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Confo en ellos. O sea, para los ricos, libertad; para los pobres, pan.
Nadie podr negar que algo queda de Haya de la Torre.
Tal vez el triunfo de Castaeda haya convencido a los polticos de la
popularidad imbatible del cemento, y quin sabe tengan razn. Pero
al menos quienes no estamos ni entre los ricos, a quienes se ofrece
un festn (Eduardo Dargent), ni entre los pobres, a quienes se
promete el festival del cemento, tenemos el deber de sealar que el
pas no est para insistir en las vas que nos trajeron hasta aqu.
El Per necesita ideas nuevas y no conceptos viejos. Obras y shock
son conceptos viejos. El primero era el nombre del partido de
Ricardo Belmont en 1989; el segundo el cuco que articul la
campaa presidencial de 1990. Y el Per de hoy, en lo bueno y en lo
malo, en lo mejor y lo peor, ya es hijo de aquella coyuntura. Por otro
lado, el llamado a la terapia de shock instaura la idea de una
supuesta crisis mayscula. Y por mucho que el pas se haya frenado
no est en coma. No es 1990. En el 2016 el pas no necesitar que
se le reanime con un vocabulario apolillado y actitudes
desesperadas. Se requiere inventiva, audacia, grandeza.
As, en su artculo del jueves pasado, Alan Garca ha respondido a la
intriga de Michael Reid: en el 2016 tendramos un Garca noventero.
Pero qu pas podra desear para las urgencias de maana un
ideario surgido de una coyuntura miserable como la nuestra hace un
cuarto de siglo? En realidad, proponernos pelear las batallas de hoy
con las armas de 1990 es la confesin caleta de quien est
pensando en no dar batalla alguna.