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Todo lo sólido se desvanece en el aire: la “Araucanización” de Pampa y Patagonia.

Matías Fernando Jones


FHyCS, UNPSJB – Docente EAS 900, Rawson

El objetivo de este trabajo es dar cuenta de otro marco de interpretación de un fenómeno que
se ha denominado “Araucanización de Pampa y Patagonia”. Para ello es necesario tener en
cuenta los conceptos de geopolítica del conocimiento, espacialización, identidad territorial,
comercio, relaciones de parentesco y alianzas para ver como los sujetos históricos se miraban
así mismo y como describían el lugar donde vivían. Las relaciones de contacto entre los
pueblos prehispánicos son anteriores a la formación de los estados- nación, como así también
a toda delimitación que tenga que ver con límites provinciales. Las diferentes parcialidades de
indígenas que habitaban hacia ambas vertientes de los Andes vivían en contacto por el
comercio, como así también por las relaciones de parentesco. Esto hecha por tierra toda tesis
esencialista de la etnia como algo puro, estático, inmóvil. Más bien lo que vemos
desarrollarse en lo que hoy es Pampa y Patagonia es un gran proceso de mestizaje, de
hibridación cultural entre diferentes parcialidades de Tehuelches y Mapuches que dio lugar a
diferentes gentilicios y jefaturas.

En tres diferentes apartados se exponen; el origen de la tesis de la “Araucanización de Pampa


y Patagonia”, las posturas alternativas a dicha tesis y por último nuestra propuesta en torno al
tema.

1
El interés en realizar este trabajo me lo aportó un libro de Carlos Moyano (2007) cuyo titulo
reza así: “Crónicas de la Resistencia Mapuche”. En un apartado dedica su atención a la
mentada tesis de la “Araucanización de Pampa y Patagonia” y es el eje que me permite
articular las diferentes visiones sobre el tema.
Se ha dicho en muchos libros de historia que los mapuches son de Chile y que han venido a la
Argentina desde aquél país. Dicha tesis ha sido divulgada en los textos escolares donde los
estudiantes de primaria aprenden que los Tehuelches son argentinos y los Mapuches chilenos,
un ejemplo de ello es el libro de texto “Chubut Pura naturaleza” para escolares de 4 grado.
Este proceso se ha explicado bajo el nombre de “Araucanización de las Pampas”. Según los
sostenedores de esta hipótesis (Palermo, Mandrini, Casamiquela) en el siglo XVII los
mapuches, al verse presionados por la presencia de los españoles, habrían cruzado la
cordillera hacia el este y en ese transcurso habrían producido una nueva invasión sobre otros
pueblos indígenas que algunos estudiosos no dudan en calificar de “argentinos” aunque no
existía un país, ni un estado con tal nombre y menos aún el Virreinato del Río de la Plata.
Julio Vezub citando a Raúl Mandrini da cuenta del origen de tal hipótesis: “La escuela
Histórico-Cultural definió al concepto como el establecimiento paulatino de indios de origen
chileno en algunos puntos del actual territorio argentino como a la incorporación por las
poblaciones locales de un conjunto de rasgos culturales de ese origen. Dicho proceso culminó
a mediados del siglo XIX con la formación de una extensa unidad lingüística y cultural que se
prolongaba desde la costa del Pacífico en Chile Central hasta el territorio bonaerense, por el
oriente” (Vezub, 2003:5). (El subrayado es mío).
A pesar de tomar distancia de la postura de esta corriente, Mandrini no duda en calificar de
“chilenos” a los mapuches, ya que la “araucanización” consiste en “Por un lado, la difusión
de influencias y elementos culturales de origen chileno que fueron incorporados por las
poblaciones de la región; por otro, el asentamiento en ella de grupos de mapuches chilenos”.
(Mandrini- Ortelli, 1992:35-37) (El subrayado es mío)
Por el lado chileno José Bengoa (2000:54) también asiente con esta hipótesis y como fuente
toma a los intelectuales y militares artífices del genocidio cometido por las huestes de Roca
sobre los pueblos originarios, me refiero a Estanislao Zeballos, Carlos Whalter y Álvaro
Barros.
El más ardiente defensor de esta hipótesis es Rodolfo Casamiquela, quien basándose en
criterios raciológicos concluye que determinados caracteres biológicos presuponen una
identidad étnica y una cultura, y que “los pueblos no se construyen en el contacto. Si son

