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CAMBIO Y PENSAMIENTO

Vivimos muy deprisa; nos queremos hacer adultos, tener trabajo, dinero,
una vida holgada, reímos, pero fingimos hacia el exterior, ya que ¿por qué
cuando logramos aparentemente todo esto no somos lo felices que
creíamos?

La razón puede ser que todos tenemos nuestra idea real puesta, basada en
que nos amen, gustar y las emociones nos pueden. Vivimos, queramos o no,
en el mundo de las emociones y los sentimientos. Queremos cambiar el
mundo y somos incapaces de hacerlo porque en lo que no “caemos”, lo que
no somos capaces de interiorizar es que nuestro mundo real interno es el
que está sin cultivar, sin trabajar. Somos lo que somos y no lo que tenemos.
Somos lo que queremos ser, en el fondo, aunque nuestro rechazo a
esforzarnos a cambiar (resistencia al cambio) lo interno viene precedido del
clásico “es que no puedo”. Se suele “utilizar” a alguien del que finalmente
se depende para que nos haga felices, nos haga fácil la vida, nos haga
sentir, nos haga volar, nos haga…

Todos intentamos que venga desde fuera hacia dentro, hacia nosotros y
cuando nos hemos imbuido en esta dinámica lo que gritamos desde nuestro
interior es que queremos ser independientes, autosuficientes, autónomos, lo
que, queramos o no, pasará, ocurrirá porque todo lo que deseamos lo
tenemos nosotros, cada uno, dentro; por eso la felicidad, la libertad en su
concepto bien entendido, el placer, los sueños, la sexualidad, todo, parte
desde dentro de uno hacia fuera. Por todo esto (analízalo sinceramente y lo
entenderás) puedo ser yo con otra persona si no depende mi vida
exclusivamente de ella. Lo que realmente necesitamos es valor para ser uno
mismo, situación que no está reñida de ninguna manera con el compromiso,
la fidelidad, la libertad y el bienestar para vivir en pareja, ostentando como
estandarte la comunicación adecuada y eficaz.

El objetivo, pues, es lograr la capacidad del individuo para ser el


protagonista de su propia vida, lo que no es sinónimo de tener que estar
solo/a para conseguirlo. Los que hemos decidir querer ayudar a educar al
ser humano en sus, digamos, “imperfecciones emocionales”, tenemos la
obligación, cuando se nos pide ayuda, de crear líneas, cauces de
comunicación que supriman los “ruidos” y eliminen la rutina del silencio
que es, a veces, lo que encubre nuestros miedos y así sólo se consigue
nutrir nuestras mutuas inseguridades.

Es curioso cómo, en ocasiones, nos paraliza frases tópicas y recurrimos a


ellas para justificar nuestros actos que encubren un terror a enfrentarnos a
nosotros mismos y efectuar ese cambio que en esencia necesitamos u nos
escondemos en ellas como si nos hicieran conformarnos en que las
opciones de la vida que hemos escogido son las adecuadas. Solemos coger
solamente parte de esas frases. Una de las que más he oído es la de José
Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia…”, y por esto ya que esta
circunstancia me marca no puedo salir de ella; es mía y así soy por eso.

No hemos seguido leyendo y no nos han enseñado que también dijo Ortega
que “…si no salvo mi circunstancia no me salvo yo.” Porque debo
evolucionar y la madurez y la adaptación son formas para conseguir
obtener, sin salir necesariamente del ritmo social impuesto, el equilibrio
que necesito para el objetivo final humano de ser feliz.

Sé que se hace muy difícil vivir nuestra vida como un todo armónico, sin
estridencias, sin los problemas cotidianos y los no tan cotidianos. Cuando
parece que hemos conseguido una estabilidad, algo fuerte, inesperado, nos
toca vivir y nos vuelve al caos mental, a la intranquilidad, a sufrir de nuevo
otra pérdida. ¿Qué hacer ahora?; ¿por qué a mí?; ¿qué he hecho yo para que
tenga que sufrir tanto?

