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Por la razón o la fuerza: el Estado y los Mapuche, ó hasta cuando los muertos son siempre nuestros.
Por: Por Pável Guiñez Nahuelñir.
“Inche mapuchengen
Lelingelan tufa mew
Nielan kelü longko
Fey mew ayekey wingka
¿Iney rume kimlay
Chew ñi kupan inche?
Tañi kuifi mongen
Leftraru pingefuy.”
Ya parece costumbre, y dentro de la montaña de pareceres cotidianos, pareciera que además a nadie le importa, y mucho menos importa que se haga costumbre que a nadie le importe, si es que la importancia pudiésemos medirla por el interés político público que concita una situación dada, es decir para quien quiera comprender que pasa con el pueblo mapuche sin serlo ¿es que acaso los pueblos originarios, y en particular nosotros, los mapuche, nos hemos diferenciado tanto de los chilenos que las distancias geográficas con el centro se convierten también en distancias donde la desidia y la insensibilidad ya se instalaron?
Es caso conocido lo que ha sucedido en Wallmapu esta última semana, por lo que vale la pena contar a “grosso modo” que el asesinato del peñi José Quintriqueo Huaiquimil, el día 1 de octubre, en medio de acciones de recuperación de un predio, desató la acción de los pu weichafe en el territorio Lafkenche donde hubo 3 a 4 días de caminos cortados entre Cañete y Tirúa, lo que dejó como saldo 15 carabineros heridos.
Como respuesta el gobierno, a través de sus instituciones, desplegó ni más ni menos que 400 efectivos policiales armados, hasta los dientes, en el territorio que vio caer a Valdivia a manos de Lautaro, con cerca de 10 tanquetas, 40 zorrillos, guanacos y material de guerra, un despliegue policial exorbitante que no arroja detenidos todavía (…por suerte) y con el agregado que el 7 de octubre fue acompañado por las amenazas del Intendente de la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado, en el que el discurso del gobierno es que esto se trata de un “…robo de madera…”, todo lo anterior acompañado con, la comparsa permanente, de imágenes grotescas de carabineros gravemente heridos, imágenes corregidas y aumentadas (por si acaso les faltara sangre), por la prensa nacional, fomentando el más odioso racismo de una parte de los chilenos y la más absoluta perplejidad de la parte que se siente convocada a realizar cambios profundos en ese, su país.
Y sin embargo para nadie pareciera problema imaginar lo que esos efectivos, sedientos hacen durante el día, que ordenes reciben, cuantas casas allanan, cuántos niños mutilan, cuantos animales roban, ni cuantas familias son vulneradas en los derechos humanos que, a ratos, pareciera que son sólo para los “blancos”, racionales, machos y ricos de esta franja de tierra.
Sin embargo, con nosotros y nosotras, con el mapuche-mapuchito asesinado el miércoles 1 de octubre, arrollado por un tractor en el medio de una recuperación de territorio, ni una sola palabra de la autoridad, ni un solo análisis, ni una amenaza de “ley de seguridad interior del estado” para futuros asesinatos en una región donde la última década ya tiene no menos que 5 asesinatos, todos mapuche, todos en el marco del conflicto que el Estado mantiene con el Pueblo Mapuche y con todo ni una declaración de indignación (solo lamentos y condolencias) ni del Intendente Regional, del Gobernador de la Provincia, ni menos de la Presidenta.
Es paradójica la lectura que uno puede hacer, de ambas reacciones frente a hechos de connotación similar, por un lado el Intendente de la 9na Región, pide cautela y llama a evitar los actos de violencia, y por otro lado el intendente de la 8va, transforma, a conveniencia, un conflicto ancestral en un robo de madera y entonces militariza los 80 kilómetros de carretera que unen cañete y Tirúa, dando rienda suelta a las policías y con ello a los latifundistas y empresas madereras en un acto de profunda irresponsabilidad o desprecio por la vida mapuche. En este escenario y si le creyéramos al Intendente Diaz, yo me pregunto ¿Quién le roba a quién? ¿
Titre original
Por la razón o la fuerza: el Estado y los Mapuche, ó hasta cuando los muertos son siempre nuestros.
