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Dimensión Social.
Presentación.
1
Campos mórficos para ser más exacto, del cual se desprenden características como
limitación espacial en tanto germinación plástica de los elementos que lo constituyen,
dinámica autopoietica que específica su dinámica identitaria, su voluntad para
configurarse de cierta manera hasta que culminen (atractores) su formación
ontogénica y su proyección holomórfica mediada en tres tiempos pasando del “pasado
al presente”; es decir su resonancia mórfica. Ver en (Sheldrake, 2007a, 2007b,
1999,1990)
dicho sea de paso del sentido en su dimensión social, se ha forjado a fuerza de
presiones y aparatosas contradicciones emanadas en la civilización misma;
como concepto y como cuerpo, la civilización es producto de una ejecución
unívoca y monológica de operaciones que socavan toda armonía de
conjunción y presentación. Atendiendo lógicas colonizadoras que impiden la
resolución de la simetría como comienzo.
Sin más, esto indica que hay una configuración filogenética predispuesta
desde el comienzo, volición maquínica que reproduce sustancialmente su
lógica procesual posibilitando su aparición, su reproducción y su sistema
enajenativo de facto. Se proyecta desde la instauración de la civilización en
conjunto con la sedimentación de los dominios del cuerpo 2, una ambivalencia
procesual que invalida cierto corpus marginalmente denominado desde ese
punto como arcaico.
Más que exceso es una aseveración que peca por su aplastante veracidad, el
poder, la condición de asimetría que se despliega en todo ámbito societal
direcciona su flujo como imperativo fórmico; que da forma, que sedimenta, que
moldea y deforma a su antojo toda actividad, actitud y desplazamiento. Toca
con amplitud y sencillez monstruosa todo ámbito que corresponde a nuestro
proceso de formación, evolución, socialización; desde lo más profundo de
nuestra intimidad hasta lo más placentero de nuestra filogenia. De tal suerte
que hacemos de ello una práctica que se hace cuerpo.5
2
Trabajo, control, vigilancia, producción, saber, clases sociales, estado.
3
Foucault, Michel, La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, pp. 169.
4
Ibíd. Pp. 166.
5
Recurro a ideas de suma utilidad pedagógica como “habitus”, “campo ontológico”,
“forma” y “campo morfogenético”. Es posible que se encuentren más y mejor
apremiados conceptos, sin embargo estos son los que considero de mayor riqueza. De
acuerdo a mi secuencia consúltese: (Bourdieu, 2002), (Lahire, 2006); (Rojas, 2006);
(Maffesoli, 2005b, 2005c), (Jokisch, 2002), (Luhmann, 2007, 1998b), (Simmel, 1900);
(Sheldrake, 2007a, 2007b, 1990)
Conocimiento, acción, experiencias, expectativas, educación, socialización,
destrezas, actividades físicas, etc. Todas y cada una de estas múltiples y
variadas especificidades (dimensiones) se emplazan como condiciones de
existencia sobre la que nosotros podemos inferir de algún modo. Somos parte
de una familia, ingresamos a la escuela, pertenecemos a algún club deportivo,
nos relacionamos con nuestros vecinos, etc. Nuestra incumbencia quizá esta
marcada más por un flujo de obligatoriedad que por voluntad propia, pero eso
cambia a lo largo de nuestra vida.
Vivimos una vida donde los modelos para hacer las cosas, siguen un molde que
escribe y describe hasta el más ínfimo de los detalles una secuencia que sigue
una línea guía que origina un principio y un fin específicos; un principio de todo
y un final para ese desarrollo que ha sido forjado a fuerza de voluptuosas
imposiciones sobre la forma de ser y estar en el mundo, un exceso que culmina
con la más fina de las sensibilidades sobre esa apropiación del mundo.
Se presentan como indeseables sobre los que se debe decidir lo mejor y más
conveniente para ellos, puesto que es notorio que no saben como hacerlo ni
porque hay que hacerlo de este modo; de eso contamos con una de las más
fascinantes historias conocida de mejor modo como occidente. La historia de la
civilización occidental está llena de maravillosos ejemplos sobre como tratar al
extraño, y siguiendo a Emma León podemos decir que:
6
León Vega, Emma, Sentido ajeno. Competencias ontológicas y otredad, Anthropos-
CRIM-UNAM, pp. 75-76.
7
León Vega, Emma, ibíd. Pp. 72. Extraído del original: Said, Eward W, Orientalismo,
Madrid, Libertarias, al Quiba, 1990, pp. 100 y 126.
Por tanto, este trabajo tiene como eje central esta discusión que oscila entre la
posibilidad de nominación, existencia, esencia, presencia y configuración de
sentido como Otredad contrastándolo con una nominación, existencia, esencia,
presencia y configuración de sentido de un Nosotros. De un Propio a diferencia
de un Ajeno, dando pie a una reflexión que necesariamente tendrá que echar
mano de trabajos que propicien una apertura epistémica, arqueológica,
sensible, cognitiva y ontológica.
De cómo hemos sido para con ellos y como es que esta voces pasivas son casi
siempre condición infructuosa de nuestro allanamiento, nuestra trasgresión,
nuestra impune y celebre resistencia a ceder un poco de lo nuestro a los
demás. Que hemos sido excesivamente injuriosos envileciendo toda posibilidad
para lidiar de una mejor manera con lo que nos es extraño. A la par se irán
colando aspectos como la capacidad de relacionalidad de las redes de los Otros
con Nosotros y si es que el trabajo lo permite, lidiar con una posibilidad de
entendimiento de lo extraño desde lo nuestro, de lo extraño hacia lo nuestro, y
desde lo extraño hacia lo extraño.
Bibliografía:
Bourdieu Pierre, 2002 (1982) La distinción criterios y bases sociales del gusto, Taurus,
Madrid.
Foucault, Michel, 2001 (1978), La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, España, 8ª re.
Habermas Jürgen, 1999, La inclusión del otro. Estudios de teoría política; Paidós Básica,
España.
Watzlawick Paul (Comp.), 2002 (1981), La realidad inventada, Gedisa, 2ª ed. España.
Wilber, Ken, y otros, 2007 (1972) El paradigma Holográfico. Una exploración en las
fronteras de la ciencia, Kairós, Barcelona, 7ª ed.