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Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora

Guatemala, Guatemala, C. A.

Sacramentos de Curación (Guía)


(Sacramento de la reconciliación y penitencia y unción de los enfermos)
(Guía De Catequesis para el Catequista)

Esta guía es la única que pueden y deben llevar impresa los catequistas. El catequista debe
tener presente los objetivos de la Catequesis y cumplirlos, mientras planifica y da la
Catequesis.

(*) Orden general de la Catequesis

(0) Repaso breve de semana anterior o bloque dado, comentarios tarea vivencial.

(1) Partir de la vida (Evoco opcional)

(2) Tema (se usa “Partir de la vida”)


(3) Subtema (se usa “Partir de la vida”)

(4) Reflexiono (Puede ir después de cada subtema y debe ir al final de la Catequesis - antes
del taller)

(5) Taller

(6) Reflexiono (Reflexión de taller y reflexión final)

Nota1: Durante la Catequesis de deben incluir las citas de “ilumina con la palabra” y se
puede complementar con la frases sugeridas a utilizar. Es obligatorio que el charlista lea
y se auxilie del YOUCAT.

1
YOUCAT #172-178, #193 y #224-247
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(1) Objetivo General


Que el joven vea en la confesión la infinita muestra de misericordia por parte de Dios. Reconocer
la confesión de los pecados como medio absoluto para estar en gracia con Dios.

Objetivos específicos
1. Experiencia de vida. Que el catequista sea capaz de trasmitir su experiencia de vida
de la reconciliación y transmita lo especial que es la unción de los enfermos.
2. Experiencia de fe: Que el catequista transmita lo con su experiencia lo importante que
es la reconciliación para las personas.

Cognoscitivo
Que comprendan la importancia de los sacramentos de sanación en sus vidas. Que entienda el
sentido de los sacramentos de curación.

Afectivo
Que no tomen la reconciliación como una obligación, si no como una forma para purificar el alma,
así mismo la unción de los enfermos.

Psicomotriz
Que los confirmandos vivan la reconciliación más seguido, que reconozcan y aprendan su
importancia en la vida del cristiano.

(2) Iluminar con la palabra

Citas Bíblicas

o El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación:


Baruc 1, 15-22 /Salmo 32 / Salmo 51 / Mateo 5, 21-24 / Mateo 18, 21-35 / Marcos 2, 1-12 / Lucas
15, 11-32 / Juan 20, 21-23 / Romanos 5, 20-21 / Romanos 7, 14-25 / 2 Corintios 5, 20 / Mateo
16,19 / 1 Juan 1, 8 / Marcos 2, 17 /

o El Sacramento de la Unción de los Enfermos:


Isaías 38, 1-20 / Mateo 4, 24 / Marcos 6, 12-13 / Marcos 16, 17-18 / Juan 9, 1-7 /
Juan 9, 36-39 / Hechos 5, 12-16 / Hechos 9, 32-35 /

Frases

“Algunos santos se han calificado a sí mismos de grandes criminales, porque contemplaban a


Dios, se miraban a sí mismos, y veían la diferencia”. (Beata Teresa de Calcuta)

“El arrepentimiento brota del conocimiento de la verdad”. (Thomas Stearns Eliot, poeta
angloamericano)
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“Después de una caída, ¡hay que levantarse inmediatamente de nuevo! No hay que dejar ni un
momento el pecado en el corazón”. (San Juan María Vianney, cura de Ars)

“Dios valora tanto la penitencia, que la más nimia de las penitencias del mundo, si es auténtica,
le hace olvidar cualquier tipo de pecado, de modo que incluso a los demonios se les perdonarían
las culpas si pudieran tener arrepentimiento”. (San Francisco de Sales)

“Un signo del arrepentimiento sincero es alejar la ocasión”. (San Bernardo de Claraval)

“Dios lo sabe todo. De antemano ya sabe que, después de haberos confesado, volveréis a pecar.
Y, sin embargo, perdona. Va incluso tan lejos como para olvidar intencionadamente el futuro con
tal de perdonarnos”. (San Juan María Vianney, cura de Ars)

“Yo soy mucho más digno de castigo que vosotros, no temáis en confesar vuestros pecados“.
(San Juan María Vianney, cura de Ars)

“El Amor tapa multitud de pecados”. (1 Pe 4,8)

“La Penitencia es el segundo Bautismo, el bautismo de las Lágrimas”. (San Gregorio Nacianceno)

“El cuidado de los enfermos debe estar ante todo y por encima de todo. Hay que servirles como
si fueran realmente Cristo”. (San Benito de Nursia)

“Sólo Cristo es el verdadero sacerdote, los demás son ministros suyos”. (Santo Tomas de
Aquino)

“El sacerdote continúa la obra de redención en la tierra”. (San Juan María Vianney, cura de Ars)

“Nuestro Redentor no quiso dejar el cuidado de los hombres, que tantos sufrimientos le causaron,
al solo cuidado de nuestra prudencia, sino que quiere actuar con nosotros”. (Santo Tomas de
Villanueva)

“¡Ama a Jesús! ¡No tengas ningún miedo! Aunque hubieras cometido todos los pecados de este
mundo, Jesús te repite a ti las palabras: Se te ha perdonado muchos pecados porque has amado
mucho”. (San Pío Pietralicina)

