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losofía de Marx, una discusión que en la hora presente

puede ser fecunda".


Pero no interesaría esta aproximación al marxismo,
si no fuera ella la expresión de un mismo espíritu de los
tiempos, ostentado en doctrinas tan antagónicas como
la doctrina de Marx y la concepción católica de la jus-
ticia social. Que ésta como aquélla sólo surjen explícita-
mente en la segunda mitad del siglo XIX, obedece a que
la filosofía no puede saltar el Ródano, como dice Hegel,
no puede anticiparse a su tiempo: "Comprender lo que es,
es la tarea de la filosofía, porque lo que es, es la razón", IV
afirma Hegel, en armonía con su sistema. Y añade que
la "Filosofía es el propio tiempo aprehendido con el pen-
samiento". LA JUSTICIA SOCIAL Y LA LEGISLACIÓN
No es, pues, al azar que, interpretada en la forma ACTUAL
dicha la teoría de la justicia social, sea la adecuada ré-
plica cristiana a la concepción marxista del hombre. Una
y otra son actitudes existenciales. Buscan un hombre Las tres clases de justicia tradicionalmente conocidas,
concreto, cada hombre concreto. Sólo que el hombre con- suponen una sociedad y un conjunto de individuos den-
creto que es cristiano, piensa tener su centro en Dios, sin tro del todo de esa sociedad. Habrá justicia conmutativa
que en esta forma enajene su personalidad, al par que entre los individuos de esa sociedad; habrá justicia legal
el hombre concreto del marxismo, huyendo de toda ena- de los individuos para la sociedad a que pertenecen; y
jenación, se centra en sí mismo, lo cual es una manera habrá justicia distributiva de la sociedad ante los indi-
de perderse en el curso de la historia. viduos que la componen.
En la conmutativa, el que debe y el que tiene son
dos personas completamente distintas.
En la justicia legal el deudor es en alguna forma
el acreedor, puesto que hace parte de la sociedad que lo
contiene. Y en la distributiva, el acreedor, que es el indi-
viduo, en alguna forma se torna deudor de sí mismo,
puesto que hace parte de la sociedad deudora.
Por esto, en la justicia conmutativa se considera que
hay una perfecta equivalencia entre lo que una parte
tiene y la otra parte debe, o entre el pretensor o acree-
dor y el deudor. Al par que en las otras dos justicias, la
diferencia entre lo que se debe y lo que se tiene no está
tan bien establecida.
Mientras que entre el deudor y el acreedor de la justi- En los conceptos clásicos, la sociedad se confunde con
cia conmutativa hay una diferencia tajante, las diferen- el Estado. Y el individuo es, en alguna forma, un indivi-
cias casi se diluyen en las dos restantes clases de justicia. duo cualquiera, un hombre cualquiera. No se le asigna un
En la legislación civil predominan las relaciones de valor específico que pueda alguna vez ser mirado como
justicia conmutativa, como las que existen en la compra- superior al de la sociedad. Por eso, Hegel ha dicho que
venta, el arrendamiento, el mutuo, etc. los romanos inventaron el concepto del "individuo sin
En la legislación penal priva la justicia legal, que tie- individualidad".
ne en cuenta que de la sociedad acreedora, hace parte Los dos conceptos: "sociedad" e "individuo", han su-
también su presunto delincuente que ante ella responde. frido en la historia una hipertrofia. Primero, la "socie-
Por eso, las dudas se resuelven a su favor; la ley permi- dad", que era de por sí equivalente al Estado, en cuanto
siva o favorable prefiere, aunque sea posterior, a la res- portadora con la autoridad, del interés y del bien común,
trictiva o desfavorable; el fiscal o acusador tiene en el se escinde en "sociedad" y "Estado". La sociedad sigue
proceso derechos más restringidos que el abogado defen- siendo la expresión del bien común, y el Estado, la auto-
sor. La llamada parte civil ocupa un ínfimo lugar en los ridad que promueve y defiende ese bien común. Es decir,
estrados penales, porque se piensa que asume como inte- que el Estado es un medio para el bien común. Pero un
rés privado lo que sólo debiera ser de interés general. día el Estado deja de ser medio para el fin de la socie-
A su turno, en el derecho administrativo predomina dad y se convierte él mismo en un fin. El Estado es la
la justicia distributiva. Se parte de la base que el deudor autoridad y la autoridad tiene entonces un fin en sí
es la sociedad ante el individuo, y que éste no puede ser mismo.
