Vous êtes sur la page 1sur 4

Inicio MundodeFamosos LaTele Fashion Artes Ritmos Tema Ocio Click Run...

Run

TEMA DEL DÍA

LUIS RUEDA

 
  20 años de trayectoria  

La canción. En su carrera Luis ha presentado temas como 
Musiquita de mierda, La mala reputación, Mil veces uno, pero hay 
quienes siguen pidiendo El pelo quinto, un tema que le produce
cierta resistencia: “esa canción es un chiste que hicimos con un 
amigo, un día estábamos borrachos, la grabamos igual como 
chiste... y de pronto pegó y dijimos chuta bacán... nos abrió las 
puertas; pero luego todo era Pelo quinto, Pelo quinto... había 
conciertos que abríamos con ese tema para que la gente a quien 
no le interesara el resto se vaya de una vez...”.

Al Fruta Bar de la Víctor Emilio 
Estrada llega Luis Rueda a
cumplir con un cachuelo para
ese local en su faceta de
gráfico -su familia está 
vinculada a las artes gráficas y 
él tiene título de publicista-,
además para la entrevista con 
EXPRESIONES, pautada allí.

El personaje de los escenarios,


el del cabello rizado y la barba
desaliñada, el de La mala 
reputación y el que carga con 
el peso de El pelo quinto (tema
que le siguen solicitando), se
levanta las gafas y conversa
sobre lo que sabe hacer: el
rock, la música y sobre una 
vida que, aunque en ocasiones
le ha torcido el brazo, la ha
sabido gozar. Además cuenta 
anécdotas como cuando decidió 
emigrar a España, un viaje que 
le aclaró el panorama de lo que 
quería ser; o un paso por 
Argentina, de donde regresó 
con su primera producción 
como solista bajo el brazo y
con su esposa Karina.
 
Para quienes lo identifican como
un referente del rock nacional,
podría sonar ridículo que el   
primer LP que compró Rueda fue la banda sonora de Vaselina, pero es que el 
rock no fue el primer género con el que el músico tuvo contacto. Recuerda 
que le gustaba mucho cantar y que “en primer grado del San José La Salle ya 
era parte del coro de la escuela”.

Por sus manos pasaron instrumentos como una guitarra o un órgano y 
profesores de música, pero entonces no le llamaba la atención, hasta que 
cuando a los trece años, un amigo de su hermano menor llegó a la casa, vio 
el órgano y empezó a tocarlo, “...un pelotudo se sienta y toca y yo tengo
esto botado, dije; y me puse ahí esa tarde y como que pude tocar mi primera 
cancioncita, El Chulla quiteño... después me compré un Órgano fácil (guía) y 
ahí aprendí a tocar acordes, a sacar la melodía”.

Un curso de guitarra posterior también le ayudó. “Fue brutal el rato que ya


pude hacer tres acordes seguidos en una canción de Leonardo Favio... y así 
de manera espontánea comencé a tener la posibilidad de componer, y no 
paré”.

Hasta entonces recuerda haber hecho de todo: taekwondo, natación, tenis, 
pero lo que lograba identificarlo y le servía de escape era la música. 
Recuerda también haber quemado los equipos de sonido de su casa cuando 
les conectaba la guitarra eléctrica y subía el volumen al máximo, para el 
efecto de distorsión. “Me tocó aprender desde cero todo... No tuve hermano 
mayor, tío, alguien que me diga: así funciona la guitarra eléctrica... Yo creía 
que como era eléctrica se conectaba al enchufe de la pared. Todo lo aprendí 
sacando el machete y abriéndome el camino, pero ha sido muy interesante; a 
la larga esas experiencias te permiten estar mucho mejor parado ante
cualquier situación”.

En la época en la que en el país se puso de moda el rock latino, Luis tenía 14 
años y formó su primera banda, Sak. “Tenía una inclinación marcada hacia 
Los Ilegales, era mi banda favorita. Soda Stereo me parecía muy volada y 
Hombres G, una mariconada y no sabía que existía Black Sabath o cosas así”.