Por la razón o la fuerza: el Estado y los Mapuche, ó hasta cuando los muertos son siempre nuestros.
Por: Por Pável Guiñez Nahuelñir.
“Inche mapuchengen
Lelingelan tufa mew
Nielan kelü longko
Fey mew ayekey wingka
¿Iney rume kimlay
Chew ñi kupan inche?
Tañi kuifi mongen
Leftraru pingefuy.”
Ya parece costumbre, y dentro de la montaña de pareceres cotidianos, pareciera que además a nadie le importa, y mucho menos importa que se haga costumbre que a nadie le importe, si es que la importancia pudiésemos medirla por el interés político público que concita una situación dada, es decir para quien quiera comprender que pasa con el pueblo mapuche sin serlo ¿es que acaso los pueblos originarios, y en particular nosotros, los mapuche, nos hemos diferenciado tanto de los chilenos que las distancias geográficas con el centro se convierten también en distancias donde la desidia y la insensibilidad ya se instalaron?
Es caso conocido lo que ha sucedido en Wallmapu esta última semana, por lo que vale la pena contar a “grosso modo” que el asesinato del peñi José Quintriqueo Huaiquimil, el día 1 de octubre, en medio de acciones de recuperación de un predio, desató la acción de los pu weichafe en el territorio Lafkenche donde hubo 3 a 4 días de caminos cortados entre Cañete y Tirúa, lo que dejó como saldo 15 carabineros heridos.
Como respuesta el gobierno, a través de sus instituciones, desplegó ni más ni menos que 400 efectivos policiales armados, hasta los dientes, en el territorio que vio caer a Valdivia a manos de Lautaro, con cerca de 10 tanquetas, 40 zorrillos, guanacos y material de guerra, un despliegue policial exorbitante que no arroja detenidos todavía (…por suerte) y con el agregado que el 7 de octubre fue acompañado por las amenazas del Intendente de la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado, en el que el discurso del gobierno es que esto se trata de un “…robo de madera…”, todo lo anterior acompañado con, la comparsa permanente, de imágenes grotescas de carabineros gravemente heridos, imágenes corregidas y aumentadas (por si acaso les faltara sangre), por la prensa nacional, fomentando el más odioso racismo de una parte de los chilenos y la más absoluta perplejidad de la parte que se siente convocada a realizar cambios profundos en ese, su país.
Y sin embargo para nadie pareciera problema imaginar lo que esos efectivos, sedientos hacen durante el día, que ordenes reciben, cuantas casas allanan, cuántos niños mutilan, cuantos animales roban, ni cuantas familias son vulneradas en los derechos humanos que, a ratos, pareciera que son sólo para los “blancos”, racionales, machos y ricos de esta franja de tierra.
Sin embargo, con nosotros y nosotras, con el mapuche-mapuchito asesinado el miércoles 1 de octubre, arrollado por un tractor en el medio de una recuperación de territorio, ni una sola palabra de la autoridad, ni un solo análisis, ni una amenaza de “ley de seguridad interior del estado” para futuros asesinatos en una región donde la última década ya tiene no menos que 5 asesinatos, todos mapuche, todos en el marco del conflicto que el Estado mantiene con el Pueblo Mapuche y con todo ni una declaración de indignación (solo lamentos y condolencias) ni del Intendente Regional, del Gobernador de la Provincia, ni menos de la Presidenta.
