EVALUAR PARA CONOCER , EXAMINAR PARA EXCLUIR
“J.M. ÁLVAREZ MÉNDEZ”
Con frecuencia se dice que en la escuela se evalúa mucho. En cuanto a esta
afirmación, conviene aclarar que en ella realmente se examina mucho, pero se evalúa muy poco. La razón de tal premisa es que de la evaluación siempre
aprendemos, evaluamos porque queremos conocer; sin embargo con el examen, normalmente confirmamos saberes o ignorancias, pero profesores y alumnos
aprendemos poco.
La preocupación por la acción éticamente comprometida de la evaluación, mas que por el afán por la objetividad, será la garantía de que actuará siempre al servicio de quienes aprenden: del profesor para seguir mejorando en su quehacer
docente, y del alumno en su necesidad de asegurar el aprendizaje, que le abre las puertas para la inclusión y la participación en los bienes culturales y científicos.
Debemos descartar la idea de que la escuela es un órgano social de control, y
trabajar convencidos de que su tarea se debe centrar en la promoción del conocimiento y de las personas que en ella conviven. No se haga aprender de
memoria sino lo que haya sido rectamente comprendido por la inteligencia. Y no se exija a la memoria más que lo que estemos ciertos que sabe el niño.
En terminos precisos, debe entenderse que evaluar con intención formativa no es
igual a medir ni a calificar, ni tan siquiera a corregir. Evaluar tampoco es clasificar ni es examinar ni aplicar tests. Paradójicamente, la evaluación tiene que ver con
actividades de calificar, medir, corregir, clasificar, certificar, examinar, pasar test,
pero no se confunde con ellas. Comparten un campo semántico, pero se diferencian por los recursos que utilizan y los usos y fines a los que sirven.
En el ámbito educativo debe entenderse la evaluación como actividad crítica de
aprendizaje, porque se asume que la evaluación es aprendizaje en el sentido que por ella adquirimos conocimiento (Alvarez Mendez, 1993 a). El profesor aprende
para conocer y para mejorar la práctica docente en su complejidad, y para colaborar en el aprendizaje del alumno conociendo las dificultades que tiene que
superar, el modo de resolverlas y las estrategias que pone en funcionamiento. El
alumno aprende de y a partir de la propia evaluación y de la corrección, de la información contrastada que le ofrece el profesor, que será siempre crítica y argumentada, pero nunca descalificadora ni penalizadora.
La evaluación constituye una aportunidad excelente para que quienes aprenden
pongan en práctica sus conocimientos y se sientan en la necesidad de defender sus ideas, sus razones, sus saberes. Además de que también afloren las dudas,
las inseguridades, las ignorancias, si realmente hay intención de superarlas.
Evaluar solo al final, bien por unidad de tiempo o de contenido, es llegar tarde para asegurar el aprendizaje continuo y oportuno. En este caso y en ese uso, la
evaluación solo llega a tiempo para calificar, condición para la clasificación, que es paso previo para la selección y la exclusión racional.
Una de las formas en las que pueden participar quienes aprenden es aplicando
técnicas de triangulación. Si los alumnos participan en clase trabajando habitualmente en grupo, es consecuente que participen en grupo en el momento
para ellos mas decisivo de la evaluación, en la que conviene incluir el de la calificación. Si se acepta que ellos son responsables de su propio aprendizaje, también lo tiene que ser de la evaluación del mismo y de su califcación. Nadie
mejor que el sujeto que aprende para conocer lo que realmente sabe. Proclamar la autoevalución que no conlleve autocalificación es romper o encubrir las reglas de
entendimiento.
La triangulación desempeña un importante papel para garantizar el ejercicio justo de la evaluación, en que cada sujeto interesado puede hacer su propia palabra, su
propio argumento. Aparte de esto, hay que considerar su valor como recurso y como garantía de la coherencia con el planteamiento de partida, la participación
del profesor, la del alumno que se autoevalua y la de los compañeros con los que
ha trabajado (coevaluación) ellos tres constituyen los vertices del triángulo.
