COLECCION NUEVA TEORIA
SSE
LON L. FULLER
EL CASO
DE LOS EXPLORADORES
DE CAVERNAS
ABELEDO - PERROTLON L. FULLER
Profesor de “Jurisprudence” de ls Harvard Law School
EL CASO
DE LOS EXPLORADORES
DE CAVERNAS
REIMPRESION
ABELEDO-PERROTaque muchos abogados se reconcilien con la
Filosofia del Derecho, al hacerles ver que
1 ejercicio de tan alta disciplina no esté
necesariamente refido con la claridad y
que, a veces, es incluso compatible con el
sentido del humor.
jero agradecer, por iltimo, al Profesor
efor y 2 la Harvard Law Review
“Association, su gentil autorizacién para pu
blicar esta versién castellana.
Genaro R. Carrié
Abril de 1961.
EL CASO DE LOS EXPLORADORES
DE CAVERNAS
‘Suprema Corte de Newgarth — Afio 4300
Los acusados fueron procesados por ho-
micidio, El tribunal del Condado de Stow-
field los declaré culpables y fueron con-
denados a la horca. Los aludidos apelan
ante esta Corte. Los hechos aparecen con
suficiente detalle en la relacién del sefior
Presidente.
Presidente Truepenny. Los cuatro aci-
‘sados son miembros de 1a Sociedad Espe-
‘olégica, que es una organizacién de afi-
“eionados a 1a exploracién de cavernas. A
Dpritcipios de mayo de 4259, en compaiiia
“de“RogerWheimore, en aquel entonces
thiembro también de la Sociedad, penetra
9en el interior de una caverna de pie-
ron
J tipo que se encuentra en
dra caliza, del
Ta Plataforma Central de este Common-
wealth, Cuando se hallaban ya lejos de la
tntrada de la caverna, tuvo lugar una ava:
Tancha, La tinica abertura conocida de la
‘caverna fue completamente bloqueada por
pesados cantos. Al descubrir su situacién,
Ios exploradores se ubicaron en las cerca-
nias_de 1a entrada obstruida para
dar que alguna partida de rescate remo-
viera los escombros impedian salir
Ye su prisién subterrénea. Al no volver
Whetmoté y los acusados a sus casas, cl
secretario de la Sociedad fue notificado
por las familias de aquéllos. Los explora-
Nores habian dejado indicaciones en la se-
de central de la Sociedad acerca de 1a ubi-
‘cacién de la caverna que se proponian vi-
sitar, Una partida de rescate fue enviada
» |\de inmediato al lugar indicado.
“Ia tarea del rescate, empero, result6 de
estraordinaria dificultad. Se hizo menes-
fer engrosar las fuerzas de la partida ori-
ginaria con repetidos envios de hombres y
miquinas, cuyo transporte a la lejana y
faislada regién en la que se hallaba la ca-
10
verna fue realizado a elevado costo. Se ins
talé un enorme campamento de obreros,
ingenieros, gedloges y otros expertos. Las
tareas de remocién fueron varias veces
frustradas por nuevas avalanchas. En una
de ellas perecieron diez obreros ocupados
en despejar_la entrada. Los fondos de la
Sociedad Espeleolégica se agotaron ripi-
damente con los trabajos de reseate y se
gesté la suma de ochocientos mil frelares
—en parte obtenidos mediante suscripcio- ‘
nes populares, en parte votados por reso-
lucién legislativa— antes de poder resce-
tara los atrapados. El éxito fue finalmen!
te alcanzado el trigésimo_ segundo dia_a
eae a entrada de los exploradores
Como se sabia que los exploradores ha-
bian Ievado consigo sélo escasas provisio-
nes, y como también era sabido que la ca-
verna no contenia sustancia animal ni ve-
getal que permitiera subsistir, desde un
Pfiticipio se previé la angustiosa posibili-
lad de que los prisionere scans
\inaiticién antes de que se hiciere viable
wn aceeso'a ellos. Recién el vigésimo pri-
mer dia’ée supo que aquéllos habfan eva-
tya caverna un equipo inalém-
brico portal con el que se podia tanto
teanemitir como recibir mensajes. De inv
vediato se instal en el campamento de
rescate un equipo similar y se establecié
vomunicacién oral con Los infortunados ex:
ploradores. Estos pidieron que se les in-
Formara qué tiempo insumiria su libera-
‘cin, Los ‘ingenieros a cargo del proyecto
ontestaron que harian falta por lo menos
ier dias, y siempre que no ocurrieran
uevas avalanchas. Los exploradores pre-
fzumtaron, entonces, si haba algn médlico
presente ¥ se les puso en comunicacién con
ana comisién de ellos, a quienes describis
Ton su condicién y dieron cuenta de las
Taeiones que habian Ievado consigo. Por
Jiltimo les golicitaron opinién médica acer~
ta de la probabilided de seguir subsistien-
do sin alimentos durante diez dias més. EL
[fe ea coision de médicos les infor-
mé que’habia muy poca.