Preguntas lógicas, humanas, emocionales y por las que hay que pasar para
obtener el enfoque idóneo de nuestra nueva circunstancia, por dura y cruel
que ésta sea. Ya estamos de nuevo en el mundo de las emociones, de los
sentimientos y tenemos las dos opciones posibles en toda crisis:
destrucción (muerte) u oportunidad para enfrentarse a ella y salir renovados
y más fuertes (cuando una puerta se cierra una ventana se abre) Todo, como
casi siempre, va a depender de nuestra posición ante ese acontecimiento
que ha surgido. Yo. Dependo de mí, de la elaboración que haga del
acontecimiento, de la necesidad y voluntad de cambio o, por otra parte, la
voluntad de involucionar que se va a alimentar de mis creencias, de aquello
que pienso, siento y mido con mi escala de valores. Soy estático/a o
dinámico/a. Yo he de decidir aunque me equivoque, pero no de forma
alocada y precipitada. Ser reflexivo (sé que cuesta muchísimo en estos
momentos) es la forma. Todo va a cambiar según mi pensamiento y mi
capacidad de pedir ayuda si solo/a no puedo. Mi retroalimentación será
positiva si mi pensamiento es positivo (o por lo menos lo intento, ya que el
camino está formado por pequeños pasos) aunque cueste una gran cantidad
de energía interior.

Hay quien piensa que ser dinámico en estas situaciones es estar en


constante movimiento e introducirse en un ritmo frenético de actividades,
de actitudes, de cambios aparentes, de un volver atrás, a tus raíces
infantiles, pero no hacen un “stop” para recapacitar sobre sus esquemas
mentales y sus sentimientos más profundos. No quieren tiempo para ver su
propia cara ante el espejo; ver los pro y contra de la decisión que se va a
tomar. Es ahora cuando vienen las clásicas “excusas” (que en la mente de
uno son reales por la incapacidad no consciente que se tiene): “necesito mi
espacio”; “no me siento libre”; “ya he decidido y no hay más que hablar”;
“nada se puede negociar”…

Generalmente hay dos cuestiones importantes por las cuales alguien toma
la decisión, por ejemplo, de separarse de su pareja: Una diferencia de
expectativas ante las situaciones y/o el desamor, que puede darse por un
cambio de sentimientos o por una diferencia desmesurada de desarrollo
entre ambos en las distintas etapas, por lo que se produce un gran
desequilibrio. Pero para ver esto hemos de ser totalmente sinceros con
nosotros mismos porque si no lo somos caeremos en el problema de ser
nuestro propio enemigo, siendo una irracionalidad, emocionalmente
hablando, pensar que el “enemigo” es el otro. Aquí hay dos
individualidades que intentan vivir y llegar a un equilibrio de conjunto sin
conseguirlo, tal vez, porque inicialmente tampoco existe a nivel individual.
Pero no hay culpables; hay responsables de actitudes irreparables, en
ocasiones, por carecer de aptitudes adecuadas y perder la oportunidad, por
otro lado, de pedir ayuda profesional que valore las circunstancias con una
perspectiva terapéutica, sin implicaciones emocionales, más objetiva.

Supongo que habrán oído la frase latina “HOMO HOMINI LUPUM”, que
podemos traducir como el hombre es el lobo del hombre; uno es su propio
enemigo, pero hay otra más positiva de Séneca: “HOMO HOMINI SACRA
RES”, que podemos traducir como el hombre es algo sagrado para el
hombre. Dos frases muy distintas que suponen una posición bien diferente.
Así creo que es todo ante la vida. Elige tu opción y trabaja hasta el límite
de tu voluntad sobre ella pensando que si el pensamiento positivo puede
tener resultados obvios, ¿qué hacemos evitando la crisis por no querer
abordar el cambio que realmente se necesita?

Como siempre no pretendo otra cosa con este artículo que crear un espacio
para que se piense y se analice con qué se ha de quedar uno en la vida,
porque eres tú, solamente tú quien debe aprender a pensar ante cualquier
situación de forma autónoma y de manera crítica. Ser feliz requiere el
máximo esfuerzo y es el objetivo más difícil que el ser humano se ha
propuesto; pero estamos en el camino si cada uno, cada ser individual, pone
algo de su parte y cambia su gran y rico mundo interior. No huyas de tí
mismo/a ni llenes tu mente de soledad por no enfrentarte a tus propios
miedos no solucionados. Somos lo que pensamos y está claro que el
pensamiento podemos cambiarlo, pero no me pidas que cambie el mío,
cambia el tuyo ya que el mío es cosa mía y yo tendré que hacerlo por mí
mismo. Si uno se siente bien consigo mismo se minimizan las
imperfecciones del otro que no es perfecto por que es “simplemente” un ser
humano.

JUAN JOSÉ LÓPEZ NICOLÁS. Orientador Familiar


http://www.terapiayfamilia.blogspot.com

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