Es paradójica la lectura que uno puede hacer, de ambas reacciones frente a hechos de connotación similar, por un lado el Intendente de la 9na Región, pide cautela y llama a evitar los actos de violencia, y por otro lado el intendente de la 8va, transforma, a conveniencia, un conflicto ancestral en un robo de madera y entonces militariza los 80 kilómetros de carretera que unen cañete y Tirúa, dando rienda suelta a las policías y con ello a los latifundistas y empresas madereras en un acto de profunda irresponsabilidad o desprecio por la vida mapuche. En este escenario y si le creyéramos al Intendente Diaz, yo me pregunto ¿Quién le roba a quién? ¿
Por la razón o la fuerza: el Estado y los Mapuche, ó hasta cuando los muertos son siempre nuestros.
Por: Por Pável Guiñez Nahuelñir.
“Inche mapuchengen
Lelingelan tufa mew
Nielan kelü longko
Fey mew ayekey wingka
¿Iney rume kimlay
Chew ñi kupan inche?
Tañi kuifi mongen
Leftraru pingefuy.”
Ya parece costumbre, y dentro de la montaña de pareceres cotidianos, pareciera que además a nadie le importa, y mucho menos importa que se haga costumbre que a nadie le importe, si es que la importancia pudiésemos medirla por el interés político público que concita una situación dada, es decir para quien quiera comprender que pasa con el pueblo mapuche sin serlo ¿es que acaso los pueblos originarios, y en particular nosotros, los mapuche, nos hemos diferenciado tanto de los chilenos que las distancias geográficas con el centro se convierten también en distancias donde la desidia y la insensibilidad ya se instalaron?
Es caso conocido lo que ha sucedido en Wallmapu esta última semana, por lo que vale la pena contar a “grosso modo” que el asesinato del peñi José Quintriqueo Huaiquimil, el día 1 de octubre, en medio de acciones de recuperación de un predio, desató la acción de los pu weichafe en el territorio Lafkenche donde hubo 3 a 4 días de caminos cortados entre Cañete y Tirúa, lo que dejó como saldo 15 carabineros heridos.
Como respuesta el gobierno, a través de sus instituciones, desplegó ni más ni menos que 400 efectivos policiales armados, hasta los dientes, en el territorio que vio caer a Valdivia a manos de Lautaro, con cerca de 10 tanquetas, 40 zorrillos, guanacos y material de guerra, un despliegue policial exorbitante que no arroja detenidos todavía (…por suerte) y con el agregado que el 7 de octubre fue acompañado por las amenazas del Intendente de la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado, en el que el discurso del gobierno es que esto se trata de un “…robo de madera…”, todo lo anterior acompañado con, la comparsa permanente, de imágenes grotescas de carabineros gravemente heridos, imágenes corregidas y aumentadas (por si acaso les faltara sangre), por la prensa nacional, fomentando el más odioso racismo de una parte de los chilenos y la más absoluta perplejidad de la parte que se siente convocada a realizar cambios profundos en ese, su país.
Y sin embargo para nadie pareciera problema imaginar lo que esos efectivos, sedientos hacen durante el día, que ordenes reciben, cuantas casas allanan, cuántos niños mutilan, cuantos animales roban, ni cuantas familias son vulneradas en los derechos humanos que, a ratos, pareciera que son sólo para los “blancos”, racionales, machos y ricos de esta franja de tierra.
Sin embargo, con nosotros y nosotras, con el mapuche-mapuchito asesinado el miércoles 1 de octubre, arrollado por un tractor en el medio de una recuperación de territorio, ni una sola palabra de la autoridad, ni un solo análisis, ni una amenaza de “ley de seguridad interior del estado” para futuros asesinatos en una región donde la última década ya tiene no menos que 5 asesinatos, todos mapuche, todos en el marco del conflicto que el Estado mantiene con el Pueblo Mapuche y con todo ni una declaración de indignación (solo lamentos y condolencias) ni del Intendente Regional, del Gobernador de la Provincia, ni menos de la Presidenta.