“Preferiría incluso el peor de los mundos cristianos antes que el mejor de los paganos, porque
en el mundo cristiano hay espacio para aquellos que en ningún mundo pagano tuvieron cabida:
los lisiados y enfermos, los ancianos y débiles. Para ellos había algo más que espacio, había
amor para los que tanto en el mundo pagano como en el mundo sin Dios se consideraban y se
consideran inútiles”. (Heinrich Böll)

“Si mirásemos cuán grande es la misericordia de Dios, nunca dejaríamos de hacer bien mientras
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pudiésemos: pues que, dando nosotros, por su amor, a los pobres lo que él mismo nos da, nos
promete ciento por uno en la bienaventuranza”. (San Juan de Dios)

(3) Partir de la Vida


(Experiencia de vida, ejemplo para tema/subtema. debe ser un ejemplo o varios aplicados a la
vida cotidiana) Esta parte se usa antes, durante o después del tema o subtema dado.

Experiencias de vida en dos sentidos:


Experiencia de vida (reflexión de una experiencia cotidiana, común o que la dinámica
sea realizable y coherente con la Catequesis.)
Experiencia de Fe (No “ayuda a reflexionar”, ni “es un aporte”, sino que la cita bíblica es
el punto de partida de la reflexión, es decir “ilumina con la palabra”)

Evoco
Alguna experiencia de vida (Propia o de alguien más que quieran compartir) que él/los
catequistas a cargo de la Catequesis. Dicha experiencia para mostrar con un ejemplo concreto
con respecto al tema/subtema que se esté presentando. Siempre deben haber experiencias (por
muy sencillas que sean) que vayan con la Catequesis dada.

Todos tenemos nuestros fallos y, a pesar de la permisividad actual y de la presión del ambiente
para eliminar todo sentimiento de culpa, hemos de reconocer que a veces perjudicamos, herimos
o menospreciamos a alguien, y nos damos cuenta de que debemos rectificar. ¡Efectivamente, es
tan cómodo echarle la culpa de nuestros errores a un gen que nos predispone a ello, o a la
sociedad como causante de todos nuestros males...!

Así como hemos visto signos de crecimiento en nuestra vida, existen también signos y señales
en nuestro trabajo diario, y en nuestras penas y enfermedades, Existen signos en nuestra familia,
que quizás ni nos imaginamos, el amor de nuestros papás son un signo de unión como la de
Jesús a la Iglesia, el sacerdote es un signo de servicio a la comunidad, nuestra enfermedad, nos
recuerda los padecimientos de Jesús y debemos sentirnos consolados y redimidos por su amor.
La reconciliación, es un signo de comprensión, amor y humildad, que nos une más las personas
que nos rodean y a Cristo. Estos sacramentos, ya no son de iniciación cristiana, son de nuestro
día a día, en el cual debemos celebrar el amor, el servicio la unidad y la solidaridad con los
demás.

Provocó
¿Nos hemos sentido mal por reírnos de alguien y haberle hecho daño con eso?, ¿Nos ha dado
carga de conciencia negar la ayuda en casa, sabiendo que tuve una “salida nocturna”?, ¿Qué
hacemos en nuestras por reponer nuestros errores? ¿Qué elementos y gestos utilizamos?,
¿Cada cuánto confesamos nuestras faltas? ¿Por qué lo hacemos?
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(4) Contenido

Estructura de Contenido
Los puntos clave a tratar dentro de cada Catequesis.

● Sacramentos de curación
o ¿Cuáles son y para qué son?
● El Sacramento de la reconciliación
o ¿Qué es la reconciliación?
o El pecado
o ¿Por qué lo hacemos?
o ¿Para qué lo hacemos?
o Administrar la reconciliación
● El Sacramento de la unción de los enfermos
o ¿Qué es la unción de los enfermos?
o ¿Por qué lo hacemos?
o ¿Para qué lo hacemos?
o Administrar la unción de los enfermos
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Desarrollo del Contenido

Todos los sacramentos son un encuentro con Cristo, que es él mismo el sacramento original.
La Penitencia nos reconcilia con Cristo. Mediante la Unción de los enfermos es Cristo quien
cura, fortalece y consuela.

A. El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación


(Reconcilia con Cristo)

● ¿Qué es el sacramento de la penitencia y de la reconciliación?

Este sacramento es llamado de distintas formas:


o De Conversión porque realiza, sacramentalmente, la vuelta de nosotros los hombres a
Jesús y al Padre.
o De Penitencia porque es el arrepentimiento por nuestras faltas, porque es el verdadero
dolor del cristiano pecador.
o De Confesión porque es la declaración, el confiarle a Jesús (presente por medio del
sacerdote) nuestros pecados. Es también una “confesión”, reconocimiento y alabanza
de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.
o Del Perdón porque concede al penitente el perdón y la paz de parte de Dios.
o De Reconciliación porque nos devuelve al amor de Dios padre.

● El Pecado2 3

Un pecado es una palabra, un acto o una intención, con la que un hombre atenta, consciente y
voluntariamente, contra el verdadero orden de las cosas, previsto así por el amor de Dios. Es un
acto contrario a la razón. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.