En las tendencias actuales de la evaluación educativa la preocupación se centra
más en la forma en que el alumno aprende, sin descuidar la calidad de lo que aprende.
Se habla de y sobre la evaluación, se introducen palabras nuevas, se buscan expresiones que respondan a nuevas concepciones de la enseñanza y del
aprendizaje. Entre las últimas, y que obedecen a otras necesidades y a otros contextos culturales, se habla de evaluación auténtica, evaluación alternativa,
evaluación del rendimiento, nueva evaluación, evaluación activa, reseñas biográficas, evaluación mediante análisis y valoración de los materiales que los
alumnos acumulan en sus carpetas llamadamente vagamente evaluación por carpetas o portafolios, dossieres, diarios y otras.
La evaluación formativa, sumativa; criterial, normativa; evaluación por tests, son
algunos de los ejemplos que sobreviven temporalmente más alla de cualquier narrativa en que aparecen y que estuvo marcada por movimientos ideológicos
muy conservadores, si no reaccionarios, en la sociedad norteamericana (D.F.
NOBLE, 1987; DOUGLAS D.NOBLE,1988).
En la educación, evaluamos deberiamos evaluar para conocer. Evaluamos sobre sobre la base de inferencias, muchas veces confundidas con prejuicios o
suposiciones que ofrecen pocas garantias de credibilidad, con la pretensión o ilusión de evaluar procesos mentales. Acudimos a las repuestas sin verificar el
valor de las preguntas que suscitan tales contestaciones. Acudimos a ellas como fuente primaria de saber adquirido, otorgando a los productos resultantes un valor
indudable y definitivo que en muchos casos resultaría dificil explicitar y justificar en función de su capacidad formativa. El alumno a estas respuestas a preguntas
sobre las que nunca prestamos atención en nuestros analisis cuando hablamos de evaluación del conocimiento y evaluación de y sobre lo que el alumno aprende.
Se reconoce la multiplicidad de funciones que cada vez más se añade a la tarea docente, según aumenta el tiempo que los alumnos pasan en los centros. Sucede
igual respecto a lo relacionado con la evaluación. Ya no solo es la evaluación de alumnos la que entra en juego sino la de profesores y la del centro.
Necesidad de evaluar la introducción de conceptos nuevos
Se evitaria, por una parte, crear palabras nuevas para explicar conceptos que ya
cuentan con una tradición y una terminologia asentadas; por otra, dispondriamos de un marco de referencia para conocer el valor que encierran los nuevos conceptos, el rendimiento de lo que aportan respecto a los que ya conocemos y la
utilidad de los mismos. Evitaríamos asi la precipitación, si no ligereza, con la que se introducen conceptos nuevos que ocultan o distraen la misma raidad que
quieren transformar.
Capitulo II
Naturaleza y sentido de la evaluación en educación.
Según se entiende el conocimiento, la evaluación debe ir por unos caminos o por otos. Y cuando la desligamos del conocimiento, la convertimos en una herramienta
meramente instrumental que sirve para todo, aunque realmente valga para muy poco en el campo de la formación integral de las personas que aprenden, ya sea
en el ambito intelectual o en el profesional, en el plano del aprendizaje o de la enseñanza o en el de la implementación del curriculum. La evaluación esta
estrechamente ligada a la naturaleza del conocimiento.
La coherencia práctica de la evaluación debe ser valorada en función de los principios curriculares que la orientan. Los criterios de evaluación deben surgir igualmente del marco conceptual que da significado al proceso educativo en un
sentido general.
En los niveles basicos de educación, evaluamos porque queremos conocer. Con esa intencionalidad esencial la evaluación educativa puede desempeñar las
funciones formativas que esta llamada a desempeñar, lejos de otras intenciones menos explícitas, que acaban conviertiendo a la evaluación en instrumento de
selección y de exclusión.
