Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
La sumisión por parte del niño es un hecho que siempre ha acompañado a la pedagogía
occidental y que pareciera estar íntimamente ligado al carácter dogmático del
conocimiento. Carácter probablemente heredado de la tradición patrística y medieval
según la cual el conocimiento es fruto de la revelación divina y fundamento de la
salvación y por ello debe ser escuchado, repetido y memorizado.1 Los depositarios
absolutos de este conocimiento son los clérigos y sacerdotes – la iglesia – y adquieren
un poder casi absoluto, ya que, dado su origen, el conocimiento se presenta como
incuestionable y la actitud del creyente no puede ser otra que la sumisión y la
obediencia. Tras la oficialización del cristianismo será la Iglesia, a través de las escuelas
abaciales y catedralicias, depositarias de la tradición patrística, la abanderada de la
educación de los niños y jóvenes. Al ser depositario de la verdad revelada, la palabra
del clérigo adquiere un poder casi absoluto ante la cual solo cabe la obediencia ciega y
la sumisión2. Las primeras escuelas son escuelas para la fe, para el aprendizaje de las
verdades eternas y para la salvación del alma; allí el niño solo escucha, escucha sumiso
1
BUHLER, J. Vida y cultura en la edad media. México: Fondo de Cultura Económica. 1957.
2
ABBAGNANO, N. y VISALBERGHI A. Historia de la Pedagogía. México: Fondo de Cultura
Económica, 1975.
y obediente y repite las palabras del sacerdote o del monje; allí no existe la posibilidad
de la disensión, las verdades están y esas son. Las escuelas nacen así , con el germen
de lo absoluto, la palabra dada, irrefutable, incontrovertible, exige obediencia y
docilidad La sumisión está pues, muy ligada a la educación en la fe.
“En Ninguna época la gente estuvo más imbuida de la convicción de que el ser humano
es una criatura que aprende. Aprendiendo se vuelve capaz de hacer todo lo posible para
la salvación de Dios”3; el maestro se convierte en un recurso para lograr esa salvación,
pues su función en la escuela es ayudar a que brote. Así, nacidas con un objeto
eminentemente religioso y catequético las escuelas abaciales y catedralicias se
convirtieron en el germen de nuestra escuela y a través de los siglos prolongaron su
herencia: un saber dado de carácter absoluto, el conocimiento; un transmisor de ese
saber, el maestro; un sitio en el cual se aprende, la escuela; una mente vacía que hay que
llenar, el estudiante; una relación de carácter vertical, el maestro impera sobre el
alumno; una actitud por parte del educando, la obediencia y la sumisión.
6
Miller, Alice. Por tu propio bien. Barcelona: TusQuets Editores, 1992.