Es paradójica la lectura que uno puede hacer, de ambas reacciones frente a hechos de connotación similar, por un lado el Intendente de la 9na Región, pide cautela y llama a evitar los actos de violencia, y por otro lado el intendente de la 8va, transforma, a conveniencia, un conflicto ancestral en un robo de madera y entonces militariza los 80 kilómetros de carretera que unen cañete y Tirúa, dando rienda suelta a las policías y con ello a los latifundistas y empresas madereras en un acto de profunda irresponsabilidad o desprecio por la vida mapuche. En este escenario y si le creyéramos al Intendente Diaz, yo me pregunto ¿Quién le roba a quién? ¿
Por la razn o la fuerza: el Estado y los Mapuche, hasta cuando los
muertos son siempre nuestros.
Por: Por Pvel Guiez Nahuelir.
Inche mapuchengen Lelingelan tufa mew Nielan kel longko Fey mew ayekey wingka Iney rume kimlay Chew i kupan inche? Tai kuifi mongen Leftraru pingefuy.
Ya parece costumbre, y dentro de la montaa de pareceres cotidianos, pareciera que adems a nadie le importa, y mucho menos importa que se haga costumbre que a nadie le importe, si es que la importancia pudisemos medirla por el inters poltico pblico que concita una situacin dada, es decir para quien quiera comprender que pasa con el pueblo mapuche sin serlo es que acaso los pueblos originarios, y en particular nosotros, los mapuche, nos hemos diferenciado tanto de los chilenos que las distancias geogrficas con el centro se convierten tambin en distancias donde la desidia y la insensibilidad ya se instalaron?
Es caso conocido lo que ha sucedido en Wallmapu esta ltima semana, por lo que vale la pena contar a grosso modo que el asesinato del pei Jos Quintriqueo Huaiquimil, el da 1 de octubre, en medio de acciones de recuperacin de un predio, desat la accin de los pu weichafe en el territorio Lafkenche donde hubo 3 a 4 das de caminos cortados entre Caete y Tira, lo que dej como saldo 15 carabineros heridos.
Como respuesta el gobierno, a travs de sus instituciones, despleg ni ms ni menos que 400 efectivos policiales armados, hasta los dientes, en el territorio que vio caer a Valdivia a manos de Lautaro, con cerca de 10 tanquetas, 40 zorrillos, guanacos y material de guerra, un despliegue policial exorbitante que no arroja detenidos todava (por suerte) y con el agregado que el 7 de octubre fue acompaado por las amenazas del Intendente de la aplicacin de la Ley de Seguridad Interior del Estado, en el que el discurso del gobierno es que esto se trata de un robo de madera, todo lo anterior acompaado con, la comparsa permanente, de imgenes grotescas de carabineros gravemente heridos, imgenes corregidas y aumentadas (por si acaso les faltara sangre), por la prensa nacional, fomentando el ms odioso racismo de una parte de los chilenos y la ms absoluta perplejidad de la parte que se siente convocada a realizar cambios profundos en ese, su pas.
Y sin embargo para nadie pareciera problema imaginar lo que esos efectivos, sedientos hacen durante el da, que ordenes reciben, cuantas casas allanan, cuntos nios mutilan, cuantos animales roban, ni cuantas familias son vulneradas en los derechos humanos que, a ratos, pareciera que son slo para los blancos, racionales, machos y ricos de esta franja de tierra.
Sin embargo, con nosotros y nosotras, con el mapuche-mapuchito asesinado el mircoles 1 de octubre, arrollado por un tractor en el medio de una recuperacin de territorio, ni una sola palabra de la autoridad, ni un solo anlisis, ni una amenaza de ley de seguridad interior del estado para futuros asesinatos en una regin donde la ltima dcada ya tiene no menos que 5 asesinatos, todos mapuche, todos en el marco del conflicto que el Estado mantiene con el Pueblo Mapuche y con todo ni una declaracin de indignacin (solo lamentos y condolencias) ni del Intendente Regional, del Gobernador de la Provincia, ni menos de la Presidenta.
