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Derecho a la comunicación y ética

en la cosmovisión indígena

*Andrés Gómez Vela

I. Introducción.-

Durante un cuarto de siglo, los medios de comunicación en Bolivia asumieron el papel


de “perros guardianes” de la democracia. Se autonombraron como defensores de los
derechos y libertades de los ciudadanos frente a posibles abusos del Estado.
Con este fin, Periodistas y propietarios propugnaron la idea de alejar a los medios de
comunicación del control o dominio del Estado, cuanto más se pueda, y garantizar su
autonomía económica e independencia ideológica a través del mercado.
Sobre esta visión filosófica, a partir de 1984 políticos y empresarios comenzaron a
adquirir frecuencias de televisión, de radio e impulsar la industria de periódicos. “En
abril de 1984 irrumpió contra el orden legal vigente la televisión comercial privada1,
que proliferó en cuanto a número de estaciones y contribuyó activamente a la
deslegitimación del gobierno udepista (izquierdas) y al triunfo relativo de la ADN
(derechas) en las adelantadas elecciones de junio de 1985”, sostiene el investigador
boliviano Erick Torrico, quien además señala que en marzo de ese mismo año los
nuevos empresarios de medios se asociaron en la Unión de Teledifusoras Privadas
(UNITELE)2.
Los sectores más conservadores, que controlaron el gobierno durante las dictaduras a
través de las Fuerzas Armadas, organizaron partidos políticos para acceder al poder y
acumularon medios para sostener ese poder.
En este tiempo, los medios desarrollaron el papel de fiscales, jueces y tribunales de
sentencia en casos de corrupción y políticos involucrados; asumieron el desafío de
transparentar los poderes públicos y ampliar los espacios democráticos de participación
de grupos sociales ignorados.
1
Lupe Cajias, en un trabajo sobre Monopolio de medios de comunicación social en América Latina,
señala que hay disputa acerca de cual fue el primer canal de televisión privado: telesistema boliviano (hoy
canal 5, Bolivisión) o Paceña de Televisión (Illimani de Comunicaciones, hoy ATB, canal 9) “Canal 13,
actual cabeza de la Red Uno y entonces Cruceña de Televisión parece ser el primer canal privado con sus
emisiones experimentales desde diciembre de 1983 y su salida al aire el 14 de febrero de 1984”, escribe
Cajías.
2
UNITELE fue conformada para presionar y obtener la legalización de los canales comerciales, la que
finalmente llegó en mayo de 1986 con el Reglamento General del Servicio de Televisión, aprobado por el
Ministerio de Informaciones.
En resumen, con este modelo de comunicación preservaron la democracia occidental
que concebía un voto un ciudadano e intentaron imponer la hegemonía de la cultura y
ética occidentales.

II.- Marginados de los medios de comunicación

En 182 años de vida independiente, entre los cuales se incluyen 25 años de democracia,
los indígenas bolivianos preservaron su cultura y aceptaron las relaciones jurídico-
comunicacionales occidentales para participar en el proceso democrático con la
intención de acceder al poder político.
La primera vez que un indígena participó en unas elecciones fue Constantino Lima en
1978. Obtuvo apenas el 2 por ciento de apoyo electoral. Durante todo el proceso
democrático, campesinos, indígenas, mujeres excluidas comenzaron a ingresar a las
instancias de decisión pública, ya sea a través de las alcaldías (poderes locales) o el
Congreso.
En un principio los nuevos actores de la vida política eran vistos bajo una lupa
folklórica o como fenómenos noticiosos estereotipados, sea como delincuentes,
marginados del futuro, indígenas ignorantes, cocaleros o sencillamente pobres.
Hasta principios del nuevo milenio, periodistas y medios de comunicación desarrollan
su labor bajo la filosofía de la libertad de expresión como correlato del conocimiento
académico. En ese marco, buscan la opinión calificada, académica, el alto
conocimiento; los portadores de este rótulo de calidad son bautizados como analistas y
constituyen el gobierno de los tecnócratas.
La masa indígena, ausente del conocimiento académico, es ignorada por gran parte de
los medios de comunicación porque no cumple el requisito de “alto conocimiento”. Esta
evidencia margina a los indígenas del debate público, de los foros públicos, en última
instancia de las decisiones públicas. Los toman en cuenta como noticia, pero no como
opinión. Ante esta evidencia, estos sectores encuentran nuevas formas de construcción
de opinión pública: las movilizaciones, los bloqueos de caminos, las manifestaciones,
las medidas extremas como las huelgas de hambre, las crucifixiones.
Las medidas de presión, traducidas en opinión pública, sacaron a los indígenas del
disimulado apartheid mediático en el que vivían en la esfera pública.

