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“Los cinco primeros años de vida constituyen el periodo de mayor actividad para el sí-mismo [= self]. En este breve segmento del arco vital se ponen los cimientos que determinarán la estructura futura de la personalidad.
De todos los programas arquetípicos que se activan en esta etapa de la vida, el apego mediador a la madre es el más decisivo. El carácter satisfactorio o insatisfactorio de esta relación primordial influirá en todas las relaciones posteriores con las personas, la sociedad y el mundo. (…)
En su condición de genio organizador oculto detrás de la personalidad total, el sí-mismo es el encargado de llevar a la práctica el proyecto de la vida en todas y cada una de las fases del ciclo vital (…)
El objetivo del sí-mismo es la totalidad. Jung llamó búsqueda de la individuación a este proceso que se prolonga durante toda la vida (…)
Su propósito intrínseco es alcanzar la autorrealización más completa posible del sí-mismo en la psique y en el mundo (…)
En la mayoría de las culturas, la fenomenología del sí-mismo se identifica con dios o con el panteón de los dioses, por lo que dios y el sí-mismo acaban compartiendo el mismo simbolismo. Un ejemplo típico es la imagen que se conoce por el término sánscrito mándala.”
(Anthony Stevens, Jung o la búsqueda de la identidad)
“Los cinco primeros años de vida constituyen el periodo de mayor actividad para el sí-mismo [= self]. En este breve segmento del arco vital se ponen los cimientos que determinarán la estructura futura de la personalidad.
De todos los programas arquetípicos que se activan en esta etapa de la vida, el apego mediador a la madre es el más decisivo. El carácter satisfactorio o insatisfactorio de esta relación primordial influirá en todas las relaciones posteriores con las personas, la sociedad y el mundo. (…)
En su condición de genio organizador oculto detrás de la personalidad total, el sí-mismo es el encargado de llevar a la práctica el proyecto de la vida en todas y cada una de las fases del ciclo vital (…)
El objetivo del sí-mismo es la totalidad. Jung llamó búsqueda de la individuación a este proceso que se prolonga durante toda la vida (…)
Su propósito intrínseco es alcanzar la autorrealización más completa posible del sí-mismo en la psique y en el mundo (…)
En la mayoría de las culturas, la fenomenología del sí-mismo se identifica con dios o con el panteón de los dioses, por lo que dios y el sí-mismo acaban compartiendo el mismo simbolismo. Un ejemplo típico es la imagen que se conoce por el término sánscrito mándala.”
(Anthony Stevens, Jung o la búsqueda de la identidad)
“Los cinco primeros años de vida constituyen el periodo de mayor actividad para el sí-mismo [= self]. En este breve segmento del arco vital se ponen los cimientos que determinarán la estructura futura de la personalidad.
De todos los programas arquetípicos que se activan en esta etapa de la vida, el apego mediador a la madre es el más decisivo. El carácter satisfactorio o insatisfactorio de esta relación primordial influirá en todas las relaciones posteriores con las personas, la sociedad y el mundo. (…)
En su condición de genio organizador oculto detrás de la personalidad total, el sí-mismo es el encargado de llevar a la práctica el proyecto de la vida en todas y cada una de las fases del ciclo vital (…)
El objetivo del sí-mismo es la totalidad. Jung llamó búsqueda de la individuación a este proceso que se prolonga durante toda la vida (…)
Su propósito intrínseco es alcanzar la autorrealización más completa posible del sí-mismo en la psique y en el mundo (…)
En la mayoría de las culturas, la fenomenología del sí-mismo se identifica con dios o con el panteón de los dioses, por lo que dios y el sí-mismo acaban compartiendo el mismo simbolismo. Un ejemplo típico es la imagen que se conoce por el término sánscrito mándala.”
(Anthony Stevens, Jung o la búsqueda de la identidad)