Es paradjica la lectura que uno puede hacer, de ambas reacciones frente a hechos de connotacin similar, por un lado el Intendente de la 9na Regin, pide cautela y llama a evitar los actos de violencia, y por otro lado el intendente de la 8va, transforma, a conveniencia, un conflicto ancestral en un robo de madera y entonces militariza los 80 kilmetros de carretera que unen caete y Tira, dando rienda suelta a las policas y con ello a los latifundistas y empresas madereras en un acto de profunda irresponsabilidad o desprecio por la vida mapuche. En este escenario y si le creyramos al Intendente Diaz, yo me pregunto Quin le roba a quin? No es acaso un ejercicio de justicia ancestral recuperar lo que nos quitaron hace no ms de 140 aos? No es un acto de profunda justicia recuperar nuestros recursos naturales en una de las provincias que ms produce riquezas a nivel nacional y donde habitan los chilenos ms pobres del pas? Qu espera que suceda entonces? Y supieron los pueblos entonces, de un sujeto que entregaba a los suyos, traicionaba y morda y calculaba, y el cobarde traicion y arroll, con su buey mecnico a uno de los suyos, probablemente uno que vea siempre, cada tarde, y el cobarde confundi meados con agua y bebi desesperado a los pies del patrn, y as nos trajo a la memoria lo peor de los ms de 50 aos de Pacificacin de la Araucana, a esto se refera la derecha formal cuando, Cecilia Perez, habl de pacificacin el ao 2013? Esto es lo que calla la fraccin, de esa derecha informal, que se viste tibiamente de izquierda y de nuevas mayoras el ao 2014? Y esos pueblos, cuyas mltiples caras abundan en chile, con sus propias culturas y miradas, y costumbres y ritos, y formas de comprender la vida y la muerte, cuntas de esas identidades polticas, culturales, sociales, dan maa para imaginar su propia situacin en el reflejo ajeno?
El lacayo, entonces, se envolvi entre las ropas de la gente que ayud a asesinar, a encerrar, a secuestrar y entregndose, pens que vivira, pero no saba que la guerra le entrara por la nariz y le destruira el cerebro, que le comera la sombra y los pasos, que le pisara la espalda y que ya nunca ms podra vivir tranquilo, que sera para siempre el indio sapo, el suche de los blancos, que no sera asesinado, por nadie, aunque sea su persecutora pesadilla, su compaa eterna, que la justicia llegara a su tiempo y que esta tiene miles de formas, que as como todos los das tienen sus noches, todos los yanakonas tienen su pago.
Mientras tanto, el poder obcecado, entre consultas paralelas abra, tenuemente, lo que parecan ventanas para encandilar a los urbanos y dividirlos, con la frgil voluntad del patrn de fundo, de quien no tiene nada que perder, y ofreca pequeos rayos de sol, a travs, de las penumbras del cuarto oscuro destinado a los indios del Estado Nacin. Entonces utilizaba la palabra y la consulta, esa que jams haba respetado en su exigua historia republicana sin esperar el levantamiento que lo dejara desnudo.
Abra espacios exiguos para confundir a los hambrientos, a los pobres, a los ciegos, prometiendo restituciones, democracias y nuevos tratos de la boca de indios vendidos y de personalidades investidas a dedo para el caso, esta vez de la mano, de la misma asesina, que antes haba cegado de este suelo a Catrileos, Collios, Huenantes y Cariqueos y hoy sumaba a su lista a los Quintriqueos, ayudada por los lacayos de siempre que, a la fuerza, usaban sus bayonetas cargadas de vergenza como la nica forma de legitimar el abuso y la estructura colonial asentada sobre cerros de carne y hueso maltratado y movilizaba tropas hacia el sur.
Entonces, en medio de la quietud de su sociedad, ofreca perdones a la otra sociedad mientras encerraba de por vida a autoridades ancestrales, mientras mantena la poltica de exterminio para los indios malos-ladrones de madera y el paternalismo asistencialista para los indios buenos y resignados, perdones generales y castigos particulares siguiendo al pie de la letra la receta portaliana de zanahorias y garrotes, encerraba a nios y nias en crceles-escuelas y a otros en escuelas-crceles, los ciudadaniza a golpes y allanamientos, maquillaba a los famlicos, los doblegaba con el hambre e informaba a la ONU su brillante poltica de respeto a los pueblos originarios mientras el pueblo chileno pareciera no importarle ser consultado ni siquiera de mentira y lo que es peor an, pareciera no ser originario de ninguna parte.
