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Congreso venezolano debe declarar a

Chávez impedido mental para gobernar

J. Enrique Cáceres-Arrieta

A raíz de locuras, meteduras de pata, groserías, amenazas, alaridos


guerreristas e insultos de Chávez contra todo lo que le parece contrario a su
socialismo del siglo XXI, es saludable que el Congreso venezolano lo declare
incapacitado mental para gobernar. Así, seguiría el ejemplo del Congreso
ecuatoriano que en 1997 declaró “incapacidad mental para gobernar” la
conducta errante y autoritaria de Abdalá Bucaram, quien a sí mismo se hacía
llamar “el loco”.

Con el permiso de ese diez por ciento de la humanidad catalogada demente,


los locos están en el siquiátrico, no gobernando un país. Como campaña
política, puede ser que el eslogan “los locos somos más” sea acertado, mas
como gobierno es inadmisible debido a que para enrumbar a un país por
senderos de justicia y verdad se necesitan los cinco sentidos y mucho más.

Obvio, es ingenuo pensar que el Congreso venezolano se atreva a declarar


a Chávez impedido mental para gobernar, pues el comandante-presidente
controla el Congreso y al Órgano judicial venezolanos (y está empeñado en
someter también a la prensa, el cuarto poder), aunque éstos juren y perjuren
independencia de las locuras de Chávez.

La amenaza en la región no es Colombia ni las hipotéticas bases


estadounidenses para atacar a Venezuela, pues con ellas o sin ellas lo
conductual y la retórica de Chávez son irracionales. En realidad, la amenaza es
Hugo Chávez quien con su enajenación, megalomanía y socialismo fosilizado
se aísla más y quiere convertir a su país y al continente en otra Cuba; la Cuba
que desde 1959 apalea, persigue, apresa y desaparece a los adversarios del
Edén cubano. La bloguera Yoani Sánchez ni ningún otro bloguero crítico del
paraíso caben allí.

Chávez desgobierna Venezuela como quien manda en su casa y sume a la


familia en terror y violencia intrafamiliar por atreverse ésta a dudar de su
autoridad, adquirida no con respeto sino a punta de miedos, abusos y golpes.
La sensata conclusión es que Hugo R. Chávez F. debe ser declarado impedido
mental para gobernar.

Si aún se abrigan dudas del trastorno sico-emocional de Chávez, pregunto:


¿es sensato que ante los medios de comunicación el presidente de la nación
catalogue la victoria de sus opositores como estiércol? ¿Que insulte con boca
de verdulero a todo el que se oponga, según él, a su proyecto social? ¿Es de
alguien lúcido que un régimen ya colapsado y evidenciado como un fracaso se
imponga a sangre y fuego? ¿Qué manía persecutoria arrastra a declararle la
guerra a un país hermano cuyo pecado ha sido servirle de granero? ¿Qué
insania aguijonea a fin de percibir mi intervención en los asuntos políticos de
otros países como colaboración, pero descalifico como intervención la ayuda
de terceros países a otras naciones? ¿Qué tipo de estrabismo ideológico
impide ver que grupos como el Eln y las Farc dejaron lo ideológico hace
muchos años para incursionar en el narcoterrorismo? ¿Qué más tiene que
hacer y decir Chávez para que el Congreso venezolano lo declare incapacitado
mental para gobernar y lo destituya?

Y no me vengan con el cuento de que eso sería golpe de estado o


rompimiento del orden constitucional, puesto que ya está demostrado que
Chávez no goza de sus facultades mentales ni emocionales, y los locos están
en el manicomio. Están impedidos para gobernar un país.

Ya es tiempo de que Venezuela se sacuda a este loco militar con humos de


grandeza y presidente. Once años son más que suficientes. Las fuerzas vivas
del país: políticos, intelectuales, periodistas, universitarios deben abandonar
peleas intestinas y proponerse sacar al loco presidente del poder. No con
violencia sino con desobediencia civil que paralice al país de tal manera que
el comandante vuelva al cuartel de donde salió -no sin antes responder a la
justicia por desmanes y locuras- o vaya directo al nosocomio de los
perturbados mentales, antes de que hunda más a Venezuela e incendie al
continente, emulando al loco Nerón.

¿Qué maldad habrán hecho los venezolanos para merecer a un maníaco


como presidente? Mi propuesta está dada. Depende del Congreso y el pueblo
venezolano si la acogen. Amanecerá y veremos.

El autor es periodista

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