En el fondo el pecado es el rechazo de Dios y la negativa a aceptar su amor. Esto se muestra


en el desprecio de sus mandamientos. El pecado es más que un comportamiento incorrecto;
tampoco es una debilidad psíquica. En lo más hondo de su ser, todo rechazo o destrucción de
algo bueno es el rechazo del Bien por excelencia, el rechazo de Dios. En su dimensión más
honda y terrible, el pecado es la separación de Dios y con ello la separación de la fuente de la
vida. Por eso también la muerte es la consecuencia del pecado. Solamente en Jesús
comprendemos la inconmensurable dimensión del pecado: Jesús sufrió el rechazo de Dios en
su propio cuerpo. Tomó sobre sí la violencia mortal del pecado, para que no nos toque a nosotros.
Para ello tenemos la palabra Redención.

A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias
para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.

2
YOUCAT #67 #315
3
Ver anexo “El Pecado”
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El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados
cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

o Participando directa y voluntariamente.


o Ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos.
o No revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo.
o Protegiendo a los que hacen el mal.
El pecado, ruptura con Dios y los hermanos, acto personal, libre, consciente y concreto; tiene
cuatro dimensiones:
o Personal: Rompe la armonía interior y hace a la persona caer en esclavitudes que le
impiden lograr su plenitud.
o Social: Al pecar, el ser humano ofende a los demás: se pervierten las relaciones
humanas, se lesiona la justicia y la dignidad de los otros, y se atenta contra las
exigencias del bien común.
o Eclesial: Con el pecado, el bautizado afecta a toda la comunidad cristiana,
perturbando y lesionando la comunión con la Iglesia.
o Religiosa: porque se ofende a Dios. Es la ruptura de la alianza contra Él y el rechazo
de su salvación. Es la negación de su amor.

El punto más importante de la reconciliación con Dios, es la llamada de Jesús a la conversión y


a la penitencia no mira a las obras exteriores (que cuentan en la penitencia) sino a la conversión
del corazón, la penitencia interior. Al descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro corazón
se estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el
pecado y verse separado de Él.

Jesús conocía lo difícil que es perdonar para el ser humano y a la vez de pedir perdón. Por lo
que la forma más bella de explicar en el sacramento de la Penitencia es la parábola del hijo
prodigo (Lc 15).

Como el hijo, que pidió su herencia, nos perdemos. Pero Dios nos espera con un deseo infinito
de salir a nuestro encuentro. Siempre y cuando estemos dispuestos a sanar las heridas que el
pecado ha provocado en nosotros.

● ¿Por qué lo hacemos?

Jesús mismo instituyó el sacramento de la Penitencia. En Pentecostés, Jesús se les apareció a


sus apóstoles y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdones los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”. (Jn 20, 22-23)

“El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 19, 10)

Debido a la debilidad del ser humano, tanto corporal como espiritualmente, Dios nos da la
oportunidad de liberarnos atreves de los sacramentos de Sanación.

“No necesitan médicos los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a
los pecadores” (Mc 2, 17)
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El amor de Cristo se muestra en que busca a quienes están perdidos y cura a los enfermos.

Con el bautismo hemos nacido a la vida de hijos de Dios. Nos arranca el pecado original y nos
libera de la muerte. Pero no nos desata de la debilidad humana. La cual tiene inclinación hacia
el pecado. He ahí la necesidad que hay de la confección, ya que en ella encontramos la
reconciliación con nuestro Creador. Dios es misericordioso, y no desea nada más que el que
nosotros acojamos a su misericordia.

El amor de Cristo se muestra en que busca a quienes están perdidos y cura a los enfermos.
Por eso se nos dan los sacramentos de la curación y restauración, en los que nos vemos
liberados del pecado y confortados en la debilidad corporal y espiritual.

● ¿Para qué sirve?

La confesión reconcilia al pecador con Dios y la Iglesia. Es como una brisa de aire fresco tras
una tormenta de verano. Un despertar radiante de verano. Es estar de nuevo en paz con Dios.
La reconciliación trae al alma bienes:
o Reconcilia con Dios, recupera en el alma la gracia santificante, devolviendo la amistad
con Dios.
o Perdona los pecados, la pena temporal consecuencia del pecado.
o Confiere la gracia sacramental específica, que es precisamente una gracia para no
recaer en los pecados acusados.
o La paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual
o Reconcilia con la Iglesia.
o El acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano.
● Administrar del sacramento de la reconciliación y penitencia

Para una buena confección es necesario: el examen de conciencia, la contrición o


arrepentimiento, propósito de enmienda, la confesión y la penitencia.

En la confesión estamos invitados a liberarnos de nuestras ataduras con el mal, por lo que es
necesario confesar todo tipo de faltas y ofensas se han cometido contra el Amor de Dios.

El tener la edad justa para poder diferenciar el bien con el mal, o sea cuando hay conciencia del
uso de la razón plena por parte nuestra, es que la Iglesia nos invita a participar del Sacramento
de la confesión.

