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Introducción ........................................................................................................................................2
Conclusiones .......................................................................................................................................8
Bibliografía ........................................................................................................................................10
Introducción
En las primeras décadas del siglo XX surgió el término latino missio Dei el cual luego de ser
admitido adquirió gran popularidad en medio de variadas interpretaciones. El término
está estrechamente vinculado con la relación existente entre la misión de Dios y el
llamamiento de la iglesia a participar.
El término missio (misión) Dei (Dios) proviene del latín, y se traduce misión de Dios. El
concepto del missio Dei encuentra sus raíces en las escrituras de Karl Barth.
A su enorme amor por la creación, Dios está comprometido con la misión de la salvación y
al rescate a través del envío del hijo por parte del padre y del Espíritu Santo. Con esta
actividad misionera de Dios, es formada la iglesia y esta nueva comunidad es llamada a
participar en la misión de Dios. Este enfoque de la misión pone en primer plano la acción
de Dios, afirmando que la misión es ante todo y sobre todo realización suya, una empresa
divina.
La idea tradicional hasta ese momento era que la misión está centrada en la iglesia pero
tras el congreso de Willingen la importancia dada a la centralidad de la iglesia en la misión
se sustituyó con una perspectiva más amplia que permitía interpretar los acontecimientos
del mundo como factores determinantes para la misión.
Según Pablo Deiros (2006) la missio Dei es universal, y su objetivo es justicia para todas las
naciones, comenzando con el llamamiento a Abraham a ser de bendición a todas las
naciones. (p.201)
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La misión de Dios, refleja el carácter de Dios, como el Dios de justicia que demanda justicia
social según fue anunciada por Isaías. Dios está interesado en la justicia social y no
solamente en la moralidad privada. 1
Por eso, la misión de Dios es la actividad de Dios en la historia humana para rescatar a la
humanidad de su deshumanización cultural, política, económica y social así como de su
alienación espiritual respecto a Dios.
Se puede decir que en el siglo XX y a principios del siglo XXI la obra misionera estaba
fuertemente institucionalizada. Esto fue evidente del lado católico bajo un papado libre de
presiones gubernamentales, en la restauración del orden monástico y de las nuevas
órdenes de vida apostólica tomando fuerzas de las masas populares.
Comenzó entonces a presentarse una tensión entre una misión antropocéntrica, con la
iglesia y el hombre como propulsor de las misiones y la misión como una labor teocéntrica
que nace del corazón mismo del Dios, y que lo ubica como fundador y promotor de toda
obra misionera. Generalmente la relación entre la missio Dei y la missio ecclesiae se
consideraban estrechamente vinculadas.
La frase originalmente expresaba “el envío de Dios”, en el sentido de que Dios envió a su
hijo, Jesús envió al Espíritu Santo. Desde esta perspectiva, Entonces toda misión humana
es vista como una participación y extensión del envío divino. (Wright, 2006, p. 63)
La fórmula missio Dei originalmente describe las implicaciones más amplias de la obra
salvífica de Dios para el reino, donde las actividades misioneras de la iglesia fueron vistas
como un componente indispensable.
Los datos históricos ubican a Karl Barth y Karl Hartenstein, como iniciadores de este
concepto de missio Dei.
Karl Barth es considerado el padre del paradigma postmoderno del concepto misión. Este
teólogo suizo formado en la universidad de Bern, Alemania, lo consideró necesario para
acentuar la acción del Dios en contraste con el enfoque centrado en lo humano de la
teología liberal de su día. Sin embargo no fue él quien propiamente utilizó el término. El
teólogo rechazó la teología centrada en el hombre, y al igual que Hartenstein apuntaba a
una teología teocéntrica. En su discurso Barth acentuaba la acción de Dios (actio dei) y la
misión de la trinitaria (missio trinitis).
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"Préstame atención, pueblo mío; óyeme, nación mía: porque de mí saldrá la enseñanza, y mi justicia será
luz para las naciones. (Isa 51:4)
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Contraria a las previas interpretaciones que se venían manejando, el paradigma detrás del
concepto argumenta que la iglesia no controla la misión y apunta de una misión centrada
en la iglesia a la misión como centro de la iglesia.
Karl Barth, en su conferencia Dogmatica eclesial de 1932, utilizó por primera vez el
término "missio" en el ámbito de la teología de la misión, habiéndolo tomado de la
doctrina relativa a la ópera Trinitatis. Para él se trataba de una cuestión de certeza de que
la iglesia misma tiene un claro lugar como sujeto de la actividad misionera, en el proceso
fundamental en la que una persona encuentra en “La Palabra”, una experiencia que sólo
Dios puede dar.
El concepto teológico de la justicia de Dios tiene fuerte relación con la posición teológica
de Karl Barth. Su visión centrada en “La palabra”, siempre consideró los asuntos sociales y
los problemas reales de la iglesia moderna. Sin embargo se debe considerar el contexto
histórico en el que él hace su reflexión y la corriente de pensamiento con las que le tocó
lidiar para poder comprender el énfasis en ciertos aspectos de sus propuestas teológicas y
la esencia de su ideología. Barth desarrolla su pensamiento en el contexto de la primera
guerra mundial y de la gran depresión económica de principios de siglo XX.