Desde el interes por la práctica fromativa d ela persona esto deja de ser relevante, por lo poco que representa a largo plazo y por la circunstancialidad de que esta rodeado. Lo que se desea es convertir la evaluación en un instrumento para llevar
a todos a adquirir el saber y apropiarse de él de un modo reflexivo, y no eliminar a
los que, despues de la salida, no consiguen adquirirlo debido a factores presentes en la propia escuela principalmente.
La evaluación debe constituir una oportunidad real de demostrar lo que los sujetos saben y como lo saben. Solo así podra el profesor detectar la consistencia del
saber adquirido y la solidez sobre la que va construyendo su conocimiento. Cuando esta se manifiesta, el profesor podra intervenir inteligentemente, bien sea
para reorientarlo, bien para estimularlo o segurarlo, bien para corregirlo y valorarlo.
La evaluación al servicio de quien aprende
La evaluación se convierte en actividad continua de conocimiento. Evaluamos para conocer cuando corregimos constructiva y solidariamente con quien aprende,
no para confirmar ignorancias, desacalificar olvidos, penalizar aprendizajes no adquiridos. Cuando los profesores actúan como correctores que explican y
comunican razonadamente, son fuente de aprendizaje mediante la información comprensible y argumentada que deben aportar en esta tarea.
Evaluamos para conocer, en cualquier contexto y en todos los casos. En los
procesos educativos de enseñanza y de aprendizaje, queremos conocer para actuar intencionalmente de un modo que consideramos correcto moral e intelectualmente valioso. Se debe evaluar de manera justa.
Cuando evaluamos un trabajo o un examen con el fin de apreciar la calidad de la
respuesta y el saber en la materia de quien lo realiza, lo que debemos buscar es conocer el proceso de elaboración que el alumno ha seguido, comprender la
utilización de las estrrategias de resolución que pone en juego, la capacidad de argumentación que muestra, las causas y motivos que provocan los errrores.
Si actuamos solo con intención de calificar el trabajo o el examen para cuantificar
aquel saber, introducimos elementos o criterios que distraen la atención de lo que merece la pena ser considerado en procesos de formación intelectual y alteramos el valor de la propia corrección y de la interpretación que de la misma haga el
autor del trabajo.
Cuando solo evaluamos para confirmar ignorancias y, en consecuencia,
calificamos negativamente aquel conocimiento se vuelve fiscalizador, anécdotico, superficial, encubridor de las propias debilidades, y empobrecedor de una ctividad que en si deberia resultar gratificante ademas de estimulante para nuevos
aprendizajes, para nuevos hallazgos de conocimiento.
La importancia de la evaluación, el artificio de la calificación
La evaluación es una actividad natural mientras que la calificación es artificial y de mera conveniencia social, que solo por razones ideologicas o de oportunidad
burocratico-administrativa o por simple comodidad puede justificarse.
Tambien el examen es control de comportamientos, control de lo que los alumnos han estudiado mas que comprobación de lo que han aprendido; control del
programa más que indagación el valor de los contenidos desarrollados; control de la atención prestada a las explicaciones más que verificación de la comprensión y
de la asimilación de la información recibida; control de las respuestas que se ven obligados a responder.
Entender la enseñanza y el aprendizaje desde la evaluación
Evaluar formativa y continuamente es un todo de entender la enseñanza y el
aprendizaje, no solo una forma de evaluar ni tan siquiera de desempeñar otras funciones meramente calificadoras o relacionadas con la evaluación.
El fracaso escolar es asunto del centro. Ahí esta el saber y el saber hacer reflexivo del profesor que implican tomar las desiciones adecuadas en el momento
oportuno en función de las necesidades del sujeto que aprende y en virtud de los contextos en los que se da el aprendizaje, saber científico de especialidad y saber
didáctico de decisión y de aplicación, constitutivos ambos del carácter propio y pertinente de la profesionalidad docente.