2
etnias diferentes en principio son enemigos” (Vezub, 2006:26-27) Como sostiene Vezub,
“este razonamiento se dificulta ante la evidencia histórica de que el mestizaje, y la intrincada
red de matrimonios provocaban que todos fuesen parientes de una u otra forma, según el decir
de Bengoa.” (2006:27)
Para Casamiquela (2007:9) “mapuches”, “azuleros”, “manzaneros”, “Picunches”,
“huilliches”, “ranqueles”, “tehuelches”, “tehuelches pampas” “ngoluche”, “waizüfche o
inalmawizache” son etnias diferentes a pesar que todas las expresiones, salvo el gentilicio
“pampa”, son de la lengua zungun, es decir la hablada por los mapuches. Los mapuches se
habrían encargado de aculturar a los pueblos vecinos: Huilliches, Cuncos, Chonos, que
habitaban al sur del Toltén. Al decir de Casamiquela estos pueblos sostenían una profunda
enemistad y odio hacia los mapuches, a pesar de haber actuado juntos en la resistencia ante
los españoles. Eugenio Alcaman1 sostiene que los Huilliches hablaban una variación dialectal
del mapuzungun, llamado tsesungun, variación conforme a un patrón geográfico dentro de
una unidad lingüística del idioma mapuche.
Según Casamiquela los Pehuenches (gente del pehuen, de las araucarias) serían un pueblo
totalmente diferente a los mapuches, por el criterio raciológico, por el uso de toldos y no
rucas, porque usan canoas y constituyen un pueblo hídrico, a pesar de que emplean la lengua
zungun y practican las mismas ceremonias religiosas que los “trasandinos” mapuches. Lo
mismo que los puelches (gente del este) serían un pueblo totalmente diferente, con una lengua
diferente pero sin embargo su gentilicio es mapuche.
La araucanización habría sido llevada a cabo por los Picunches y los Huilliches, pero no por
los mapuches o araucanos. Recién hacia 1820 habrían llegado al territorio que hoy se conoce
como “La Pampa” un contingente mapuche “propiamente dicho”, es decir procedente de la
región comprendida entre los ríos Cautín y Toltén, llamados voroganos. Estos fueron
derrotados por Calfucura, cacique Pehuenche, no mapuche, no araucano, al decir de
Casamiquela. No se entiende, entonces, por qué Huilliches y Picunches, no mapuches,
habrían producido la “araucanización” (recordemos que para el autor esta palabra es sinónimo
de mapuche) cuando supuestamente son etnias diferentes a la mapuche que tienen una lengua
y cultura diferente y tampoco sabemos con que necesidad incurrirían en el territorio oriental
de los andes. Además la suposición de que los mapuches (es decir los reches) tuvieron que
emigrar de su territorio por la presión española, lo que los a obligo a cruzar los Andes,

1
Eugenio Alcaman. <Los mapuche-huilliche del futahuillimapu septentrional: expansión colonial, guerras
internas y alianzas políticas (1750-1792)> en Adrián Moyano. Crónicas de la Resistencia Mapuche. Bariloche,
2007.Pág. 108.

3
imponiendo lengua y costumbres a otros pueblos, es insuficiente, porque la resistencia ante
los españoles no los hizo abandonar su territorio, más bien lo ampliaron, de la mano del toqui
Pelantaro, llevando la frontera hasta el Bio-Bio y estableciendo acuerdos con los españoles
que reconocieron la independencia de los reches.
Por otra parte el historiador chileno Carreño Palma (2007:9) analizando la sociedad de
frontera (siglos XVII-XVIII), el contacto entre la sociedad criolla y los indígenas en la
conformación del circuito económico de Valdivia, Araucania y las Pampas, hace alusión a los
Pehuenches y Huilliches asentado a ambos lados de la cordillera, en la latitud correspondiente
a Valdivia y Neuquén respectivamente. Estas parcialidades fueron fundamentales en el amplio
circuito comercial que unía la producción ganadera de las llanuras pampeanas con los
mercados del Pacífico, ellos comerciaban directamente con los hispanos criollos y actuaban
como intermediarios con aquellos grupos que no estaban en contacto con el blanco. El
comercio era un vínculo vital para las parcialidades, de esta manera los Ranqueles de Mamül
Mapu eran un importante mercado para los Pehuenches y para los Huilliches que concurrían a
permutar ponchos por hacienda que era destinada principalmente al mercado chileno.
(Varela-Manara, 2006:28).
Entre las parcialidades mapuches era importante reservar en secreto los pasos cordilleranos
que comunicaban con las plazas comerciales, especialmente Valdivia. El padre Menéndez, en
su tercera incursión al lago Nahuel Huapi, casi pierde la vida porque cruzó desde el reino de
Chile sin permiso por el paso de Rancó. Después de una junta entre Pehuenches y Puelches
acordaron cerrar definitivamente el paso, los comerciantes debían respetar una formalidad
para ingresar en territorio indígena. Este es otro ejemplo del contacto entre parcialidades que
tenían un fluido contacto hacia ambas vertientes de los Andes en este caso entre Pehuenches,
Puelches y Serranos2 de Ranco, que al decir de Casamiquela, son diferentes, enemigas.
El argumento empleado por la etnografía de Casamiquela para clasificar a las etnias, consiste
en atribuirle a lo geográfico un carácter condicionante de lo social, es decir el medioambiente
opera como un límite en la conformación de diferentes etnias. Esta forma de proceder lo lleva
a identificar la totalidad del pueblo mapuche con la parcialidad “araucana” comprendida entre
los ríos Toltén y Cautín.

2
Eugenio Alcamán menciona que según Ricardo Latcham, los serranos “surgieron de la fusión de los puelche y
los huilliches propiamente dichos que se escapaban de las expediciones esclavistas del siglo XVII”. Citado en
Adrián Moyano El limay y el negro, frontera permeable entre mapuches y tehuelches. VII Congreso de Historia
Social y Política de la Patagonia Argentino-Chilena.Trevelin. Noviembre de 2007. Pág.65.