El poder blanco y macho, seguro en su reinado absoluto, confiaba hasta ayer que mientras sembr desconfianza y discordia, con sus enviados respaldados con sus militancias partidistas tutelares, y hara que los guerreros se peleasen entre s, aislndose, y en nuestra divisin estara su gobierno y su victoria, confiaba que mientras prometa perdones de la boca de indios buenos convencera a otros tantos, atemorizados, aislndolos, confiaba que mientras encerraba a los indios malos proyectando su propia cobarda hacia el resto del pueblo, este entregara la caja guardadora de la guerra para sepultarla bajo una tonelada de proyectos hidroelctricos con nombres ancestrales como cruel irona del destino.
El poder macho golpea a la historia reclusa, nuestra historia, renegada y rescatada, por unos y por otros, en aquel cuarto oscuro, le exiga respuestas, y la historia callaba esperando que sus hijos e hijas la salvaran, y en su silencio porfiaba por reunirlos en los recovecos de los sueos, por llamarles a gritos antes del alba, por despertarles la indignacin, mostrarles el camino y empuarles las manos, el poder blanco desconoca que lejos del da, en la noche, en las almohadas y en los fuegos, se juntan las historias de los hijos de la tierra, cuyos nombres ancestrales convergen, conversan, conviven, planean, despiertan, mientras duermen, despiertan.
Son tiempos difciles, pero prometedores, para quien sabe observarlos bien, hay que luchar contra los desesperados, contra los cobardes, contra los indignos, hay que luchar por recuperar a todos los dormidos de la tierra sea como sea y fuese como fuese, a los que an mantienen el orgullo de su linaje y se encuentran desperdigados por los sindicatos, fabricas, escuelas y poblaciones, hay que juntarlos para reconstruir la unidad espiritual de nuestro Pueblo-Nacin, hay que construir, reconstruir y recuperar la ancestralidad que permitira a los cegados, volver la cabeza hacia un pasado que implicase futuro y sociedad posible, hay que desmalezar el camino para que los que huyeron del fuego y las balas sepan que no estarn ms solos ni solas, en las grandes ciudades, que somos miles dispuestos a hacer del futuro un grito para despertar a otros miles y reunirnos decididos y decididas, por multitudes, al frio del alba, a la orilla del rio y mirando hacia el este, recoger la energa nueva para avanzar fundando nuestro propio futuro, imaginando nuestra sociedad, practicando nuestras propias formas de existencia, siendo incontables puos hartos de ser reflejo de la moribunda desesperanza impuesta por occidente, que este no es nuestro futuro, no puede ser nuestro futuro.
Hay historias, fragmentos que reviven como las brasas del ultimo fuego antes de acostarnos, y cuentan historias de pasados gloriosos y presentes urgentes, cuentan de ciertas familias que mantenan la guerra en una caja escondida en las entraas de lugares remotos, y que la mostraban a ratos para decirle al resto aqu estamos. y ustedes?.... Y quizs pasaran generaciones sin saber de su existencia, la guerra era un espritu que cuando no dorma, esperaba con calma, se alimentaba de pasin, de odio, de paciencia, que la guerra cuando era aceptada posea los cuerpos de quienes la invocaban, posea a los hombres y mujeres y fortaleca sus herencias de linajes milenarios y de espritus nacidos por vez primera en la madre tierra, que una vez adquirida como medio, potenciaba sus rasgos individuales y los comparta con otros espritus, carnificados, sobre la superficie y los volva trascendentes, colectivos, convocantes, que la guerra coqueteaba con la noche y se hacia de ella para forjar el orgullo de sus ejrcitos morenos, de ojos de noche plagados de sueos, de pieles terrosas curtidas por el frio y el abrazo, de orgullosas manos morenas en el vaivn constante entre puos y caricias.
