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TERCERA PARTE
LOS MUCHACHOS DE HUITZILOPOCHTLI
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TERCERA PARTE LOS MUCHAHOS DE HUITZILOPÓCHTLI
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más tarde se hallaban como al principio. Los rayos del sol caían
a plomo calcinando las escasas tentativas de vida que se
aventuraban a profanar con su esperanza el suelo de esa tierra
maldita. Otlica, consternado por los nulos resultados de la
investigación, se retiró al campamento, dejando el campo libre
para que el colérico nagual siguiera desarrollando sus enredadas
pesquisas.
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Uno de los sirriliks chilló cuando una parte del muro dejó al
descubierto un hueco. Otlica y Ceti Miquini, alertados por el
chillido, recogieron sus pertenencias y corrieron a echar un
vistazo, una breve inspección fue suficiente para que decidieran
introducirse en la hendidura. Los sirriliks con una basta
experiencia en los métodos de trabajo del chamán, sabiendo que
no se detendría por ellos, corrieron a encaramarse en el morral
que llevaba arrastrando. La variación en el diámetro del corredor
dificultaba el avance, golpes y contusiones resultaban de
estrellarse contra las puntiagudas salientes que asomaban de las
paredes y que por la oscuridad no alcanzaban a detectar; el
prescindir de sopetón de algún sentido, era incómodo, y más si
se trataba del sentido de la vista; pero peor que gatear a ciegas,
fue la molestia provocada por el agua helada que se filtraba entre
las vetas, la escalofriante sensación de los chorros cayendo sobre
sus espaldas, les hizo lamentar el haber entrado en la angostura
que funcionaba como recolector natural de agua. Entre chapaleos
desembocaron en la bóveda de una galería. Ceti Miquini,
soltando una luz, determinó que podían descolgarse con la ayuda
de cuerdas. La galería se defendió de la invasión, sofocándolos
con su enrarecido vaho, mismo que no tardó en hacerlos vomitar.
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V. LA TORMENTA
Un día que no logró fijarse en la memoria, un total de treinta y
dos hombres, comandados por el tlacatecatl del imperio, Comitl
Acatzin, embarcaron en dos canoas largas con dirección a
Cempoala. Quedaban en el recuerdo: las atenciones de
Citlacohuatzin, el palacio del caracol, las fiestas y las cariñosas
atenciones de sus anfitrionas. Y aunque era tiempo de huracanes,
la premura por regresar a casa los empujó a enfrentar el riesgo de
franquear los agitados ánimos del océano. Los marinos, guiados
por los gobernantes de las naves, libraron los invisibles peligros
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Flor Preciosa, asida del brazo del rey, veía angustiada los
enigmaticos rostros de las divinidades y presentía que se trataba
de una intriga. Huitzilopochtli, viendo su hermoso rostro surcado
de arrugas, dijo: ─No temas querida, que ya envié a Teoctli en su
auxilio─.
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VI. CEMPOALA
En los hombres el cansancio de los últimos días se había
acumulado en los huesos de los adoloridos musculos y a pesar de
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¿Cuál fue el secreto que llevó al éxito al pueblo del sol? Muy
fácil, el conocimiento exacto tanto de cualidades como de
defectos de carácter, el pleno control de las emociones y por
último concentrar toda su atención en el trabajo que
desempeñaban.
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XI. CUAPPONTONTLI
El opúsculo del crimen llamado Cuappontontli, un verdadero
gigante entre los hombres, blandía con destreza la macana. El
pujante tlatocapol (señoron) rompía, con el arma y la sola fuerza
de sus brazos, las cerradas filas de valientes guerreros aztecas.