La evaluación en este sentido es un punto importante de la puesta en práctica del
conocimiento y de la implementación y el desarrollo del docente en su ejercicio profesional.
Aprender de la evaluación
Quien enseñan necesita seguir aprendiendo de y sobre su práctica de enseñanza.
Quien aprende necesita constantemente seguir aprendiendo para asegurar un nivel de capacitación que potencie y a la vez consolide su progreso continuo.
Aprender de los errores. Aprender de las preguntas. Sugerencias para la acción reflexiva y crítica.
En este marco conceptual importa mucho la calidad de la información que la
corrección de los trabajos y tareas de aprendizaje aporta a quienes estan aprendiendo. No se trata de aprobar o de suspender. Desde la intención formativa,
esa no es la cuestión.
La clave esta en la calidad y claridad de la información que se da a los alumnos sobre la corrección. Con ella, el profesor debe contribuir a encontrar las soluciones
a tiempo, antes de que el anunciado suspenso se cumpla. Información que realmente de cuenta razonable del estado en el que se encuentra el sujeto , los
motivos que provocan la situación analizada, las posibles soluciones que aseguren el aprendizaje correcto de tal forma que el valor de lo aprendido este siempre por
encima del fracaso y que, por la información recibida, el sujeto pueda mejorar y perfeccionar su aprendizaje.
Cuanto más calidad tenga la información que se ofrece más podra subir la calidad del aprendizaje que parte de la corrección bien informada. Cuanto menos calidad
tenga la información que se da, menos podra ayudar o animar al sujeto al que esta dirigida aqui la información. Calidad en la información tambien es claridad,
persuacionrazonada y guiada por intenciones morales.
Para recuperar el valor fromativo de los examenes es necesario hacer preguntas inteligentes como condición de la calidad en las exigencias de apredizaje. Si
realmente pretendemos desarrollar la inteligncia es necesario hacer preguntas que la estimulen, no que la paralicen o la limiten a tareas que no exigen reflexión, tareas de repetición y de memoria sin sentido, o lo que es peor, la escleroticen.
Se debe formular preguntas que estimulen la inteligencia y que pongan a prueba
el conocimiento constituye la esencia del arte de la enseñnza.
Si se pretende desarrollar el pensamiento creativo, crítico, autónomo, se debe formular preguntas que obliguen a argumentar de un modo creativo, crítico y autónomo las respuestas. No esperar en consecuencia respuestas uniformes.
Surge la necesidad de la valoración crítica que el profesor puede brindar a quienes
con el aprenden, invitandolos a participar en el discurso crítico, de modo que ellos mismos puedan elaborar y utilizar criterios personales para valorar sus
producciones y el progreso en su propio aprendizaje, contrastando argumentos y criterios de valoración.
Si los alumnos cuyos trabajos o examenes usted corrige no aprenden a través de
o a partir de o por medio de las correcciones que realiza, merece la pena revisar el tipo de información que aportan aquellas correcciones. Quien aprende necesita
también aprender de sus correcciones.
El buen profesor es aquel que garantiza en todo momento que todos cuántos aprenden con él alcanzarán el éxito. Porque enseña con la intencion de xplicar y
de dar a entender una infromación que otros deben comprender para acabar aprendiéndola realmente se empeña en comunicar ideas, no solo en contarlas.
Más que de rebajar exigencias de quien aprende se trata de subir la calidad humana e intelectual de quien enseña, asegurando en cada caso la calidad del
aprendizaje que se construye.
Todo lo mencionado debemos tomarlo en cuenta para mejorar la calidad educativa tomar todo lo bueno para que esto sea fructífero.
Bien plus que des documents.
Découvrez tout ce que Scribd a à offrir, dont les livres et les livres audio des principaux éditeurs.
Annulez à tout moment.