Vous êtes sur la page 1sur 11

REPERTORIO PARA SOLUCIONAR PROBLEMAS

INSTANTE SANTO

Deseo que éste sea un Instante Santo para mí, a fin de compartirlo con mi hermano..., a quien
amo. Es imposible que se me pueda ofrecer a mí sin él o a él sin mí, pero nos es totalmente
posible compartirlo ahora. Elijo, por lo tanto, entregarle este instante al Espíritu Santo para que
Su bendición pueda descender sobre nosotros dos y mantenernos a los dos en paz.

..., hermano, te entrego al Espíritu Santo como parte de mí misma. Sé que te liberarás, a menos
que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí misma. En nombre de mi libertad, elijo tu
liberación, porque reconozco que nos hemos de liberar juntos.

Por mediación del Espíritu Santo, le ofrezco a mi hermano... la Expiación, la gracia y las
bendiciones que se me han otorgado, pues se nos otorgaron a todos. Y dejamos que nos curen a
la vez para que podamos curar mediante la fe. Puesto que somos uno, venimos juntos ante el
altar de Dios, dejando a un lado la falta de fe.

ABANDONAR TODO LO QUE TE HIERE

La libertad de abandonar todo aquello que te hiere, te humilla y te atemoriza no se te puede


imponer, pero se te puede ofrecer a través de la gracia de Dios. Y tú puedes aceptarla
mediante Su gracia, pues Dios es misericordioso con Su Hijo y lo acepta sin reservas como
Suyo. (T.11.VI.6:3-4)

VER DE MODO DIFERENTE A…

El mundo se aquieta ante la santidad de tu hermano…, y la paz desciende sobre él dulcemente y con
una bendición tan completa que desaparece todo vestigio de conflicto que pudiese acecharte en la
oscuridad de la noche. Él es quien te salva de tus sueños de terror. En él descansa tu certeza de que
Dios está aquí y de que está contigo ahora. Mientras él sea lo que es, puedes estar seguro de que es
posible conocer a Dios y de que lo conocerás. Pues Él nunca podría abandonar a Su Propia creación.
Ve en él la creación de Dios, pues en él su Padre aguarda tu reconocimiento de que Él te creó como
parte de Sí Mismo.

EL MUNDO REAL

Todo pensamiento amoroso que el Hijo de Dios ha tenido es eterno. Los pensamientos
amorosos que su mente percibe en este mundo constituyen la única realidad de éste. Son
eternos porque son amorosos. Y al ser amorosos son semejantes al Padre y, por lo tanto, no
pueden morir. El mundo real ciertamente se puede percibir. Lo único que ello requiere es que
estés dispuesto a no percibir nada más. Pues si percibes tanto el bien como el mal, estarás
aceptando lo falso y lo verdadero, y no estarás distinguiendo claramente entre ellos.
ELIMINAR OFENSAS/ RESENTIMIENTOS

Si percibes que un hermano te ha ofendido arranca la ofensa de tu mente, pues es Cristo el


que te ofende y estás engañado con respecto a Él. Sana en Cristo y no te sientas ofendido por
Él, pues la ofensa no tiene cabida en Él. Si lo que percibes te ofende, te ofendes a ti mismo y
condenas al Hijo de Dios a quien Dios no condena. Deja que el Espíritu Santo elimine todas
las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no percibas a nadie si no es a través
de Su consejo, pues Él quiere salvarte de toda condenación. Acepta Su poder sanador y
extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su Voluntad es sanar al Hijo de Dios, con
respecto al cual Él no se engaña.

ENTREGARLE AL ESPÍRITU SANTO

Aprende a entregarle al Espíritu Santo todo aquello que no desees. El sabe qué hacer con ello.
Tú, sin embargo, no sabes cómo valerte de Su conocimiento. Cualquier cosa que se le entregue
que no sea de Dios, desaparece. No obstante, tú tienes que estar completamente dispuesto a
examinar eso que le entregas, ya que de otro modo Su conocimiento no te servirá de nada. Él
jamás dejará de prestarte ayuda, pues prestar ayuda es Su único propósito. ¿No es cierto acaso
que tienes más razones para temer al mundo tal como lo percibes, que para mirar a la causa del
miedo y abandonarla para siempre?