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II

En su tesis doctoral Vezub ofrece otras alternativas al planteo esencialista de la escuela


histórico-cultural. Cita a Guillaume Boccara quien se encargó de estudiar el surgimiento de la
identidad mapuche como producto histórico surgido de las transformaciones objetivas y
subjetivas acontecidas en el occidente de los Andes entre los siglos XVI y XVII. El trabajo da
cuenta del origen del término “mapuche” y se trata de un proceso de etnogénesis: “[...] lejos
de haber dominado y sometido a los indígenas, los españoles pusieron en marcha una
dinámica de cambios tremendos que condujeron a la génesis, a la construcción histórica y a la
aparición de una nueva etnia: los mapuche.” (1996:672).
Si el etnónimo mapuche aparece recién en las fuentes para mediados del siglo XVIII, ¿cómo
es posible sostener la “araucanización” de Pampa y Patagonia en el siglo XVI-XVII? Es decir
si no existían todavía los mapuches, ¿quiénes fueron los que cruzaron los Andes y
“araucanizaron” a las demás parcialidades “no mapuches”?

Por otro lado cuando los españoles comienzan a invadir el espacio ocupado por las diferentes
parcialidades mapuches cobran relevancia las alianzas políticas que en algunos casos se
extienden hasta las últimas batallas libradas ante el avance de los estados-nación argentino y
chileno.
El famoso poeta Alonso de Ercilla, en su obra “La Araucana”, da cuenta de la alianza entre
Puelches y Guluches en el ejército que comandara el toqui Kawpolikan ante los invasores
españoles en el año 1569. Otro caso de alianza política lo constituye la llevada a cabo por los
Puelches del Neuquén y parcialidades de la Araucania en el siglo XVI cuando los españoles
incursionaban sus territorios en busca de esclavos.
También los Puelches apoyaban a los lelfunches (llanistas) y los wenteche (arribanos) contra
las avanzadas españolas.
Si bien existía el conflicto entre las diferentes parcialidades, producto de la lucha por
recursos, por mujeres, por tratados con la sociedad hispano-criolla, un interés en común para
todo el territorio indígena es la lucha y defensa de tal territorio. De esta manera parcialidades
mapuches y tehuelches se aliaban en momentos críticos, así lo evidenció el jesuita Thomas
Falkner en el siglo XVIII cuando menciona a los Leuvuches que habitaban las márgenes del
Río Negro, y que en caso de guerra acudían a su llamado los Chechets, Tehuelhets, Huilliches
y Pehuenches. (Falkner, 1974:129-130)

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Desde una clave política- militar Leonardo León Solís (1981) explicó los lazos de intercambio
político y solidaridad militar establecidos a través de los Andes entre distintos grupos
indígenas. De este trabajo interesa ver la homogeneidad cultural y lingüística que existía a
mediados del siglo XIX, y que es parte de una continuidad, que el autor relaciona con la
“araucanización de la pampa” y da por resultado la conformación del territorio indio (sur de
Mendoza, San Luis, Córdoba, regiones occidentales de Bs. As hasta el sur austral con un
apéndice sobre el Pacífico).
Su posición critíca la literatura, sobre todo la argentina, relacionada con el tema que trata de
ver el carácter “chileno” en las invasiones sobre las haciendas fronterizas.
Esa comunidad cultural y lingüística es la base que permitió el origen de confederaciones
militares que unía a Calfucura con ranqueles, huilliches y serranos-pampas de Tandil. Si bien
uno de los objetivos de esta alianza, eran las malocas para obtener ganado que era
comercializado en Chile, el objetivo central de la resistencia indígena era la autonomía
territorial y política. El hecho de defender estos ideales dio lugar a la solidaridad militar y se
expresa como defensa de la sociedad indígena global contra Chile y Argentina, exceptuando a
los cazadores recolectores del extremo sur patagónico. La maloca representó el resultado de
un esfuerzo común y coordinado realizado por los arribanos (wenteche) y sus aliados de las
pampas de agrupar a sus guerreros bajo un mando homogéneo. Al morir Calfucura y al ser
derrotado Quilapan, se acabaron las posibilidades de una alianza a través de los pasos andinos
capaz de detener el avance de los blancos. Con ello concluye el periodo de autonomía e
independencia política de los arribanos y sus aliados de las pampas.
Estas alianzas son un claro ejemplo de una identidad cultural común más allá de ser acuerdos
políticos, y dejan en claro que existió un desarrollo simultáneo hacia ambas vertientes de los
Andes del pueblo Mapuche antes de la “araucanización”.