Un muerto, otro muerto ms, y una militarizacin ms en el territorio mapuche, y lo que antes fue una raza viciosa y brbara, hoy es una masa de terroristas y ladrones de madera, y por ensima vez nuestros puos se vuelven a cerrar impotentes, y por ensima vez pareciera que no hay leyes que nos atemoricen ni clculos que nos alimenten, como tantas noches, como tantos das, como cuando nacimos, y de nuevo pareciera que no podemos hacer nada frente a esta nueva arremetida del Estado Nacin Chileno, donde las armaduras, tanquetas, balas, balines, fuerzas especiales, allanamientos y torturas vuelven a aparecer, irnicamente, un 5 de octubre, donde tantos lamentan la muerte de Miguel y se pierden en velatones mientras los indios mueren, donde tantos celebran haber vencido en las urnas a la bota militar que asesinaba a mansalva, pero claro eran chilenos y hoy son indios, as que qu ms da, curioso silencio es el que hoy inunda las bocas de los mismos que ayer celebraban o de los que hoy lloran, de los que hoy se renen a recordar sus tiempos mozos en la oposicin pinochetista por democracia y libertad, Cmo puede ser que les importen ms los sacrificios pasados que los asesinatos presentes?o es que la dependencia gentica de la izquierda chilena frente a sus mesas y directores no encaja con el mapuche comn?
Y los guerreros y guerreras quedndose a solas y rodeados por centenares en medio de sus tierras, prefirieron pactar y apostar a la muerte antes que doblegarse ante el enemigo, usaron el terreno propio como la nica fortaleza que podan ofrecer los faldeos cordilleranos y la espesa madeja de flora frente a los invasores de hierro forjado en desconocidas latitudes, y sin ms armas que la verdad construida en milenios, que los huesos afilados por el odio, decidieron ofrecer su sangre para el ultimo combate, aquel que liberara a su pueblo para siempre, despertaron a los grandes espritus dormidos para convocarlos a un futuro plagado de desafos colectivos, convertir nuestro resistente pasado en flecha, piedra y lanza de dignidad, empapar con nuestra riqueza espiritual el horizonte colectivo, y plantar la semilla de la sociedad posible en nuestra propia tierra despertado a esos dormidos, para que los ojos en las penumbrosas ciudades vean y dejen de llorar, de una buena vez, imaginando copias de sociedades ajenas, para que la tierra hmeda de la piel nos sienta ms vivos que nunca, para que los negros cabellos de noches sin luna sigan naciendo en esta, su tierra, nuestra tierra.
Nosotros no esperamos perdones ni reconocimientos, sabemos a ciencia cierta que ese reconocimiento ser el fruto de un proceso propio que nos permita proyectarnos, territorial y polticamente, tanto en las ciudades como en los campos como Pueblo Nacin, con los y las personas capaces de abordar e imaginar ese proceso, tanto desde las posibilidades materiales y concretas que encontramos, como desde la filosofa y los valores fundamentales que nos distinguen como pueblo, es un camino dual que por un lado transita necesariamente de la mano de nuestras autoridades ancestrales pues son ellas quienes nos entregaran los conocimientos, pensamientos, pautas y quienes por sobre todo nos ayudaran a no perder el camino, y por otro, requerimos urgentemente de la articulacin de los liderazgos forjados en las ciudades, de quienes nacieron y crecieron sabindose distintos, estudiaron y conocieron al wingka, sabiendo que lo aprendido en sus aulas y en su sociedad seria para el bienestar de nuestro pueblo, los necesitamos a todos pues ese aprendizaje tiene implcito el desafo de imaginarnos colectivamente en el barrio latinoamericano y pensar con quienes construiremos ese barrio, con que otros pueblos, para eso se requiere que ese otro, hoy fantasmagrico pueblo chileno, se reconozca en una identidad propia, ya bien creada o en su defecto reconozca ante la depredacin que significa el Estado que los enferma, otro modelo de sociedad que nos permita vivir bien y en armona, con nuestro entorno y con nosotros mismos.