Mientras que Karl Barth mantenía un concepto con énfasis en al actio Dei (acción de Dios),
para Hartenstein, su homólogo alemán, la misión de la iglesia encuentra el fundamento de
su existencia y sus límites en la misión de Dios. .”
Fue Karl Hartenstein quien acuñó el término en 1934. Este teólogo alemán en su reporte
de Willingen, ideó la frase cuando habló de misión como “la participación en el envío del
Hijo, en la missio Dei, con la finalidad de establecer el señorío de Cristo sobre toda la
creación redimida”.
Hartenstein tuvo mucho interés en la “la teología de la crisis” de Karl Barth, lo que se
reflejó en su pequeño publicación de 1928 con el título de ¿Qué es lo que la teología de
Karl Barth tienen que decir a las misiones?
Hartenstein además de ser teólogo era misionólogo. En sus inicios fue influenciado por
Karl Heim pero con el pasar del tiempo su enfoque fue girando hacia las misiones. Llegó a
ser director de la Misión Basler en 1932 a la edad de 32 años y luego del Concilio
misionero evangélico alemán (German Evangelical Mission Council, DEM). El fue un firme
defensor de la unidad ecuménica de la Iglesia y luchó por evitar la influencia nazi en el
concepto de misiones que se estaba desarrollando en la década de los 40.
Hartenstein utilizó el término missio Dei como una forma de resumir la enseñanza de Karl
Barth, quien en su lectura de la misión de 1928, conectó la misión con la teología de la
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trinidad. Aunque el énfasis de Barth era teológico y el del Hartenstein misionológico
ambos querían dejar claro que la misión está fundamentada en un movimiento trinitario
de Dios y que ese expresa su poder a través de la historia. De esa manera se argumentaba
que la misión emanaba de un Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Sabemos que la salvación es del Señor, ¿entonces de quien es la misión? 2. Entonces como
afirma Christopher Wright, el canto de redención de apocalipsis 7:10 lleva implícito que la
misión no es nuestra, la misión pertenece a Dios. (Wright, 2006). Es fácil observar que
através de toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, el plan de Dios se va
desarrollando. Ese plan está estrictamente dirigido a alcanzar a la humanidad caída para
atraerla hacia si mismo. Wright agrega que ciertamente Dios tiene una misión para su
iglesia pero que tambíen tiene a la iglesia para una misión. (Kirk, 2002)
Dentro de esta meta narrativa es que entra el concepto de missio Dei, donde Dios
participa a la humanidad a participar. De ahí se puede decir que la iglesia no solo está
invitada a participar, sino también obligada a participar en un plan que viene llevándose a
cabo desde antes de que ésta estuviera y para lo cual ésta también existe.
3. El congreso de Willingen
El enunciado missio Dei, se adoptó tras la reunión del consejo misionero de Willingen
llevado a cabo en Alemania durante el año 1952. La importancia dada a la centralidad de
la iglesia en la misión se sustituyó con una perspectiva más amplia que permitía
interpretar los acontecimientos del mundo como factores determinantes para la misión.
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2 Gritaban a gran voz: “¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!"
(Ap. 7:10
5
Esta fue la quinta conferencia mundial sobre misión desde Edimburgo 1910 y se llevo a
cabo en el contexto de revolución comunista en China. Este régimen había puesto fin a la
empresa misionera tradicional en dicho país, provocando que los delegados
redescubrieran que la misión depende ante todo de la propia acción de Dios.
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La reunión de Willingen en 1952, convocada en las secuelas de la II Guerra Mundial y la
«gran crisis» misionera en la China (cf. Paton 1953:50), debatió el estado de la misión de la
iglesia cristiana. En los años inmediatamente anteriores había habido un cambio casi
imperceptible de un énfasis en una misión eclesiocéntrica a una Iglesia centrada en la
misión. (Bosch, 2005)
Algunos consideran que la frase es un tanto ambigua y que su mayor importancia está en
el hecho de que tiene su énfasis en la base trinitaria de la misión. Es por eso que la frase
debe de ser entendida en el contexto de un fundamento con base trinitaria y con un
propósito de redención universal. (Internacional Review of Mission, 2003)
Lesslie Newbigin (1995) considera que el término missio Dei fue utilizado en demasía en
los escritos misionológicos luego de la conferencia de Willingen. El considera que la frase
fue algunas veces utilizada para marginalizar el papel de la iglesia. Esto ocurrió porque el
razonamiento de muchos fue que si Dios es el verdadero misionero, entonces no es
necesario promover las misiones, sino salir y ver qué es lo que Dios está haciendo en el
mundo y unir fuerzas con él.