Los actos del penitente:


o Examen de conciencia: debe ser a fondo, pero nunca puede ser exhaustivo.
o Contrición: Arrepentimiento pleno de los pecados
o Propósito de enmienda: Es imprescindible el firme propósito de no volver a caer en la
tentación.
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o Confesión: El pecador, en un acto de humildad y necesidad de la misericordia de Dios,


debe aclarar sus pecados al confesor. Es declararse pecador ante Jesús, presente por
medio del sacerdote, detallando cada una de las faltas.
o Penitencia: Unida al propósito de enmienda, la reparación o penitencia que impone el
confesor al pecador para reparar el daño cometido. Se busca acercarlo de una relación
más estrecha con Dios. Para reparar el daño causado por el pecado y restablecer los
hábitos propios del discípulo de Cristo.

El arrepentimiento debe de ser personal. Debe nacer en el deseo de mejorar como persona. Se
da cuando hay una contradicción entre el Amor de Dios y nuestros pecados. Ahí debe surgir el
deseo de cambiar nuestras vidas y poner nuestra confianza en el auxilio de Dios. Y es injusto
que rompamos esa confianza y relación con Dios. Por lo que es necesario la penitencia, la
reparación de nuestros actos.

¿Qué es la penitencia? (YOUCAT # 230)

La penitencia es la reparación de una injusticia cometida. La penitencia no debe darse


sólo en la mente, sino que debe expresarse en obras de misericordia y en el
compromiso con los demás. También con la oración, el ayuno y la ayuda material y
espiritual a los pobres se hace penitencia.

Con frecuencia se entiende mal la penitencia. No tiene nada que ver con maltratarse
(maltrato personal) o con los escrúpulos. La penitencia no es estar dando vueltas sobre
lo mala persona que soy. La penitencia nos libera y nos anima a empezar de nuevo.

Por lo que es necesario la conversión de la persona que confiesa y la absolución de un


presbítero, en nombre de Dios.

Ordinariamente los elementos de la celebración de este sacramento son:

o Saludo y bendición del sacerdote.


o Confesión de los pecados
o Absolución: (del Lat. Absolveré = desatar, absolver): La absolución del sacerdote es el
perdón sacramental de uno o más pecados después de la confesión de los pecados del
penitente.

El sacerdote y el sacramento

Jesús mismo perdonó los pecados a muchas personas, que incluso era más importante que
hacer milagros. Ya que a través del perdón, se visualizaba el gran signo de la llegada del Reino
de los Cielos. El poder de perdonar los pecados es único de Dios. Jesús lo hacía porque es
el Hijo de Dios. (Mc 2,5) y Él ha conferido ese poder a los presbíteros, los cuales perdonan en
nombre de Dios. (Jn 20,23)

Esta confesión, manda la Santa Madre Iglesia, que se efectué por lo menos una vez al año. Pero
en cualquier caso es necesario confesarse antes de recibir la sagrada Comunión, si se ha
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cometido un pecado grave4.

Mediante las indulgencias5, los fieles pueden alcanzar para sí mismos y también para las
almas del Purgatorio el perdón de las penas temporales, consecuencia de los pecados.

La responsabilidad que conlleva el poder liberar al hombre de sus cargas espirituales por medio
de la confesión, es tal que el presbítero tiene estrictamente prohibido decir o insinuar las faltas
confesadas. Es su deber y obligación mantenerlo en secreto. Caso contrario llevaría a la
excomunión del presbítero.

¿Quién puede perdonar los pecados? (YOUCAT # 228)

Sólo Dios puede perdonar los pecados.

«Tus pecados te son perdonados» (Me 2,5) sólo lo pudo decir Jesús porque él es el Hijo
de Dios. Y sólo porque Jesús les ha conferido este poder pueden los presbíteros perdonar
los pecados en nombre de Jesús.

¿Por qué sólo los sacerdotes pueden perdonar pecados? (YOUCAT # 236)

Ningún hombre puede perdonar pecados a no ser que tenga un mandato de Dios para
ello y la fuerza que él le otorga. Los encargados de ello son en primer lugar el obispo y
después sus colaboradores, los sacerdotes.

Hay quien dice: Esto lo arreglo yo directamente con Dios, ¡para eso no necesito ningún
sacerdote!

Pero Dios quiere que sea de otra manera. ÉL nos conoce. Hacemos trampas con respecto a
nuestros pecados, nos gusta echar tierra sobre ciertos asuntos. Por eso Dios quiere que
expresemos nuestros pecados y que los confesemos cara a cara.

En la confesión nos sentimos cohibidos, humillados y hasta con pena. Pero es necesario superar
ello para sanar interiormente. Pues es de suma importancia que sea un sacerdote quien nos
otorgue el perdón.

Uno tiende a ser muy benevolente con uno mismo. Trata de justificar o minimizar algunos
pecados hechos. Y se es muy “suave” a la hora de juzgarse. Es preciso pues que alguien más
nos ayude a ver nuestros defectos y que vele para que nuestra carga espiritual sea más ligera.

Dios le ha concedido ese don de perdonar los pecados a las personas que han entregado su
vida para la salvación de las almas. Mismo don que Jesús le entrego a sus apóstoles y estos a
sus sucesores.

Pero a pesar de haber recibido por parte de Dios el poder de perdonar los pecados, hay ciertas
faltas que apartan totalmente al hombre de Dios. Y dado su gravedad, la pena que cae sobre el

4
Ver anexo de “El pecado”
5
Ver Anexo de “Indulgencias”.
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individuo es la Excomunión67. Este acto solo puede ser absuelto por un Obispo o dado la
gravedad únicamente por el Papa.