Otro punto que cuestiona la hipótesis de la “araucanización” es la existencia de numerosos


topónimos en ríos, lagos, arroyos, montañas que son de procedencia mapuche, es decir de la
lengua zungun, y que existían en el lado oriental de los Andes antes de la llegada de los
españoles. Precisamente las expediciones de los ibéricos son las que dejaron constancia de la
presencia de parcialidades mapuches hacia ambos lados de los Andes.
El politólogo Adrián Moyano (2007:120-121) cita varios ejemplos de esta presencia mapuche
en la toponimia. Uno de ello es la palabra Cuyo que viene de Cuyun, arenal, palabra que es
utilizada por los españoles para dar nombre a la gobernación colonial. Por otro lado hacia
1574 una junta de caciques huarpes resolvió ceder tierras a los conquistadores allende de los

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terrenos del cacique Allallao, cerca de una acequia llamada tantaiquén. Esta última significa
cascada o <chorrillo que viene de arriba aunque en un canal > y Allallao, puede derivar de
ayllalau, nueve lagos o de laullau que es un hongo que crece en el coihue. Otros ejemplos
comprendidos en el periodo anterior al siglo XVII son: cerro Curarache (gente de piedra
verdadera), chacales (de chakai, arbusto espinoso) río Palqui (planta medicinal), cordón
Pichireguas (de pichi: chico, rewe: altar) paso Piuquenes (piukeñ es un ganso salvaje) y el
cerro Yauyin (del vocablo lalliñ, araña).
Para el caso de Chubut es notable la presencia de algunas expresiones en mapuzungun, por
ejemplo Epuyen, Puelo, Colhue Huapi.
El capitán español Hernández fue enviado por el gobernador de Chile en 1620 a incursionar el
territorio oriental de los Andes y llegó hasta los lagos Nahuel Huapi y Puelo. En la primera
expedición partió del lago Llanquihue y llegó al lago Nahuel Huapi donde se encontró con los
Puelche y Poyas. Luego en otra expedición que partió de Chile y del mismo lago remontó por
el río Puelo y llegó hasta un llano 20 leguas al sur, donde se encontró con dos indígenas y
uno de ellos, que hablaba en mapuzungun, le dijo que ese espacio era llamado “Tripallante”,
“lugar de donde sale el sol” o “nacimiento del sol”es decir que viene de las palabras Tripay
(salir) y antü (sol).

Como sostiene Vezub, la búsqueda de orígenes puros de Casamiquela lo lleva a efectuar todo
tipo de negociaciones con sus postulados. Un ejemplo contundente es el termino Colhue
Huapi que para el mismísimo Casamiquela es un topónimo “araucano” y que lo traduce
como: “Kollwe Wapí literalmente significa “isla” (y quizás península)-wapí- del ocre rojo
para pinturas” (kollwé, derivado de Kolü “rojo”). (Casamiquela, 2000:21). Prosigue: “de ser
araucano, habría que aceptar una correlacionada enorme antigüedad de la penetración de la
lengua araucana en la patagonia central, para la que hasta el presente no existe ningún otro
documento. Y digo esto porque el topónimo parece ser que figura en documentos bastantes
antiguos: el mapa de Arrowsmith (1815) y Martín de Moussy (1860-64) –todo ello fide Rey
Balmaceda, (1976, 154). Las variantes girarían alrededor de la forma Coolí-Huape (fide
Moreno, 1969, 58).” (Casamiquela, 2000:21) En la misma obra y en páginas ulteriores vuelve
sobre el mismo topónimo pero le cambia radicalmente el significado: […] he recogido en
Chubut (de Nahuelquir Chiquichano) que el tehuelche (aoni kenk) llamaba kol a esos lagos
(se refiere a los lagos Colhue Huapi y Musters), en cuya lengua significa menuco, pues según
la tradición indica, esos lagos se originaron en menucos.” Por la mía propia agrego que es
altamente probable que huapi, wapi, sea una mera deformación- por araucanización de aike;

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entiendo que el mecanismo de transformación fue kol-aike- kol-aipe- kol- wapi”.
(Casamiquela, 2000:182) (El destacado es mío). Este tipo de interpretación de lo lingüístico,
tan ajustada a su esquema raciológico, fue objeto de duras críticas por parte de Vignati cuando
señala la intención de Casamiquela de rastrear el nombre Bulnes usado por el cacique
Llanquetruz, como una derivación del término tehuelche Wënés, cuando se trata de una
práctica de los indígenas de tomar nombres de la sociedad criolla como nombres de pila.
Llanquetruz habría tomado dicho nombre cuando cruzó los Andes en la época cuando el
general Bulnes actuaba contra los Pincheira, en el marco de las luchas por la emancipación de
las colonias españolas de América.
Moyano realiza una interesante observación con respecto a los Poyas, una etnia diferente a
los mapuches según los investigadores patagónicos clásicos. Podría tratarse de una parcialidad
mapuche ya que la palabra poya puede derivar de Puyal, pu; artículo los, las, yal; hermanos.
Lo significativo es la presencia de la lengua zungun en algunos nombres de personas, por
ejemplo la cautiva Wangelen, estrella, y el cacique Manquehunai, que significa “amigo del
cóndor”. Los poyas cautivos en la localidad chilota de Castro practicaban una ceremonia
espiritual mapuche y aparentemente llamaban a los habitantes al sur del Nahuel Huapi, poyas-
huilliches; “los hermanos del sur”. La conclusión del autor es o bien los poyas conocían muy
bien a la cultura mapuche o bien eran parte de una parcialidad mapuche.
La arqueología también da cuenta de la presencia mapuche hacia ambas lados de los andes
para el siglo XI DC, o sea mucho antes de la llegada de los españoles a América y del
nacimiento de la Argentina como país libre y soberano. Adrián Moyano cita como ejemplo el
trabajo de Adán Hajduck3 que tiene como campo de acción las provincias de Río Negro y
Neuquén. El arqueólogo da cuenta de la presencia de cerámica mapuche en dichas provincias
y en el oeste de la Pampa para el año 1000 después de Cristo, periodo que denomina
“paleoaraucano”, y que la presencia de la alfarería se debe no solo al comercio sino también al
establecimiento directo de grupos paleoaraucanos.

