Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Run
TEMA DEL DÍA
LUIS RUEDA
20 años de trayectoria
La canción. En su carrera Luis ha presentado temas como
Musiquita de mierda, La mala reputación, Mil veces uno, pero hay
quienes siguen pidiendo El pelo quinto, un tema que le produce
cierta resistencia: “esa canción es un chiste que hicimos con un
amigo, un día estábamos borrachos, la grabamos igual como
chiste... y de pronto pegó y dijimos chuta bacán... nos abrió las
puertas; pero luego todo era Pelo quinto, Pelo quinto... había
conciertos que abríamos con ese tema para que la gente a quien
no le interesara el resto se vaya de una vez...”.
Al Fruta Bar de la Víctor Emilio
Estrada llega Luis Rueda a
cumplir con un cachuelo para
ese local en su faceta de
gráfico -su familia está
vinculada a las artes gráficas y
él tiene título de publicista-,
además para la entrevista con
EXPRESIONES, pautada allí.
Por sus manos pasaron instrumentos como una guitarra o un órgano y
profesores de música, pero entonces no le llamaba la atención, hasta que
cuando a los trece años, un amigo de su hermano menor llegó a la casa, vio
el órgano y empezó a tocarlo, “...un pelotudo se sienta y toca y yo tengo
esto botado, dije; y me puse ahí esa tarde y como que pude tocar mi primera
cancioncita, El Chulla quiteño... después me compré un Órgano fácil (guía) y
ahí aprendí a tocar acordes, a sacar la melodía”.
Hasta entonces recuerda haber hecho de todo: taekwondo, natación, tenis,
pero lo que lograba identificarlo y le servía de escape era la música.
Recuerda también haber quemado los equipos de sonido de su casa cuando
les conectaba la guitarra eléctrica y subía el volumen al máximo, para el
efecto de distorsión. “Me tocó aprender desde cero todo... No tuve hermano
mayor, tío, alguien que me diga: así funciona la guitarra eléctrica... Yo creía
que como era eléctrica se conectaba al enchufe de la pared. Todo lo aprendí
sacando el machete y abriéndome el camino, pero ha sido muy interesante; a
la larga esas experiencias te permiten estar mucho mejor parado ante
cualquier situación”.
En la época en la que en el país se puso de moda el rock latino, Luis tenía 14
años y formó su primera banda, Sak. “Tenía una inclinación marcada hacia
Los Ilegales, era mi banda favorita. Soda Stereo me parecía muy volada y
Hombres G, una mariconada y no sabía que existía Black Sabath o cosas así”.
Su padre lo apoyó y el cuarto de los hermanos Rueda se convirtió en una sala
de ensayo. “De pronto mi casa se volvió el ensayadero de un montón de
gente y siempre nos robaban, o sea éramos unos pelados pendejos que nos
veían la cara y nos robaban pedales, efectos... mi viejo nos sacaba la madre;
pero dentro de todo para mí era interesante prestarle la sala a la gente para
que vayan a ensayar para sapear todo... Excalibur era un grupo que empezó
a tocar en mi casa Heavy Metal, entonces ahí conocí Iron Maiden y Judas
Priest, AC/DC”.
Rueda terminó de convencerse de que el rock era lo suyo cuando escuchó a
la banda Barón Rojo, con la canción Los roqueros se van al infierno, “estaba
buscando una cosa en español para seguir haciendo algo que tenga similitud
con Los Ilegales...”. También escuchó el tema de Blaze (banda local), No
podrás con él, “de estas dos canciones grabé en un casete y las escuchaba
todo el tiempo... y pensé en una banda de heavy metal en español... y
comencé a componer y a buscar letras para esas canciones”.
De esta época con Sak, Luis destaca la búsqueda de una filosofía propia de
no apegarse a la moda e inclinarse por este género en español y hacer
música inédita. “Pasó el rock latino, volvió Madonna y Michael Jackson; se
acabó ese feliz año 87 en el que en todas las fiestas sabías lo que estabas
bailando...
Era hacer eso o irme hacia un lado más tropical, pero soy el tipo más
aburrido. En una fiesta veo que todo el mundo mueve la cadera, son felices y
yo no tengo la alegría suficiente como para meterme en esas fiestas... ni en
el día más feliz de mi vida... Prefiero escuchar The Cure y pintarme los ojos
de negro”.