Recordando:

“Dios padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la Muerte y Resurrección de su
Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de
la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo.”

B. Sacramento de la unción de los enfermos


(Cristo quien cura, fortalece y consuela)

● ¿Qué es la unción de los enfermos?

Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera
encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso
nos ánima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo; y contribuir, así, al bien del Pueblo
de Dios.

El sacramento de la Unción de los enfermos tiene por fin conferir una gracia especial al cristiano
que experimenta las dificultades inherentes al estado de enfermedad grave o de vejez.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice que “La enfermedad y el sufrimiento se han contado
siempre entre los problemas más graves que aquejan la vida humana. En la enfermedad, el
hombre experimenta su impotencia, sus límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos
entrever la muerte”

“La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la
desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura,
ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que es. Con mucha
frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.” (CEC)

● ¿Por qué la unción de los enfermos?

Desde los tiempos de los antiguos profetas surge la idea que el pecado es producto de una
desobediencia contra Dios. Que el sufrimiento es la maldición de su pecado. A su vez se le veía
como una prueba difícil en la que se podía revelar o aceptar la mano bondadosa de Dios.

Cuando Jesús se hizo hombre, nos enseñó las maravillas del amor de Dios. Y lo hizo donde

6
(del Lat. ex = fuera y communicatio = participación, comunidad): La exclusión de un católico de la
recepción de Los sacramentos. La excomunión tiene la intención de que el pecador cambie de vida y
vuelva al buen camino. (YOUCAT)
7
Ver más en YOUCAT # 237
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nuestra fragilidad nos ponía en amenaza; con el debilitamiento de nuestra vida a causa de la
enfermedad. Dios quiere que tengamos plena salud de alma y cuerpo, y a causa de ello creamos
y reconozcamos el reino de Dios que viene.

La tarea del cuidado de los enfermos fue establecida por Jesús a sus discípulos (Mt 25, 39-40
– 10,8)

Es necesario encontrar el rostro de Cristo en el anciano, niño y enfermo que sufre. De la misma
forma que Cristo se acercó a ellos, que era los excluidos y marginados por los demás. Un
cristiano verdadera, ve brotar de su corazón la necesidad de dar afecto a estas personas.
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● ¿Para qué es la unción de los enfermos?

Este sacramento se otorga para dar consuelo, paz, ánimo y fe al enfermo. De unirlo más
íntimamente con Cristo, quien le espera en el Paraíso.

La gracia especial del sacramento de la Unción de los enfermos tiene como efectos:

o La unión del enfermo a la Pasión de Cristo, para su bien y el de toda la Iglesia.


o El consuelo, la paz y el ánimo para soportar cristianamente los sufrimientos de la
enfermedad o de la vejez.
o El perdón de los pecados si el enfermo no ha podido obtenerlo por el sacramento de la
reconciliación y penitencia.
o El restablecimiento de la salud corporal, si conviene a la salud espiritual;
o La preparación para el paso a la vida eterna.

● Administrar el sacramento de la unción de los enfermos

Este lo puede recibir el creyente que se encuentre e peligro de muerte por una situación crítica
de salud o vejez y su vida dependa de ello, es decir que esté en peligro de muerte en cualquier
forma.

Cada vez que un cristiano cae gravemente enfermo puede recibir la Santa Unción, y también
cuando, después de haberla recibido, la enfermedad se agrava. Se puede recibir varias veces
en la vida. A cualquier edad, dada la circunstancia.

Esta es administra de la siguiente forma: se le unge la frente y las manos con el óleo sagrado
(óleo bendecido por el obispo, o, en caso necesario, por el mismo presbítero que celebra) o en
otras partes del cuerpo (en Oriente), acompañado de oraciones correspondientes.

Este sacramento es celebrado por presbíteros y/u obispos. Cristo actúa a través de ellos en
virtud de orden sacerdotal.

También es necesario que se acompañe con el Viático, que se entiende por la última sagrada
comunión que recibe la persona antes de morir. La comunión es tan necesaria para la vida como
el momento en el que el ser humano se dispone a terminar su vida terrenal. Ya que le espera
una eterna comunión con Dios mismo.

Recordando:

“Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del
Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte tu
enfermedad.”
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(5) Reflexiono
(Todas las respuestas de preferencia siempre buscar un ejemplo de vida para complementar la
respuesta)

Preguntas y Respuestas
Los siguientes puntos siempre se deben de realizar.
● Se pregunta a los confirmandos si hay dudas del tema/subtema dado.
● Plantear preguntas con compañeros.
● Y se les pregunta esta pregunta siempre (después de explicar un subtema y al final
de la Catequesis):
o ¿Qué piensan? ¿Están de acuerdo o no? ¿por qué?

Provocó (El mundo)8


¿Si no confieso me condeno? ¿Por qué me tengo que confesar con un sacerdote, con un
hombre? ¿No basta con hablarle a solas a Dios? ¿Es una invención de la iglesia católica estos
sacramentos? ¿Realmente es útil la unción de los enfermos?

Reflexión final
Se debe cerrar el tema de cómo aplicar dicho tema en nuestra vida. Deberán hacer un
compromiso (los jóvenes) y que digan el por qué de ese compromiso (de forma profunda, no
superficial). Y que indiquen la importancia del tema dado. Orientarlo siempre en Fe.