Mapuche es una unidad lingüística y cultural amplia que va más allá de la “Araucania”, donde
Casamiquela ve etnias otros autores, Alcaman, Rodríguez, Moyano, distinguen identidades
territoriales.

3
Adán Hadjuck, <La etapa alfarera patagónica>, en Adrián Moyano. Crónicas de la Resistencia Mapuche.
Bariloche, 2007.

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III

La propuesta de Walter Mignolo sobre la geopolítica del conocimiento es una herramienta


valida para pensar a los pueblos originarios del pasado. Según el autor se trata del lugar de
enunciación de un discurso que conlleva un orden epistemológico, teórico y político.
Europa fue el continente que por razones económicas logró por primera vez en la historia de
la humanidad unir otros continentes que serán clasificados según una epistemología de doble
cara. Una visible, la modernidad, lugar de la enunciación desde donde se comenzó a describir,
clasificar y conocer el mundo. Otra invisible (en el plano del discurso), la colonialidad,
terreno en donde se ejerció el poder de la epistemología moderna. Así las cosas, el sujeto que
es clasificado opera con una doble conciencia, debe concebir el mundo en la intersección de la
clasificación impuesta por la colonialidad del poder y otras clasificaciones en la cual se
clasificaba antes de que lo clasificaran, estas ultimas pasan a la categoría de subalternas de la
modernidad/colonialidad. Este es el punto desde donde proponemos echar luz sobre el pasado
de los pueblos originarios.
Sobre la geopolítica del conocimiento es interesante la labor de Edward Said en su obra
“Orientalismo”. En ella da cuenta sobre la fabricación del otro que lleva a cabo el proyecto
imperial de las potencias europeas donde se pone de manifiesto como éstas constituyen el
discurso orientalismo, prefigurando las relaciones de poder y otorgando atributos fijos para
que los sujetos coloniales se reconozcan en ellos. En esta relación poder y conocimiento van
de la mano, la autoridad es Europa que niega a los colonizados la posibilidad de convertirse
en agencia y lleva a cabo una hegemonía cultural sobre oriente. Said ve como los europeos
homogenizan un espacio geográfico con habitantes autóctonos diferentes mediante la entidad
constituida llamada orientalismo, un caso similar lo constituye la construcción de la alteridad
que llevaron a cabo los españoles en América bajo el concepto “indios”. La obra de Said
apunta a decontruir y alertar sobre como se construye un discurso que puede degradar el
conocimiento.
Para los españoles “indios” unifica toda la alteridad existente en el Abya o avia –yala
(denominación que los pueblos prehispánicos daban a América), lo mismo que el termino
“aborigen” niega todo origen, cuando sabemos que antes de la llegada de los españoles
existían muchos pueblos originarios y que en la actualidad siguen existiendo.

La geopolítica del conocimiento dentro del pueblo mapuche significa estudiar la


conformación de un centro de la enunciación de la alteridad que circunda al mismo y que por