Hoy con casi 20 años de carrera, siete discos grabados; después de Sak, con
la Trifulka y hoy como solista, se puede decir que Luis Rueda maneja su
propio estilo y que aunque busque reinventarse en cada producción y sumar
elementos nuevos, el mensaje que quiere transmitir en su música lo tiene
bastante claro; además su filosofía es seguir su instinto en lugar de tratar de
agradar.
“La vida me ha torcido el brazo a un paso de rompérmelo; llegué a comer
tierra; han habido momentos muy complicados, he tenido típicas presiones de
la novia del momento de ‘elige la música o a mí’ y chao, con dolor. Pero que
haya llegado un momento en el que diga no va más... no. O sea no fueron
más los Sak en su momento, no fue más La Trifulka en su momento... y por
eso me gusta ser hoy solista, ¿cómo me retiro de ser un Luis Rueda?... Tengo
7 discos grabados y de verdad uno ha pegado así multitudinariamente donde
estaba El pelo quinto, que fue un ‘hitaso’, después, el resto ha sido como
parte de una especie de mantenimiento; pero no estoy mirando esto como
una carrera de hits... No es que no me interese, me encanta cuando voy a un
lugar, toco una canción y la gente la canta; pero no es lo que está en mis
prioridades al momento de hacer un tema; eso es una especie de
consecuencia del trabajo que se hace, no una prioridad”.
En la carrera de Luis hay dos viajes importantes, el primero a Madrid, España,
le abrió los ojos al mundo y el segundo, a Buenos Aires, Argentina, le dejó su
primer disco como solista y a su esposa Karina, quien también es su mánager.
“Hice un negocio, cogí una plata, compré un pasaje y me fui a vivir a
Madrid...
No conocía a nadie... estaba parado afuera del metro diciendo ‘cómo es esta
mierda’, tratando de usar la lógica para sobrevivir en una ciudad... Era un
montubio completo, pero no sentí nunca discriminación ni esas cosas que los
ecuatorianos se quejan. España fue como mi primera posibilidad de romper
con los paradigmas que me habían perseguido. Hasta entonces, te juro, no
podía cuestionarme la inexistencia de Dios; pero allá como decir hola, era
decir ‘me cago en Dios’... Me cambió mucho mi perspectiva de lo que debería
ser como músico o como roquero. Después de eso hice un disco que se llama
Calamidad doméstica (con la Trifulka), donde meto vientos y hago canciones
con una alegría que antes no me permitía... porque era roquero y los roqueros
no... Me dije no me puedo limitar a guitarra con distorsión para todo. Ahí es
cuando encontré el verdadero significado de la vida, de las cosas y de lo que
como artista puedes llegar a transmitir”.
A su regreso y tras la disolución de La Trifulka, porque quebró la disquera que
los apoyaba; entonces con la idea clara de su primer disco como solista viajó
a Buenos Aires, pero el productor argentino que vivía en el país, se hizo humo
con su dinero y él decidió quedarse hasta regresar con su disco. “Llamé acá,
pedí que me vendan la moto, la tele, hice negocios de postales y de eso iba
viviendo... era terrible enfrentarte al hecho de que tienes que hacer tus
cosas y sacar tu disco, me tomé dos años hasta poder terminar un disco (Yo
Lucho & Lo Demás Rueda, 2006). Fue increíble, conocí a mi esposa, y
encontré una compañera genial”.
A sus casi 37 años, que cumple el próximo jueves 28, y que celebrará en Diva
Nicotina con un concierto, Rueda asegura que “no ha habido nada en la
historia de mi vida que haya querido conseguir y que no lo haya conseguido
de una puta forma u otra”.
Hoy, además de preparar el vídeo del segundo tema de su CD Caldo de
Cultivo, llamado La Brecha, está trabajando en TC Televisión en
musicalización; además de tocar con su banda El feroz tren expreso, toca la
guitarra en Ultratumba; y da asesoría a nuevos músicos. Además junto a
Pedro Ortiz Jr. realizará un filme sobre el rock.
“En mis casi 37 años me he divertido como un imbécil, he sido un verdadero
vagabundo por el mundo, un irresponsable, no porque no quiera hacerme
responsable de algo sino por no tener responsabilidades... o sea directamente
he estado abocado a mi vida; y después de tanto caminar puedo ahorita
como que centrarme en querer hacer una vida familiar coherente... Ahora
tengo mi hijita de 3 años y soy el papá más feliz del mundo”.
TEXTO: José Javier Roldós C.
FOTOILUSTRACIÓN: Miguel Rodríguez.