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¿Y el liberalismo es nuevo? Es una lectura de la realidad, sobre cómo países tan pobres
como nosotros llegaron al Primer Mundo, por rigor fiscal, por abrirse al mercado
internacional, buscar ventajas comparativas. Fracasó aquí y en muchas partes, pero no
en Chile, por ejemplo, que es el único que tiene un millón de pobres menos.
¿Hay algún contrasentido que en Chile sea un presidente socialista el que conduzca
todo? Eso demuestra que cuando el sistema es bueno, no hay reverso. Hay dos
izquierdas en América Latina, una jurásica y otra vegetariana. Esta última no impugna
la economía de mercado, tiene una política social que es válida, evoluciona bien y es
una alternativa.
Lula es vegetariano, ¿no? Aunque usted empezó diciendo que era "un plato
indigesto". Es vegetariano. Yo no sabía que iba a encontrar una vía sensata, sin
impugnar la economía de mercado. La única solución contra la pobreza es el
crecimiento, el desarrollo económico y a eso hay que crearle condiciones propicias. La
izquierda jurásica no las crea, con un Estado que siempre ha tenido cuatro beneficiarios:
los grupos empresariales cercanos, las oligarquías sindicales, los políticos clientelistas y
la burocracia. Estos cuatro grupos corporativos han anulado toda posibilidad de
crecimiento en América Latina.
Pero el mercado sufre de eso mismo de que usted acusa al Estado: transnacionales
convertidas en monopolios, por ejemplo. El mercado no es la panacea que usted
pinta. En la discusión teórica te admito todo lo que tú quieras. Pero la realidad es que si
tratamos de saber cómo países más pobres que los nuestros, como eran Corea, Taiwán,
Singapur o el mismo Chile, han desarrollado, es porque han tenido una política distinta,
que ha permitido que salgan de los viejos esquemas.
¿Y las desigualdades que nos carcomen? Tienen que ver con lo que hemos tenido, no
son imputables al mercado, son menos marcadas en Chile. Las desigualdades se
eliminan con el desarrollo y con la modernidad, hay que buscar soluciones en este
sentido, pero yo no creo en el Estado ni en el viejo mundo político; es decir, volver atrás
jamás. Las políticas neoliberales no fracasaron en Chile porque había un Estado limpio,
partidos políticos buenos...
¿No han pasado ustedes del realismo socialista al realismo neoliberal, a imponer
un capitalismo salvaje como de "buen salvaje"? Hasta el papa Juan Pablo II lo
criticó. ¿Qué es el capitalismo salvaje?
¿Las transnacionales, por ejemplo, son morales de por sí? Aquí hubo algunas que
negociaron con el poder, una tuvo su 'vladivideo', otra no pagó impuestos... Si
tienes un Estado corrupto, las multinacionales entran en la corrupción. Si tienes un
Estado limpio, puedes establecer relaciones honestas con ellas. No hay moral con ellas,
pero esta la establece el Estado, el país que recibe esas inversiones.
¿Qué está pasando en Bolivia: la de Santa Cruz que dicen que es moderna, y la de
La Paz, caótica?¿Usted es partidiario de que se desintegre el país? No, pero los de
Santa Cruz están inquietos con lo que está ocurriendo, el indigenismo es muy peligroso,
es una máscara que ha adoptado el marxismo leninismo para reciclarse otra vez y
comienzan a provocar lo que Bolívar llamaba "la guerra de colores". Si los indígenas
comienzan a postular un Estado de ellos contra los otros, con razones de tipo racial y
étnico, no aceptando que todos somos café con leche, mestizos, rompemos la unidad
nacional, eso no puede ser.
¿Qué pasa con Ecuador, hay un proceso caótico igual? Es un país muy
desorganizado, anárquico, donde hay una cantidad de pequeños partidos, y es que creo
que la democracia está en crisis, por el clientelismo, por la corrupción, la clase política
es mal vista, la justicia, el Congreso provocan un gran descrédito. Me preocupa mucho
esa desconfianza. La realidad es que hay que crear las bases de una verdadera
democracia que requiere partidos limpios, bien sintonizados con la sociedad.
Pero esos países lo lograron con gobiernos autoritarios. ¿No le duele eso? Aquí las
reformas liberales se lograron con Fujimori. Y en Chile con Pinochet .
Efectivamente así fue en el punto de partida, pero la libertad económica lleva a la
libertad política. Aunque me inquieta. En los tiempos de Allende, para despedir a un
empleado se necesitaba que hubiera agarrado un revólver y matado al patrón. Llega una
reforma laboral bajo la dictadura y bastan 30 días de preaviso y pueden despedir a quien
sea. Eso parece terriblemente impopular, en una democracia salen los sindicatos a la
calle, es imposible que se aplique. Pero consigues que se baje el desempleo al 4%, que
era el más bajo nivel de América Latina. ¿O sea, que un demócrata que quiere aplicar
reformas liberales debe relativizar la democracia? No, para nada, no soy amigo de
ninguna dictadura, por Dios, simplemente hago una terrible lectura de la realidad.
LA FICHA
Nombre: Plinio Apuleyo Mendoza. Edad: 73 años. Obras: En literatura: Dos novelas
"Años de fuga" (1979) y "Cinco días en la isla" (1997), además de una colección de
cuentos "El Desertor" (1979). Sobresalen en periodismo: "El olor de la guayaba" (1982)
y "Aquellos años con Gabo", sobre su gran amigo, Gabriel García Márquez. En el
ensayo: "Manual del perfecto idiota latinoamericano" (1996) y "Fabricantes de miseria"
(1998).
¿Cómo hace con su compadre Gabo, que quiere morir apoyando a Fidel Castro?
Yo lo quiero mucho, aunque sea amigo de Fidel. Juntos hemos sacado poetas, sacamos
a Raúl Riveros, el que estaba condenado a 20 años. Sabes cómo fue, me escriben los
hijos, y yo llamo a Gabo y él se fue a sacarlo. También sacamos a Heberto Padilla y a
Norberto Fuentes. Con Gabo hemos sacado como a 500 personas de las cárceles, ¡y
nadie lo reconoce!
¿Y eso se lo ha contado a Mario Vargas Llosa, su otro gran amigo? Él lo sabe, pero
Mario es muy vertical y no acepta este tipo de cosas y a lo mejor tiene razón. Pero por
qué me voy a pelear con Gabo, con él nos reímos de nuestras contradicciones, en
América Latina afortunadamente existe el humor.
Pero Vargas Llosa carece de ese humor, ¿no? Es fundamentalista. Lo respeto, porque
tiene sus principios y verticalidad, pero le falta ese elemento de humor. Con Gabo nos
fuimos a los países socialistas, cuando yo todavía era izquierda. Me metí por la carretera
en un Renault para ir a Alemania del este y entramos en un mundo siniestro. Eran países
tristes. Paré el automóvil y nos pusimos a dormir, y el Gabo se despertó de pronto.
"Oye, compadre", me dijo, "soñé una cosa terrible". ¿Qué soñaste, Gabo? "Que el
socialismo no funciona". Ja ja ja. Y nos quedamos locos, es que creíamos en un mundo
dicotómico como los vaqueros.