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lo tanto constituye su periferia. Pero a diferencia del etnocentrismo europeo, las
clasificaciones que se hacen desde el centro del hábitat de los reches no conllevan una
relación de dominación sobre las demás parcialidades sino más bien una intrincada red de
relaciones sociales basadas en el parentesco, las alianzas políticas y el comercio. Manuel
Porcel de Peralta da cuenta de esta centralidad del discurso de la lengua zungun. “Los
Tehuelches: Gente del Sur, ocupan las hoy provincias de Santa Cruz y Chubut y el sector
chileno que corresponde a la misma latitud. El norte de Chubut está poblado por los Puelches:
Gente del Este. La parte sudoeste del Río Negro la ocupan los Genakenes. La región de los
lagos, que tiene su centro en el Nahuel Huapi, es ocupada por los Vuriloches: Gente de detrás
de la montaña o Gente de adentro de la tierra. Esta denominación es lógica, pues hay que
tener en cuenta que las designaciones mapuches se hacen desde la falda occidental de la
cordillera; y Nahuel Huapi quedaba, para ellos, “del otro lado” o “adentro de la tierra”. El
sector cordillerano del Neuquén es ocupado por los Moluches: Gente del Oeste. Dice el padre
Ernesto Whileem de Moesbach, en su estudio de los nombres aborígenes de Chile, que
Moluche es una deformación de Nuluche o Ngoluche. Ngllun: ponerse el sol. Ngullu:
Poniéndose el sol. Gente de donde se pone el sol o Gente del Occidente. […] el sector
occidental de la cordillera está ocupado al sur por los Pehuenches y al norte por los
Picunches: Gente del Norte. (Peralta, 1969:30-31) (Destacado en el original, el subrayado es
mío). Claridad meridiana. En la misma obra, Porcel de Peralta explica el origen de los
Vuriloches como una parcialidad perteneciente a la identidad global mapuche y que tiene en
común con esta las mismas costumbres (relativo a la vestimenta, estética), eligen toquis para
los tiempos de guerra, también practican camarucos y nguillatunes y comparten los mismos
dioses y la leyenda de la creación mapuche basada en la lucha entre las serpientes Ten-ten y
Kay-kay. (1969:118-121). Otro ejemplo de unidad cultural lo establece Zeballos (1954) en su
estudio sobre Calfucura, cuando se refiere a los pampas que no habrían visto con buenos
ánimos la llegada del líder salinero pero “[…]la comunidad de origen, de lenguas, de hábitos,
de organización política y de religión, atenuaban la división y la rivalidad” (1954:39)
En relación al término Tehuelche, se han dado distintas acepciones. El maestro Harrington
(1931:1-3), valiéndose de las fuentes de los españoles de Buenos Aires, lo traduce como un
vocablo propio de la lengua zungun que podría ser una deformación del término Chewul
(bravo, arisco, díscolo) y que Tehuel era Gente del sur (coincide con la definición de Porcel
de Peralta) porque efectivamente es la gente que esta al sur de Buenos Aires. Por otra parte
infiere de las mismas fuentes de los españoles que podría significar “bravo” por la
denominación que hacen los españoles del cacique tehuel Cangapol a quien le atribuyen

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valentía, guapeza. Fabián Arias (2006:101) refuerza esta idea y hace una genealogía de la
familia de los caciques “Bravos” como etnia Tehuelche.
El médico de gendarmería nacional Federico Escalada sostuvo entrevistas con informantes
tehuelches del norte de Santa Cruz y suroeste de Chubut en la década del 40. En base a dichas
entrevistas compuso su clasificación etnográfica conocida como “Complejo Tehuelche” que
abarcaba a tres etnias:
 Los Gününa Küne (gente por excelencia) y los Chehuache Kenk (gente del borde de la
cordillera) son tehuelches septentrionales australes que hablaban la lengua günün a
iajëch.
 Los Metcharnue (gente de la resina del molle) son los tehuelches meridionales
boreales. Hacia fines del siglo XIX se habían extinguido como etnia, absorbidos por
los Aoni Kenk. Hablaban la lengua tewsën, reemplazándola por la aónik ais.
 Los Aoni Kenk (gente del sur) o Patagones, eran tehuelches meridionales australes,
hablaban la lengua aónik ais.
Existen otras parcialidades dentro del mundo cultural tehuelche; por ejemplo los
“Chulilacunis” o “Chülila a Küna” (gente de chulila o Tulila, un pasto cordillerano), “Limay a
Küna” (gente del Limay) y los “P´enk´enk (gente del norte, en lengua tewsen).
Los significados de las traducciones tehuelches y mapuches guardan cierta similitud en cuanto
refieren características geográficas (puntos cardinales, algún elemento de la naturaleza) y un
centro que es la referencia que da sentido a la periferia.

Las diferentes parcialidades según su ubicación geográfica tomaban un nombre que estaba
intrínsicamente relacionado con la naturaleza y que va dar origen a diferentes identidades
territoriales, en algunos casos el nombre se relaciona con un sentido de ubicación cardinal
respecto de los reches
El concepto de identidad territorial lo utilizo en el sentido que le da Carlos Ruiz Rodríguez4,
como instancia intermedia entre la comunidad y la nación originaria. Esto permite analizar las
particularidades de cada unidad local y las de la cultura mapuche en su generalidad. De esta
forma el autor concluye que la unidad cultural (lingüística, filosófica y social) entre las
parcialidades de uno y otro lado de la cordillera, era una realidad al momento de la llegada de

4
Carlos Ruiz Rodríguez. <Migraciones y contacto entre los pueblos originarios de Chile y Argentina en el
periodo prehispánico y en los siglos XVI y XVII>. en Adrián Moyano. Crónicas de la Resistencia Mapuche.
Bariloche, 2007.