No ocultes el sufrimiento de Su vista, sino llévalo gustosamente ante Él. Deposita ante Su
eterna cordura todo tu dolor, y deja que Él te cure. No permitas que ningún vestigio de dolor
permanezca oculto de Su Luz, y escudriña tu mente con gran minuciosidad en busca de
cualquier pensamiento que tengas miedo de revelar. Pues Él sanará cada pensamiento
insignificante que hayas conservado con el propósito de herirte a ti mismo, lo expurgará de su
pequeñez y lo restituirá a la grandeza de Dios.

“Entrego de antemano al Espíritu Santo esta situación… para que Él la lleve ante la verdad. Y
no pongo en duda que todos desempeñarán perfectamente su papel. Me acompaña una Fuerza
de una gran magnitud que obrará cualquier milagro que sea necesario. Yo no debo interferir, y
no interferiré”. 
“Y demuestra que te has elevado muy por encima de cualquier situación que pudiese detenerte
y mantenerte separado de Aquel Cuya Llamada has contestado”
“Deposito toda mi fe en el Espíritu Santo, en mi hermano…, y en mí mismo. Y olvido todo”.

 (Cualquier pensamiento al respecto, o plan, es una interferencia)

DECIDIR CON DIOS

Una vez que has aprendido a decidir con Dios, tomar decisiones se vuelve algo tan fácil y
natural como respirar. No requiere ningún esfuerzo, y se te conducirá tan tiernamente como si
te es tuviesen llevando en brazos por un plácido sendero en un día de verano. Decidir parece ser
algo difícil debido únicamente a tu propia volición. El Espíritu Santo no se demorará en
contestar cada pregunta que le hagas con respecto a lo que debes hacer. Él lo sabe. El te lo dirá
y luego lo hará por ti, Y tú, que estás cansado, verás que ello es más reparador que dormir, pues
puedes llevar tu culpabilidad a tus sueños, pero no ahí.
TENTACIÓN DE DECIDIR POR TU CUENTA, SIN EL ESPÍRITU SANTO

Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz,
recuerda lo que realmente quieres, y di:
El Espíritu. Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?
¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?

Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los
peligros que este mundo pueda presentar ante ti para alterar tu paz mental. No te postres ante
los altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. Conténtate con lo que, sin duda
también, has de conservar, y no pierdas la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la
paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno.

AYUDA/ CURACIÓN

Estoy aquí únicamente para ser útil.


Estoy aquí en representación de Aquel que me envió.
No tengo que preocuparme por lo que debo decir ni por lo que debo hacer, pues Aquel que me
envió me guiará.
Me siento satisfecho de estar dondequiera que Él desee, porque sé que Él estará allí conmigo.
Sanaré a medida que le permita enseñarme a sanar.

DECISIONES ERRADAS

Tomar esta decisión no puede ser algo difícil. Esto es obvio, si te percatas de que si no te
sientes completamente dichoso es porque tú mismo así lo has decidido. Por lo tanto, el primer
paso en el proceso de des-hacimiento es reconocer que decidiste equivocadamente a sabiendas,
pero que con igual empeño puedes decidir de otra manera. Sé muy firme contigo mismo con
respecto a esto, y mantente plenamente consciente de que el proceso de des-hacimiento, que no
procede de ti, se encuentra no obstante en ti porque Dios lo puso ahí. Tu papel consiste
simplemente en hacer que tu pensamiento retorne al punto en que se cometió el error, y en
entregárselo allí a la Expiación en paz. Repite para tus adentros lo que sigue a continuación tan
sinceramente como puedas, recordando que el Espíritu Santo responderá de lleno a tu más leve
invitación:

Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz.


Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra.
Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz.
No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito, anulará todas las
consecuencias de mi decisión equivocada.
Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor de Dios por mí.

DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Te entrego este instante santo.


Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me
brindará paz.
Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo
dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los
regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él
habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo. (L.361-365)

LIBÉRATE DE LA CULPA

¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? Todo tu pasado, excepto su belleza, ha
desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. He salvaguardado todas tus bondades
y cada pensamiento amoroso que hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su
luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. Se encuentran más allá de la
destrucción y de la culpabilidad. Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios
crea es eterno. Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. Mi
bendición va contigo para que la extiendas. Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra.
Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. El corazón
la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. No
podemos perder. Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos
radica nuestra existencia. Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. Los Pensamientos de
Dios están contigo.