tan exigente con ella, como si en realidad no hiciera par- No es fácil decir que se realizara en algún momento
te de esa misma sociedad a quien demanda. De ahí que histórico la idea pura del Estado como mera autoridad.
el fiscal ocupe lugar privilegiado en los juicios administra- Pero sí pueden señalarse varios fenómenos que apuntan
tivos; que las prescripciones sean cortas para los acreedo- en este sentido.
res administrativos ante el Estado; que sólo el perjudica- El poder absoluto, en primer lugar, es un fenómeno
do por el acto de la administración pueda reclamar el de auto-afirmación del Estado. El absolutista parte de la
restablecimiento del derecho, a la vez que cualquier per- base de que es más importante el imperio que la socie-
sona puede demandar la nulidad del acto administrativo dad para la cual el imperio se ejerce. "L' Etat c' est moi",
que crea situaciones jurídicas favorables a determinados es la fórmula más exacta de esta inversión de medios
individuos. y de fines.
"Individuo" y "sociedad" son conceptos que en estas En segundo lugar, la burocracia. La burocracia, antes
relaciones de justicia necesitan explicación. No se trata que ser un cratos, un poder, era un servicio a la socie-
del individuo del individualismo, ni de la sociedad del dad. El funcionario público, en épocas normales, sólo en
socialismo. Se toman aquí estos conceptos en sus dos acep- cuanto rinde una tarea y desempeña un empleo para el
ciones más simples: individuo es el miembro de la especie bien común, se justifica. Pero el funcionario se autoafir-
humana que hace parte de una sociedad. "Sociedad" es ma y se considera un fin en sí. En el Estado se organiza
todo grupo humano que pretende tener intereses y dere- para defender no sólo su puesto, sino la necesidad de su
chos prevalentes sobre los individuos que lo componen. puesto. Crea una inteligente y laboriosa empresa en que

salta a la vista la necesidad de una proliferación buro- "Si la sociedad civil se encuentra en un estado de acti-
crática. Cada cargo que se crea engendra de por sí otros, vidad sin trabas, es posible concebirle como un progreso
como consecuencia suya, y éstos a la vez unos nuevos, continuo e interior de la población. Por la universaliza-
hasta que llega un momento en que los gastos de fun- ción de la solaridad de los hombres, por sus necesidades
cionamiento del Estado absorben la casi totalidad del y por las técnicas que permiten satisfacerlas, la acumu-
presupuesto. lación de las riquezas aumenta de un lado, porque esta
Es por lo demás, un destino de las cosas humanas la doble universalidad produce las más grandes ganancias,
tendencia a hacerse fines por sí, a autoafirmarse sustan- pero del otro lado la parcelación y la limitación del tra-
tivándose. En las religiones, el esplendor del culto acaba bajo particular y, por consiguiente, la dependencia y la
por ser la esencia de la religión, como para el avaro, el miseria de la clase vinculada a él aumenta también, agre-
dinero es un fin en sí mismo y como tal lo atesora. El gándose a ello la incapacidad de sentir y de gozar de los
Estado de la época absolutista y el Estado de hoy tienen otros bienes, particularmente de las ventajas espirituales
claramente esta propensión. de la sociedad civil".
El individuo también se hipertrofió. Fue la época del La sociedad civil hizo posible el nacimiento de la ple-
individualismo contractualista, del liberalismo burgués, be, como lo expresa Hegel en el párrafo siguiente:
donde el ideal estaba en la libertad ilimitada de la per- "Si para una gran masa baja el mínimo de subsis-
sona, y un Estado tímido y canijo vigilaba que nadie tencia que por su naturaleza aparece como regularmente
lesionara a los demás. En esta sazón, el individuo exige necesaria a un miembro de una sociedad, si esa masa
su libertad como el fin en sí de todo el acontecer histó- pierde el sentimiento del derecho, de la legitimidad y del
rico. Todo es despreciable ante el querer y la autoafirma- honor de existir por su propia actividad y su propio tra-
ción del individuo. A todo se coloca la impronta de la bajo, es porque se asiste entonces a la formación de una
individualidad. La obligación es sólo hija del contrato. plebe que entraña al mismo tiempo consigo la más gran-
Y así hay sólo obligaciones sociales en cuanto emanan de facilidad de concentrar en pocas manos riquezas des-
de un contrato social. Y el matrimonio es sólo un con- proporcionadas".