Había producido muchas defunciones y en cada ocasión se
acercaba con jactancia al muerto para gritarle en el desbaratado
rostro que él era el más fuerte. Teteme Ahuetl, ofendido por
estos ultrajantes hechos, se mordió con desesperación el labio
inferior, y entornando amenazadora vista, corrió a detenerlo. Los
hombres, al quedar frente a frente, altercaron con injuriosas
palabras, insultos que se escuchaban más ofensivos en la boca de
Teteme Ahuetl debido al estruendo que producía ese vozarrón,
tan característico suyo. Cuappontontli, sin tolerar más insultos,
enojado le respondió: ─Osado Teteme Ahuetl, loco e insensato
¡temerario!, piensa mejor el contenido de tus insultos y retírate
ahora que puedes, no sea que sucumbas en mis manos y también
recibas el trato que, me reprochas, he dado a tus compañeros
muertos─. Teteme Ahuetl con sombria expresión le dijo:
─Príncipe Cuappontontli, soberbio, ultrajador, manchado de
homicidios, no creas que me inspiras el mínimo temor, y sólo
añadiré que niman aocmo ceppa ihu nicchihuaz (de ninguna
manera volverás a hacer cosa semejante) y al terminar el día te
estarán llorando tus deudos─. El Cuapponeo se impulsó para
golpearlo. Teteme, con horror veía aquellos colosales brazos el
doble de gruesos que los suyos, pero al esquivar los golpes, se
dio cuenta que era lento en su ataque por eso midió mentalmente
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XIII. EL FINAL
Águila Omometl, con un destacamente de cincuenta tenochcas,
fue enviado por el grupo de Otlica; El jorobado Omometl
desplazandose a paso largo, deseaba que no fuera demasiado
tarde para el viejo. Comitl, reuniéndose con Zacuatzin Octl, el
estado mayor y sus capitanes, consideraba la posibilidad de
retirarse; pero ante la imposibilidad de transportar a los heridos
tuvieron que descartar la idea; Entonces de común acuerdo,
decidieron despachar mensajeros en todas direcciones, esperaban
que alguien en algún lugar estuviera en capacidad de entrar en
Tlaxcallan para auxiliarlos. Sin alternativas reales que pudieran
sacarlos del problema, Comitl ordenó a sus comandantes
posicionaran a los hombres sobre el cerrito. Al grupo que corría
a su encuentro, se le habían sumado las fuerzas de Ixtletl Cahual.
El Huegotzinga Acaco Poctli tomando la dirección de los
asaltantes envio un conferencista a parlamentar, solicitaba
permiso para retirar a los muertos además exigia se les
devolvieran los heridos. Taltezco Ocelotl, ofreciendose a
parlamentar con el emisario, accedió a la petición, aclarándole
que no deberían sustraer despojo material alguno, porque al igual
que los heridos, eran posesión del emperador de México
Tenochtitlan.
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FIN
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1 kin = 1 día
20 kines = 1 uinal, o 20 días.
18 uinales = 1 tun, o 360 días.
20 tunes = 1 katún, o 7,200 días.
20 katunes = 1 baktún, o 144,000 días.
20 baktunes = 1 pictún, o 2.880,000 días.
20 pictunes = 1calabtún, o 57.600,000 días.
20 calabtunes = 1 kinchiltún, o 1,152,000,000 días.
20 kinchiltunes = 1 alautún, o 23,040,000,000 días.
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y por eso, sin tregua, descargaban con ahínco sus esfuerzos sobre
los lomos acuáticos, añorando el día en que su vista se posaría de
nuevo sobre la sagrada isla de Tenochtitlan!.
Sobre escenografía tan cruel se desplegó la actividad del
hombre; siempre acosado y perseguido por fuerzas que lo
obligaban a actuar como no quería, calamidades que lo
expulsaban a vagar por tierras y mares donde las seducciones,
desplegando sus encantos, lo invitaban a establecerse
prometiéndole una vida diferente. Quimeras fementidas y
perniciosas de la madre tierra, que sujetan la voluntad de los
blandengues, y orillan a que la humanidad inicie por enesima
ocasión el drama de la vida;
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PROLOGO
El regreso del pochtecatl es un libro que cuenta las aventuras del
comerciante azteca Otlica Eilhuitl,
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