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Charles Darwin

Arboles de la vida
L
a teoría de la evolución de Charles Darwin incorporó el árbol como representación
tanto del patrón de clasificación como de la filogenia. En su primer libro de notas
(1837) Darwin esquematizó la divergencia de las especies con unas líneas temblorosas
que se van bifurcando, refiriéndose a esta imagen como el “coral” de la vida. En el mismo
cuaderno aparece otro esquema trazado con líneas continuas. Sin embargo, la explicación de
por qué toda la diversidad de la vida se puede representar con un árbol, el “principio de
divergencia” darwiniano, comienza a cristalizar en 1854. Desde entonces la relación entre los
seres vivos ya no volvería a ser nunca más la misma. La única figura que Darwin incorporó en
El origen de las especies (1859) es precisamente un diagrama arborescente que representa
la divergencia de los organismos vivientes generación tras generación. Es un auténtico árbol
familiar donde el eje vertical indica el tiempo geológico y el horizontal la diversidad
morfológica.

Podemos leer en el capítulo IV: “Así como las ramas originan por crecimiento ramas nuevas, y
estas, si son vigorosas, se ramifican y dominan en todas las direcciones muchas ramas más
débiles, así también, creo, ha ocurrido por generación con el gran árbol de la vida, que llena
con sus ramas muertas y desgajadas la corteza de la tierra, y cubre su superficie con sus
ramificaciones tan bellas y siempre lozanas”.

Una de las grandes ideas que contiene El origen de las especies es esta metáfora botánica,
que tan familiar nos resulta ahora. Darwin dio al árbol de la vida una característica única: para
la vida en esta planeta sólo hay un árbol y todos los grupos de especies actuales tienen un
antepasado común. Aunque el diagrama del libro de Darwin no representa este origen único
para todas las especies, fue muy explícito en el texto: “Todos los seres orgánicos que alguna
vez han vivido en este mundo han descendido de alguna forma primordial, en la que la vida fue
insuflada por primera vez”.

La innovación de Darwin consistió en proponer que la selección natural es la explicación de


cómo la evolución ha producido la infinita diversidad de formas que habitan el planeta. El árbol
de la vida es el “patrón resultante” y la selección natural el “proceso explicativo”. Pero además,
otro hecho remarcable es que propone la metáfora del árbol de la vida como una
representación simplificada de la realidad: la base objetiva para la taxonomía. Es decir, la
genealogía representada en el árbol era “el vínculo oculto que los naturalistas han estado
buscando inconscientemente” en contraposición a “algún plano desconocido de creación”. En
sentido amplio, una teoría de la evolución biológica es, por tanto, una explicación de todas las
relaciones aparentes entre los organismos ubicados en una clasificación sistemática, que los
convierte así en relaciones reales basadas en un proceso de descendencia común.

Uno de los grandes difusores de las ideas de Darwin fue el biólogo, filósofo y notable ilustrador
y grabador Ernst Haeckel (1834-1919), quien publicó en 1862 su primer trabajo, donde
apoya por completo la tesis evolucionista. Se trata de una monografía donde aparece el
primero del que sería una larguísima serie de árboles filogenéticos publicados en su extensa
obra: la genealogía de los radiolarios. Haeckel fue, sin duda, el gran divulgador de la
iconografía botánica como representación preferida de la evolución. Fue colocando cada uno de
los organismos sobre las ramas de unos árboles majestuosos, con una corteza colosal y
ramas bien retorcidas.

Pero como todo ser vivo, este árbol de la vida está en permanente construcción, y ha sufrido
modificaciones cada vez que una nueva herramienta de análisis ha permitido la incorporación
de nuevos datos y de diferentes enfoques. Pero el árbol filogenético universal hace realidad la
conjetura de Darwin sobre el origen común de todos los seres vivos, ya que en los últimos
treinta años todos y cada uno de los organismos conocidos o descubiertos se han podido
ubicar en un lugar u otro del árbol, sin excepción.

Tal vez la metáfora del árbol, bella y simple, ya no sea la forma más adecuada de representar
la complejísima historia de la vida. Antes de Darwin, la obsesión de la sistemática era revelar
el “plan” de la Creación. Darwin encontró en la genealogía el fundamento de la clasificación.
Ilustraciones decimonónicas (de Haeckel, arriba) y una moderna (abajo)
Entonces, la divergencia de las especies se podía representar cuidadosamente con un árbol, que representan las líneas de evolución y clasificación de los seres vivos.
partiendo de un tronco común y ramificándose de forma continuada, sin reticulaciones ni Darwin ideó en 1837 un árbol imaginario (en el centro puede apreciarse
su boceto original) para mostrar cómo las especies se relacionan entre sí
fusiones de ramas. La simbiogénesis obligó después a incluir la anastomosis dentro del árbol desde un antepasado común, y cómo podían haber evolucionado. Este
de la vida. Ahora el desafío es hacer coherentes las diversas narraciones que nos suministran “árbol” vino rápidamente a simbolizar la teoría de la evolución mediante la
selección natural.
los genes —a veces contradictorias, como les ocurre a los historiadores que se tienen que El avance de la taxonomía y la genética moderna, sin embargo, han
basar en crónicas periodísticas— con la historia única e irrepetible de los organismos que los demostrado que representar la historia de la evolución en forma de árbol
puede confundir, y muchos científicos argumentan que sería más realista
contienen. Acaso el árbol de la vida sea más bien una red de ramas interconectadas en la utilizar otro tipo de metáfora visual para representar las interrelaciones
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base y se parezca más a un manglar que a un roble... entre las especies.

EfectoDarwin
XI Muestra de Ciencias Naturales de la Fundación Miguel Lillo

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