trato, en que sólo se debe cuando se tiene en frente una La sociedad fue así el sinónimo de la burguesía, y de
contraprestación. sus actuaciones y despliegues surge la idea de una justi-
Las instituciones liberales consecuentes asimilaron las cia social, de la que esta sociedad civil sería la deudora
relaciones familiares a las demás relaciones convenciona- frente al Estado, que actuaría como acreedor. Así quedó
les. Las relaciones de parentesco podrían ser objetos de descrito este proceso en mi ensayo "Razón y sentido de
transacción como si fuese un vínculo económico. El divor- la justicia social".
cio era apenas lógico. La libertad de testar, absoluta, y Pero si observamos atentamente el fenómeno, lo que
los contratos no tenían más trabas que las de ser formal- vemos es otra realidad más profunda. De un lado el Esta-
mente libres, cualquiera que fuera su objeto. do que se diviniza y se autoafirma como fin en sí. Del otro
Un individualismo de este estilo tenía que llevar, como lado, el individuo que se despliega en el ejercicio de la
vio Hegel, a crear una sociedad contra el Estado, el grupo libertad hasta negar, bajo la forma de sociedad civil, al
que Hegel denominó sociedad civil y que describe así: propio Estado.
Pero en esta lucha de dos poderosas realidades: "Esta- Estas situaciones son las que han provocado el naci-
do" y "sociedad civil", la que ha quedado olvidada y des- miento de una nueva clase de justicia, en que el deudor
deñada, es la verdadera sociedad descrita al comienzo, el es el individuo que se aprovecha de la coyuntura social,
conjunto humano con derechos y deberes trascendenta- y el acreedor es la sociedad que dio las oportunidades a
les, sobre los de sus propios miembros. Esa sociedad no las ganancias desmedidas del primero. Aquí la sociedad
es la plebe, como pensaba Hegel, ni el proletariado, como no se confunde con el Estado ni puede confundirse. Se ve
creía Carlos Marx. Es todo el mundo dentro del Estado, bien cómo en estos casos es el simple factum societario
menos aquel que se ha aprovechado de su libertad den- el que produce y estimula la ganancia. En un proceso de
tro de la sociedad. valorización muchas veces interviene el Estado: al abrir
¿Cómo ha operado esa libertad dentro de la sociedad? una vía pública, el construir una fábrica, etc. Pero en
otros casos, es la sociedad misma la que ocasiona, cuan-
Es paradójico que mientras el liberalismo individualista do no causa el enriquecimiento. Por esto, a la "justicia"
proclama precisamente las excelencias del individuo frente de que aquí tratamos, que busca el equilibrio entre lo
a la sociedad, haga precisamente a ésta el habitat en que que se percibe y lo que se debe, se la ha denominado con
el mismo individuo sólo puede vivir. toda propiedad, "justicia social".
Por eso el liberalismo individualista es inconcebible sin
una sociedad a la que explota y de la que se aprovecha. Es justicia ciertamente porque no se refiere ni a dones
El capitalismo clásico no es sino la forma de enrique- ni a gracias, sino a las deudas y a las acreencias. El hecho
del enriquecimiento por causa de la coyuntura descrita,
cimiento de unos pocos dentro de las condiciones de vida postula una relación: la de aquel que se enriquece con
de la sociedad. No es el Estado el que claudica ante el aquel a costa del cual se enriquece. Ahora bien, aquel a
capitalismo, ni la sociedad civil la que se aprovecha fren- costa del cual se enriquece alguien en la coyuntura social,
te al Estado. Es el individuo el que toma la coyuntura es, precisamente, la sociedad. Por eso, a la justicia que
de la sociedad civil (en el sentido clásico anterior a Hegel, postula este equilibrio y lo exige cuando desaparece es
o "sociedad", a secas, como hemos venido nombrándola), propio denominarla justicia social.
para obtener sus enormes utilidades económicas.
