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JUAN MANUEL PÉREZ GARCÍA

ESPÍRITU Y ALMA
EN LA REVELACIÓN POÉTICA

LD
Lemnos Drawing
Primera edición: 2009

Diseño editorial y forros: Juan Manuel Pérez García


Ilustración de cubierta: «El beso» de Gustav Klimt (1907-1908)
Dominio Público. Wikimedia Commons.
Ilustración de portadilla: «Erato» de Giuseppe Fagnani (1869).
Dominio Público. Wikimedia Commons.
© Juan Manuel Pérez García
© Lemnos Drawing
lemnosdrawing.blogspot.com

Comentarios: lemnosdrawing@gmail.com

CC BY-ND 2.0

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Ciudad de México, septiembre 20091

En la Grecia Antigua toda creación artística se


consideraba producto de la inspiración; don
divino otorgado por Apolo y las nueve Musas,
quienes residían en el monte Parnaso. Apolo,
según la mitología griega, es hijo del poderoso
Zeus Cronión y Leto, madre también de Arte-
misa, y era el dios titular de la belleza, la poesía
y la música; por esta razón las nueve Musas lo
acompañaban y se encontraban bajo su direc-
ción. Ellas eran diosas hijas también de Zeus y
Mnemosine, y sus nombres y campos de acti-
vidad eran: Caliope, musa de la poesía épica;
Erato, de la poesía lírica y cantos sagrados;
Melpémone, de la tragedia; Talía, de la co-
media; Terpsícore, de la música en general y el
baile; Euterpe, de la música de flauta y todos
los instrumentos de viento; Polimnia del arte
mímico; Clío, musa de la historia, y Urania, de
la astronomía.
1 Ponencia presentada en el Tercer Encuentro Nacional de
Cantautores en Moroleón. Tercer Festival de las Artes.
Espíritu y alma
Los más importantes poetas de la anti-
güedad daban inicio a sus obras con una in-
vocación a estas deidades femeninas; de esta
forma Homero, el rapsoda ciego, en La Odisea
comienza con una súplica a Caliope, quien tenía
como campo de actividad la poesía épica: «Há-
blame, Musa, de aquel varón de multiforme in-
genio que, después de destruir la sacra ciudad
de Troya, anduvo peregrinando larguísimo
tiempo…».2 Otro destacado poeta griego fue
Hesíodo, el bardo campesino, quien al inicio de
La Teogonía ofrenda una alabanza a las musas
de esta manera: «Ante todo, cantemos a las
Musas Heliconiadas que del Helicón habitan la
enorme y santa montaña, y con sus pies ligeros
danzan en torno a la fuente violeta y al altar del
poderosísimo Cronión…».3
Más adelante este mismo autor confiesa
que su talento poético es un don otorgado por
estas divinidades: «En otro tiempo, a Hesíodo
enseñaron ellas un hermoso canto mientras
apacentaba él sus rebaños bajo el Helicón sa-
grado […] me dieron como báculo pastoril una
rama de verde laurel admirable de coger; y me
inspiraron una voz divina, con objeto de que
pudiese yo decir las cosas pasadas y futuras;
y me ordenaron que cantase a la raza de los
dichosos Inmortales y a ellas mismas, que can-
tara siempre desde el principio hasta el fin…».4
2 Homero, La odisea, p. 1.
3 Hesíodo, Teogonía, p. 3.
4 Ídem.
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Espíritu y alma
El culto a Apolo y a las Musas fue heredada
por el pueblo romano y en la literatura latina
este tipo de exhortaciones se hicieron también
presentes. El gran poeta del Imperio, Publio
Virgilio Marón, empieza su máxima obra, La
Eneida, dirigiéndose, al igual que Homero, a
Caliope de la siguiente forma: «Recuérdame,
Musa, las causas de tan prolongado penar: re-
cuérdame por qué ofensa a sus designios o por
qué resentimiento empujó la reina de los dioses
a un hombre insigne por su piedad, a pasar sin
interrupción de una a otra desventura, a so-
portar tantas fatigas…».5
Por medio de todos estos ejemplos, puede
deducirse que dentro de la tradición grecola-
tina, el poeta no era más que un profeta, una
persona que habla en nombre y por inspiración
de una divinidad. La creación poética, para
estos dos pueblos, tenía entonces un carácter
sagrado, era una revelación concedida por las
Musas, que el poeta, en un acto de comunión,
repetía a todos los hombres. De esta manera, la
poesía era el fruto de un instante sacro de repe-
tición creadora.
En la Edad Media, la idea de la inspiración
como un soplo, en el cual las Musas revelan al
poeta el canto que ha de entonar, glorificando
a los dioses o los grandes héroes, será modifi-
cado. Dentro de la poesía lírica, surgió en Italia
un grupo de poetas que crearon un estilo co-
5 Virgilio, La Eneida, p. 21.
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Espíritu y alma
nocido como el Dolce Stil Nuovo, grupo en el
cual se destacó, como la máxima figura, Dante
Alighieri; autor de una de las más importantes
obras de la literatura universal: La Divina Co-
media. Este laureado poeta afirma que solo se
puede escribir bajo el dictado del amor, aseve-
ración que se encuentra en su más importante
obra: «Soy uno que cuando Amor me inspira,
anoto, y de esta forma voy expresando aquello
que me dicta».
Sin embargo, Dante no solo atiende a la voz
del Amor en el momento de la creación, sino
también del Ser Supremo, cuando frente a Él
se encuentra en la cúspide del Paraíso y se le
revela como una Luz Divina, al cual invoca de
esta manera:

¡Oh suma luz que tanto sobrepasas


los conceptos mortales, a mi mente
di otro poco, de cómo apareciste,

y haz que mi lengua sea tan potente,


que una chispa tan solo de tu gloria
legar pueda a los hombres del futuro;

pues, si devuelves algo a mi memoria


y resuenas un poco en estos versos,
tu victoria será entendida!6
6 Dante Alighieri, La divina comedia, p. 738.
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Espíritu y alma
Para Dante Alighieri el Amor es la fuente
de donde brota la poesía, solo basta estar ena-
morado para escuchar los dictados de su voz;
sin embargo, cuando el poeta se enfrenta ante
algo que supera las capacidades de la memoria,
ante aquello que no puede repetir cabalmente,
solicita la inspiración proveniente del Ser Su-
premo. Nuevamente vemos que el verdadero
acto creativo, proviene de una fuerza externa,
de un ser misterioso o divino, ajeno al poeta,
cuya única misión es comunicar al resto de los
hombres, lo que se le ha revelado.
Esta concepción cambió de manera radical
en el Romanticismo. El escritor norteamericano
Edgar Allan Poe en el texto Filosofía de la com-
posición, explica como ese momento de arro-
bamiento casi místico, en el cual el poeta oye
la sutil voz de las Musas o del Amor, no es más
que un velo que gustan poner los poetas, para
mantener oculto todo el largo proceso creativo
que se lleva acabo al escribir un poema, de este
forma este literato comenta:

Muchos escritores, especialmente los poetas,


prefieren dejar creer a la gente que escriben
gracias a una especie de sutil frenesí o de
intuición extática; experimentarían verda-
deros escalofríos si tuvieran que permitir al
público echar una ojeada tras el telón, para
contemplar los trabajos y vacilantes em-
briones de pensamientos, la verdadera de-
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Espíritu y alma
cisión adoptada en el último momento, la
idea entre vista tantas veces solo como un
relámpago y que durante tanto tiempo se re-
siste a mostrarse a plena luz, el pensamiento
plenamente maduro pero desechado por ser
de índole inabordable, la elección prudente
y los arrepentimientos, las dolorosas raspa-
duras y las interpolaciones…7