III. Invasión indígena, desorientación mediática.


En las elecciones de 2002, la presencia indígena en los espacios públicos subió
admirablemente. El cuarenta por ciento de los escaños del Congreso había sido ocupado
por indígenas hombres y mujeres. El candidato indígena del ahora gobernante
Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales Ayma, quedó en segundo lugar en las
elecciones generales de ese año (21%), apenas a un punto del candidato ganador
Gonzalo Sánchez de Lozada, quien gobierna Bolivia apenas hasta Octubre de 2003,
cuando es derrocado por la opinión pública indígena materializada en bloqueos de
caminos, huelgas generales e indefinidas y resistencia civil. Sánchez de Lozada
respondió con una masacre.
En 2005, un indígena gana las elecciones generales por primera vez en la historia
boliviana. Evo Morales ingresa a Palacio de Gobierno con un respaldo del 54 por ciento
del electorado, nunca antes alcanzado por ningún otro candidato en el último cuarto de
siglo.
La nueva realidad, que comprende una presencia indígena de más del 50 por ciento en el
Congreso, atufa a los denominados grandes medios de comunicación. Hay una
desorientación mediática frente a la invasión indígena en la esfera pública. Sin embargo,
la realidad informativa no cambia, pues, siguen concibiendo al indígena como noticia
estereotipada y sin capacidad de opinión, por tanto, sin posibilidades de deliberar.
Algunos medios recurren a la denominada opinión de alta calidad, como lo habían
hecho antes, para resistir al gobierno del indígena Evo Morales.

IV. Asamblea Constituyente, Rimay Pampa, el mejor espacio de comunicación.

El movimiento indígena-popular alcanza el poder político con reglas ajenas a su


cosmovisión política. Acepta el desafío de la filosofía un voto, un ciudadano para
dirimir los desacuerdos y relega el consenso como base de decisión política y el turno
comunitario como método de designación de autoridades.
Bajo esta línea, el movimiento indígena obliga al gobierno de Evo Morales a convocar a
una Asamblea Constituyente, institución emblemática de la democracia representativa.
Los indígenas comprenden la Asamblea Constituyente como una reproducción del
rimay pampa (espacio de debate e información) incaíco, espacio destinado a poner en
común un problema comunitario o asunto público en el que deben encontrarse
soluciones consensuados luego de un arduo proceso de deliberación. Los nuevos actores
ganan las elecciones de constituyentes con un 50 por ciento y por primera vez tienen la
oportunidad de participar en la refundación de la República de Bolivia mediante un
proceso pacífico y democrático.
Los denominados grandes medios no comprendieron del mismo modo la Asamblea
Constituyente pese a que esta figura esta contemplada en la democracia occidental. Para
los indígenas, es aún el mejor espacio de comunicación para deliberar sobre temas y
problemas comunes; mientras que para las fuerzas conservadoras es el espacio de
imposición de la hegemonía indígena.

V. Nuevos actores, nuevos valores comunicacionales.

Las fuerzas sociales e indígenas llegaron al espacio público con sus valores y ética
correspondientes, que se pueden clasificar del siguiente modo:
a. Más espacios de comunicación en lenguas nativas para interpretar la realidad
desde la cosmovisión indígena.
b. Periodistas elegidos por las comunidades para garantizar el servicio público.
c. Iguales como runas (seres humanos), pero diferentes como (wuaj runas) seres
culturales para construir la interculturalidad.
d. Demanda de medios de propiedad comunitaria para evitar la monopolización o
privatización de la palabra
e. Información como proceso cultural para garantizar la pluralidad en la lectura de
un futuro posible y fomentar el intercambio de saberes.
f. Comunicación como derecho a la participación en decisiones públicas y en
ocasiones al margen de la tecnología.
g. Tecnologías de la Comunicación e Información como soportes del crecimiento
espiritual humano.
h. Propiedad comunitaria del espacio electromagnético para preservar el recurso
natural por el que viajan las voces polifónicas y pensamientos plurales.
Definitivamente, los nuevos elementos comunicacionales son fijados con el propósito
de ampliar los espacios de democracia participativa y comunitaria y detener la dictadura
mediática ejercida por algunos medios de comunicación.
Sobre esta perspectiva, el gobierno de Evo Morales creó una red de radios comunitarias,
con financiamiento del gobierno venezolano, y apuntala la apertura de canales de
televisión e Internet comunitario.
VI. Sin comunicación no hay paz

Dentro esta realidad mediática, una parte de los indígenas bolivianos, particularmente,
los quechuas retoman con fuerza sus principios éticos incaicos y lo aplican en el área de
la comunicación:
• Ama Sua, no robes la palabra, la opinión ni la información.
• Ama kjella, no seas flojo en la búsqueda de la información
• Ama llulla, no seas mentiroso en el proceso de comunicación
• Ama llunkju, no seas salamero con el poder.
Estos principios tienen el propósito de acabar con el etnocentrismo o eurocentrismo de
algunos medios de comunicación y comprender que sin comunicación no hay paz y sin
paz no hay comunicación.

*Andrés Gómez Vela estudio Comunicación Social en la Universidad Católica Boliviana (UCB)
y Derecho en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (UMSA); es profesor de la
materia de Deontología y Ética en la UCB y de Redacción II, en la UMSA; es Coordinador
Nacional de la Red de Educación Radiofónica de Bolivia (Erbol); es columnista del periódico de
circulación nacional La Prensa de La Paz y del semanario La Época de La Paz; autor de los
libros: MedioPoder, derecho a la Comunicación; Democracia, Medios y Poder; y Manual de

Estilo Periodístico de Erbol.

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