Esta palabra coyuntura, prescindiendo de su sentido Ahora bien, esta justicia social es distinta de las ante-
técnico en la economía clásica, es la que mejor expresa riores. Es un deber del individuo a la sociedad o a algunos
el fenómeno que queremos descubrir: el aprovechamiento de sus miembros, pero no un deber de la parte al todo
como en la justicia legal.
individual económico del hecho de vivir en sociedad.
Esta coyuntura salta por doquier como el máximo fe- La justicia social busca el restablecimiento del equi-
nómeno de la vida económica del actual capitalismo. Hay librio entre aquel que se sirvió de la sociedad como un
las riquezas que se forman por la valorización de las tie- trampolín para su enriquecimiento y la sociedad misma.
rras, por la depreciación de la moneda, por la restricción Y así como las tres típicas clases de justicia han ins-
del crédito o por la largueza en concederlo, por la prohi- pirado las tres principales ramas del derecho de que ha-
bición de importaciones o por el aumento de gravámenes blamos atrás, la justicia social es hoy el criterio con que
a éstas, como también por la facilidad para las exporta- se redactan importantes sectores de la legislación. Por de
ciones. pronto cabe decir que muy buena parte de la legislación
del trabajo y de la legislación fiscal operan con estos con- cen sino a la justicia social. Todos aquellos deberes que
ceptos reguladores de la justicia social. generalmente la legislación asigna a los patronos con áni-
No todo el derecho laboral ciertamente es hijo de esta mo de lucro o a las empresas en el sentido de entida-
clase de justicia. La teoría del salario justo en cuanto des económicas, son obligaciones propiamente de justicia
aspira a que el trabajador no gane menos de lo que me- social. Las primas de servicios, la participación en las
rece su trabajo, no es en verdad una exigencia de la jus- ganancias del capital, el subsidio familiar, la obligación
ticia social sino de la justicia conmutativa. El Estado del empresario de crear escuelas para los hijos de los tra-
puede intervenir en esto con su legislación positiva, como bajadores, o becas en colegios de altos estudios, etc., son
interviene para sancionar la lesión enorme en la compra- ejemplo de prestaciones en beneficio exclusivo del traba-
venta. jador o su familia, pero prestaciones de justicia social,
porque buscan justificarse en la "coyuntura" que apro-
Igual puede establecerse de las normas laborales que vechó el patrono.
restringen la jornada de trabajo, que implantan la obli-
gación de conceder vacaciones remuneradas o las que de- El derecho tributario es otra de las ramas que ha
cretan auxilios por enfermedades profesionales o acciden- adquirido en los últimos tiempos una importancia capital
tes de trabajo. Hay en todas estas obligaciones patronales y un desarrollo increíble, debido precisamente a su ins-
muchos elementos de justicia conmutativa. Pero también piración en la idea de la justicia social, tal como la hemos
se dan otras relaciones de justicia. Aquí es necesario qui- venido considerando.
tar a la justicia conmutativa su tradicional venda en los Las antiguas alcabalas gravaban igualmente a los ricos
ojos para que mire no sólo los objetos de la transacción o por patrimonio que a los ricos en consideración a sus ren-
el trueque, sino también a las personas en él implicadas. tas. Y cuando se progresó un poco, ya no fue sólo el
Pero esto no es posible sin desnaturalizarla. Sin embar- patrimonio el gravado, sino, principalmente, la renta. Pero
go, el hecho es que no resulta igual intercambiar fuerza no se distinguía si la renta promanaba de un capital sin
mecánica por dinero, que intercambiar fuerza humana trabajo o del esfuerzo humano. Esto vino más tarde.
por dinero. En el primer caso se da una fuerza que es Hoy se han creado una serie de conceptos y relacio-
sustituíble; en el caso del trabajo humano se da una nes que han enriquecido, a la vez, la legislación y la cien-
fuerza que va consumiendo el caudal que la produce. Y cia tributaria. Se ha establecido la progresión en los im-
aquí es la justicia distributiva la que entra a compensar puestos, tanto en los que gravan los capitales como en los
con un plus lo que la justicia conmutativa no pudo satis- que gravan las rentas. Se han creado impuestos al lujo.