"El egquipo inalémbrico del interior de la
‘caverna se mantuvo silencioso durante las
entes ‘ocho horas. Al restablecerse 1a
los exploradores pidieron
dicas. El jefe
do consigo a I
comunicacién,
hablar nuevamente con los
12
de la comisién se acereé al
aparato,
Whetmore, hablando por si y en eee
iacién de los otros, pregunté si comiéndo-
se a uno de ellos los restantes podfan_so-
brevivir diez dias més. Ninguno de los(mé—
~[fisos! se mostré dispuesto a responder,
Whetmore pregunté_ent&
"1 tonces: ia al-
ssin[juez|u otro(funcionario piblicoJen el
campameénto que~quisiera conlestar aque-
la pregunta. Nadie se mostré ‘dipuesto. °
hacerlo, Whetmore inguirié si haba algin
dni weligind ol serie ue que
ra COneStar a su’ pregumta, y no pudo en-
coptrarse ninguno. Después de. ello no se
recibieron ulteriores mensajes desde la ca-
verna y se presumié (erréneamente, segin
pudo comprobarse més tarde) que les pi
Ins del equipo inalmbrio de ls explora.
Jores se habfan agotado. Cuando los pri-
sioneros fueron finalmente rescatados, se
supo que el dia vigésimo tercero a contar
de, entrada ala cavema, Whetmore ba-
pia sido asesinado y comic com:
a sido atesinado y eomldo por sus com: »
De.las declaraciones de |
De. las Jos. acusad
aceptadas por el jurado, surge que fue
Whetmore el primero en proponer que al-
8Jloradores sirviera de ali-
mento a los demis. También fue Whetmo-
re el primero en proponer que se-echaran
uertes, a cuyo fin exhibié a Tos acusados
un par de dados que casualmente Hevaba
Los acusados se resistieron en un
@ edoptar un procedimiento tan
incipio
TTccsperado, pero después de las conver-
vee por.el aparato inaldmbrico, arri-
ReMaedas, texminaeon por acepar el
plan propuesto por Whetmore. Después de
Fiseutir largamente los problemas mate-
niticos involucrados, se arribé, por fin,
‘run acuerdo sobre el método para resol-
Jer 1a cuestién mediante el uso de los da-
dos embargo, antes de que se arrojaran
Jos dades, Whetmore declaré que se ret
taba del acuerdo, pues reflexionando me-
sme, los ex
consigo. [A
jor habia decid esperar ors semansins
an terriBle y -odios
otros lo acusaron de
antes_de_recurrir
{vi ilacn de lo conve > prod
% \lgrrojar Tos dados. Cuando Te tocé a Whet:
more, uno de los acusados eché.
‘pidigndosele a Whetmore hiciera las
Sbjeciones que tuviere en cuanto a la.co-
uw
rreceién de la tirada. Declaré no tener
guna_objecién. El tito le resulté adverso,
siendo luego privado de la vida y comido
por sus compafieros.
Luego del rescate de los acusados y des-
pués que éstos pasaron una temporada en
un hospital donde fueron objeto de un tra-
tamiento por desnutricién y shock, se los ,
someti6 a proceso por homicidio en la per-
sona de Roger Whetmore. En el juicio oral,
una vez concluida Ja prueba testimonial, el
portavoz del jurado, de profesién aboga-
do, pregunté al juez si el jurado_no_po-
dia emitir un “veredicto especial”, dejando
al juez la determinacién de la culpabilidad
de los reos, en base a los hechos que resul-
taren probados. Luego de alguna discusién,
tanto el fiscal como el abogado defensor
dieron su conformidad a tal procedimien-
to que fue adoptado por el Tribunal. En un
extenso “veredicto especial” el jurado de-
¢idié que los ‘hechos ocurrieron tal como
os acabo de relatar, y decidi6, ademas,
que’si en base a estos hechos los acusados.