TENTACIÓN DE UN ÍDOLO

Padre, forjé una imagen de mí mismo, y a eso es a lo que llamo el Hijo de Dios. Mas la creación
sigue siendo como siempre fue, pues Tu creación es inmutable. No quiero rendirle culto a ningún
ídolo. L.283.1:1-3

Cuando un ídolo te tiente, piensa en lo siguiente:

Jamás te dio un ídolo cosa alguna, excepto el” regalo” de la culpabilidad.


Cada uno de ellos se compró con la moneda del dolor, y nunca fuiste tú solo
quien pagó por él. T.30.V.10:2-4

Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor. L.284

PRUEBAS POR LAS QUE PASAS

Las pruebas por las que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven a
presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección errónea, puedas ahora hacer una
mejor y escaparte así del dolor que te ocasionó lo que elegiste previamente. En toda dificultad,
disgusto o confusión Cristo te llama y te dice con ternura: "Hermano mío, elige de nuevo”. Él no
dejará sin sanar ninguna fuente de dolor, ni dejará en tu mente ninguna imagen que pueda ocultar a
la verdad. Él te liberará de toda miseria a ti a quien Dios creó como un altar a la dicha. No te dejará
desconsolado, ni solo en sueños infernales, sino que liberará a tu mente de todo lo que te impide ver
Su faz. Su santidad es la tuya porque Él es el único Poder que es real en ti. Su fortaleza es la tuya
porque Él es el Ser que Dios creó como Su único Hijo. (T.31.VIII.3)
Nadie le impone sanción alguna al Hijo de Dios, salvo la que él se impone a sí mismo. Cada
oportunidad que se le da para sanar es otra oportunidad más de reemplazar las tinieblas por la luz y
el miedo por el amor. Si la rechaza, se condena a sí mismo a las tinieblas, puesto que no eligió
liberar a su hermano y entrar con él en la luz. Al otorgarle poder a lo que no es nada, desperdicia la
gozosa oportunidad de aprender que lo que no es nada no tiene ningún poder. Y al no disipar las
tinieblas, se vuelve temeroso de ellas y de la luz. El gozo que resulta de aprender que las tinieblas
no tienen poder alguno sobre el Hijo de Dios es la feliz lección que el Espíritu Santo enseña, y que
desea que tú enseñes con Él. Enseñarla es Su gozo, tal como será el tuyo. (T.14.III.6)

Cada situación, si se percibe correctamente, es una oportunidad más para sanar tu mente.

MILAGROS

¿Crees que el Espíritu Santo se negaría a darte lo que quiere que tú des? No tienes ningún problema
que Él no pueda resolver ofreciéndote un milagro. Los milagros son para ti. Y todo miedo,
dificultad o dolor que tengas ya ha sido des-hecho. Él los ha llevado todos ante la luz, al haberlos
aceptado por ti y haber reconocido que nunca existieron. No hay ninguna lección tenebrosa que Él
no haya iluminado ya por ti. Las lecciones que quieres enseñarte a ti mismo, Él ya las ha corregido.
No existen en Su Mente en absoluto. Pues el pasado no ejerce ningún control sobre Él ni sobre ti. Él
no ve el tiempo como lo ves tú. Y cada milagro que te ofrece corrige el uso que haces del tiempo, y
lo pone a Su servicio. (T.14.XI.9)

Lo único que limita la dirección del Espíritu Santo es que crees que puedes estar a cargo de una
pequeña parte de tu vida o que puedes lidiar con ciertos aspectos de ella por tu cuenta. De esta
manera, quieres convertir al Espíritu Santo en alguien que no es confiable, y valerte de esta
imaginaria inconfiabilidad como una excusa para ocultar de Él ciertas lecciones tenebrosas que has
aprendido. Y al así limitar la dirección que deseas aceptar, eres incapaz de depender de los milagros
para que resuelvan todos tus problemas. (T.14.XI.8:4-6)

Dale gracias a Dios de que Él esté ahí y de que obre a través de ti. Pues todas Sus obras son tuyas.
ÉI te ofrece un milagro por cada uno que le dejes obrar a través de ti. (T.14.XI.10:8-10)

SIGNIFICADO DE LO QUE CONTEMPLO

Cuando te enfrentes con tal aparente incertidumbre con respecto al significado de algo, no juzgues
la situación. Recuerda la santa Presencia de Aquel que se te dio para que fuese la Fuente del juicio.
Pon la situación en Sus manos para que Él la juzgue por ti, y di:

Te entrego esto para que lo examines y juzgues por mí.