facer. Prácticamente es esto lo mismo que hace el Estado Pero más importantes son todavía los impuestos al exceso
con el héroe o el ciudadano egregio a quien premia en de utilidades, que toman mucha parte del producto de la
un acto de justicia distributiva, en la imposibilidad mo- "coyuntura económica". Por esto, este impuesto no se apli-
ral de compensarle sus servicios a la nación o a la patria ca sino sobre la base de una rentabilidad superior de la
con lo que se llamaría (en un lenguaje prosaico, pero que que se considera normal rentabilidad de un capital en
es precisamente el de la justicia conmutativa), "un sala- un momento dado y en un lugar determinado.
rio justo". El impuesto de valorización ha sufrido pareja evolución
En cambio, hay todo un género de deudas o deberes a la luz de esta idea que venimos exponiendo de la justi-
que el patrono tiene con el trabajador, que no pertene- cia social. Mientras en sus comienzos este impuesto era
sólo una contribución para realizar la obra a los benefi- la justicia social no puede beneficiar al Estado como tal.
ciados con ella, y limitada al valor de la obra misma, más Hoy por hoy las cosas no son todavía muy claras. Si bien
tarde el impuesto recayó sobre el mayor valor de las pro- en un principio la justicia social que nace en las relacio-
piedades circunvecinas, sin tener en cuenta los anteriores nes obreras patronales, beneficia ante todo a los prime-
factores. Hasta que llegue un día en que el impuesto de ros, ya se va abriendo camino el criterio de que las con-
valorización racaiga realmente sobre todo aquel que reci- traprestaciones de esta justicia que se cumplen en forma
ba beneficios económicos, tanto en su patrimonio como de contribuciones o impuestos, no ingresen al presupuesto
en su renta, por la efectuación de obras de interés general. de funcionamiento del Estado y tengan más bien una des-
Es muy atendible la exigencia de la justicia social que tinación específica. Tal entre nosotros el recientemente
mira la otra cara de la medalla: es justo que ya que la creado impuesto a la gasolina, que se destina sólo a las
sociedad tiene que obtener un beneficio de la coyuntura vías de comunicación, o muchas contribuciones para el
económica que representó para el capitalista, el individuo seguro social, la enseñanza artesanal, etc.
también obtenga un beneficio de la obra creada por él y En esta forma, la justicia social parece que puede lle-
de la que la sociedad reporta una utilidad. En esta idea gar a obtener más altos beneficios para la sociedad, que
están fundadas las primas y otros privilegios a la expor- la idea colectivista. Aquella mantiene la libertad y sólo
tación de bienes de consumo; la exoneración de impues- toma una parte de los beneficios económicos que esa
tos a los que abren la selva, construyen vías de comuni- libertad misma obtiene en su desarrollo.
cación, o colonizan, o urbanizan en sitios aparentemen- El colectivismo puede cegar seriamente las iniciativas
te ruinosos. Los privilegios a la invención y a la creación individuales; la idea de la justicia social dentro de la
de obras literarias o artísticas son también remuneracio- libertad no corre este peligro. Y parece dejarlo ver el mis-
nes inspiradas en la justicia social. Nótese cómo estas re- mo hecho de que hoy haya un inmenso número de empre-
laciones que acabamos de describir y otras semejantes, sas capitalistas que se someten de buena gana a las pres-
no son, en realidad causadas ni por la justicia legal ni taciones sociales más exigentes y a las contribuciones
por la justicia distributiva. En esto, el deudor es el todo más onerosas.
social; en las mencionadas hace un momento, el deudor
puede ser aquel grupo social beneficiado con el invento
(regalías), o con la nueva urbanización o el nuevo ca-
mino (peaje), etc.
Por eso insistimos en el concepto apuntado atrás: el
deudor o acreedor en un momento de la justicia social
no es siempre la totalidad de la sociedad, sino una parte
de ella. Pero en todo caso, el Estado, como entidad jurí-
dica, nunca es el acreedor por causa de la justicia social.
La justicia social manda pagar al que otorgó la coyun-
tura: unas veces lo es el trabajador, otras la sociedad
consumidora, otras la región beneficiada o el autor de
inventos útiles. Pero esta contraprestación que surge de

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