eran culpables del crimen que se les impu \
taba, entonces'debfa condendrselos. En ba-
se-atal veredicto el juez decidié que los
15a eran culpables de homicidio_en
ir Sent de ro ‘Whetmore. En conse-
Guencia, los sentencié a ser ahorcados, pues
Ja ley ‘de nuestro Commeirelit im per
ite discrecién alguna con respecto
aaa ‘a imponerse a aquel delito. Disuelto
aT jurado, sus miembros suseribieron una
comunicacién al jefe del Poder
peticondndole que conmutara 1a pena de
muerte por la de seis meses E
juex dirigié una comunicaci
Poder Ejecutivo. Ain no
resolucién alguna con respecto a estas pe-
tielones, y parece que el Poder Ejecutivo
festa aguardando nilestra decisién en el pre-
sente Fecurso. ;
erPjenso quo en este inusitado caso el jut
rado y el juez siguieron un camino que,
yjademis de ser justo y atinado, era e) Gni-
eo camino que les quedaba abierto con
(\ arreglo a las sore legales. ne
je de nuestra ley es bien I
EQuienquiera privare intencionalmente de
la vida a otro, serd castigado con la muer-
te” NCS.A. (n. s.) 12-A, Esta ley no per
mite excepcién alguna aplicable a este ca
‘go, por mis que nuestras simpatias nos in-
16
duzcan a tomar en cuenta la trégica situa-
cién en que se hallaron estos hombres.
En casos como el presente la clemencia
ejecutiva aparece admirablemente adecua-
da para mitigar los_ri le la ley, y
propongo a mis colegas que sigamos el
ejemplo del jurado y del juez inferior ha-
ciéndonos solidarios con la peticidn que
cellos han dirigido al jefe del Poder E
ceutivo, Todo hace suponer que estas peti-
ciones de clemencia serdn resueltas favo-
rablemente, proviniendo, como provienen,
de personas que han estudiado el caso y
tenido oportunidad de compenetr:
balmente con todas sus circunstancias. Es
‘altamente improbable que el Poder Ejecu-
tivo pudiera denegar esas peticiones, sin
darle al asunto una consideracién por lo
menos tan amplia como la que recibié en
Ja’instancia inferior, cuyas audiencias du-
yaron tres meses. Empero, tal examen del
cai0°(que virtualmente equivaldria a una
xéapértura del juicio) seria dificilmente
atible con Ia indole de las funciones
ivo, tal. como usualmente se las
concibei-Creo'por lo tanto que podemos
“asuinir‘que alguna forma de clemencia se
Wwacordaré a estos acusados. Si asi ocurrie-
re. se hard justicia, sin menoseabo de le
evra ni del espiritu de nuestra ley y sin
ofrecer estimulo a su transgresién.
Ministro Foster. Me choca que el presi-
deme de la Corte, en un esfuerzo por elt:
ddr los graves inconvenientes de este tra
ico caso, haya adoptado y propuesto & sus
oleges una solucidn a la vez tan s6rdida
y tan obvia, Creo que en este caso esté en
Faicio algo més que el destino de estos in,
Fatunados exploradores; esta en juicio el
_ derecho de nuestro Commonwealth. $i esta
Coste Hega’a declarar que de acuerdo con
nuestro derecho estos hombres han_come
tido un_crimen, entonces nuestro derecho
—Znismo resultard condenado ante el tribunal
Yel sentido comin, cualquiera sea Ta suer-
te final de los individuos implicados en
fete recurso de apelacién. Pues nuestra
Sfirmacién de que el derecho que como
jueces sostenemos y enunciamos nos arras-
tra a una conclusién que nos avergiienza Y
de la que sélo podemos librarnos apelan-
do a excepciones diferidas al capricho per~
sonal del Poder Ejecutivo, equivale, pien-
18
so, a la admisién de que el orden juri
iridi
de este Commonwealth fees
lizar la justicia. bo preteple ya.rea
Personalmente no creo
0 que nuestro de-
recho haga necegaria 1a monstruosa con-
( ‘clusién de que estos hombres son asésinos.
Creo, por el contrario, que los :
Ue ntes de todo erimen. Apoyo esta concha-
jén en dos fundamentos independientes
que bastan, cualquiera de ellos, para jus-
lificar la absolucién de los acusados.
