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PONENCIA
San Agustín aborda el problema del tiempo humano desde estos dos
puntos de vista diferentes. Por un lado, desde un punto de vista
esencial, siente la temporalidad de una forma trágica y desgarradora:
las cosas de este mundo pasan y mueren, y nosotros con ellas. El
hombre no puede encontrar descanso ni felicidad en las cosas terrenas
que vienen y van, pues, aunque sean buenas, no son los verdaderos
bienes, ya que no permanecen, se deslizan y fluyen (Enarraciones…:
127,15). “Así, pues, cuanto más ames el ser, tanto más desearás la vida
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eterna y con tantas más ansias desearás ser formado de manera que
tus deseos no sean temporales, ni marcados a fuego e impresos por los
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amores de las cosas temporales. Estas cosas temporales, antes de ser
no son, y cuando son, se van deslizando, y cuando ya se han deslizado,
dejan de ser. Así que, mientras son futuras, aún no son, y cuando han
pasado ya, tampoco son” (El libre…: III, 72). El alma humana ama el ser
y ama el descanso en las cosas que ama, pero en las cosas perecederas
no encuentra apoyo donde descansar, porque carecen de estabilidad
(Confesiones: IV,10).
2 GUERRERO GUTIERREZ, Josué. Contrastes entre Cronos, Kairos y Escatos según el
evangelio de Juan: Aportes a la teología escatológica, en: www.scribd.com
Sin embargo, desde un punto de vista existencial, san Agustín admite la
temporalidad como algo eminentemente positivo. Dios no hizo el mundo
de una vez y para siempre, perfecto y acabado desde el primer instante,
sino que lo creó en un estado de vía, para que vaya progresando con la
sucesión de los tiempos. Entonces, el tiempo es el medio a través del
cual las criaturas van realizando su ser, el medio a través del cual el
mundo, la creación entera, debe alcanzar el estado de perfección
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cualitativa a partir del encuentro entre Dios y el Hombre. El tiempo
religiosamente decisivo lo determina Dios y se le impone al hombre;
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puede ser un tiempo de gracia y de juicio. Para cada acontecimiento que
se desarrolla bajo la bóveda celeste hay un tiempo determinado por Dios
(Ecls 3, 1-8). El Dios eterno, que está por encima del tiempo, opera en la
historia de los hombres dispuesta por él y la convierte en historia de la
salvación. Con la muerte pone fin al tiempo de vida de cada uno y con el
día de YHWH pondrá remate final a la historia (juicio).
Este no quiere decir que el tiempo para el hombre sea un destino
anónimo, sino YHWH, el creador, que ha producido el tiempo saludable y
lo llena según su voluntad; es él quien impone los
κ α ι ρ ο ι particulares.
– Lo hace como Señor de la naturaleza que domina las estrellas y el
tiempo atmosférico (Gn 1, 14; Job 38, 32, Sal 104) y que dispone
los tiempos para el crecimiento bilógico de las plantas (Job 5, 26;
Sal 1, 3) y de los animales (Job 39, 1; Jer 8,7) También las fiestas y
los períodos festivos en el decurso del año son tiempos especiales,
son un objeto de YHWH; son momentos de gozo y de descanso (Ex
23, 14ss; Nm 9, 3.7; Dt 16,16)3.
– Como Señor que es del hombre este señala a éste la duración del
tiempo de su vida (Eclo 17,2), por cuanto determina la hora de su
nacimiento (Mi 5,3; Ecl 3,2) como la de su muerte (Ecl 7,17).
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ministerio de Jesús se cumple el tiempo de salvación más allá del
acontecimiento de Cristo, “En el principio... dijo Dios: “Haya luz”, y hubo
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luz... En el principio existía la Palabra... y la Palabra era Dios... Todo se
hizo por ella y sin ella no se hizo nada” (Gn 1, 1.3; Jn 1, 1-3).
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relación inmediata con el acto creador y, a una con ello, con el mismo
Dios.
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El hombre sólo puede llegar a una inmediatez personal con Dios en la
mediación de todos sus contenidos espirituales a través de la
corporeidad, la historicidad y la sociabilidad, el encuentro humano-divino
acontece en la historia y bajo su forma dialogal.
7 Ibíd.
En cuanto al espacio8 podemos decir que sólo en él la creatura puede
desarrollar su dinamismo, y para trascender necesita tiempo.
Al crear, Dios les da a las creaturas un espacio junto a él, ante él. Pero
esta respectividad queda abarcada por la presencia de Dios. Como decía
la primera patrística, Dios todo lo abarca, y él no es abarcado por nada
ni por nadie9. En la inmensidad del mismo Dios se pone y se dispone las
diferencias que corresponden al ser de las creaturas finitas. En la
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perspectiva de la representación de espacio, esto quiere decir que sólo
con la creación de criaturas surge la multiplicidad de lugares y, por
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consiguiente, de espacios parciales con sus respectivos límites.
El espacio de las criaturas se forma en cuanto que, precisamente por su
finitud –en la delimitación que las separa-, se encuentran relacionas
entre sí. Desde este punto de vista, el espacio se presenta como un
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