ARMADO, LAS BONANZAS Y LAS MIGRACIONES, RETROTRAIDAS A TRAVÉS DE LA ORALIDAD Y LA MEMORIA.
Colombia es un estado dividido geopolíticamente en
regiones, que a su vez se subdividen en una serie de clasificaciones político- territoriales, que van desde extensos departamentos, hasta unidades geo-poblacionales más reducidas como corregimientos o municipios. Cada una de estas regiones presenta características medioambientales diversas que determinan ciertas particularidades socio-culturales e históricas en las poblaciones que las habitan, configurándose en cada una de ellas distintos imaginarios del paisaje, del territorio y de identidad cultural, muchos de los cuales resultan antagónicos entre sí. Sin embargo, a pesar de las diferencias que caracterizan a las regiones del país, entre estas se articulan procesos (conflictos bélicos, migraciones y coyunturas histórico- políticas) que crean intersticios relacionales por medio de los cuales se interconectan estos espacios.
El conflicto paramilitar y guerrillero, por Ejp, son procesos,
que a través de las dinámicas belicistas que generan, vinculan y atraviesan casi todo el territorio nacional, inclusive los escenarios territoriales que habitan las minorías étnicas, produciendo de esta forma efectos socio- económicos interregionales, como el desplazamiento forzado o el narcotráfico y todo el sistema de relaciones de producción que este configura. Este conflicto armado ha determinado gran parte de las migraciones que se dan al interior del país.
Lo dicho anteriormente lleva a enfocar la región como un
escenario espacial que a través de las practicas socio- económicas, sentidos territoriales y usos culturales, que se han dado, y se dan sobre él, representa una larga historia de ires y venires migracionales que continuamente reconfiguran y redistribuyen el “mapa” ambiental, territorial, cultural y socio-demográfico de la región. Estas trayectorias migrantes (desplazamiento, migraciones laborales, etc.) en el fondo dibujan “unas relaciones jerárquicas de poder entre unos actores al “margen de la ley” o institucionales y “otros”: campesinos, indígenas, afros, gente de pueblos, históricamente subalternizados.
Respecto a la pregunta que indica e indaga las coyunturas
históricas y procesos socio-económicos que han influido en la migración familiar del interior hacia la región caribe colombiana, esta se refiere a la bonanza marimbera y cocalera, y al conflicto armado, en sus facetas paramilitares y guerrillera, fenómenos estos que indudablemente pueden conceptualizarse como procesos sociales y económicos que han vinculado constantemente al interior con el Caribe nacional. Por medio de estos procesos se han articulado relaciones entre “costeños” y “cachacos” que hacen de la región caribe un lugar en donde la interculturalidad es una de sus características distintivas.
MARCO TEORICO (Historias de vida, historia de familia, migraciones)
El abordaje de la problemática expuesta en la pregunta ya
señalada se hace desde una perspectiva teórica en donde la historia de vida, familiar y las migraciones se piensan como textos que dan cuenta de las distintas etapas vivenciales por las que a transitado un sujeto o una familia, es decir, como documentos hechos de retazos de memoria estructurados oralmente, que dan cuenta de la dimensión social, cultural, económica, política y ecológica en la que se han implicado grupos familiares o sujetos específicos a lo largo de sus historias de familia o de vida. De igual manera las migraciones son un fenómeno que refleja los procesos sociales que operan como agentes determinantes de las mismas.
Historias de vida:
Según la socióloga Aurora Rojo:
“probablemente sea la historia la primera de las disciplinas que ha hecho de esta forma de acercamiento al estudio de los fenómenos uno de sus procedimientos más importantes, desarrollando para ello elaboradas técnicas de análisis y sistemas que permitan controlar la veracidad y fiabilidad de las historias de vida” (A. Rojo; 1997).
Sin embargo, continúa la autora:
“En antropología, la historia de vida tiene una larga
tradición, que coincide con la actividad exploradora y misionera de europeos y norteamericanos.” (A. Rojo; 1997).
En esta ciencia, dice Aurora citando a Marsal (1979), las
historias de vida:
“surgen como un subproducto del trabajo de campo del
antropólogo, como una de las técnicas para llegar a entender la vida de los pueblos primitivos”. (A. Rojo; 1997).
Sin embargo, esta noción de subproducto de la que habla
Marsal, en la que se encasillaba y desde la que se desmeritaban las potencialidades de las historias de vida, ha cambiado substancialmente, hasta el punto que:
“A Partir de los años 60 se ha renovado el interés entre los
investigadores por el uso de las historias de vida como un instrumento heurístico. Las razones de este renacimiento hay que buscarlas, según J. Balan, en el cambio de rumbo que la ciencia social contemporánea experimenta a partir de la década de los sesenta. Frente a una ciencia social construida tomando como modelo la ciencia física natural, adquiere de nuevo una creciente importancia la ciencia social humanística, la perspectiva que a finales del siglo XIX ya había desarrollado Max Weber. Éste interés se ha reiniciado en la antropología, que ha encabezado este movimiento de renacimiento del método.” (A. Rojo; 1997).
Pero: ¿Qué es una historia de vida, y cuáles son sus
potencialidades teórico-metodológicas? Según la misma Aurora, parafraseando a Santamarina y Marinas (1994), estas consisten en: “Relatos que se producen con una intención: elaborar y transmitir una memoria, personal o colectiva, que hace referencia a las formas de vida de una comunidad en un periodo histórico concreto. Por tanto una historia de vida no es una mera recolección de datos sociológicos, ni una autobiografía convencional, ni una novela. Sin embargo, su naturaleza puede resultar engañosa; porque con esos datos es posible formular una teoría sociológica; además, como está contada en primera persona (…) puede llegar a tener una hondura dramática y calidad literaria” (A. Rojo, 1997).
