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Retrato de un homófobo, Monseñor Munilla ante el espejo: “No hay otro

camino de liberación para las personas homosexuales que la lucha por


corregir sus propias tendencias desviadas”… ¿Quién es el neurótico,
Monseñor?
Jueves, 26 de Noviembre de 2009

Fuente: Cristianos gays

El sábado pasado la noticia caía como un mazazo en la sufrida diócesis donostiarra: el Papa
Benedicto nombraba como nuevo obispo de San Sebastián (España) a Jose Ignacio Munilla,
hasta ahora obispo de Palencia. Munilla es un viejo conocido en su diócesis por haber hecho su
“carrera” aislado del resto de sus compañeros sacerdotes por su frontal oposición al
planteamiento pastoral de la diócesis nacido al calor de los impulsos del Vaticano II.
Pretenderá imponer ahora una obediencia a sus feligreses que él mismo no tuvo con sus
superiores. Es, también, un viejo conocido del mundo virtual de internet, donde le gusta
publicar sus opiniones y donde ha fundado varias páginas web para ello.

En una de ellas podíamos leer el siguiente artículo, donde explica que la homosexualidad nace
de un impulso neurótico o del abuso de la pornografía, y donde precisa que la única liberación
de una persona homosexual es corregir sus tendencias desviadas… Digo que podíamos, porque
si uno se acerca a dicha página, ya es imposible poder acceder y en la nueva a la que se ha
mudado ha desaparecido por lo que hemos tenido que rebuscar en Internet para rescatar
semejante artículo producto de alguna enajenación mental y de la homofobia más
recalcitrante y militante. Sí conserva en su página este otro en el que reincide… Y en internet
he encontrado esto otro… y esta barbaridad … Y este que roza la paranoia…y no sigo porque
estoy a punto de vomitar…

Podríamos rebatirle punto por punto pero creo que simplemente leyendo su artículo
directamente queda patente su indigencia intelectual y su homofobia declarada… ¡y este es un
pastor! ¿excluyendo a parte de sus ovejas? ¿pretendiendo “curarlas” de no sé qué
enfermedad?

Monseñor Munilla: ¡LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UNA ENFERMEDAD, LA HOMOFOBIA SÍ!


¡Pobre diócesis de San Sebastián! Os dejo con su artículo

Homosexualidad y esperanza
por José Ignacio Munilla Aguirre (Obispo electo de San Sebastián)

El cambio en la consideración de la homosexualidad, de trastorno psicopatológico a mera


condición sexual alternativa, se ha debido más a las presiones de los influyentes lobbys gays,
que a nuevas evidencias científicas. Fue en 1980 cuando estos grupos consiguieron una de sus
mayores “victorias”, al lograr que la Asociación Americana de Psiquiatría retirara la
homosexualidad del manual de trastornos comportamentales (Diagnostic and Statistical
Manual). Está claro que no se trató de una decisión tomada por motivos científicos; y prueba
de ello es que en la tercera edición del citado manual se ha llegado al absurdo consenso de
afirmar que la homosexualidad es un desorden sólo cuando no es querida por el sujeto (págs.
281-282). Una solución bastante ridícula, ya que hace depender la consideración de la
tendencia homosexual de la percepción subjetiva de quien la padece. ¡Si te parece bien tu
homosexualidad, entonces no es un trastorno; y si te parece mal, entonces sí! ¡¡Todos
contentos!!

Uno de los más graves problemas que padecen las personas homosexuales es el escaso
número de profesionales que trabajan en la investigación y el tratamiento de su tendencia. La
tremenda presión que se puede llegar a soportar en nombre de lo políticamente correcto,
llega a coartar la libertad del ámbito de la ciencia.

Existen, no obstante, profesionales de primera línea que se atreven a continuar afirmando lo


que la psiquiatría siempre ha afirmado: estamos ante un trastorno neurótico (Van Den
Aardweg, Bieber & Bieber, Aquilino Polaino, etc…). Y lo que es mejor, no cejan de ofrecer sus
terapias curativas con resultados nada desdeñables. Me remito al estudio de Bieber & Bieber,
publicado en base a la entrevista con más de mil homosexuales varones. Tras formular su
teoría, concluye: “Un chico que goza de una buena relación con su padre no llegará a ser
homosexual… En la mayor parte de los casos el hijo homosexual tenía una relación demasiado
íntima con la madre…; con frecuencia la madre prefería este hijo a su marido”. Mención
especial merecen los estudios del psiquiatra holandés Gerard J.M. Van Den Aardweg, quien
explica la homosexualidad como un complejo de autocompasión; proponiendo una terapia
contrastada en el momento de su publicación ya con 264 pacientes (”Homosexualidad y
esperanza. Terapia y curación en la experiencia de un psicólogo” EUNSA, 1997).

Pasemos seguidamente a la visión pastoral. Es nuestro deber acoger con respeto y delicadeza a
todas las personas homosexuales, de forma que se sientan queridas y aceptadas
incondicionalmente. Pero tengamos presente que sólo lo verdadero puede ser realmente
solidario y caritativo. No hay otro camino de liberación para las personas homosexuales que la
lucha por corregir sus propias tendencias desviadas. La rendición a esa neurosis sexual, la
búsqueda de contactos y relaciones, inestables y frustrantes por su propia naturaleza,
desemboca a la larga en una profunda insatisfacción, por mucho que se disfrace de ruidosa
alegría aparente.

En los documentos en los que la Iglesia Católica aborda esta cuestión, no se habla nunca de
“homosexuales”, sino de personas con una tendencia homosexual. No existe el “homosexual”,
como si se tratara de una condición constitutiva de la especie humana. Una perspectiva que
rompe la tendencia al “gueto” que tanto caracteriza al mundo homosexual. La condición
homosexual no es la primera y ni siquiera la última en la escala de las condiciones
desordenadas que deben de centrar nuestra atención. Se debe colocar al mismo nivel de otras
tendencias morales desordenadas, como el deseo de posesión, el ansia de dominio; o quizás
también al mismo nivel que otras muchas compulsiones y adiciones neuróticas.

Si la dinámica del instinto fuera suficiente para dar por buena una conducta, la moral se
esfumaría hasta el punto de que cada uno terminaría por hacerse una ética según su impulso y
apetencia. Sin embargo, no podemos olvidar que los hechos no constituyen un criterio moral
por sí solos. La Iglesia no hace sino recordar que, tal y como se deduce el dinamismo de la
naturaleza del ser humano, los actos homosexuales se alejan radicalmente del significado que
Dios ha dado a la sexualidad humana.

A lo dicho hasta aquí hay que añadir que el fenómeno de la homosexualidad no tiene siempre
un origen de trastorno neurótico en la pubertad, sino que por influjo de la pornografía, cada
vez con más frecuencia se están dando casos en los que la desviación sexual ha sido adquirida,
a base de adentrarse en una espiral de experiencias eróticas obsesivas. Es decir, en estos casos
se puede aplicar aquella paradoja de que no es el ladrón el que hace el robo, sino que ese el
robo quien hace al ladrón.

En definitiva, la perspectiva cristiana de la homosexualidad es una apuesta por la esperanza,


contra el fatalismo. Frente a las teorías freudianas, pensamos que la persona humana no se
agota en su orientación sexual. A pesar de nuestros desequilibrios, mantenemos posibilidades
de crecimiento y de renovación. Nosotros creemos en la dignidad del hombre, lo cual es creer
en su libertad. Si no nos empleamos en la batalla por ser dueños de nuestra voluntad,
acabaremos siendo esclavos de nuestros instintos.

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