El primero de estos fundamentos se basa
en una premisa que puede despertar opo-
sicién si no es analizada sin prejuicio. Sos-
tengo que todo el derecho positive de este
Commonwealth, ineluyendo todas_sus_le-
yes y todos sus precedentes, es inapl
ies, es inaplicabl
a este cas, y que el mismo se halla reais
Ja Fo aut las atigus autores de Euro
‘ica Mat “el_derecho nat
Ea an “el de tu-
“Esta conclusién se basa en la i
Gin de que nuestro derecho positive, peau.
eos 1s potted de la coexistent de
los hombres en sociedad. Al surgi i.
h jr una si-
tuacién en Ta oval tal coexiteneia de. los
hombres se hace imposible, entonces ha de-
Q 19_ jado de existir una condici6n implicita en
fodos nuestros precedentes y en todas nues-
tras leyes. Cuando esta condieién desapa-
rece, en mi opinién, desaparece con ella
oda 1a fuerza de nuestro orden positive,
No estamos acostumbrados « aplicar la mé-
xima Cessante ratione legis, cessat ipsa lex
al conjunto de nuestro derecho positive,
nas creo que este es un caso en el cual 1a
| maxima debe aplicarse.
posicidn de que todo derecho po-
er posibilidad de la
existencia de los hombres suena extra-
famente, no porque la verdad que contic-
ne sea extrafia, sino simplemente porque es
tuna verdad tan obvia y omnipresente que
rrara ver tenemos ocasién de expresarla en
palabras: Como el aire que respiramos,
sti en nuestra circunstancia de manera
tal que nos olvidamos que existe hasta que,
de repente, nos vemos privados de ella.
sean los objetivos que_per-
sigan las distintas ramas de. ‘dere-
cho xesulta claro a la reflexién que todas
fllas estin encaminadas hacia la finalidad
de facilitar y mejorar la coexistencia de los-
hombres y regular en forma
jonable
20
equitativa Jas relaciones de su vida en co-
bres pueden vivir en comin deja de ser
verdadera, como obviamente sucedié en
esta extraordinaria situacién, en que la
conservacién de la vida sélo se hizo posi-
ble quitando otra, entonces las premisas
bisicas subyacentes a todo nuestro orden {
| jurfdico pierden su sentido y su fuerza.___|
Si los trégicos acontecimientos de este
caso hubieran sucedido una milla més alla
de los limites territoriales de nuestro Com-
monwealth, nadie pretenderia aplicarles
nuestra ley. Reconocemos que la jurisdic-
cién tiene bases territoriales. La razén de
ser de este principio no es nada obvia y
Eee examina. Eniendo que exe
‘incipio se apoya en la presuncién di
Sélo es practicable aplicar un orden jor
dico Gnico a un grupo de hombres si ellos
habitan dentro de los limites de un drea
dada de Ja superficie terrestre, La premisa
“de que los hombres deban coexistir en un
grupo, subyace pues, al principio territo-
rial, como al derecho todo. Ahora bien,
sostengo que un caso puede ser sustraide
de la fuerza de un orden juridico, no sélo
21
‘uando la suposicién de que los honi-\ =en sentido geografico sino también moral.
Sf atendemos a los propésitos del derecho
Y del gobierno, ¥ a las premises subyacen-
zee a nuestro derecho positivo, nos pereata-
mos de que cuando aquellos hombres to-
vnaron su funesta decisién, s¢ hallaban tan
Temotos de nuestro orden juridico como st
hubieran estado mil millas mas allé , de
estas fronteras. Hasta en un sentido fi-
ico su prisién subterranea estaba separa-
dda de nuestros tribunales y ujierfas por una
Sélida cortina de roca que pudo despejar-
ge sélo tras un extraordinario gasto de tiem
po y esfuerzos.
lego, por ello, a Ta conclusién de que
en el momento en que Roger Whetmore
perdié su vida a manos de estos acussdos,
fodos ellos —para usar el arcaico lengua
je de los autores del siglo xix— se encom
traban no en un “estado de sociedad civil”,
sino en “estado de naturaleza”. Tal cosa
tiene como consecuencia que el derecho @
clos aplicable no sea el derecho sancio-
nado y establecido por este Commonwealth,
sino el que se deriva de aquellos principios
‘adecuados a su condicién. No vacilo en de-
22
cir que bajo aquellos principi