(6) Oración personal9


En este momento siempre se toman los 5 minutos últimos de cada Catequesis

Reflexión guiada por el catequista:


En un momento de honestidad ante Jesús, piensa si hay laguna persona a quien debas pedir
perdón o que tengas algo que perdonar. Pide su fuerza para que puedas hacerlo.

O bien, un momento de reflexión personal guiada por el catequista en relación al tema.

8
Estas preguntas el catequista debe hacerlas de forma directa al confirmando siempre, Todas las
preguntas se deben resolver en la reunión de catequistas previa a esta Catequesis.
9
Esta oración personal, puede ser un momento de reflexión guiada por el catequista en relación al tema,
lo presentado es una propuesta.
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(7) Oración final general


Los confirmandos Empiezan la oración (uno diferente cada Catequesis) y el catequista la
complementa. Se sugiere que se haga en círculo la oración y no desde sus lugares, fomenta
la unión del grupo.

(8) Tarea vivencial10


La tarea que siempre se debe dejar es que apliquen lo aprendido (si se puede) en su semana o
que observen donde se ve aplicado en su vida el tema de la Catequesis y al iniciar cada
Catequesis se les pregunta cómo aplicaron u observaron lo aprendido en dicha semana también.
Opcional que escriban un comentario/ensayo de un cuarto o media página de dicha
experiencia.
El objetivo de este tipo de tareas es que lo aprendido se vuelva una vivencia (“Confi es
vivencial”).

(9) Referencias de Apoyo


En esta parte se incluyen referencias para complementar el contenido.

Catecismo de la iglesia católica # 1113-113411, # 1420-149812, #1499-153213 y #1846-187614

YOUCAT #172-178, #193, #224-24715 y #312-320 (Obligatoria)

Biblia Católica para Jóvenes

(10) Referencias del contenido


Catecismo de la iglesia católica (CEC).
YOUCAT. 3 de mayo de 2010.
DRAE. 2001. 22ª edición. Recuperado de: http://www.rae.es/recursos/diccionarios/drae
HERMENEGILDO ZANUSO. “Cuéntame un ejemplo” Colección de 367 cuentos y anécdotas de enseñanza cristina. Cuento 119, “El
Pecado más grave”. 18ª edición, marzo 2000, México D.F. Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C. Pagina 83-84.
CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO, COLOMBIANO Y CHILENO. 3ª edición. 9 de agosto de 2003. Biblia Católica para
Jóvenes.

10
Esta tarea es a criterio del catequista, pero si se debe dejar en toda Catequesis.
11
El misterio Pascual en los sacramentos de la iglesia.
12
Sacramento de Penitencia y de la reconciliación.
13
Sacramento de la Unción de los Enfermos.
14
El pecado
15
Sacramentos de Reconciliación y penitencia y de la unción de los enfermos.
Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora
Guatemala, Guatemala, C. A.
Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora
Guatemala, Guatemala, C. A.

(11) Anexos

Definición de pecado

Un pecado es una palabra, un acto o una intención, con la que un hombre atenta, consciente y
voluntariamente, contra el verdadero orden de las cosas, previsto así por el amor de Dios.
El pecado es un acto contrario a la razón. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta contra la
solidaridad humana. Es una palabra, un acto o una intención, con la que un hombre atenta,
consciente y voluntariamente, contra el verdadero orden de las cosas, previsto así por el amor
de Dios.
En el fondo el pecado es el rechazo de Dios y la negativa a aceptar su amor. Esto se muestra
en el desprecio de sus mandamientos. El pecado es más que un comportamiento incorrecto;
tampoco es una debilidad psíquica. En lo más hondo de su ser, todo rechazo o destrucción de
algo bueno es el rechazo del Bien por excelencia, el rechazo de Dios. En su dimensión más
honda y terrible, el pecado es la separación de Dios y con ello la separación de la fuente de la
vida. Por eso también la muerte es la consecuencia del pecado. Solamente en Jesús
comprendemos la inconmensurable dimensión del pecado: Jesús sufrió el rechazo de Dios en
su propio cuerpo. Tomó sobre sí la violencia mortal del pecado, para que no nos toque a nosotros.
Para ello tenemos la palabra Redención.

A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias
para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.

El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados
cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

— participando directa y voluntariamente;


— ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos;
— no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo;
— protegiendo a los que hacen el mal.

La diversidad de pecados

Se pueden distinguir los pecados según su objeto, como en todo acto humano, o según las
virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o según los mandamientos que
quebrantan. Se los puede agrupar también según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí
mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o también en pecados de
pensamiento, palabra, acción u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre,
en su libre voluntad.

La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas
opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: “Las obras de la carne son conocidas:
fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas,
divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os
prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios”
(5,19-21; cf Rm 1, 28-32; 1 Co 6, 9-10; Ef 5, 3-5; Col 3, 5-8; 1 Tm 1, 9-10; 2 Tm 3, 2-5).
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Guatemala, Guatemala, C. A.

La gravedad del pecado: pecado mortal y venial

“Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y venial,
perceptible ya en la Escritura se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia de los
hombres la corroboran.”