No dejes que lo vea como un signo de pecado y de muerte, ni que lo use para destruir.
Enséñame a no hacer de ello un obstáculo para la paz, sino a dejar que Tú lo uses por mí, para
facilitar su llegada. (T.19.IV.C(i).11:5-10)

ACUDIR A NUESTRO PADRE, DIOS

Venimos a Dios y con honestidad le decimos que no habíamos entendido, y le pedimos que nos
ayude a aprender Sus lecciones a través de la Voz del Maestro que Él Mismo nos dio. ¿E iba Dios
acaso a hacerle daño a Su Hijo? ¿O bien se apresuraría a contestar de inmediato, diciendo: "Este es
Mi Hijo, y todo lo que tengo le pertenece"? Ten por seguro que así es como responderá, pues éstas
son Sus Propias Palabras para ti. Y nadie podrá jamás tener más que esto, pues en esas Palabras
yace todo lo que existe y todo lo que jamás existirá por los siglos de los siglos, así como en la
eternidad. (Lecciones Finales, Introducción, página 520, párrafo 6)

PÍDELE TODO A TU MAESTRO

Pídele todo a Su Maestro y todo se te dará. No en el futuro, sino inmediatamente: ahora mismo.
Dios no espera, pues esperar comporta tiempo y Él es intemporal. Olvida tus absurdas
imágenes, tu sensación de debilidad y el temor a ser herido, tus sueños de peligro y todas tus
"malas acciones" Dios conoce sólo a Su Hijo, quien sigue siendo exactamente tal como fue
creado. Yo te pongo en Sus Manos con plena confianza, y doy gracias por ti de que así sea.

Y ahora, bendito seas en todo lo que hagas. Dios te pide ayuda para salvar el mundo. Maestro
de Dios, Él te ofrece Su gratitud y el mundo entero queda en silencio ante la gracia del Padre
que traes contigo. Tú eres el Hijo que Él ama, y te es dado ser el medio a través del cual Su
Voz se oye por todo el mundo, para poner fin a todo lo temporal, para acabar con la visión de
todo lo visible y para des-hacer todas las cosas cambiantes. A través de ti se anuncia un mundo
que, aunque no se ve ni se oye, está realmente ahí. Santo eres, y en tu luz el mundo refleja tu
santidad, pues no estás solo y sin amigos. Doy gracias por ti y me uno a tus esfuerzos en
Nombre de Dios, sabiendo que también lo son en mi nombre y en el nombre de todos aquellos
que junto conmigo se dirigen hacia Dios. AMÉN (M.29.7,8)

PAZ MENTAL

La paz mental es claramente una cuestión interna. Tiene que empezar con tus propios
pensamientos, y luego extenderse hacia fuera. Es de tu paz mental de donde nace una
percepción pacífica del mundo (L.34.1:2-4).

“Podría ver paz en lugar de esto” (L.34). Si se presentase alguna forma específica de ten-
tación en tu conciencia, el ejercicio deberá hacerse de esta forma: “Podría ver paz en esta
situación en lugar de lo que ahora veo en ella” (L.34.5:4).

Si los ataques a tu paz mental se manifiestan en forma de emociones adversas más


generalizadas, tales como depresión, ansiedad o preocupación, usa la idea en su forma original.
Si ves que necesitas aplicar la idea de hoy más de una vez para que te ayude a cambiar de
parecer con respecto a alguna situación determinada, trata de dedicar varios minutos a repetirla
hasta que sientas una sensación de alivio. Te ayudará si te dices a ti mismo lo siguiente:
“Puedo sustituir mis sentimientos de depresión, ansiedad o preocupación (o mis
pensamientos acerca de esta situación, persona o acontecimiento) por paz” (L.34.6).