En su casa no se escuchaba rock o heavy metal. “Mi papá no era ni roquero 


ni el típico viejo hippie marihuanero que escuchaba Pink Floyd, él era muy 
tradicional; más bien apegándose a la música nacional”.

Su padre lo apoyó y el cuarto de los hermanos Rueda se convirtió en una sala 
de ensayo. “De pronto mi casa se volvió el ensayadero de un montón de 
gente y siempre nos robaban, o sea éramos unos pelados pendejos que nos 
veían la cara y nos robaban pedales, efectos... mi viejo nos sacaba la madre; 
pero dentro de todo para mí era interesante prestarle la sala a la gente para 
que vayan a ensayar para sapear todo... Excalibur era un grupo que empezó 
a tocar en mi casa Heavy Metal, entonces ahí conocí Iron Maiden y Judas 
Priest, AC/DC”.

Rueda terminó de convencerse de que el rock era lo suyo cuando escuchó a 
la banda Barón Rojo, con la canción Los roqueros se van al infierno, “estaba
buscando una cosa en español para seguir haciendo algo que tenga similitud 
con Los Ilegales...”. También escuchó el tema de Blaze (banda local), No 
podrás con él, “de estas dos canciones grabé en un casete y las escuchaba 
todo el tiempo... y pensé en una banda de heavy metal en español... y 
comencé a componer y a buscar letras para esas canciones”.

Sus dos primeros temas “estaban repletos de clichés de la época y del estilo, 


El rock nunca va perecer fue como que la primera canción heavy que dije uy 
está buena; que es como muy himno rock... vamos a ser roqueros hasta la 
muerte...; y El sexto jinete, que era una canción apocalíptica, muy berreado 
del estilo...”.

De esta época con Sak, Luis destaca la búsqueda de una filosofía propia de 
no apegarse a la moda e inclinarse por este género en español y hacer 
música inédita. “Pasó el rock latino, volvió Madonna y Michael Jackson; se 
acabó ese feliz año 87 en el que en todas las fiestas sabías lo que estabas 
bailando...

Era hacer eso o irme hacia un lado más tropical, pero soy el tipo más 
aburrido. En una fiesta veo que todo el mundo mueve la cadera, son felices y
yo no tengo la alegría suficiente como para meterme en esas fiestas... ni en 
el día más feliz de mi vida... Prefiero escuchar The Cure y pintarme los ojos 
de negro”.

Hoy con casi 20 años de carrera, siete discos grabados; después de Sak, con 
la Trifulka y hoy como solista, se puede decir que Luis Rueda maneja su
propio estilo y que aunque busque reinventarse en cada producción y sumar 
elementos nuevos, el mensaje que quiere transmitir en su música lo tiene 
bastante claro; además su filosofía es seguir su instinto en lugar de tratar de 
agradar.

“La vida me ha torcido el brazo a un paso de rompérmelo; llegué a comer 
tierra; han habido momentos muy complicados, he tenido típicas presiones de 
la novia del momento de ‘elige la música o a mí’ y chao, con dolor. Pero que
haya llegado un momento en el que diga no va más... no. O sea no fueron 
más los Sak en su momento, no fue más La Trifulka en su momento... y por 
eso me gusta ser hoy solista, ¿cómo me retiro de ser un Luis Rueda?... Tengo 
7 discos grabados y de verdad uno ha pegado así multitudinariamente donde 
estaba El pelo quinto, que fue un ‘hitaso’, después, el resto ha sido como 
parte de una especie de mantenimiento; pero no estoy mirando esto como
una carrera de hits... No es que no me interese, me encanta cuando voy a un
lugar, toco una canción y la gente la canta; pero no es lo que está en mis 
prioridades al momento de hacer un tema; eso es una especie de
consecuencia del trabajo que se hace, no una prioridad”.

En la carrera de Luis hay dos viajes importantes, el primero a Madrid, España, 
  le abrió los ojos al mundo y el segundo, a Buenos Aires, Argentina, le dejó su 
primer disco como solista y a su esposa Karina, quien también es su mánager. 
 