De manera análoga J. F. Marsal, considera a los documentos
orales de las historias de vida:
“Como relatos de la experiencia individual que ponen de
manifiesto las acciones de un individuo como actor y participante en la vida social” (A. Rojo; 1997).
Además de lo antes señalado respecto a las historias de
vida, estas presentan otras potencialidades teóricas y metodológicas:
“Como acercarnos a los procesos institucionales, sugerir
nuevas cuestiones entorno a un tema en el que se ha profundizado mucho en unas pocas variables y se hace necesario reorientar la investigación, y la capacidad para captar los procesos sociales básicos de la interacción cotidiana” (A. Rojo; 1997).
Pero quizás la característica más valiosa de las historias de
vida, entendida como método, es que esta funciona como una especie de prisma a través del cual se refracta el espectro de las circunstancias sociales, culturales e históricas, que han configurado parte de la dimensión personal del sujeto que narra los acontecimientos estructurantes de la historia de su vida. En suma, por medio de la historia de vida nos es posible obtener información que fluctúa entre un polo particular subjetivo y uno general sociológico. La historia familiar.
Según Daniel Bertaux:
“las historias de familia pueden ser muy significativas para
la teoría de la movilidad social, pues permiten el acceso a una amplia variedad de procesos que están en el corazón de la producción de las trayectorias sociales de los miembros de la familia” (Bertaux; 1994).
A diferencia de la historia de vida, la historia familiar es el
conjunto de acontecimientos vivenciados por todas las generaciones que se adscriben a una misma familia, a través de los cuales es posible “leer” retrospectivamente, los procesos sociales que han influido en la estructura familiar que se dispersa espacio-temporalmente. En relación a esto, Bertaux expresa que:
“las historias de familia no aportan únicamente
significados, sino nuevos hechos, cadenas completas de acciones y sucesos (procesos), eslabones causales entre acciones” (Bertaux; 1994).
En otros términos, lo anteriormente señalado, quiere decir
que: la Familia es una organización socio-cultural que fluctúa y se ramifica espacio-temporalmente, configurando, a través de su historia, un “mapa” en el que se dibujan, tras el velo opaco de la memoria, procesos socio-económicos y coyunturas históricas que han incidido en el orden socio- cultural, ambiental y territorial de un contexto histórico. En este orden de ideas, el contexto familiar, puede ser considerado, metafóricamente hablando, como u texto donde se entrecruzan narraciones, o lo que el mismo Bertaux llama itinerarios de vida, que dan cuenta de procesos migracionales y otros fenómenos sociales profundamente significativos.
Las migraciones familiares:
Según el texto: “modelos migratorios: teoría del capital humano”:
“La migración es un fenómeno aleatorio complejo que junto
a los fenómenos de nacimiento y muerte determina el proceso demográfico. Está extensamente reconocido que es un factor de gran importancia desde múltiples referencias: económica, sociológica, personal; puesto constituye un componente fundamental a la hora de conocer la distribución poblacional de un determinado ámbito geográfico, sus características, sus causas y sus consecuencias”
“Los estudios sobre movilidad espacial de la población se
clasifican generalmente, según centren la atención en una de las facetas siguientes:
• Las fuerzas que causan la movilidad, es decir, ¿Por qué
ocurre? • Los procesos de cambio, es decir, ¿Cómo ocurren? • Las implicaciones de la movilidad, es decir, ¿Qué significan?”
La faceta con la que coincide esta investigación es la que
tiene que ver con “las fuerzas que causan la movilidad”, relacionada a su vez, con las implicaciones de la movilidad, o en otros términos, lo que estas significan desde una lectura antropológica.
Se aleja el enfoque que aquí se propone de las ópticas
economicistas en las que suele subsumirse el análisis de los factores determinantes o significativos de las migraciones, tratando de plantear que los fenómenos migracionales que se han producido, por lo menos en los últimos cuarenta años, en el país, mas precisamente entre la región andina y el caribe, se han dado no por voluntad propia de parte de las personas, familias o pueblos enteros que migran a otra región, sino a factores externos que operan como dispositivos desterritorializadores , que obligan a desplazarse a las personas a otros escenarios paisajísticos y socio-culturales, muchas veces sin ningún plan u objetivo preestablecido. Sin embargo, tampoco se descartan del todo los enfoques o teorías que definen el carácter de las migraciones a partir de variables puramente económicas que generan focos de atracción poblacional hacia un espacio geográfico-cultural concreto.
Estos factores externos que operan como dispositivos
desterritorializadores causantes de muchos de los flujos migracionales entre el interior y la costa, y viceversa, son, desde la perspectiva particular de esta investigación, la afamada bonanza marimbera, la cocalera y el conflicto paramilitar y guerrillero. Respecto a la bonanza marimbera, esta es definida como una “coyuntura histórica” por Nicolás cárdenas y Simón Uribe, en su investigación sobre la “guerra de los Cárdenas y los Valdeblanquez”, que se ramificó en un largo proceso bélico, que sobrepaso los limites de estas dos familias , filtrándose hasta muchas de las ciudades capitales de los departamentos caribeños, generando a su vez un intrincado complejo de practicas y relaciones económicas que giraban entorno al valor monetario que representaba la marihuana, además de las migraciones Santandereanas y Antioqueñas que la bonanza generó sobre si, deviniendo muchas de estas en enconados “regionalismos” entre “Guajiros” y “cachacos”, los cuales se trasfiguraron en continuas matazones entre unos y otros, generando a su vez este conflicto toda una tradición oral que se resiste a desaparecer de las memorias de los directamente implicados que aun viven.