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Tepatitlán

Una cruz y una rosa custodian


el árbol de san Tranquilino
+ El Padre Ubiarco llegó a Tepa a sustituir al que había huido
Por Georgina González Ontiveros.- La fe no decae. Aunque ellos siguen buscando el
san Tranquilino Ubiarco no ha sido el santo más popular del grupo árbol para hacer
de sacerdotes y laicos cristeros que fueron canonizados hace ya peticiones, orar o dejar
siete años por el Papa Juan Pablo II (es santo Toribio Romo a rosas, mientras que los
quien más siguen los fieles), el lugar donde murió sigue siendo restos de san
objeto de veneración y el árbol donde fue colgado, considerado Tranquilino reposan en
milagroso, aún sigue en pie, a pesar de que los fieles le han arrancado la parroquia de San
casi toda la corteza, buscando algún prodigio divino. Francisco de Asís. Cada
Durante la guerra cristera 25 sacerdotes y laicos murieron en 5 de octubre, en el
diferentes hechos y en diferentes lugares, la mayoría en la zona de aniversario de su
Los Altos y el Norte de Jalisco, aunque también en otros estados martirio, una
como Michoacán y Colima. Todos fueron beatificados hace 16 peregrinación recorre las conmemorar la fecha, recordando las
años, en 1992, y canonizados en el 2002. El grupo fue llamado calles a pie desde el palabras de san Tranquilino: “Ya me voy a
“Cristóbal Magallanes Jara y 24 compañeros mártires” según los centro de la ciudad hasta mi parroquia, a ver qué puedo hacer, y si
documentos del Vaticano. la Alameda a me toca morir por Dios, bendito sea”.
San Tranquilino Ubiarco, perteneciente a ese grupo, fue
martirizado en Tepatitlán el 5 de octubre de 1928 en un árbol
cerca del río Tepatitlán. Ahora ese árbol, en la zona conocida
como La Alameda, sigue existiendo a 80 años de distancia,
sostenido por una enorme cruz de metal.
Tranquilino Ubiarco nació en Ciudad Guzmán el 08 de
julio de 1899. Sus restos se encuentran en Tepatitlán, donde
fue asesinado por las fuerzas federales en plena batalla
cristera. Según lo explica la arquidiócesis de Guadalajara, su
niñez estuvo llena de privaciones. Inició su formación escolar
en el Asilo del Salvador, de allí pasó a la escuela oficial, donde
cursó el tercer año de primaria, simultáneamente se integró a
un círculo vocacional y ahí nació su inquietud por el sacerdocio
ministerial.
A los diez años de edad ingresó al Seminario Auxiliar de
Zapotlán el Grande, su lugar de origen, y fue ordenado
presbítero el 5 de agosto de 1923. Fue trasladado a la parroquia
vecina, Juchipila, en donde permaneció menos de un año
pues ahí lo sorprendió el enfrentamiento entre el Estado
Mexicano y la Iglesia Católica. Luego fue nombrado vicario
de la Parroquia de Lagos de Moreno y posteriormente, de la
parroquia de Tepatitlán sustituyendo al titular que huyó.
“Cuando llegó ahí la tensión era máxima. Con poco apoyo,
vestido como obrero o campesino, rodeado de peligros, ejerció
su ministerio durante quince meses en casas particulares,
cada día en una distinta. En tanto, el ejército federal quiso
reprimir a la población civil que se solidarizaba con los
católicos e implementó el dispositivo más cruel de que se
tenga memoria: concentrar a los vecinos de rancherías, aldeas
y villas, en las cabeceras de los municipios. A Tepatitlán
llegaron centenares de menesterosos; muchos de ellos fueron
atendidos por la solicitud del Padre Ubiarco, quien estableció
un comedor público en el que llegaron a distribuirse hasta
cien raciones diarias de alimento”, cita la biografía que publicó
la arquidiócesis de Guadalajara.
La noche del 5 de octubre, varios soldados, guiados por
el presidente municipal Arturo Peña, aprehendieron al
sacerdote y lo recluyeron en un calabozo. El Padre Tranquilino
invitó a los otros presos a rezar el Rosario. Dos horas después
lo hicieron comparecer ante el jefe de armas, coronel José
Lacarra, quien decretó en el acto la pena de muerte.
“Camino a su suplicio –continúa la biografia- el Padre
Ubiarco quiso saber cuál de los soldados le daría muerte y
como nadie le respondió, dijo: ‘Todo está dispuesto por Dios,
y el que es mandado, no es culpable’. Al escuchar esto, el
soldado que había recibido la orden, se declaró incapaz de
cumplimentarla, por lo que su superior inmediato ordenó su
arresto. Preguntó luego el prisionero con qué instrumento le
darían muerte, y le mostraron una soga, que sin más bendijo.
Elegida la rama de uno de aquellos árboles, lo ahorcaron”.
Ya pasaron 80 años, pero desde la beatificación, hace 16,
el árbol donde fue colgado san Tranquilino sigue en pie aunque
los fieles lo han dejado casi seco. Se dice que con la corteza se
prepara un té que cura enfermedades milagrosamente y eso
ha hecho que haya sido arrancada, pedazo a pedazo, casi por
completo. Desde hace algunos años, inclusive, se impidió
que se arrancara más corteza, colocando una cerca alrededor
del tronco para prohibir el acceso.
Ahora, el lugar tiene un relieve de piedra representando
el momento en que fue bajado del árbol después de haber sido
asesinado, mientras que el tronco es sostenido por una gran
cruz de metal. Al mismo tiempo, un templo se construye
justo al lado de este árbol pero aunque lleva varios años en
edificación, el proyecto no ha podido ser terminado debido a
la falta de fondos.
Para los fieles, la falta de templo no es problema, pues

6 7 días Sábado 22 de marzo de 2008

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