de la fe, para

que tropiece y no nos anime esperanza alguna, porque sólo podría ser la esperanza de
Publicado en AGRO, 2006.

despeñarnos. Por eso hay que advertirlo de antemano: el lema de este congreso del PEN que se

celebra en Berlín- “Escribir en un mundo sin paz”-, podría hacer suponer o incluso pretender

confirmar la piadosa patraña de que alguna vez hubo un mundo en paz. ¡No! Siempre ha habido,

más cerca o más lejos, alguna guerra. A menudo se ha camuflado como “pacificación” o

“normalización”, pero mortífera ha sido siempre.”

“Sí. Siempre se decía, después de la última guerra: ¡nunca más! Se hacían juramentos.

En una talla en madera de mi maestro Otto Pankok, Cristo rompía demostrativamente un fusil. Nos

asegurábamos mutuamente que aprenderíamos de la Historia. Las Naciones Unidas tomaban

decisiones a favor de la paz, que, bajo la férula del derecho de veto de las grandes potencias, sólo

tenían efecto en el papel. Nunca han faltado palabras de exhortación, movidas por las

preocupaciones. Surgían movimientos por la paz, se disolvían, volvían a encontrar adeptos y

volvían a disolverse. Ridiculizados como “buena gente”, muchos se resignaban. Sólo la guerra

seguía teniendo aliento. Y cuando descansaban un poco era sólo para inventarse nuevos

enemigos, desarrollar nuevos sistemas de armas y ponerlos en el mercado libre: armas de más

alcance aún, de más precisión, enriquecidas con uranio, armas que cubren amplias superficies y

son despiadadamente letales.”

Su discurso continuó, tempestuoso, extenso, firme, irreverente, para finalmente rubricarlo

con una cita más que elocuente de Matthias Claudius, “Por desgracia hay guerra… y lo que ansío

/¡es no ser culpable de que se luche!”.

Vous aimerez peut-être aussi