TRANSCENDER NUESTRO EGO

Mirar de frente al ego e incluso investigar nuestro odio en toda su extensión, es importantísimo
para nuestro crecimiento. Esta lección refleja el otro aspecto, que se abandona a veces cuando le
damos excesiva importancia a mirar al ego. El otro aspecto es recordarnos firmemente a nosotros
mismos de la verdad de nuestra realidad exaltada: “Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy
santo”. En el Texto se nos dice:
Siempre que pongas en duda tu valor, di:
Dios Mismo está incompleto sin mí.
Recuerda esto cuando el ego te hable, y no le oirás. (T.9.VII.8:1-3)

Recordarnos a nosotros mismos la verdad es otra técnica muy poderosa que el Curso recomienda
para transcender nuestro ego.
ANFITRIÓN DE DIOS

Al prepararte para el instante santo, no intentes hacerte santo de antemano a fin de estar listo para
él. Eso sería confundir tu papel con el de Dios. La Expiación no puede llegarles a los que piensan
que primero tienen que expiar, sino sólo a aquellos que simplemente le ofrecen su buena voluntad
para de este modo hacer posible su llegada. La purificación es algo que es únicamente propio de
Dios, y, por lo tanto, es para ti. En vez de tratar de prepararte para Él, trata de pensar de esta
manera:
Yo que soy anfitrión de Dios, soy digno de Él.
Aquel que estableció Su morada en mí la creó como Él quiso que fuese.
No es necesario que yo la prepare para Él, sino tan sólo que no interfiera en Su plan para
reinstaurar en mí la conciencia de que estoy listo, estado éste que es eterno.
No tengo que añadir nada a Su plan.
Mas para aceptarlo, tengo que estar dispuesto a no substituirlo por el mío.

Y eso es todo. Añade algo más, y estarás simplemente desvirtuando lo poco que se te pide.
(T.18.IV.5:4-13, 6:1-2)

DAR/ RECIBIR

Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy.


La Ayuda que necesito para comprender que esto es verdad, está conmigo ahora.
Y confiaré en Él plenamente. (L.126.11:3-5)

ABANDONAR TODO PLAN

¿Qué no ibas a poder aceptar si supieses que todo cuanto sucede, todo acontecimiento, pasado,
presente y por venir; es amorosamente planeado por Aquel cuyo único propósito es tu bien? Tal vez
no hayas entendido bien Su plan, pues Él nunca podría ofrecerte dolor. Mas tus defensas no te
dejaron ver Su amorosa bendición iluminando cada paso que jamás diste. Mientras hacías planes
para la muerte, Él te conducía dulcemente hacia la vida eterna. Tu presente confianza en Él es la
defensa que te promete un futuro tranquilo, sin ningún vestigio de sufrimiento y lleno de un júbilo
que es cada vez mayor, a medida que esta vida se vuelve un instante santo, ubicado en el tiempo,
pero reconociendo únicamente la inmortalidad. No permitas que ninguna defensa, excepto tu
presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la
verdad, la cual sólo tus defensas podrían ocultar. Sin defensas, te conviertes en una luz que el Cielo
mismo, lleno de gratitud, reconoce como propia. Y te conducirá por los caminos que se diseñaron
para tu felicidad, de acuerdo con el plan ancestral que comenzó al nacer el tiempo. Tus seguidores
unirán su luz a la tuya, y ésta aumentará hasta que el júbilo ilumine al mundo. Y nuestros hermanos
gustosamente dejarán a un lado sus engorrosas defensas, que de nada les sirvieron y sólo les
causaban terror. Esperaremos hoy con gran expectación ese momento, llenos de absoluta confianza
en el presente, pues esto es parte de lo que se planeó para nosotros. Descansaremos en la certeza de
que se nos proveerá de todo cuanto podamos necesitar para lograr esto hoy. No haremos planes
acerca de cómo se va a lograr, sino que nos daremos cuenta de que nuestra indefensión es lo único
que se requiere para que la verdad alboree en nuestras mentes con absoluta certeza. (L.135.18-21)

