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¿Cómo funciona la fe?

Por Marcos Witt


Parte I

Todos necesitamos milagros, somos un pueblo necesitado.


Dios sabe esto y también sabe que si usted y yo
ejercitamos nuestra fe, El se moviliza. La Biblia dice que la
fe es lo que agrada a Dios. Si usted quiere agradar a Dios,
empiece a utilizar su fe. La buena noticia es que el mismo
Jesús que anduvo en los tiempos bíblicos se pasea hoy en
medio de nosotros, a través de su Espíritu Santo.

Lo único que usted y yo necesitamos hacer es empezar a


vivir en otro nivel que no es un plano humano sino un nivel
espiritual. Necesitamos pedirle a Dios que abra los ojos de
nuestro espíritu para funcionar espiritualmente; que
nuestra fe crezca mas allá de lo que vemos en nuestro
plano natural o terrenal. Dios está listo, presto, dispuesto y
emocionado de darle a usted un milagro. El es un Dios
bueno.

Hebreos 11:1 dice, “es pues la fe la CERTEZA de lo que se


espera, la CONVICCION de lo que no se ve”. Esas son las
dos palabras claves para entender la fe. Pero ¿Cómo
funciona la fe? Muchos de nosotros leemos acerca de los
milagros, muchos sabemos que necesitamos tener fe, pero
¿cómo funciona la fe?

La fe no es “ojala…”, “quizás…”, “tal vez…”, “sea por Dios…”


o “a ver si Dios quiere…”. La fe dice, “estoy seguro que Dios
quiere”, “estoy seguro que Dios va a sanarme”, “estoy
seguro que Dios todavía hace milagros el día de hoy”.
Seguridad es certeza de lo que se espera. Muchos de
nosotros tenemos trabajo y sabemos que el día de pago,
nos van a entregar un cheque y por eso trabajamos
tranquilos, porque hay una certeza de lo que se espera.
Eso es fe. Convicción quiere decir una creencia, un
convencimiento interior, un convencimiento total; quiere
decir “seguridad”.

Les voy a ayudar dándole cinco principios de cómo funciona


la fe. En esta oportunidad abarcaré solo tres y en el
próximo escrito explicaré los otros dos.

1. Creer ante toda imposibilidad. Aun cuando parezca


imposible, aunque las circunstancias digan lo contrario, la
fe sigue creyendo que será posible. La Biblia relata la
historia de una mujer sirofenicia que tenía una hija que
estaba siendo atormentada por demonios. Esta mujer había
escuchado hablar que Jesús echaba fuera demonios.
Entonces, ella fue, buscó al Señor, se acercó a El y le pidió
que la ayudara. El Señor le dijo, “mire señora, yo no puedo
ayudarla a usted” y ella preguntó, “¿por qué?” a lo que El le
respondió “porque yo vine a darle el pan a los hijos”. Jesús
se estaba refiriendo a que El, siendo judío, había sido
llamado a su propia gente, a su propio pueblo y El de
alguna manera le está diciendo a esta mujer, “señora,
usted no es judía, usted no es parte de mi pueblo.
Entonces, yo no puedo darle a usted el pan que le
pertenece a los hijos.” Sin embargo, yo estoy convencido
de que Jesús NO estaba rechazándole el milagro, Jesús
estaba probando su fe.

Muchas veces, cuando no tenemos nuestra respuesta al


milagro que esperamos recibir, no es porque Dios no quiera
dárselo, sino porque Dios quiere que su fe crezca un poco
más. Imagínese si nosotros hubiéramos sido la mujer
sirofenicia a lo mejor hubiéramos dicho “pues sí ¿verdad?...
Pues ni modo… Pues bueno…” Sin embargo, esa mujer solo
volteó su mirada a Jesús y le dio una tremenda respuesta
diciendo “sí señor, yo no estoy pidiendo el pan para los
hijos, no estoy pidiendo que me des una rebanada, ni
siquiera pido sentarme a la mesa. Lo único que quiero es
una de esas migajitas que caen al piso, porque sé que
aunque sea una pequeña migaja cayendo de tu mesa, me
va a dar mi milagro. Es todo lo que yo necesito”.
Ella entendió que solamente un poquito de la misericordia
de Dios puede hacer grandes milagros en las vidas de
aquellos que creen. Jesús se sorprendió con la fe y la
respuesta de esta señora y le contestó “vete, mujer porque
tu fe te ha hecho sana, tu fe te ha dado tu respuesta”.