De esta forma Allan Poe desmitifica aquel


instante de revelación y nos muestra como
el acto de creación poética, no es más que un
arduo y largo trabajo, en el cual el poeta se
equivoca y corrige; hace modificaciones de úl-
timo momento; desecha lo que considera ina-
propiado; piensa, reflexiona, busca la palabra
adecuada; planea la línea que lo ha de conducir
al desenlace «antes de que la pluma ataque el
papel». Toda obra literaria es producto de un
trabajo intelectual, nunca de una fuerza extraña
al autor, ni de la intuición ni del azar, cada uno
de los elementos que la componen han sido in-
corporados a la obra con plena lucidez.
A partir de esta nueva visión, la fuerza
creadora de la palabra se restituyó al poeta,
en él radica la voluntad de la creación; sin em-
bargo, a pesar del esfuerzo constante del pen-
samiento de reducir todo a sus propias leyes,
«en el momento de la expresión hay siempre
una colaboración fatal y no esperada. Esta co-
7 Edgar Alan Poe, El cuervo y otros poemas, p.14-15.
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Espíritu y alma
laboración puede darse con nuestra voluntad
o sin ella, pero asume siempre la forma de una
intrusión».8 En el acto de escribir poemas se
sintetizan dos fuerzas contrarias, que están en
una lucha constante, que se repelen y al mismo
tiempo se entrelazan, se anudan. Toda oposi-
ción ―cielo y tierra, espíritu y alma, hombre
y mujer― son polaridades que reconciliadas,
producen la creación y la reproducción de la
vida. La poesía es el fruto de un instante de
comunión entre la razón y la intuición, entre
la voluntad y el azar, entre la lógica y la ins-
piración; «en manos del poeta el lenguaje no
es solo un instrumento lógico sino también un
instrumento mágico […] El círculo del poeta no
es pues un círculo lógico únicamente; tampoco
es únicamente un círculo mágico, sino la com-
binación y la superación de estas dos potencias
antagónicas del lenguaje: la potencia lógica y la
potencia misteriosa».9
A estos conceptos antinómicos corres-
ponden los términos: espíritu y alma. El mundo
grecolatino hablaba de una intervención divina
por parte de las Musas en el acto de la creación,
pero esta voz inspiradora realmente nunca fue
ajena al poeta; debe verse más bien como el
campo de acción del alma ―en el cual todas las
leyes, naturales y morales, son abolidas; donde
predomina una sensación de arbitrariedad y
8 Octavio Paz, El arco y la lira, p. 157.
9 Xavier Villaurrutia, “Introducción a la poesía mexicana”,
Obras completas, p. 764.
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Espíritu y alma
capricho, regido todo por algo aparentemente
extraño a nosotros―, y el campo de acción del
espíritu ―donde la voluntad implanta orden,
otorga forma y sentido a la expresión mediante
una coherencia lógica.
Al alma concierne la inspiración y al espíritu
el pensamiento; ella produce imágenes, mien-
tras él las entrelaza, las organiza; ella crea, él
proyecta un poema y lo lleva a su final; ambos
son una totalidad indivisible en un estado de
combinación de pasividad activa, en el cual no
se puede discernir dónde termina la voluntad y
empieza la pura pasividad. He aquí el génesis de
la creación, la presencia de la imagen producto
del alma, previa al pensamiento y aún ajena al
poema, que el espíritu escribió vigilante, lúcido
y reflexivo.

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Espíritu y alma
REFERENCIAS BILIOGRÁFICAS
ALLAN POE, Edgar. El cuervo y otros poemas,
tr. Gabriela Stoppelman. Buenos Aires,
Longseller, 2000 (Clásicos de bolsillo 54).
ALIGHIERI, Dante. La divina comedia, tr.
Luis Martínez de Merlo. 7ª ed. Barcelona,
Cátedra, 2001 (Letras universales 100).
HESÍODO. Teogonía. Los trabajos y los días.
El escudo de Heracles. Idilios de Bión. Idi-
lios de Mosco. Himnos órficos, 7ª ed. Mé-
xico, Porrúa, 1990 (Sepan cuantos… 206).
HOMERO. La odisea, tr. Luis Segala y Esta-
lella, 25ª ed. México, Porrúa, 1993 (Sepan
cuantos… 4).
PAZ, Octavio. El arco y la lira, 3ª ed. Mé-
xico, Fondo de Cultura Económica, 2003
(Lengua y estudios literarios).
VILLAURRUTIA, Xavier. Obras. Poesía.
Teatro. Prosas varias. Crítica, 2ª ed. Mé-
xico, Fondo de Cultura Económica, 996
(Letras mexicanas).

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Lemnos Drawing es un proyecto y marca personal
bajo el cual se edita y publica el trabajo creativo y
académico realizado por Juan Manuel Pérez Gar-
cía, escritor, editor y docente, con estudios en Len-
gua y Literaturas Hispánicas, en la Universidad Na-
cional Autónoma de México. Si deseas conocer más
sobre su labor literaria y leer diversas publicaciones
de su autoría, como son microcuentos, cuentos bre-
ves, cuentos, poesías, ensayos y crónicas, accede al
siguiente enlace:

https://lemnosdrawing.blogspot.com
LD
Espíritu y alma en la revelación poética, de
Juan Manuel Pérez García, se terminó el mes de
septiembre de 2009 en los estudios de Lemnos
Drawing. Primera edición. Su composición se
realizó en tipo Georgia en 12:00, 14:00 y 16:00
puntos. La edición es exclusivamente digital.

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