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los españoles y que el pueblo mapuche es un pueblo originario porque antecede a la corona
española y a los estados de Chile y Argentina.
De esta manera la expresión Huilliche no es una definición etnográfica sino geográfica, define
a la gente del sur, en lengua zungun. Lo mismo cabe para Picunches (gente del norte),
Ranculches (gente de los carrizales), Puelches (gente del este) Chadiches (gente de las
salinas), Mamulches (gente de los bosques) Vuriloches (gente del otro lado de la cordillera).
En relación a ello vaya como ejemplo esta observación que hace Cox citando a Falkner
cuando se refiere a la zona del río Limay: “Los indios le llaman Limay-leufu, porque los
valles y pantanos por donde pasa, abundan en sanguijuelas: y los huilliches le llaman Limay;
y al país Mapu-Limay; y a sus moradores, Limaicheés” (Cox, 2005:33)
Acá cabe citar un grave error que comete Casamiquela en atribuirle a estas identidades
territoriales la concepción de etnias: “(…) en la Pampa Central (actual provincia de la
Pampa), o “Pampa Seca”, al Oeste de la hoy provincia de Buenos Aires, o “Pampa Húmeda”,
en el dominio del monte de algarrobo y caldén (especies arbóreas de Prosopis), surgía una
nueva etnia: los mamüllches (“gente del monte” en araucano), más conocidos por “ranqueles”
(deformación de rangküllche, “gente de los carrizos”, una gramínea a modo de caña).
(Casamiquela, 2003: 38).5 En el mismo error cae Fabián Arias que le asigna el rotulo de etnia
a los manzaneros y a los aucapicunches. (2006:103-104). En relación al término “auca” se
trata de una condición, de una característica de una parcialidad, pero no de una etnia; al
respecto Cox se explaya muy claro cuando explica el conflicto entre huilliches y pehuenches
y como estos últimos denominan a aquellos aucaches, que quiere decir gente alzada, “porque
parece que hasta unos cuarenta años atrás conservaban todavía su carácter belicoso”. (Cox,
2005:155)
Las características ambientales del espacio dan lugar a estas identidades territoriales: los que
habitan la zona de algún lago son Lafquenche, los del río Leuvuches, los del monte
Mamulches, los de alguna zona de pastizales Ranculches, los del pehuen Pehuenches. A
medida que los pueblos prehispánicos van poblando el territorio, generan una nueva memoria
sobre el espacio que incorporan y transforman. Así Calfucura denominó a su territorio
Chadihue, lugar de las salinas, siendo su parcialidad reconocida como los salineros,
(chadiches). El cacique Valentín Sayhueque llamó a su territorio “País de las Manzanas”
siendo su parcialidad conocida como manzaneros. Al respecto Vezub encuentra una creación
de cuño indígena en la designación Manzana-Niyo que marca el resultado de la hibridación

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Rodolfo Casamiquela. Poblamiento indígena de la Patagonia. Op. cit. Pág. 38. en Cuadernos de Historia
Patagónica. Centro de Estudios Históricos y Sociales. Puerto Madryn. 2003.

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cultural y como dice Vignati, la ubicación geográfica hace relativa una correlación con la
etnia.
La denominación “mapu” hace referencia a la idea de región que era ocupada por una
parcialidad. Según Fabián Arias la toponimia de estas regiones tiene que ver con las
características del ecosistema que los grupos que la habitan quieren destacar. De esta manera
la denominación “Huichin” hace referencia a la tierra de los mallines, “tierra de las
Manzanas” al fruto que habrían llevado los jesuitas, y “Wechu Wewun” vega del límite.
(2006:103).
La geopolítica del conocimiento conjuntamente con la idea de identidad territorial, echa por
tierra la teoría de la “Araucanización” de Pampa y Patagonia.

Conclusión:

Es cierto que, en lo que hoy se conoce como Chile, tuvo lugar un proceso de etnogénesis que
dio como origen al pueblo Mapuche. El surgimiento de esta identidad global es estudiado por
Guillaume Boccara, quien ve en la relación de confrontación y cristalización de poder entre
los Reches (gente verdadera) y los españoles, el surgimiento de una identidad que se afirma
como resistencia a la presión española ya que Mapuche significa, gente de la tierra en la
lengua Zungun.
A través de las diferentes fuentes (documentos de los españoles, la evidencia arqueológica, las
crónicas de viajeros, exploradores y militares), pudimos establecer que la presencia mapuche
en lo que hoy es parte del territorio argentino, tuvo lugar antes de la consolidación de los
estados nacionales argentino y chileno.
Por ello la hipótesis de la Araucanización esta impregnada del carácter nacionalista y es una
nefasta construcción histórica por parte de los científicos sociales que veta todo tipo de
reivindicación actual a las parcialidades de mapuches que se hallan en el territorio argentino.
Se trata de la teoría que ubica a los mapuches entre los ríos Toltén y Cautín como su hábitat
natural, desconociendo las relaciones de parentesco con sus pares del este de la cordillera
como así también los procesos de espacialización, de identidad territorial. De esta manera se
ha querido mostrar que Puelches, Picunches y Huilliches no formaban parte de una unidad
mayor: los mapuches, aunque practicaban la misma creencia, compartían la lengua zungun y
pelearon codo a codo con sus hermanos trasandinos ante la invasión española.
Hemos visto que el más ardiente defensor de esta hipótesis es el etnógrafo Rodolfo
Casamiquela para quien los únicos descendientes que tienen derecho a reclamar en el