“Hice un negocio, cogí una plata, compré un pasaje y me fui a vivir a 
Madrid...
  No conocía a nadie... estaba parado afuera del metro diciendo ‘cómo es esta 
mierda’, tratando de usar la lógica para sobrevivir en una ciudad... Era un 
  montubio completo, pero no sentí nunca discriminación ni esas cosas que los 
ecuatorianos se quejan. España fue como mi primera posibilidad de romper 
con los paradigmas que me habían perseguido. Hasta entonces, te juro, no 
  podía cuestionarme la inexistencia de Dios; pero allá como decir hola, era 
decir ‘me cago en Dios’... Me cambió mucho mi perspectiva de lo que debería 
  ser como músico o como roquero. Después de eso hice un disco que se llama 
Calamidad doméstica (con la Trifulka), donde meto vientos y hago canciones 
  con una alegría que antes no me permitía... porque era roquero y los roqueros 
no... Me dije no me puedo limitar a guitarra con distorsión para todo. Ahí es 
cuando encontré el verdadero significado de la vida, de las cosas y de lo que 
como artista puedes llegar a transmitir”.

A su regreso y tras la disolución de La Trifulka, porque quebró la disquera que 
los apoyaba; entonces con la idea clara de su primer disco como solista viajó 
a Buenos Aires, pero el productor argentino que vivía en el país, se hizo humo 
con su dinero y él decidió quedarse hasta regresar con su disco. “Llamé acá, 
pedí que me vendan la moto, la tele, hice negocios de postales y de eso iba 
viviendo... era terrible enfrentarte al hecho de que tienes que hacer tus
cosas y sacar tu disco, me tomé dos años hasta poder terminar un disco (Yo 
Lucho & Lo Demás Rueda, 2006). Fue increíble, conocí a mi esposa, y 
encontré una compañera genial”.

A sus casi 37 años, que cumple el próximo jueves 28, y que celebrará en Diva 
Nicotina con un concierto, Rueda asegura que “no ha habido nada en la
historia de mi vida que haya querido conseguir y que no lo haya conseguido
de una puta forma u otra”.

Hoy, además de preparar el vídeo del segundo tema de su CD Caldo de 
Cultivo, llamado La Brecha, está trabajando en TC Televisión en 
musicalización; además de tocar con su banda El feroz tren expreso, toca la 
guitarra en Ultratumba; y da asesoría a nuevos músicos. Además junto a 
Pedro Ortiz Jr. realizará un filme sobre el rock.

“En mis casi 37 años me he divertido como un imbécil, he sido un verdadero 
vagabundo por el mundo, un irresponsable, no porque no quiera hacerme
responsable de algo sino por no tener responsabilidades... o sea directamente
he estado abocado a mi vida; y después de tanto caminar puedo ahorita 
como que centrarme en querer hacer una vida familiar coherente... Ahora
tengo mi hijita de 3 años y soy el papá más feliz del mundo”.

Descubriendo el ser padre


Parte de la inspiración para Caldo de Cultivo, su segundo CD como solista, se 
dio ante “la paz” que le da su actual situación familiar (su esposa y su hija). 

La faceta de padre mantiene a Luis en una nueva etapa de descubrimiento,


como ha sido todo en su vida. “Has predicado todo esto, has hecho la vida
como te ha dado la gana, fuiste, viviste, volviste, chupaste, fumaste,
jalaste; ahora listo... ahora eres papá, y ahora ¿cómo vas a afrontar eso 
respecto a tu hija?; porque ahí viene el poner los límites, el orden y todas 
esas cosas... No lo sé; ahora pienso que cuando cumpla 15 años me 
encantaría darle de regalo un sistema anticonceptivo de esos que duran cinco 
años, para que si tiene relaciones sexuales con alguien no se case con el 
primer boludo que la preñe... Me gustaría explicarle que el mundo así”.

Junto a su esposa Karina Paludi

Durante un recital en el bar Heineken.


Junto a su nueva agrupación El feroz tren expreso. 

TEXTO: José Javier Roldós C.
FOTOILUSTRACIÓN: Miguel Rodríguez.

Vous aimerez peut-être aussi