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Es muy importante antes de comenzar esta discusión hacer un recuento de los modelos
más relevantes en la historia de la didáctica de la Ciencia, Tamayo en su texto
Caracterización general de la didáctica de las Ciencias (2002) plantea los modelos
pedagógicos como categorías “descriptivo –explicativas auxiliares para la construcción
teórica de la ciencia”, lo cual está directamente relacionado con aspectos de tiempo y
espacio, esto nos llevan a reconocer que cada modelo tuvo su relevancia en su momento
histórico, pero de acuerdo a las nuevas necesidades y las formas de representación del
mundo, éstos deben cambiar la manera de razonar sobre los fenómenos que lo rodean.
Tamayo citando a (Sanmartí, 1995) presenta un recorrido por tres modelos generales: el
primero reconocido como enfoques tradicionales en la enseñanza de las ciencias
(Década de los 50s a los 70s ), en donde el estudiante es un sujeto que aprende y no se
tiene en cuenta su historia y su experiencia, a dado especial importancia a la
observación, quedándose en un aprendizaje desde lo perceptual, uno de los
inconvenientes de este modelo es que solo captan la apariencia externa de los
fenómenos y no se logra llegar al engranaje profundo de los fenómenos científicos, sin
alcanzar niveles significativos de interpretación; el segundo es el modelo de enseñanza
por descubrimiento (Finales de los 70s y comienzos de los 80s), en donde se identifica
un inductivismo extremo marcado por una falta de atención a los contenidos que se
enseñan, una de las criticas que se le plantean a este modelo es el hecho de creer que el
conocimiento ya estaba en los estudiantes y que el docente debía lograr que los
estudiantes lo descubrieran; el tercero es el modelo constructivista (Décadas de los 80s
y 90s), en donde toma un lugar privilegiado el aprendizaje significativo, como es de mi
interés ampliar sobre este último modelo, a continuación se describirán algunas
características en lo que se refiere al lugar del estudiante, el docente y la didáctica,
características planteadas por Tamayo en su texto Enseñanza de las ciencias: aspectos
epistemológicos, pedagógicos y curriculares (1996).
Es sabido que en la formación académica del docente, se estudia de una forma muy
general los modelos pedagógicos existentes, pero al llegar a su práctica educativa éstos
se ven agobiados por la cotidianidad y se quedan enseñando de una manera tradicional,
en donde lo importante es cumplir con el programa establecido sin detenerse a pensar si
el contenido revisado toco de alguna manera la vida de sus estudiantes y su desarrollo
cognitivo.
Es claro que se habla del constructivismo en los espacios académicos de los docentes,
pero esto se queda escrito en sus cuadernos como el decálogo para generar aprendizajes
significativos, no hay gran teoría que sirva si el que la va a trabajar no la ha asimilado a
su propia vida, puesto que estos docente han sido educados por modelos tradicionales,
que no generan autonomía y en donde lo más fácil es hacer lo que ya se conoce. Para
que este nuevo modelo constructivista llegue al aula de clase y sea realmente
transformador para los estudiantes, hay que generar transformaciones en los docentes.
Desde sus prácticas deben generar diálogos auténticos con los estudiantes, que le
permita a los docentes acercarse a esa realidad del estudiante y poder escudriñar esos
aspectos que son significativos para ellos, transformar esos esquemas mentales tan
rígidos buscando así retroalimentar sus estructuras de pensamiento y logrando
realmente una reflexión que les permita transformar sus prácticas educativas e instalarse
en el siglo XXI.
Otro aspecto que alimenta esta reflexión, y que según su concepción debería ser la
bitácora del actuar docente, es el currículo el cual como integrador termina por ser un
documento bien escrito desde la perspectiva pedagógica y filosófica pero que termina
por perderse en los anaqueles de las instituciones, puesto que aun no se trasciende la
obligatoriedad y por ende solo se consulta desde sus planes de estudio que en ocasiones
se repiten irreflexivamente por años sin pensar en el lugar que se le da al estudiante en
el proceso de aprendizaje, por que los docentes que le dan vida no están listos para
integrar realmente en búsqueda del desarrollo del pensamiento de sus estudiantes y no
se han apropiado de esta herramienta que termina por convertirse en letra muerta, puesto
que después de hablar reflexionar y discutir, al final cada uno trabajo como mejor le
parece o como mejor le funcione.
Hay una distancia muy amplia entre la escuela y la investigación, posiblemente por
creer que es algo solo de la universidad, y la formación y actualización de los docentes
esta orientada a intereses muy técnicos, lo cual no permite tener discusiones de alto
nivel en lo que se refiere al desarrollo de la pedagogía y los cambios de paradigmas,
mientras esta discusiones no toque la cotidianidad el docente pasara otro largo tiempo
de divagaciones entre el querer SER desde el constructivismo en lo teórico y el HACER
real en el aula desde la didáctica de las Ciencias.
BIBLIOGRAFÍA