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territorio argentino son los Tehuelches, las parcialidades Picunches, Puelches, Pehuenches y
Huilliches pero no los Mapuches, que serían un pueblo chileno. Como sostiene Vezub,
Casamiquela arriba a esta conclusión por medio de una filiación que establece entre lo
tehuelche-pampa con lo patagónico-argentino.
El error más grande en el cae Casamiquela es darle una existencia a priori al estado-nación
argentina, marcando sus límites actuales para la época del virreinato del río de la Plata,
colonia del imperio español, mostrando su nacimiento en la Revolución de 1810 y en la
declaración de la independencia de 1816. (2007:44-45) Este tipo de interpretación es afín al
discurso nacionalista que hace una racionalización del tiempo marcado por el progreso, el
desarrollo capitalista y la formación del estado y que no duda en calificar a ciertos grupos,
como a los mapuches, de “extranjeros”.
La interpretación de corte nacionalista se ha encargado de darle al estado una existencia a
priori, aún cuando bien se sabe que las fronteras interiores entre el estado argentino y las
parcialidades mapuches y tehuelches se cierran con las campañas militares de exterminio de
1879 y para el caso de Chubut con las últimas batallas de 1883-84. Aparte de ello las fronteras
no tenían un carácter rígido, más bien eran móviles, y la historiografía renovada sobre las
sociedades indígenas prefiere el empleo del término espacio fronterizo, justamente para
marcar ese complejo mundo de relaciones que se fue configurando entre la sociedad indígena
y la sociedad hispano-criolla. Con respecto a los tratados se puede percibir la intencionalidad
latente por parte de los representantes del estado en dar a conocer a los pueblos prehispánicos
la preexistencia de la soberanía nacional sobre las tierras que ocupan. Del Río (2005:49)
citando a Tamagnini y Pérez Zavala da cuenta de cómo el estado nacional desde 1850, incluso
mucho antes desde la época colonial, procuró no reconocer a los pueblos originarios como un
colectivo externo sino como grupos sujetos a las leyes de la nación, por ello se los llama
“tribus indias” y no “naciones indias”.
La tesis de la “araucanización” deja muchos puntos oscuros que no se han resuelto. En primer
lugar la mayoría de las referencias sobre las diferentes parcialidades, están echa en la lengua
zungun, la lengua mapuche, y si bien se ha dicho que son etnias diferentes que hablaban otras
lenguas, no se ha dado cuenta de ellas y tampoco se ha explicado como es posible que todas
tengan un gentilicio expresado en la lengua zungun. En segundo lugar la supuesta presión
territorial ejercida por los españoles, motivo que habría obligado a los reches a cruzar los
Andes, no tiene asidero en la realidad, porque no hubo una pérdida del territorio original de
los reches. Entonces no queda claro por qué los mapuches tuvieron que emigrar e imponer sus
costumbres, lengua y espiritualidad a otro pueblo “supuestamente” distinto, como los

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Pikunches. Por otro lado, como sostiene Moyano (2007:110) si los Pikunches eran una etnia
diferente, con una lengua diferente, como es posible que al desplazarse hacia Puelmapu hayan
terminado contagiándole el mapuzungun a sus nuevos vecinos. En consecuencia los
Pikunches eran mapuches o la supuesta araucanización se dio mucho antes de la llegada de
los españoles.
En tercer lugar los aportes de la arqueología dan por probado que la presencia mapuche en
lado oriental de los Andes se remonta X después de Cristo. En cuarto lugar, la toponimia es
otro indicador de la presencia mapuche en Puelmapu, esto lo corroboramos a través de las
expediciones de los ibéricos y de los criollos que dejaron constancia de la presencia de
parcialidades mapuches hacia ambos lados de los Andes.
Por último las alianzas políticas y militares dan cuenta de una unidad cultural, lingüística,
que trasciende los Andes y que da por sentado el desarrollo simultáneo del pueblo mapuche
en ambas vertientes de los Andes, antes de la llegada de los españoles.
Como ya planteamos al inicio, los etnógrafos tuvieron como único objetivo la elaboración de
taxonomías, basadas en la identificación de rasgos raciales y culturales de los pueblos
originarios. Dentro de este paradigma se inscribió la producción de Harrington, Vignati,
Escalada y Casamiquela.
Como propuesta alternativa a estas producciones planteamos otro marco de interpretación del
fenómeno, tomando como referencia la idea de identidades territoriales y la geopolítica del
conocimiento para ver la apropiación que los pueblos originarios hicieron del territorio que
habitaban, la forma en que transformaron el espacio y la memoria que generaron sobre el
mismo. De esta manera mapuche es la unidad cultural (lingüística, filosófica y social), que
como centro de referencia marca el sentido de los significados que toman las diferentes
parcialidades que llamamos identidades territoriales.
Said nos alertaba respecto de la elaboración epistemológica del término Orientalismo, como
una degradación del conocimiento. Lo mismo vale decir para la elaboración de la
“Araucanización de Pampa y Patagonia” porque se ha la utilizado como argumento por parte
de la justicia para entregar títulos de tierra. El caso lo cita Adrián Moyano (2007:124) y
ocurrió en Lago Puelo con una familia mapuche que pidió al municipio la regularización de la
propiedad de la tierra que habita hace años. La municipalidad dictaminó que no correspondía
reconocerle la propiedad de la tierra porque el pueblo mapuche era chileno y no estaba dentro
de los preceptos de la Constitución Nacional que solo considera a los “pueblos indígenas
argentinos”.

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