Lo anterior, no requiere solo recetas de estrategia y tctica, no requiere slo de mamotretos marxistas ni de banderas rojas, negras o mixtas, no solo de respuestas creativas para el periodo, ni procesos de reformas parciales, ello son y sern herramientas importantes, vitales si se quiere pero subordinadas a una forma de ser y requiere antes que todo, de reconocer instituciones poderosas, capaz de guiar los destinos de una sociedad, de sujetos importantes y con roles diferenciados para cada tarea y actividad, requiere de una espiritualidad capaz de situar la responsabilidad de nuestro futuro en nuestras propias manos, de una forma de dirimir las diferencias sin dividir nuestras fuerzas y en base a un objetivo, una meta comn, requiere de un entramado de valores que nos asegure la existencia desde aqu al futuro, nuestro pueblo las tiene, y la mejor prueba es nuestra propia existencia por mas de 14 mil aos, el pueblo chileno la tiene?la izquierda chilena la tiene? Si la tiene, entonces, podemos conversar como pueblos en igualdad de condiciones y con las desconfianzas y confianzas naturales de los ltimos 100 aos, construyendo los puentes necesarios respecto de cmo construimos una sociedad distinta y vencemos a nuestro enemigo comn sin opacar nuestras diferencias, pero si no las tienen? De quin aprendern?, nuestro futuro es nuestro pasado actualizado, y el suyo?.
Lo sucedido, estos ltimos das, no requiere slo de muestras de solidaridad y difusin, los procesos de control territorial y autodeterminacin son ejercicios paulatinos, progresivos y constantes en el caminar de nuestro pueblo hacia su liberacin, y los cados, los cortes, las militarizaciones constantes, solo nos muestran la urgencia de ponernos al da con aquello que nos falta, y que no ser dado por nadie ms que por nosotros y nosotras mismas, con organizaciones que no repliquen las lgicas coloniales del divisionismo, y el paternalismo, con gente que no crea saber toda la verdad sino compartir su trozo de verdad con otros y otras para aportar al gran follaje de las ideas del mundo mapuche, con liderazgos que reconozcan su rol y su lugar con humildad y sin pedir nada a cambio, sin tratar de suplantar a otros liderazgos ni ver amenazado sus egos, y siendo coherentes con el territorio que nos alberga, sea ciudad o sea campo, sobre todo si ms del 50% de los mapuche son urbanos, es porque algn rol han de cumplir y ese rol solo puede saberlo cada uno de nosotros y nosotras, si estamos en esta tierra es porque ella nos ha querido vivos y obrando, porque necesita de quienes sean capaces de evaluar los mltiples caminos por los que transitamos para encontrarnos en esta colectiva y necesaria transformacin.
El poder ilegitimo impera porque ha conseguido con su colonialidad, separar a los sujetos de sus historias y apropiarlos de historias ajenas plagadas de dioses, separarlos de sus pasados y abrazar pasados greco- latinos, separarlos de sus miradas y adorar los dioses europeos llamados estado, razn y poder, ha conseguido a fuerza de hambre y fuego, dormirles la conciencia y mutilarles la historia a miles de hermanos que vagan por las ciudades buscando retazos de pasados perdidos, enterrados, dinamitados, avasallados, los errantes firman listas, arman asociaciones y entre si recuperan pequeos trozos de su pasado craquelado, esparcido por el reino de la injusticia esperando ser convocados a un futuro colectivo all, al otro lado del rio, hoy solo queda animarse a cruzar.
Algunos, ya lo hicimos seguros de nuestra victoria, para eso nos levantamos y con nosotros nuestros hijos e hijas, porque mientras hayan coligues, coligues nacern, si uno cae, diez se levantarn.