En el corazón reside también la caridad16, principio de las obras buenas y puras, a la que hiere
el pecado.

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de
la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo
un bien inferior.

El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.

Pecado mortal

El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva
iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente
en el marco del sacramento de la Reconciliación:

Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal lo que tiene
como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y
deliberado consentimiento”.

La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón no disminuyen, sino aumentan, el


carácter voluntario del pecado.

El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección deliberada del mal.

La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven
rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto,
honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un
asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la
violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.

La ignorancia involuntaria puede disminuir, y aún excusar, la imputabilidad de una falta


grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la
conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente
reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los
trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección
deliberada del mal.

16
La caridad es la virtud por la que nosotros, que hemos sido amados primero por Dios, nos podemos
entregar a Dios para unirnos a él y podemos aceptar a los demás, por amor a Dios, tan incondicional y
cordialmente como nos aceptamos a nosotros mismos. (YOUCAT #309)
Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora
Guatemala, Guatemala, C. A.

“Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el
Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10).

No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la


misericordia de Dios mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la
salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la
condenación final y a la perdición eterna.

Pecado venial

Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por
la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno
conocimiento o sin entero consentimiento.

El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide
el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas
temporales. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone
poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios
a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable
con la gracia de Dios. “No priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad,
ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna”

«El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los pecados
leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los tienes por
tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos pequeños hacen una gran
masa; muchas gotas de agua llenan un río. Muchos granos hacen un montón. ¿Cuál es entonces
nuestra esperanza? Ante todo, la confesión...» (San Agustín).

La proliferación del pecado (Los vicios)

El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De
ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración
concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede
destruir el sentido moral hasta su raíz.

Los vicios son costumbres negativas adquiridas que adormecen y oscurecen la conciencia,
abren a los hombres al mal y los predisponen al pecado.

La reiteración de pecados, incluso veniales, engendra vicios entre los cuales se distinguen
los pecados capitales.

Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la
avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza
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Guatemala, Guatemala, C. A.

Anexo1: El Pecado

Definición de pecado

Un pecado es una palabra, un acto o una intención, con la que un hombre atenta, consciente y
voluntariamente, contra el verdadero orden de las cosas, previsto así por el amor de Dios. Es un
acto contrario a la razón. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana.

En el fondo el pecado es el rechazo de Dios y la negativa a aceptar su amor. Esto se muestra


en el desprecio de sus mandamientos. El pecado es más que un comportamiento incorrecto;
tampoco es una debilidad psíquica. En lo más hondo de su ser, todo rechazo o destrucción de
algo bueno es el rechazo del Bien por excelencia, el rechazo de Dios. En su dimensión más
honda y terrible, el pecado es la separación de Dios y con ello la separación de la fuente de la
vida. Por eso también la muerte es la consecuencia del pecado. Solamente en Jesús
comprendemos la inconmensurable dimensión del pecado: Jesús sufrió el rechazo de Dios en
su propio cuerpo. Tomó sobre sí la violencia mortal del pecado, para que no nos toque a nosotros.
Para ello tenemos la palabra Redención.

A los ojos de la fe, ningún mal es más grave que el pecado y nada tiene peores consecuencias
para los pecadores mismos, para la Iglesia y para el mundo entero.

El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados
cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

— participando directa y voluntariamente;


— ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos;
— no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo;
— protegiendo a los que hacen el mal.

La diversidad de pecados

Se pueden distinguir los pecados según su objeto, como en todo acto humano, o según las
virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o según los mandamientos que
quebrantan. Se los puede agrupar también según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí
mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o también en pecados de
pensamiento, palabra, acción u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre,
en su libre voluntad.

La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas
opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: “Las obras de la carne son conocidas:
fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas,
divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os
prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios”
(5,19-21; cf Rm 1, 28-32; 1 Co 6, 9-10; Ef 5, 3-5; Col 3, 5-8; 1 Tm 1, 9-10; 2 Tm 3, 2-5).
Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora
Guatemala, Guatemala, C. A.

La gravedad del pecado: pecado mortal y venial

“Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y venial,
perceptible ya en la Escritura se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia de los
hombres la corroboran.”

En el corazón reside también la caridad17, principio de las obras buenas y puras, a la que hiere
el pecado.

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de
la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo
un bien inferior.

El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.

o Pecado mortal
El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva
iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente
en el marco del sacramento de la Reconciliación:

Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: “Es pecado mortal lo que tiene
como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y
deliberado consentimiento”.

La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón no disminuyen, sino aumentan, el


carácter voluntario del pecado.

El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección deliberada del mal.

La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven
rico: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto,
honra a tu padre y a tu madre” (Mc 10, 19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un
asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la
violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño.

La ignorancia involuntaria puede disminuir, y aún excusar, la imputabilidad de una falta


grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la
conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente
reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los
trastornos patológicos. El pecado más grave es el que se comete por malicia, por elección
deliberada del mal.

“Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el

17
La caridad es la virtud por la que nosotros, que hemos sido amados primero por Dios, nos podemos
entregar a Dios para unirnos a él y podemos aceptar a los demás, por amor a Dios, tan incondicional y
cordialmente como nos aceptamos a nosotros mismos. (YOUCAT #309)
Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora
Guatemala, Guatemala, C. A.