ABANDONA TODO PENSAMIENTO


Y ESCUCHA EL JUICIO DE DIOS

Tú que a veces estás triste y a veces enfadado; tú que a veces sientes que no se te da lo que te
corresponde y que tus mejores esfuerzos se topan con falta de aprecio e incluso desprecio, ¡aban-
dona esos pensamientos tan necios! Son demasiado nimios e insignificantes como para que sigan
ocupando tu santa mente un solo instante más. El Juicio de Dios te espera para liberarte. ¿Qué
puede ofrecerte el mundo -independientemente de cómo juzgues sus regalos- que tú prefirieses
tener? Serás juzgado, y juzgado con equidad y honestidad. Dios no conoce el engaño. Sus pro-
mesas son seguras. Recuerda sólo eso. Sus promesas garantizan Su juicio, y sólo éste será aceptado
al final. Tu función es hacer que este final llegue cuanto antes. Tu función es mantener Su Juicio en
tu corazón y ofrecérselo a todo el mundo para así mantenerlo a salvo. (M.15.3:1-11)

El juicio Final no tendrá lugar hasta que deje de asociarse con el temor. Algún día cada cual le dará
la bienvenida, y ese mismo día se le concederá. Oirá su inocencia proclamada por todos los rincones
del mundo, y éste quedará liberado al aceptar el juicio Final de Dios sobre él. Este es el juicio sobre
el que descansa la salvación. Éste es el Juicio que lo liberará. Este es el juicio mediante el cual todas
las cosas serán liberadas junto con él. El tiempo se detiene a medida que la eternidad se aproxima, y
el silencio envuelve al mundo para que todos puedan oír este juicio acerca del Hijo de Dios:

Santo eres, eterno, libre e íntegro, y te encuentras para siempre en paz en el Corazón de Dios.
¿Dónde está el mundo ahora? ¿Y dónde el pesar? (M.15.1:4-12)

Maestro de Dios, ¿es éste el juicio que tienes acerca de ti mismo? ¿Crees que es completamente
cierto? No, todavía no, todavía no. Mas ése sigue siendo aún tu objetivo: la razón por la que estás
aquí. Tu función es prepararte para poder llegar a oír este Juicio y reconocer que es verdad. Basta
con que lo creas completamente durante un solo instante, para que vayas más allá de la creencia a
la Certeza. Un instante que pases fuera del tiempo puede producir el fin de éste. No juzgues, pues
sólo te juzgas a ti mismo, y así, no haces sino demorar el juicio Final. Maestro de Dios, ¿cuál es tu
juicio acerca del mundo? ¿Has aprendido ya a hacerte a un lado y a oír la Voz del juicio dentro de
ti? ¿O todavía intentas usurpar Su función? Aprende a aquietarte porque Su Voz se oye en la
quietud. Y Su Juicio les llega a todos los que se hacen a un lado, y escuchando calmadamente lo
esperan. (M.15.2:1-13)

TENTACIÓN DE UN VIAJE INÚTIL

Siempre que te sientas tentado de emprender un viaje inútil que no haría sino alejarte de la luz,
recuerda lo que realmente quieres, y di:
El Espíritu. Santo me conduce hasta Cristo, pues, ¿a qué otro sitio querría ir?
¿Qué otra necesidad tengo, salvo la de despertar en Él?

Síguele luego lleno de júbilo, confiando en que Él te conducirá a salvo a través de todos los
peligros que este mundo pueda presentar ante ti para alterar tu paz mental. No te postres ante los
altares del sacrificio, ni busques lo que sin duda perderías. Conténtate con lo que, sin duda
también, has de conservar, y no pierdas la calma, pues el viaje que estás emprendiendo hacia la
paz de Dios, en cuya quietud Él quiere que estés, es un viaje sereno. (T.13.VII.14-15)

DUDA DE QUÉ HACER

Siempre que tengas dudas acerca de lo que debes hacer, piensa en Su Presencia y repite para tus
adentros esto y sólo esto:

Él me guía y conoce el camino que yo no conozco.


Mas nunca me privará de lo que quiere que yo aprenda.
Por eso confío en que me comunicará todo lo que sabe por mí.

Déjale entonces que te enseñe quedamente cómo percibir tu inocencia, la cual está ya ahí.
(T.14.III.19)

RECORDAR TU IDENTIDAD

Acalla todo pensamiento y toda emoción y entra en el espíritu. Tu realidad es únicamente espíritu.