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Newbigin considera que el concepto se ha securalizado, sobre todo luego de la
conferencia de los Federación Mundial de Estudiantes Cristianos realizada en 1960,
titulada “ La vida y misión de la iglesia”, donde los estudiantes fueron retados a salir de la
estructura tradicional de iglesia a través de grupos flexibles, abiertos y móviles. El afirma
que en las décadas posteriores el concepto de misión fue fuertemente utilizado para
referirse al quehacer de la justicia de Dios en el mundo y no expecificamente con el
incremento de miembros en la iglesias. (Newbigin, 1995)
Anteriormente y con una línea de pensamiento similar George Vicedom afirma que “la
teología conciliar de la misión eventualmente cargó al barco de la missio Dei con tanto
equipaje que casi lo hunde”. (Engen, 2009)
La forma en que nos aproximamos y utilizamos esta noción debe de ser muy cuidadosa.
Van Engen (2009) considera que “el lenguaje de la missio Dei, aunque potencialmente útil,
actualmente requiere de mayor clarificación debido al múltiple, confuso y a veces
contradictorio bagaje de términos que conlleva.” ¿Cómo vamos a distinguir qué parte es
de la missio Dei y qué parte no lo es? Debemos ser cuidadosos en no convertir todo en
misión y perder la misión en el proceso.
Conclusiones
Se puede sintetizar que el popular concepto de la missio Dei, fue articulado por primera
vez por Karl Barth en 1932 y después reconocido por Karl Hartenstein en 1952. Luego el
término fue asociado con una visión trinitaria de la misión durante la conferencia de la
IMC en Willingen en 1952. En adelante, ya no se hablará de las misiones como una etapa
en la vida de la Iglesia, sino como un estado constitutivo de ella
En primer lugar, la misión es ante todo de Dios. En segundo lugar, la misión de Dios se
define en términos de Trino y está intrínseca al Su carácter. Nuestra misión, por lo tanto,
no tiene vida propia, sólo en las manos de Dios el envío puede ser llamado
verdaderamente la misión, sobre todo porque la iniciativa misionera viene de Dios.
La missio Dei, es acerca de la liberación de la gente para pasar a ser el pueblo de Dios
desde una perspectiva individual, comunal y global.
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De acuerdo con el apóstol Juan, la misión consiste en ser enviado al mundo por Jesucristo,
como este último fue enviado por el Padre (Juan 20. 21). Esta es la missio Dei o missio
Trinitatis. Esta versión de la gran comisión se refiere tanto al contenido como al medio
para realizar la misión. La misión de Dios es definida por el ministerio y métodos de
Jesucristo.
Por lo tanto, la comprensión de la missio Dei desarrollado desde dentro del contexto de la
historia universal y de la historia bíblica es esencial para la misión de la Iglesia hoy. La
participación de la Iglesia en la missio Dei siempre sucede desde un contexto determinado
y se debe discernir cómo vamos a responder en misión y como esta respuesta puede
variar de un contexto a otro.
La missio Dei forma parte esencial de lo que Dios es, y por lo tanto de lo que su iglesia
representa. La misión de Dios a través de la iglesia es por lo tanto mucho más que la
realización de buenas obras, tiene que ver con la capacidad de asimilar lo que hay en el
corazón de Dios y ser movidos con la pasión que emana de su amor. Este concepto de más
de un siglo abrió la puerta a nuevas discusiones y finalizando la primera década del siglo
XXI corresponde a la iglesia sintonizarse con Dios para discernir de que manera está
desarrollando su misión y cual es el papel que como cuerpo de Cristo quiere que asuma
su Amada.
Varias preguntas quedan aun abiertas, ¿Como va participar la iglesia de esta misión, desde
el punto de vista pragmático?, ¿Cual va a ser la respuesta de nuevas generaciones?, ¿Cuál
va a ser su concepto de misión? ¿Cómo va a afectar nuevas posturas de pensamiento
misionológico el desarrollo de la futura iglesia y al mundo?
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Bibliografía
Bosch, D. J. (2005). Misión en transformación. Cambios de paradigma en la teología de la misión.
Estados Unidos: Libros desafío.
Engen, C. V. (2009). Hacia una misiología de transformación. Integralidad. Revista Digital del
CEMAA , 5.
Kaoma, J. (2005). When the walls of Jerusalem fall: Mission to the wersteen world . Newsletter of
Boston Theological Institute .Estados Unidos.
Kirk, A. (2002). What is mission? Lecture at the Swedish Mission. Mission Council Swedish.
Newbigin, L. (1995). The open secret:sketches for a missionary thology. ed. rev Grand
Rapids:Eerdmans.
Missio Dei - God’s mission. (2009). Recuperado el 11 de julio de 2009, de Faith in development :
http://www.faithindevelopment.org/30.html
Schuster, J. (2002). Karl Harstenstein: Mission with the focus on the End. En S. Bevans (Ed.),
Mission Studies:Journal of the IAMS (Vols. XIX - 1,37). Dinamarca: International Association for
Mission Studies.
Wright, C. J. (2006). The mission of God: Unlocking the Bible's Grand Narrative. United State: IVP
Academic.
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