Espíritu Santo no será perdonada” (Mc 3, 29; cf Mt 12, 32; Lc 12, 10).

No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la


misericordia de Dios mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la
salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la
condenación final y a la perdición eterna.

o Pecado venial
Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por
la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno
conocimiento o sin entero consentimiento.

El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide
el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas
temporales. El pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone
poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios
a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable
con la gracia de Dios. “No priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad,
ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna”

«El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los pecados
leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los tienes por
tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos pequeños hacen una gran
masa; muchas gotas de agua llenan un río. Muchos granos hacen un montón. ¿Cuál es entonces
nuestra esperanza? Ante todo, la confesión...» (San Agustín).
Confirmación, Parroquia San Juan Bosco santuario Maria Auxiliadora
Guatemala, Guatemala, C. A.

La proliferación del pecado (Los vicios)

El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De
ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración
concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede
destruir el sentido moral hasta su raíz.

Los vicios son costumbres negativas adquiridas que adormecen y oscurecen la conciencia,
abren a los hombres al mal y los predisponen al pecado.

La reiteración de pecados, incluso veniales, engendra vicios entre los cuales se distinguen
los pecados capitales18.

Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la
avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.

Referencias:

Catecismo de la Iglesia Católica (#1846-187) YOUCAT (#67-70, #315-320)

18
Suma Teológica Santo Tomas de Aquino
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Anexo 2: Anécdota, “El pecado más grave”

Un joven se presentó al Padre Plácido Riccardi, religioso benedictino. Desesperado se arrojó a


sus pies, y le confesó:

-Padre, yo he cometido todos los pecados.

El sacerdote le dijo:
-Todos menos uno.

-Le aseguro, Padre, que los he cometidos todos de verdad; me siento ya en el infierno.

-Y yo te aseguro que el pecado más grave no lo has cometido.

-¿Cuál pecado será, Padre?

-El simple hecho de estar tú aquí conmigo, demuestra que no has desconfiado del perdón de
Dios. Y por no haber tú cometido ese pecado, que sería el más grave, Dios te perdona todos los
demás.
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Anexo 3: Indulgencias
Leemos en el Evangelio que, en muchas ocasiones, Jesucristo perdonó a algunas personas las
penas temporales, en atención a determinadas buenas obras (al buen ladrón, p. ej., le perdonó
toda la pena: Lc 23, 43). Este poder lo quiso dejar también a la Iglesia (Mt 18, 18) que, en virtud
de esa autoridad puede conceder indulgencias a los fieles que se encuentran bien dispuestos y
cumplen determinadas condiciones.
La doctrina y la práctica de las indulgencias en la Iglesia están estrechamente ligadas a los
efectos del sacramento de la Penitencia.
Qué son las indulgencias
La indulgencia es la remisión de la pena temporal debida por los pecados, que la Iglesia concede,
bajo ciertas condiciones, a quienes están en gracia.
"La indulgencia es la remisión19 ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados
en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por
mediación de la Iglesia, la cual, como administradora de la redención, distribuye y aplica con
autoridad el tesoro de las satisfacciones de Cristo y de los santos" (Pablo VI).
La doctrina y uso de las indulgencias, vigentes en la Iglesia católica desde hace muchos siglos
están fundamentados sólidamente en la revelación divina (Concilio Tridentino, Sesión XXV,
Decretum de indulgentiis).

Mediante las indulgencias, los fieles pueden alcanzar para sí mismos y también para las almas
del Purgatorio la remisión de las penas temporales, consecuencia de los pecados.
Puesto que los fieles difuntos en vía de purificación son también miembros de la misma
comunión de los santos, podemos ayudarles, entre otras formas, obteniendo para ellos
indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados.
Por eso la Iglesia no quiere solamente acudir en ayuda de este cristiano, sino también impulsarlo
a hacer a obras de piedad, de penitencia y de caridad.
"La indulgencia es parcial o plenaria según libere de la pena temporal debida por los pecados en
parte o totalmente”
Según la disciplina vigente de la Iglesia, hay dos tipos de indulgencia:
1. Plenaria, que perdona toda la pena temporal debida por los pecados;
2. Parcial, que sólo perdona una parte.

La indulgencia se concede sólo a los fieles debidamente dispuestos. Estas disposiciones


personales consisten, para la indulgencia plenaria, en:

1. El estado de gracia y exclusión de todo afecto al pecado, aun venial20;


2. Realizar la obra prescrita con intención de lucrar la indulgencia;
3. Confesión sacramental, comunión y oración por las intenciones del Papa.

19
Perdón (RAE)
20
Pecado venial: El que es leve. (RAE)
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Guatemala, Guatemala, C. A.

"Todo fiel puede lucrar21 para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las
indulgencias tanto parciales como plenarias" (CEC)

Para lucrar la indulgencia parcial se requiere:


1. El estado de gracia y el arrepentimiento.
2. La realización de la obra prescrita.

La indulgencia plenaria se convierte en parcial cuando falta la plena disposición o no se cumplen


las tres condiciones establecidas.

Referencias:
PABLO PP. VI.1967. Indulgenriarum Doctrina.
Catecismo Iglesia Católica. #1471-1484

21
Conseguir uno lo que deseaba. (RAE)

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