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Luis Cuevas
Ariel Corral
Flora Sandoval
Eduardo Ortiz
Elba Vega
Berenice Castillo
Isidro Delgado
octubre-diciembre 2009
1
Índice
LAS LETRAS ESTÁN AQUÍ La voz de las palabras
Luis Cuevas / 2
***
Ahora trabajo aquí sentada. Nadie se ha interesado en sacarme a bailar. En esta cantina
de este modo nos empleamos: nos sentamos y esperamos pacientemente a que se nos
estudie y, cuando hemos sido auscultadas, los ojos prontos de algún bebedor se trocan
pies para llegar hasta nuestros sitios. Se nos tiende una mano franca, una mano llano
grieta de obrero distendida por la ternura de la cerveza. De la cerbeza.
***
Los hijos nuevos llegaban por mon-
Seré de mosaico: ha llovido. En el piso suelo gravitar: el suelo es mi cosmos: mi mirada tones aunque la Humanidad entera
absorta lo admira en su infinita constelación de gemas. Antiguo, el piso renarra el baile no lograba recuperarse del gran
del danzar volcano. salto que recién había dado. A Chi-
huahua, Ariel llegó casi solo; ate-
rrizó cuando un acordeón echaba
*** el último suspiro de aquel día. Hoy
por hoy, aunque la Humanidad más
Cuando se nos ha sacado a bailar, esperamos, deseamos se nos lleve en secuencia hasta bien se esperance en los traspiés,
Ariel es aficionado a la escultura, a
el sitio de la Mariscal, hasta el centro del cetro del mundo, para que se nos allane. Para
la cinematográfica literaria y, con
que se nos allane. De esto vivimos, de esto nos angustiamos en las sillas de la cantina, oído pegado a las bocinas y pie
con la vida suspendida de la Nada. libre, gusta de Ramón Ayala y Juan
Gabriel. Sus palabras plasmadas
con ámbar-tinta también son re-
Cumbia mix, salgo ahora. Des[a]tino del mundo.
veladas en Río Grande Review (El
Paso, Texas) y Letras Hábiles (Ciu-
dad Juárez, Chihuahua).
en un paso,
puedo soportar los ciclos de la tierra,
pero claramente,
Flora dio su primera bocanada de
aire cerquita del Cerro de la Silla no puedo hacer reír
—indolente, como estampado en a tu boca que exhala como locomotora
bambalina añeja— cuando 1991 el humo de un oscuro cigarro
hacía los preparativos para recibir
hecho de las hebras del universo,
a su sucesor. Ahora, son Flora y
las luces que se embarran, des- provocando un Big bang con cada exhalada;
garran el silencio, la oscuridad; y ni morir en mi nido de pájaros hambrientos
las luces que escapan del ombligo a causa de un amor imposible.
de la oscuridad de las palabras. Lo
acostumbrado que no puede dejar
de revolverse, diluirse con el humo,
la sonrisa y la sangre. Kubrick,
Buñuel, César Vallejo, Bergman,
Dylan Thomas, Xavier Villaurru-
tia… Aquello (ellos) y la espesura
de estar viva.
y comienza