Usted no necesita sino un poquito de la misericordia de


Dios para recibir un milagro. Mire nada más qué imposibles
parecían esas circunstancias. El mismo Hijo de Dios le dijo,
“señora, disculpe, yo no la puedo ayudar”. Sin embargo,
ella le respondió, “no, no Señor, discúlpeme, ¡usted a mi
me va a ayudar!” ¡Esa es la fe! Creer aunque nadie diga
que es posible.
Jesús dijo, “al que cree, todo le es posible.” Así que si le
han dicho que no hay remedio para su hijo, para su
matrimonio, para su esposo, para su mamá, para sus
documentos, ¡crea que si lo hay en el nombre de Jesús!
¡Usted sirve a un Dios Todopoderoso!

2. Tenacidad ante las circunstancias. Eso quiere decir que


usted se aferre a su milagro; es mas allá de creer, es no
dejarse convencer de nada. Así es como funciona la fe.
Mateo 20:30 dice que habían dos ciegos que estaban al
lado del camino y que al escuchar el ruido de la multitud
que venia siguiendo a Jesús preguntaron “dígannos ¿quién
es?”.
A lo que les respondieron: “es Jesús. Ahí viene con sus
discípulos, con la multitud”. Ellos quizás en ese momento
comenzaron a hablar de la fama que tenia Jesús de hacer
milagros y resucitar muertos y ambos empezaron a crecer
en su fe. De repente cuando se acercó la multitud, los dos
se empezaron a hacer un escándalo, “JESUS, HIJO DE
DAVID, ¡TEN MISERICORDIA DE MI!” Y gritaban y gritaban.
Quizás hasta les dijeron “¡cállense!, ¿por qué gritan tanto?
¿No ven que Jesús está ocupado?” .
Hay tantas veces en las que el diablo le ha dicho a usted
que deje de clamar porque Dios está ocupado, porque Dios
a usted no lo escucha, porque usted se portó mal y Dios ya
no tiene el teléfono prendido para usted. Sin embargo, yo
le quiero decir que Dios a usted lo oye cada vez que usted
clama. Dice la Palabra de Dios, “CLAMA A MI y yo te
responderé”. No importa si le dicen que no lo haga, usted
siga clamando, siga diciendo “JESUS, HIJO DE DAVID, ¡TEN
MISERICORDIA DE MI!” Estos dos ciegos continuaron
gritando y cuando menos pensaron, el que les dijo que se
callaran esta vez fue el mismo Jesús, pero para decirles “ok
muchachos, aquí estoy”. Así que si alguien lo va a callar a
usted, que sea solamente el Señor. De repente Jesús tocó
los ojos de estos ciegos y en el instante fueron sanados. ¡La
fe es tenaz! No importa si la gente le dice a usted que se
calle, ¡siga gritando! No importa que la gente le critique,
siga clamando, siga creyendo, ¡sea tenaz!

3. Permanezca firme. Siga firme donde usted está,


creyendo sin dudar. Yo no sé cuanto tiempo se va a tardar
su milagro, yo no entiendo los tiempos del Señor, usted
tampoco los va a entender, pero lo que usted sí puede
hacer es permanecer firme, creyendo y diciendo “¡ahí viene
mi milagro!” Permanezca firme, no dude.

La Biblia nos habla en Juan 5:5-8 de un caballero que


estaba al lado de una alberca, una fuente de agua llamada
Betesda. De vez en cuando bajaba un ángel del Señor a
este estanque y tocaba las aguas, y al primero que se
lanzara al agua le tocaba su milagro. Este hombre había
estado yendo allí por 38 años. Imagínese usted lo que es ir
todos los días por 38 años a ese lugar, esperando que
alguien lo moviera, porque era paralítico. Este hombre
todos los años esperó su milagro, NO abandonó su puesto.
Eso se llama permanecer firme, eso es tener fe, no
importando lo que le diga nadie. De repente, después de
esos 38 años de creer, de sufrir, de recibir reportes
negativos, cuando menos lo pensó, estaba parado frente a
él el hijo de Dios, el Rey del universo, el Sanador de
sanadores, el Señor de señores, dispuesto a darle el
milagro que él necesitaba.

De la misma forma cuando menos usted lo piense, cuando


usted menos se lo imagine, ahí va a estar su respuesta.

Quizás su respuesta va ser hoy mismo, o mañana en la


mañana cuando usted despierte. Solo permanezca firme.

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