Identifícate con aquella parte de tu mente que está siempre quieta, serena y silenciosa. Identifícate
con la paz en tu interior. No busques fuera de ti mismo.

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

Lo que sufre no forma parte de mí.

BUSCAR Y HALLAR LA PAZ

No hay más voluntad que la de Dios. No puedo estar en conflicto. Estoy en paz. Nada puede
perturbarme. Mi voluntad es la de Dios. Mi voluntad y la de Dios son una. La Voluntad de Dios es
que Su Hijo esté en paz. Asegúrate de hacerle frente en seguida a cualquier pensamiento conflictivo
que pueda cruzar tu mente. Di de inmediato: “No hay más voluntad que la de Dios. Estos
pensamientos conflictivos no significan nada”. Si algún asunto parece ser muy difícil de resolver,
piensa en él brevemente, aunque de manera muy concreta, identificando la persona o personas en
cuestión y la situación o situaciones de que se trate, y di para tus adentros: “No hay más voluntad
que la de Dios. Yo la comparto con Él. Mis conflictos con respecto a _____ no pueden ser reales”.
“No hay más voluntad que la de Dios. Hoy busco Su paz”. Trata entonces de hallar lo que buscas
(L.74).

El tiempo no puede separarte de Dios si lo utilizas a favor de lo eterno. (T.11.III8:5)

No dejes que nada que esté relacionado con pensamientos corporales te demore en tu avance hacia
la salvación, ni que la tentación de creer que el mundo puede ofrecerte algo que deseas te retrase.
No hay nada aquí que valga la pena anhelar. Nada aquí es digno de un instante de retraso o de dolor,
ni de un solo momento de incertidumbre o de duda. Lo que carece de valor no ofrece nada. Lo que
verdaderamente tiene valor no se puede hallar en lo que carece de valor. (L.128.4:1-5)

Nada de lo que veo significa nada. Podría ver paz en lugar de esto. Podría ver en lugar de
.

Que hoy recuerde, Padre, que “me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Tus
Brazos” (L.235.1:3).

“¡Abandona esos pensamientos tan necios!” (M.15.3:1).

“La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto” (1:1).

Si te has equivocado y has escuchado al ego: No te preocupes ni te culpes (eso engorda al ego), dite
a ti mismo: “Esto es una oportunidad más de aprenderlo, una repetición más para aprender, ¡una
repetición menos que me queda!”

Todas las cosas suceden para el bien. Todas las cosas son una oportunidad más para sanar tu mente.

Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de
Dios (T.19.I.2:1).

En el pasado no se produjeron tampoco errores ni ocurrió nada que no sirviese para beneficiar al
mundo, así como a aquel a quien aparentemente le ocurrió. Tal vez esto no se entendió así en su
momento. Con todo, el maestro de Dios está dispuesto a reconsiderar todas sus decisiones pasadas,
si éstas le están causando dolor a alguien. Tener paciencia es algo natural para aquellos que tienen
confianza. Seguros de la interpretación final de todas las cosas en el tiempo, ningún resultado, ya
visto o por venir, puede causarles temor alguno. (M.4.VIII.1:6-10)

Que la paz se extienda desde mi mente hasta la tuya, [nombre]. Comparto la luz del mundo
contigo, [nombre]. (L.82)

La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. Debes estarle agradecido tanto por sus
pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las percibes
correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia. (T.12.I.6:1-2)

No le daré valor a lo que no lo tiene (L.133).

“El único propósito digno de tu mente que este mundo tiene es que lo pases de largo, sin detenerte a
percibir ninguna esperanza allí donde no hay ninguna” (L.128.2:3)

“No dejes que nada que esté relacionado con pensamientos corporales te demore en tu avance hacia
la salvación” (L.128.4:1)

“Esto no me tentará a que me demore. El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee”.
(L.128.8:3-4)

“Permanece muy quedo y en paz por un rato, y observa cuán alto te elevas por encima del mundo
cuando liberas a tu mente de sus cadenas y dejas que busque el nivel donde se siente a gusto”
(L.128.6:1).
“Para el Espíritu Santo el propósito del tiempo es que éste finalmente se haga innecesario”
(T.13.IV.7:3)

Vous aimerez peut-être aussi